10 Cosas Que Odio De Ti

By Vidian & Ary Valentine


Capítulo X: Diez Cosas Que Odio De Ti

Aún no olvidaba esa tarde que encontró a la consejera Svetlana con el profesor Krauser en una escena bastante comprometedora. Después de todo, no era algo que fuese difícil de desechar. Esa perturbadora imagen de los profesores dentro de la oficina de consejería intentando tener sexo, le había mantenido a raya; no había querido acercarse a la de origen ruso por ningún motivo. Sin embargo, ahora se encontraba ahí, debatiéndose mentalmente sobre si debería entrar a la oficina y exigirle una explicación a esa vieja sobre lo ocurrido con Billy o darse la vuelta y dejar todo ese asunto en paz.

¡Pero qué demonios! Se trataba de Billy, su novio. No podía sólo largarse de ahí sin haberle dicho unas cuantas cosas a esa vieja. Ni siquiera le importaba ser expulsada, lo único que tenía en mente en ese momento era dejarle en claro a esa mujer que Billy era su novio…bueno, a decir verdad, lo único que tenía en mente ese momento era esa asquerosa escena de Krauser con la rubia, pero tenía que deshacerse de eso cuanto antes o no podría ver a la cara a Svetlana mientras intentara hablar con ella.

Se acercó un poco más a la puerta que enunciaba con grandes letras negras: consejería. La robusta asistente de la de apellido Belikova no se veía por ningún lado, pero tampoco podía depender del horario que esa mujer ocupara para estar lejos de sus funciones, ella tenía que charlar con la consejera cuanto antes; mientras el diálogo que tenía preparado en su cabeza estuviese fresco.

Sin pensarlo más tiempo, disminuyó la distancia entre ella y la puerta, pero antes de acercar su mano y tocar la fina madera, recargó su oído esperando no escuchar ningún ruido sospechoso que pudiese dejarla en una situación similar a la que había tenido hace días. No le preocupaba ser reprendida, lo que más le alarmaba era su salud mental; esa vieja podría dejarla traumada de por vida si volvía a encontrarla de la misma forma. Tocó un par de veces luego de confirmarse a sí misma de que nada raro ocurría del otro lado.

—Adelante.

La conocida voz de Svetlana le dio el permiso que estaba esperando. Tomó la perilla y abrió la puerta en seguida. La rubia quien se había mantenido concentrada tecleando en su ordenador, dejó de prestar atención a ello y observó a la adolescente de pelo corto acercarse hasta su escritorio.

—Rebecca Chambers. —nombró con seriedad al tiempo que señaló la silla frente a su escritorio para que tomara asiento; la recién nombrada aceptó la invitación. —Veo que aprendiste a tocar la puerta.

—Lamento lo de aquella ocasión. — se excusó tan pronto como sintió el sarcástico comentario de la mujer. —Y también lamento no venir a hablar sobre eso, porque la verdad es que el sólo hecho de recordar las porquerías que usted y el…

Guardó silencio al sentir encima la mirada asesina de la de origen ruso. Tragó saliva y preparó su siguiente argumento.

—Bien, iré al punto —comenzó completamente seria. —Conoce a Billy Coen, ¿Cierto?

—¿Qué, acaso no es tu novio, niña? —una pregunta que era más una afirmación.

—Me alegra que le quede claro —intentó susurrar, sin embargo la rubia la escuchó sin dificultad alguna y de inmediato endureció sus facciones.

—¿Disculpa?

—Nada…nada, olvide eso —titubeó nerviosa; después de todo sí le preocupaba ser expulsada. Se aclaró la garganta una vez más. — Bien, lo que quería pedirle es que no vuelva a intentar nada con él — intentó sonar lo más tranquila posible.

—¿Qué se supone que quiero intentar con él? —inquirió con una de sus cejas arqueada.

Sí sabía a lo que la pequeña Rebecca se refería, pero sabía que le convenía hacerse la desentendida. El chico de apellido Coen le había parecido un joven completamente atractivo y había intentado acercarse un poco más a él a través de los consejos que le pedía, no obstante, la última vez que había hecho algo al respecto, aquel jovencito salió prácticamente huyendo de ahí. Ya sabía que no volvería, pero jamás esperó que su novia fuese hasta ahí para pedirle que se alejara de él.

—Es mi novio, señorita Belikova. ¿Y sabe qué? Ya no me importa que me expulse, no me importa que tenga mala referencia para entrar a la universidad, y no me importa que a los treinta y cinco termine durmiendo en la calle porque no pude ser capaz de pagar la hipoteca de mi casa…no, espere…tal vez eso sí me importe un poco. — divagó, ante la confundida mirada de la consejera. — El punto es que amo a Billy y no voy a permitir que usted, comportándose cual adolescente excitada, me lo quite.

Sin decir nada más, se levantó de la silla y salió de la oficina. Svetlana Belikova se quedó pasmada observando el camino que recorrió una de las considerada: "niña genio" de la preparatoria de Raccoon City. En definitiva no había esperado que eso sucediera, cuando la vio entrando a su oficina pensó que tal vez querría hablar sobre becas universitarias, o en el peor de los casos, que quisiera hablar sobre lo que pasó entre ella y el profesor Krauser, más no que fuera a reclamar sus derechos como novia de Billy Coen. No mentiría, ese último comentario de Rebecca le había dejado más pensativa de lo que hubiese querido. ¿Realmente estaba comportándose como una adolescente excitada?


Luego de que Dick Valentine montase un escándalo de altura a las afueras de la empresa Umbrella Inc. Chris concluyó que debía darle una solución rápida a todo ese embrollo, sabía que el padre de Jill llegó hasta su lugar de trabajo por información de un tercer individuo, y ese, no podía ser otro más que la maldita consejera psicópata, nadie más que ella vivía tan pendiente de él como esa mujer. Ya era tiempo de tomar cartas en el asunto y deshacerse de una buena vez de esa molesta vieja pervertida.

Lo primero que hizo en compañía de su ya oficialmente novia, Jill Valentine, fue dirigirse a la casa de ésta con intenciones de informarle, del modo más formal posible, a Dick, de la relación amorosa que existía entre ellos. Le explicó que todo lo que pretendía con la castaña era honesto y que lamentaba profundamente que se hubiese enterado de manera tan radical del noviazgo entre ambos, para su buena suerte, el mecánico de Raccoon city se mostró comprensivo y lo aceptó, quizás no con una enorme sonrisa plasmada en el rostro, pero fue respetuoso y se mostró dispuesto a darle una oportunidad para que pudiese demostrarle que era un hombre digno para su primogénita. Aunque como todo padre sobreprotector, le advirtió directamente que Jill no estaba sola, pues él mataría sin remordimiento alguno con tal de protegerla.

También, Dick terminó por confirmar las sospechas del Redfield mayor. En definitiva, Svetlana Belikova sí había sido quien divulgó a viva voz lo que se traía junto a Jill. Al saber eso, la chica comprendió varias cosas que la dejaban pensando durante horas en su momento; su novio era acosado constantemente por esa vieja desquiciada, eso justificaba los malos tratos que recibía constantemente de parte de la Rusa, y ahora tenía sentido el infundamentado rechazo que la orientadora le dio al momento de negarse a escribirle una recomendación para su beca universitaria.

Pero… la llegada de Chris a su vida cambió múltiples aspectos, varios de sus planes futuros ya no eran los mismos, puesto que el hecho de irse a estudiar a otra ciudad la alejaría por completo del hombre que amaba, y de momento no tenía deseos de desligarse de él. De hecho, no pensaba hacerlo.

Por ende, la beca no era un tema que la aquejase, sin embargo, era muy injusto que Svetlana la odiara por el sólo hecho de estar con Chris, no podía quedarse de brazos cruzados frente al mal comportamiento que la aspirante a escritora estaba empleando. Tomaría cartas en el asunto, esa tipa no podía acercarse al hermano de su amiga, era demasiado peligrosa y Jill no quería que osara propasarse con su chico. Chris era sólo de ella de ahora en adelante.

