Ahora, su tierna voz había empezado a dudar,

A distinguir y reconocer desde su confusa adolescencia.

Esa voz tan silenciosa y paciente, ahora… Le reprochaba todo,

Todo lo que había hecho con su vida. Esa voz le exigía un acto,

Ni una palabra más, ni un pensamiento más, un acto que era:

Matar el amor propio, morir, exactamente eso,

Morir y volver a nacer.

Habían pasado ya 10 años desde que el Gran Sesshomaru dejara en cuidado de la anciana Kaede a su protegida Rin, mucho tiempo para ella… una simple humana, pero no para el, que era poderoso entre los poderosos, ese tiempo era tan solo era un parpadeo.

Ahí estaba ella, sentada en la fachada del que había sido su hogar esos largos años, con sus adorados kimonos listos, algunos libros y accesorios, todas esas cosas que le había traído Kagome de su época, que para ella eran valiosos pero jamás como los regalos que le hacia su Amo, esos kimonos… sus adorados kimonos, peinetas y demás accesorios para el cabello, esos… esos eran invaluables. En fin, ella esperaba ansiosa a que su Amo llegara por ella para llevarla a vivir definitivamente al Palacio del Oeste, ya habían sido incontables veces las que pasaba algunos días ahí como visita e incluso cuando mas frio era el invierno Sesshomaru la llevaba a pasar esa temporada en su Palacio, ella era tan friolenta (débil decía el…) ¡y se lo agradecía tanto!

Temprano se despidió de todos sus amigos de la aldea, que por mucho que quisiera ya no podría verlos tan seguido, InuYasha y Kagome se quedaron dentro de la cabaña de la anciana Kaede para hacer una digna entrega de una señorita tan bien educada como ella. Rin observaba a los dos hijos del hermano de su Amo, estaban jugando entre ellos con una pelota que Kagome les había traído de su época, esos objetos eran de materiales tan raros pero se había acostumbrado a ellos. Estaba embelesada en esos pequeños demonios, Daichi de 7 años, era el mayor de los dos, su cabello largo y plateado como el de su padre, su vista era dorada, un dorado algo opaco pero hermoso, su cabeza era adornada por dos orejitas muy peculiares que hacían ver de quien era hijo, Kia de 4 años, la pequeña de papá, era tan hermosa, su cabello también era plateado, pero distinto al de su padre, era más bien como el de su Amo, de un color plateado lunar, con la excepción de que lo coronaban sus tiernas orejitas, sus ojos ambarinos tan claros como aquellos en que ella tanto confiaba, al mismo tiempo eran delineados con una sombra rosa pastel, algo que a todos les sorprendió, Kia tenía más parecido con Sesshomaru que con InuYasha, genética… ¿Quien la entiende? De pronto un pequeño llanto la saco de sus pensamientos…

-¡Papaaa!- lloraba una desconsolada niña por haber sido golpeada "intencionalmente" con esa afamada pelota.

-No llores Kia, papá va a regañarme…- Daichi era siempre regañado cruelmente por su padre cuando de Kia se trataba.

Rin se acerco rápidamente para consolar a la niña, al mismo tiempo que InuYasha y Kagome salieron de la cabaña.

-¿Qué ha pasado aquí?- Kagome sabía que no era algo grave pero intentaba suavizar el regaño que InuYasha seguro le haría a su pequeño.

-Creo que no ha sido intencional señor InuYasha- dijo apresuradamente Rin cuando noto a InuYasha acercarse furioso a Daichi, ¡ah no! Ella haría lo posible por que no regañasen a uno de sus compañeros de juegos favoritos.

Cuando Daichi iba a comenzar a explicar lo sucedido InuYasha se dio cuenta de la presencia de alguien a quien no toleraba mucho.

-Al fin llegaste, pensé que tardarías mas Sesshomaru- InuYasha siempre buscaba las palabras y la forma de decirlas para retarlo.

-No tienes la mas mínima educación hanyou-Dijo el taiyoucai sin ninguna señal de sentirse amenazado por su hermano.

