~ CARTITAS PARA PAIN-CLAUS ~


Remordimientos —


Asustado, Pain despertó sudoroso, mirando a todos lados. Había tenido una muy mala pesadilla, sin duda alguna.

Miró por la ventana, aún no amanecía, era la madrugada de Navidad y él pensaba amargamente en lo ocurrido en su pesadilla.

Se maldijo al recordar las viejas navidades en compañía de Jiraiya y sus compañeros. Se maldijo al pensar que en aquel entonces él sí tenía espíritu navideño.

Se maldijo por tercera vez al ponerse en pie para hacer aquello que sabía, era lo correcto. O al menos lo que su corazón perforado le indicaba como bueno.


Compras de Pánico —


Claro que convivir con una organización de locos criminales tenía sus consecuencias. Y sí, Pain lo vivía en carne propia al andar en plena madrugada buscando alguna tienda de obsequios abierta.

No tenía idea de qué rayos comprar, claro que pensar en juguetes no era una posibilidad.

Pero para desgracia suya, todos los negocios de aldeas aledañas se encontraban cerrados.

Se sintió fallarle a su gente como líder. Le había prometido a Konan —a regañadientes—, que tendrían la mejor Navidad de todas, pero él les había fallado.

Resignado, volvió sus pasos.


¿Santa Claus Existe? —


—¡Feliz Navidad, Líder-san! —Le recibió Tobi.

Extrañamente, todos se encontraban despiertos.

—Tobi quiere darle las gracias por su regalo, porque Tobi sabe que ha sido un buen chico este año.

¿Regalo?

Confundido, Pain miró en dirección al pinito en donde el resto de sus camaradas abrían sus obsequios:

Deidara su juego de dinamita, Kisame sus cremas aclarantes, Kakuzu una nueva alcancía a la cual nombró piggy segunda, Hidan un kit sadomasoquista, Zatsu un nuevo cerezo, Itachi su preciado dinosaurio, Sasori una barbie tamaño real y Tobi una nueva máscara con lindos diseños.

Algo muy extraño sucedía ahí.


Un Regalo para Dos —


Pain se sintió mal, todos en Akatsuki tenían la idea de que aquellos regalos habían sido cosa suya, pero la verdad era que él seguía igual de sorprendido que algunos.

—¡Líder-san! Aquí hay un obsequio que dice su nombre —expresó emocionado Tobi.

Extrañado, Pain tomó la pequeña caja.

"Tú sabes lo que debes hacer" decía la nota. Al abrir la cajita, se dio cuenta que se trataba de un muérdago.

Inmediatamente recordó el pendiente que tenía con Konan desde que eran niños. Sin sospechar siquiera que ella misma era quien estaba detrás de todo aquello.


El Muérdago de la Discordia —


Nerviosa, Konan siguió a Pain hasta la entrada de la cueva, manteniendo los ojos cerrados justo como éste le pedía.

—¿Recuerdas nuestra primera Navidad cuando niños? —Ella asintió, remojándose los labios—. Prometí devolverte algo que te había estropeado…

Le pidió entonces que abriera los ojos, colocándose él detrás. Sin embargo, a la par, la expresión de ambos cambió por una de sorpresa y decepción, pues frente a ellos, Zetsu se encontraba besando con devoción al pequeño ramito de muérdago, jurándole profundo amor.

—¿Qué? ¿Ya uno no puede ni tener privacidad en esta cueva?

Y nuevamente todo quedó en una linda intención.


Una Navidad en Familia —


Aquella madrugada de Navidad, Pain aprendió dos cosas, bueno, en realidad aprendió muchas más, pero dos en especial.

La primera: no dejarse influenciar por las ideas locas de su organización, por más que refunfuñaran, amenazaran o patalearan.

Y la segunda: tenía que admitir que pese a que vivía en una jungla de enfermos criminales, todos ellos conformaban una familia, algo anormal, algo extraña, pero a fin de cuentas una familia.

Meditó un momento a solas.

Escuchando luego a lo lejos una explosión, seguida de un grito de auxilio, risas, maldiciones y lamentos.

Bufó molesto. Definitivamente Akatsuki era una familia poco usual, pero que no cambiaría por ninguna.

.

.


Notas: Y bueno, al final lo que quería mostrar era la singular y extraña unidad que tenían en Akatsuki. Espero les haya agradado esta pequeña y absurda historia y…

¡Felices Fiestas!