Capítulo 1—Príncipe de Ponta

Durante el período Heian en el año 794, tras la renuncia del emperador Kanmu a la Reforma drástica que tenía Japón en esos años, acabaron las luchas con otras naciones y se vivió un período más tranquilo.

Además de la supervisión de la nación por el emperador, Japón estaba compuesto por grandes territorios a lo largo del país que eran dirigidas por sus líderes correspondientes que gobernaban junto a sus esposas e hijos por largos períodos. Entre ellos, se encontraba el Reino Tenipuri, ubicado en la península de Izu, entre el monte Fuji y el océano Pacífico, era caracterizado por su diversidad climática. Dicho Reino, era liderado por el rey Mikiya Ryuzaki y su esposa Sumire, quienes vivían en un castillo rodeado por un hermoso bosque de resistentes árboles que florecían todo el año y daban frutos rojos.

Según las normas de la realeza, la familia Ryuzaki gobernaría hasta el día que su hijo cumpliera 17 años y entonces él podía hacerse cargo del trono, no obstante su único hijo había fallecido junto a su nuera en un gran incendio ocasionado durante la invasión de enemigos del norte que entraron al castillo vecino en que vivía Tenshi con su familia a saquear sus riquezas. No obstante, no todo estuvo perdido, dado que gracias a reanimaciones de los médicos reales su única nieta Sakuno de cinco años sobrevivió sin tener heridas letales.

Tras perder a sus padres, Sumire y Mikiya la criaron bajo la protección total del Reino Tenipuri, solicitando ayuda a diversos Samurai para que la protegieran de toda amenaza que se presentara en su contra.

Así fue como con el paso del tiempo, Sakuno creció aprendiendo todos los modales necesarios para ser una buena heredera.

En el castillo, existía una jerarquía para nominar a todos los encargados de velar por la familia Ryuzaki, por un lado se encontraban los Soldados reales, quienes se encargaban de velar por la vida de sus gobernadores, los cuales vestían armaduras equipadas, teniendo una sola misión proteger con su vida a los reyes. Sus antepasados habían muerto tras actuar como kamikazes para defender a sus señores, por lo tanto ellos estaban destinados a hacer lo mismo.

Por otro lado, se encontraban sus rivales los Samurais, quienes no dormían dentro del castillo con las comodidades que tenían los guardias reales, sino que vivían a la intemperie en las profundidades del bosque. La diferencia entre ambos era notoria, ya que ellos eran entrenados para asesinar a cualquier persona que osara atacar el castillo sin fundamento y en lugar de dar su vida contra los gobernadores, le daban honor a Tenipuri, siendo ellos los únicos que podían ejecutar a otros y jamás ser heridos por los enemigos.

Dentro de los Samurais oficiales se encontraba "Seigaku", liderados por Tezuka Kunimitzu, un joven alto de veinticinco años, cabello castaño claro como la misma arena, conocido por ser el mejor espadachín de todos los que estaban a su cargo. Tenía un carácter fuerte y sereno que obligaba que todos lo respetaran sin importar su rango.

Gracias a sus habilidades, fue asignado a un grupo de Samurai con quienes ha trabajado toda la vida. Entre ellos, se encuentra Fuji Syusuke, un joven de su misma edad, cabello castaño y ojos azules que sólo han sido vistos por el enemigo, ya que los deleita con su mirada antes de asesinarlos. Fuji es conocido por dominar su katana con precisión y su gran concentración en una batalla, siendo capaz de igualar los movimientos de sus enemigos. Sin embargo, su personalidad varía dependiendo de la persona que se encuentre, ya que si bien con sus enemigos puede ser una persona despiadada y temible, frente a sus compañeros cercanos es un chico alegre y reflexivo.

Otro integrante de Seigaku era Eiji Kikumaru, un pelirrojo de veinticuatro años, alegre que suele combinar sus movimientos acrobáticos con la katana, con el objetivo de confundir a sus enemigos con facilidad, creando una ilusión óptica de hacer creer a sus adversarios que se multiplica a través de su impresionante velocidad.

Oishi Syuichiroh, un chico de cabello negro, que suele mostrarse pacífico y preocupado por el bienestar de sus compañeros, suele sincronizarse junto a Eiji (su mejor amigo) para atacar a sus enemigos y cortarlos con su katana de doble filo.