-Mocosa, ¿ya estas lista?-Decía el pequeño youkai verde acercándose a Rin.

-¡Ah-Un!- Rin corría emocionada al ver a su fiel dragón, Jaken por supuesto se sintió ofendido por tal acto así que solo se dedico a acercar el equipaje de Rin hasta Ah-Un para luego amarrarlo a sus costados.

Mientras tanto InuYasha seguía intentando provocar a Sesshomaru con comentarios acerca de sus pocas emociones y de su mal carácter. Terminado esto Kagome fue a despedirse de su amiga que aunque le llevaba unos 7 años de diferencia había hecho una gran amistad, tan grande que ella la consideraba como una hermana pequeña, claro que Rin siempre le decía "señora Kagome", por respeto a la esposa del hermano de su Amo, Kagome siempre le dijo que no era necesario pero Rin era muy recatada.

-Sesshomaru, ¿podría ir alguna vez a visitar a Rin a tu palacio?- Preguntaba Kagome muy decidida de obtener un "si" por respuesta.

-…

-Diga que si Amo, la señora Kagome y su familia son muy importantes para mí, me encantaría tenerlos de visita unos días por temporada.

-Como puedes pedir eso escuincla del demonio, el palacio del señor Sesshomaru no es una posada para humanos y hanyous- Rin se sentía furiosa, Jaken siempre interrumpiendo en su contra

-¿Y yo que soy señor Jaken?

-Déjalo Kagome, es mejor no ir a ver a este desgraciado, siempre creyéndose superior a todos

-Yo, el Gran Sesshomaru soy superior a ti y a todos los que puedas ponerme de frente.

-Así se habla Amo bonito-Celebraba triunfante el pequeño verde.

-Entonces Sesshomaru, ¿podremos ir a visitarla de vez en cuando o prefieres prestárnosla un tiempo?- insistía Kagome, una mujer muy aguerrida sin duda al enfrentarse así a Sesshomaru.

Sesshomaru estaba desesperado por irse de ahí pero si se iba sin dejar el asunto claro, Rin se convertiría en un dolor de cabeza durante todo el camino, así que optó por dar una respuesta no muy prometedora pero lo suficiente para dejar el asunto tranquilo

-Ya veremos humana-¡listo! Con esto viajaría tranquilo y no tendría problemas con su protegida.

-Pero Amo bonito… -Justo iba a reclamar Jaken cuando su amo le dio una fría mirada.

-Andando-Sesshomaru dio media vuelta para empezar el viaje cuando sintió unas pequeñas manos sujetando una de sus piernas.

-Gracias "pincipe"-Decia la pequeña Kia con un poco de lagrimas en sus ojos, resultado de haber llorado anteriormente. Sesshomaru solo avanzo con un paso firme pero delicado, para soltar el amarre de esa cachorra y no lastimarla pero lo suficientemente fuerte para que nadie se percatara de ello.

Así fue como empezaron el viaje, este no duraría tanto a pesar de ir caminando, ya que su palacio no estaba tan alejado de la aldea donde InuYasha residía, a lo mucho serian unos 3 días de viaje a paso medio y 1 día completo llevando a Jaken y Rin encima de Ah-Un para volar por tramos largos y solo bajar para que Rin comiera algo y estirara sus piernas, porque por Jaken no se preocupaba nada.

Duraron apenas un par de horas caminando, entonces llegaron a un rio y Sesshomaru se sentó a la sombra de un árbol, no para descansar porque el no lo necesitaba sino para dejar que Rin bebiera agua y comiera algunas frutas que inteligentemente ella había empacado en un pequeño bolso de "estambre" como Kagome le llamaba a esa extraña tela.

-Señor Jaken, vamos acompáñeme a llenar mi cantimplora de agua para el camino- corria una Rin muy emocionada hasta el rio.

