Summary: Las oficinas del edificio Hermes X, además de ser las más famosas en el mundo de la moda y los negocios en Manhattan, esconden tras sus paredes a un grupo de personas con vidas e historias distintas. Entre ellas están Piper McLean, la nueva secretaria ejecutiva de Olympus; Percy Jackson, el magnate más famoso, joven y exitoso de la última década; Annabeth Chase, su incondicional… ¿Asistente?; y Jason Grace, uno de los abogados de mayor renombre en todo New York. ¿Cómo se verán entrecruzados los destinos de estas personas? ¿Que secretos guardan? ¿Y cuáles se esconden a su alrededor? AU. Todos Mortales. Percy x Annabeth / Jason x Piper


Disclaimer: Todos los personajes, escenarios, historias y demás cosas puedan reconocer aquí no me pertenecen, sino a Rick Riordan. Me adjudico únicamente la trama.


Bienvenidos, esto es Olympus

De los trescientos sesenta y cinco días del año, tenía que ser precisamente el primero de julio el día en que su despertador decidiera descomponerse. Si no fuera porque llevaba prisa, y porque se trataba de un objeto coleccionable de Mickey Mouse firmado por el mismísimo Walt Disney que le costó a su padre miles de dólares, Piper lo habría estampado contra la pared. En menos de diez minutos tuvo que vestirse, maquillase y peinarse de forma decente, mas para su mala suerte solo alcanzó a coger una tostada como desayuno junto a su bolso antes de abandonar el piso que compartía en Chinatown... Al menos Silena ya se había marchado, porque sino seguro se habría quejado del desorden que dejó frente al tocador del baño. Lo bueno de todo fue que nada más llegar a la parada del metro apareció el tren que la llevaría al Upper East Side, por lo que aun tenía esperanzas de llegar a horario y no ser regañada, o despedida, en el primer día de trabajo.

Hoy iniciaba su trayectoria laboral como secretaria ejecutiva en nada más ni nada menos que Olympus, una de las casas de moda más importante de la última década. Actualmente su fama ya era equiparable a la de Versace o Dior, y, según algunos economistas, se afirmaba que durante el invierno pasado sus ingresos habían doblado a los de Calvin Klein con la nueva línea de ropa masculina. Poco a poco el sello de Olympus se había extendido por toda América del Norte y Europa, con lo que se esperaba la apertura de cinco nuevas sucursales desperdigadas por las ciudades más importantes de Asia entre las que se encontraban Hong Kong y Tokio. Todo esto no era relevante para Piper, pero sabía que no podía asistir a su primer día de trabajo sin saber absolutamente nada de la empresa para la que trabajaría por lo cual decidió buscar en google datos relevantes sobre la famosa casa de moda.

Mientras el metro discurría por los túneles subterráneos de Manhattan, Piper McLean pensaba en cuanto extrañaba Los Ángeles. Llevaba apenas dos semanas en New York, y en ese poco tiempo podía afirmar que la vida de la gran manzana era agotadora. Por donde mirase, la gente abarrotaba tiendas, calles, museos y todo aquello que la rodeara, siendo la única excepción el Central Park que era lo bastante grande como para que los turistas no anduviesen apiñados. En California, sin embargo, los visitantes solían concentrarse en las playas conocidas y solo durante el verano, de manera que si uno era listo tranquilamente podía encontrar privacidad en un bar apartado o una playa escondida. A pesar de todo la idea de volver a su ciudad natal estaba descartada, no después de que al fin estaba a punto de cumplir uno de sus más grandes sueños.

De tan abstraída que estaba no percibió que ya casi estaba acercándose a su destino, y si no fuera por la voz del altoparlante que anunciaba la llegada a la estación de Park Ave. con la calle 51 seguramente habría seguido de largo. Se dejó arrastrar por la ola de neoyorkinos hasta la salida del metro para luego transitar por la famosa avenida de Midtown hasta la calle 53 y virar hacia la izquierda.

