Querida gente, les traigo en exclusiva una mediocre traducción de un estupendo fic: originalmente titulado Through a Mentor's eye, de la brillante huckin-cupcackes, pueden encontrar el original en inglés en: fanfiction .net/s/6108411/1/Through_a_Mentors_Eyes
Desde luego, no sólo no me pertenecen los personajes ni la trama, ni siquiera me pertenece la historia, me limito a traducirla gracias a la mezcla de estupidez y valentía que bien puede llamarse "ser una caradura", porque mi inglés está lejos de ser lo bastante bueno, como tristemente comprobé. Ayuda de una beta con conocimiento de gramática, tiempos verbales y expresiones idiomáticas es bien recibida. Es sólo que la historia me gustó tanto que quise compartirla.
Todo el crédito es para Suzanne Collins por escribir la trilogía y para huckin-cupcackes por meterse en la cabeza de Haymitch.
Capítulo 1
Cuando me despierto, mi cabeza martillea incesantemente y gimo involuntariamente al intentar determinar dónde estoy. Cuando abro un legañoso ojo soy capaz de establecer que aún estoy en mi casa, en la Aldea de los Vencedores, ante la mesa de la cocina, con mi cuchillo seguro en una mano y una botella de licor en la otra. También concluyo que el golpeteo no ocurre dentro de mi cabeza. Viene de la puerta delantera, y eso sólo puede significar una cosa.
—Apúrate, Haymitch. Estás atrasado y sería una lástima que yo tuviese que echar abajo la puerta y sacarte a rastras de los pies —grita uno de los Agentes de la Paz con toda la fuerza de sus pulmones.
Me levanto, tomo un trago de coraje líquido para ayudarme a enderezarme, y trabajosamente me encamino hacia la puerta con pasos tambaleantes.
—¿Sí? —pregunto al abrir la puerta para encontrarme con dos Agentes de la Paz de aspecto irritado mirándome con desprecio.
—Hemos venido a escoltarte a la Cosecha —dice Cray todo lo formalmente que puede, pero puedo ver que está reprimiendo una sonrisa. Ésas son palabras dichas por el Capitolio, y Cray simplemente no parece estar a la altura de un anuncio tan formal. Él nunca se tomó su trabajo tan seriamente como debería.
—Oh, ¿es esa época del año, ya? —digo con un bufido, como si hubiese olvidado completamente la fecha. Estaré borracho como una cuba, pero descubrí que ninguna cantidad de bebida va a borrar el día de la Cosecha de mi cerebro. Con lo agradable que eso sería—. Bien, bueno, escóltenme —replico sardónicamente, tomando otro trago de mi botella mientras me tambaleo por la puerta.
Ellos colocan sus brazos alrededor de los míos, más para mantenerme erguido que para retenerme. Es bueno, porque no creo que hubiese podido llegar a la plaza sin ellos. No conversamos mientras vamos por las calles. Mi cabeza está demasiado confundida, de manera que no creo que pudiese de todos modos, y termino mirando fijamente a la tierra y tratando de bloquear los desagradables pensamientos acerca de lo que el día de hoy traerá consigo.
Lo siguiente que sé es que Cray está empujándome hacia el escenario, pero no sin antes quitarme mi botella. Quisiera girarme y pelear por que me la devuelva. Mi cuerpo, por otro lado, parece haber decidido que irá hacia delante y no parece ser capaz de retroceder por el camino que vino. Resuelvo gritarle a Cray lo más fuerte posible que me devuelva mi maldita botella, el bastardo, pero las palabras me salen confusas y me doy cuenta que no tienen demasiado sentido. Por la expresión de su cara, sabe perfectamente bien a qué me estoy refiriendo, pero no parece como si me la fuese a devolver.
Colapso en la primera silla que encuentro en el escenario, no realmente capaz de reunir la coordinación para hacer nada más. Una bruma se asienta en mi cabeza cuando la multitud aplaude y noto a Effie a mi lado. Hago un movimiento compulsivo hacia ella para abrazarla. No estoy seguro si lo estoy haciendo porque no la he visto en algún tiempo o porque creo que ve a detenerla de sacar nombres de los grandes boles de vidrio si estoy sujetándola, pero ella lo esquiva al moverse hacia el micrófono.
—¡Felices Juegos del Hambre! ¡Y que la suerte esté siempre a vuestro favor!
Mi cabeza palpita dolorosamente ante el entusiasmo en su tono. Me cruzo de brazos y miro fijamente mis rodillas, tambaleándome peligrosamente en mi silla cuando Effie se mueve hacia los dos boles llenos de nombres de niños. No quiero mirar. No voy a mirar. Sé lo que va a pasar, y sé que mirar a mis rodillas como un niño huraño no cambiará lo que está por pasar, pero no estoy siendo racional. Después de observar a más de cuarenta niños ser masacrados porque yo soy una porquería como mentor y ellos son una porquería como tributos, creo que tengo derecho a ser irracional.
—¡Las damas primero!
A pesar de mi embriaguez mi estómago se contrae inconfortablemente cuando la mano de Effie desciende dentro del bol de vidrio y yo levanto la vista, barriendo con la vista la multitud en busca de Cray, así lo puedo fulminar con la mirada por quitarme mi botella. Yo quería estar lo bastante borracho en este momento como para no tener memoria de los eventos de este día. Maldito Cray. No podía dejarme tranquilo.
—Primrose Everdeen.
A pesar de mí mismo, muevo mis ojos hacia la bonita pequeña niña en la multitud cuyo nombre acaba de ser llamado. Es siempre fácil encontrar el niño cuyo nombre fue elegido, la multitud se aparta como si fuera una paria, y ella está de pie sola en el centro.
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La historia tiene actualmente 25 capítulos, la autora continúa escribiendo, y se pone mejor y mejor una vez que Haymitch deja de esta borracho todo el tiempo. Prometo actualizar en un par de días con el capítulo siguiente.
¿Alguna vez se preguntaron dónde estaban los Mentores durante los Juegos, cuál es la relación entre ellos, cómo lidian con el estrés de ver a sus Tributos en la arena? De eso exactamente trata esta historia.
Gracias por leer, y tanto la autora como yo apreciamos los comentarios.