Notas de la autora:

Unos cuantos meses después de terminar Twist of Fate, comencé a trabajar en esta historia. Me ha tomado casi 14 meses, pero por fin estoy lista para subirla. Esta debería ser considerada como un segundo epílogo para Twist of Fate, y sucede 18 meses después del primer epílogo. Y, como es tradición en casi todo Twist, no está beteado.

Notas de traductor:

Las notas de Marty son más largas en este capítulo, y es un elogio hacia mi persona. Traducirlo se me hizo demasiado ególatra. De hecho, decirlo ahora es ególatra en sí XD

Bueno, disfruten…

P.D1. Lo subo al instante de terminarlo… Lo siento si me falló alguna palabra muy intensamente… Pero ya me quemaba hacerlo. ¡O sea, un año Y un mes sin actualizar! ¿Quién chingados me creo?

P.D2. ¿Alguien dijo smut?


OoOoOoO

La librería Marks & Asociados presenta con orgullo

al autor Harry Potter

y al dibujante Draco Malfoy,

que estarán firmando copias de su más reciente libro

"Charlie y los Huevos de Dragón Perdidos"

este sábado 15 de diciembre de 2002

d pm.

OoOoOoO

—Me alegra que éste sea el última —dijo Draco mientras fruncía el ceño frente al espejo, con aspecto insatisfecho por el efecto que tenía la chaqueta de cuero color café sobre su suéter de casimir color crema.

Caminando detrás de él, Harry rodeó su cintura con los brazos. Apoyando su barbilla en el hombro del rubio, el moreno estudió sus reflejos, mientras Draco luchaba con su cabellera. Bien podría ser el espejo de Oesed, pensó Harry, ya que estaba completamente seguro de que, de verse en tal espejo, vería el mismo reflejo. No había nada más que Harry pudiera desear en su vida. Por un momento, sintió un golpe de pena por Dumbledore; uno no sentiría felicidad con calcetines de lana, pues lo que en verdad funcionaba era eso: amar y ser amado.

Juntos, él y Draco habían pasado por un camino difícil y doloroso, para reparar el daño que el Delere había causado en la tela de memoria del moreno. Habían terminado la última sesión hacía dieciocho meses, y solo en ese momento Draco había accedido a mudarse con Harry, compartiendo el 12 de Grimmauld Place con él, Andrómeda y Teddy.

—¿Me podrías decir de nuevo por qué aceptamos la firma de los libros? —preguntó Draco, cuando sus ojos se encontraron en el espejo.

—No lo sé, honestamente —dijo Harry encogiéndose de hombros—. Luna nos convenció de alguna manera; detrás de esa rareza suya, se esconde una súper agente publicitaria. Comienzo a pensar que debería haber quedado en Slytherin.

—Nos la habríamos comido viva —dijo Draco con una risa agradable, que hizo que Harry sonriera. Draco entendía a Luna mejor que nadie. El lazo que los unió durante los oscuros días en la mansión era uno del que Harry no podía sentirse celoso, y no era así. Simplemente estaba agradecido porque les hubiera dado a ambos la fuerza para sobrevivir.

—Bueno, hablando de ser comido vivos… ¿Necesitamos repasar de nuevo lo que puedes y no puedes decir?

Rodando los ojos, Draco dijo, arrastrando las palabras:

—No decir "muggles", no decir que los dragones son reales, y no usar maldiciones cruciatus con las madres muggles que coquetean contigo.

—También lo hacen contigo —refutó Harry.

—Sólo cuando me ven primero, una vez que alcanzan a ver al gran señor "sus ojos son tan verdes" Potter, me hacen a un lado como si fuera una varita rota.

—¡No es cierto! Se la pasan parpadeando y preguntando sin aliento: "¿Cómo es que aprendió a dibujar tan bien? Es usted muy joven" —contestó Harry con facilidad.

—Siéntete libre de maldecir a quien sea que se acerque demasiado.

—No creo que tenga que preocuparme tanto. Además, me gustan las reuniones con los muggles que están leyendo los libros; en especial, con los niños. Vienen a conocernos porque les gustan los libros. No solo los compran por quiénes somos.

—No te molesta porque a ti te agrada la gente —dijo Draco, girándose para encarar a Harry.

—A ti también, payaso. —Harry metió las manos bajó el suéter de Draco, sintiendo su calor y sus músculos, y deseó que no fuera tiempo de irse. Por la forma en la que Draco estaba respirando y se empujaba contra él, Harry supo que había pensado lo mismo—. Te compré unos marcadores nuevos, especialmente para hoy.

Draco se hizo para atrás.

—¿En serio?

—Así es. —Harry rio por la mirada de gusto de Draco. El rubio se había enamorado de los marcadores muggles durante la primera firma de libros, cuando Luna le había dicho con firmeza que no podía firmar con una pluma de ave, y le había llevado el marcador. Draco había quedado fascinado por la forma en la que venían, un casi infinito arreglo de colores que no tenían que ser encantados y que nunca dejaban gotas de tinta en el papel.

—¿Puedo verlos?

Harry invocó los marcadores desde donde estaban escondidos en su armario. Draco abrió la bolsa y descubrió no uno, sino dos paquetes, uno grueso y otro delgado, en un abanico multicolor.

Draco le quitó la tapa a uno y lo alzó.

—Estas cosas hacen que reconsidere todas mis opiniones acerca de los muggles. En verdad son sorprendentes.

—¿En serio? Creo recordar tus protestas cuando Luna intentó hacer que los usaras el año pasado.

—Sí, bueno, eso fue antes de que en verdad dibujara con uno —dijo Draco, mientras le ponía la tapa de nuevo y guardaba ambos paquetes en su bolsillo.

OoOoOoO

Dos horas después, Harry sonrió y se despidió de un pequeño muggle que iba con su madre; el niño ya tenía la nariz metida en el libro, leyendo la primera página de "Charlie y los Huevos de Dragón Perdidos", mientras su madre, entretenida, lo dirigía hacia la puerta.

Mirando a su alrededor, Harry se tomó un momento para apreciar la tienda que estaba llena de clientes, haciendo sus compras navideñas. Aun le costaba trabajo creer que estaba en una librería muggle en Charing Cross Road, autografiando copias de un libro que había escrito con Draco Malfoy. Unos años antes, nunca habría sido capaz de predecir que así sería su vida.

Miró de reojo a Draco; por más alboroto que había hecho el hombre, cuando se enteraron de que Luna los había comprometido a algunas firmas de libros en librerías muggles, el resultado no había sido malo. Podían estar juntos y nadie sabía quiénes eran, más allá de los creadores de los libros de Charlie. Se notaba el nivel de comodidad de Draco, ya que se había subido las mangas del suéter, y su Marca Tenebrosa era claramente visible, pero nadie ahí podía pensar que fuera algo diferente a un tatuaje inusual.

Draco abrió la siguiente copia y comenzó a dibujar un colacuerno en la página inicial, con unos cuantos movimientos del marcador. El rubio golpeó a Harry con la rodilla.

—Vamos, Potter. No queremos quedarnos haciendo esto hasta la medianoche, ¿verdad?

Harry rio y tomó el siguiente libro.

—¿Qué le gustaría que dijera? —preguntó, viendo por un momento al hombre que estaba parado frente a la mesa.

—¿Qué tal: "Tío Vernon, lo conseguí sin ti. Harry"?

La mano de Harry quedó quieta sobre el libro, mientras alzaba lentamente la mirada, para encontrarse con unos familiares ojos azules.

—¡Dudley! —Harry se puso de pie, riendo con gusto, y estiró la mano para estrechar la de su primo, al que no había visto en casi tres años. Debía haber perdido alrededor de veinte kilos—. Qué cambiado estás, casi no te reconocí.

—Voy a tomar eso como un cumplido —le dijo Dudley, mirando por un momento a Draco, que se había puesto de pie y lo miraba con curiosidad.

—Draco, este es mi primo, Dudley.

—¿Dudley Dursley? —comentó Draco, sorprendido.

Dudley asintió, resistiéndose. Su sonrisa se desvanecía.

—Así es, me temo.

—Obviamente, el hijo no es como su padre. Ya te lo he dicho, ha cambiado. —Harry puso la mano en la espalda de Draco, tratando de tranquilizarlo. No hablaba con frecuencia de los Dursley con Draco, pero sabía que le había contado de cómo Dudley y su madre habían ido a Hogwarts para el servicio que hubo después de que la batalla acabara.

—¿Qué te trae por aquí? Tu padre no está aquí, ¿verdad? —Harry podía sentir lo tenso que estaba Draco, y sabía que no era el momento ni el lugar para un conflicto con el tío Vernon.

—No, para nada. Es solo que vi lo que estaban haciendo aquí y no pude evitar entrar.

—Me gustaría charlar contigo, Dudley, pero debemos terminar esto —comentó Harry, haciendo un gesto hacia la fila de curiosos clientes que estaban esperando, impacientes, con los libros en las manos, a que se los firmaran—. Todavía nos falta otra hora. ¿Nos podríamos encontrar para tomar una cerveza luego?

