¡Hola! Esta es la primera vez que escribo un fic, disculpen los errores de ortografía y én es probable que los personajes me hayan quedado un poco o mucho OC...pero bueno XD hice lo que pude.

¡Espero les guste!

Disclaimer: Kuroko no basuke no me pertence.

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"Oh no, no otra vez…" Pensó Kuroko.

Acababan de terminar la práctica de baloncesto y todos estaban en los casilleros listos para tomar una ducha. Kuroko se preparaba para quitarse la ropa cuando se dio cuenta que había estado mirando detenidamente a Kagami. Esto generalmente no sería un problema, además debido a su débil presencia nadie notaba lo que estaba haciendo. El problema era que últimamente observaba al pelirrojo y no se daba cuenta de que el tiempo pasaba, era como si lo viera en camera lenta, como una escena erótica de alguna película. Además, la parte inferior de su cuerpo parecía reaccionar también.

De manera que decidió esperar a que todos salieran de las duchas para entrar. Definitivamente no era buena idea entrar ahí con una erección. Estaba bien que era el chico invisible, pero probablemente se haría notar como una persona normal si se le ocurría ingresar a las duchas en tal estado.

"Esto no está bien." Se dijo internamente el peli azul. "No quiero volver a pasar por lo mismo…" Cerró los ojos, suspiró fuerte y tragó saliva. Trató de recordar rápidamente todo lo que había sufrido los años anteriores, definitivamente no quería repetirlo.

Enamorarse de un hombre, de uno de sus mejores amigos, y para ser más específico, de su luz. Creía que ya había aprendido la lección, lo doloroso que había sido, y que jamás se volvería a repetir. Sin embargo aquí estaba, totalmente embelesado con Kagami Taiga justo un año después de haber jurado nunca más volvería a hacer.

Kuroko agradecía infinitamente tener la habilidad para no mostrar sus emociones. Hasta había aprendido a valorar su "don" de poder desaparecer cuando se le diera la gana. Así el chico permanecía siendo un misterio y casi nadie podría descifrar que pasaba por su mente.

-Oi Kuroko, ¿qué estás haciendo aquí eh?- Preguntó Kagami a su sombra.

-eh?- Musitó el chico con sorpresa. Esta era una de las pocas veces que el pelirrojo lograba sorprenderlo, estaba tan sumergido en sus pensamientos que no se dio cuenta cuando fue que Kagami había regresado y estaba sentado al lado de él, viéndolo extrañado.

-¿Te quedaste dormido o qué demonios Kuroko? Anda ve a ducharte para poder irnos.- Ordenó Kagami. –Tengo hambre, vamos a Maji saliendo de aquí.-

Kuroko solo asintió, agradeció internamente que su pequeño problema ya había desaparecido, así que ahora podría ducharse sin miedo. Pero cuando volteó hacia Kagami, se quedó nuevamente, todo lelo observándolo. Kagami estaba tan cerca, semidesnudo con solo una toalla en su cintura. Había gotas de agua en su piel y cabellos, acentuando aún más su sensualidad. Tenía un cuerpo perfecto. Kuroko no sabía si lo envidiaba o lo admiraba, fuera como fuera, no podía dejar de mirarlo.

Para Kagami. Kuroko solo lo estaba observando fijamente. "Ahora que le pasa a este… de seguro se agotó en el entrenamiento y se está quedando dormido con los ojos abiertos." Pensó el chico alto con molestia.

-¡Oi! ¡Que te duches te digo!- Gritó el pelirrojo dándole un golpe al chico de baja estatura en la espalda.

-Au…- Kuroko al fin salió de su trance, sobando el lugar donde había recibido el golpe. Agradeció que Kagami lo hubiera hecho, de lo contrario se hubiera vuelto a emocionar y hubiera tenido que aplicar misdirection para desaparecer. –Eso no era necesario Kagami-kun…- Dijo tratando de sonar resentido.

-¿Haa? Pero si llevas media hora en bobolandia – Respondió el alto.

Kuroko aprovechó para darle un golpe en la costilla. Instantáneamente Kagami se retorció del dolor.

-M-maldito K-kuroko me las vas a pagar…- Dijo el pelirrojo. Odiaba cuando Kuroko aplicaba ese golpe tan doloroso. Y a pesar de que lo conocía perfectamente, no podía hacer nada para detenerlo pues el chico siempre usaba el factor sorpresa.

