Disclaimer: The Hunger Games no me pertenece.

Nota de autor: Aquí estoy con un nuevo fic, la continuación de "No soy un tributo más" agarraros porque en este fic se avecinan emociones fuertes. espero que os guste y que tenga buena aceptación.

Dar las gracias a quién me ha apoyado y pinchado con un palito para que este fic salga a la luz. :)


...

Katniss

Cuando la luz que entra por la ventana me da en los ojos gruño y me tapo con las mantas hasta la cabeza. No quería que este día llegase, pero ha llegado. Y ha tardado mucho menos tiempo de lo que imaginaba. Nunca se me habían pasado tan rápido seis meses.

Rezo para que él no se despierte. Pero moverme ha sido mala idea. Peeta me abraza más fuerte de lo que sus brazos ya me rodeaban. Mi madre nunca habría aprobado que durmiera con Peeta en su casa. Pero cuando empezaron las pesadillas y los gritos, esas que ni las pastillas del Capitolio, ni el jarabe ahuyentaban, no tuvo más remedio que aceptarlo. Nada funciona, solo Peeta.

Él es el único que consigue que no me despierte cada noche gritando. El único que aleja las pesadillas con sus brazos y su cuerpo. Por lo que mi madre empezó a dejarle pasar noches en nuestra casa, y yo a pasar noches en la suya. Llevamos prácticamente seis meses durmiendo juntos. Aunque en su casa disfrutamos de más intimidad. Nadie entra en la habitación sin picar antes, sobre todo desde que una mañana uno de sus hermanos mayores no llamó a la puerta y nos encontró haciendo el amor. Estuve semanas sin poder mirarle a la cara.

Peeta me abraza con fuerza más. Y besa mi cabeza. Yo le beso en el pecho desnudo y levanto la cabeza para besarle en los labios. Él me devuelve el beso haciendo descender sus manos por mi espalda hasta mis caderas.

— No quiero que te vayas…— Susurro y beso su pecho de nuevo.

— No quiero irme sin ti…No me parece justo, estamos aquí gracias a ti, deberías venir también con nosotros.

— No era un tributo y no quiero ir…ni quiero que vayas tú… ¿No puede ir solo Delly?— Ambos sonreímos pero él niega con la cabeza.

— Effie lo dejo bien claro, ambos ganadores y solo los ganadores.

— Eso es un autentico asco…— susurro.— ¿Qué vamos a hacer tanto tiempo separados?— Vuelvo a besar su pecho.

— Solo son unas semanas.

—Aunque fueran solo uno par de días… voy a echar de menos dormir contigo…

— Yo también voy a echar de menos estas noches…— Noto como sonríe aunque no le miro.

—Peeta…— me ruborizo levemente— ¿estás pensando en…?— Él también se ruboriza, confirmándomelo. Intento indignarme pero no puedo, es algo que yo también echaré de menos de dormir con él. Sus manos recorriéndome, sus labios besando todos los rincones de mi cuerpo…

—Vale…—admito— yo también lo echaré de menos…

—¿Sí?

— No eres al único al que le gusta…hacerlo…¿crees que lo haría si no?

— Supongo que no…

—Pues eso…— Me incorporo tapándome el pecho con la sábana.— el equipo de preparación estará pronto aquí…debería irme a mi casa… supongo que debería estar presentable también, querrán…no sé, ver nuestra despedida…— Susurro.

— ¿Quieres que te acompañe?— Peeta me besa en un hombro.

—Mi casa está enfrente de la tuya…— Sonrío—No voy a perderme…

— ¿Vas a ir al bosque?

— Hoy no…con las cámaras puede ser peligroso, y ya ha amanecido. Puede que…cuando os vayáis…

—No sé cómo puedes ir aún allí, podrían volver a cogerte…— Susurra y noto la preocupación en su voz.

— No van a hacerlo. Y la familia de Gale aún lo necesita— Algo en mi pecho se encoge y me arrepiento de decir eso en cuanto lo pronuncio. En estos meses mi relación con Gale se ha enfriado bastante, apenas nos vemos, y todo por su reacción a verme. Aun siento sus labios incendiándome y sus manos quemándome, aunque sigo yendo casi cada día a su casa llevarles la caza, pero por lo general cuando voy el aún sigue en las minas. Los domingos solemos cazar juntos pero apenas hablamos. Y por supuesto nunca hemos sacado el tema. Intentamos seguir como siempre. Pero ya nada es como siempre.

—la familia de Gale…— Murmura Peeta, celoso, y eso que no sabe toda la historia.

— Son como mi familia, mis primos ahora…ya sabes…— Me giro y le beso dulcemente dejando que la sábana se escurra, dejando al descubierto mi pecho.

— Ya sé…— Susurra contra mis labios. Pero cuando vuelve a besarme pican a la puerta.

