Y aquí está el último capítulo del Fic. Justo hace un rato lo he terminado de escribir, así que no estoy segura ni de lo que pone xDD

Bueno... estoy segura de una cosa... AVISO IMPORTANTE: ESTE CAPÍTULO CONTIENE LEMMON

Sí, no sé cómo, pero he escrito otro lemmon xD No estoy muy satisfecha con el resultado, será porque lo estoy publicando sin leerlo 20 veces antes, como suelo hacer con los demás, no sé.

En fin, espero que os guste, ahora lo leeré y si veo muchos fallos pues lo resubiré corregido xD


Luffy intentó abrir sus ojos, pero sus párpados pesaban demasiado. Intentó mover sus brazos, pero parecía que no respondían. Intentó escuchar lo que había a su alrededor, pero ningún sonido llegaba a él. Sentía que su cabeza le iba a estallar, no conseguía recordar nada.

"Fuimos a la base…". Fragmentos de su lucha acudieron a su mente.

"Y… vencimos…". Nami, Usopp, Chopper y Brook habían ido a ayudarle. No, a ayudarle no, a ayudarles, pues Zoro había estado en todo momento con él. "Zoro…", recordaba cómo le había liberado de la jaula de kairoseki, cómo le había defendido de algunos marines que portaban extraños mazos al mismo tiempo que él le había librado de otros marines que intentaron atacarle. Y también recordaba su sonrisa cuando…

"Conseguí destruir la torre", por fin acudieron a su mente las poco claras imágenes que tenía de la antena y de él aplastándola por completo, utilizando el Gear Sado.

"Y después…" nada. Ya no recordaba nada. Después de ver la sonrisa de Zoro que había ido dirigida a él, Luffy no podía recordar nada.

Con mayor ímpetu, Luffy intentó abrir los ojos. Tras unos minutos de intensa lucha interna, los párpados del pequeño se separaron levemente, permitiéndole ver una tenue luz que nacía de algún punto tras él. "¿Dónde…?", no reconocía la estancia en la que estaba. Parpadeando varias veces para que su vista consiguiera clarificarse, Luffy consiguió centrarla en la pared que estaba pegada a su cama. "El… ¿Sunny?", era una pared gruesa y de madera, y al pequeño no se le ocurría otro lugar que tuviera ese tipo de paredes. Moviendo con esfuerzo su cuello, levantó un poco más la cabeza y vio que la luz entraba desde una pequeña ventana redonda que había tras él.

Parpadeando con más fuerza, Luffy consiguió que sus ojos se abrieran aún más. Giró levemente la cabeza hacia la otra pared, la más alejada de la cama. Allí encontró una puerta, y una figura sentada en el suelo al lado de ella. Entornando los ojos, Luffy intentó averiguar quién era, pero le resultó imposible. La poca luz que entraba por la ventana no alcanzaba a iluminar a ese cuerpo que parecía dormitar apoyado en la pared.

De repente, Luffy se dio cuenta de que no tenía voz. Intentaba llamar a esa figura, y tenía la boca abierta, pero no conseguía que de su garganta saliera algún sonido. Preocupado, intentó llevar una de sus manos a su cuello, pero su cuerpo parecía no reaccionar a sus órdenes.

Aún estaba intentando mover sus manos cuando el pequeño notó cómo más luz llegaba a sus ojos, deslumbrándole. No era porque hubiera entrado repentinamente mucha luz en la habitación, sino porque los ojos del pequeño ya no estaban acostumbrados a verla. Girando levemente el cuello hacia esa fuente de luz, Luffy vio cómo la puerta se había abierto, dejando paso a una pequeña figura con cuernos y un gran sombrero en su cabeza. "¿Chopper…?", ¿quién si no iba a ser?

El pequeño intentó hablar de nuevo para llamar al renito, pero su voz seguía sin salir. Con los ojos entrecerrados, aún sin acostumbrarse al nuevo nivel de luz, Luffy observó cómo el renito zarandeaba despacio a la figura que estaba sentada en el suelo, quien comenzó a moverse, respondiendo al contacto del médico. Parecía que estaban hablando, pero los oídos de Luffy seguían sin recibir ni un solo sonido. Y de repente, esa figura se puso en pie, recogiendo las tres espadas que habían estado descansando a su lado, apoyadas en la pared. Luffy abrió ampliamente los ojos, o esa fue su impresión, porque realmente sus párpados apenas se movieron. "¡Zoro!", gritaba en su mente, intentando llamar al espadachín. Pero éste no le oía, seguía conversando con el renito. "¡Estoy aquí, Zoro!", Luffy siguió gritando en su mente, luchando porque su brazo se estirara para poder agarrar al peliverde, que ya salía por la puerta. "¡ESPERA!", pensó desesperado, pero nadie le oyó. Y la puerta volvió a cerrarse, esta vez tras la salida del espadachín de la habitación. Decaído, Luffy abandonó sus esfuerzos por hablar, por moverse y por abrir los ojos. Sus párpados volvieron a cerrarse, y Luffy volvió a dejarse llevar por el cansando, el sueño y la oscuridad.


