Les dejo fic porque no he puesto nada en bastante tiempo, espero que les guste :3333

Pareja: ErenxLevi/Rivaille.
Disclaimer: Shingeki no Kyojin y todos los personajes que lo conforman no me pertenecen. El respectivo dueño es Hajime Isayama.
Advertencia: No tanto (?)

Eren iba en la carroza de la muerte y la desesperación, quería decir "Oh, no conozco a Mikasa, quién es ella, será emocionante verla" pero no era así, conocía a la mujer, era la niña psicópata que le espiaba mientras dormía y mientras no lo hacía, viajaba media ciudad para mirarle desde un apertura del tablón de su patio con sus grandes y oscuros ojos, siempre impecable, elegante y hermosa. Y aterradora, muy aterradora.

Tal parece que en un momento que no recordaba de su vida -Lamentable momento, muy, muy lamentable- le había pedido matrimonio a la muchacha. Tal parecía que la "desposó" con una bufanda, seguramente un juego de críos que la muchacha se lo tomó personal, suspiró aterrado.

–¿Emocionado mi campeón?–su madre le sonrió, el muchacho de diecisiete años a penas pudo levantar una mejilla para hacer un amago de sonrisa frustrada como si lo estuvieran torturando con el sonido de un pizarrón a cual le pasan las uñas de un gato con rabia.

–¡Claro! ¡casarme con la señorita Ackerman será un verdadero placer!–bien, la muchacha no era para nada fea, era hermosa y perfecta en muchos sentidos, así que quizás le tenía que dar una oportunidad.

Cuando en eso recordó sus aterradores ojos mirarle de nuevo por esa apertura de la tabla, tembló, quizás en la intimidad no era tan extraña.

Se convencía a sí mismo mientras suspiraba agobiado por el matrimonio que arreglaron sus padres para él, tenían una cantidad de dinero exhorbitante, pero no tenían el prestigio de la familia Ackerman, además, actualmente sólo los pobres suelen casarse por amor, a veces a Eren le hubiera gustado pertenecer a ese grupo y buscar al amor de su vida, al menos conocía como era la chica, el siguiente paso era controlar su personalidad y quizás pudieran forjar una familia.

Su viaje fue más largo de lo que esperó. Sus padres parecían más nerviosos que él, él sólo estaba aterrado, pero nervioso de vergüenza: no.

Abrió la puerta la madre de la muchacha, hermosa para su edad, Carla, su madre, fue la primera en presentarse, le siguió su padre y luego el señor y la señora Ackerman se presentaron con suma cordialidad.

–Serán unos tórtolos, no dudo de ello... Mikasa ha estado muy emocionada por esta fecha...–sonreía la mujer invitando a todos a entrar.

Eren estaba más relajado, todo parecía más normal, miró hacia arriba sujetada a las maderas de las escaleras una figura antropomorfa, estaba sentada en posición fetal agarrando con fuerza los pilares con los ojos abiertos como platos, el chico hasta la visualizó llorando sangre.

Quiso gritar como nena, se contuvo.

Eren cerró los ojos con horror para abrirlos de nuevo por si la vista le fallaba, la sombra de la muchacha había desaparecido, ahora, como una novia perfecta y ama de casa servicial estaba abajo, esperando junto a sus padres con un gesto adorable. Eren se llevó dramáticamente una palma sobre su cara, de seguro deliraba.

La muchacha le fue presentada con todos los insignes debidos y por haber.

–Mikasa...–susurró el muchacho cuando la vio allí, expectante a cada movimiento que hacía, una costumbre que a la muchacha jamás se le pasaría.

–Creo que es hora, Eren...–

–Sí...–sonrió el muchacho. –Nuestro ensayo de bodas...–

Los matrimonios forzados eran comunes, así que ninguno de los dos tenía derecho a chistar, aunque pareciera que la muchacha Ackerman había "forzado" a obligarla a casarse con Eren, sería algo así como una "obligación placentera".

La mujer, Mikasa, le había sonreído amablemente al chico un tanto después de sus nebulosos pensamientos, hablaron poco, pero fue más agradable de lo que Eren llegaría a pensar de una supuesta masacre, nunca nadie sabía qué cosas se podían esperar, menos de era chica.

Pero... a pesar de todo, lo que más le asustaba... es si podría llegar a a enamorarse de Mikasa Ackerman o no, si podría llegar a la intimidad con la muchacha o no. He allí el verdadero problema, el verdadero dilema de todo esto.

Eren... tenía tendencias homosexuales. Le gustaban por así decirlo... ciertos tipos de hombres, bajitos, en especial, de esos que puede tomar entre sus brazos y hacerlos girar, tímidos o enojones, para que se cohiba en el abrazo, ha fantaseado mucho con chicos, pero con chicas... no le paran ni siquiera un poco la lombriz. Así no podría tener hijos... y sus padres a toda costa querían un hijo -mentía, querían unos diez, ni que su esposa fuera un conejo-.