La pareja meditó minuciosamente cómo podrían darle una lección macabra a Belikova, llegaron al punto de planear contratar a un hombre desagradable para que la acosara sexualmente, así recibiría un poco de su propia medicina, no obstante, el chico desechó esa idea tan rápido como había llegado a sus cabezas, hacer eso en contra de la rubia no sería un castigo, sino todo lo contrario, para ella sería algo placentero de vivir.

Así que luego de pensarlo de la manera más razonable posible, llegaron a la conclusión de que optar por la justicia legal sería lo más sensato. Gracias a Jessica Sherawat, consiguieron un abogado que los asesoró amablemente, éste les recomendó demandar a la mujer por acoso sexual, poniéndole una restricción de alejamiento. Svetlana no podía estar cerca de Chris, al menos no a tres metros de distancia.

A los pocos días, la mujer de origen ruso recibió la documentación que acreditaba lo anteriormente señalado, por supuesto que se impactó de saber que Chris la había demandado y más aún por los motivos. En ese mismo momento, mientras sostenía los papeles en sus huesudas manos, comprendió que Rebecca Chambers sí tenía razón, todo ese tiempo había estado comportándose como una adolescente excitada, sus actos habían costado severas consecuencias, estaba metida en un lío que probablemente le costaría su puesto de empleo.

Suspiró con nostalgia poniéndose de pie, tomó su celular y tecleó un mensaje, en realidad…ella nunca deseó hacerle algún mal a Chris, ni a su estúpida novia, el chico simplemente le atraía y se inspiró en él para crear al personaje masculino de su novela erótica, únicamente buscaba experimentar a su lado para encontrar la inspiración que requería al momento de escribir…

Sonrió con malicia, ¿Qué más daba? Después de todo, Christopher Redfield podía seguir siendo la fuente de su creatividad, el instrumento podía ser otro…

Regresó a su escritorio y llevó sus dedos hasta el teclado de su ordenador personal, las últimas letras que componían el primer párrafo del epílogo de su historia empezaron a formarse en la pantalla.

"Aunque estaba obligada a estar lejos de su exuberante cuerpo, duro como el mármol, la muchacha sabía que pese a toda la pasión que ella le profesaba, él jamás le correspondería, pero… por suerte, siempre hallaría otro hombre lleno de lujuria y frenesí contenido. Ante eso, gesticuló una perfecta sonrisa de medio lado, Adrianne podía sentir el palpitante miembro corpulento del valiente caballero que la tomaba por la cintura."

Los orbes azulinos de Svetlana se posaron en la puerta de su despacho, ésta lentamente se abrió dejando a su vista la imagen de Jack Krauser, el profesor se adentró en la estancia.

—Vine en cuanto recibí el mensaje —explicó al ser abordado por la intensa mirada de la fémina. Ella sonrió con picardía.

—Podrías ayudarme con lo de siempre —la voz de la rubia platinada se oyó bastante sugerente, el docente de perfecta condición física comprendió el motivo de su estadía en dicha habitación, velozmente se acercó a ella sonriendo perspicaz.

—¿Qué escena viene? —Averiguó arqueando una de sus cejas, la consejera simplemente le miró con fijeza y ambos se sonrieron con seducción.


De acuerdo, Claire no estaba muy segura de ir a ese baile, de hecho nunca lo había estado, pero era demasiado tarde como para tomar el teléfono y avisarle a Leon de que se había arrepentido a último minuto de asistir, suspiró con pesadez mientras observaba con escepticismo el reflejo que le devolvía el espejo colgado en la pared de su habitación.

Su imagen no era nada decepcionante, aquel vestido de color morado y un escote sutil se acoplaba de manera perfecta a su esbelta figura, desde hace muchísimo tiempo que no se tomaba la molestia de arreglarse para esa clase de eventos sociales, sin embargo, todavía recordaba bien que una pequeña porción de maquillaje ligero sobre sus ojos, hacía resaltar de forma atractiva la peculiar tonalidad de sus orbes aguamarina, dejó su cabellera pelirroja libre de ataduras, realizando unas ondas perfectas en él, a simple vista se sentía conforme con su aspecto, mas no con el terrible presentimiento que no quería alejarse de su pecho, y se sentía realmente estúpida por eso, Leon la amaba y ella a él, no había nada que temer o perder…o al menos eso esperaba… y deseaba.

Una vez más pasó por su mente la idea de no dirigirse al baile, pero recordó la cara de entusiasmo en Sherry cuando le comunicó que en definitiva sí iba a ir, no podía desilusionarla, no ahora que comenzaban a entenderse como dos personas civilizadas. Su relación con la rubiecita había mejorado considerablemente y arriesgarse a retroceder no estaba entre sus planes.

Advirtió las luces de la camioneta de Leon a través de las cortinas que cubrían la ventana de su habitación, ya no existía manera de huir o excusarse, iría a ese condenado baile, lo haría por Leon, por su prima y sobre todo para demostrarse a sí misma que podía sobrevivir a cualquier clase de obstáculo en su vida.

Bajó corriendo las escaleras al tiempo en que procuraba no arruinar la fina tela de su vestido, al llegar al primer piso, vio como Chris y su amiga Jill permanecían abrazados y entretenidos mirando un programa en la televisión.

—Adiós, tortolos, me voy al baile —se despidió tranquilamente en tanto se aproximaba a la puerta.

Jill sonrió de medio lado murmurando un casi inaudible "suerte", su hermano en cambio, ni siquiera giró el rostro para mirarla y permaneció con su vista atenta sobre la pantalla del televisor.

—Muy graciosa, hermanita… —fue todo lo que contestó.

No era normal que Claire realizara esa clase de bromas, pero no iba a negar que le agradaba que anduviese de mejor humor ¿Su hermana menor en un baile de ese estilo?

Sí, claro… ni en millón de años…

Cuando soltaría una carcajada al respecto, escuchó con asombro el sonido que realizaba la puerta al momento de cerrarse desde afuera, inmediatamente dirigió su mirada a la entrada de la casa, separó sus labios formando una perfecta O en ellos, pues si alguien quería sorprenderlo ese día ya lo habían hecho y muy bien. La Redfield menor había estado hablando en serio todo ese rato, posó sus pupilas en la castaña intentando buscar alguna respuesta, pero ésta sólo se encogió de hombros haciéndose la desentendida.

Se puso de pie por forma reflejo, necesitaba comprobar con sus propios ojos que Claire en verdad se había ido a esa cosa llamaba baile, pero cuando creyó que nada más podía sorprenderlo esa noche, Sherry apareció tras de él con una enorme sonrisa en el rostro, la analizó lentamente de pies a cabeza…

Se veía increíble, sumamente hermosa con ese vestido rosa sobre su blanquecina piel de porcelana.

Y eso, no le agradaba en lo más mínimo, frunció el ceño esperando que ella hablase primero. Jill ensanchó su gesto risueño, siempre había querido presenciar en primera fila las escenas de sobreprotección exagerada que Chris montaba a sus custodiadas, eran toda una leyenda entre los pasillos del bachillerato.

—Me puedes explicar ¿Qué demonios es esto? —Inquirió abrumado.

—Claro, mi vestido de baile —respondió con obviedad.

—Baile, baile, baile… —Repitió con fastidio— oigo muy seguido esa palabra últimamente.

En ese momento, el timbre emitió su clásica melodía de llamada, Sherry que se encontraba a escasos centímetros de la puerta, sonrió alegre y no titubeó en llevar su mano hacia el pomo para abrirla, Jake formuló una risa nerviosa al ser recibido por la linda rubia que tenía como pareja, aunque ella estaba en compañía de su tirano primo mayor, su desasosiego aumentó al captar que la mirada del tal Redfield no era nada amigable.

—Hola —lo saludó la muchachita mirándolo con fascinación, debía admitir que el pelirrojo se veía muy elegante y atractivo bajo ese traje negro y refinado.

—¡Vaya!…estás muy sexy… digo, te ves muy…preciosa.

La joven se sonrojó descendiendo su mirada, el hijo de Wesker parecía tener un don especial para hacerla sentir como si sus piernas fuesen de gelatina, cosa que el engreído Steve pese a toda su popularidad jamás consiguió. Valentine mordió su labio reprimiendo una exclamación de ternura ante lo que estaba viendo. Chris muy por el contrario no hallaba motivo alguno para sonreír, no le gustaba como ese niño y su prima se estaban viendo.