Zoro abandonó despacio una de las bodegas del Sunny donde habían trasladado a Luffy. Chopper había pedido que lo sacaran de la enfermería y le llevaran a otro sitio más aislado para que pudiera descansar sin escuchar todo el ruido que provocaba la tripulación. Aún medio dormido, el espadachín salió a la cubierta y se acercó a una barandilla, donde se apoyó para disfrutar de la suave brisa nocturna. Luffy llevaba dos días dormido, y ayer ellos habían zarpado sin esperar a que su capitán se recuperara. Aunque los presos habían tomado el control de la base del Gobierno Mundial en la isla, sería cuestión de tiempo que la Marina respondiera y atacara la isla. Por ello, a pesar de que todos querían esperar a que Luffy diera la orden de partir, habían tenido que abandonar la isla en cuanto el viento se lo permitió.

Agachando la cabeza, Zoro observó el vaivén de las olas contra el barco. Estaba calmado, a pesar de que Luffy siguiera sin despertar. Chopper le había asegurado que estaba bien y que no tardaría en hacerlo. Sin embargo, en su mente sólo había una imagen fija: la sangre de Luffy recorriendo el filo de su katana. Zoro sabía que no podría borrar esa imagen de su cabeza el resto de su vida, pero ya no le atormentaba tanto como dos días atrás. Chopper le había repetido insistentemente tantas veces que, de no ser por su acción, Luffy estaría muerto, que en esos momentos el espadachín comenzaba a creer que era verdad. En realidad, Zoro sabía que era verdad, pero él no dejaba de pensar en que pudo haber otra opción. En que pudo haber evitado hacer daño a su capitán.

Exhalando un largo suspiro, Zoro sintió que el cocinero se apoyaba de espaldas en la barandilla, a su lado. Ambos guardaron unos minutos de silencio, uno observando el mar y otro terminando su cigarrillo.

- ¿Cómo está Luffy? – preguntó el rubio mientras lanzaba de espaldas el cigarrillo al mar.

- Sigue igual – murmuró el espadachín. Aunque Chopper había frenado la hemorragia eficazmente y había conseguido realizar una exitosa transfusión de sangre a su capitán, les había explicado que la situación se le había complicado cuando se dio cuenta de que habían quedado restos de kairoseki en la herida del moreno. Por eso había tardado tanto en salir de la enfermería dos días antes: había limpiado esas minúsculas partículas impregnadas en la herida de Luffy una a una. También les había explicado que era posible que Luffy tardara un tiempo en recuperar todas sus fuerzas, no estaba seguro de que hubiera salido todo el kairoseki de la sangre, y habría que esperar a que su cuerpo lo eliminara por sí solo.

Sanji mantuvo otros minutos de silencio antes de continuar hablando.

- Chopper nos ha dicho que no quieres que Luffy sepa lo que ha pasado. – Zoro no respondió, por lo que Sanji continuó, alzando la vista hacia el cielo estrellado. - ¿Vas a huir otra vez?

Como si una corriente eléctrica le hubiera recorrido, la cabeza de Zoro se volvió automáticamente hacia Sanji, a pesar de que éste continuó con su vista en el cielo, ignorando ese brusco movimiento.

- No entiendo a qué te refieres – susurró el espadachín con voz afilada.

Sanji suspiró. "No quieres entender a qué me refiero", pero ambos sabían perfectamente que Sanji hablaba de lo acontecido en Thriller Bark.

- Ya es la segunda vez que le salvas a costa de ti mismo – en Thriller Bark, había sido a costa de su propia vida (aunque por suerte Zoro había conseguido sobrevivir), y en esa ocasión había sido a costa de sus principios y sus sentimientos. - ¿No debería saberlo, al menos esta vez?

Zoro gruñó, volviendo a mirar al mar. Se negaba a creer que Sanji hablaba de Kuma, y también se negaba a responderle. Zoro no sabría cómo mirar a Luffy si se enteraba de que le había atacado. Tampoco sabía cómo reaccionaría el pequeño. Y mucho menos le apetecía descubrirlo.

Sanji suspiró. – Eres un marimo muy terco.

Sin esperar respuesta, sabiendo que tampoco la iba a obtener, Sanji se alejó y entró en la cocina. Al entrar, todos sus nakamas se le quedaron mirando. Con un movimiento negativo de su cabeza, Sanji se dirigió a preparar un poco de café para todos. Nami, Usopp, Robin, Franky y Brook agacharon sus miradas con pesar. Si ese era el deseo del espadachín, lo respetarían.


