¿Para qué sirven las plumas?
Parte Tres de Tres!
Era viernes por la mañana, y Draco Malfoy aún no había solucionado el enigma del vestuario.
El hecho de que cada vez que sacaba el tema Pansy se desternillara de risa no ayudaba mucho.
Para acabarlo de liar, a la hora del desayuno Ginny lo había señalado y se había reído con sus amigas. Él había temido que les hubiese contado lo que fuera que había pasado, pero Kin le dijo que un mechón se había escapado de la gomina y se había quedado tieso. La tendencia del pelo Malfoy de quedar de punta era el motivo principal por el que él llevaba gomina y su padre el pelo largo. La opción de dejarlo apuntando hacia arriba no los hacía parecer temibles.
Pero la cuestión era que Draco estaba bastante molesto.
Ni siquiera el hecho de que tuvieran Pociones lo aliviaba. Pociones era la asignatura favorita de Draco, porque era la que mejor le iba. Era un genio de las Pociones, o eso creía él.
Pero aquella mañana de viernes le estaba costando mucho concentrarse. Trabajaba solo, concentrado en su poción. O, como mínimo, desconcentrado en su poción.
Detrás de él, Kin murmuraba mientras trituraba con una energía innecesaria las raíces de mandrágora. Él mismo fileteaba los rabanitos picantes que iba a necesitar y se preguntaba si debía ir a preguntarle a Ginny. Pero no, seguro que se reiría de él.
Draco no podía soportar que alguien no lo tomara en serio.
Decidió que podía vivir con la duda. Y si algo por el estilo volvía a ocurrir, entonces era que se estaba volviendo loco y acabaría encerrado en San Mungo el resto de sus días compartiendo celda con un caníbal. Vamos, que sería una estancia corta.
Estaba desbarrando. Tenía que concentrarse. En la poción, no en Weasley en sostenes rosas.
Sobretodo, no en sostenes rosas.
Pero el final de la hora se acercaba cada vez más deprisa, o eso le parecía a él, y la poción no le acababa de cuadrar. De hecho, se había olvidado de añadir el diente de león, como advirtió cuando iba a coger la sangre de dragón y se la encontró al lado.
Tras un breve cálculo mental, decidió que había metido la pata.
Hasta los calzoncillos.
Hiciera lo que hiciera ahora, la poción no iba a funcionar, así que lo único que podía hacer era decir...
-Mierda.
...lo más bajo posible.
-¿Qué pasa?- preguntó Kin sotovocce.
-Nada. Digo, sí, no me he acordado de los dientes de león.
-Lo cual prueba que no eres un genio.
-Cállate.
-Está bien, tranquilo, puedes arreglarlo con diez gramos de hierba matadragones, ésa que tiene florecillas amarillas y huele como a...
-Ya sé lo que es- respondió Draco, crispado, mientras alargaba la mano hacia el manojo de hierbas.
-Bueno, como te has equivocado...
Pero Draco ya no la escuchaba. Había pesado la hierba con la rapidez de siete años de práctica y la acababa de echar al caldero. O más bien la había echado y un instante más tarde se había acordado de que
Sangre de Dragón + Matadragones = BOOM!
Efectivamente, antes de que tuviera tiempo de reaccionar, el caldero hizo BOOM (así, en mayúsculas y negrita), cosa que lo ensordeció y le estampó las costillas contra el borde del pupitre de Kin décimas de segundo antes de que algo muy caliente lo cubriera de pies a cabeza y la piel empezara a picar.
-¡MALFOY!- gritó Snape con la voz que reservaba a desperdicios humnanos, y Draco se encogió porque, francamente, una cosa es que les grite a los Gryffindor y otra es que le grite a uno mismo.
-Lo siento, señor- siseó Draco- Fué Pa...
-Brujitas- lo advirtió un susurro desde debajo de la mesa de detrás, donde a Kin se le habían caído los ingredientes tan oportunamente.
-...mi culpa.