—Claro, iré a comprar unas cosas y luego nos vemos afuera —dijo Dudley. Luego, señaló el libro con la cabeza—. Era en serio lo del libro. Es mi intención regalárselo a mi padre para Navidad. Firma como gustes.

Harry bajó la mirada hacia el libro y negó con la cabeza.

—Déjame pensar lo que quiero poner. Lo firmaré cuando nos veamos más tarde —dijo, y le regresó el libro a su primo.

Draco dejó salir un suspiro de alivio cuando Dudley se alejó. Luego, se giró hacia Harry.

—¿Sabías que iba a estar aquí?

—No, claro que no. Pero está bien, te dije que vino a verme hace unos años para jugar Quid…, emm, fútbol. —Harry miró de reojo a la mujer frente a ellos. Puso una mano tranquilizadora en el hombro de Draco—. Solo terminemos esto, podemos hablar después.

Draco se apartó de Harry.

—Una hora más y terminamos. —Con esto, se sentó y abrió un libro.

Preguntándose si Draco y Dudley se llevarían bien, Harry se mordió el labio nerviosamente, mientras se volvía a sentar y se obligaba a concentrarse en la firma de libros.

OoOoOoO

A pesar de la interrupción de Dudley, la firma había ido bastante bien. Harry se había sentido intimidado la primera vez que había entrado y visto las pilas de libros que el gerente había puesto en la mesa. Le había parecido poco probable que tanta gente aparecería, pero ahora solo quedaban algunas copias en la mesa junto a ellos. El gerente se les acercó cuando se pusieron de pie, una vez que la última persona se había alejado. Harry le estrechó la mano.

—Gracias por dejarnos estar aquí. Me sorprende que la respuesta haya sido de esta magnitud.

—Su primer libro fue tan popular que sabíamos que, si poníamos el anuncio en los periódicos, la gente iba a venir. Debo decirles que, por la forma en la que escriben acerca de los dragones, uno pensaría que son reales. Y las ilustraciones son, bueno, maravillosas —le comentó el hombre a Draco—. A estas alturas del año, tan cerca de Navidad, la gente estará buscando algo especial, y su libro es justo eso.

Harry se dirigió con Draco hacia la salida pero, antes de que llegaran a las puertas, Draco tomó a Harry del brazo y lo llevó a un pasillo cercano.

—¿Qué crees que quiera tu primo? —preguntó el rubio, mirando hacia su alrededor para asegurarse de que nadie pudiera oírlos.

—No tengo idea. ¿Por qué no se lo preguntamos? —Harry se había sentido sorprendido por la aparición de su primo, pero no se había sentido preocupado. De hecho se había sentido culpable, sobre todo por la fecha que era, por no haberse puesto en contacto con él después de que lo fuera a ver jugar Quidditch. Había pasado poco antes de que él y Draco regresaran, y Harry se había sentido tan apabullado por Draco y los tratamientos para su memoria que había puesto los recuerdos de Dudley y sus padres a un lado.

—¿Confías en él? —Draco envolvió a Harry en un flojo abrazo—. Es raro que aparezca después de no haber intentado ponerse en contacto contigo para nada, en los últimos dos años…

—Y yo no he intentado ponerme en contacto con él tampoco. Dudo mucho que haya regresado a ser su horrible yo de antes. —Harry tocó el rostro de Draco, repasando gentilmente su mandíbula con el pulgar—. Solo vamos a verlo, para ver qué tiene que decir.

Draco acomodó el cuello del abrigo negro de lana de Harry.

—Si eso es lo que quieres, pero no te prometo que no lo maldeciré si nos invita a pasar las Navidades en casa de tus tíos.

Harry se estremeció al pensar en la idea de volver a Privet Drive.

—Nunca. No creo que lo llegue a intentar, y no hay forma de que yo vuelva a entrar a la casa de tío Vernon jamás.

Draco lo miró con escepticismo pero dejó que el moreno lo llevara afuera. A pesar de que eran las cuatro de la tarde, el sol de invierno ya se había puesto y la calle estaba iluminada con las decoraciones navideñas que colgaban de edificio a edificio, cruzando la calle. Dudley estaba esperando cerca de la entrada de una tienda. Su aliento formaba nubes blancas en el frío aire.

—Lamentamos haberte hecho esperar, Dudley —dijo Harry, mientras Draco pasaba el brazo por encima de sus hombros—. ¿Conoces algún pub cerca de aquí? No conozco la zona —preguntó en cuanto vio a Dudley mirando fijamente la mano de Draco descansando sobre su hombro. No tenía idea de lo que su primo pensaba acerca de la homosexualidad, pero no iba a ocultar el hecho de que él y Draco estaban juntos.

—No hace tanto frío como para no llegar caminando; el Coach & Horses está dando vuelta a la esquina —dijo Dudley—. O hay otros lugares más refinados (1).

—No, ése suena bien —dijo Harry, mirando a Draco de reojo. El rubio se encogió de hombros. Gente con paquetes que acababa de comprar estaban peleando por espacio en el pavimento con los oficinistas que estaban saliendo de los edificios, todos intentando llegar a casa. Los dos hombres se vieron forzados a caminar en línea, detrás de Dudley, y de pronto se encontraron en un pub de estilo tradicional con un pequeño cuarto para el público y un comedor en el piso de arriba.

Ya estaba lleno. Dudley se ofreció a ir por las bebidas, mientras Harry y Draco miraban a su alrededor para encontrar algún lugar donde sentarse. Harry consiguió ver una mesa en la esquina, justo cuando un grupo se ponía de pie para irse. Draco se deslizó junto a Harry, mirando a su alrededor con curiosidad a los muggles. Dudley regresó con tres pintas, cargándolas cuidadosamente, y se sentó en una silla frente a ellos.

El hombre le dio un trago a su cerveza antes de hablar.

—No podía creerlo cuando vi en el periódico que ibas a estar haciendo una firma de libros. No creía que pudiera ser el Harry Potter que yo conocía, así que tenía que venir a verlo por mí mismo. ¿Cómo es que terminaste escribiendo un libro? Cuando te vi por última vez, estabas jugando para ese equipo de Quidditch. —Dudley pronunció la palabra con cuidado, tratando de no hacerlo mal.

—Tuve que dejar de jugar por unas lesiones, y fue entonces cuando Draco y yo volvimos a salir. Una cosa llevó a la otra y, de algún modo, terminamos haciendo el libro. Draco es un artista sorprendente —dijo Harry mirando de reojo al rubio, que todavía no decía palabra alguna. El moreno puso una mano sobre la de Draco, que estaba golpeando la mesa inquietamente.

—O sea que ustedes dos están… —Draco miró sus manos, y luego el rostro de Draco. Luego, se sonrojó—. No sabía que…

—¿Que era gay? —preguntó Draco con una ceja levantada—. ¿Tienes algún problema con ello?

—Draco… —comenzó Harry, pero Dudley lo interrumpió.

—No podría importarme menos que sean gay. —Dudley pasó saliva antes de continuar—. Pero entiendo por qué Draco habría de estar preocupado. Obviamente sabes que yo fui un bravucón, un verdadero bastardo con Harry. De haber sabido que era gay en ese entonces, probablemente habría sido mucho más cruel.

—Si hubieras podido alcanzarme —dijo Harry con una risa, esperando aliviar la tensión.

—Cierto. Era demasiado gordo cuando éramos más jóvenes que, para atraparte, tenía que recurrir a emboscadas.

—Harry dijo que habías cambiado. Lo que es bueno, porque no puedo imaginar ser amigo del Dudley que solía atormentarlo de esa manera. ¿Qué cambió? —Draco estaba recargado en su silla, pero Harry podía sentir lo tenso que estaba, mientras le pasaba una mano por el brazo. Draco seguía siendo sobreprotector, pensó Harry. Era un efecto secundario de los meses que pasaron en San Mungo, bajo el tratamiento de la memoria, así como el persistente miedo de que algo pudiera pasar que hiciera que perdiera a Harry de nuevo.

—Claro, Harry te contó acerca de mí, y sé por qué te sentirías receloso. —Bajando su vaso, Dudley miró a Draco con sinceridad en sus azules ojos—. Sirvió un año de esconderse de esos dementores y mortífagos para cambiarme. Entender que miles de vidas estaban en las manos de Harry; saber que, antes de irse a pelear, Harry fue capaz de obviar todo lo que le había hecho y estrechar mi mano.

—No lo hice solo, ¿sabes? Pelear contra Voldemort o darte la mano. Parecías genuinamente preocupado por mi ese último día —dijo Harry, mientras recordaba el caos del último día con los padres de Dudley en Privet Drive.

—Fue bastante tarde, considerando que había hecho que tus primeros dieciséis años de vida fueran una verdadera miseria —dijo Dudley, negando con la cabeza.

—Ya está en el pasado —dijo Harry—. Y mi intención es dejarlo todo en el pasado. —Draco ahogó una risa y Harry le sonrió, entrelazando sus dedos por encima de la mesa.