Los oídos de Luffy comenzaron a ser invadidos por suaves sonidos que el pequeño creía haber olvidado. Escuchaba el suave crujido del Sunny a causa de su balanceo sobre el mar, y también el vaivén de las olas contra el casco del barco. Haciendo un pequeño esfuerzo, Luffy logró entreabrir sus ojos, consiguiendo observar con mayor claridad que la vez anterior la sala en la que se encontraba. Teñidas de un rojo brillante a causa de la luz del atardecer, Luffy examinó las paredes, dándose cuenta de que no contaban con ningún estante o cualquier otro adorno. No estaba en la enfermería, ni en la habitación de los chicos. Dirigiendo su vista al pie de su cama, distinguió en el fondo varios barriles y sacos apilados, dándose cuenta de que estaba en una bodega.

Cerrando nuevamente sus ojos, Luffy se centró en su cuerpo. Había dos zonas que parecían molestarle con un leve dolor: su brazo y su muslo. El pequeño recordaba qué le había pasado en su pierna, pero no conseguía encontrar en sus recuerdos una explicación para su brazo.

Tras sentir que el resto de su cuerpo estaba bien, el pequeño intentó alzar su brazo. No lo consiguió, pero sintió un gran alivio cuando sus dedos sí respondieron a su orden, abriéndose y cerrándose con dificultad. Sin embargo, al moreno no le llegaba con eso, y pronto intentó mover todo su cuerpo, consiguiendo doblar sus extremidades y moverlas con suavidad sobre la cama.

Sin embargo, una voz detuvo todos sus movimientos, paralizándolo.

- ¿Luffy? – preguntó un sorprendido y aliviado espadachín al escuchar los movimientos del pequeño. Hacía una hora que había cambiado el turno con el renito, y se estaba quedando dormido cuando unos suaves sonidos llegaron a sus oídos.

Levantándose del suelo con rapidez, Zoro se acercó a la cama donde estaba tumbado el moreno, clavando sus ojos en los sorprendidos orbes negros de Luffy. De repente, ambos sonrieron felices, uno por poder contemplar nuevamente los ojos de su capitán, y otro por tener por fin al espadachín a su lado.

- Zoro – susurró el pequeño con voz ronca, mientras utilizaba todas las fuerzas que quedaban en su interior para alzar un brazo hacia el espadachín.

Zoro, asustado por el movimiento del pequeño, agarró la muñeca que había comenzado a separarse de la cama y la volvió a posar sobre ella.

- No te muevas, Luffy. Aún debes descansar. Espera un segundo, voy a avisar a Chopper.

Zoro estaba a punto de alejarse del pequeño cuando sintió que una mano sujetaba su camiseta. Volviéndose sorprendido hacia él, Zoro contempló la tristeza que había invadido el rostro de su capitán.

- No te vayas – articuló Luffy con dificultad. – Antes te estuve llamando y te fuiste. No te vayas – repitió antes de comenzar a toser levemente.

Asombrado y conmovido por las palabras del pequeño, aunque sin comprender exactamente a qué se refería, Zoro asintió sonriendo y se sentó en la silla que estaba al lado de la cama, mientras se deshacía del agarre de su capitán y volvía a posar su brazo sobre el colchón.

Cuando Zoro se sentó, Luffy le miró con indignación. Al percatarse de la mirada del moreno, Zoro preguntó extrañado:

- ¿Qué sucede?

- No puedo abrazarte – Zoro abrió los ojos, sin saber cómo contestar. – Intento mover mis brazos, pero no consigo abrazarte.

Tras reponerse, Zoro dirigió una suave sonrisa a su capitán mientras se levantaba de la silla y pasaba por encima de su cuerpo, hasta tumbarse en la cama con la espalda apoyada en la pared y sus brazos rodeando al pequeño.

- ¿Así mejor? – preguntó Zoro, divertido.

Luffy sonrió ampliamente. - ¡Si! – consiguió exclamar, ya podía hablar con normalidad.

Ambos se mantuvieron en esa posición durante varios minutos, hasta que Luffy no pudo aguantar más su curiosidad.

- ¿Qué me pasó?

- Te atacaron por sorpresa – respondió el espadachín con tranquilidad. – Utilizaron un arma de kairoseki para dejarte inconsciente.

Luffy abrió los ojos sorprendido. - ¿Los demás están bien?

Zoro se limitó a asentir con la cabeza, gesto al que Luffy sonrió, aliviado.

- ¿Estamos en el mar? – volvió a preguntar el pequeño.

- Dentro de unos días llegaremos a otra isla.

Luffy amplió su sonrisa. Nami lo había conseguido.

Moviéndose con gran esfuerzo, pero con mayor facilidad que antes gracias a que sus músculos comenzaban a despertar, el pequeño se giró hacia Zoro y correspondió su abrazo. El espadachín primero se sorprendió ante ese movimiento, pero luego sonrió aliviado. Luffy ya podía moverse.

Al apoyar su cabeza cerca del hombro del espadachín, Luffy se dio cuenta de que tenía el hombro vendado.

- ¿Qué te pasó en el brazo? – preguntó preocupado.

- Nada importante – sin embargo, el espadachín tuvo que continuar al ver la indignada mirada del pequeño. – Me dispararon, pero Chopper curó la herida y ya ni siquiera la siento.