—Hasta luego, primito preferido.

La rubia se despidió fingiendo un tono de voz excesivamente animado, tomó el brazo de su acompañante con claros deseos de largarse cuanto antes de ahí. No obstante, la voz del castaño dejó sus pasos a medio camino.

—Quieta, Birkin —ella sabía muy bien que ante aquel tono de voz era mejor detenerse, así que tanto Jake como Sherry frenaron su andar, quedándose completamente inertes en su actual posición. — Date la vuelta — ordenó una vez más, el dúo obedeció encarando a Chris de manera directa. — Perfecto, ahora explícate.

—Verás, Chris, tú dijiste que podría salir si Claire lo hacía, pues bien… ella sale con un chico que es como su alma gemela, lo cual es perfecto para mi… entonces Jake va a llevarme al baile y tengo muchos deseos de ir con él — Chris se cruzó de brazos exasperado, los argumentos de Sherry esta vez eran lógicos, le molestaba no poder hacer nada para evitar que saliera con esos malditos adolescentes pervertidos. Ella prosiguió — y como Claire ha ido, supongo que yo puedo hacer lo mismo en base a tus reglas.

El empresario dirigió su mirada con fijeza a la figura de Jake, éste comprendió que Chris estaba esperando que se presentara como era adecuado en esa clase de situaciones embarazosas, el chico por inercia estiró su mano formalmente hacia él.

—Encantado, soy Jake Wesker Mulle…

El de apellido Redfield iba a estrechar su mano con la del joven pelirrojo, pero Sherry jaló el brazo de su compañero impidiendo que el saludo fuese concretado entre ambos.

—Vámonos —le ordenó arrastrándolo con ella en dirección al vehículo.

—¡Conozco a toda la policía de la ciudad, mocoso!

No supo por qué razón le gritó esa amenaza tan infantil al pretendiente de la rubia, se sentía completamente derrotado por las jovencitas que debía cuidar con su vida, Sherry y Claire estaban creciendo y comenzaba a entender que nada podía hacer por impedirlo.

—¡También yo! —gritó Jake estratégicamente mientras se alejaba al paso en que lo guiaba Sherry, Chris sonrió con nostalgia viendo como se subían al auto y se marchaban.

—Esto no es nada bueno —murmuró con miedo, percibió como los brazos de Jill lo rodeaban por el abdomen.

—¿Cómo qué no? —Preguntó riendo con picardía. —Tenemos la casa única y exclusivamente para nosotros por una cantidad de tiempo considerable…

Chris arqueó ambas cejas girándose sobre sí mismo para quedar de frente a la de orbes azules, le devolvió la sonrisa con la misma expresión de complicidad que ella mantenía dibujada en sus facciones.

—Tienes mucha razón.


Varios de los alumnos del instituto ya se encontraban disfrutando del baile para cuando la pelirroja en compañía del rubio cenizo llegaron al recinto. Ambos se veían impecables, tanto así que la mayoría de sus compañeros les miraban con admiración, una, por lo bien que lucían juntos, y dos, porque Claire estuviese en un evento de aquella índole, eso era casi como ver un fenómeno.

La Redfield subió las escaleras hasta llegar a la segunda planta del lugar, quería estar en un sitio más apartado del resto para charlar con Kennedy, todavía existía un tópico que tratar con él, o de lo contrario, no podría estar en paz consigo misma. Leon sólo se limitó a seguirle los pasos, pues estaba casi acostumbrado a estar tras ella en todo momento, cosa que realmente no le molestaba.

Sumergidos por un agradable silencio, admiraron durante un par de segundos la fiesta desde las alturas, la multitud de jovencitos bailaban alegres al compás del sonido musical que ofrecía la banda que tocaba en dichos momentos, las luces de diversas tonalidades caían sobre ellos dándoles un aspecto mágico e hipnotizante, Claire se cuestionó no haber disfrutado de ello mucho antes. Leon la miró esbozando una sonrisa ladina.

—¡Wow! —Exclamó haciendo su sonrisa más amplia, la chica de inmediato entendió que se refería a su apariencia.

—Tú también te ves ¡Wow! —contestó con espontaneidad.

Leon tomó una rosa de los arreglos florales que decoraban el barandal de la terraza en donde estaban ubicados, sin quitarle la mirada de encima se la entregó. Claire no dudó en recibirla entre sus dedos percibiendo un tenue calor en sus mejillas, esos gestos la descolocaban sinceramente, nunca la habían tratado así y no sabía cómo comportarse ante eso.

—¿Dónde conseguiste un smoking así de elegante? —curioseó la de orbes aguamarina, él soltó una carcajada breve. — Lo siento, pero te lo quería preguntar.

—Es algo que tenía —levantó sus hombros restándole importancia— ya sabes… guardado por ahí.

La pelirroja arqueó sus cejas con diversión, por supuesto que no se tragó esa explicación, Leon al igual que ella debió gastarse un dineral por lucir así esa noche, llevó la rosa hasta su nariz y ocultó una sonrisa nerviosa tras los pétalos de ésta.

—¿Y tú, de dónde sacaste el vestido? —Devolvió la interrogante, Claire apartó la flor de su rostro para verlo con atención.

— Es algo que tenía, ya sabes… guardado por ahí. —Ambos rieron enérgicamente mientras se encaminaban a las escaleras para unirse a la fiesta con los demás. Pero antes, la muchacha recordó los motivos que la condujeron a ese terreno, se llevó una mano a la frente ganándose una mirada de preocupación de su compañero. — Escucha, aún lamento haber dudado de ti, de…tus motivos conmigo, estuve mal…

A medida que Claire fue añadiendo más palabras a su disculpa, Leon se iba sintiendo cada vez más miserable, eso no era justo, él debería estar rogando de rodillas su perdón, no al revés.

—Te…te perdono —musitó sin atreverse a verla a los ojos. La hermana menor de Chris asintió conforme, pues se sentía diez kilos más liviana luego de disculparse.

—¿Listo para bailar?

El joven levantó su mirada en tanto le sonreía, nunca imaginó que la chica más hostil de su clase lo estuviese invitando a bailar. Se irguió en su postura ofreciéndole su brazo, ella rápidamente entrelazó su extremidad con la de Leon.

—Siempre, listo —habló al tiempo en que descendían los peldaños de la escalera.


La sola frase de: "tenemos la casa única y exclusivamente para nosotros", hizo que poco a poco fueran perdiendo el control de sí mismos. Ya ni siquiera se sentía irritado por la salida de sus custodiadas a ese baile, lo único que importaba en ese momento era lo que estaba a punto de suceder entre Jill y él. Era impresionante la forma en que su pensamiento había cambiado, incluso se podría decir que dio un giro de trescientos sesenta grados; en un momento le hubiese gustado tener a Claire y a Sherry encerradas en sus habitaciones, pero ahora…ahora le gustaría que se tomasen su tiempo para regresar, pues no le agradaría ser interrumpido.

Ambos se besaba con fiereza, como tratando de demostrar con ello la pasión que se desataba una vez que comenzaban con esas deliciosas caricias. Chris no dudó un solo segundo en llevar sus manos hasta tomarla posesivamente por la cintura, necesitaba sentirla tan cerca como pudiera; Jill por su parte, y haciendo lo posible por no quedarse atrás, llevó sus manos hasta detrás de su cuello, con el mismo propósito que tenía su amante. El mayor de los Redfield le mordió ligeramente el labio inferior antes de dirigir sus labios hasta su cuello. Podía sentir los gemidos de ella encima y eso, por supuesto, lograba descontrolarlo más. Comenzaron a caminar sin realmente tener un objetivo para dejarse caer, pero para suerte de sus alocadas neuronas, chocaron con el borde de la mesa y ahí encontraron el lugar perfecto para sus próximos movimientos. La joven castaña, comenzó a desabotonar la camisa de Chris con impaciencia; ella solo deseaba sentir su piel junto a la suya cuanto antes, sin embargo, con las manos de Chris sobre sus piernas le era difícil continuar haciendo lo suyo.

—Chris. —gimió suavemente, siendo víctima de las enloquecedoras sensaciones.

