Notas:

Naruto no me pertenece, es propiedad de Masashi Kishimoto.

¡Bien! ¿Ya comenté que estoy de vacaciones? pues creo que me tomé muy enserio estoy de escribir por día xD

Sin más les adelanto mi regalo de navidad, será un two-shot. Esto solo es el inicio, en el siguiente haré justicia a un buen capítulo, prometo más descripciones y más extenso. :)

PARA TODAS LAS AMANTES DE NEJI/SAKU! Para poblar el fandom de este pairing! :)


10 cosas que atraen a Neji Hyῡga—

I

La tarde comenzaba a caer trayendo consigo el frente invernal. Un frío borrascoso que calaba los huesos y que en su momento se había atrevido a deshojar las globosas copas de los árboles de arce ahora desplazaba el crepúsculo destiñendo la imagen de la urbe que iba dejando a su espalda. Al horizonte, detrás de las densas montañas blancas, los últimos rayos de sol se ocultaban dando paso a un firmamento que era cuestión de segundos para que se tornarse completamente negruzco y opaco.

Neji se detuvo y miró de soslayo el cielo y su celaje, que comenzaba a precipitar los primeros copos de nieve sobre la ciudad e irremediablemente sobre su cuerpo. Frente a sus ojos una bandada formada de pájaros pardos cruzó volando, indicándole con sus graznidos que no faltaba mucho para que comenzara a nevar.

Su cuerpo y su rostro temblaron obligándolo a soltar un bufido hosco al sentir el frío colarse por su ropa, seguido, un escalofrío lo corroyó y le erizó los vellos casi traslucidos de su brazo. De manera instantánea optó por abrigar una de sus manos en los bolsillos laterales de su pantalón y con la otra aferró fuertemente la sombrilla grisácea que llevaba, retomando su camino a través de aquel parque a medio congelar.

Neji exhaló y su aliento caliente se disipó en forma de vaho produciendo sombras difusas en el ambiente, pero él seguía ahí. En medio de aquél lugar casi muerto y olvidado por el frío de la temporada. Las bancas, la fuente y los bebederos estaban cubiertos por una fina capa de hielo que centelleaban en el día y apenas emitían una luz brillante como el cristal al ser tocados por la tenue luz de los faroles del alumbrado público.

Las hojas cobrizas y caducas habían abandonado su lugar, dejando las ramas de los enormes árboles completamente secas, apenas adornadas por capas extensas de nieve y nada más. Con la llegada el invierno las tardes se hacían cada vez más cortas y las noches cada vez más largas.

Las siete con cinco ya no eran horas para estar fuera de casa. Se decía como un regaño, un regaño que no iba completamente para él.

Y a pesar de saberlo apresuró sus pasos hasta cruzar por completo el parque central de la ciudad. Caminó unos metros más dejando a sus espaldas una imagen blanca y brillante digna de fotografía para acercarse al viaducto que se hallaba levantado frente a él: un puente viejo y corroído por los años.

El puente Nakano fungía como punto de unión perpendicular entre el parque principal de Konoha y un pequeño barrio humilde que residía más allá de la ribera del río.

Y ella siempre estaba ahí, sin importarle si las aguas estaban turbias, cristalinas, o congeladas. Cada tarde a la misma hora siempre la hallaba en ese lugar.

La joven se encontraba en medio, en el punto más alto del puente. Del otro lado un farol parpadeada luchando porque su luz no se fundiera, y él agradecía que la luminiscencia no fuera lo suficientemente fuerte como para dejar su cuerpo a la deriva.

Soltó un bufido y se preguntó, ¿qué demonios hacía en ese lugar observando a Sakura Haruno?, porque eventualmente sabía quién era ella: una simple muchacha de diecisiete años procedente de linaje pobre, de escuálido cuerpo y a pesar de ello con una belleza mundana. Hacia un año que se había convertido en un problema, un problema que jamás debió surgir, pero que surgió muy a su pesar.