Inui Sadaharu, es el estratega que todo grupo debe tener, no sólo planifica el entrenamiento de sus compañeros, sino que también realiza sus ataques a través de cálculos matemáticos.

Momoshiro Takeshi, un chico alegre, bromista y distraído, suele esconderse en los arbustos para lograr una mayor concentración y atacar al enemigo, utilizando su increíble con la katana y dejar inconsciente a los enemigos.

Mientras que por otro lado, Kaidoh Kaoru es un Samurái de cuidado, amargado y serio que es apodado "La serpiente" por su habilidad de elongación y resistencia, además de atacar a sus enemigos sigilosamente.

Kawamura Takeshi, es un chico de veintitrés años que suele ser alegre y timido cuando está con sus compañeros, pero cuando domina la katana pareciera ser que su personalidad cambia drásticamente a un chico extrovertido, fuerte y energético que no le deja escapatoria a cualquiera que se le acerque.

Otros servicios con los que cuenta el castillo, son las encargadas de poner orden en el castillo en cuanto a la limpieza, ayudar a vestirse a sus señores y hacerse cargo de los jardines, como es el caso de la familia Osakada.

Un día, mientras Sakuno-Hime disfrutaba de una linda tarde junto a sus amigas de toda la vida, Ann Tachibaba hija de familia de soldados reales y Tomoka Osakada, hija de sirvientes. Un chico de cabello castaño apareció ante ellas, se trataba de Horio, un sirviente de su misma edad que siempre aparecía a entregarles noticias, pero esta vez no se veía radiante como en otras ocasiones por haber descubierto algo, sino que se veía triste y preocupado.

—Hime-Sama ha ocurrido algo terrible, debe volver al Castillo inmediatamente.

— ¿Qué sucede? Horio-Kun. —Preguntó la princesa.

—El rey...su abuelo ha sufrido un infarto, ahora está siendo atendido por los médicos reales.

— ¿Qué? ¿Cómo es posible?—Exclamó asustada la castaña

Tras hacer una leve reverencia a sus amigas en forma de disculpa, corrió hacia el Castillo en compañía de Horio, estaba tan asustada que su corazón palpitaba como nunca, sabía que su abuelo estaba enfermo, pero no esperaba que le ocurriera tal cosa. Luego de subir muchos escalones, logró llegar a los aposentos del Rey, donde se encontraba Sumire siendo consolado por unos sirvientes, mientras veía como unos soldados llevaban en una camilla una figura siendo cubierta con una sábana blanca, asustada caminó hacía ella, temiendo lo peor.

—Abuela, Horio-Kun me contó sobre lo que sucedió y...

—Sakuno, tu abuelo no sobrevivió.

— ¿Qué? Eso no es cierto... ¿Es una broma verdad?—Miró hacia todos suplicando que fuese mentira lo que había escuchado, pero sólo logró ver como el doctor negaba con la cabeza, afirmando lo que su abuela había dicho.—N-No entiendo...¿Cómo sucedió? Si él estaba bien hace unos días, incluso esta mañana lo estaba.

—Tu abuelo...estaba enfermo hace meses, sabíamos que esto sucedería, pero no creíamos que sería tan pronto.

— ¿Qué? ¿Porqué no me lo habían comentado?—Sintió como sus mejillas se empapaban de lágrimas y sus piernas se aflojaban. — ¡¿Cómo pudieron ocultarme esto?!

"Porque era lo mejor..." Susurró Sumire por última vez antes de desaparecer en el pasillo, acompañando el cadáver de su esposo, dejando a la castaña de dieciocho años derrumbarse en el piso. Sus dos amigas corrieron a levantarla en cuanto la vieron, pero no lograron hacerlo, porque la castaña sólo se atrevió a ocultar su rostro de los demás para llorar desconsoladamente, recordando todo lo que había vivido con él.

Era una mujer adulta, lo sabía desde que había cumplido esa edad hace cinco meses, pero a pesar de eso, no podía mantenerse serena ante lo que estaba viviendo, porque tenía sentimientos y le dolía la pérdida de su abuelo más que a nadie, incluso sintió que Sumire, su propia abuela había llorado menos que ella. Sabía que debía mantener la compostura, siendo ahora la Reina viuda de Tenipuri, pero aún así no comprendía cómo podía hacerlo si se suponía que lo amaba.

