Advertencias: Los personajes de One Piece no me pertenecen, son todos de Oda-chin. Kidd tiene una boca y un pensamiento muy sucio. No sólo puede matar neuronas, sino que puede provocar otros efectos secundarios más dañinos. Leed bajo vuestra propia cuenta y riesgo. Rabo-san ha subido el caché y yo soy pobre, así que no ha aceptado retomar su gran papel.

N/A: Hallo! No voy a pedir perdón por nada, a estas alturas es demasiado tarde para ello y si estáis aquí es porque ya sabéis a qué ateneros conmigo. Solo comentar que... Se me fue algo de las manos y esto no acaba aquí cómo quería... Pero, es que cuando me pongo a escribir es complicado detenerme y... Como ahora. El capítulo está más vacío de contenido de lo que desearía, y no hace falta que diga que algún siglo de estos me dará por escribir el último, sé que lo entendéis perfectamente y por ello pediréis mi cabeza. Ha sido tan complicado tener que escribir a Kidd-humano, ya estoy vieja para esto.

En fin, dar las gracias a Muu-chan (¿ves como pago mis deudas aunque sea tarde y mal? Lo "otro" ya lo veremos) a Rena-chan y a Capi-ochibi-chan por ser unas pesadas y hacer que no me olvide de Kidd nunca. También millones de gracias a todos los que apostaron por leer el primer capítulo y no salieron huyendo: WorldOfLetters, ApocalypticWorld, Natsue-chan, Billy Cox, Mukii, Rena Hibari Bonnefoy, Bruja, chibigore, NaraAlex, SatelliteNess, Tarumis, VampaiaHime, bWitch, conego, Trixii Recordad, que si no fuera por vosotros parte de esto no tendría sentido, GRACIAS!

Sé que no es lo mejor que he escrito, aunque después de todo este tiempo, soy feliz con saber que puedo seguir enlazando letras y creando este veneno. Espero que os guste y lo disfrutéis. Sin más:


2. Gato gordo, honra su casa.


Yo sonrío, y el mundo gira.

Así de sencillo.

Es una obviedad. Pero mejor dejarla clara que darla por sabida, sino luego aparecen listillos que piden a gritos ser exterminados y se quejan cuando muy gentilmente cumplo sus deseos.

¡Ingratos!

Encima que lo hago por tu bien…

Nadie quiere tenerme de enemigo.

Gajes del oficio. Supongo.

Cuando uno es tan conocido por no dejar títere con cabeza, el mundo tiende a obedecerte sin poner reparos. Afortunadamente. Así las cosas son más fáciles.

Aunque a veces está bien que pongan resistencia, puede ser un juego divertido y a mí me gusta divertirme. Cuando tengo ganas. Obviamente. Si no, te toca las pelotas.

Se podría decir que estoy viviendo el primero de los casos, en el que nadie viene a mí buscando pelea, ni pidiendo una muerte rápida; habría que ser un idiota suicida, pero… Estaba contento, sí, si se diera el caso, casi podría pasarlo por alto, en ese momento era difícil borrarme la sonrisa que se extendía por mi rostro.

Qué polvazo.

A mi paso por el pueblucho de mala muerte todo el mundo gritaba, salía corriendo y se escondía: se olía el miedo en el aire.

Qué bien sienta ser el amo del mundo.

A este paso, convertirme en el Rey de los Piratas es cuestión de días, semanas como máximo. Me reiré hasta del viejo Roger y su puta pamelita de los cojones. Yo, Eustass Kidd seré el nuevo Rey de los Piratas y me haré con el control completo de todos los mares, y ni el Gobierno Mundial se atreverá a tocarme un pelo. Los hijos de puta besarán el suelo que piso.

Ah, he llegado a casa. Hogar, dulce hogar.

Me detuve en el puerto, justo delante del atraque, y ahí estaba el mejor amigo del hombre: su barco. Al menos Killer sabía usar bien la maldita Vivre Card.

En un rincón oscuro y lejano de la memoria quedaba la lluvia, los truenos, las locas idiotas, las bolas de pelo atascándose en la garganta, y los… mimos… Todo ello guardado bajo llave para la eternidad. Jamás abriré el pico sobre ello. Se va al infierno conmigo. Todo había pasado de una vez por todas. Ni siquiera quedaba rastro de los apéndices autómatas con conciencia propia, solo yo, Eustass Kidd, en toda mi gloria humana.