-Cinco puntos serán quitados de Slytherin por su distracción, y usted cumplirá su castigo aquí después de comer- Snape se volteó entonces hacia la clase y dio instrucciones:- Todos aquellos que hayan sido alcanzados por la explosión, diríjanse a la Enfermería inmediatamente. Como la mayoría de las pociones han sido dañadas, en vez de puntuarlas puntuaré un trabajo sobre las propiedades del orégano que me entregarán el viernes que viene. Un metro de pergamino, y la letra, como ya saben, no debe exceder el centímetro de altura...- Draco dejó de prestar atención cuando, saliendo por la puerta, se dio cuenta de que su piel, allí donde la poción lo tocaba, se volvía rosa...
Horror de los horrores.
El rosa no era su color.
Ya se habían duchado en la Enfermería y Madame Pomfrey ya les había dicho que podían irse y que las manchas rosas desaparecerían en aproximadamente ocho horas cuando Kin llegó a la Enfermería.
-No quiero hablar contigo- gruñó Draco, cuyas manos, cuello y media cara habían adquirido una bonita tonalidad pastel oscuro.
-Sólo quería decirte que lo siento, y... y que, bueno, en realidad era mataenanos lo que tenías que poner... me confundí- dijo Pansy, compungida, mirándose las manos.
-Pues tu estúpida confusión ha provocado que haya perdido mi tarde libre, que parezca la Pantera Rosa ¡y que el pelo se me haya vuelto verde!
En efecto, lo que en la delicada piel de Draco se había vuelto rosa era de color lechuga en las zonas de pelo afectadas, que, además, estaban tiesas por la falta de gomina.
-Pero si estás muy guapo- le dijo ella, dándole golpecitos en la espalda mientras lo arrastraba fuera de la Enfermería.- Muy... original. Y ya ves, por cinco puntos de nada. Además, deberías haber oído a la sangresucia y su noviete cuando Snape te ha castigado. Él: ¡Cinco puntos! y ella: ¿Una distracción?
Había hecho una imitación tan verídica que Draco no pudo sino sonreír, cosa que ella aprovechó para seguir arrastrándolo hacia el Gran Comedor.
-Ya verás, ahora comes algo...
-¡No!- De repente Draco reaccionó y se escondió un poco para que no lo vieran desde la entrada.- ¡No quiero que me vean con estas pintas! ¡Y menos G... la Weasley! Me voy a mi habitación y ya me las apañaré luego para llegar a mi castigo.
-Qué ridículo eres, chico.
-¡Yo no soy ridículo! ¡Yo estoy ridículo!
- Lo que tú digas. Yo me largo a comer que me estoy muriendo.
Y con eso, Kin lo abandonó en medio de los pasillos, rosa, solo y... verde. Brr.
Se acabó Brujitas en su habitación mientras esperaba que llegara la hora de ir, luego se pasó cinco minutos estresándose porque no recordaba el hechizo para disimular los ojos rojos e hinchados.
Porque había llorado, claro.
A ver si tú no llorarías con el final trágico y epilépticamente feliz de Brujitas.
Llegó justo en punto, picó a la puerta de roble y entró sin esperar respuesta.
-La madre que...- empezó Draco al ver a una chica con el pelo sospechosamente rojo trabajando en un banco en primera fila- que... de Dios- terminó al ver al profesor Snape sentado tras su escritorio, mirándolo con muy mala cara.
Nonononono. Weasley no podía verlo con ésas pintas.
Sisisisisí. Weasley ya lo había visto.
Mierda.
Justo cuando se planteaba seriamente echar a correr, esconderse bajo su edredón con sus pralinés y su copia de Brujitas y no volver a salir jamás de los jamases, Snape tosió para reclamar su atención.
El mal humor de Snape lo decidió: primero cumpliría su castigo y luego se escondería.
-¿Piensa entrar o va a quedarse allí con cara de ardilla asustada toda su vida?
Draco recuperó como pudo su compostura y, cerrando la puerta tras de sí, se acercó con paso seguro hacia el hombre que lo reclamaba.
El truco estaba en no mirar a la pelirroja. No mires a la pelirroja.
-Malfoy, estoy algo decepcionado- no mires a la pelirroja, se iba diciendo Draco- con usted. Seré claro:- no mires a la pelirroja- creía que sus habilidades en el subtil arte de- no mirar a la pelirroja- la creación de pociones eran más elevados.- No mires a la pelirroja- Me ha decepcionado.
-No m... sí, profesor.
-Bien. Como castigo debe vigilar a la señorita mientras termina su poción- ordenó con suavidad y un deje sutil de sarcasmo en 'señorita'.