-Siempre tengo que estar cuidándote mocosa, tú y tus artefactos raros de esa Sacerdotisa ruidosa, tan ruidosa como tu…- y de repente el pobre Jaken fue golpeado por una piedra que Sesshomaru ya estaba acostumbrado a lanzarle.

-Señor Jaken, mejor no hable-Decía Rin muy picara desde el rio.

Después de haber bebido y comido algo, Rin se sentía mucho mejor y su Amo lo notaba, así que se levanto del suave pasto y le ordeno a Rin y Jaken subir a Ah-Un para volar por los cielos.

El viento le golpeaba la cara y hacia su hermoso cabello bailar junto con el, abría sus ojos solo de momentos y muy poco ya que el viento era tan fuerte que no le permitía permanecer tanto tiempo con los ojos abiertos. Pensaba en lo divertido que es estar en el palacio por los youkais que ahí se encontraban, había niños, adolescentes y adultos… muy adultos, no la despreciaban a ella a pesar de ser humana, aunque había algunos youkais que ella no conocía, pero sabía que estaría bien y que la aceptarían porque todos ellos habían acompañado al youkai mas noble de la historia, al Gran Inu no Taisho, el padre de su Amo, no se preocupaba, jamás lo haría si su Amo estaba cerca. Vio a Jaken dormir y decidió hacerlo también, así el viaje se le haría más corto, aunque le gustaba viajar, le resultaba incomodo y aburrido hacerlo volando tan rápido sobre Ah-Un, no le permitía disfrutar del paisaje.

-¡Despiértate mocosa! Ya estamos llegando al palacio de mi Amo bonito, no seas maleducada- Rin obviamente de la emoción se despertó casi de un salto porque recordó que estaba sobre Ah-Un y una caída desde ahí sería fatal para ella.

Pronto aterrizaron frente a los escalones de la puerta del palacio, los guardias se apresuraron a darle la bienvenida a su Amo, luego a ella, que como ya sabían que iba a ir para quedarse le preguntaban si era cierto, y ella asentía con mucha energía. Las grandes puertas se abrieron y dieron vista a los jardines frontales del palacio, eran tan bellos como su dueño, caminaron en dirección a la entrada principal, Jaken mando a Ah-Un a pastar y a ser cepillado por un youkai que se encargaba de el y entonces entraron.

-¡Mi niña, que bueno que ya estás aquí, tengo tanto que mostrarte!-Decía animada Misora, la nana y dama de compañía de Rin en las temporadas en las que visitaba el castillo.

-Si nana, ya estaba tan emocionada por volver aquí y jamás irme de nuevo.

"Jamás lo harás", pensaba Sesshomaru, jamás volvería a dejarla lejos de el, sus viajes de inspección y control habían acabado, sus tierras estaban en paz, o al menos ya no había peligro de algún ataque a su castillo en el que Rin pudiese salir herida o lastimada.

-Misora, acompaña a Rin.

-Si príncipe, como usted ordene.

-Hasta más tarde Amo-Muy sonriente Rin como siempre, al recibir y despedir a su Amo.

Sesshomaru se retiro a sus aposentos, en el piso más alto del palacio, y Jaken se fue directamente a la cocina, ese pequeño Youkai siempre asaltaba la alacena.

-Vamos ni niña, tenemos que arreglarte para la cena, aparte te tengo una sorpresa-dijo la nana muy animada de ver la cara de su niña cuando lo vea.

-Tú siempre me sorprendes nana, así que vamos.

Así Misora guio a Rin hacia las escaleras, pasaron el primer piso, el segundo donde solía Rin instalarse en las temporadas que pasaba ahí, así que supuso que irían a su habitación, pero no, Misora la hizo subir mas y mas alto, hasta llegar al quinto piso.

-Nana, ¿porque estamos aquí?-muy dudosa Rin.

-Ya verás preciosa.

-Pero este piso es donde…

-¡Donde vas a dormir ahora Rin!

-¿Como dices?- Rin estaba que no se lo podía creer.

-Si Rin, de ahora en adelante vas a dormir en estas habitaciones.