Cuando Kagami quiso agarrarlo el ojiazul ya no estaba en la habitación. -¡Ah Kuroko!, vas a ver cuando te agarre!- gritó el chico aunque ya nadie estuviera ahí. A pesar de que lo dijo con molestia, en su cara había una sonrisa y comenzó a reír suavemente. Definitivamente con Kuroko nunca tenía un día aburrido, aunque debido a su timidez y a que siempre le gustaba hacerse el duro, nunca lo admitiría abiertamente.

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Kuroko entró rápidamente a las duchas y comenzó a bañarse. Todos los demás del equipo que aún continuaban ahí no notaron su presencia, claro, hasta que alguien notaba que algo faltaba y hacía la típica pregunta -¿Oigan, Y Kuroko?-

-Hmm, creo que Kagami-kun fue por él.- respondió Kiyoshi.

-Ano, aquí estoy.- Dijo el chico con su voz habitual.

-¡W-WAAH!- Gritaron los demás sempais, algunos saltando en el proceso.

-¡KUROKO! ¡Tienes que dejar de hacer eso fuera de la cancha sabes! Un día de estos nos vas a matar de un susto!- grito Hyuuga.

-Pero, yo ya estaba aquí.- Dijo el chico con su respuesta típica.

-¡Aun así! ¡De vez en cuando hazte notar!- Respondió su sempai.

-Oi Oi Hyuuga, no te enojes con el chico. Él no tiene la culpa de ser así.- Respondió tranquilamente Kiyoshi.

-¡Agh tu cállate Kiyoshi!- Respondió aún más enojado el capitán del equipo.

-Are? ¿Ahora estás enojado conmigo?- Preguntó inocentemente el alto.

-Contigo SIEMPRE estoy enojado.- Le dijo Hyuuga con despreció.

-Eso duele Hyuuga, yo no te he hecho nada.- respondió el otro, fingiendo que le dolían las palabras de su capitán.

A pesar de que la pelea continuó, Kuroko había terminado de ducharse. Él sabía que sus sempais se llevaban muy bien y se tenían bastante cariño, aunque a Hyuuga-sempai le gustara demostrar lo contrario. "Hmm… a veces me recuerda un poco a Midorima-kun." Pensó Kuroko con una sonrisa.

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Regresó al cuarto de los casilleros esperando encontrarse con Kagami, el cual no estaba en el lugar. "Quizás me está esperando afuera." Pensó.

Se apresuró a secarse y cambiarse. Una vez que ya tenía todo listo para irse salió del cuarto. Al parecer Kagami no estaba en el pasillo ni en la cancha. Kuroko salió del gimnasio, estaba seguro que Kagami no se iría sin él. Aunque sabía perfectamente que el pelirrojo no sentía para nada la misma atracción que él había comenzado a desarrollar, estaba seguro de la amistad y apreció que le brindaba. El peliazul se detuvo en seco cuando vio a su amigo, en el patio de la escuela bajo un árbol, hablando con una chica.

Kuroko sintió como si le oprimieran el pecho. No tenía que ser un Sherlock Holmes para darse cuenta de qué era lo que estaba sucediendo. Estaba a punto de darse la vuelta y marcharse cuando una sensación lo invadió por completo, celos. Estaba seguro que no podía hacer nada al respecto, ni tenía porque enojarse, era natural que tarde que temprano las chicas comenzaran a fijarse en Kagami.

El As del equipo Seirin, ahora campeones nacionales. Quizás el pelirrojo no era tan guapo como Kise, pero no se quedaba nada atrás. Eso más su cuerpo de atleta, su altura y el hecho de que venía de América lo hacía irresistible para las chicas. Kuroko sintió otra cosa, curiosidad. Quería acercarse y escuchar su conversación. No era lo correcto, lo sabía perfectamente pero sus pies comenzaron a moverse en esa dirección. Con sus poderes de invisibilidad, no fue nada difícil acercarse lo suficiente para oír y esconderse en un arbusto cercano.

-Ah-ah..p-pues… emm… gracias pero yo, no sé qué decir, este…- Decía nerviosamente el pelirrojo rascándose la cabeza.

-N-no tienes qué corresponder a mis sentimientos Kagami-kun… pero si te pido que los consideres y, q-q salgas conmigo…para que me conozcas. S-si a ti te parece claro.- Respondió la chica que se veía todavía más nerviosa que Kagami. Kuroko frunció el ceño al escuchar sus palabras.