Dudley bajó la pinta de nuevo e hizo un gesto hacia sus manos unidas.

—¿Se conocieron en Hogwarts?

Harry asintió.

—Sí, solíamos vernos en la escuela, pero con todo lo que pasó, no funcionó. Comenzamos a salir hace más de dos años, y ahora vivimos juntos. —Draco bufó pero no hizo comentario alguno. Harry había simplificado la verdad en su versión.

—Eso es genial —dijo Dudley. Luego, miró a Draco—. Lo digo en serio. Si has conocido a Harry todo ese tiempo, entonces sabes exactamente lo desgraciado que fui con él mientras crecíamos. Sé que no puedo hacer nada para compensar lo que mis padres y yo hicimos. Pero él es mi único primo y es importante para mí.

—Mi problema es que sé todo sobre cómo tú y tu familia solían tratar a Harry. —Draco se inclinó sobre la mesa—. Recuerdo el año cuando tus padres le mandaron un pañuelo, un pañuelo, para Navidad. Me cuesta trabajo pensar que todo está en el pasado.

—Draco, no. Dudley no es su padre. —Harry se giró hacia su primo—. No he sabido de ti desde ese partido de Quidditch. ¿Cómo han estado las cosas contigo?

—Bueno, tengo un apartamento con un par de amigos y estoy en la escuela. Estoy estudiando para convertirme en asistente dental. Es un curso de dos años y ya casi termino.

—¿Un asistente dental? ¿Cómo decidiste hacer eso?

—Por vivir con los Granger mientras estábamos escondidos —dijo Dudley, encogiéndose de hombros (2)—. Platiqué mucho con ellos, y fueron muy amables con nosotros. Cuando me salí de casa, el señor Granger me dio trabajo en su oficina. Un día, la señora Granger me dio un formato para entrar a la escuela y me dije, "¿Por qué no?" Mis calificaciones nunca iban a ser tan buenas como para volverme dentista, pero me gusta la idea de ser asistente.

—¿Qué piensa tu padre acerca de ello?

—En realidad no me importa. Dudo mucho que lo sepa. Tengo trabajo y yo me estoy pagando la escuela. —Dudley vaciló—. Mamá se divorciará.

Harry se atragantó con la cerveza.

—¿En serio? No pensé que algún día llegaran a divorciarse.

—Su temperamento nunca fue bueno, como bien sabes, y luego, después de haber estado escondidos con, em, tus amigos, cambió y no para bien. —Dudley hizo una mueca—. Cuando regresamos, bueno, nunca perdonó que mamá y yo fuéramos a Hogwarts por lo de la ceremonia. Pensó que estábamos contaminados o algo así… y las cosas se pusieron bastante difíciles.

Harry no quería especular con lo que Dudley quería decir con "difíciles".

—¿Es por eso que te mudaste?

Dudley asintió.

—Pensé que sería lo mejor para mamá, si me iba. Supuse que sin mí ahí, se llevarían bien como solían hacerlo. Pero no fue así. Por fin la convencí de que se mudara hace unos meses. —Se acomodó en su asiento, girando su vaso entre sus manos—. Sé que ella fue horrible contigo, tan malo como papá fue, pero ahora está sintiendo mucha culpa. Creo que estar lejos de él por fin la ha hecho recordar todo lo que te hicieron, todo lo que te hicimos, y…

—No, ni siquiera te preocupes por ello. —Harry recordó la última vez que había visto a su tía, yéndose de Hogwarts, acomodada con incomodidad en el carruaje detrás de los thestrals. El hecho de que se hubiera atrevido a ir, que hubiera viajado a Hogwarts para el funeral, lo había aturdido. Eso le mostró, más que cualquier palabra, lo mucho que había cambiado. No quería que Dudley o ella sufrieran por cosas que habían pasado hacía tantos años—. Honestamente, casi no pienso en ello estos días. Muchas cosas, mucho peores, pasaron después, que me ayudaron a ponerlo todo en perspectiva.

—No puede perdonarse a sí misma por lo que te hizo…

—No debería —dijo Draco—. ¿Te das cuenta de que es una maravilla que Harry haya salido sin daño permanente de todo lo que tu familia le hizo? ¿Siquiera se ha disculpado? ¿Le dijo a Harry que lo sentía?

—Lo intentó, Draco —lo interrumpió Harry—. O, al menos, lo más cerca que estuvo de intentar explicar por qué. Nunca se los conté, a ninguno de los dos, porque pasó en Hogwarts. Cuando Dudley y ella vinieron a la ceremonia. —Harry sintió que el estómago se le retorcía con solo pensar en los días después de su último enfrentamiento con Voldemort—. No se disculpó, pero sí me hizo ver las cosas bajo una luz diferente.

—¿Qué cosa podría haber dicho que justificara…?

—Dijo que yo podía hacer que los juguetes volaran hacia mí. Ya sabes, magia espontánea, incluso a los dos años. —Harry miró por el lugar, para asegurarse de que nadie estaba escuchando su conversación—. Y ella supo que eso significaba que me iba a ir, como mi madre lo hizo. Siempre pensó que Lily la había abandonado, y culpaba a la magia por su partida. Resintió el hecho de que ella no pudo unirse a Lily en Hogwarts. Cuando la mataron, eso solo probó que la magia era mala, y cuando resultó obvio que yo era mágico, creo que algo se rompió dentro de ella.

—¿Mamá dijo todo eso?

Harry rio al pensar en su tía Petunia, hablando tanto con él.

—No palabra por palabra, pero sí pasé mucho tiempo pensando en lo que había dicho, y ya sabía que le había escrito a Dumbledore, tratando de que la aceptaran en Hogwarts después de que Lily recibiera su carta…

Dudley rio.

—¿Recuerdas cómo se puso mi papá cuando todas esas cartas llegaron por la entrada del correo y por la chimenea?

—Sabía que estaba loco, pero eso solo lo comprobó.

—Eso me abrió los ojos. Claro que te echaba la culpa a ti. Sin mencionar lo que sucedió después. —Dudley se estremeció—. Eso me hizo odiarte aún más que perder mi sala de juegos.

Draco miró a Harry y luego a Dudley, confundido.

—¿Qué sucedió?

—Hagrid le dio a Dudley una cola de cerdo. —Harry sonrió al recordar al semigigante apuntando con su paraguas al Dudley de once años. Luego, se sintió mal al ver a Dudley—. Fue divertido para mí, tienes que admitirlo.

—Estoy seguro que me lo merecía. —Dudley volvió a acomodarse en su silla—. Eso sentenció el destino de Harry con mi padre, quiero creer. La humillación de tratar de explicar a los doctores el por qué su hizo tenía una cola de cerdo.

—Bueno, no creo que tengas que preocuparte porque eso pase de nuevo. Tampoco la tía Petunia. Es más, dame ese libro, Dudley.

Mirándolo confundido, Dudley sacó su copia de "Charlie y los Huevos de Dragón Perdidos" y se lo dio a Harry.

Abriéndolo en la página inicial, Harry escribió: Tía Petunia, feliz Navidad. Harry.

Le regresó el libro a su primo.

—Dáselo a tu mamá. No quiero que se preocupe más por mí.

OoOoOoO

Horas más tarde, estaban de vuelta en casa, sentados en el sillón de la biblioteca. Teddy ya estaba acostado y Andrómeda se había retirado a su habitación en el piso arriba de ellos. Draco estaba leyendo un libro, con las piernas estiradas y descansando en el regazo de Harry. Un trozo de leña se rompió en la chimenea y lanzó una lluvia de chispas, mientras Draco se acomodaba y cerraba su libro.

—¿Ver a tu primo te molestó? Has estado mirando el fuego durante la última hora. Prácticamente puedo escuchar los engranajes girando en tu cabeza como si fuera un aritmómetro (3).

Harry sonrió al imaginarlo y comenzó a frotar los pies de Draco.

—No me molestó, pero hablar con él me hizo darme cuenta que, entre todos los viajes a San Mungo, los libros, y…

—Y yo.

Harry asintió.

—Y tú. He puesto a un lado muchas cosas. Cosas importantes.

—Como…

—Como Dumbledore. Lo que me hizo, lo que nos hizo. —Draco se estremeció, y Harry se giró para encararlo—. Lo lamento, no debería haberlo dicho de esa manera.

—¿Cuándo vas a dejar de disculparte por cosas de las que no tienes culpa? Definitivamente, esto no fue tu culpa, eso está entre Dumbledore y yo. —Draco se enderezó y rodeó al moreno con los brazos, recostándose para quedar acomodados sobre el sillón, con las piernas entrelazadas mientras Draco acariciaba la espalda del otro. Harry podía sentir la tensión en el cuerpo del rubio, y sabía que lo estaba preocupando—. Hermione todavía tiene su carta —dijo el rubio—. Ha estado esperando a que se la pidas.

—¿Crees que ya es tiempo? —preguntó Harry, mirando a Draco.

—Eso depende de ti.