El moreno no respondió, si Zoro decía que estaba bien entonces le creía. Sonriendo feliz, cerró sus ojos y se dejó llevar por el calor del espadachín que hacía tanto tiempo que no sentía. Sin embargo, pasados unos minutos, notó cómo Zoro le estrechaba con más fuerza contra él.

- ¿Zoro? – preguntó sorprendido por el gesto del espadachín, que seguía apretándole más y más contra su cuerpo.

Zoro no respondió, no tenía voz. Lo único que podía hacer en ese momento era repetir un único pensamiento en su cabeza.

"Luffy está bien", entre sus brazos.

"Luffy está bien", respiraba con tranquilidad.

"Luffy está bien", podía sentir sus latidos resonando en su cuerpo.

"Luffy está bien", estaba vivo.

"Luffy…"

No pudo contenerse más. Soltando su agarre, Zoro se alejó lo suficiente como para poder atrapar los labios de su capitán entre los suyos, lamiéndolos y saboreándolos como nunca antes había hecho, disfrutando de cada roce, de cada aliento que exhalaba el pequeño. Pronto consiguió entrar en la boca del pequeño, sintiendo su calidez, explorándola a conciencia, como si fuera la primera y la última vez que fuera a hacerlo. Grabando a fuego en su memoria todas las sensaciones que hacían vibrar su cuerpo.

Luffy correspondió el beso, dejándose llevar por la intensidad que irradiaba el espadachín, a pesar de que ese beso sólo le transmitía la gran preocupación que parecía haberle atormentado esos días. Cuando se quedaron sin aliento y se separaron, Luffy miró al peliverde con seriedad, aunque mostró una pequeña sonrisa en sus labios.

- Estoy bien, Zoro.

Zoro se quebró ante esas palabras. Sintiendo un gran dolor en su pecho, volvió a abrazar al pequeño con fuerza, apoyando la frente en su hombro y escuchando los latidos acelerados de su corazón. Luffy también abrazó con fuerza a Zoro sin comprender exactamente por qué el espadachín se sentía así. Sólo tenía clara una cosa: era por su culpa.

Sonriendo con pesar, Luffy posó sus labios sobre la cabeza del espadachín.

- Estoy bien – repitió. – Sigo aquí.

Zoro estaba llorando en su interior. No salían lágrimas de sus ojos, porque sus ojos hacía tiempo que no podían soltarlas. Pero su interior estaba rompiéndose poco a poco. Luffy estaba bien, sí, pero no gracias a él. En realidad, había sido por su culpa que el pequeño hubiera estado al borde de la muerte. No podía perdonarse lo que le hizo; sus recuerdos no le perdonaban lo que le hizo. Respirando de forma irregular, el espadachín se aferraba con fuerza al pequeño, temiendo que éste pudiera desaparecer de un momento a otro. Luffy no sabía qué hacer, nunca había visto a Zoro tan afligido, tan derrumbado. Tan destrozado por dentro.

Durante largos y eternos minutos, ambos mantuvieron ese férreo abrazo que los unía. Luffy susurraba de vez en cuando un "estoy bien", al que el espadachín reaccionaba apretando aún más a su capitán contra su cuerpo. Tal era así que para Luffy, aún convaleciente, comenzaba a resultarle difícil respirar.

Habiendo recuperado por fin el control de su cuerpo, el moreno deslizó sus manos por el espadachín hasta sujetar su rostro, despegándolo de su hombro y situándolo frente a sus ojos. Cuando Zoro centró la vista en él, Luffy sonrió con cariño y besó suavemente los labios de Zoro.

- Te he dicho que estoy bien. Puedes verlo con tus propios ojos.

Zoro escuchó sorprendido la suave risa del pequeño. Sintió asombrado sus manos acariciando con cuidado sus mejillas. Y besó admirado esos labios que buscaban ansiosos los suyos. Y por fin toda la niebla que había cubierto su mente se disipó, gracias a esa brillante luz que sonreía frente a él. Por fin, el espadachín dejó de lamentar lo que no había perdido. Porque Luffy estaba ahí, junto a él, sonriéndole y mirándole, expresando con esa mirada todos los sentimientos que las palabras no alcanzaban a decir.

Y Luffy, al ver que el espadachín por fin había abierto los ojos, le empujó hasta situarlo boca arriba y se desplazó hasta sentarse sobre él.

Abriendo los ojos de par en par, Zoro observó a su capitán, que reía en voz baja sentado sobre su cadera.

- ¿Luffy? ¿Qué vas a hacer? – preguntó con cautela.

La risa de Luffy fue sustituida por una pequeña y juguetona sonrisa traviesa.

- Lo mismo que la otra vez.

Zoro jadeó y reprimió un gemido cuando comenzó a sentir las manos de su capitán recorrer su torso, levantando la camiseta a su paso hasta que se vio obligado a incorporarse levemente para quitársela por completo. Antes de que pudiera decir nada, Luffy posó sus labios sobre los de Zoro y comenzó a arrastrarlos desde ahí por todo el cuello del peliverde.

