Epilogo.

El pescadito.

Shion sonrió triunfal con las manos en las caderas denotando poderío. La pecera no era muy grande y solo podría mantener a dos peces dorados pero, el verdadero logro fue convencer a Nezumi de que le permitiera tenerlos. Ya había probado con canarios, víboras, perros, gatos e iguanas y ninguno fue aceptado.

—¿Por qué tu si puedes tener tres ratones y yo no puedo tener una mascota propia? —Reclamo Shion algo dolido, quería algo que pudiera llamar propio en aquel lugar. Claro que el argumento no sirvió de mucho cuando Nezumi le recordó que eran maquinas, que fue Shion quien los bautizo y a quien seguían a todas partes.

Pero al fin consiguió que consintiera a sus amiguitos acuáticos. Ahora solo saldría a comprarlos y tendría dos mascotas a las que buscarles nombre.

—Macbeth y Ofelia. —Serian buenos nombres.

[…]

Nezumi miro la estancia, recorriendo con su mirada plata todo el lugar y topándose para su desagrado con aquella cosa de cristal con piedritas de colores y plantas de plástico en la que aún no se instalaban sus inquilinos.

Llevaban viviendo juntos un año, sin embargo, las cosas habían cambiado, ahora Shion no era el inexperto niño que necesitaba en todo momento del cuidado de Nezumi. ¡No! ahora el albino era el científico más respetado de la antigua No. 6 y contaba con un sequito de admiradores que casi besaban el suelo por el que caminaba.

Y no podía menos preciar a la panda de jovencitas que solo iban a la tienda de Karan para coquetear con el albino, porque siendo realistas, la amabilidad de Shion y esas sonrisas tan cálidas y tiernas tenían la cualidad de cautivar a cualquiera, si antes era un adolecente escuálido e incauto, toda la experiencia de la vida lo había transformado en un hombre interesante y sexy.

Por eso se ponía casi histérico cuando caía la noche y Shion no daba señales de vida, ¿que no entendía que toda esa manada de llenas solo buscaba una oportunidad, la más mínima, para llevárselo lejos de él? Claro que en cuanto Shion atravesaba la puerta él disimulaba perfectamente toda inquietud.

Ahora bien, Nezumi aun trabajaba en el teatro, pero no aquel vetusto edificio que tanto tiempo atrás le repelía más que inspirarle. Shion se había encargado de modernizarlo y colocarlo en un lugar privilegiado del centro con un nombre por demás alusivo a su persona, el "Teatro Elyurias" era un lugar en donde el equipo más moderno de iluminación, escenografía y sonido eran acogidos por una réplica exacta de la antigua Casa de la Opera.

Shion siempre seria Shion, el peliblanco había estado todo el tiempo pensando en lo bonito que todo sería cuando Nezumi volviera, sin dudar un solo segundo de su retorno.

Pero las cosas no resultaron ser miel sobre hojuelas como se esperaba, peleaban casi a diario y no encontraban el punto de equilibrio que hace cuatro años tenían, el que les permitía mantener una relación armónica, o quizás era eso, en aquel entonces no admitía que tenían una relación como tal.

A decir verdad Shion era a su vista, el niño más hermoso, encantador, condenadamente sensual y claro, que en el Bloque Oeste no le faltaban propuestas a la pequeña majestad pero eran vulgares, de personas insipientes sin nada que ofrecerle, en cambio aquí, quienes le cortejaba eran hombres y mujeres pulcras e inteligentes con una buena posición social y…

Dio un suspiro cansado. Había armado todo un alboroto solo por el hecho de que Shion quería una mascota, que no entendía que ya suficiente con tener que compartirlo con Hamlet, Tsukyo y Cravat, para anexar ahora a otros dos.

Recordaba aquella vez cuando cansado llego a casa, la sala tenía un delicioso olor, a últimas fechas Shion había estado testarudo en tomar clases de cocina con su madre, nunca se lo diría, pero le sentaron muy bien. Silente como solo él podía serlo entro a la cocina, Shion cantaba y movía las caderas.

—Tentadoramente sensual. —Susurro deseando caminar hasta el albino y enroscar sus manos en aquella estrecha cintura para irlas deslizando poco a poco hasta aquel trasero que tanto placer suele darle.

Un pequeño chillido atrapo su atención, Hamlet corría por el brazo del Shion hasta su hombro en donde con su hociquito olisqueaba su cuello.

La risa coqueta de Shion le removió el estómago y esos —Basta Hamlet — Demasiado felices y carentes de autoridad estaban haciéndole desear deshacerse del pequeño atrevido.

Y así como esa, eran muchas las veces en que terminaba sintiendo CELOS de sus MASCOTAS. Lo único bueno de los animales que Shion escogió es que no podían salir de la pecera y cuanto menos hacerle acurrucamos a la flor.