—Creo que ya pasaron más de cuatro años, deberíamos leer la estúpida cosa y seguir con nuestras vidas.

—¿Por qué ahora?

—Por hablar acerca de tía Petunia con Dudley hoy. Entiendo mucho mejor porqué hizo lo que hizo cuando era pequeño. Es probable que nunca pueda aceptar lo que su padre me hizo, pero respecto a Dumbledore… Necesito saber por qué... Yo confiaba en él. Y luego lo que hizo… Lo único que fui para él fue una herramienta para derrotar a Voldemort.

—Creo que en verdad le importabas, pero tenía miedo y tomó malas decisiones por ello, así como lo hice yo.

—Tomó malas decisiones pero no porque tuviera miedo. No era un chico de dieciséis como tú, él escogió tomar esas decisiones —dijo Harry, recordando la sensación de su mundo destruyéndose mientras miraba los recuerdos en el pensadero de la sala del tribunal.

Draco le dio un beso en la cabeza.

—Si lo estás considerando tanto, es probable que ya sea tiempo de leer la carta.

—El detalle es que no cambiará nada. Odio sacarlo a relucir…

—Quizá no —interrumpió Draco—. Pero al menos podremos leer lo que tenga que decirnos y así podrás dejar de pensar en lo que podría decir. Puede que su explicación no sea suficiente, pero creo que saber que la carta está por ahí, te está impidiendo avanzar por completo y olvidar lo que sucedió.

Harry no respondió. Se sintió aliviado de que Draco no lo empujara a hacerlo, mientras acariciaba su espalda para calmarlo. El cuarto estaba en silencio, excepto por el sonido del fuego cuando las llamas lamían la leña. Noches como esa hacían que Harry se sintiera agradecido por lo que tenía en su vida.

—Navidad está a la vuelta de la esquina. No hay razón por la que no podamos esperar un poco más —dijo Harry por fin, mientras enterraba la nariz en el cuello de Draco, besándose gentilmente mientras la mano del rubio se movía hacia abajo.

OoOoOoO

Centro Diggory

Haciendo una mueca, Draco examinó las marcas que quedaron en su pantalón por haber intentado remover pintura negra de la tela con magia. Era el pequeño precio que debía pagar por el descubrimiento que el pequeño Marcus había hecho. Trabajando con Draco, Marcus había pintado, con vacilación, un retrato de su familia, completo con su padre y su madre, a los que había perdido en la guerra cuatro años atrás. Su mano había temblado al dibujar el cabello oscuro y la túnica de su padre, pero después de terminar se había recargado contra Draco y había dejado que las lágrimas fluyeran. Draco lo había llevado al dormitorio, donde fue consolado más por la encargada.

Draco fue a guardar sus notas de la sesión en su escritorio. Sobre la limpia superficie, había una carta con la letra de Hermione. Debía haber llegado cuando estaba en la sesión, y el mensajero había ignorado la palabra "Urgente", escrita encima del sobre, y la había puesto en el escritorio en vez de llevársela al salón. Rompiendo el sello, maldijo cuando leyó rápidamente el contenido.

—Harry, eres un idiota.

OoOoOoO

Draco alzó la mirada hacia el piso de arriba, donde se localizaba el dormitorio, con el corazón latiendo todavía por el rápido viaje de Londres a Devon. Era la hora del crepúsculo y una luz tambaleante brillaba a través de las ventanas superiores, sugiriendo que Harry había encendido velas o había prendido el fuego. No tuvo tiempo para especular, pues subió con rapidez por los escalones frontales, cubiertos de nieve, y abrió la puerta.

El piso de abajo estaba en silencio y oscuro, a excepción de las luces de Navidad que adornaban el barandal de la escalera. Draco sabía que Harry estaba en el dormitorio. Subiendo los escalones de a dos, corrió hacia arriba hasta llegar a la entrada del cuarto. Poniendo la mano en el picaporte, se detuvo y respiró profundamente. No había sonidos del otro lado de la puerta, que le indicaran qué esperar. Calmando sus nervios, empujó la puerta para abrirla.

El fuego ardiendo en la chimenea era la única fuente de luz, pero fue suficiente para que Draco pudiera ver a Harry en posición fetal, sobre la cama.

—¿Harry? —El moreno no se movió y Draco caminó hacia la cama.

Pudo sentir vidrio crujiendo bajo sus pies. El espejo del buró se había roto, cubriendo el suelo de cristal. Harry no se movió mientras el rubio se movía por lo peor de la escena y se acercaba a la cama.

El pecho de Harry se movía por la respiración mientras dormía, con los labios separados y un aspecto tentadoramente besables. Draco estiró la mano y le quitó los lentes.

—Siempre tienes que ser tan jodidamente testarudo —murmuró. Poniendo los lentes a un lado, comenzó a jalar el cobertor para taparlo cuando vio las hojas de papel arrugadas en el puño del moreno. Después de dudarlo un momento, separó gentilmente los dedos de Harry de la carta. Quitándose los zapatos, se deslizó sobre la cama con cuidado, sin querer despertarlo. Harry protestó entre dientes y se acurrucó contra Draco, acomodando una pierna sobre las del rubio—. No podías esperar a que yo llegara a casa, ¿verdad? —susurró Draco, negando con la cabeza al ver la figura dormida.

Septiembre 1, 1996. Medianoche.

Querido Harry,

Odio comenzar una carta con un cliché tan usado, pero me temo que debo hacerlo, dado que, si estás leyendo esto, entonces varios eventos han ocurrido. Estoy muerto, Tom Ryddle está muerto, y sus horrocruxes han sido destruidos, lo más seguro es que por ti y por tus más leales y valientes acompañantes: Ron Weasley y Hermione Granger.

También significa que has sobrevivido, Harry, como fervientemente espero que lo hayas hecho. Asimismo, hay algunos eventos que requieren que Aberforth revele mis recuerdos del pensadero. Tú, y quizás otros, se han enterado de lo que ha pasado hoy. Lo más seguro, tu pérdida de memoria.

Solo puedo imaginar el profundo estrés y enojo que estás sintiendo, Harry, por no saber qué memorias te fueron robadas. Desearía poder decirte en persona lo que ha pasado, pero esta carta debe servir como un pobre sustituto.

Los recuerdos fueron removidos usando un hechizo llamado Amoris Delere. Es una magia oscura del peor tipo, usada hace cientos de años por familias de sangre pura. A diferencia del simple Obliviate, que borra todos los recuerdos de un periodo corto de tiempo, el hechizo ha removido casi dos años de recuerdos muy específicos de la tela misma de tu memoria.

Debo enfatizar al decir que el que hizo el hechizo no lo hizo para lastimarte, sino para protegerte, para tratar de salvarte de Lord Voldemort y la insidiosa conexión que tiene con tus pensamientos. Esta conexión, como ya sabes, es lo que provocó que fueras al ministerio de Magia la primavera pasada.

Te pido que tomes un respiro profundo y que te prepares para todo pues, a pesar de que eres valiente, Harry, temo que las verdades que estoy a punto de revelarte te sean difíciles de encarar, pero es mi deber informarte de esto yo mismo, de lo que pasó hoy, antes de que veas los recuerdos del pensadero.

Específicamente, Harry, los recuerdos fueron borrados para prevenir que lord Voldemort usara tu relación con Draco Malfoy como una herramienta contra ti. No la relación que tienes ahora con él, de rivales, sino una muy diferente. Te lo explicaré, pero déjame decir primero que esta carta debe servirte como un recuento completo y veraz de los crímenes que yo, y otros, hemos cometido en contra tuya esta noche. Lo escribiré y proveeré de los recuerdos, para que pueda haber un entendimiento claro de lo que ha ocurrido.

Debo decirlo con delicadeza, pues no tengo forma de anticipar las circunstancias que han requerido que Aberforth revele este secreto final que he escondido de ti. Admito que estoy dividido entre si es mejor guardarme el secreto o hacerlo conocido, pero no tengo deseo de que los inocentes vayan a Azkabán por crímenes que se vieron forzados a realizar y porque, Harry, tienes el derecho de saberlo.

Comenzaré por el principio.

Como director de esta institución mágica, me fue otorgada, a través del legado de los fundadores, la habilidad de ver lo que ocurre dentro de estas paredes, más allá de lo que tengo frente a los ojos. Durante mis años ahí, temí que llegara a ver esta habilidad como una necesidad maldita, en vez de como un don, para poder mantener a los alumnos y a la escuela, seguros.

Por más difícil que ha sido tener ese conocimiento de los acontecimientos en Hogwarts, debo decir con honestidad, que nada me ha dado más alegría que ver la tentativa amistad entre tú y Draco, evolucionando durante tu cuarto año. Entiendo que probablemente estés protestando al leer esto, pero es la verdad.

Harry, todo lo que recuerdas de Draco Malfoy es la cuidadosamente orquestada apariencia que tú y Draco presentaban a sus compañeros, amigos e instructores. Esto es porque la verdadera naturaleza de su relación fue borrada por el hechizo.