Zoro notaba que su cuerpo comenzaba a reaccionar a ese contacto, así que asustado frenó el avance de Luffy sujetándolo por los hombros.

- Luffy, debes descansar, aún no te has recuperado por completo.

Luffy hizo un puchero. – Pero me apetece jugar.

Zoro puso los ojos en blanco. No le gustaba que Luffy denominara "jugar" a lo que pretendía hacer… aunque prefería eso a que lo volviera a decir explícitamente. – Túmbate de nuevo, no debes moverte.

Luffy le miró enfadado. – No quiero.

Bufando, el espadachín se incorporó, haciendo que el pequeño volviera a sentarse en su regazo. Estaba dispuesto a empujarlo sobre la cama cuando de repente Luffy le abrazó, posando los labios en su hombro. Instintivamente, un brazo del espadachín rodeó la cintura del pequeño, correspondiendo el abrazo.

- Zoro – dijo el pequeño en voz baja, haciendo que el peliverde se estremeciera.

Sin embargo, por mucho que el espadachín esperó a que continuara hablando, de la boca del pequeño no salió ningún otro sonido.

- ¿Qué pasa? – preguntó confundido.

- Sólo necesito a Zoro – susurró Luffy, pegándose más al cuerpo del espadachín, quien gimió levemente tanto por las palabras como por el roce con el cuerpo de su capitán. – Si Zoro está conmigo, entonces estaré bien.

Zoro gruñó dentro de sí: Luffy conseguía manejarle con demasiada facilidad. Sin embargo, no pensaba ponérselo fácil. Refunfuñando, el espadachín besó al pequeño en la mejilla a la vez que susurraba en su oído.

- Entonces haz lo que quieras.

Soltando una risilla, el pequeño empujó al espadachín sobre la cama y comenzó a lamer sus labios mientras deslizaba las manos por su pecho, recorriendo su cicatriz de arriba abajo con cuidado. Zoro respondió al beso, y en contra de lo que quería, su cuerpo también reaccionó a las caricias. Pronto necesitó de ese contacto para respirar. Y pronto comenzó a imitar a su capitán, acariciando el ya desnudo torso del pequeño, pues a causa de las constantes revisiones de Chopper no llevaba nada más que un vendaje de cintura para arriba.

Cuando el fuego que había surgido en el interior de ambos se hizo insoportable, Luffy deshizo el beso y comenzó nuevamente a descender por el cuerpo del espadachín, dejando un rastro húmedo con su lengua a medida que avanzaba. Una de las manos que había estado paseando por el pecho del peliverde también descendió hasta llegar a su entrepierna, comenzando a acariciarla sobre el pantalón, provocando que Zoro comenzara a gemir con suavidad.

Dentro del peliverde, numerosos sentimientos se amontonaban, luchando por salir, pero ninguno conseguía convertirse en el ganador. La preocupación por el pequeño y el miedo a que se hiciera daño competían arduamente contra la excitación y el deseo que el moreno producía en él. Y aunque su cuerpo ardiera con cada caricia que Luffy le daba, inclinando la balanza hacia los segundos, el espadachín luchaba por mantener su mente fría, preparado para cortar el contacto con el pequeño si hiciera falta. Sin embargo, cuando Luffy desabrochó sus pantalones y sacó su miembro, comenzando a acariciarlo, la cordura que luchaba por mantener se evaporó. Dirigiendo su vista hacia su capitán, vio cómo Luffy se acercaba peligrosamente a su miembro sonriendo lascivamente. Y Zoro no pudo evitar desear que el moreno hiciera lo que estaba a punto de hacer.

Luffy no dudó ni un instante. En cuanto estuvo a la altura de la entrepierna del espadachín, devoró su miembro, tragando todo lo que pudo de él de una sola vez. Notando cómo Zoro intentaba reprimir sus gemidos mientras su cuerpo se arqueaba levemente, Luffy mantuvo un acelerado ritmo mientras intentaba recorrer con su lengua toda la extensión del peliverde. Pronto sintió que Zoro le sujetaba del pelo, enredando su mano en él con fuerza y desesperación, por lo que Luffy intentó aumentar el ritmo al mismo tiempo que introducía una mayor parte del miembro en su boca.

- Luffy – susurró el espadachín a duras penas, mientras tiraba del pelo del pequeño. – Ya es suficiente, detente.

Sin embargo, Luffy ignoró tanto sus palabras como sus tirones, consiguiendo introducir finalmente y con dificultad todo el miembro del peliverde en su boca, lamiéndolo de arriba abajo, exponiéndolo a su cálido aliento.

Zoro estaba deleitándose con todas las sensaciones que le producían la boca de su capitán. Sentía cómo el fuego y la pasión acababan con todas sus preocupaciones mientras el ritmo infernal que Luffy había llevado de principio a fin le electrificaba. Y por eso, habiendo llegado a ese punto, el espadachín no sentía el menor deseo de terminar de ese modo. Y con la poca fuerza de voluntad y la nula lucidez que había dentro de sí en ese momento, consiguió tirar con mayor contundencia del pequeño, consiguiendo que liberara su miembro, jadeando por la repentina ausencia de su lengua paseando por él.