Pero como si fuese sacado de una película de terror, el timbre de la casa comenzó a sonar escandalosamente. El par giró el rostro hacia la dirección en donde suponía estar la puerta. ¡No, no…eso no podía estar pasando! Aunque Chris suspiró exasperado, no estaba dispuesto a parar lo que había comenzado con Jill, así que llevó sus labios hasta rozar la clavícula de la castaña y continuar con lo que tenían en mente. No obstante, el timbre volvió a sonar, logrando esta vez que el hermano de Claire se levantara completamente molesto y dejara a Jill deseosa sobre la mesa.

Espero que sea importante se dijo así mismo mientras caminaba hasta la puerta.

Steve Burnside estaba más que listo para asistir al baile en compañía de la bella Sherry Birkin. Se había encargado de que, tanto su auto como su vestimenta, estuviesen perfectos para esa noche, realmente esperaba que Sherry también estuviese perfecta. Miró a través del vidrio de la puerta y bien pudo ver al famoso Chris Redfield acercándose hasta ahí. Se acomodó su abrigo blanco y se preparó para hablar con el tutor de su chica.

Chris abrió la puerta con un gesto nada amigable y soltó un gran bufido que demostraba su enojo. Ni siquiera preguntó nada, ya sabía que ese mocoso que tenía delante era el insoportable Burnside, incluso ya sabía que sea lo que sea que tuviera que decir no había valido la pena para interrumpir lo que tenía con Jill.

Steve se sintió confundido, el primo de Sherry no había mencionado ni un solo vocablo y para ser exactos, estaba ofreciéndole una mirada que estaba seguro que si fuese pistola, ya lo habría mandado directamente al infierno.

—Hola, Redfield.

El aludido, al escuchar la forma en la que ese chiquillo se había dirigido a él, enarcó una ceja preguntándose desde cuándo ese pelirrojo tenía tanta confianza con él.

—Soy Steve, he venido por Sherry. ¿Podrías llamarle? —trató de sonar lo más educado posible, lo último que quería es que ese sujeto con fama de tirano sobreprotector lo mandara al césped de un golpe en la mandíbula. Sin embargo y contra su propio pronóstico sobre ser golpeado por Chris Redfield, éste le brindó el gesto más frío que hubiese visto en una persona y luego sólo le cerró la puerta en la cara sin decir nada en absoluto.


Tomados de la mano llegaron hasta la pista de baile, las parejas continuaban divirtiéndose al ritmo de la música y el ambiente en general se percibía bastante ameno. Claire visualizó desde lejos como su prima le regalaba una fraternal sonrisa al tiempo en que disfrutaba de un cariñoso baile junto a Jake, ambos muchachitos se besaron provocando una sonrisa satisfecha en Leon y en ella.

Carla Radames había estado vagando durante veinte minutos en búsqueda de Piers, pero éste no aparecía por ningún lado, su estado nervioso iba en aumento a cada paso que daba, la sola idea de pensar en que Nivans podría osar dejarla plantada, le provocaba un pánico descomunal.

Estaba vestida con el hermoso vestido de color verde olivo que el chico le había regalado hace unos pocos días, se encontraba emocionada y expectante por encontrarse con él cuanto antes, a pesar de estar en completo estado de ansiedad, se sentía feliz por tener de pareja a un chico tan bueno y noble como Piers. Vio a Claire junto al ex – novio de su hermana gemela, se extrañó un poco de ver a una chica como la Redfield en compañía de un tipo con reputación de delincuente como ese, sin embargo, le restó importancia y se aproximó a la joven de cabellera rojiza, necesitaba saber si ella sabía algo del castaño.

—¿Lo has visto? —le preguntó a Claire, en ninguna instancia dejó de buscar visualmente al encargado de la sala de audiovisuales. Kennedy y su pareja se miraron sin comprender a qué se refería esa peculiar chica.

—¿A quién? —Se atrevió a preguntar la prima de Sherry.

—¡A William! —respondió como si fuese lo más obvio del mundo, la histeria ya formaba parte del tono de su voz. El de orbes azulados entendió rápidamente que su ex – cuñada hablaba del buen Piers. — Me pidió que lo esperase aquí… — Añadió preocupada.

—Oh, Carla, dime que no estás sufriendo de alucinaciones como se rumorea por ahí… —mencionó la de apellido Redfield, la aludida la observó un tanto ofendida, pero evitó responder al semejante disparate que le acababa de decir.

Leon captó la presencia del muchacho de orbes color miel a la distancia, estaba parado en medio del escenario al lado de los músicos buscando a su damisela, sonrió, Piers llevaba puesto un traje al más puro estilo de William Shakespeare.

Le tocó con sutileza el hombro a la jovencita de rasgos orientales, y luego apuntó con su dedo índice en dirección al punto en donde se localizaba el nerd más popular de la escuela. Claire y Carla guiaron sus pupilas hacia lo indicado, la de cabellera oscura abrió sus labios sorprendida al verlo vestido como su máximo ídolo literario, él le sonrió con amplitud en tanto la saludaba con su mano desde lejos, decidió que ya era tiempo de ir a buscarla, se bajó velozmente del escenario y se encaminó con rumbo fijo hacia ella. Radames comenzó a desplazarse entre las demás parejas, sólo quería estar al lado de Piers sin que nada más importase a su alrededor, ambos se encontraron e inmediatamente entrelazaron sus manos.

—Mi dama —la saludó el joven besando su mano como todo un caballero.

—Mi señor —secundó la muchacha al tiempo en que le dedicaba un gesto respetuoso tomando la tela de su vestido por ambos lados, se otorgaron una dulce sonrisa dispuestos a pasar la mejor noche de sus vidas.


La canción que había estado sonando los últimos tres minutos puso a todo el mundo a bailar descontroladamente. Para fortuna de Leon, que tenía preparada una sorpresa para la pelirroja, la canción había terminado y ese era el momento justo para que lo que tenía preparado saliera al escenario. Todos en el enorme salón comenzaron a aplaudir en cuanto la pieza musical terminó. Él observó a Claire en todo momento, esperando no perderse ni un solo segundo de su reacción.

En ese preciso momento una de las canciones preferidas de Claire siendo entonada por su banda preferida, sonaba tan fuerte y claro que la menor de los Redfield no hizo más que emitir un pequeño grito de emoción al escucharla; el rubio le imitó y gritó junto a ella, contento por haber logrado impresionarla.

—Por dios —gritó una vez más, esta vez dirigiendo su atención al rubio quien no le había quitado la vista de encima en ningún instante.

—Pude convencerlos —confesó, acercándose hasta su oído para que pudiera escucharlo.

Claire al escuchar eso, abrió la boca completamente asombrada. No podía creer lo que Leon estaba diciéndole, aquello no había hecho más que acelerar su ritmo cardiaco; se encontraba totalmente emocionada. El par se sonrió con calidez mientras mantenían los ojos fijos en los del otro. Leon por su parte, estaba satisfecho de la reacción que generó en la muchachita de cabello rojizo; los que Piers y Jake habían logrado investigar acerca de ella, estaba sirviéndole en esos momentos.

La chica que cantaba, bajó del escenario y caminó con dirección a la pareja que en ese momento no dejaban de verse y sonreírse como si nadie más estuviese en ese recinto. Claire al advertir la presencia de la vocalista de la banda, guió sus orbes hasta ella siendo imitada al instante por Leon. El par observó a la chica que en esos momentos sólo estaba cantándoles a ellos. La rubia que llevaba el micrófono se alejó de la pareja luego de unos segundos.

Leon no pudo resistirse a besar a su bella acompañante, verla tan alegre era algo casi tan sublime como tocar su piel. Luego del corto y casto beso, la abrazó cariñosamente por la cintura; Claire, por supuesto, lo abrazó por el cuello y ahora ambos disfrutaban de un lento baile.


Desde que Jake y ella habían arribado al lugar en donde se llevaba a cabo el baile, no habían dejado de danzar al ritmo de la música. A pesar de que estaba divirtiéndose como nunca antes lo había hecho en su vida, se sentía un poco agotada, necesitaba un descanso y el baño de mujeres era perfecto para eso.