He sabido desde su primer año en Hogwarts, que Draco estaba usando los viejos vestidores de Quidditch como un lugar de esparcimiento personal, y había esperado que en ese espacio pudiera encontrar un santuario que permitiera que sus pensamientos se alejaran de los de su padre. He de admitir gran sorpresa cuando me di cuenta de que, al inicio de cuarto año, Draco te había invitado a ti y a Cedric Diggory a compartir el secreto.

Sentí nada menos que felicidad por ambos, cuando sentí que, de algún modo, habían encontrado más cosas en común y que su amistad había evolucionado a algo más. Tú y Draco se volvieron muy cercanos. Si tuviera que escoger una palabra para describir tu relación con Draco sería: "amantes".

Yo veía esta relación con gran felicidad y alivio, pues no solamente era un gusto ser testigo del amor juvenil, por más distancia que hubiera, pero también porque sabía que, para derrotar a Voldemort, necesitarías el amor de alguien más. Tenía la confianza de que el sacrificio de tu madre te seguiría protegiendo de los más oscuros poderes de lord Voldemort pero, para derrotarlo, necesitarías algo más. Cuando me di cuenta que tú y Draco se habían encontrado el uno al otro, supe que eso podría ser lo necesario para inclinar la balanza en nuestro favor.

Después de la muerte de Cedric, tuve la esperanza de que tú y Draco se sinceraran conmigo. Cuando no lo hicieron, tuve duda, sin querer revelar lo que sabía, para no incomodarlos. Esperé durante tu quinto año y, aún después de la muerte de Sirius. Esperé demasiado.

Yo había comenzado ya mi búsqueda de los horrocruxes, una empresa que me distrajo de ver las pistas que me habrían permitido evitar lo que le pasó a Draco este verano pasado.

Para mi mala fortuna, me envolví de nuevo con las Reliquias. Como ya sabes ahora, no soy más fuerte que cualquier otro. Caí víctima de la misma debilidad que muchos magos antes que yo. Tener la piedra de la resurrección entre mis manos era más intoxicante que la Amortentia…

Ese fue mi fatal error. Ese momento de debilidad, cuando deslicé el anillo maldito en mi dedo y, sin quererlo, comencé los tics finales del reloj.

Te fallé a ti y a Draco. Si no hubiera sucumbido a mis debilidades básicas, no habría pasado todo el verano luchando contra la maldición. De haber tenido mi fuerza completa, habría seguido con mis planes de asegurarme de que Draco estuviera seguro. Y no lo estuvo. Lord Voldemort lo había puesto en la posición más terrible: mantenía su amor por su madre y por ti como un rehén en su contra, obligándolo a tomar la Marca Tenebrosa. Draco trató de terminar con su vida, para no ser usado como un peón, pero el profesor Snape le ofreció una solución diferente, esperando salvarlos a ambos: Amoris Delere.

Este hechizo, este terrible hechizo, es una magia tan peligrosa que temo por ti, Harry.

En cuanto te vi entrar al Gran Comedor esta noche, supe que algo había sido alterado. Solo me tomó un momento de conversación para reconocer cuán alterados habían quedado tus recuerdos por completo. Tu relación con Draco había sido borrada.

Me vi en la necesidad de tomar una difícil decisión, pues creía, con toda mi alma maldita, que necesitarías más que la protección del amor de tu madre, por más fuerte que fuera ésta, para derrotar a Voldemort. Con el amor de Draco fuera de la imagen, y con muy poco tiempo para volver a encender esa llama, me vi obligado a seguir el único camino que quedaba: ayudarte a enamorarte de alguien más.

Este camino dejaba una pregunta sin respuesta: ¿quién debía ser tu nueva pareja? Sospechaba quién encajaría bien en el rol, pero hice que el joven Draco fuera el que la nombrara. Lo hice no para castigarlo, sino para ayudarlo a aliviar su tormento. La carga con la que Voldemort lo había castigado, mi asesinato, no es nada comparado con la pena que está sintiendo esta noche. Temo que esto y la culpa que siente por tener que hacerlo puedan destruirlo.

Entonces, lo hice ser el que eligiera y, al hacerlo, busqué darle una sentencia por el crimen que había cometido en tu contra. No era que necesitara ser castigado ante mis ojos, sino ante los suyos. Draco va a sentir gran culpa por lo que ha hecho. Espero, pues está obligado a verte enamorarte de alguien más, que lo considere como un castigo apropiado por su crimen, y no intente algún otro acto para lastimarse a sí mismo.

No sé, por supuesto, si Draco va a sobrevivir, ya que los peligros que enfrenta desde ambos lados son grandes. Si es que no sobrevive, te encontrarás con una pérdida importante que te evitará entender lo que se te ha robado. Si ha sobrevivido, es mi gran esperanza que abras tu mente, si no es que el corazón, para escuchar lo que tenga que decir. Fue obligado a estar en una situación insostenible y tomó la única ruta que podía salvarte. Intentó salvarte, Harry. Recuerda esto: el amor que Draco siente por ti es grande, y el sacrificio de esta noche lo es todavía más.

No supondré que confiarás en nosotros, pues te hemos lastimado bastante, pero te ruego que recuerdes que estos años de pelear con Voldemort nos han forzado a hacer cosas que no deseábamos hacer.

Me alejo un poco del punto… Para ahora, has deducido que Ginevra Weasley fue seleccionada para ser el objeto de tu amor. La tarea se reducía a cómo hacer que un chico homosexual se enamorara de una chica a la cual considera como la hermanita de su mejor amigo.

La carga cayó sobre mí.

Esta noche, te di una poción que reprimirá tu preferencia natural. Será bastante fácil darte la poción aquí en Hogwarts, y espero que sea suficiente tiempo, pero estoy preparado para persuadir a otros de continuar la dosis de la poción cuando yo ya no esté. El profesor Snape está preparando la poción de amor que te dará el afecto por Ginevra. Te aseguro que la longevidad de la poción es limitada, pues se desvanece de tu sistema. Tu propia naturaleza regresará, si no es que ya lo ha hecho.

Finalmente, para hacer que tú y tus amigos obvien el hecho de tu nueva heterosexualidad y acepten tu interés por Ginevra, tuve que ocupar un encantamiento de confianza contigo, con Ron y con Hermione, para evitar que tus mejores amigos se den cuenta de los cambios en tu comportamiento previo.

A pesar de que me arrepiento de las medidas que tuve que tomar esta noche, me comprometo a ellas. No desperdiciaré tinta en pedirte perdón, no espero eso de ti, porque mi traición es muy grande. Desearía haberte servido mejor, Harry.

Eres solo un chico de dieciséis años, y aun así tienes la misma edad que Tom Ryddle cuando buscaba más información acerca de los horrocruxes. Tendrá que ser suficiente, y sé que estás dispuesto a la tarea. He pasado más de una hora debatiendo si debo revelarte o no la pieza final del rompecabezas para derrotarlo, o si debo dejar que lo descubras por tu cuenta. No lo haré. Y para cuando leas esto, serás libre de la pieza del alma de Tom Ryddle que ha residido dentro de ti por tanto tiempo.

Es extraño, después de todos estos años, saber que mi tiempo puede ser medido en simples meses y días. Siempre fue mi esperanza que hubiera mucho tiempo para guiarte a través de las difíciles tareas que tienes ante ti. En mi vanidad, había pensado que podría liberarte de esa carga encontrando los horrocruxes. Pero he fallado. En mis últimos días, espero poder mostrarte el camino que debes seguir para encontrarlos.

Snape me ha sugerido que te he criado como un puerco para el matadero. Y temo que puedas pensarlo, pero no es así, Harry. Simplemente no había forma de decirle a un joven hombre de pocos años que necesita sacrificarse para que él y el mundo mágico puedan sobrevivir. Esa decisión solo puede venir de ti. Es probable que nunca conozca las circunstancias que te hagan decidirlo. Pero lo hiciste, o no estarías leyendo esta carta, sobreviviste y por fin eres libre.

Has sobrevivido a la destrucción del horrocrux final. Tengo confianza en que vas a aguantar y superar el impacto que esta carta te ha provocado. Estoy seguro de que estarás enojado, tu temperamento es una de las cosas que siempre me han gustado de ti, Harry. Tan pasional. No te contienes. Es cuando estás enojado que puedo sentir el potencial completo de tu magia, la magia que no has comenzado a comprender o emplear, pero lo harás, hijo, lo harás.

Ahora tendrás más preguntas que respuestas. Desearía que hubiera una forma mágica de regresarte los recuerdos destruidos, pero incluso con el poder de la magia, eso no será posible. Si me lo permites, te ofrezco mis sugerencias. Espero que, si no has incendiado esta carta aún, al menos las leas.

Primero, ve los recuerdos que Aberforth te dio junto con esta carta: confirmarán lo que te he contado. Segundo, ve a Gringotts y solicita hablar con un hombre llamado Simon Ward. Un buen Ravenclaw y el novio de Cedric Diggory antes de su muerte. Creo que él será capaz de confirmar que tú y Draco fueron amigos, y ciertamente podrá contarte acerca de tu amistad con Cedric.