No quería arruinar su aspecto, ya que seguramente la gente de Olympus pensaría que el hecho de trabajar "para la moda" implicaba "estar a la moda", pero sabía que si no apuraba el paso sus jefes no la considerarían una persona seria... En fin, siempre podía retocarse su maquillaje en el baño y sabía que se vería bien. Si había algo que desde niña la había caracterizado era que, no importase lo mal que estuviese vestida o el poco maquillaje que llevase, siempre los demás la veían bonita. Su padre en algunas ocasiones solía llamarla Afrodita, puesto que según el su hija era tan bella como la mismísima diosa griega del amor mas Piper atinaba a reír divertida ante tal disparate... No sabía que veían los demás, pero nunca se considero alguien que derrochara belleza. Si, tal vez su rostro era bonito y su cuerpo digno del de una muñeca de ballet, pero tampoco era para tanto porque su cabello chocolate y su piel bronceada por el sol del oeste no tenían nada de particular. A su parecer, lo que la hacía especial, además de su gran poder persuasivo, eran sus ojos… Por algún extraño motivo había ocasiones en que el sol los hacía parecer verdes, otras azules y otras de un color miel, conservando la mayor parte del tiempo este último. Según su padre era un rasgo heredado de su madre, ya que no sabía de la existencia de este fenómeno dentro de alguno de sus parientes, pero nunca se atrevió a ahondar más sobre el tema puesto que eso implicaba abrir viejas heridas de su padre.

Antes de que la melancolía la invadiese avisto, al otro lado de la calle, el imponente edificio Hermes X, que según google pertenecía a la empresa de Olympus pero también albergaba bajo su techo bufets de abogados, contadores, empresas privadas y hasta oficinas de la famosa revista de modas Vogue junto a una de las tantas bodegas que usaban para guardar trajes de diseñadores exclusivos. Estaba situado en la intersección de 5th Ave. con la 53, y frente él había una réplica de la fuente de Ammannati en honor a Neptuno de la ciudad de Florencia, con una frase que rezaba "Si no te gusta tu destino, entonces escribe uno nuevo"... Sin dudas alguien dentro de la empresa se las daba de filósofo, porque el distintivo sello de un templo griego dio a entender a Piper que alguien de Olympus había ordenado colocar esa cosa ahí.

Atravesó las puertas de cristal, y tal y como recordaba de su última visita tres chicas tras un mostrador de granito se hallaban enfrascadas en sus ordenadores. No quería importunarlas, de modo que esperó a que alguna de ellas levantara la vista antes de hablarles. Para su buena suerte, una morena de gesto amigable dejó de teclear para buscar unos papeles y reparó en su presencia.

-Buenos días, soy Piper McLean la nueva secretaria ejecutiva de Olympus- extendió su mano a través del mostrador algo temerosa, mas la chica del otro lado se la estrecho dedicándole una sonrisa y asintiendo con la cabeza.

-Es un placer, me llamo Katie Gardner y soy la encargada de recepción del edificio.- respondió con voz amable, para luego concentrarse en buscar, entre una pila de papeles, un documento- Mellie ¿recuerdas donde deje el expediente que nos enviaron de la oficina principal?-

-Está junto a la máquina de café- respondió la aludida, sin despegar siquiera la vista de su ordenador y levantando el tubo del teléfono que acaban de sonar- Recepción del edificio Hermes X, ¿en que puedo ayudarle?- en esos momentos Piper se preguntaba cómo alguien podía hacer tantas cosas a la vez y no perder la concentración. La tal Mellie dialogaba con naturalidad al teléfono explicándole a un cliente como comunicarse con el despacho del señor Grace, mientras escribía sin para algo en el ordenador y sonreía con dulzura a las demás personas que ingresaban al edificio con rumbo a los elevadores. Si Piper hubiese estado en su lugar, bueno seguramente ya habría borrado el informe sin querer o hubiese dado malas indicaciones a la persona del teléfono. Pocos lo sabían, pero sufría de un leve déficit de atención desde niña.

-¿Piper?- la llamo Katie sacándola de sus cavilaciones, mas al instante se cubrió los labios avergonzada con la mano izquierda- Perdón, apenas nos conocemos y ya la estoy llamando por su nombre de pila- ante aquello, la recién llegada no hizo más que sonreír y hacer un pequeño gesto con la mano.

-No hay problema, después de todo seremos compañeras desde ahora. Trátame de tú con toda confianza- para Piper esto de las formalidades no tenía sentido, ya que se notaba que Katie debía de rondar veinticinco al igual que ella... Sería extraño que alguien de su misma edad la tratara como si fuese una persona mayor, y más si ella no ocupaba ningún cargo de prestigio en el edificio.

Al instante, la chica de mostrador asintió con una sonrisa y le extendió unos papeles junto a un sobre de papel maché.