Desde su escondite podía verla. Era más o menos de su estatura, quizás un poco más alta. Cabello negro y largo hasta media espalda. Esbelta, y al parecer tenía una cara simétrica, lo cual significaba que era bonita. Kuroko no se explicaba porque estaba una chica a esas horas de la tarde en la escuela, los del equipo de baloncesto eran los últimos en irse, casi siempre los estaban corriendo porque ya era hora de cerrar. ¿Acaso la chica había esperado todo ese tiempo para hablar con Kagami-kun? Pensó Kuroko molesto.

-Emm… pues..s-si…- Tartamudeó el alto. El ojiazul sentía como si le atravesaran el corazón.

-Di-digo n-no- Volvió a tartamudear el chico. Kuroko sintió una pequeña alegría, quizás Kagami-kun solo tenía baloncesto en la cabeza y no querría salir con esa chica.

-N-no no sé…- Dijo finalmente, dejando a Kuroko mortificado, un no sé era como un tal vez… o sea que no estaba descartando la posibilidad.

-A-am, si te parece, ya que terminaste tu práctica ¿p-podríamos caminar hasta la estación o-o, podríamos ir a comer una hamburguesa?- Preguntó la chica abriendo sus ojos con esperanza.

Kagami no sabía que responder, ni cómo actuar. A pesar de venir de América era la primera vez que una chica se le declaraba, estaba tan nervioso que solo pudo asentir con la cabeza. Se había olvidado completamente de que le había dicho a Kuroko unos minutos atrás que fueran a Maji.

La chica dio una gran sonrisa -¡Genial! Muchas gracias Kagami-kun- y de la emoción abrazó al chico. El pelirrojo se quedó petrificado y rojo como jitomate. Cuando la muchacha cayó en lo que estaba haciendo, soltó inmediatamente a Kagami y comenzó a decir un montón de disculpas sin sentido. Ambos comenzaron a caminar hacia la salida de la escuela, nerviosos, pero para alguien como Kuroko que sabía observar muy bien a las personas, podía ver que ambos estaban muy felices.

Kuroko salió de su escondite, con la cabeza gacha. No iba a llorar, no sentía ganas… al menos no tantas. Levantó el rostro y vio la luna. "Hmm… ya se hizo tan tarde." Pensó. A pesar de tener la misma expresión de siempre, podía notarse que sus ojos brillaban más que de costumbre. El chico soltó un suspiro. "Ahí va mi enamoramiento por Kagami-kun" Quizás era la vida dándole a entender que tenía que dejar de enamorarse de sus mejores amigos. Ya le había pasado antes, y había sido mucho peor. Afortunadamente esta vez fue rápido, no había alcanzado a enamorarse ni a ilusionarse tanto. Esta vez sería menos doloroso superarlo.

Kuroko comenzó a caminar hacia la salida, los sempais también ya se estaban retirando. Una vez más agradeció que no lo vieran, no tenía ganas de platicar con nadie. Lo más que quería era estar a solas. Decidió irse en la dirección contraria a la que se fue Kagami-kun y la chica, conociéndolo probablemente irían a comer a Maji, el lugar en el que se supone que iba a comer Kuroko con él. "Basta, tienes que dejar de pensar así Kuroko." Se dijo internamente. No iba a monopolizar a su amigo, en primer lugar Kagami-kun no era algo suyo y jamás le dio esperanzas, así que no podía reprocharle nada.

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Sin darse cuenta el ojiazul había caminado bastante lejos, cerca del centro de la ciudad. Se detuvo enfrente de una tienda, una que solía frecuentar cuando estaba en Teikou. Recordó que las malteadas de vainilla en ese lugar eran deliciosas, así que decidió entrar a comprarse una, probablemente eso lo animaría un poco. Debido a que aún se encontraba deprimido no pudo evitar distraerse e inmediatamente al entrar a la tienda chocó con alguien. Kuroko cayó al suelo de sentón y la otra persona permaneció parada ahí como si nada.

-Vaya, Oha-Asa me advirtió de esto.- Dijo una voz gruesa.

-Ah, disculpe. No estaba viendo por donde iba.- Dijo Kuroko, su voz tan impasiva como siempre. El chico sabía perfectamente que había chocado nada más y nada menos que con Midorima. Nadie más mencionaría a Oha-Asa tan casualmente.

-Es raro de ti ir distraído.- Comentó el peliverde con molestia.

-A todos nos pasa de vez en cuando.- Dijo el menor de estatura levantándose del suelo y sacudiéndose.

-Si siguieras tu horóscopo te ahorrarías los percances.- Contestó Midorima seriamente.

-Midorima-kun siempre sigue su horóscopo y todas las recomendaciones, y no siempre le va bien.- respondió el ojiazul con algo de malicia, internamente le gustaba molestar a Midorima-kun.