Sí, mi buen humor se debe en parte a toda la tensión liberada en la cama, una gran venganza que quitaba el aliento; sino que le pregunten a mi gatita. Cuando se reponga, claro. Qué polvo... Sobre todo el primero.

Para terminar esta maravillosa experiencia, nada como volver a casa, a mi querido barco con algo en lo que ocupar mi mente durante los próximos días, una misión: matar al capullo que me convirtió en una bola de pelo naranja.

Corrección.

Hacerle explotar mientras bebo sake en cubierta. Razón, la misma. Aunque tampoco es que haga falta tener una razón para matar a alguien.

Menos aún si soy yo.

—Kidd, ¿qué haces desnudo en mitad del muelle?

—Ya era hora de que llegaras, Killer —¿Cómo se atrevía mi segundo a hablar antes que yo?—. Larguémonos de este pueblucho de una vez, tengo asuntos pendientes.

Nada más subir a cubierta, mis hombres vienen a alabarme admirados por mi gran presencia y… Ah, mi fiel Heat, ahí está con mi abrigo.

Como venía diciendo, hogar, dulce hogar.

—Bienvenido, jefe —le doy la espalda para que me ponga la prenda más importante de un capitán pirata, pero ya está Killer dispuesto a joder todo mi buen humor.

Capullo, se le da demasiado bien hacerlo. Experto. Ni soldado de la masacre ni mierdas.

Tendrá toda la fama de sangriento que quieras, ganada a pulso, eso no se cuestiona; pero desde que le conocí le ha faltado ese deseo de retar a la vida que a veces me lleva a cuestionarme si se merece el puesto de confianza que le di. Tan comedido, tan serio, tan… Joder, qué le costaría dejarse llevar más por los placeres… Es cierto, también tenía sus ventajas, como que yo no tenía que pensar, por eso mismo era mi segundo.

¡Pero que dejara de actuar como si fuera la puta madre del barco!

—Dónde estabas y qué hacías, por si no te habías dado cuenta tenemos el tiempo en contra y debemos llegar lo antes posible a—

Una mirada sola sirve para callarlo.

Se me está ablandando mucho con los años.

—¿Me has echado de menos? —Ponerle morritos a Killer funciona, lo malo es no ver la reacción, nota mental, seguir buscando formas de hacer que se quite el maldito casco—. Pensaba que te gustaría eso de tener todo el barco para ti solo durante un par de días. Que le fueras tomando el pulso.

—Kidd deja de —

Suspiré, una verdadera alegría ver al mismo viejo gruñón de siempre.

He vuelto a casa.

Levanté un dedo en gesto cansado, aunque ahora que lo pienso, es un goce volver a poder usar la Akuma no Mi, y quién mejor que mi segundo al mando para disfrutar de tal ocasión. El casco voló hacia el suelo a gran velocidad con el resto del cuerpo detrás.

Ah, sí, el placer de volver a casa.

Que se alegrara de que no haya intentado quitárselo a la primera oportunidad que he tenido.

—¿Decías?

—Encontramos sus ropas tiradas después de la explosión, y nos preocupamos por usted, jefe.

El bueno de Heat siempre metiéndose por medio de mi diversión. A veces me pregunto por qué sigue en el barco. Sí, es un buen pelota, un hombre fiel, fuerte y escupe fuego. Ah, quién hubiera podido comerse la Mera Mera no Mi.

—¡Venga malditos perros! ¡Moveos panda de escoria humana, nos largamos de aquí! —Me dirigí a la tripulación emocionada por mi vuelta, pero ya había terminado el momento sentimental—. Killer. Heat. Seguidme. Tienes razón, hemos perdido demasiado tiempo.

—¿Y no te apetece, para variar, quemar este pueblo, oh, gran capitán Kidd?

—Tengo cosas más importantes que hacer. Por cierto, Killer, ¿qué opinas del empalamiento?

—Mientras no sea mi culo... —Genial. Eso era luz verde a mis planes.