Tercera, es mi gran deseo que Draco haya sobrevivido a la guerra. Si así fue, sospecho que no estarás muy dispuesto a ir con él, y puede que él no esté dispuesto a revelar la verdad, por temor a lastimarte más. Una vez que sepa lo que sabes, espero que esté dispuesto a ayudar. Habla con él, Harry. Enójate con él, si es necesario, pero escucha lo que tenga que decir.

Finalmente, a pesar de que sé que odias a los sanadores, buscar ayuda de los que se encargan de reparar daños por hechizos en San Mungo. El Amoris Delere no es un hechizo con el que se deba jugar, y debes cuidarte de que no te haya causado daños permanentes. También serán capaces de retirar el encantamiento de confianza de ti y de tus amigos.

Sé que estos son consejos inadecuados al pensar en lo que te sucedió. La pelea contra Voldemort ha requerido grandes sacrificios. De haber podido salvarte a ti y a Draco de éste, lo habría hecho.

Debo terminar esta carta, ya que me he terminado tres plumas "a vuela pluma", pues mi mano maldita no estaba lista para la tarea de escribir lo que necesitaba ser comunicado. Ya es tarde, o debo decir, temprano, pues veo el brillo escarlata del sol iluminando las paredes de mi recámara y otro año escolar comienza. Uno del que no podré ver el fin.

Tu humilde servidor,

Albus Dumbledore.

—¿Qué opinas? —Draco saltó al oír el sonido de la voz de Harry y bajó la carta para ver al moreno, mirándolo fijamente, con la cabeza apoyada en la almohada.

—¿Cuánto tiempo has estado despierto? —preguntó Draco, mientras se estiraba para poner la carta en la mesita de noche. Sintió que Harry se encogía de hombros mientras se giraba para mirarlo, rodeando su cintura con el brazo, acercándose a él. Harry suspiró y se relajó con el toque.

—Estabas en la página tres o cuatro, creo.

—Rompiste el espejo.

—Sí. Descargas de magia salvaje. Iba a repararlo, pero me quedé dormido, supongo. —Harry se frotó la cara con la mano, y se podía notar una marca roja en su mejilla, por la almohada—. Lo limpiaré…

—No estoy preocupado por el espejo, me preocupas tú. ¿Estás bien?

Harry miró a Draco sin expresión, y por un momento Draco pudo ver al Harry de quince años en su rostro. Qué diferentes habrían sido sus vidas si solo hubieran ido con Dumbledore durante cuarto o quinto año. Los recuerdos de la temprana relación en la memoria de Harry no serían una copia mágica de los recuerdos de Draco. Claro, no había modo de saber si él habría seguido con vida después de ir con Dumbledore y después de darle la espalda a su padre. Harry apretó la mano de Draco, como si supiera lo que estaba pensando.

—Honestamente, no. Él lo sabía, Dumbledore, sabía todo acerca de nosotros desde el principio, y aun así… No puedo creer lo que escribió acerca de por qué te hizo escoger a Ginny.

—El hombre debería haber estado en Slytherin. —Draco pasó saliva en su boca seca, mientras recordaba esa horrible noche. Aún le parecía imposible pensar en ello sin recordar la pena que sintió por lo que le había hecho a Harry.

—Fue algo que nos hizo a los dos. Sé lo difícil que fue para ti cuando la poción de amor comenzó a funcionar y yo estaba con Ginny. —Draco podía sentir la tensión de los músculos de Harry bajo su mano—. ¿Cómo puedes estar tan calmado con esto?

—Pasó hace mucho. Si no lo hubiera aceptado, me habría destruido. Para ti, se siente más crudo…

—Pero pensé que ya lo había superado todo. Desde que terminamos el tratamiento, en verdad pensé que toda esta estúpida mierda de la magia incontrolable no volvería a pasar de nuevo. —Harry miró hacia las piezas del espejo, que estaban creando sombras en la pared del fuego en la chimenea—. Me dejó dulces. Sí te lo conté, ¿no? Me dio una bolsa de dulces que tenían la poción de amor dentro.

—Lo sé. —Draco comenzó a peinar el cabello de Harry con los dedos, agradecido de que hubiera crecido de nuevo después de que el hombre se lo cortara de golpe a la mitad del calor veraniego, hacía unos meses—. Para mantenerte bajo la influencia de la poción.

—¿Y si me hubiera acostado con Ginny, o si la hubiera embarazado? —Harry se estremeció y Draco estiró la mano para alcanzar el cobertor, doblado al final de la cama, para luego cubrir a ambos con él—. Cualquier cosa habría pasado. No tenía derecho…

—Nada de eso pasó. ¿Qué opción tenía? Sabía que estaba muriendo y quería hacer lo que pudiera para ayudarte a derrotar a Voldemort. Recuérdalo, quería que leyeras esta carta antes de ver los recuerdos. Si la hubieras leído primero, antes… antes de mi juicio y, al ver los recuerdos de la varita, no habría sido un impacto tan pesaroso. Te hubiera sorprendido, claro, pero no tan horripilante como lo que te pasó ese día enfrente del Wizengamot.

—Aun así, solo escribir una carta… Debería haberme advertido. Me debió haber dicho algo, debió darme alguna advertencia…

—No podemos imaginar qué habría pasado. Te escribió la carta para ayudarte, y para llevarte por el camino para aprender más acerca de nosotros. Te contó acerca de Simon, de hecho te dice que vayas con él.

—Dice que también vaya contigo. ¿Cómo habría ido eso? Yo, tocando a tu puerta, agitando la carta. —Harry sonrió por primera vez—. Estaba cegado por la ira en ese entonces; probablemente habría comenzado con una cruciatus antes de que pudieras decir algo.

—Al menos, pero —Draco señaló hacia donde estaba la carta, reposando en la mesa de noche—, creo que lo más importante acerca de la carta es que prueba que le importabas lo suficiente como para escribirla. No fuiste simplemente un arma en su guerra contra Voldemort…

—Supo que estábamos juntos todo el tiempo. Cualquier día podría habernos mandado llamar y decirnos…

—Y, cualquier día podríamos haber ido con él, buscando su ayuda. No podemos culparlo por no hacer lo que nosotros nunca pudimos. —Draco acarició la mandíbula de Harry con los dedos, sintiendo la tensión de los músculos con las puntas—. Algo que quiero saber es por qué leíste la carta a solas. ¿Por qué no esperaste a que llegara a casa? —Harry giró la cabeza hacia el fuego y Draco lo tomó de la barbilla, moviendo su cabeza para que el moreno no lo evitara—. Anoche dijiste que íbamos a esperar hasta después de Navidad.

—Lo sé, lo sé, es solo que… —Harry respiró profundamente y cerró los ojos. Draco esperó a que organizara sus pensamientos. Se acomodó para que sus piernas estuvieran en contacto con las de Harry, pues necesitaba sentir su cuerpo contra el del moreno. Harry estiró la mano para tomar la de Draco, repasando el dorso de sus dedos—. Estuve sufriendo por ello toda la mañana, y luego fui a almorzar con George y escuché a algunas personas en la mesa de al lado hablando acerca de mí. De cómo estaba dañado. Trastornado. —Su voz se oía forzada y, cuando quería alejarse, Draco apretaba su agarre en la cintura, manteniéndolo cerca—. Me enfadé, estoy harto de que esto siga acechándome. Simplemente quería terminar con todo, así que terminé yendo directamente con Hermione para que me diera la carta.

—Qué ilógico —dijo Draco riendo, al pensar en que alguien pensara que Harry era débil—. No es asunto de nadie más que tuyo y mío. Esa gente no tiene idea de quién eres, aparte de tu rostro y tu nombre. Esta carta ha sido un peso para ti por mucho tiempo, y yo sabía que, cuando estuvieras listo, la leerías. Simplemente quería estar contigo cuando lo hicieras.

Harry torció la esquina de la boca al hacer una mueca.

—Lo sé, simplemente iba a ir con Hermione por ella, y luego iba a esperarte en casa. Luego, veía la carta en el buró y me enojé de nuevo por estar asustado de algo tan estúpido. Asustado por una carta de alguien que ha estado muerto por años.

—Te lo dije ayer, lo que estás pasando no era y sigue sin ser estúpido. —Draco respiró profundamente, tratando de escoger las palabras correctamente—. No soy tan ingenuo como para pensar, ahora que estamos juntos de nuevo, y que tu tela de memoria está estable, que no tienes momentos oscuros. Yo también los tengo, pero no quiero que me dejes afuera. El Delere es parte de nosotros, estamos juntos en esto. La carta no son simplemente palabras en la página, es el recuerdo de todas las cosas que nos juntaron la primera vez, y lo que nos separó.

Draco tocó la cadena dorada y plateada, que descansaba sobre el hueco en la base de la garganta de Harry. Aún podía recordar la vacilación que había sentido al mandar la lechuza para que grabaran el reverso de la cadena. El moreno no se la había quitado desde el día que Draco se la había regresado, después de la sesión en la que vieron cómo se lo daba por primera vez.