Dos meses después de su muerte, la castaña fue llamada a la habitación de su abuela, dado que debía comunicarle una importante noticia. Extrañada se dirigió hasta a sus aposentos a ver qué era lo que debía decirle. Sakuno sabía analizar a las personas a través de sus posturas, gestos e incluso modales, sabiendo si las personas ocultaban algo o si estaba frente a una mala noticia. Esta vez infería que dicha noticia la involucraba a ella y cambiaria su vida totalmente.

—Sakuno, te he llamado porque tengo algo importante que decirte.—Habló Sumire, pidiendo que se sentara a su lado.

— ¿De qué se trata? Abuela.

—Tras la muerte de tu abuelo, me he distanciado un poco de ti, dado que he tenido que aprender a gobernar sola, lamento mucho eso. —Admitió triste. —Como bien debes saber, si el rey a cargo fallece y no hay heredero al trono, la Reina debe tomar su lugar gobernando sola como lo he hecho o puede darle el título a alguien más joven para que cumpla su cometido.

—S-Sí...lo sé muy bien.—Asintió confusa sin entender a qué la había citado

—Pues como yo ya estoy vieja para este puesto, he decidido que tú serás mi sucesora...—Al ver como su nieta habría los ojos de par en par, prosiguió. —Si tu padre estuviera vivo, él se haría cargo de todo, pero como no es el caso, tú sigues en la línea de la realeza, por ello he anunciado que será así.

— ¿Qué? Pero no soy la indicada para ese puesto, no me siento preparada para gobernar, además es contra las reglas que gobierne sola y no tengo a nadie que estime demasiado como para que esté a mi lado.

—Lo sé, es por eso que he decidido que contraerás matrimonio con el Príncipe de Ponta, él es un chico muy inteligente y audaz, de seguro será el indicado para ti.

— ¿Eh? Pero nunca he hablado con él. —Se sonrojó. —Además...no siento nada por él.

—Estoy al tanto de todo, pero no te preocupes habrá tiempo para conocerse mañana y podrán crear un lazo algún día.

— ¿Mañana? Es demasiado pronto

—Así es, ya te dije que tu abuelo sabía que esto ocurriría, por ello habíamos conversado que si esto llegaba a suceder, tú deberías casarte con él y ascender a Reina.

—P-Pero...yo no quiero casarme con él.

—Yo tampoco quería casarme con tu abuelo en un principio, pero nuestros padres lo concertaron de ese modo y con el paso del tiempo aprendí a quererlo. Tú podrás hacer lo mismo, te lo aseguro. Además ya sabes cómo son las reglas.

—S-Sí...lo sé. —Pero no podía entenderlo, ella no estaba lista para casarse ni mucho menos para ser Reina.

—La boda se llevará a cabo en un par de días...debes lucir bien para ese entonces.

Dichas esas palabras, la castaña se retiró sin decirle nada, sabía que algún día sucedería algo parecido, desde pequeña le habían inculcado que debería casarse con alguien concertadamente, pero lo veía tan lejano, que creía que ese día nunca llegaría. No entendía como las princesas podían acostumbrarse a esa norma año tras año, no estaba dentro de sus planes casarse, y si lo hacía en alguna ocasión, quería hacerlo con alguien que en verdad amara, pero no era el caso lamentablemente, estaba condenada a ese destino, todo por haber nacido en esa época de sentimientos tan fríos.

En otra parte de Japón, en la región oriental de Ehime, se encontraba el Reino Ponta, rodeado por la llanura de Niihama. Era conocido por poseer un buen clima y por tener la mejor cosecha de uvas rojas. Gracias a su sabor, solían preparar un vino delicioso y también preparaban refrescos que llevaban el mismo nombre del Reino en honor a su origen.
Su líder, el rey Nanjiro Echizen era un hombre fuerte de cuarenta y cinco años, alto,despreocupado y a veces un poco pervertido, viudo de su esposa la anterior Reina que falleció tras dar a luz a su único hijo, un chico de cabello negro y ojos ámbar de dieciocho años. Era llamado Ryo-Sama por sus súbditos como un modo de cortesía hacia el príncipe, olvidando cual era su verdadero nombre.