-Dentro están tu credencial de seguridad junto a tu gafete. Tendrás que mostrársela a los guardias cada vez que quieras subir a los elevadores, al menos hasta que te reconozcan, y usarla cada vez que quieras ingresar a puertas con cerraduras digitales, siempre que tengas autorización o este dentro de tus posibilidades- explicó la rubia atropelladamente, a lo cual Piper asintió sin atreverse siquiera a interrumpirla. - El gafete es una formalidad que nadie toma en cuenta en el edificio, pero dentro de Olympus es obligatorio a menos que quieras enfrentarte a la ira de la asistenta del jefe-

-Aunque lo uses o no hoy ten por seguro que recibirás una queja de esa mujer... No soporta que la señorita Tanaka este de visita tan temprano- comentó Mellie interrumpiendo el discurso de su compañera, a lo que luego, junto con otra recepcionista, esbozaron una sonrisa burlona y por más que lo intentaron no pudieron contener la risa. Katie intentó no hacerles caso, mas una sonrisa divertida apareció en sus labios.

-Sube hasta la decimo segunda planta, donde hallaras un mostrador muy parecido a este. Muéstrales tu credencial, déjales estos papeles y allí te dirán el resto.- al terminar con sus explicaciones, la chica dedico una última sonrisa a Piper y regreso a su silla- Por cierto, bienvenida a Olympus y de ahora en más te pido me llames por mi nombre-

-Gracias, y hasta luego Katie- la aludida le dedico un guiño antes de enfrascarse de de lleno en su ordenador. Sin dudas, parecía ser que las recepcionistas vivían tras esos monitores. Piper esperaba que su nuevo trabajo no fuese como ese, porque definitivamente no era asi como quería pasar las siguientes ocho horas de cada día durante los próximos meses. Aspiraba iniciar en la moda desde abajo, pero no tras un ordenador que le quemara la vista y la imaginación para diseñar sus modelos.

Tal y como Katie le dijo, el guardia junto al elevador le pidió su credencial antes de cederle el paso. El hombre parecía un buen tipo, mas ese gesto serio y la porra que tenía a un lado indicaban a cualquiera que no era buena idea provocarlo por más que fuera de pequeña estatura. Presionó el botón que la conduciría a la planta numero veinte, y, justo antes de que las puertas del elevador se cerraran por completo, alguien se precipitó ellas quedando casi aplastado. Al instante, las mismas se reabrieron.

-Señor Grace, le he dicho una y mil veces que no quiero ser responsable de un accidente en mi puesto de trabajo asi que le pediré que la próxima no arriesgue su vida solo por coger un estúpido elevador- replicó el guardia molesto, mas Piper tuvo que obligar a no reírse de la escena puesto que el recién llegado le sacaba dos cabezas al oficial.

-Perdone Hedge, pero tengo una junta importante y ya llego tarde. ¡Lo hablaremos luego!- respondió el hombre sin prestarle mucha atención, mientras presionaba el botón que cerraba las puertas, para luego oprimir el numero veinte- Disculpe, ¿a que piso se dirige?- preguntó de forma cortés, mas parecía más enfrascado en revisar su portafolios que en otra cosa.

-Al mismo que usted, descuide- respondió Piper al tiempo que colocaba el gafete cerca de su hombro izquierdo. Según recordaba no usaba uno desde la preparatoria, cuando en su último año decidió trabajar a medio tiempo en una de las sucursales de Starbucks para juntar dinero y vacacionar junto a sus amigas en Cabo San Lucas... Aquel viaje le traía grandes recuerdos, mas lo de su tiempo Starbucks no porque el idiota de su supervisor se dedicó a hacerle la vida de cuadritos luego de negarse a salir con él.

-Ahora no puedo, voy camino a una junta- sus pensamientos se vieron interrumpidos por la voz grave del hombre, que acababa de responder una llamada de su móvil y parecía bastante molesto- No sé, y tampoco me importa mucho. Decídelo tú- a pesar de su tono tajante y su mal humor, Piper no podía negar que aquel hombre era muy apuesto. Sus ojos eran de un azul eléctrico que de seguro, si los observabas por mucho tiempo, te dejaban sin respiración y su cabello rubio cortado al estilo militar junto al traje gris claro que traía daban la sensación de que se trataba de un espía internacional... Si Silena lo viera, seguro comenzaría sonreírle de forma coqueta como acostumbraba a hacer con cada hombre guapo que se cruzaba- Mira es temprano y no quiero discutir, nos vemos esta noche- en ese momento el cortó la comunicación, y fue entonces cuando Piper optó por fingir que revisaba sus papeles... No quería era quedar el primer día como una metiche fisgona indiscreta, y mucho menos delante de alguien que podría ser su jefe.