Se acomodó su vestido frente al espejo, estaba más que dispuesta a regresar a la pista de baile y no parar de moverse hasta que la noche finalizara, sin embargo, la presencia de cierta rubia hija de un político la obligó a quedarse en su sitio preguntándose qué rayos hacia ella ahí. La de apellido Graham al percatarse de la presencia de Sherry, se acercó a ella con un gesto completamente arrogante.

—¿Qué haces aquí? —averiguó confundida la prima de Claire.

La mayoría de alumnos que estaban en ese afamado baile eran chicos del tercer grado, aquellos que estaban por dejar el bachillerato; los chicos de otros grados que estaban ahí era porque habían sido invitados de otros, por ello jamás habría imaginado que su ex – amiga estaría en esos momentos y luciendo un vestido al puro estilo zorra.

—No eres la única de segundo que vino a este baile. — Contestó con petulancia, al tiempo que miraba a Sherry de arriba abajo. —Steve fue por mí —declaró con autosuficiencia, esperando que la de apellido Birkin se molestara por ello.

—Oh, pues felicidades. ¡Es todo tuyo!

—¡Muy generosa, princesita! —respondió, tratando de no parecer irritada por su anterior comentario. Por supuesto, tampoco estaba dispuesta a dejarse, Sherry se enteraría de una buena vez de la verdad. — Escucha esto, Birkin: Steve sólo quería salir contigo por una cosa; él apostó con sus amigos… a que serías suya.

La boca de Sherry se abrió desmesuradamente en cuanto oyó eso. De todas las cosas que se pudo imaginar de Steve, esa era de lejos, la peor. Ya no estaba dispuesta a decirle nada más a esa arpía que en algún momento había sido su "amiga", Steve pagaría aquello.

Salió corriendo del baño de mujeres bajó la atenta mirada de todas las chicas que se encontraban ahí. Aunque no lo admitiera en voz alta, aquello le había afectado, pues todo ese tiempo había creído en que el pelirrojo engreído realmente estaba interesado en ella.


—¡Milwaukee! —Exclamó Leon mientras la sostenía por la cintura realizando un perfecto giro en coordinación a los pasos de Claire.

Llevaban más de dos horas bailando sin parar, la pelirroja sabía que sus pies iban a dolerle como los mil demonios a la mañana siguiente, pero estaba dispuesta a seguir moviéndose al ritmo de sus canciones preferidas en aquellos tacones torturadores.

En compañía de Leon era capaz de soportar cualquier cosa, junto a él nada existía, junto a él, podía ser autentica sin sentirse como un ser de otro planeta, junto a él, todo era perfecto.

—¿Qué? —inquirió gesticulando una mueca graciosa.

El rubio alzó su brazo para que la chica pudiese realizar un paso exitoso bajo éste, volvió a atraerla una vez más a su cuerpo tomándola por la cadera con ayuda de su mano izquierda.

—Allí es donde estuve el año pasado. —Aclaró con dificultad, hablar y bailar al mismo tiempo era realmente agotador, la de orbes verdosos le miró con extrañeza, según los rumores Leon el año pasado había estado huyendo de la ley en compañía de celebridades. — No estaba preso — complementó en tanto realizaban otro paso de su animada coreografía. — No conozco a Marilyn Manson…ni tampoco me he acostado con una Spice girl. Mi abuelo materno estaba enfermo y debía cuidarlo, me pase todo el año viendo la televisión junto a él…cocinando fideos y esa es la verdadera historia.

La dejó apoyada en su brazo derecho, Claire recargaba su espalda cómodamente ahí, se miraron durante varios segundos en silencio hasta que ella estalló en una sonora carcajada burlesca.

—No es cierto —refutó estabilizando su postura, volvió a reír— no te creo.

El chico iba a argumentar para dejarle en claro que no estaba mintiendo, ella tomó su mano para concretar un nuevo movimiento de su particular danza, pero alguien les interrumpió colándose en medio, rodó los ojos con hastío al notar que el individuo en cuestión era el petulante Steve Burnside, el pelirrojo posó su mano en el pecho de Leon y de manera poco delicada lo separó de la Redfield, la fémina ladeó su rostro confundida, pero decidió dejarlos conversar así que simplemente esperó meneando su cabeza al ritmo de la música, que ese estúpido dejase libre al rubio. No obstante, Leon sabía muy bien que nada bueno saldría de la boca de ese infeliz.

—¡Hey! —inició de manera prepotente, el de ojos azules lo asesinó con la mirada, todo lo que se niño idiota fuera a decir podía ser perfectamente oído por Claire. — ¿Qué diablos hace Sherry con ese idiota? — Leon miró a Claire presintiendo lo que vendría a continuación. Steve continuó. — No te pagué para que salieras con Claire y Jake se quedase con Sherry, ese no era el trato.

La joven guió su vista a él en cuanto el pelirrojo finalizó aquella oración, pudo ver sin dificultad alguna como la expresión de Claire se tornaba oscura y triste, el brillo de sus ojos desapareció por completo al igual que cualquier rastro de felicidad sobre ella. Kennedy nunca antes se había arrepentido tanto de lastimar a alguien como lo estaba haciendo en esos momentos. Jamás imaginó que la verdad terminaría saliendo a flote ese día, ni mucho menos de esa forma.

De pronto la chica enserió cada uno de sus gestos dedicándole la mirada más fría que había recibido en toda su vida.

—¿No ganabas nada, verdad? —Farfulló con ironía.

Leon abrió su boca queriendo justificarse, pero Claire lo chocó con su hombro fuertemente antes de echarse a correr lejos de allí. Steve tragó saliva al advertir la amenazante mirada que recaía en su persona, estaba seguro que ese pandillero lo molería a patadas, pero se sorprendió al verlo correr como un idiota enamorado tras la bruja que en tiempo pasado había sido su novia.


Piers y Carla quienes bailaban cerca de ellos habían escuchado y visto todo lo ocurrido con claridad, el castaño sabía que no podían dejar solo a Leon cuando más los necesitaba, para él ya era considerado un amigo al igual que Jake y no iba a permitir que el de apellido Kennedy perdiera a su chica por culpa de un cretino como Burnside.

Sin dejar de bailar, él y Carla se acercaron al hijo de Wesker quien platicaba distraído con Richard Aiken mientras esperaba que la rubia regresara del tocador. Le tocó el hombro para llamar su atención, el pelirrojo de forma instantánea se volteó.

—La tormenta se ha desatado —le informó, Jake observó a Steve y liberó un bufido.

El muy maldito lo había arruinado todo como siempre…iba a dirigirse a ese presumido para terminar con el lío de una vez por todas, pero Piers se le adelantó dejando en claro con un gesto de manos que él se encargaría. Carla lo vio con preocupación, pero dedujo que sabía lo que hacía, Nivans se arrimó al estudiante popular en cuanto lo halló con la vista.

—Steve, amigo, necesitamos hablar sobre…

No pudo terminar de decir aquello, pues su cuerpo había llegado a parar al suelo sin siquiera poder evitarlo, en cuanto Steve lo escuchó hablar, lo tomó por su patético disfraz de William Shakespeare y lo mandó literalmente a comerse el piso. Estaba furioso con ese par de perdedores anticuados, ellos tuvieron la insolencia de entrometerse en sus planes con Sherry, deberían sufrir por inmiscuirse y arruinarlos.

Carla se llevó ambas manos a la cara asustada, Jake negó con la cabeza y se acercó a su amigo ayudándolo a ponerse de pie.

—Te metiste con el menos indicado, ahora me las van a pagar, tú y esa pequeña perra rubia. —Amenazó el de orbes verdes dirigiéndose al hijo del empresario.

—¡Es suficiente, hijo de puta! —Replicó colérico, se aseguró de que Piers pudiese quedarse parado por sí mismo antes de abordar a Steve, éste rió ante su enfado. — ¡Nadie habla así de Sherry! estás cruzando la línea…— le advirtió por última vez.

Poco le interesó a Burnside ese aviso de prevención, él no iba a amedrentarse por un ser tan insignificante como era Jake a sus ojos. Sin pensárselo demasiado le lanzó un puñetazo en la nariz, los presentes no tardaron en acercarse a presenciar en primera fila la pelea, exclamando extasiados e incentivándolos a seguir. El hijo de Albert Wesker movió su cabeza de lado a lado despabilándose, el golpe había sido duro, llevó una mano a la zona lastimada y no demoró en captar que estaba sangrando, lleno de rabia se volteó y le regresó el golpe con la misma intensidad, provocando que el público gritase eufórico.