Ryoma Echizen había sido criado desde muy pequeño con órdenes estrictas de su padre sobre no socializar con nadie, para dedicarse únicamente en su entrenamiento y ser el más fuerte del Reino, respetando por supuesto todas las normas que le dictaban en el castillo. Esto le permitió desarrollar una mente brillante y estratega, capaz de dirigir a todo un ejército. Pero al mismo tiempo, adquirió una personalidad fría, engreída y apática que muchos temían.

Muchas chicas se interesaran en él, atraídas no sólo por su puesto en la realeza, sino también por su belleza y su gran inteligencia. Aún así, él rechazaba a todas sin importar si rango en la sociedad ni mucho menos si belleza. No estaba interesado en el amor, además no solía relacionarse con chicas. Solía asistir a fiestas por ordenes de su padre, pero no interactuaba con nadie, sólo hacía acto de presencia acto por unas horas y luego desaparecía a practicar su verdadera pasión... el tenis, un deporte que no todos apreciaban por la época en que se encontraban, pero el practicaba a menudo, ya fuera solo como con su padre.

Aquel día, se encontraba jugando en el jardín tenis, cuando de pronto notó que todos los guardias se formaban en filas para dar paso a su padre, quien en lugar de unirse a su juego como solía hacerlo, lo observaba con seriedad como si tuviera algo que decirle. Dejó su raqueta sobre una bandeja de hierro y tomó una toalla que uno de sus sirvientes le ofrecía para secar su sudor. Entonces lo acompañó hacia unas bancas de cemento para escucharlo, mientras bebía agua cristalina en una copa.

—Debo darte una gran noticia, Ryoma. —Sonrió— Mañana iremos a Tenipuri.

—¿Tenipuri? ¿El Reino que se encuentra cerca del Monte FujI?

—Así es, parece que lo conoces bien...

—Sí, he oído algunas cosas sobre él

—Que bien que lo conozcas, porque hemos realizado una alianza con la Reina de Tenipuri, de modo que se unan ambos reinos.

—¿Te casarás con ella?

—No, tú lo harás con su nieta. —Sentenció, viendo como sus ojos se abrían de par en par. —Está todo preparado, mañana se conocerán y dentro de unos días se realizará la boda.

—Eso quiere decir que...Ponta desaparecerá

—No necesariamente, como te he comentado, no estamos muy bien económicamente, por ello si nos aliamos a Tenipuri, podremos establecernos. Así que mañana deberás llevarte bien con ella ¿Lo has entendido?

—Lo intentaré.—Suspiró

—Debes hacerlo, después de todo pasarán toda la vida juntos...

Nanjiro se marchó, mientras Ryoma lo miraba con odio, nuevamente lo había hecho...arruinar su vida otra vez y obligarlo a hacer cosas que no deseaba, estaba aburrido de eso.
Lo único que le aliviaba era saber que si se casaba con cierta chica, no tendría que volver a Ponta jamás y podría dejar de ver a ese estúpido vejestorio todos los días sin descanso.

A la mañana siguiente en el Reino Tenipuri, todos en el castillo corrían de un lugar a otro para recibir a los huéspedes de Ponta, dado que Sumire había dado órdenes claras y estrictas de que debían ser tratados como si se tratara de ella, dado que pronto sus familias se unirían y ocuparían puestos importantes en su Reino.

Sakuno se encontraba en su habitación luciendo un hermoso vestido rosa, sentada frente al espejo, mientras su amiga Tomoka le cepillaba el cabello intentando animarla, pero sólo la veía suspirar con tristeza.

—Al fin las encuentro. —Apareció Ann, entrando a la habitación con una sonrisa.—Ryuzaki-Sama me ha pedido que te apresures, porque al parecer los invitados llegarán dentro de poco. —Al ver su semblante, su sonrisa se esfumó y cerró la puerta tras ella. — ¿Porqué luces tan triste? Precisamente hoy que conocerás a tu prometido.

—Esa es una de las razones por las que me siento así, porque no estoy de acuerdo con este matrimonio. No quiero casarme con un desconocido ni mucho menos por una tonta alianza...—Susurró.

—Lo sé, pero lamentablemente las reglas fueron escritas de ese modo.—Suspiró Ann

—Para mi han sido escritas de ese modo por mis antepasados y han trascendido hasta ahora sin tomar en cuenta siquiera la opinión de las Princesas que hemos sido condenadas a acuerdos de este tipo. En cambio ustedes, son afortunadas de nacer libres de ésta desgracia y pueden decidir con quién desean pasar su vida.