Al llegar a su piso, el hombre del traje se precipitó con una velocidad increíble fuera del cubículo y se perdió tras un pasillo lateral, saludando varios conocidos a su paso. Tal y como Katie dijo frente al elevador se alzaba otro mostrador de granito negro igual al de la entrada, salvo que este poseía detrás un letrero dorado que rezaba "Olympus" bajo la silueta de un templo griego. Al acercarse allí una chica, muy parecida a Katie, recibió sus papeles y comprobó su credencial.

-Buenos días señorita McLean. Siga por el pasillo de la derecha, y al fondo hallara el escritorio de la asistente del señor Jackson. De ahora en más se reportara ante ella- Piper asintió ante las nuevas órdenes, pensado que seguramente la tal "asistente" debía ser una cincuentona vieja gruñona por el modo en que todos se referían a ella. Una lástima, puesto que la mujer que se encargo de entrevistarla para el puesto la semana anterior la había tratado de forma cortes y amable. Sin dudas, le hubiese encantado trabajar para alguien asi. - Aquí entre nos, mi prima Katie ya me notificó de su llegada y me pidió que le dijera que le tenga paciencia a la señorita Chase. Es una buena persona, pero cuando las modelos de RED andan por aquí se pone de mal humor. Por favor, discúlpela si se muestra algo huraña- dijo la chica, en cuyo gafete podía leerse Miranda Gardiner, en voz muy baja y con un cara de lastima tremenda. Es confirmaba todo: la señorita Chase debía ser todo un ogro.

-De acuerdo, y gracias por el consejo- atinó a responder Piper con pesadumbre, intentando ver el lado positivo de las cosas. Su puesto, para ser el primero dentro de una gran empresa, era importante; trabajaba para nada más ni nada menos que Olympus, una de las marcas más reconocidas dentro del mundo de la moda actual; su sueldo era lo bastante bueno como para mudarse dentro de poco a un pequeño apartamento mas al centro de Manhattan; y por si fuera poco estaría cerca del mismísimo Percy Jackson, el hombre leyenda dentro del mundo de los negocios, con lo cual seguro tendría la oportunidad de enseñarle todo su talento como diseñadora. Nada ni nadie, y mucho menos su amargada asistenta, arruinarían su oportunidad. Con una sonrisa de felicidad, y la certeza de que todo iría bien, avanzó con decisión por el abarrotado pasillo de Olympus para encontrarse con el destino.


Algunas veces Annabeth se preguntaba que era lo que le impedía dejar la maldita empresa Olympus y dedicarse de lleno a ejercer su profesión de arquitecta. Las respuestas eran muchas: el cargo importante que mantenía, el cual conllevaba muchas responsabilidades que no podían dejarse a la ligera; los viajes continuos a lugares exóticos; el hecho de ser reconocida por mucha gente importante dentro del mundo de los negocios; la buena remuneración, que le permitían solventar su propio piso cerca de Times Square, pagarse unas merecidas vacaciones cada tanto y, aunque no le gustase mucho decirlo, satisfacer sus caprichos de vestir a la última moda por los mejores diseñadores. (No es que le avergonzara decir esto, después de todo era una mujer y tenia debilidad por la alta costura, pero cuando al hacerlo sabia que la gente la consideraba otra "rubia tonta", y eso era algo que odiaba. Luchó bastante en su vida para que el mundo la tomase en serio, por lo cual su amor por la moda se consideraba un placer culpable que muy pocos sabían); y, principalmente, el hecho de que el orden en la vida de Percy Jackson dependiera de ella.

En fin, todas estas razones para no renunciar parecían tonterías sin importancia cuando la modelo internacional más famosa y bonita de RED, empresa publicitaria de mayor renombre en Estados Unidos, ponía un pie en Olympus. Annabeth simplemente no soportaba tenerla cerca. Drew Tanaka era una zorra aprovechada cuyo pasatiempo favorito consistía en arruinar relaciones ajenas. Era famosa por su belleza dentro del mundo de la moda, pero también por sus múltiples escándalos dentro de la farándula. Aunque no estaba confirmado, los paparazzis de Hollywood decían que la mayoría de los divorcios actuales se debieron a su intromisión. Además de eso era un reina total del drama, que trataba a todo en Olympus como esclavos obligándolos a acceder a sus caprichos y pedidos siempre y cuando el dueño de aquel emporio no estuviese presente, porque era entonces cuando fingía su sonrisita de niña buena... En resumen, esa mujer era peor que la mismísima Cruella de Vil. Y justo ahora, se hallaba dentro de la oficina de su jefe.