Steve nuevamente lo atacó con su puño, esta vez llevándolo directamente a la mandíbula del de orbes grisáceos, Jake se cayó al suelo con el impacto.

—¡Oh vamos, ponte de pie, desgraciado! —Se mofó sintiéndose victorioso, sin embargo, un toque en su hombro lo hizo voltearse distraído, únicamente para recibir un fuerte guantazo en su ojo derecho.

Todos se sorprendieron de ver quien había sido la autora del violento golpe, incluso Jake que se encontraba listo para atacar a Steve de nuevo, pero comenzaba a sospechar que no sería necesario intervenir. El pelirrojo la miró estupefacto al tiempo en que tocaba su rostro adolorido.

—¡Mierda, Sherry! Mañana tengo que hacer un anuncio para un spray nasal. —Protestó infantilmente, pero a ella poco le importó su estúpido argumento.

—¡Esto es pegarle a mi novio! — Nuevamente procedió a darle un puñetazo en el ojo. — ¡Y esto es por lo que le hiciste a mi prima! — prosiguió mientras le daba un rodillazo en la entrepierna — y esto es por mi…— finalizó empujándolo con fuerza. Se formó un silencio sepulcral que sólo era roto por los gimoteos de Steve, quien se retorcía como rata envenenada en el piso, completamente humillado en vista de todo el bachillerato. — ¿Estas bien? — indagó la rubia abrazando a su pareja.

—Nunca me he sentido mejor. — Respondió Jake sonriéndole con amplitud, la chica devolvió el gesto uniendo sus labios a los de él en un tierno beso.


La detuvo antes de que ella terminara yéndose de ahí. Tenía que explicarle todo lo que había sucedido, decirle que nada de lo que hizo antes importaba ahora, que lo único que quería en esos momentos era a ella.

—Dame la oportunidad de…

—¡Quien te pagó por el trabajo, es la única persona que detesto! — gritó fuera de sí, interrumpiendo con ello lo que Leon trataba de decirle. —…Sabía eso, tanto como yo sabía que esto era una trampa — musitó dolida.

No tenía ganas de continuar en ese maldito lugar, tenía que irse de ahí cuanto antes; quiso correr, intentar alejarse de todo, pero Leon la siguió deteniéndola por segunda vez.

—Claire, no fue así. Escucha…

—¿Entonces qué fue?, ¿Un pago parcial y un bono extra por hacerme el amor? — inquirió completamente enojada. Las lágrimas amenazaban con salir, pero no lo haría, no lloraría frente a él.

— ¡No lo hice por ese pago! — gritó al borde de la desesperación. —…lo hice… lo hice por ti —le confesó con sinceridad.

Necesitaba disculparse y que ella aceptara eso; ya no podía ni quería estar lejos de ella. La quería como nunca había querido a nadie más, no obstante, estaba consciente del gran daño que le había hecho y se castigaba internamente por no haberle dicho nada antes, por haber sido tan idiota.

—Eres cualquier cosa, menos lo que creí —dijo con repudio mientras hacia otro intento por irse de ahí.

Leon no perdió tiempo y con un rápido movimiento, tomó la cara de la pelirroja entre sus manos y la besó a la fuerza. Claire se resistió totalmente a la caricia y lo empujó del pecho con fuerza. Ya no podía estar un segundo más ahí, por lo cual, bajó las escaleras corriendo; huyendo del dolor, huyendo de Leon.

El rubio de apellido de Kennedy no pudo hacer nada más. Su última alternativa había sido ese beso, con el que hubiese querido demostrarle que todo lo que decía era verdad. Se sentía la peor basura sobre el universo, y aunque le hubiera gustado culpar de todo eso a Steve, no podía, porque después de todo, él había sido quien había aceptado todo eso; jamás detuvo el estúpido juego de Steve y ese resultó ser su peor error.

Tenía tantas ganas de correr tras ella, pero no tendría ningún caso, no ahora que estaba tan afectada. Giró su rostro encontrándose con Sherry detrás de él. Ella también lucía afligida por lo reciente, pero no era a ella a quien le debiera disculpas.


A pesar de los malos presentimientos que tuvo antes de asistir al baile, cuando llegó al elegante salón acompañada de Leon, estuvo más que dispuesta a disfrutar de esa noche y olvidar todo lo negativo que en algún momento pensó. Jamás creyó que la noche terminaría tan mal para ella. Estaba devastada, y aunque en alguna otra ocasión se hubiera limitado a ocultar su mal estado, esta vez no podía hacerlo; se sentía realmente afectada. Tampoco podía negarlo, quería a Leon, pues el muy estúpido se había adherido bien hasta la más pequeña fibra de su ser, y el resultado de eso sólo era lo mucho que estaba doliéndole en esos instantes.

Sherry salió de la casa con una taza de té en la mano, y ahí la vio. Estaba sentada sobre el balaustre, recargada en el gran pilar. Tenía un cuaderno sobre las piernas y un pequeño lápiz en la mano.

Para la hija de los Birkin no pasaba desapercibido que su pelirroja prima no había tenido ganas de hacer nada desde que se levantó de su cama, por eso sólo había tomado su par de instrumentos y salió a dibujar intentando distraer su mente de todo lo que había ocurrido en el baile. Era consciente de lo mal que se sentía Claire y ella no podía sólo ignorarlo; su relación no había sido la mejor en días anteriores, pero había mejorado bastante y pese a todo, ella seguía siendo su prima y no quería verla abatida.

—Hola —se acercó hasta ella con una débil sonrisa. — ¿Quieres? — le ofreció la taza de té que llevaba en las manos, Claire aceptó la invitación regalándole un intento de sonrisa.

—Gracias.

—¿No quieres ir a remar con nosotros? —Jake y ella habían decidido salir al lago y vio la oportunidad perfecta para que la pelirroja saliera e intentara olvidarse del mal trago. Claire no respondió a ello, su vista estaba fija en el dibujo en el que había estado trabajando minutos antes. — ¡Anímate!

—No, gracias —negó con la cabeza.

—Oye. No sé si te he agradecido que fueras al baile, pero significó mucho para mí. —confesó con sinceridad. La menor de los Redfield no espero escuchar eso, pero al oír lo que su prima tuvo que decir, giró su rostro y le sonrió cálidamente.

—Me alegro —quizás eso había sido lo único bueno que ocurrió en esa nefasta noche.

Jake llegó en ese momento hasta el domicilio de los Redfield. Vio al par de primas hablando y ya imaginaba el tema que trataban. No conocía a Claire, la mayoría de chicos en la escuela la tachaba de una chica amargada e indiferente, sin embargo, y sin el conocimiento suficiente acerca de su personalidad, se daba cuenta de lo decaída que estaba. Quizás ella no era como todos pensaban y lamentaba en algún momento haber supuesto que era una bruja, tal cual se lo dijo Piers alguna vez.

—Hola —saludó a ambas chicas y luego sólo se dirigió a la pequeña rubia, lo que menos quería era hacer sentir incomoda a Claire tratando de involucrarse en la charla que ellas tenían. — ¿Lista? — Sherry al instante asintió con la cabeza, Claire necesitaba tiempo a solas. — Adiós. —se despidió y comenzó a caminar con la de apellido Birkin a su lado.

—¿Ella está bien? —Averiguó Jake con preocupación.

—Espero que sí.

Jake y Sherry se fueron de ahí. La pelirroja nunca hubiese imaginado que estaría contenta por su prima; ella había encontrado lo que quería y se le veía feliz por ello. Ojalá las cosas le hubiesen resultado tan bien como a su pequeña prima. Desvió sus pensamientos cuando vio a Chris acercarse hasta ella.

—¿A dónde va Sherry? —inquirió curioso. Esa chiquilla no le había pedido permiso para salir.

—Fue a ver a unos amigos… —se apresuró a contestar, no importándole que estaba exagerando la situación. Chris en algún momento tenía que entender que ellas dos eran chicas responsables y que sabrían cuidarse bien estando solas. —Son unos chicos malos y muy machos.