El reloj marcaba las cuatro de la tarde, Shion seguramente pasaría por el mercado a comprar para la cena. Se tiro en el sofá no sin antes encender el aparto de sonido que tenía grabadas melodías exquisitas de maestros celebres como Mozart, Beethoven, etc… y se relajó cerrando los ojos.

Nezumi se puso en pie por el ruido que hizo algo al estrellarse, sin duda cristal, miro en todas direcciones aun aturdido por la forma en que fue despertado. ¿En qué momento se quedó dormido en primer lugar?

—Nezumi. —Shion le miraba desde el suelo completamente empapado.

Nezumi dio un gemido ahogado, Shion llevaba el cabello más largo, casi hasta debajo de los omóplatos, su pecho subía y bajaba demostrando el gran esfuerzo que hacía por tragar aire, y sus pies, sus pies habían sido sustituidos por una cola de pescado.

Dio un paso atrás, esto no podía estar pasando, era irreal, una pesadilla.

—Nezumi ayúdame, debo llegar al agua. Nezumi no puedo respira… —Pedía extendiendo su mano hacia él.

Nezumi se estremeció y con algo de temor tomo la blanca mano, de inmediato noto la lisura de unas diminutas escamas, no era un error, Shion tenía casi toda la pie cubierta con escamas y ahí donde antes hubo unos bonitos oídos ahora asomaban dos branquias que se elevaban por encima del cabello con forma puntiaguda cual orejas de elfo.

Mirándolo bien, era bellísimo, la piel le brillaba debido a las escamas nacaradas, pero lo que le robaba el aliento era la enmarcación que hacían de su cadera, su ombligo descubierto le llamaba a acariciarlo pues era acentuado sensualmente por una "V" que marcaba el inicio de la cola, esa que tenía suaves tonos y que al parecer tomaba el color salmón de la cicatriz que le recorría el cuerpo para ir convirtiéndose en rosa hasta llegar a un color rojo vivo en las aletas. Sus ojos del color de la sangre no miraban casi incitándolo, retándolo a tocarlo.

—Nezumi.

—Shion, yo…

—Tienes que llevarme al laboratorio… ellos.

Ellos… ¡MANGOS! Seguramente lo encerrarían en algún tanque para disfrutar a sus anchas de él.

Como pudo lo llevo hacia la tina de baño, una vez dentro la lleno a tope.

—Nezumi, mis peces.

El actor rodo los ojos, estaba en una situación crítica y a la pequeña majestad le preocupaban unos miserables peces; regreso a la sala y miro a los pobres animales que daban bocanadas en busca de continuar con vida. Volvió con Shion y los lanzo al agua junto a él. Los dos pescaditos se movieron jubilosos nadando presuroso a agradecer al peliblanco su intervención.

Nezumi levanto una ceja, era su imaginación o esas miserables anchoas se restregaban por todo el cuerpo de Shion. El colmo fue cuando lo escucho gemir.

Nezumi levanto a Shion del agua sin importarle si se empaparía, lo miro de frente, los cabellos le caían desordenadamente por el rostro y parte de la espalda mientras la aleta escarlata se movía de izquierda a derecha y su pecho subía y bajaba con exagerado desenfreno.

—Nezumi, necesito volver dentro del agua yo…

Y se quedó sin aliento, Nezumi acaba de besarlo.

Nezumi sintió su miembro dar espasmo entre doloroso y deseoso, Shion en cualquier presentación era endemoniadamente sicalíptico para su bienestar. Toco suavemente el pecho blanco dibujando aquella serpiente roja que ahora terminaba por convertirse en la cola de pez.

Shion soltó un leve gemido junto a un respigo y ladeo la cabeza avergonzado cuando su aleta se agito como abanico en respuesta a la caricia.

—¡Vaya! Así que aun en con esta apariencia sigues siendo igual de sensible. —Bromeo Nezumi, probando a dar una lamida por el mismo lugar acariciado. —Sé que la mayoría de los peces son ovíparos pero… —Shion lo miro aterrorizado. —algunos más son vivíparos y ellos si tienen sexo. ¿Me pregunto si tu…?

—Nezumi, tú no puedes, yo no…

—No seas pudoroso, ¿no quieres probar hasta dónde has cambiado? Es en pro de la ciencia.

—Nezumi…

Nezumi dio una mordida sobre la oreja puntiaguda y Shion gimió más fuerte y su extremidad de pez dio varios movimientos de adelante hacia atrás con un ritmo más que conocido para el roedor.

—Me pregunto, ¿Si tienes…?

—Nezumi… yo de verdad necesito volver al agua.

Nezumi chasqueo la lengua con disgusto y muy resignadamente lo devolvió dentro del líquido. El peliblanco soltó un suspiro reconfortante, y con cuidado intento que todo su cuerpo entrara en la tina, su cola se dobló y muy ajustadamente al fin se encontró completamente sumergido. Sus dos nuevas mascotas se movieron para no ser aplastados, y para desagrado del ojiplata estos se paseaban descaradamente toqueteando el cuerpo de su sirenito, aunque la palabra técnicamente correcta seria: Tritón.