—Pero eso es porque somos plebeyas, es decir yo lo soy...Ann-chan es familiar de los soldados.

—Es cierto que no hay ninguna norma para nosotras, pero mis padres también son injustos, quieren que me case con alguien de clase alta o un miembro perteneciente a los soldados reales, pero no es lo que deseo para mi futuro.—Susurró triste Ann, mientras miraba por la ventana.

—Me pasa algo similar con mi madre, aveces se muestra muy interesada por los chicos de clases altas, piensa que si logro estar con uno de ellos, saldremos de la pobreza y encuentro que está muy equivocada.

—Pero pueden protestar por eso, yo no, estoy obligada a casarme con un desconocido, apenas sé su nombre y no he hablado jamás con él.

—¿Y cómo es?—Sonrió Tomoka—¿Es guapo?

—No lo sé, no lo veo desde que éramos unos niños, pero era muy frío y arrogante con las chicas.

—¿Entonces es un príncipe engreído?—Bufó Ann—Eso si que sería un mal partido para ti, eres tan honesta, humilde y amable, no sé como podrás tolerar a alguien así.

—He sentido un ruido, parece que han llegado.—Bajó la voz Tomoka para acercarse al balcón a mirar—Ohh ya han llegado y en verdad es muy guapo.

—¿De verdad lo es?—Sonrió Ann curiosa a mirar por la ventana—Es verdad, muy guapo.

—¿Ya ha llegado?—Preguntó triste, deseando no bajar nunca, no quería verlo ni mucho menos entablar una conversación con él.

—Si, es hora que bajes...si no lo haces, Ryuzaki-Sama podría enfadarse.—Habló la castaña que llevaba dos coletas en el cabello.

—Tienes razón, Tomo-Chan—Susurró triste la castaña. —Pero...¿No pueden acompañarme?

—Por mi parte no puedo, Ryuzaki-Sama se enfadará mucho si me ve ahí, en lugar de estar cumpliendo con mis tareas.

—Es verdad...yo podría acompañarte hasta el salón, pero después debo ir a entrenar con mi hermano.

—Está bien, vayan ustedes. Suerte Sakuno-Chan. —La animó Tomoka

Ambas asintieron para caminar hacia la escalera, Sakuno estaba tan nerviosa que sentía su corazón agitado, no quería bajar, sentía deseos de salir huyendo, pero sabía que si se rehusaba a hacerlo, tarde o temprano su abuela la encontraría y la obligaría de igual a forma a casarse con dicho desconocido.

Al llegar a la planta baja del castillo, Ann le deseo suerte y desapareció en el pasillo, ya que no podía acompañarla más. Sakuno asustada tomó aire para dirigirse al salón, allí se encontró con su abuela sosteniendo una taza de café frente a sus invitados que se encontraban sentados en el sillón color crema comiendo algunos bocadillos.

Al sentir su presencia, todos se levantaron y Sumire hizo los respectivos honores de presentar a su nieta a los invitados. Nanjiro le dedicó una amplia sonrisa, haciendo una reverencia como un acto cordial que acostumbraban a hacer y le dedicó una mirada a su hijo para que la saludara adecuadamente.
El silencio los invadió por unos momentos, sus amigas tenían razón en verdad era guapo, lucía un traje digno de un príncipe, llevando además zapatos negros bien lustrados. Su cabello negro parecía liberar destellos verdes con la luz que se colaba por la ventana, mientras sus ojos eran de un color ámbar intenso que seducía a cualquiera, sin embargo su mirada mirada indiferente le hizo retractar a lo pensado.

—Él es mi hijo...—Habló Nanjiro, esperando que su hijo reaccionara adecuadamente con tal presentación.

—Es un gusto conocerlo, mi nombre es Sakuno Ryuzaki.—Fingió una sonrisa la castaña, esperando que pronto terminarán aquella presentación, se sentía demasiado nerviosa para permanecer de pie.

—El gusto es todo mio.—Besó su mano, tal como le había enseñado su padre y la observó en silencio, detectando como un leve sonrojo aparecía en sus mejillas.