Con ello me di la vuelta y entré al barco, este olor de madera putrefacto, metal oxidado y salitre pegado al corazón de todo marinero que tanto se echa de menos, me golpeó de lleno. Atravesé el pasillo con paso fuerte hasta mi camarote, mi hogar. Estaba tal cual lo dejé, oh, la felicidad. Menos mal que ninguno de los estúpidos grumetes se había atrevido a entrar, miré de soslayo a Killer, entre sus funciones estaba la de impedir que eso sucediera, y una vez más la había cumplido.

Mis libros, mi sillón, mi cama, mi escritorio, mi capa de polvo en los estantes… Mi camarote. Sin más, me acerqué rebuscando en los papeles un…

—Aquí está.

En la carpeta de enemigos recientes donde guardaba sus carteles e información importante, saqué el del gilipollas que se atrevió a hacerme aquello. A atacarme a mí.

A mí.

A Eustass Kidd.

Imbécil. Ahora recibiría su merecido.

Como ya pensaba cuando la guardé en esa carpeta, aquel tipo iba a ser un problema y tenía que quitármelo de encima lo antes posible, observé aquella cara notando el odio crecer en el estómago. Mierda. Pagué el precio de ir mal informado, pero, resoplé, eso no volvería a suceder.

Jamás.

En cuanto lo encontrara solo servirá como carnaza de sardinas.

Hijo de puta, hacerme esto a mí.

Quién coño se creía que era.

Se lo pasé a Killer que lo miró antes de pasárselo a Heat. Estos son los momentos en los que agradeces la máscara que el idiota lleva puesta: si tengo que ver la cara de gilipollas de Killer, lo mato allí mismo sin importarme una mierda lo buen segundo que pudiera ser.

¿Qué había de confuso en todo? Te he dado una presa, pues a cazarla. Vamos, se un buen perro faldero.

Corre.

Esto no podía estar pasándome. Notaba como la sangre comenzaba a hervirme. Aguanté la rabia un segundo, respiré.

Respirar es la clave de todo.

Pero que me suceda esto en mi propio barco…

—Deseo invitarle a tomar el té en cubierta mientras nos demuestras tus dotes naturales con el violín.

—¿Qué—

—¡Que lo atrapéis! ¡Vivo! ¡Lo quiero vivo! ¡Y lo quiero ya!

Con un gesto de cabeza, Killer le pidió a Heat que se fuera, menos mal que él se volvió hacia mí para que yo le confirmara la orden. Alguien, al menos, todavía respeta el poder verdadero.

De todas formas era lo mejor. Asentí. Al fin y al cabo si tengo que darle una explicación sobre toda esa mierda a alguien, lo mejor era que solo Killer se enterara de la vergüenza.

Sí, le doy explicaciones a Killer. Soy un tipo listo, por si no lo sabían. Quiero guardarme bien las espaldas, y tengo claro que es a la única persona a la que le confiaría mi vida. Aunque nunca llegaremos a ese extremo, por favor.

—Me lo cuentas o tengo que sacártelo a patadas como cuando éramos pequeños.

Me estaba moviendo incómodo, la boca cerrada a cal y canto. A ver cómo se dice esto. Recuerda, Killer lleva años soportándote todos los días, sin importar que estés de un humor de perros y, lo peor, te conoce mejor que nadie. Ahora, Kidd, puedes hacer que esto sea fácil, o complicarlo sin necesidad porque sabes qué tienes que hacer mejor que nadie. Venga, rapidito, además, ¿a qué narices temes, tú que eres el Supernova más peligroso de todos los mares?

Y ni que Killer fuera un puto chivato.

Cogí aire y…

No. Ni una palabra.

Cerré la boca y miré a todos los lados. Otra vez tomé aire y…

El pie de Killer se movía nervioso, y a mí no me salía una puta palabra de la boca.

Seguro que si fuera para otra cosa con la gatita, sí sería más rápido.

Oh, ella.

¿Qué, quieres volver con la gatita para que te restriegue el pelaje de nuevo y te rasque los huevos mientras el puto rabo se mueve sin hacerte caso?

Ni de coña.

Bajo ninguna circunstancia.

No.

—Se ha reído de mí —joder qué difícil era decirlo. —Voy a matarlo como a un cerdo.