-Sí, señor.
-Si cree que puede apañárselas sin hacer explotar el laboratorio...- murmuró Snape con una malicia desganada-, yo tengo cosas mejores que hacer.
Draco asintió a lo militar. Oh Dios, oh Dios, se iba a quedar a solas con ella.
...Y él con ésas pintas.
En cuanto la puerta se cerró sonoramente tras la punta de la capa de Snape (cada vez que Draco intentaba hacer eso se le quedaba enganchada en la puerta), Ginny lo miró por el rabillo del ojo y empezó a reír ruidosamente.
La muy condenada.
-Cállate, Weasley- ladró Draco, intentando hacerla callar con la mirada.
Ginny se cayó del banco y siguió riendo por el suelo.
Oh, claro. Las miradas amenazantes no tenían efecto en ella.
-Mierda.
Unos segundos (eternos) más tarde, Ginny lo observaba, callada, sentada en el suelo.
-¿Qué leches quieres, Weasley? ¿No tienes que hacer la poción?
-Tiene que hervir tres horas más- contestó ella, sin inmutarse por su exabrupto.
-¿Y no tienes que hacerle nada?
-Nada.
-¡¿Y yo tengo que quedarme aquí como un animal de feria tres horas más?!- estalló Draco, dándole una patada al escritorio de Snape.
AUCH. Qué duro era el escritorio maldito.
-Sí. Pero también podrías ayudarme con algo.
-Y qué más- dijo Draco, arrastrando las sílabas más que de costumbre para disimular que el pie lo estaba matando.
-Bueno, si quieres te sigo mirando.
-Como quieras.
Y ella lo miró.
Lo miraba.
Lo miraba.
Lo miraba.
Lo seguía mirando.
Draco ya no sabía dónde mirar él.
-Está bien. Deja de mirarme. Mira otra cosa. Cualquier otra cosa.
-Pero si eres muy guapo- se quejó Ginny, sin quitarle los ojos de encima.
-Claro que soy muy guapo. Pero eso no quiere decir que me tengas que mirar a mí.
-¿Prefieres que mire a otros chicos?
-¡N... ¿De qué hablas?
-Nada...
-¡Pero no me mires!- exclamó él, retrocediendo ante la intensidad de la mirada de ella. Parecía una muñeca diabólica.
-Dejo de mirarte si me ayudas.
Draco, que había acabado escondido tras el escritorio, sacó la cabeza.
-Trato hecho. ¿De qué se trata?
Ella sonrió. Qué bonita era.
-Tengo que cargarme tu pluma.
Rectificando: qué zorra era.
-Oye, eso es trampa, yo... tú... valevaledejademirarmeasí.
Ella se le acercó lentamente, pluma en mano.
-Verás... resulta que me han hablado de otras cosas normales que se pueden hacer con una pluma, y... necesito a otra persona.
Su voz era muy dulce, y parecía que le diera vergüenza mirarlo a los ojos.
Por supuesto, Draco sospechó algo, pero...
-Y... pensé que, como después de todo... te veré en pantalones de cuero pronto...
-Tú no... ¡Nadie va a verme en pantalones de cuero!- saltó Draco, que de repente tenía la boca muy seca.
-Yah, seguro... pero como has dicho que me ayudarías pues pensaba que cumplirías tu promesa- dijo ella, abandonando las maneras suaves y girándose hacia su caldero.
-Eh, eh. Menos juegos, muñeca.
Ella lo miró por encima del hombro.
-¿Muñeca?
Él se sonrojó y asintió con superioridad.
-¿Me estás llamando muñeca? Por el amor de dios, Draco, tienes el pelo verde, eres un capullo engreído y pichacorta y no sabes ni orientarte en los vestuarios. Sólo falta que me llames muñeca. Así no vas a poder ligar conmigo, te lo aviso.
-Pero si yo no quiero ligar contigo- se quejó Draco, desconcertado.
-No, claro, tú no me persigues, ni te me insinúas, ni haces que me siente contigo en la biblioteca, ni vas por ahí con mi libro favorito ni me obligas a aceptar una apuesta para verte con pantalones de cuero, ¿no?
-¿Yo? ¿Te has vuelto loc... Espera, espera. ¿Lo de los pantalones de cuero no era para una amig...?