—Un amor.

—Dos almas —dijo Harry, cubriendo la mano del rubio con la suya. Draco podía sentir el corazón de Harry latiendo contra la palma de su mano, el templado metal de la cadena contra la piel del moreno. Se inclinó hacia delante y rozó los labios de Harry con los suyos. Se quedaron recostados, besándose sin urgencia, sintiendo la silenciosa intimidad de saber que tenían toda la noche. El cuarto estaba completamente a oscuras, excepto por el brillo del fuego. El perfil de Harry se marcaba por la luz del fuego; rodeó la cintura del rubio con los brazos, mientras éste besaba su quijada, deleitándose por la sensación de la barba de varios días contra sus labios.

—Mucha ropa —susurró Harry, jalando la camisa de Draco.

—Hmmm… —contestó Draco murmurando, acomodándose para ponerse encima de Harry. Sus brazos soportaban su peso, mientras sus piernas se entrelazaban—. Deberíamos hacer esto más seguido.

—No me había dado cuenta de que te estabas sintiendo descuidado —dijo Harry, mientras apretaba su abrazo, jalando a Draco hacia sí.

—Besarnos, tonto. —Draco lo besó, sintiendo la curva de la sonrisa de Harry contra sus labios—. Es como todo comenzó, parecían horas de solo besuquearnos, pensé que me volvería loco por necesitar más.

—Pero temías lo que "más" iba a significar —dijo Harry, comprendiendo. Los recuerdos de Harry de sus primeros besos eran todos de la mente misma de Draco, y el rubio tuvo que reprimir la molestia que eso le causó—. Afortunadamente, ahora no tenemos ese problema.

El fuego llenaba el cuarto de un brillo rojizo, mientras Draco recorría la mandíbula y el cuello de Harry con los labios, provocando que el moreno se arqueara por el toque, deteniendo sus dedos que trataban de remover la camisa del otro hombre. Los ojos de Harry brillaron con necesidad cuando Draco juntó sus entrepiernas, haciendo evidente la mutua necesidad.

Draco tomó las manos de Harry y las sostuvo por encima de su cabeza.

—Déjame ocuparme de ti —susurró. Los ojos del moreno brillaron con diversión, pero no protestó cuando Draco entrelazó sus dedos con las barras de metal de la cabecera. Draco comenzó a desabotonar la camisa de Harry, moviendo los dedos lentamente de un botón a otro.

La camisa de Harry quedó abierta, revelando la carne lastimada y curada de las cicatrices en su abdomen y pecho. Draco las recorrió con sus manos, sintiendo la tibieza de la piel herida bajo sus yemas. Recorrió los mismos lugares con sus labios. Sintió cómo Harry inhalaba aire al jadear cuando el rubio tocó ese sensible punto que tenía bajo las costillas.

—Merlín… Por favor…

Draco sonrió al oír la necesidad en el ruego de Harry, y repasó la oscura línea de vello que descendía desde el ombligo de Harry mientras desabotonada lenta y cuidadosamente los botones de sus vaqueros. Harry apretó los músculos de su abdomen con fuerza, cuando Draco acercó los dedos a la cintura. La mezclilla ya estaba suave y Draco cerró los ojos mientras, usando solo los labios y su tacto, se perdía en la necesidad de incitar, tocar, amar a Harry. El moreno murmuró varias maldiciones mientras peleaba por mantener el control.

Hubo un destello de luz y Draco se hizo para atrás cuando la intensidad luminosa aumentó considerablemente. El fuego había rugido con vida, las llamas habían salido de la chimenea. Draco rio y miró a Harry, cuyas manos seguían agarrando la cabecera.

Con el rostro delineado por la luz del fuego, los ojos verdes de Harry se encontraron con los plateados de Draco, y el rubio no pudo evitar contener un gemido propio cuando el moreno gruñó:

—Tu camisa… Fuera.

Draco se enderezó, moviéndose hacia delante hasta que quedó encima de las caderas del moreno, restregándose contra él para provocarlo.

—Hmmm. ¿Crees que una descarga de magia sin varita va a hacer que haga lo que sea que digas? —preguntó, aun mientras se la desabotonaba. Se la quitó por fin y la arrojó a un lado. Harry hizo un gesto con la barbilla.

—El resto también.

Sonriendo y moviendo la cabeza, Draco comenzó a pasar una mano tentadora por su pecho, mientras la otra tocaba su miembro a través de la tela del pantalón. Hizo la cabeza para atrás de placer, viendo a Harry con los ojos entrecerrados. Harry no sabía para dónde mirar: sus ojos iban de la mano izquierda de Draco a su derecha, mientras ésta recorría un camino por las largas cicatrices en su pecho. Draco jugueteó con sus pezones hasta que Harry se lamió los labios, jadeando y respirando entrecortadamente, alzando las caderas, pero el peso de Draco lo mantenía abajo. Un gemido escapó de los labios de Harry mientras Draco continuaba frotándose con la otra mano.

Harry apretó las barras de hierro más fuerte, pero no se soltó cuando Draco se puso de rodillas y desabrochó su pantalón, bajando el cierre. Se tomó su tiempo mientras veía los ojos de Harry siguiendo cada lento movimiento de su mano.

—Planeas matarte; muerte por deseo. Esa es tu venganza hacia mí, ¿verdad? —La voz ronca de Harry hizo a Draco dudar cuánto más iba a poder seguir torturándolos a ambos. Se inclinó hacia delante y puso sus manos en cada lado de la cabeza del otro, doblando los codos para bajar hasta que su cara estuvo a pocos centímetros de la de Harry.

Harry alzó la cabeza para besarlo pero Draco se apartó.

—No lo creo. El tiempo para besarse ya pasó, ¿no lo crees? —murmuró en tono apenas audible. Se bajó de la cama y, rápidamente, se retiró el pantalón y la ropa interior. El fuego brillaba dorado y rojo sobre su piel, mientras se tomaba su tiempo para doblar la ropa, cuidando de ponerla perfectamente en el baúl a los pies de la cama, antes de volver a subir a ella. Arrodillándose junto al moreno, Draco puso las manos en la cintura de su pantalón, para quitárselo, y Harry alzó de inmediato las caderas para que el rubio pudiera deslizarlo.

Harry estaba estirado, desnudo a excepción de su camisa abierta, con el negro cabello hecho un desastre contra las sábanas blancas, con los ojos oscuros por la necesidad, mientras miraba a Draco. Su pecho subía y bajaba pues respiraba con dificultad, sus músculos estaban tensos porque tenía los brazos estirados por encima de su cabeza. Draco recorrió el pecho de Harry con un dedo. El hombre tenía la piel de gallina, y temblaba por su toque—. Hace frío, ¿no? Quizá debas volver a hacer que el fuego crezca, para calentarnos un poco.

Harry gruñó y luego Draco se estremeció al sentir la ola de la magia de Harry que lo recorría, y el fuego volvió a encenderse. Draco estiró la mano para alcanzar un frasco de aceite de sándalo, de la mesita de noche. Montando a Harry, puso un poco de aceite en la palma de su mano, dejando que cayera sin cuidado sobre el abdomen del moreno. Harry jadeó y arqueó la espalda cuando el frío aceite tocó su piel.

—Bastardo.

—Te aseguro que no lo soy —dijo Draco con una sonrisa—. Mis padres se unieron en matrimonio frente a cientos de personas.

—Dudo que… —Harry dejó de hablar cuando Draco deslizó una mano, cubierta de aceite, detrás de sí mismo—. Oh, joder.

—No actúes sorprendido. Estoy bastante seguro de que, incluso un Gryffindor como tú, habría podido adivinar adónde nos iba a llevar esto hace diez minutos. —Draco se encargó de dilatarse, sabiendo que Harry estaba mirando cada movimiento de su brazo, de su cuerpo.

—Con todo lo que hablas, pensé que querrías tomarte un descanso para tomar el té.

—No creo que estés en posición de quejarte —dijo Draco, mientras frotaba con su mano libre el resto de aceite en la piel del moreno, soltando el aroma de la dulce fragancia leñosa, mientras comenzaba a acariciarlo con ella. Sin poder esperar más tiempo, Draco se movió hacia delante y, con los ojos fijos en los de Harry, comenzó a sentarse sobre él, jadeando al hacerlo. Tuvo que cerrar los ojos, mordiéndose el labio y echando la cabeza para atrás, mientras su cuerpo se ajustaba a la sensación.

—Eres hermoso, maldición —escuchó que Harry decía, y luego las manos de Harry estuvieron sobre él, sosteniéndolo en su lugar cuando las caderas del moreno subieron para encontrarse con él. Se perdieron en el ritmo, el dar y recibir. Ambos sabiendo lo que al otro le gustaba, lo que necesitaba. Harry apretó el cuerpo del rubio con fuerza, luchando por el control, hasta que Draco lo llevó al límite. El rubio se hizo hacia delante, apoyando su peso en el brazo que no estaba estirado. Harry lo encontró a la mitad del camino y Draco gimió de placer cuando sus labios se encontraron. Draco jaló a Harry consigo, enterrando los dedos en su cabello negro y grueso, mientras se balanceaba contra él, mientras Harry besaba sus labios, su garganta, su mandíbula.