Era como volver a tener cinco años y buscar corriendo las faldas de mamá.

—Ah, ¿y dónde estabas?

Un segundo para sonreír, ojalá alguien me borrara de un puñetazo esta estúpida sonrisa que me salía sola cada vez que lo recordaba.

—Con una hospitalaria isleña. —Tuve que darme la vuelta para que no me viera así—. En la cama.

—¿Y cómo tú, un marinero destacado con tan excelente reputación, llega a la cama de una honrada señorita…?

—Joder, no, Killer. No era puta.

—¿Entonces? Más complicado de entender me lo pones, Kidd. —Casi puedo imaginar cómo eleva las cejas por la sorpresa con la que hablaba.

Joder, yo también sé enamorar muchachas honradas, qué se cree. También tengo mi lado tierno.

No, no es el momento de enfadarse por ello.

Vamos, Kidd, céntrate.

Tomo aire, me giro y aprieto los puños, esto me estaba costando más de lo esperado. Mucho más que lo anterior.

Joder.

Vamos allá.

Primer intento, cierro la boca; segundo intento, abro la boca pero no sale aire; tercer intento, me muerdo la lengua. Kidd, no eres un puto cobarde, di las malditas palabras de una puñetera vez. Golpee con la mano la mesa, frustrado, para poner los pensamientos en orden y

—En forma de gato. Un puto gato.

Los silencios siempre son incómodos o aburridos, este tenía la cualidad de ser ambos. Además de crispante. Mientras esperaba que el listo del barco entendiera una simple frasecilla del lenguaje común, mis nervios llegaban a su límite.

—¿Me estás diciendo que eras un gato? —Con una mirada se dice todo, lástima que comenzara a reírse—. Si lo que querías es tiempo para follar podías buscarte una excusa más buena. Y dejar de mentir, es algo natural.

Inspira, espira, inspira, espira.

Sí, respirar. Tú puedes, Kidd.

—Killer —en un corto gesto su propia guadaña amenazaba su cuello—, porque te tengo utilidad, sino estabas muerto.

—Quieres decir que es cierto… ¿Un gato? ¿Tú?

—Una asquerosa y rolliza bola de pelo —joder, a cada palabra casi notaba como me quitaba un peso de encima—… Naranja.

—¿Pero… Cómo? —Alguien no se lo creía, ya, era de esperar.

Le quité de las manos el maldito cartel y lo clavé en la pared frente a nosotros, a saber dónde estaba ahora el malnacido, más les valía encontrar su rastro lo antes posible y traerlo ante mí.

—Akuma no Mi —mascullé entre dientes—, y lo pagará caro.

—Lo que hubiera dado por verlo.

Lo fulminé con la mirada y grité todo lo que llevaba dentro, ¿eso era todo lo que tenía que decir?

¿Eso? ¿Que quería haberme visto convertido en una maraña de pelo seboso?

Se acabó. Adiós paciencia.

Es hora de hacer honor a mi reputación.

A un gesto de mi mano el casco, y todo su maldito cuerpo detrás, salió volando contra la puerta de mi camarote, rompiéndola y hundiéndose contra el metal de la pared del pasillo.

—No quiero volver a verte hasta que ese hijo de puta esté en mi barco, ¿entendido?

Ni esperé respuesta, ni la quería. ¿Es que nadie le había enseñado a ese cabrón rubio a cerrar el pico?

Ah, mierda.

Y lo peor.

Yo salgo perdiendo. Me he quedado sin puerta. Debe ser su maldita suerte.

—Y que no se te olvide buscarme una puerta nueva. De metal. —a ver si así la próxima vez se piensa las cosas mejor antes de abrir esa maldita boca.

O no lo salvará nadie.

Encima de lo que me hace pasar. De lo que confío en él. Esto no iba a quedar así. Lo que fuera. Cuando fuera. Que se diera por muerto.

Y más les valía encontrarlo pronto.

Por ahora me daría una ducha y volvería a mis quehaceres de capitán. A escuchar como mi querido barco rompía las olas navegando y mi sola presencia atemorizaba a todos mis subordinados.

Qué bonita es la vida pirata.