Un jadeo de placer llego a los oídos del actor quien no tardo ni dos segundos en recorrerle al completo el cuerpo del peliblanco con la vista y localizar el motivo del sonido. Shion casi se arqueo de placer cuando dejo salir un segundo gemido. Nezumi apretó los labios listo para convertir en brocheta al miserable charal que ahora tocaba con su hocico un pequeño orificio en medio de la cola de Shion.

Nezumi tomo de la mano a Shion para volver a sacarlo del agua, no podía creerlo, ¡Estaba celoso de un pez dorado! Pero es que el horrendo animalejo estaba violando a su pareja justo enfrente de sus ojos.

—Nezumi si no podemos revertir esto entonces yo…

—Ni hablar Shion, encontraremos como, te lo prometo, vamos a devolverte a como eras antes.

—Nezumi, tengo que estar dentro del agua.

—No, ese de ahí tiene claras intenciones. ¡Que los animales no piensas mis tanates! si te dejo en la misma tina te viola.

—¿Pero entonces qué?

—Regrésamelo. —Se escuchó la voz profunda y estridente a su espalda.

Nezumi se volvió lentamente listo para atacar al granuja que se hubiera atrevido a entrar en su vivienda.

Sus ojos se abrieron desmesuradamente, nunca espero encontrarse con todo un hombre de torso cuadrado y cabello dorado que lo observa iracundo muy bien plantado sobre su aleta.

—Aleta. —Gimió la palabra como si no entendiera el significado de aquel vocablo.

—Regrésame a mi amante. —Exigió iracundo el Triton.

—¿Tu amante? ¿Desde cuándo? Porque hasta hace solo unos minutos este chico me pertenecía a MÍ. — Defendió el actor.

—Desde que mis labios probaron su…

—Eras tú…. —Casi grito Shion bastante avergonzado.

—Ven a mí, mi dulce y deliciosa flor del mar.

—Él no va a ningún lado que no sea lejos de ti. —Argullo Nezumi indignado

—Te equivocas mamífero subdesarrollado, la belleza que ahora, insolentemente retienes entre sus asquerosas garras vendrá a reinar conmigo en el mar.

—Nezumi, quizá él tenga razón, no sé si podre revertir esto y siempre has dicho que cuando el destino llama a tu puerta debes dejarte llegar.

Claro que le decía eso, pero se refería a ellos, ellos que se conocieron en una situación inverosímil y que pasaron por tanto para poder ahora estar juntos y en paz.

—Nezumi, se muy feliz, espero que encuentres a alguien que te pueda amar y…

—No, Shion, podemos encontrar una cura… estoy seguro que…

—Adiós Nezumi, cuídate mucho…

—No Shion.

¿En qué momento lo había soltado? ¿Por qué estaba en los brazos de ese engendro? y ¿por qué no podía alcanzarlos?

—Nezumi nunca te olvidare.

—No, Shion vuelve… Shion, Shion. Shiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiioooooooooooooooooooooooonnnnnnnnnnn

[…]

—Nezumi. Nezumi despierta.

Sus ojos grises se abrieron con terror, con agilidad observo todo a su alrededor hasta toparse con los ojos rojos de Shion que le observaba preocupado.

—Tranquilo solo fue una pesadilla.

Nezumi asintió intentando recuperar la calma, dio un suspiro y se recostó de nuevo en el sofá. Maldiciendo lo real que le pareció el miserable sueño.

—¿Qué hora es? — pregunto el actor, afuera ya casi no había luz.

—Temprano, las cinco, pero está nublado y se nota que lloverá. —Contesto Shion desde la cocina.

Nezumi se puso en pie por el ruido que hizo algo al estrellarse, sin duda cristal, miro en todas direcciones aun aturdido por el sonido, aun así corrió en busca de Shion.

—Nezumi. —Shion le miraba desde el suelo completamente empapado, su pecho subía y bajaba demostrando el gran esfuerzo que hacía por tragar aire.

Nezumi dio un gemido ahogado, solo era una coincidencia, Shion no se convertiría en un sirenito.

—Nezumi ayúdame, debo llevarlos al agua. Nezumi … —Pedía extendiendo su mano hacia él intentando atrapar a los dos pescaditos que saltaban de un lado para otro.

El actor rodo los ojos, miro a los pobres animales que daban bocanadas en busca de continuar con vida, luego volvió a mirar al albino que temblando y jadeando debido al clima frio se apresuraba a atraparlos.

De un rápido zarpazo tomo a ambos peces, Shion sonrió extendiendo las manos para decirlos.

—Nezumi, me devuelves mis peces voy a…

Y no termino de hablar cuando el actor ya caminaba hacia el baño, un segundo después la descarga de agua del retrete le decía a Shion que era mejor no volver a traer animales a casa.

—Espero que lleguen al mar. —Susurro Shion tristemente.

Fin.