Era un baile que habían hecho cientos de veces antes, pero el milagro de tener a Harry para abrazarlo y amarlo nunca fallaba en maravillar a Draco. Conocía el terrible dolor de una vida sin él y, el regalo de poder abrazar a Harry, era uno que no daba por sentado nunca. Escuchó que Harry gritaba y lo apretaba más fuerte, y Draco se dejó ir por fin, cayendo por el borde con él.

Se dejaron caer contra las almohadas. Las piernas de Draco rezongaban por el esfuerzo, mientras el resto de él ya estaba medio dormido. Sintió que Harry invocaba las cubiertas de la cama mientras se dejaba llevar por la oscuridad, consciente solamente de la mano con la que Harry acariciaba su espalda.

OoOoOoO

Teddy estaba volando por la sala sobre su escoba de juguete. Su cabello era de un color púrpura oscuro y estaba riendo con gusto, mientras las hadas del árbol de Navidad lo perseguían, creando un efecto de cometa por la luz y los brillos.

Harry había puesto un encantamiento de colchón en el suelo y las paredes, y tenía la varita lista en caso de que Teddy se cayera, pero eso no evitaba que hiciera una mueca cada vez que el niño de cuatro años volaba demasiado cerca del árbol que ocupaba la esquina de la habitación, o cuando se acercaba demasiado a las paredes.

Andrómeda y Narcissa habían transformado la casa completa para Navidad, pero este era el cuarto que a Harry le gustaba más. Las fotografías, saludando sonrientes, de sus padres, de Remus, Tonks y Ted descansaban en el manto de la repisa, acomodadas entre las guirnaldas de hojas perennes frescas, cintas brillantes de oro y plata que resaltaban contra el verde. Más guirnaldas colgaban sobre las ventanas y había velas en cada una de ellas; la luz danzante que emitían alejaba la oscuridad de las largas noches.

Harry vio a Draco parado en la puerta, con las mejillas rosas por el frío.

—Imagino que Andrómeda no está en casa, ¿verdad? —dijo el rubio al ver la escena.

—Está en su cuarto, envolviendo los regalos. —Harry se arriesgó a mirar a Draco de nuevo—. Supuse que podría dejar que Teddy sacara un poco de energía, dado que no podemos ir a parte. —La lluvia incesante estaba golpeando los cristales, y las banquetas estaban cubiertas de hielo.

—El clima va a empeorar; los terrenos del Centro parecen una pista de hielo. Imaginé que me rompería el cuello con solo intentar caminar hacia las puertas para irme.

—¡Draco, mírame! —gritó Teddy y, antes de que pudieran gritar "Alto", Teddy voló dando un giro, pasando los pies por el techo mientras alcanzaba a pasarlo antes de enderezarse y patinarse hasta parar sobre la alfombra ante ellos.

—Correcto, jovencito. Ya es suficiente —dijo Harry lo más bruscamente que pudo, mientras Draco escondía su sonrisa detrás de una mano—. ¿Cómo exactamente piensas explicarle a tu abuela las marcas en el techo?

El labio inferior del niño temblaba mientras alzaba la mirada hacia las dos grandes marcas de zapato que cruzaban el techo.

—Podrías utilizar tu varita, como lo hiciste cuando rompiste la taza favorita de té de Draco.

—¡Teddy! —Harry apenas podía contener la risa, y Draco no lo estaba ayudando: se había volteado hacia la pared, y sus hombros temblaban—. Es hora de tu baño. Ahora. Kreacher está esperándote arriba.

Teddy, sabiendo cuándo era bueno escapar, abrazó a ambos hombres con alegría y corrió hacia la puerta, con su amada escoba siguiéndolo. Harry rodeó el cuerpo del rubio con los brazos y ambos miraron cómo el pequeño se dirigía a las escaleras. Teddy se detuvo al inicio de éstas, pasó una pierna por encima de la escoba y volteó para ver si lo estaban observando. Harry negó con la cabeza firmemente y Teddy desmontó, a regañadientes, y comenzó a subir los escalones.

—Va a ser buscador en su primer año, justo como su padrino —murmuró Draco en su oído.

—Ni siquiera lo menciones. Creo que Andrómeda romperá mi varita si así pasa.

Draco dijo mientras se giraba en los brazos de Harry:

—Sé que no te gusta que te lo pregunte, pero, ¿cómo te sientes respecto a todo hoy?

Harry se resistió a la urgencia de decir el automático "bien", que sabía que Draco odiaba.

—Mejor, creo. No peor, en cualquier caso.

—¿Has pensado más en ir a hablar con su retrato? —Se habían despertado a la mitad de la noche por los ruidos de la tormenta, y habían terminado platicando en la oscuridad, con las extremidades entrelazadas. Draco había comentado la idea de viajar a Hogwarts para que Harry pudiera hablar con el retrato de Dumbledore.

—Sí lo he pensado, pero no quiero hacerlo. No tiene sentido. Su retrato no puede decir más de lo que Dumbledore escribió en esta carta. Y, cuando lo pienso mejor, no importa. Puedo aceptar que él hizo lo que creyó que era mejor.

—¿Y estás bien con ello?

—Lo estoy. Nunca sabremos qué es lo que habría pasado si hubiera escogido otro camino, o si cualquiera de nosotros hubiera tomado decisiones diferentes, pero es inútil especular. Estamos donde se supone que debemos estar. Me alegra haber leído esa carta. Ahora sé cuánto le costó tomar esa decisión, y que, a pesar de que sentía que no tenía alternativa, se arrepentía por ello, y eso es suficiente. Incluso hizo lo que pudo en la carta para asegurarse de que no te hicieran responsable de esto, y me alentaba a hablar contigo. Creo que eso mostró que ambos le importábamos.

—Creo que para eso lo hizo, a pesar de que yo no lo sabía en el momento que sucedió. A mí me alegra que la hayas leído, que no la tendremos acechándonos más tiempo —dijo Draco, mientras abrazaba con más fuerza la cintura de Harry. Se quedaron así, abrazados el uno al otro. Los únicos sonidos en el cuarto eran la lluvia golpeando la ventana y el sonido del reloj. Harry se hizo para atrás cuando sintió que Draco sacaba su varita. El rubio señaló hacia el otro lado del cuarto y se escuchó el movimiento de la aguja del tocadiscos, que estaba en su lugar de honor en una mesa cercana.

Harry sonrió cuando las notas familiares llenaron el cuarto. Draco dio otro golpecito con la varita y las luces disminuyeron, así que la única luz venía desde las luces titilantes entre las ramas del árbol de Navidad y las velas tambaleantes en los nichos de la ventana. Con un sonido de placer, Harry siguió a Draco cuando comenzaron a bailar; el rubio abrazaba al moreno tan cerca que éste último podía sentir ambos corazones latiendo el uno junto al otro. Harry enterró la nariz en la nuca del rubio, deleitándose por el olor a limón de la loción de Draco, que se mezclaba con la ligera sensación de sándalo. La mano de Draco estaba en su espalda baja, y sus labios besaban su cabello. Harry cerró los ojos mientras se movían lentamente al ritmo de la música. Sentía el cálido y familiar cuerpo de Draco contra su cuerpo propio. Los recuerdos de sus bailes en el viejo cuarto de Quidditch regresaron a él. Los recuerdos reemplazados hacía mucho habían dejado de ser solo de Draco; ahora, eran los recuerdos de ambos.

OoOoOoO

You know I can't let you slide through my hands.

Wild Horses couldn't drag me away,

Wild, wild horses, couldn't drag me away. (4)


(1) Coach & Horses es una cadena de pub (bares sin la barra), que cuenta con más de 50 establecimientos. Está establecido, según encontré, desde 1770, y se considera una de las primeras propiedades construidas en Bruton Street, una de las calles más antiguas en Londres.

(2) Recordemos que por un plothole, Marty no incluyó que los padres de Hermione se habían ido a Australia después de que su hija les borrara la memoria. Espero que este detalle no les moleste la lectura…

(3) Pensé que había inventado la palabra, pero un aritmómetro es una calculadora mecánica que data de 1820. Podía hacer las cuentas básicas y alcanzar resultados de hasta 12 cifras.

(4) La canción dice: "Sabes que no puedo dejar que te me escapes de las manos, los caballos salvajes no podrían alejarme, caballos salvajes no podrían alejarme"… No suena tan sorprendente… Mejor me callo…


Notas finales:

Y así, con este precioso epílogo, termino con el universo de Twist of Fate. Espero lo hayan amado tanto como yo cuando lo traduje.

Cualquier comentario es bienvenido, así como crítica constructiva y así…

Los llevo para siempre en el corazón, a todas(os) y cada una(o) de ustedes.

Adigium21

08 - 04 - 2015