Es la mejor forma de recobrar un poco de paz mental.

lPero antes, Lo mejor era tomar una buena ducha con la que olvidar todo lo pasado. Incluso su tacto… mejor, dicho, eso era lo primero que debía olvidar.

Mira por donde algo bueno le había sacado a todo aquello. Lo sé. La suerte siempre está de mi lado. Un factor más que me sonríe en mi carrera por el título del más grande.

Después, buscar ropa limpia, y recuperar todos mis accesorios. Y mi abrigo. Ah, este abrigo es la seña de un gran pirata, de un hombre importante.

Ya me sentía mejor. Mucho mejor.

El tercer paso era buscar algo de comida. Comida de verdad. Hice un alto en el camino por las cocinas y con el bocado en la mano, ya estaba listo para comerme el mundo.

Sin querer, se me escapó un suspiro por los pasillos. Algo fallaba.

Lo sé.

Todo tendría que ir viento en popa…Si no fuera por la extraña sensación que aún tenía en la nuca.

Algo… no iba bien. Y ¡joder! No quería parecerme a ese pirata de tres al cuarto de Hawkins y sus muñecos y juegos de palabras, pero… Algo olía raro en el ambiente.

Para empezar, ¿dónde se había escondido Killer tan rápidamente?

Sí ya tenía una misión, pero joder, era mi maldito segundo, debe estar aquí e informarme de todo lo que haya pasado en mi ausencia…

Qué largo se me estaba haciendo el camino hasta cubierta…

Mierda. Debe ser eso.

No te jode.

Estaba cansado.

Sonreí.

Y yo preocupado.

¿Qué puede preocupar al gran Kidd cuando es el mundo quien debe preocuparse de no cruzarse en mi camino?

Solo estaba un poco desentrenado y ahora me estaba pasando factura.

Oh, aquella sonrisa que se presentó sola.

Sí.

Tendría que haber secuestrado a la gatita, y seguro que se me pasaba todo, y practicaba. Muy a menudo.

Desde la baranda del castillo observé la cubierta, cómo corrían los cabrones de un lado a otro aguantando el rumbo del barco. Terminé de comerme el pequeño tentempié, y decidí dejarme atrapar por los pequeños placeres de la vida. Al fin y al cabo, soy el hombre más poderoso de todos los mares.

Y acababa de regresar de una gran aventura.

Me senté allí mismo, y cerré los ojos. Notaba la brisa marina, el leve movimiento de las olas. Este era sin lugar a dudas el sitio al que todo el hombre pertenecía. Donde estaba la verdadera libertad.

Un barco y el mar por delante.

Sin leyes, sin límites.

Y me dejé atrapar por el cansancio completamente.

—…Vaya, en la última isla se nos subió un polizón, ¿qué hago contigo? —¿Qué estaba diciendo Heat? Con el sueño que tengo que se calle y no me despierte. —Y lo de la ropa no lo entiendo… ¿dónde se habrá metido el jefe de nuevo?

Abrí los ojos, ¿quién coño me está pirando un pellizco? El gruñido se escapó de mis labios antes de que me diera cuenta.

No.

Definitivamente voy a matar a alguien.

A muchos.

Eso no había sido un grito.

Lo que tenía enfrente no eran los ojos de Heat.

Eso no era una zarpa naranja.

—Venía a decirle que estamos en mar abierto con rumbo fijo… Y que Killer-san quería verle…

Esto no podía estar pasándome a mí.

Y por supuesto ese puto apéndice indeseable con conciencia propia no se estaba meneando. De un lado a otro.

—Pero bueno, a lo mejor ya lo encontró antes. Ven gatita, vamos a buscarte algo de leche, y luego vemos qué hacer contigo.

Horror.

No.

Otra vez no.

¡Os voy a matar a todos!

Sobre todo a ti, hijo de puta.

Espera. Espera a que sea otra vez yo. Espera y verás.


N/A: Si os apetece, no os olvidéis que podéis comentar, poner en favoritos/alert y visitarme en la loquería (ejem, twitter). En fin todas esas cosas que hacen sonrojar y que agradeceré hasta la eternidad ^^

También acepto amenazas, pero sólo si están recubiertas de chocolate :3

¡Muchísimas gracias por leer!

PL.

p.d. ¡No os olvidéis de votar en la encuesta del perfil!