Sumire anunció que era hora de comer, por ello caminaron hacia el comedor, para disfrutar del banquete que los esperaban.
Nanjiro presumió de todas las hectáreas de uva que tenía, además de las ventajas que tenía El Reino de Ponta por estar ubicado entre las llanuras de Niihama.
Ryoma ignoraba sus intentos por querer impresionar a los demás, sabía que apesar de todo, su situación económica no era la mejor en esos momentos. En cambio, la castaña se dedicaba a escuchar atentamente cada palabra que decía su futuro suegro, impresionada por todo, había escuchado rumores sobre que Ponta era conocido por sus uvas, pero no sabía que estuvieran produciendo un refresco así, sentía curiosidad de saber cómo era, había probado diversos vinos y jugos, pero jamás algo así.

Tras terminar la comida, Sumire le sugirió a su nieta que fuera a recorrer el Reino junto a su futuro esposo, quería negarse a tal cometido, pero no fue capaz al encontrarse con la mirada fulminante de su abuela. Caminó en silencio junto al ambarino que parecía analizar cada rincón del Jardín, como si nunca antes hubiese estado en uno. El silencio comenzaba a atormentarla, sabía que si no rompía el hielo pronto, después sería peor...sabiendo que los obligaban a pasar la noche juntos para el día de su boda.

—¿Cómo es la vida en Ponta? He oído muchas cosas de allí...

—Pensé que habías oído suficiente en la comida, parecías atenta a cada palabra que decía mi padre.—Susurró, viendo como la castaña desviaba su mirada nerviosa y recordó que debía intentar llevarse bien con ella.—Ponta no es muy distinta a Tenipuri...Lo único que nos diferencia es la ubicación y la diversidad climática que poseen, he escuchado que aquí llueve más seguido.

—Sí, es verdad.—Asintió intimidada por su mirada, no sabía de qué hablar, él parecía tan frío, no sabía como podría estar al lado de una persona que actuaba así. Fingió una sonrisa para proseguir, debía hacer todo lo que estuviera a su alcance para poder entablar una buena conversación.—Pero eso no significa que Tenipuri sea triste, es realmente radiante y hermosa en Primavera...cuando los árboles florecen, pareciera que el viento jugara con ellos, permitiendo liberar hermosos pétalos que caen en el bosque como lluvia.—Sonrió, viendo como él la miraba extrañado, nuevamente había dejado llevar por su amor hacia la primavera.

—Nunca había oído una descripción semejante de la primavera. Al parecer posees una gran imaginación.

—Lo siento, me dejé llevar por mi amor hacia la primavera.—Rió nerviosa.

—Lo noté.

—¿Cuál es tu estación favorita?—Preguntó, haciendo caso omiso a su comentario.

—Invierno...

—Es linda esa estación, especialmente cuando se pone a nevar.—Sonrió

—Sí...—Asintió, esperando que con eso se diera por finalizada la conversación, todas las chicas eran iguales, hablaban demasiado.

—¿Cuál es tu verdadero nombre? Siempre escucho que te dicen Ryo-Sama, sé que por cortecía no se debe decir por el nombre en la realeza, pero al menos quisiera saber cuál es el nombre de quien será mi esposo.

—Nunca imaginé que a alguien le interesaría saberlo...—Susurró, viendo como permanecía en silencio, esperando su respuesta.—Está bien...es Ryoma Echizen.

—No entiendo porque nadie te llama así, Ryoma-Kun...¿Puedo decirte así?

—Como quieras. Nadie lo hace, porque no es necesario llamar por los nombres ¿Tus sirvientes como te dicen?

—Hime-Sama algunos, pero he acostumbrado a la mayoría a llamarme por mi nombre.

—¿Lo aceptas? No deberías, considerando las leyes.

—Para mi no lo es, muchos de ellos son mis amigos y no me gustan que me traten con tanto respeto.

—Qué extraño pensamiento tienes, creí que todos los reinos trataban igual a sus subditos.

—No porque sean de clases bajas podemos pasarlos a llevar, son personas igual que nosotros ¿no?

—Es verdad, pero son diferentes a nosotros. —Musitó, no podía creer que existiera una chica que cuestionara los tratos que imponian los Reinos.

—No del todo...

—Puede que tengas razón...—Suspiró—Creo que he recorrido suficiente, regresemos.

—Está bien.