—¡Peeta! En un par de horas estarán aquí— grita su madre desde el otro lado de la puerta—Muévete, que Katniss se vaya a su casa ya.

— Qué bien le caigo a tu madre…— Susurro irónicamente cogiendo mi ropa interior del suelo, luego me la pongo.

— A mi madre le cae bien todo el mundo…— ironiza el también colocándose sus calzoncillos.

— Ya bueno, pero yo en especial, no entiendo por qué…—me coloco el sujetador.

— Yo tampoco lo entiendo, a veces pienso que quizás le hubiera gustado que no saliera de los juegos…—Murmura.

—¡Peeta!— le tiro mi camiseta a la cara— No digas tonterías, tu madre te quiere. A su manera. Pero te quiere…

—¿me regalas la camiseta? Creo que no es de mi talla pero…

— No seas tonto…—me pongo los pantalones— me acerco a él y le beso acariciando su pecho y su vientre.— ¿Quieres que me muera de frio?—Miro por la ventana, nieva de nuevo.

— Tienes el abrigo…

— ¿Vas a dejar que tus hermanos me vean así…?— Digo seriamente, él se lo piensa dos segundos (o hace que se lo piensa) y luego me da la camiseta—Lo suponía.— Sonrío un poco.

— Abrígate…

—Lo haré, te veo en un par de horas…aunque me gustaría poder despedirme a solas…

— Ahora estamos a solas…—Me mira a los ojos y asiento. Puede que sea la última vez en muchos días. No puedo evitarlo y le abrazo con fuerza hundiendo mi cabeza en su cuello, luego se lo beso y le beso en los labios. Nos besamos durante unos minutos, pero al final nos separamos cuando vuelven a golpear en la puerta.

—Un par de horas…— Peeta asiente.

Salgo de su habitación y de su casa con un escueto adiós a su familia, salvo con su padre, mi relación con el resto de su familia es casi nula. Sus hermanos se parecen mucho a su madre, altivos y ariscos, en cambio su padre es igual de dulce y amable que Peeta. Aún así se deja influenciar mucho por su mujer, por lo que solo me habla cuando ella no está cerca.

Mi intención es ir a casa, y darme una ducha caliente. Ahora que me han puesto en una de las casa de la Aldea de los Vencedores disponemos de agua corriente caliente y fría. Pero mis pies no se detienen en mi casa, continúan andando. Salgo de la Aldea y cruzo el centro del distrito. Llego a la Veta y luego hasta la valla. Solo me detengo un segundo para escuchar la ausencia de electricidad. Luego la cruzo por el agujero que tantas veces he atravesado.

Por inercia cojo el arco y el carcaj de su sitio, tuve que buscar otro de los arcos que mi padre había escondido en el bosque después de que me cogiera el aerodeslizador. No tengo intención de cazar nada. Pero nunca se sabe, puedo cruzarme con un pavo, un conejo o un par de ardillas. Pero no me encuentro con nada. Me siento en la roca donde siempre quedábamos Gale y yo. Aquí puedo estar sola y pensar.

Pensar en que Peeta va a estar alejado de mí durante varias semanas. Le echare muchísimo de menos y las pesadillas volverán. No quiero ir con él, ni quedarme sola aquí. Es completamente contradictorio. Pero no sé lo que quiero. Bue no sí, pero es imposible. Que él no tenga que ir a esa estúpida Gira de la Victoria para recordar a todos los niños que murieron en la arena este año. Algunos de los cuales maté yo. Todos los años tienen que recordarnos no solo el horror de los Juegos del hambre, si no las celebraciones de después. Celebraciones estúpidas, en las que los tributos ganadores tienen que pasearse por cada distrito celebrando que ellos están vivos y los tributos de su distrito no. Creo que las lágrimas aparecen sin que me dé cuenta. Es absurdo, porque no sé por qué lloro. Pero lloro amargamente durante minutos, el sol está muy alto cuando las lágrimas se me secan y decido volver. Cuando me levanto le veo observándome. Lleva la ropa de trabajo (el mono sucio de polvo de carbón) pero él está completamente limpio. No parece haber ido a trabajar hoy.

— Gale…— Me seco las lágrimas por si queda alguna, aunque se hayan mezclado con la nieve derretida que me haya quedado en la cara.

— Hey Catnip…

— ¿Cuánto tiempo llevas ahí?— Se encoge de hombros.

— El suficiente para saber que has espantado a todos los animales a doscientos metros a la redonda— me ruborizo fuertemente cuando dice eso.

—¿Es por el día que es hoy?— ahora soy yo la que se encoje de hombros.

—Supongo…Aunque creo que es un poco de todo, Gale.

—¿A qué te refieres?

— A todo…

— Bueno, le tendrás aquí en un par de semanas de nuevo.— Murmura él cuando empiezo a andar en dirección a casa.