Sin embargo, y por muchas ganas que tuviera, no podía mostrarse huraña con la supermodelo, puesto que gracias a ella la imagen de Olympus se hallaba en lo más alto del mundo de la moda. Lamentablemente, todas las jovencitas y mujeres querían poseer una prenda exclusiva de la casa de alta costura ya que eso implicaba vestir las mismas prendas que la famosa Drew Tanaka. Por ende, toda la rabia que sentía Annabeth era descargada con los empleados de la oficina… Sabía que ellos bromeaban diciendo que era como Fiona, la protagonista de Shrek: princesa la mayor parte del día, ogro durante las visitas de la señorita Tanaka. Claro que nadie se atrevió jamás a decírselo en la cara, ya que la respetaban bastante como para hacerlo, mas lo supo mediante una conversación que escucho mientras estaba en el baño.

Hubiese seguido con su dilema interno de no haber sido porque alguien estaba frente a su escritorio y acababa de aclararse la garganta.

-Disculpe señorita Chase, soy...- sabia quien era. Por supuesto que lo sabía, ya que ella misma se encargo de entrevistarla para el puesto. Eso le correspondía a Recursos Humanos, más Percy dejo la decisión en sus manos ya que ella tendría que trabajar con la nueva secretaria y no los tipejos de esa sesión, que solo buscaban emplear chicas tontas, jóvenes y bonitas. Piper reunía dos de las cualidades, pero lo de tonta no aplicaba a ella puesto que había que ser muy inteligente para salir de Stanford con un promedio de notas muy superior al de la media.

-Que bueno que llega señorita McLean, y justo a la hora acordada- observó el reloj de su muñeca y, efectivamente, marcaba las nueve en punto. El horario de entrada era a las ocho, mas por ser su primer día y por el papeleo pendiente Annabeth le dijo que viniese mas tarde.

-Por favor llámeme Piper- le respondió al instante la recién llegada, provocando que la rubia asintiera antes de levantarse de su silla y acercarse hasta un escritorio vacio que se hallaba opuesto al suyo llevando unos papeles en su mano.

- Se que es tu primer día y tendría que explicarte detalladamente todo, pero estoy retrasada con unos informes y debo encargarme de unos asuntos en Queens. Por el momento, necesito que transcribas estos papeles tal y como están. Este será tu escritorio; el ordenador esta desbloqueado pero deberás insertarle una clave que solo tu conozcas. Si tienes problemas para comprender mi letra, solo pregúntame- intentó ser amable pero lamentablemente su mal genio gano la batalla interna y terminó expresándose de forma bastante hosca, sin embargo Piper le dedicó un asentimiento, tomó los papeles de su mano y en silencio se dirigió al ordenador, donde comenzó a realizar la tarea encomendada. Acto seguido, Annabeth regresó a su tarea de revisar el último informe enviado de la sucursal de Italia frente a su escritorio.

Apenas la conocía, pero ya le gustaba Piper McLean. Acató la orden sin rechistar e inició con su trabajo de inmediato, cosa que muy pocas mujeres hacían en Olympus sin antes cotillear con los demás. Vestía de forma elegante y formal, mas con un aire juvenil, cosa que en Olympus era considerada importante ya que al ser el centro de la moda debían dar el ejemplo de la moda. Le daba curiosidad saber cómo alguien que estudió leyes en una universidad tan prestigiosa quería trabajar de secretaria en una empresa de modas, y esta era una de las razones principales por las que decidió contratarla. Puesto que ella estaba haciendo lo mismo, y aunque quizás sus razones no fueran las mismas, había tenían algo en común. Esto la llevo a presentir desde que la conoció que ambas se llevarían muy bien.

Perdió el hilo de sus pensamientos cuando la puerta que se hallaba tras ella se abrió de repente, antes de que Drew Tanaka saliera de allí con una amplia sonrisa y un semblante de felicidad. Annabeth intentó no prestar atención, mas cuando su jefe apareció tras ella y se acerco para despedirse no pudo evitar observarlos de reojo.