Al regresar, Sumire le pidió a unos sirvientes que condujeran a Ryoma hacia sus aposentos. Sakuno lo siguió con la mirada hasta que no quedó nada de su silueta. Tomoka y Ann aparecieron a su lado para llevarla a su habitación a que se cambiara de ropa y aprovechar las circunstancias para charlar un rato sobre su prometido. No obstante con su escasa conversación, sólo podía presumir que sabía su nombre, ya que sobre él en verdad no sabía nada.
La disposición que habia tenido con ella, demostraba que no tenía interés alguno por el compromiso y sólo cumplía con las ordenes de su padre, de la misma forma que lo hacía ella con su abuela.

A los pocos minutos, entró Sumire curiosa por la misma razón que sus amigas, quería saber todo lo que habían hablado y descubrir cómo era su relación. Escuchó el discurso honesto que le daba su nieta sobre lo que había percibido sobre él y los malos augurios que tenía del futuro a su lado, pero aquello no fue suficiente para acabar con las esperanzas de la Reina ante el compromiso acordado. Sumire actuaba como siempre con perseverancia, asegurando que las cosas mejorarían con el paso de los días y que algún día terminarían perdidamente enamorados el uno del otro.

Sus palabras de consuelo no fueron lo suficientemente buenas para alentar a su nieta que ya había descartado esa posibilidad de su mente, lo había visto una vez y ya se había percatado que su relación era imposible ¿Cómo dos personas tan opuestas podrían ser el uno para el otro? Había escuchado que los opuestos se atraían, pero ellos ni siquiera coincidían en algo, eran totalmente distintos.

Los acontecimientos permanecieron de la misma forma con el paso de los días, siendo tormentoso para la castaña, porque por más que intentara entablar una buena conversación con su futuro esposo, sólo conseguía que menos deseos sintiera de seguir esperando algo más del Principe de Ponta.

Pero entonces, una tarde se encontraba junto a sus amigas en su habitación, cuando inesperadamente llamaron a la puerta "¿Quién será?" Se preguntaban todas confusas, cuando Tomoka corrió a atender la puerta como la sirviente que era, se encontró con los ojos de Kachiro, otro de los sirvientes que velaban por la vida de la Princesa.

—Esto es para su majestad. —Habló Kachiro entregando un sobre sellado.

—Gracias, se la daré ¿Quién la envía?

—Ryo-Sama.

Kachiro se retiró para que las chicas leyeran la carta. Sakuno leyó con cautela sus palabras, poseía una letra fina, digna de una buena caligrafía y ortografía, además se veía breve, pero concisa:

Querida Sakuno

Me disculpo por todo lo que te he hecho pasaren estos últimos días,no justifico mi conducta y comprendo si estás molesta conmigo. Sin embargo, considero de suma importancia que nos reunamos a hablar esta tarde para aclarar las cosas y puedas perdonarme.

Te espero a las 19:00 en la entrada del Jardín.

Se despide

Tu prometido

RyomaEchizen.

Luego de leer el mensaje, miró con sorpresa a sus amigas, no entendía el porqué había cambiado tan drásticamente su comportamiento ¿Acaso su padre lo había obligado a escribir semejante carta? ¿O acaso alguien más lo había hecho? Lo que más le extrañaba, era la forma en como estaba escrito el mensaje, se había maravillado con el modo en que había escrito cada palabra. Uno de sus grandes secretos era que amaba los chicos que tuvieran el don de escribir perfectamente, ya que muchos utilizaban a sus sirvientes para que escribieran por ellos y rara vez alguien manifestaba sus sentimientos con su propia letra. Pero sabía que esa letra no correspondía a ningún sirviente ni mucho menos a Nanjiro, sino que parecía haber sido escrita por él. Suspiró, debía ir, después de todo era su prometido y debían aprender a conocerse, considerando que dentro de unos días estarían casados.

Continuará...

Hola! Cómo están? Espero que bien, esta historia comencé a escribirla en fanfiction hace un tiempo y ahora al igual que fight of Destiny estoy editandola, salvo que ahora con el propósito de terminarla como corresponde. Siento que tuve algunas fallas en el orden de los acontecimientos, por ello voy a editarla en ambos sitios y la divulgaré aquí para poder finalizarla a futuro.

Esperando que les guste y comenten.

Mi página de Facebook es Hinata-Sakuno fanfiction

Saludos! :)

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