Luffy miró al espadachín, molesto e irritado.

- No pienso detenerme – dijo mientras le sacaba la lengua, haciéndole burla.

Zoro maldijo al pequeño mientras se incorporaba para besarle con fiereza, atrapando sus labios y mordiéndolos con suavidad cada vez que sus lenguas dejaban de enredarse y de luchar entre ellas. Segundos más tarde, Zoro se separó de Luffy, viendo divertido cómo el pequeño seguía mirándole enfadado.

- No voy a detenerte – Luffy observó extrañado la perversa sonrisa del espadachín. – Sólo quería cambiar de juego.

Luffy abrió aún más sus ojos, mirando sorprendido al espadachín, quien comenzó a tirar de sus pantalones despacio para quitárselos. Ayudándole, Luffy se removió hasta que consiguió librarse de los pantalones, que fueron a parar al suelo junto a la cama.

Zoro comenzó a dirigir sus dedos hacia la boca del pequeño, pero Luffy le detuvo a medio camino. Confundido, Zoro observó cómo Luffy sostenía con una mano su miembro mientras con la otra se apoyaba con fuerza en su hombro. Y asustado, Zoro intentó detenerle.

- ¡Luffy, espera! – dijo intentando no alzar demasiado su voz, frenando el avance de la cadera del pequeño con sus manos.

Como respuesta, Luffy mordió con suavidad los labios del espadachín, paseando su lengua por ellos, provocando que las manos del espadachín perdieran su fuerza y le soltaran. Separándose levemente, Luffy sonrió ampliamente a Zoro.

- Soy de goma. Estaré bien – y antes de que el espadachín replicara, comenzó a introducir su miembro en su entrada.

Zoro jadeó. La entrada del pequeño era demasiado estrecha y apretaba con fuerza su miembro, provocando que numerosas corrientes eléctricas quemaran todo su cuerpo. Mientras su miembro avanzaba en esa estrecha entrada, Zoro arqueó su espalda a causa de todo el placer que sentía. Abriendo levemente los ojos que tenía fuertemente apretados, intentó contemplar el rostro de su capitán. Estaba levemente contraído, y su espalda también se arqueaba a la vez que un prolongado gemido salía de sus labios.

Sólo cuando la entrepierna del peliverde estuvo completamente dentro del pequeño, ambos pudieron respirar aliviados. Luffy posó su frente sobre la del espadachín, riendo con suavidad ante la enojada mirada del peliverde.

- No vuelvas a hacer eso – gruñó el espadachín mientras besaba los labios de Luffy, quien seguía riendo. A pesar de que su capitán fuera de goma, Zoro no podía evitar pensar que esa penetración sin preparación le hubiera dañado, y el espadachín no podría soportar algo como eso.

Luffy, respondiendo a los besos del espadachín, comenzó a moverse con lentitud, provocando un fuerte jadeo en Zoro, que aún no se había acostumbrado a las estrechas paredes que le apretaban. Apoyándose sobre uno de sus brazos, Zoro tuvo que tumbarse mientras veía a un sonrojado Luffy moverse despacio sobre su miembro. La lujuria que provocaba esa imagen en sus venas hizo que Zoro pronto necesitara un mayor ritmo, y sobreponiéndose a todo el placer que le inmovilizaba, sintiendo que su entrepierna ya se había acostumbrado al interior de su capitán, sujetó las caderas del pequeño con ambas manos mientras le ayudaba a moverse sobre él.

Luffy luchaba con todas sus fuerzas para no caer sobre el espadachín. La repentina penetración no le había causado dolor, aunque sí se sintió más extraña que la primera vez. Pero cuando comenzó a moverse, sólo necesitó dos estocadas para rozar ese extraño punto que tan loco le había vuelto la primera vez. Al estar sentado sobre el espadachín, le resultaba más fácil alcanzar ese punto, y el enorme placer que le causaba hacía que le temblaran las piernas, por lo que le resultaba bastante difícil mantener el equilibrio. Sin embargo, cuando Zoro comenzó a ayudar su movimiento con sus manos, Luffy se agarró a sus hombros con más fuerza (teniendo cuidado con su herida) y consiguió acelerar las estocadas, sacando por completo el miembro del espadachín de su interior para volver a meterlo con rapidez y fuerza.

Zoro no podía estar más eufórico. Ver cómo Luffy se movía sobre él y sentir cómo su capitán disfrutaba con cada estocada, acelerando inconscientemente el ritmo de las penetraciones, le excitaba de sobremanera. Deseaba escuchar los roncos gemidos que Luffy soltaba cada vez más alto, pero temiendo que alguien les oyera, decidió acallarlos, guardándolos dentro de su boca, saboreándolos con su lengua y apretándolos con sus labios. Una de sus manos se dirigió a la latente erección del pequeño, comenzando a masturbarla con suavidad pero al ritmo insostenible de las estocadas.