-¡No me cambies de tema, Draco!- bufó Ginny, que estaba muy roja.
-¡No, no me cambies de tema tú!- estalló Draco.- ¡Estás como una campana! ¡Y yo más, porque te hago caso! ¡Ni te he perseguido, ni me he metido en tu vestuario, ni te he obligado a apostar conmigo! ¡Tú me has perseguido, me has utilizado, me has engañado, enam... metido en tu vestuario y...! ¿Por qué me miras con ésa carita ahora?- se detuvo.
Ginny se sonrojó.
-Es que estas muy guapo.
-Oye, no intentes distraerme. Sé perfectamente la pinta que hago en estos momentos, y no me vas a hacer creer que me encuentras...- se detuvo cuando Ginny le puso la pluma sobre los labios, y empezó a hablar con toda la seriedad del mundo.
-Está bien, imbécil, aquí se acaba la conversación surrealista. Me gustas. Incluso con el pelo verde, media cara rosa y la sonrisa de superioridad, me gustas. Sobretodo por la sonrisa. Tienes dos opciones: O te vas y te las ves con Snape o te quedas aquí y te las ves conmigo. ¿Entendido?
Draco asintió, anonadado.
-Muy bien- dijo ella alegremente, obsequiándolo con una de sus inmensas sonrisas.
Draco le devolvió la sonrisa casi inconscientemente y se miraron con esa ternura típica de los adolescentes.
-¿Pero- dijo ella tras unos instantes- a qué leches esperas para besarme?
Del rincón en el ángulo oscuro, de Madam Pince tal vez olvidadas, dos chicas comentaban un plan maquiavélico.
-A ver, repasemos: le tiro batido por encima, vuelve a las duchas, te dejo pasar, cambias los nombres de las taquillas con el hechizo... Te habré dejado tu uniforme en la taquilla... cuando se largue, retira el hechizo y escóndete.
-¿No crees que se dará cuenta? ¿Que me encontrará cuando me esconda o verá el hechizo o...?
-A ver, Kin, has llevado el plan hasta aquí. Tienes su pluma. Con Draco funcionó, ¿qué quieres que falle?- contestó la otra chica, impaciente por irse porque había quedado con cierto inútil cuyo pelo ya no era verde.
-Cierto. ¡Harry Potter, vas a caer a mis pies!- Pansy rió, y luego miró su pluma pensativamente.- El único problema es...
-¿Qué?- se preocupó Ginny, rascándose inconscientemente una marca en el cuello resultado de haber torturado a Draco a base de cosquillas de pluma.
-Que no me la puedo poner en el pelo...
Nota de la Autora:
Éste es el primer fic en español que termino... *llora desconsoladamente* Espero que os haya gustado y muchas gracias por vuestro apoyo y todos los ánimos que me habéis dado, cielitos... *abraza uno por uno*En pro de vuestra impaciencia por leer, me abstengo de comentar review por review, pero que sepáis que os adoro a todos, que hacéis que mirar mi correo valga la pena y que provocáis unos subidones de ego que ni los piropos de los obreros...
Mil gracias a todos los reviewers, entonces, y apunto aquí los del capítulo 2 porque volvieron y dejaron review otra vez o yo qué sé, sólo para que vean su nombre y se pongan contentos:
Amni
Elisabeth Turner1
Girlpotter
Cygni
Cintia
Akane-chan
La_Hechicera
Maika_Yugi
Patricya Weasley
Yussi
SHuAnA RuLA
Laura Granger
Júbilo
Miina
^nan^
Rakshah (y su review de 3 páginas)
mary-chan1
Igni
Sabina Evans
viena
Ran Mouri 1987
Agatha_NecroPrincess
Patricya Weasley (¡otra vez, gracias!)
Kama (o james)
Laura Weasley1 (a juego con la anteriormente mencionada Laura Granger)
Gwen de Merilon
Merinay
¡Gracias a todos otra vez!
No, no hay secuela.
On Air 5 está en proceso de finalización... Blanco y Negro 10, por desgracia, va a tener que ser reescrito a causa de una desconcertante abundancia de culebronismo. En fin.
Mientras tanto, ¿qué tal si dejáis review?
*reparte retazos de calzoncillos de Draco*