Anatomy of change.

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Suspiró de nuevo viendo esas marcas en su cuerpo.

De verdad, él quería salvar a No. 6, a su madre, a Safu, a Oba-sama, a todos lo que ahí habitaban; que no sufrieran el mismo fatídico final que Yamase… Pero eso sería condenarse a sí mismo, y a Nezumi. Pero sobretodo, condenar el final de algo que apenas había comenzado. Aunque Nezumi insistiera en que eran simples extraños. Él no lo veía así; sería como no aceptar que lo refugió en su casa cuando pequeños, cuando se dio cuenta que ya no estaba y sintió su corazón estrecharse, cuando mandó a McBeth con una carta para su madre diciéndole que estaba bien. ¿Qué pretendía? ¿De verdad que lo quería de enemigo? Sinceramente lo dudaba. O tal vez no, y simplemente no quería aceptarlo…

Volteó su reflejo hasta ver completamente su espalda, corrían como cadenas, como si estuviera ligado de alguna manera a salvar No. 6 de su destrucción. ¿Pero qué era realmente lo que debía hacer? ¿Debía realmente ir y salvar a la ciudad que le había visto crecer y luego exiliar para por último, pagarle con un crimen que no cometió? ¿O quedarse a ver el colapso de todo lo anterior? Suponía que la respuesta era obvia, pero no le convencía.

Todo por culpa de aquéllos ojos plata.

Aunque pensándolo bien; debería agradecerlo que le hubiera salvado, aun se preguntaba si aquél lugar del que el peli-azul había escapado y él había sido salvado sería tan malo, a juzgar por el balazo en el brazo de Nezumi, lo era. Apretó su costado donde una cadena de aquellas marcas se arremolinaba… No sentía nada, el peli-azul dijo que debía sentirse como un héroe por haber sobrevivido a aquélla infección… ¿Por qué todo lo que él decía tenía que surtir efectos en él? ¿Qué era? ¿Sus ojos? ¿La certeza de sus palabras? ¿Por qué la sensación hormigueaba en su pecho y revoloteaba sobre su estómago?

Buscaba que aliviaran su incertidumbre… estaba en la espada y la pared. Se sentía atraído hacia Nezumi ¿Pero acaso eso era más importante que miles de vidas? Por primera vez su mente no le halló respuesta a una pregunta de tal magnitud.

—Oye, ya déjate esas marcas. —dijo el peli-azul observándole con solo una toalla en los hombros y un pantalón casual. Shion lo vio por el reflejo del espejo. Siempre absorto en su mundo, sin preocupaciones. Inclusive había llegado a envidiarle por la forma en que manejaba todo sin remordimiento o nerviosismo alguno.

—Lo siento. —fue lo único que alcanzó a decir frente a la mirada viperina de la rata.

—Deberías sentirte orgulloso de llevarlas— pausó sentándose en la cama mientras secaba el cabello con la toalla en movimientos oscilantes—. Prueban que eres fuerte y que eres un sobreviviente de una infección mortal—. Aunque hubiera algo retorcido en aquéllas palabras, Shion se alegraba de que el peli-azul lo hubiese salvado. A pesar de los contratiempos y del dolor que aquello hubo significado. Seguía en pie gracias al joven que tenía al frente. Sonrió viéndolo a los ojos, definitivamente le gustaban aquellos sombríos y diabólicos ojos. No sabía por qué si llevaba muy poco de verlos, inclusive de saber de ellos… Aun así, ahí estaban frente a él, escudriñándolo de manera descarnada, intentando en silencio saber más de él…

Sabía que algo le incomodaba y por eso se comportaba así. Por eso no decía su nombre verdadero… Por eso seguían siendo simples extraños.

Porque él no sabía nada de Nezumi, aunque Nezumi supiera muchas cosas de él.