-Nos veremos esta noche, cielo- dijo la pelirroja en un susurro, mas tanto ella, como seguramente, Piper alcanzaron a oírla.

-Por supuesto, a las siete en el Palace- confirmó Percy Jackson, dedicándole una de esas sonrisas picarescas que tanto lo caracterizaban y hacían que cualquier mujer lo desease. Acto seguido, la morena asintió con la cabeza y correspondió al gesto sonriéndole de la misma forma - Annabeth por favor cancela mis compromisos de esta noche- agregó el hombre en voz alta, desviando su atención de la despampanante morena hacia su fiel asistente.

-Entendido Percy- de todos en la oficina, ella era una de las pocas personas que no se dirigían a él como "jefe" o "señor Jackson". Todo se debía a la fuerte amistad que había entre ambos, y en esos momentos parecía ser la razón principal de que ella estuviese allí aguantando estar en la misma habitación que a esa zorra.

El magnate de Olympus se perdió tras la puerta de su oficina, con lo cual la Annabeth regresó a su tarea frente al ordenador. Para su buena suerte, Drew ni siquiera reparó en ella y se marchó rumbo a la salida contoneando de forma excesiva sus caderas (esto era tener buena suerte, porque casi siempre exigía que alguien llamase a su chofer o le trajera un café mientras esperaba su limusina y ese alguien no era otra que la pobre de Annabeth).

Cuando al fin se marchó, la rubia sintió que le faltaba el aire. Era como si, de repente, el hecho estar dentro del Hermes X la sofocase. Necesitaba salir de allí, caminar por Times Square, beber mientras tanto un té helado y pensar en otra cosa que no fuese los dolores de cabeza que le causaba ser la encargada de Olympus.

-Piper, quedaras a cargo hasta que vuelva- dijo de repente, mientras daba la orden a su ordenador de imprimir una copia del informe de Bianca di Angelo- Si alguien llama dile que Percy no está, pero que te dejen su nombre y algún numero para que yo me comunique mas tarde. Tan solo pásale la llamada si se trata de su madre con el botón del número tres, ¿entendido?- la castaña asintió con la cabeza, mas en su rostro se notaba que tan repentina situación la había sorprendido… No la culpaba. Apenas llevaba diez minutos allí, no conocía a nadie y ni siquiera sabía con detalles en que consistía su trabajo, pero aun asi quedaba a cargo de la oficina principal del edificio. -Excelente. Volveré pasado el mediodía, asi que si alguien me necesita diles que me localicen en el móvil. Te deje una libreta con mi número y otros contactos importantes junto al ordenador en caso de que Percy los necesite, pero llámame por cualquier eventualidad que se te presente- agregó al instante, mientras tomaba de su escritorio el localizador, el iPhone de la empresa y su Blackberry -Cuando regrese te explicare todo lo que necesites saber-

-No se preocupe señorita Chase, podre controlarlo. ¿Algo más?- en ese instante, Annabeth volteó a observar el rostro de la muchacha y para su sorpresa se hallaba... ¿Tranquila? Cualquiera nuevo ya se habría orinado encima de saber la tan alta responsabilidad que tenia, pero Piper McLean sonreía calmada y parecía segura de sí misma. Como si esto no fuera algo nuevo. Como si ya se hubiese encargado antes de un trabajo como ese. Eso despertó aun más la curiosidad de la rubia, mas decidió que lo averiguaría otro día.

-Sí, solo dime Annabeth- si a Percy pocos lo llamaban por su nombre, a ella mucho menos. En la central de Olympus de New York solo había dos personas con esa costumbre: su jefe y Jason, el abogado que representaba legalmente a la casa de alta costura. Las demás eran personas de su trabajo con los que tenia buena relación, y amigos muy cercanos.-Ordena algo para almorzar de alguno de los contactos de la libreta, diles que lo carguen a cuenta de la empresa y pídeles que te lo envíen aquí.- mientras tomaba su bolso de un aparador cercano, repasó mentalmente todas las sugerencias que le dio a Piper para corroborar el no haber olvidado nada y luego procedió a retirar el informe de la impresora para guardarlo dentro de su bolso -Nos veremos más tarde-

-Hasta luego- respondió ella con una sonrisa, antes de regresar a su tarea de transcribir la lista de la gala benéfica en el ordenador.