— Prefiero no hablar de esto contigo, Gale…— Murmuro también oyendo como él anda detrás de mí, aunque es un sonido casi imperceptible, que solo lo oigo porque la nieve cruje con sus pasos.

—¿Por qué? Somos amigos por encima de todo.— me paro en seco y le miro.

— ¿Solo amigos?

— Claro, Catnip. Llevamos años siéndolo ¿no?

— Que no quieras hablar de ello no significa que no pasara, Gale.

— No sé a qué te refieres, Katniss.— Resoplo.

— Hemos cambiado. Yo he cambiado, he matado a gente, a niños inocentes. Y luego está el día de mi llegada…desde entonces no hemos vuelto a tener la misma relación. Y también me entristece eso…

— Y lo piensas el día que él se va…¿Me quieres usar como segundo plato, Catnip?— Le miro furiosa.

— Si no fueras tú te habrías llevado un puñetazo, por cretino. Creía que me conocías lo suficiente para saber que no soy…así. Echo de menos al viejo Gale.

— Yo también echo de menos a la vieja Katniss, esa que solo sonreía aquí en el bosque, y solo conmigo.

— Ya te he dicho que he cambiado. No puedo sonreír como antes…

— Seguro que con él lo haces. ¿Qué tiene él?

— Gale, por favor…no…nada de escenas de celos. Quiero…me gustaría que fuéramos los de siempre, que ambos lo intentemos. Aunque yo no necesite cazar y tú te pases el día dentro de la mina.

— Los de siempre…— Asiento— Quizás así las pesadillas contigo en la arena desaparecerían…— Susurro.

— Tienes pesadillas…

— Muy a menudo…— Evito decirle que para evitarlas necesito dormir con Peeta.

— Y sueñas conmigo…

— Con todos, pero en general apareces en la mayoría de ellos muriendo, matándote yo…¿Qué más da?— me lo pienso un segundo— He sido una bocazas, olvídalo. Tengo que irme, las cámaras y los periodistas querrán grabar nuestra despedida, ya sabes…— Oigo como Gale suspira.— Esta noche le llevare algo de caza a tu madre, deberías ir a trabajar— No le dejo hablar, prefiero que no lo haga.

—Catnip…— Rodea mi brazo con su mano, aún con la gruesa cazadora de invierno la siento fuerte contra mi piel— Somos amigos, independientemente de lo que pasara. Si necesitas algo, sabes que me tienes aquí…

— Lo sé…— Prefiero no mirarle cuando lo digo, porque me da miedo lo que pueda ver en sus ojos. Luego salgo corriendo, esta vez sí que es hacia mi casa de la Aldea de los Vencedores.

Cuando llego a casa el equipo de preparación de Cinna está ahí. Ugh, sabía que tenía que despedirme de Peeta, no que tenía que verme bien delante de todos. Eso se lo dejo para él y Delly. Pero aún así permito que me arreglen. Me arrancan pelos, me maquillan y me peinan, luego me ponen un vestido poco propio para el clima, aunque encima llevaré un grueso abrigo de pelo.

Cinna llega pocos minutos antes de que tenga que reunirme con Peeta. Me abraza con fuerza, como si de verdad fuéramos amigos, y quizás lo seamos.

— ¿Cómo te encuentras?– me susurra él al oído.

— Nerviosa, y triste.— Susurro también.

— Solo son unas pocas cámaras. Luego te dejaran en paz…

—Pero Peeta se va…Desde los juegos no hemos pasado más de 24 horas separados.

—Lo sé…—Cinna me acaricia la cara— pero sé fuerte…— Asiento.

— Lo intentaré…

—Hoy…no finjas…si te apena que se vaya demuéstralo, ¿de acuerdo?–le miro a los ojos sin entender lo que quiere decirme pero asiento.

Solo cinco minutos después me indican que tengo que salir de la casa y correr hacia Peeta y Delly que estarán hablando con algunos periodistas, como si fuera lo más natural. Pero maquillada y con el ridículo vestido (no es que el diseño de Cinna no me guste, si no que es un vestido, sin más) quedará de todo menos natural, pero recuerdo que al Capitolio entero le encanta nuestra relación, recuerdo lo que Snow me dijo, éramos la pareja del país entero.

Y así debe ser.

Salgo de casa y me cuesta ver el pelo rubio de Peeta entre los periodistas y las cámaras. Pero cuando le veo me acerco corriendo a él y llamándole, cuando me mira me tiro a sus brazos. En parte porque quiero que me abrace y en parte por la audiencia.

—¿Pensabas irte sin despedirte de mí?— digo lo suficientemente algo para que todos lo oigan mientras que dejo que me rodee con los brazos y luego le beso intentando ignorar todos los ojos curiosos.

...


Nota de autor: El fic no va a ser ni parecido al libro de "En llamas". Aún así ¿me merezco un review? ¿qué os ha parecido el primer capitulo? ¿Triste?

Besos de fuego!