Obviamente no eran las mismas habitaciones del Lord Sesshomaru, ni estaban justo enfrente de estas, pero si estaban muy cercas, en el mismo piso y a unos cuantos metros de sus puertas… Rin se sentía emocionada, pensando porque, como, y cuanto tiempo seria, pero no… No se haría ilusiones en vano, ella había descubierto amor por su amo hacia apenas unos 3 años, cuando supo que además de respeto, admiración, confianza y un gran cariño, también sentía amor, un amor verdadero y puro, el primero… el único, pero sabía que su amo es incapaz de amar, incapaz de mostrar sentimiento alguno, y si lo hiciera… no seria para ella, por su mediocre condición de humana.

Cuando entraron a su habitación no lo podía creer, había de todo lo que una mujer podía pedir, muebles de madera con delicados tallados, tapetes de pieles hermosas, su futón era alto y se veía de lo mas cómodo, con cojines de las plumas de los animales más finos y ropas de cama de pieles suaves y reconfortantes, kimonos nuevos en sus armarios, zapatillas finas, un tocador grande con un espejo amplio, artículos y prendas decorativas en toda la habitación, aparte de los armarios había otro par de puertas que conducían al cuarto de baño, con una tina grande, un estante lleno de toallas, un gran tapete de piel de oso al pie de la tina y un espejo amplio de cuerpo completo adornaba una de las esquinas de esa habitación. Además, la vista era hermosa y sus cortinas eran de una seda tan fina como las de los kimonos que ahora vestiría. Estaba realmente impactada por todo lo que ahora gozaría y todo eso añadirle que podría estar más cerca de su amo, era realmente feliz.

-Nana, ¿estás segura que todo esto es para mí, no te confundiste?-Dijo Rin boquiabierta por todo lo que estaba viendo.

-Claro mi niña, ¿por qué habría yo de mentirte?, así que anda, vamos a vestirte apropiadamente para la cena.

-¿Y podre usar uno de estos kimonos y accesorios?

-Claro que si Rin, todo cuanto quieras y el tiempo que quieras.

Entonces se apresuraron a vestir a Rin con uno de esos kimonos, elección de ella misma, era un kimono rosa pastel con flores de cerezo blancas y un obi blanco que definía muy bien su delicada cintura, además para armonizarla un poco, Misora le aplico un poco de uno de los perfumes que se le había dejado en la habitación, cepillaron su cabello y lo alzaron en una colita alta con un listón rosa del color de su kimono.

Cuando bajaron a cenar uno de los sirvientes les abrieron las puertas del comedor, no todos eran dignos de cenar con el Gran Sesshomaru, el Lord de las tierras del Oeste. Asi que aunque era un comedor muy grande, pocos eran los asientos ocupados. A la cabecera de la mesa estaba Sesshomaru, luciendo un atuendo sin armadura, a su derecha se encontraba Jaken, molesto por la demora de las damas, porque como siempre, tenía hambre, al otro lado de Jaken se encontraba Takeshi el jefe del ejercito de Sesshomaru y también lo había sido de su padre, Inu no Taisho. A su izquierda se encontraba el lugar de Rin y enseguida de ella el de Misora, así pues las damas tomaron asiento y se empezó a servir la cena.

Esta se llevo tranquilamente, Sesshomaru no toleraba el ruido y mucho menos que lo molestasen a su hora de comer, que si bien comia poco…. Pensaba mucho. El Lord se dedico a beber tranquilamente su amado te verde, comer uno que otro bocadillo y disfrutar del silencio. Rin sabía perfectamente que en el palacio no debía hacer ningún ruido fuerte, así que mientras estuvo ahí en sus temporadas de visita, se le enseño a comer despacio, en silencio y con todos los modales de una princesa, a caminar sigilosamente como cual bailarina de ballet a hablar solo de lo que debe y a callar cuando es prudente.

Así continuo todo en el comedor hasta que la interrupción de un youkai poco afortunado llego…