Y culpaba a Gai de ello desde un año atrás. Gai no era más que un maestro loco con adicción desmedida por las artes marciales y al trabajo forzado. Sólo a él y a su ridícula personalidad se le podía ocurrir una idea de aquellas.

—Como actividad especial, y sólo porque la temporada lo amerita, tendrán que tomar un papel de la caja que mi pupilo favorito sostiene... ¡Lee, trae la caja! —gritó Gai a todo pulmón.

—¡Ahora mismo, Gai-sensei! —contestó Rock Lee, quien al instante, cruzó la estancia con los ojos iluminados y sosteniendo un objeto que resplandecía entre sus manos. Neji enarcó una ceja y observó como algo que parecía envuelto en papel metálico de color dorado se dirigía hacia él; y si su mirada matara, tanto Gai, Rock Lee y la estúpida caja, abrían dejado de existir en ese preciso momento.

—Bien, como les decía, tomarán un papel y escribirán diez cosas que les atraiga del compañero que les haya tocado —había continuado con emoción seguido de los gritos de entusiasmo del resto de sus estudiantes, menos de uno: menos de él—. Entregaran su lista al termino del último día de clases, en vísperas de navidad.

—Qué estupidez —exclamó fulminando con la mirada a su sensei. Éste, con todo la calma del mundo se había posicionado a su lado rodeándolo por el hombro y Neji se limitó a enarcar una ceja ante tanta confianza.

—Mi querido muchacho, disfruta de tu juventud —le había musitado con franqueza, desplegando una de sus manos frente a ellos como si quisiera mostrarle un escenario inexistente—. ¡Puede ser emocionante!, ¡Todo un reto digno de ti, Neji!, conocer a una persona es difícil, pero es más difícil reconocer las características que admires o te atraigan de alguien más que no seas tú...

Y sin ánimos se aventuró a seguir las instrucciones de la estúpida actividad. Al tomar el pequeño pedazo de papel su vida había sido destinada a dar un inesperado giro, y ese mismo destino había sido sentenciado cuando leyó el nombre claro y conciso que Gai había escrito.

SAKURA HARUNO

—¡Diablos!


Ese año Sakura no recibió ninguna nota de su parte, pero había descubierto que sí de cierto rubio que se había hecho pasar por él. Tomando su lugar se había presentado ante ella invitándola a salir. Y Sakura tontamente había aceptado, no la culpaba, de todas formas jamás se había dado por enterada que había sido él, y no Naruto, quien había sacado su nombre de la bendita caja.

Un reto...

Eso había dicho Gai, y así lo había visto desde entonces. Para saber si algo te gusta de alguien más, primero debes conocer a la persona. Y él se había dado el plazo de un año para saber lo relevante de Sakura Haruno. Y ese plazo se cumplía esa tarde.

Hasta entonces sabía que ambos estudiaban en el mismo instituto, pero que Sakura era un año menor que él. Sabía que estaba bajo la tutela de Kakashi Hatake, un viejo amigo de su familia que se hacía cargo de sus gastos proporcionándole los estudios, y que era considerada la mente más brillante en su generación.

La blanca mano de Neji se introdujo al fondo de su pantalón, y palpó una hoja de papel perfectamente doblada en cuatro partes, y más que frío, la sensación al tocar la carta le produjo estremecimiento. Sus dedos tuvieron la intención de soltar la hoja, casi de manera mecánica, como si tenerla entre sus manos le quemara, pero al querer soltarla, la sintió aferrada a él.

Los ojos de Neji de abrieron con terror y tragó frío. Su semblante inquebrantable se doblegó al sentirse descubierto de sí mismo. Y al desplegar la hoja, entre tantas frases que reconocía haber escrito, la primera palabra fulguraba como luces de neón.

Inteligencia...

Sí, definitivamente su inteligencia era lo que más admiraba de Sakura Haruno.