—¡Basta! —la detuvo rápidamente. Imaginaba a lo que Claire quería llegar, ella parecía haber nacido para ponerle los pelos de punta. No obstante, y para su gran sorpresa, en ese momento no le importaba lo que Sherry hiciera; no pasó por alto el extraño comportamiento que había mostrado su hermana desde que llegó del baile, si Claire se encontraba mal eso le preocupaba más que cualquier cosa. — ¿Por qué no me hablas del baile de anoche? ¿Qué tal estuvo? — intentó sonar tranquilo, en esos momentos no quería que Claire lo viera como autoridad, quería que lo viera como lo que siempre había sido: su hermano.

—Parte sí. —Desvió su mirada hasta su cuaderno.

—¿Cuál parte?

—La parte en que Sherry peleó por su amigo —declaró divertida. Era quizás la primera sonrisa sincera del día; aquello no lo olvidaría jamás.

—¿Que Sherry hizo qué? —preguntó incrédulo.

—¿Te preocupa que pueda haberla contagiado?

—No, la verdad es que…me impresiona. — Nunca imaginó que su prima se atreviera a hacer lo que Claire había dicho; no le molestaba en absoluto, de hecho, siempre le había preocupado que Sherry no fuese capaz de defender lo que ella quería. Esa noticia era sin duda novedosa, una noticia de la cual no tenían por qué enterarse los papás de Sherry. Dejó de pensar en la rubia cuando notó el gesto en su hermana, algo estaba pasándole a ella y no podía adivinar de qué se trataba; para él, Claire no era una chica predecible. Fuera lo que fuese, no iba a permitir que nada malo le ocurriera, él estaba para protegerla y lo que menos quería era verla triste. Necesitaba platicar con ella, hacerle saber que siempre podrá contar con él. —Sabes, pensé que sólo los padres odiaban admitir cuando sus hijos crecen y comienzan a hacerse independientes. Y la verdad es que nunca imaginé que algo similar me ocurriría con mi hermana. — Se sinceró completamente. Ella nunca lo escuchó decir algo similar y ese era buen momento para que ella supiera lo que él pensaba. — Eres lo único que tengo, Claire, y quiero estar siempre para ti. Todo lo que he hecho, todo lo que he dicho, es sólo porque quiero lo mejor para ti. Tenía miedo de que cuando te marcharas yo no estaría más para protegerte.

—¿Tenías miedo? —preguntó confundida. Chris claramente hablaba en pasado.

—No me digas que ya cambiaste de idea —respondió fingiendo seriedad. — Ya mandé el cheque a la universidad de Boston.

Los ojos de Claire se abrieron desmesuradamente al escuchar eso. Chris fue el único en lograr que su día completo no se fuera al cesto de la basura. No esperaba eso y sin duda era lo mejor que le había pasado en esos momentos. Su sueño de estudiar en Boston se haría realidad. No evitó lanzarse a los brazos de su hermano totalmente emocionada, no sólo por saber que estudiaría en donde ella había querido, sino por todo lo que él le había dicho. Las palabras de su hermano fueron como una pequeña luz en la oscuridad; todo lo que nunca esperó escuchar en él, fue dicho y eso la hacía tremendamente feliz. Amaba a su hermano y jamás dejaría de hacerlo.

Ambos hermanos estaban abrazados, disfrutando un momento familiar que hace mucho no tenían.


— Bien, asumo que todos tuvieron tiempo para hacer su poema… — el profesor Krauser se paró en frente de la clase, cruzado de brazos. No estaba al tanto de todo lo que había sucedido durante ese precario baile de bachillerato, pero le bastaba con ver la cara del engreído muchachito Steve para saber que quizás los alumnos se divirtieron más de lo que él podría imaginar. Era imposible ocultar la gracia que le causaba ver en ese estado a su alumno pelirrojo; aunque siempre lo mencionaba de forma sarcástica, sus deseos por ver a Steve Burnside con un gran golpe en la cara le llenaba de satisfacción. Alguien algún día tenía que ponerle un "alto" a ese pedante alumno. —…Bueno, excepto el señor Burnside; él tiene una excusa. — el musculoso profesor comenzó a reír, aquel día no podía ser más maravilloso. Steve lo miró debajo de sus gafas oscuras, no le divertía lo que al profesor estaba matándole de risa. Se sentía terriblemente humillado. — Steve, quítate eso — ordenó el profesor con seriedad.

No tuvo más remedio que sacarse los lentes bajo la atenta mirada de todos sus compañeros de clase. Los golpes que recibió por parte de Jake y Sherry le dejaron el ojo morado y su nariz terriblemente lastimada. Ese día no podría realizar su sesión de fotos, pues ese par de idiotas se encargaron de arruinar su material de trabajo. Aquello jamás lo olvidaría.

—De acuerdo, ¿quién tiene el valor para leer su poema a todos? —preguntó el musculoso Jack.

Los alumnos de la clase se miraron entre ellos, esperando a que alguien levantase la mano y cumpliera con la invitación del profesor antes de que éste los eligiera a su voluntad. Claire también esperaba ver que alguien levantará la mano pidiendo la participación, pero aquello claramente no iba a pasar; todos solían ser tímidos cuando se trataba de pasar al frente. Miró a todos una vez más, encontrándose en su camino con Leon pero sin detenerse demasiado a mirarlo. Era raro ver al rubio en la clase, él casi no asistía, pero eso ya no tenía que importarle. Levantó la mano, recibiendo las miradas de todo el grupo sobre ella.

—Yo leeré —dijo decidida.

—¡Ay, no otra vez! —exclamó el profesor Krauser, completamente extenuado.

La pelirroja estaba acostumbrada a la forma en que el musculoso docente se dirigía a ella, ni siquiera tenía remedio alegar. Simplemente se levantó de su asiento con su cuaderno entre las manos y se colocó en frente, de forma que todos sus compañeros la vieran. Leon la observó con atención, no se sentía nada bien desde lo que ocurrió en el baile y sabía que tarde o temprano tendría que hablar con ella e intentar explicarle todo; no podía seguir así, necesitaba estar con ella. Sabía que Claire tampoco estaba bien, sin dificultad había notado eso.

No se sentía segura, de hecho, ese nudo en la garganta seguía lastimándola, pero tenía que hacerlo, quizás sólo de esa forma podría liberarse de ese estúpido sentimiento que estaba acabándola lentamente. Carraspeó un poco y se preparó para leer el poema que ella misma había compuesto para su tarea.

Odio cómo me hablas, y tú forma de conducir.

Odio tu corte de cabello, y lo que llegué a sentir.

Odio tus espantosas botas, y que me conozcas bien.

Te odio hasta vomitar, ¡qué bien va a rimar!

Había intentado tranquilizarse para declamar ese verso, pero cada vez se le hacía más complicado contenerse. Tenía que resistir, no obstante, quizás había resultado contraproducente escribir esa poesía cuando se sentía tan dolida. Sin darse prórroga a sí misma, suspiró profundamente e intentó continuar con la lectura.

Odio…odio que sepas pensar, y que me hagas reír.

Odio que me hagas sufrir y odio que me hagas llorar.

No pudo soportarlo; su voz se quebró luego de haber pronunciado las anteriores líneas. Sus compañeros no dejaron de observarla, sin embargo, no se atrevieron a interrumpir. Ella no se detuvo, sólo le faltaba poco para terminar de leer su composición.

Odio tanto estar sola, que no hayas llamado aún.

Pero más odio que no te pueda odiar ni aunque estés tan loco, ni siquiera un poco lo he de intentar.

Las lágrimas que se rehusó a soltar cuando comenzó a exponer su tarea, ahora estaban haciendo recorrido por sus mejillas. Ya no soportaba el dolor que estaba albergando, se sentía lastimada, herida, traicionada, y sin embargo, a pesar de todos esos sentimientos, ella no podía odiar al causante de eso. Aquel era su mayor pesar: No poder odiarlo.

Sin más, salió del aula de clase, siendo seguida por todas las miradas. Todos dentro de ese aula de clase permanecieron en silencio, de alguna forma no podían entender qué había pasado ahí, mucho menos que ella, Claire Redfield, hubiese llorado frente a todos con un gran sentimiento. Nadie se atrevía a decir nada, ver a la pelirroja en ese estado no era nada común y varios de ellos sentían pena por lo que sea que le haya pasado a la jovencita rebelde del bachillerato.