Luffy no era capaz de sentir nada más que la lengua de Zoro enredada con la suya y el miembro del espadachín rozando una y otra vez las paredes de su interior, volviéndole loco. Y si a eso le sumaba las fieras caricias que ahora recibía en sobre su miembro, entonces Luffy ya sentía que tanto placer iba a acabar con él. Y, en cierto modo, acabó con él.

Zoro sintió cómo su mano se llenaba con la esencia del pequeño, y jadeó con fuerza dentro de la boca de su capitán al notar las contracciones que apretaron su miembro, que provocaron que se viniera en el interior de Luffy, conteniendo como podía los gemidos que tanto placer le causaba. Tras unos instantes en los que ambos respiraron agitados dentro de la boca del otro, Luffy deshizo el beso y se desplomó sobre el espadachín, quien no pudo sostener el peso de los dos y acabó tumbado sobre la cama, abrazando con fuerza a Luffy mientras intentaba normalizar su respiración. Mientras sujetaba con un brazo la espalda del pequeño, Zoro llevó la mano que estaba bañada con la esencia de Luffy a su boca, limpiándola y saboreándola, escuchando la jadeante respiración del cuerpo tumbado sobre él.

Cuando consiguió que sus pulsaciones disminuyeran, el espadachín intercambió lugares con Luffy, quedando sobre él y saliendo muy despacio de su interior. El pequeño había caído completamente dormido, y ahora Zoro no era capaz de apartar la vista del cautivador rostro de su capitán, que seguía levemente sonrojado y estaba adornado con una sencilla y tranquila sonrisa. Se le veía feliz, y eso hacía feliz al espadachín.

"Luffy está bien", volvió a repetir en su mente, esta vez inundado por toda la alegría que esas palabras le causaban. Con suavidad, Zoro volvió a saborear los labios del pequeño, acariciándolos con los suyos. Por fin Luffy había despertado. Por fin Luffy había vuelto con él.

- ¡Zoro! – exclamó el renito mientras abría la puerta de la enfermería, provocando que Zoro quedara completamente estático sobre el cuerpo de su capitán. - ¡La cena ya está lista! ¿Vienes? – el renito, de pie bajo el marco de la puerta, por fin se fijó en la escena frente a sus ojos. Ladeó la cabeza, extrañado - ¿Qué estás haciendo?

Zoro deseaba que la tierra le tragara, que un rayo lo fulminara o que un meteorito le aplastara. Cualquiera de esas tres opciones le servía con tal de que le permitiera desaparecer de ahí.

- Bu-Bueno… L-Luffy despertó… y y-yo… - balbuceó sin saber cómo continuar.

Chopper abrió los ojos y sonrió ampliamente. - ¿Luffy ha despertado?

Zoro asintió riendo nervioso. – Si, bueno, despertó hace un rato, ahora se ha vuelto a dormir.

Chopper rio feliz. – Bueno, al menos ya ha despertado. ¡Debiste haberme avisado! Pero, ¿por qué estás encima de él?

Zoro se quedó completamente pálido. ¿Cómo podía responder a la pregunta del pequeño renito? Su mente viajaba de una excusa a otra a toda velocidad, pero ninguna le resultaba lo suficientemente convincente.

De repente, el renito gritó, provocando que Zoro diera un salto sobre la cama.

- ¡AAAAAAAAAAAAAH! ¿ESTABAIS PELEANDO? – Zoro se quedó helado. "¿Eh?" - ¡ZORO, AUNQUE LUFFY HAYA DESPERTADO, AÚN TIENE QUE MANTENER REPOSO! ¡NO PODÉIS PELEAR!

Zoro contuvo las ganas de comenzar a reír con fuerza. Se alegró de que, por suerte, hubiera sido Chopper el que les había interrumpido. Sonriendo burlonamente, comenzó a separarse de Luffy, levantándose de la cama y tapando el cuerpo de su capitán con la manta antes de volverse hacia Chopper. Gracias a la oscuridad de la noche y a que interpuso su cuerpo entre su capitán y el renito, consiguió evitar que Chopper se diera cuenta de que el cuerpo de Luffy estaba completamente desnudo.

- Tienes razón, Chopper. Perdona, no lo volveremos a hacer.

Chopper dirigió una mirada furiosa al espadachín. – ¡Eso espero! – dijo señalando acusadoramente a Zoro, quien estaba poniéndose su camiseta y acomodando sus pantalones con el mayor disimulo posible.

- ¿Vamos ya a cenar? – preguntó el espadachín intentando contener tanto su risa nerviosa como una sonrisa debida a la inocencia del renito.

Chopper asintió, mirando desconfiado al espadachín, mientras esperó al lado de la puerta a que éste saliera de la bodega. Cuando el renito cerró la puerta tras ellos, Zoro no pudo evitar girarse a mirarla mientras avanzaba hacia la cocina.

"Espera un poco más, volveré enseguida".