Sin dudas, había hecho una buena elección. Ahora al fin entendía porque Percy había insistido tanto en que consiguiera alguien que le ayudara con sus labores. No porque ella no fuera capaz (vamos, que prácticamente había liderado Olympus desde sus veinticuatro años), sino por la sencilla razón que ahora su trabajo se había triplicado y ya no tenía tiempo de encargarse de todo como antes.

Saludó con la mano o asintió con la cabeza a todos aquellos que al cruzarla le decían "hasta luego señorita Chase", aunque parecían bastante temerosos. Seguro pensaban que, luego de la visita de Drew Tanaka, ella los asesinaría con la mirada o los despediría. Bueno, no podía culparlos porque esa mujer sacaba lo peor de ella.

-Señorita Chase, ya llego el fax que usted mando pedir de Los Ángeles.- le dijo Miranda Gardiner, justo cuando atravesaba recepción con rumbo a los elevadores.

-Déjalo por favor en mi escritorio, y asegúrate de llamar a California para confirmar que ya lo recibimos- respondió de forma atropellada, ya que las puertas del ascensor estaban a punto de cerrarse, a lo que creyó oír un "entendido, ¡que tenga buen día!".

Con la sensación que el ascensor apenas si se movía, Annabeth aprovechó el momento de privacidad para observar su rostro en uno de los espejos laterales… Salvo porque que necesitaba retocarse el labial, lo demás estaba en perfecto estado. Hasta su pelo, que a veces se volvía un poco indomable, caía con total naturalidad sobre sus hombros en forma de grandes bucles. Rebusco entre los objetos de su bolso el lápiz labial de MAC que solía usar para el trabajo, y justo cuando estaba a punto de aplicárselo la melodía de "A hard day's night" hizo que se llevara un susto tremendo... Típico. A veces pensaba que él tenía alguien que le avisaba cuando ella subía al elevador, porque siempre elegía ese momento para llamarla.

-Llama a Grover y dile que te lleve a donde necesites ir, no voy a necesitarlo esta mañana- la voz de Percy sonó autoritaria por el parlante de su Blackberry, mas conocía lo bastante ese tono para saber que debía de hallarse repantigado frente su escritorio y sonriendo divertido.

-No gracias, prefiero caminar- retrucó ella bastante molesta, logrando que su interlocutor soltara una carcajada -Necesito sacarme de la nariz el hedor a prostituta barata o me volveré loca dentro de poco- como amante de la moda Annabeth también tenía una pequeña debilidad por los perfumes de diseñador, pero desde que percibió que Drew Tanaka era amante de la fragancia Lady Million de Paco Rabanne y la usaba en exceso ya no podía soportar percibirla en el ambiente. Sencillamente le revolvía el estomago.

-Vamos Annabeth, no exageres. Sabes que es la figura de la nueva línea, y que...- Percy estaba a punto de comenzar con su típico discurso, ese que siempre le decía cuando ella despotricaba contra la modelo exitosa de RED, pero ella lo cortó al instante.

-Todo nuestro éxito fue gracias a ella... En serio, no necesito que me recuerdes esto a diario- suspiró vencida, admitiendo internamente que, por mucho que le costase admitir, su jefe tenía razón. Sin la zorra de Drew Tanaka, Olympus no habría llegado hasta donde se encontraba actualmente. -Digas lo que digas odio a esa mujer, y no harás que cambie de opinión-

-Ya, señorita Chase no tiene por qué estar celosa si sabe que usted es mi único interés- aseveró el moreno en tono seductor, bajando considerablemente el tono de su voz.

-Hoy no estoy de ánimos para tus juegos asi que por favor no molestes- respondió Annabeth en un suspiro, mas no pudo evitar sonreír y morderse el labio inferior ante los disparates de Percy... Siempre que podía usaba lo que él llamaba sus "armas de seducción" con su asistente y ella le seguía el juego, por lo que esto ya había convertido en una broma privada de ambos- Deje unos documentos que necesitan tu firma a sobre tu escritorio. Por favor Percy, revísalos, fírmalos y devuélvemelos porque debo presentarlos mañana a primera hora. Si necesitas algo llámame o sino pídeselo a Piper McLean, la nueva secretaria- agregó al instante, cuando las puertas del ascensor por fin se abrieron en el vestíbulo de la planta baja.

-Está bien, cuídate Annie- contestó el magnate de Olympus, con un tono de voz bastante dulce... Si, podía ser que lo "intentos de cortejo" de su jefe le sacaran sonrisas, pero eran frases como esas las que de verdad la hacían feliz puesto que le recordaban que Percy aun seguía siendo aquel chico sencillo que conoció en San Francisco años atrás.