Leon se quedó sobre su pupitre, sosteniendo su cara con sus manos, mirando a la nada. Jamás creyó que afectaría de esa manera a Claire y no evitaba sentirse como una vil basura, su intención jamás había sido lastimarla, pero estaba al tanto de lo mal que actuó desde el principio. Aquello tenía que arreglarlo, no sólo porque ella no se encontraba muy bien, sino porque él realmente estaba enamorado de ella y lo único que quería era regresar a su lado.


Claire caminaba muy rápido entre la multitud de autos aparcados en el estacionamiento del bachillerato, decidió que irse de la escuela era lo más inteligente que podría hacer en ese instante, se sentía realmente mal por lo que acababa de acontecer en su salón luego de leer ese maldito poema, el cual obviamente todos sabían a quien estaba dirigido, o al menos eso pensaba. Se odió como nunca antes lo había hecho, quebrarse en frente de una multitud considerable de personas no era una acción que formase parte de sus principios como persona, pero esa era la oportunidad indicada para desahogarse ante Leon, para demostrarle que al menos ella, sí había sido sincera respecto a sus emociones.

Secó sus mejillas con la manga de su chaleco, aún las sentía húmedas, pero se juraría a sí misma no volver a derramar una lágrima más por un hombre, mucho menos por Kennedy, él no las merecía…

Buscó las llaves del Mercedes Benz dentro de su bolso, su hermano se lo había prestado esa mañana y en verdad lo agradecía, se sentía demasiado débil como para conducir la Harley Davidson en esos momentos. Lo único que deseaba era llegar cuanto antes a su casa, introducirse en su habitación, específicamente en su cama, dormirse allí y no despertar por un buen tiempo.

En cuanto pudo ubicar las dichosas llaves, se aproximó hasta donde yacía estacionado el automóvil color gris, sin embargo, cuando estaba dispuesta a subirse, notó que un objeto ajeno al vehículo de Chris permanecía sobre puesto en el asiento del conductor, no pudo evitar abrir su boca y sus ojos sorprendida al contemplar con detenimiento el maravilloso instrumento musical que tanto tiempo estuvo deseando. Era una hermosa guitarra eléctrica, la que anhelaba desde que tenía uso de razón, una Fender stratocaster

Claire aventó su bolso en dirección a los asientos traseros, únicamente para poder tocar con ambas manos la fastuosa textura de las cuerdas; las tocó con sumo cuidado, como si fuesen las manitas de un bebé recién nacido, y sin advertirlo de pronto estaba esbozando una enorme sonrisa en el rostro.

Leon salió detrás de ella al momento en que hizo abandono del aula de clases, se acercó a la muchacha con pasos silenciosos, sonrió satisfecho al presenciar la expresión alegre de la pelirroja, sabía que ese obsequio le arrancaría un gesto risueño dentro de toda su tristeza, tampoco pretendía ganarse su perdón con ese detalle, sólo quería que lo escuchase, aunque fuesen cinco minutos.

—Linda ¿no?

La voz del rubio provocó que la chica dejase de contemplar la guitarra, ladeó el rostro y miró fijamente ese par de orbes azules que no se apartaban de los suyos.

Por supuesto, nadie más que Leon le regalaría algo así.

—Una Fender stratocaster —musitó emocionada. — ¿Es para mí?

—Sí, te será útil cuando inicies tu banda. —Respondió descendiendo su mirada, Claire se conmovió al escucharlo, Leon era la única persona que le tenía fe en cuanto a su futuro como guitarrista. Él prosiguió. — Además, tenía mucho dinero…— levantó sus pupilas viéndola una vez más. — Un idiota me pagó por salir con una linda chica.

La Redfield se sonrojó, no entendía por qué razón aquel chico rudo conseguía ponerla así de flexible y dócil con sólo pronunciar una oración ordinaria, en realidad, sí conocía la respuesta, estaba patéticamente enamorada de él, no importaba el daño que le había provocado…la verdad era esa y no la podía modificar por más que lo deseara. Ya no era la fierecilla que todos temían, ya no se creí independiente de cualquier relación intrapersonal que la rodease, y ya no era la bruja detestable de la escuela…

—¿Eso es cierto? —Inquirió divertida. El joven rió al percatarse del tono de voz amable de Claire.

Quizás esté dispuesta a darte una segunda oportunidad, pensó con optimismo.

—Sí, es cierto, pero lo arruiné —ella enarcó una ceja intrigada, la expresión del rubio no la dejaba descifrar las intenciones de sus próximas palabras. — Me enamoré de ella… — afirmó seguro de sí mismo.

—¿En serio? —Preguntó ensanchando su sonrisa, eso no se lo esperó, intentó no lanzarse a sus brazos como la adolescente que era, después de todo, aún tenía dignidad pese a que pocas veces se sentía así de feliz, así que sólo se limitó mantenerse estable.

—Claro —contestó el de apellido Kennedy encogiéndose de hombros. — No sucede a diario que una chica exponga sus senos frente algún profesor para sacarte de un lío…

Claire cerró sus ojos sintiéndose avergonzada, Leon lo había disimulado muy bien durante esos días; se sentía muy apenada como para continuar mirándolo a la cara. Se llevó una mano a la frente al tiempo en que soltaba una carcajada de sólo recordarse de lo que había hecho frente al profesor Downing.

—Oh maldición…—espetó sin dejar de sonreír.

El joven dirigió sus dedos hacia el mentón de Claire, sin pensárselo mucho y emocionado por haber sido perdonado, juntó sus labios con los de ella atrapándolos en un beso suave y delicado, la pelirroja correspondió cerrando sus ojos mientras posaba sus manos en los hombros masculinos. No obstante, ella interrumpió el ósculo de forma repentina en tanto fruncía ligeramente su ceño.

—No me comprarás una guitarra por cada equivocación, esto es sólo una excepción.

—Ya lo sé —siseó Leon con aire relajado — pero habrá otros instrumentos, un bajo, una batería, y por qué no un pandero… — Enumeró fingiendo seriedad.

Esta vez ambos iniciaron un nuevo y pasional beso, la chica abrió su boca permitiendo el acceso de la lengua de su compañero en el interior, la caricia de sus fervientes labios simplemente no tenía punto de comparación. Pero nuevamente Claire interrumpió la unión, y con sus manos empujó el pecho de Leon para apuntarlo con su dedo índice de manera amenazante.

—Y no creas que…

Él no la dejó continuar y la tomó con ambas manos por la nuca, la muchachita intentó resistirse, pero terminó cediendo al beso que Leon Scott Kennedy le estaba brindando.


Holaaa (Vidian & Ary saludan)

Ha sido un verdadero placer para nosotras escribir este fic. Tristemente ha llegado a su fin y estamos muy agradecidas con todos los que nos apoyaron leyendo esta historia. Todo tiene un final y este es el de 10 Cosas Que Odio de ti. Esperamos que hayan disfrutado de este fanfic, tanto como nosotras disfrutamos escribirlo.

Gracias a todos los que agregaron este fic a sus alertas y a quienes lo tienen en sus favoritos . Y muchísimas gracias a todos los que nos han dejado review en algún momento. El apoyo ha sido incondicional por parte de ustedes:

M. Bidden, anamariaeugenia, Sarah Hudson, Pamela 3, Yuna-Tidus-Love, Katie. Redfield, catching RE, Camiiwis, Agus Redfield, RELeonClaire, Stacy Adler, Clauu, felix ramos, SorayaMendez, Renila, LadyKya0, Claireredfield1, SooL2900, emanuel vanfield, NelielTu7, Kyome-chan, Maca Revil, Gabyedro, Jesus Redfield, sarakennedy007, emma, LalaGmz, Nicole Nivans.

10 Cosas Que Odio De Ti como tal, termina en este punto, pero no olviden la serie de one-shots que fungirán como la secuela de este maravilloso fic. Nosotras no lo hemos olvidado y estamos encantadas por comenzar esta nueva etapa. Ojala podamos seguir contando con su apoyo. ¡Gracias totales! :')