Nami observó el horizonte con una sonrisilla. Hacía ya cuatro días que habían zarpado. Habían viajado con tranquilidad, haciendo tiempo para que su capitán pudiera recuperarse. Como contaban con el Eternal Pose, Nami no tuvo miedo de enfrentarse a la tormenta, que arremetió con fuerza contra ellos la noche anterior. Pero la tormenta ya había pasado, y ahora, ante ella, comenzaba a aparecer la silueta de la nueva isla. Habían logrado salir del infierno de la otra isla, y por fin llegaban a una nueva. Y por si eso fuera poco, Luffy ya había despertado, y ya estaba casi recuperado.

La pelirroja amplió su sonrisa mientras dirigía una mirada por encima del hombro a las figuras que estaban tras ella. Todos sus nakamas, salvo Usopp y Luffy, estaban tras ella, observando con una sonrisa la silueta que comenzaba a dibujarse frente al barco. Aunque paseó la vista por todos ellos, Nami acabó fijándose en uno: el espadachín estaba apoyado de espaldas sobre la barandilla, con su vista fija en la nueva isla. Nami soltó una risilla mientras volvía a mirar al frente. Al final, su estancia en la otra isla no había sido tan mala. No para dos de sus estúpidos nakamas.

Nami llevo una mano a su boca para sofocar las risas que amenazaban por salir. Aún recordaba cómo el nervioso espadachín había intentado la noche anterior que Chopper dejara de contar, indignado, que había encontrado a Zoro tumbado sobre Luffy, peleando con él. Se sentía muy feliz por la nueva relación de sus nakamas, y por fin también se sentía aliviada de que Zoro, en principio, se hubiera recuperado del shock que supuso para él cortar a Luffy, aunque hubiera sido para salvarle.

Cuando la navegante escuchó cerrarse una puerta detrás de ella, se giró, al igual que todos sus nakamas, esperando la aparición de los dos que faltaban. Pronto Usopp y Luffy llegaron a las escaleras, el primero ayudando al segundo a caminar, permitiendo que se apoyara en su hombro. Nami sonrió, había pedido a Usopp que trajera a Luffy. Al fin y al cabo, le tocaba hacer un poco de trabajo como su capitán.

Al llegar a la cima de las escaleras, Luffy alzó su mirada, sorprendido por encontrar allí a todos sus nakamas.

- ¡Oh! ¿Por qué estáis todos aquí? – preguntó con una amplia sonrisa en sus labios.

Nami comenzó a avanzar hacia él, respondiendo con otra sonrisa a su pregunta. Cuando estuvo frente a él, se hizo a un lado mientras señalaba la isla que se dibujaba ante ellos.

- Creímos que no querrías perderte este momento, capitán.

Luffy siguió con la mirada la mano de la pelirroja, abriendo sus ojos sorprendido al descubrir la isla frente a ellos.

Sonriendo con seguridad, Luffy se deshizo del agarre de Usopp y comenzó a avanzar hacia el timón por sí solo. Cuando llegó al lado del timón, se detuvo y se giró para mirar a todos sus nakamas, quienes le observaban divertido.

- Han pasado muchas cosas en la otra isla – comenzó a decir Luffy a través del expectante silencio de sus nakamas -, pero ahora ya podemos olvidar todo eso – todas las mentiras, los engaños y las peleas por fin quedarían atrás. Todas las lágrimas derramadas desaparecerían. Ampliando su sonrisa, Luffy alzó sus brazos al cielo. - ¡HEMOS LLEGADO A UNA NUEVA ISLA! ¡PRONTO EMPEZAREMOS UNA NUEVA AVENTURA!

Arrastrados por la pasión del pequeño, Zoro, Usopp, Sanji, Nami, Chopper, Robin, Franky y Brook saltaron intentando alcanzar el cielo con el puño que levantaron, mientras gritaban al unísono un rotundo "SI".

Las risas inundaron la cubierta de ese barco, mientras parecía que tanto el mar como el viento comenzaban a empujarles con mayor entusiasmo para que llegaran pronto a su nueva aventura. Todos sonrieron ante las palabras de Luffy, mientras se ponían a trabajar para preparar el desembarco.

El pasado había quedado en el pasado.

Ahora le llegaba el turno al futuro.

Un futuro con un amanecer bastante prometedor para cierta pareja.


Supongo que ya intuis por qué titulé al último capítulo "Comienzo"... el final en sí es un comienzo, a partir de aquí comenzará la nueva aventura de la tripulación. No sé ni cuando, ni cómo, ni dónde, pero ahí queda xDD

Gracias a todos los que hayáis llegado hasta aquí leyendo el Fic ^.^ Pero en especial gracias a mis dos chicas favoritas por su apoyo, espero que el final no os decepcionara, utilizaré este Fic para aprender de mis errores y poder escribir nuevas y mejores historias para el universo ZoLu =P

¡GRACIAS POR VUESTRO APOYO Y POR LEER!

NOTA: Pronto subiré la continuación de este fic. Se llamará: "Un marimo a la plancha"