-Pero la mayor parte del tiempo no me puedo quejar, Kuroko.- Si Kuroko quería hacer enojar al ojiverde lo había logrado.

-Ahh Shin-chan! Ahí estás, creí que me esperarías afuera.- Dijo cierto pelinegro que iba acercándose con una bolsa de plástico y varias bebidas energéticas en ella.

–Ah, are? Pero si es Kuroko-kun?! Qué casualidad- Dijo el pelinegro con sincera sorpresa y alegría. Quizás Seirin sería uno de sus eternos rivales en lo que les quedaba de prepa, pero no podía evitar más que sentir compañerismo hacia el chico invisible. Habían sido testigos de lo mucho que les había costado llegar a donde estaban y no podían más que respetarlos.

-Hisashiburi desu Takao san.- Dijo –kuroko volteando hacia el pelinegro.

-Jaaa, tu siempre tan formal Kuroko-kun- Dijo Takao con una sonrisa, dando una pequeña palmeada en la espalda de Kuroko.

-Takao si ya terminaste de comprar vámonos ya.- Ordenó Midorima.

-Ay Shin-chan eres todo un tsundere!- Respondió el pelinegro en un tono juguetón.

-¡Ya te dije que dejes de llamarme así!- Dijo el peliverde todavía más molesto, con una visible vena saltándole en la frente.

-¡Pero si eso eres! Eres todo un caso.- Siguió jugueteando el chico poseedor del ojo de águila.

-¡T-tú!- Midorima tenía unas ganas enormes de partirle la cara a Takao, pero una persona tan educada como él jamás se pelearía en un lugar público.

-¿Ah? Y Kuroko-kun?- Preguntó el pelinegro cambiando radicalmente de tema, temiendo la furia de "Shin-can".

-…- Midorima solo se ajustó los lentes. Si Kuroko estaba en esa tienda era porque iba a comprar una malteada de vainilla, el ojiverde recordó que solían ir a esa tienda seguido en sus días en Teikou. –Mira, allá está en la caja.- Contestó.

-Ohh cierto, oye Shin-chan…- Contestó Takao con sorpresa, volteando hacia donde se encontraba el chico invisible.

–Por mucho que digas que te cae mal, ¿en realidad te agrada bastante verdad?- Preguntó Takao arqueando una ceja hacia el ojiverde. Era muy bueno observando y ya tenía un tiempo conociendo a su compañero de equipo.

-¿Q-qué dices?- Respondió Midorima semi enojado, esa pregunta lo había tomado desprevenido.

-Bueno ya compré mi malteada.- Dijo tranquilamente el ojiazul, acaba de pagar su malteada y se había acercado hacia los dos chicos que se sorprendieron un poco.

-Me dio gusto verlos. Me retiro Midorima-kun, Takao-san.- Dijo a ambos, haciéndose camino hacia la salida.

-O-oi Kuroko. –Dijo Takao impidiendo que el ojiazul se fuera. -¿estás bien?- Preguntó. Quizás se equivocaba pero por un momento notó algo extraño en el chico.

-.. Tan bien como siempre.- respondió el peliazul. La pregunta de Takao lo tomó por sorpresa, al parecer el ojo de águila también era bueno para detectar las emociones. Kuroko pensó que tendría que mejorar aún más la manera en la que las ocultaba.

Cualquier persona que no conociera bien a Kuroko diría que no hay nada malo con él. Pero para Midorima, gracias a la pregunta de Takao, pudo notar que efectivamente algo no andaba bien. Fue muy leve, casi imperceptible, pero Kuroko había dudado al responder, y ahora que lo pensaba, sus ojos brillaban diferente… definitivamente no era un brillo de felicidad.

-Kuroko.- Dijo Midorima. –Oha-Asa predijo que hoy tu signo sería el de menor suerte.-

-Midorima-kun, no creo en ese tipo de cosas… pero quizás solo por hoy…. Oha-Asa tuvo razón.- El ojiazul desvió un poco la mirada. –Bueno, ahora si me retiro.-

-Kuroko, toma.- Dijo el peliverde dando al chico un pequeño llavero que llevaba en su bolsillo, irónicamente tenía la forma de un tigre, el cual tenía un increíble parecido a Kagami.

-Oha-Asa dijo que el objeto de suerte para los acuarios sería un llavero de tigre.- Dijo el más alto de los tres ajustándose los lentes.

"¿Y qué carajos haces tú con el objeto de la suerte de un acuario?" Pensó Takao, Midorima sí que era extraño.