Guardó la Blackberry dentro de su bolso, al tiempo que saludaba con un asentimiento a Gleeson Hedge el guardia de seguridad del turno diurno. En el mostrador dedico una pequeña sonrisa a Katie Gardner, quien fue la única de las recepcionistas que reparó en su salida y atinó a asentir con la cabeza.

Al poner un pie en 5th Ave. inspiro profundamente... Si, tal vez el aire de Midtown Manhattan estuviera muy contaminado, mas en esos momentos le parecía todo lo contrario puesto que no contenía el hedor de la famosa fragancia de Paco Rabanne. Muy pocas personas lo sabían, más bien dos para ser exactos, pero la razón por la que odiaba a Drew Tanaka iba mucho mas allá del hecho de que fuera una perra despiadada (es decir, la mayoría de las modelos lo eran). En su interior, temía por Percy. Cualquiera podía notar que ella andaba tras la fortuna del dueño de Olympus y no perdía ocasión para coquetearle, pero él simplemente no se daba cuenta y la veia como a una amiga. Era cuestión de tiempo antes de que sucumbiera ante los encantos de la famosa supermodelo, y ese sin dudas era el mayor temor de su rubia secretaria y la razón de su enojo... Sí, porque aunque Annabeth no lo admitiese en voz alta se moría de celos cada vez que esa arrastrada le sonreía de forma coqueta. Cada vea que se presentaba en Olympus con sus vestidos cortos y escotes pronunciados. Cada vez que se encerraba con él en su oficina y no salían durante un buen rato. Cada vez que la prensa rosa sacaba rumores de una posible relación secreta entre el magnate de Olympus y la supermodelo de RED.

Si, la gran Annabeth Chase, reconocida mundialmente por la excelente forma de administrar una de las empresas más poderosa del mundo de la moda, estaba total y perdidamente enamorada de Percy Jackson, aquel hombre que era su mejor amigo desde la preparatoria y ahora además también era su jefe.


Notas: Antes que nada, hola a todos los semidioses sueltos. Siempre es grato saber que hay gente tan fanática de esta saga como yo desperdigada por el mundo, y aun más el hecho de que se tome un tiempito para leer mis delirios… Si llegaron hasta aquí, ¡muchísimas gracias!

No sé que estoy pretendiendo con esto. En serio, tengo encima dos exámenes finales muy pesados y yo aquí como si nada iniciando una historia a largo plazo (cuando me prometí que no escribiría otra cosa que no fueran one-shots)… En fin, no pude evitarlo. Hace tiempo que no hago esto, y la verdad tengo muchísimas ganas de trabajar en un proyecto asi.

Bueno, centrándonos en la trama quisiera decir que me propuse como proyecto escribir algo totalmente nuevo y diferente. Esta vez nada de dioses, ni titanes, ni gigantes, ni cualquier otra cosa cuyo único objetivo sea destruir el mundo. Simplemente personas normales, viviendo vidas normales y con problemas normales. Además claro poner más énfasis en la relación de Piper y Jason… Si bien en la mayoría de las historias que circulan por aquí los tienen en cuenta, note que muy pocos se centran en ellos asi que yo me dije: "pues bien, hay que adentrarlos en la acción".

Este primer capitulo les permitió saber algo, o más bien bastante, del punto de vista de las chicas pero, si todo sale bien, en el próximo podrán saber que es lo que piensan los chicos. Lo único que si les pido es PACIENCIA… Como ya dije, tengo los finales encima y no puedo darme el lujo de reprobar (como anécdota, les cuanto que creo ya haber desaprobado un parcial por escribir este primer capitulo xD)

Como podrán darse cuenta los demás personajes de la saga irán apareciendo de a poco, y si tienen ideas para la historia no duden en comentármelas y veré que hago con ellas… Siempre es un placer para mí saber que hay gente interesada en mis fics.

Si tienen dudas, quejas, comentarios, sugerencias o simplemente quieren alguien con quien conversar de su experiencia con "La casa de Hades" aquí estoy yo. Pueden dejarme un review abajo o bien enviarme un MP, y con gusto se los voy a responder.

Desde ya agradeceré que sigan la historia, la agreguen a sus favoritos o bien a mí como escritora.

Hasta el próximo capitulo, semidioses, y si hubo algún error en la redacción sepan disculparme.

Atte. Anitikis