-Oh… gracias Midorima-kun…-Contestó el chico extrañado mientras aceptaba el objeto. No entendía porque Midorima había hecho eso, pero reconocía su gesto de amistad.

"Hmm… que curioso que tenga las mismas cejas que Kagami-kun" Pensó con una amarga sonrisa que no pasó desapercibida para Takao.

-Kuroko, no subestimes el poder de llevar el objeto de la suerte de tu signo.- Esta vez fue Takao el que habló, dejando sorprendidos tanto a Midorima como a Kuroko, pero sobre todo al peliverde. Creía que su compañero siempre lo veía como a un loco excéntrico, como casi todas las demás personas que lo conocían.

-He visto a este tipo cuando tiene días de mala suerte, y si vieras como le va después de que consigue el dichoso objeto.- Contó el chico sonriendo. –¡Enserio! A veces esa Oha-Asa me da miedo! Como puede atinarle tanto…-

Kuroko y Midorima se voltearon a ver, era la primera vez que alguien, además de Kise, reconocía el poder de los horóscopos que el peliverde seguía tan obsesionadamente.

-Bueno si es así, entonces te lo agradezco mucho Midorima-kun.- Agradeció el menor en estatura dando una pequeña reverencia hacia el más alto. Haberse topado con ellos había sido algo bueno, se sentía un poco más animado al ver que ambos chicos se preocupaban por él. –Nos vemos.- Dijo finalmente con una sincera y sutil sonrisa.

Al salir Kuroko de la tienda, Takao volteó a ver a Midorima listo para bombardearlo con preguntas como ¿Por qué hiciste eso? ¿Acaso esperabas toparte con él para poder darle su objeto? ¿Y por qué rayos tenías tú su objeto de la suerte?

Antes de lograrlo, Midorima se le adelantó.

-Cállate Takao.- Ordenó el alto. A pesar de que su voz sonó de lo más imperativa, Takao pudo ver a través de sus lentes que el peli-verde estaba muy, pero muy ruborizado. Solo soltó una gran carcajada molestando aún más al otro chico. Quizás después lo molestaría, pero por hoy lo dejaría pasar.

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Definitivamente había sido una decisión acertada ir en busca de su malteada, podía vivir solo tomando de ella aunque no lo alimentaran. Kuroko sabía que era imposible pero igual le animaba pensar así, que lo único que necesitaba en este mundo eran sus malteadas de vainilla, su baloncesto y nada más, nada de enamoramientos tontos y sufrimiento sin sentido.

"Si, quien necesita el amor cuando te tengo a ti malteada de vainilla, tu eres mi único verdadero amor." Pensaba el chico entre bromeando y tratando de creerse sus palabras.

Poco sabía Kuroko que su malteada favorita estaría lejos de ser su único amor, y que quizás debido a la suerte del llavero de Midorima, su vida amorosa comenzaría mucho más pronto de lo que él creía.

Estaba cruzando la calle cuando notó que su llavero había caído al suelo, se apresuró a recogerlo aunque sabía que aún tenía el tiempo suficiente. Lástima que su falta de presencia lo hacía invisible para los conductores también. En especial uno que esperaba cruzarse el alto ya que no había nadie pasando, según él.

Kuroko se dio cuenta a tiempo, e inmediatamente se hizo a un lado quedando entre los carros.

"Eso estuvo cerca…" Pensó, su llavero quedó atorado cerca de una coladera. Al parecer el carro lo había empujado hasta ahí. Esperó un momento y por fin pudo cruzar. "Ves lo que me haces hacer… llavero de Kagami-kun." Se acercó a la coladera pero el llavero se había atorado, y como si eso no fuera poco comenzó a llover.

El oji-azul tenía la pequeña esperanza de que el objeto de la suerte de Midorima lo ayudara un poco en su día, que al parecer iba de mal en peor.

"Hmm, hasta Oha-Asa se equivoca." Se dijo el chico asimismo, por fin logrando sacar el llaverito.

Cuando una limosina se estacionó justo al lado de él. Kuroko levantó la mirada, ¿acaso ese carro tampoco lo había visto? Ahora que seguía, ¿Qué lo embarraran de lodo?

-Tetsuya… ¿Qué haces ahí?- Preguntó una voz que el chico conocía bastante bien. Su ex-capitán de equipo, Akashi Seijuuro.

-… ¿Akashi-kun?- Dijo Kuroko, su cara mostraba ligera sorpresa, aunque por dentro estaba muy sorprendido.

Poco sabía Kuroko que Oha-Asa nunca se equivoca.