Ya estaba frente al altar en el momento del ensayo de bocas, sacó el anillo y se paró recto.

–Los votos... señor Yeager.–

–Espere... estoy en eso...–los votos, maldita sea, los votos. –Había una vez…–¿Oh dios mío que mierda hacía? ¿contarles el cuento de la caperucita? ¿debería arrojarse por la ventana ahora y evitar más la humillación y detener esos estúpidos nervios que crecían en su interior?

–Los votos, señor Yeager…–repitió el sacerdote con la mirada fija en él, demasiada presión… ¿sentía algo frío? ¿no era Mikasa con una navaja en su cuello para que acepte y pida su mano, verdad?

Volteó, la chica estaba parada con la vela en la mano, inocente y casta, debió ser su imaginación, lo que no sabía el pobre chico es que cuando volteó nuevamente para adelante los negros y profundos ojos le volvieron a mirar con atención. El chico fallaba, por más que intentaba recitar su parte salía mal, la muchacha seguía sonriendo a su lado, como si nada pasara, esperaría hasta que el chico pudiera decirlos.

Pero el sacerdote no opinó igual.

–Eres una desdicha para la familia, tus ancestros deben retorcerse en su tumba…–clamó con ímpetu el hombre.

–Mi niño…–susurraba preocupada la señora Yeager mientras su esposo ponía una mano sobre ella en modo de aliento.

–Quizás es hasta…la palabra con H. –añadió tensión y drama el sirviente del señor.

–¡No, todo menos la palabra con H! –susurraba la mujer con horror.

–Es una opción muy factible se-…–

–¡No! –interrumpió el muchacho a quien lo consagraría en su matrimonio. –No soy homosexual…–alzó las apalabras con fuerza y vigorosidad , más tratando de convencerse a él mismo que a los otros, miles de imágenes de sexys y pequeños traseros le miraban con rencor por la traición. –Só-Sólo… denme tiempo, les demostraré que valgo la pena, que podré decir mis votos y…–sujetó con fuerza la mano de la muchacha mirándole con una sonrisa bastante falsa. –Y pedir la hermosa mano de Mikasa en matrimonio…–

La muchacha sonrió con fervor, incluso estaba a punto de comenzar a llorar, pero en ese preciso instante Eren se escabulló del recinto rápidamente, sabía que había hecho el ridículo y tenía que mejorar. Tenía que dejar atrás esos deseos homosexuales e inmorales para la época, tenía que vivir una vida feliz junto a Mikasa.

Caminó por horas tratando de sacar las imágenes morbosas de jóvenes guapos, sensuales y apetecibles de su vida, aquellos traseros. Oh majestuosos y redondos traseros. No... no más de ellos, tenía que recapacitar e ir por el buen camino, pasó bastante tiempo en ello hasta que llega a un árbol en particular, uno tétrico que no recordaba, allí era donde solían confesarse persona hace mucho tiempo, incluso pedir matrimonio, quizás sería un buen momento para ponerse los pantalones.

–Seré un hombre...–susurró con fuerza tomando el anillo entre sus manos. –Un macho que no volverá a manosear más culos... yo...–

Se paró recto, y al fin pudo proclamar sus votos a la perfección.

–Con esta mano aliviaré tus penas; tu copa jamás estará vacía, pues yo seré tu vino; con esta vela guiaré tus pasos en la oscuridad... Con este anillo te tomo como esposa...–susurró Yeager para dejar ceremonialmente el anillo sobre una rama de aquel tenebroso, árbol.

Sonrió satisfecho, al fin estaba dejando ese oscuro mundo de la homosexualidad. O al menos esos creía hasta que la rama de árbol le agarró la mano. Oh dios, le agarró la puta mano. El corazón le empezó a latir a mil.

Chilló como una literal niña y trató de escapar de la rama del árbol con vida, lo logró, pero sólo para caer de trasero sin ninguna ceremonia, impactado, sorprendido y con los nervios destrozados vio como desde las raíces del árbol salía un brazo, Eren volvió a chillar como niña, de seguro eran los fantasmas homosexuales reclamándole su ponzoñosa traición.

Estaba a punto de poner de pie y huir cuando el cuerpo sale por completo, era un chico bajo, al menos comparado con Eren que media 1.87, la figura extraña a penas debía alcanzar el 1.60.

–Acepto. Homosexual de mierda...–

Oh dios, la criatura le habló. Pudo notarlo, el chico tenía un brazo sin piel, mas su rostro se conservaba pálido y hermoso, los cabellos negros prefectamente cortados, y a pesar de que el traje estaba roto en una manga y unos cuantos agujeros yacía impecable, blanco, pulcro, un novio hermoso.

Y JODIDAMENTE MUERTO. Eren tenía que huir del maldito cadáver de ese novio, pero la vida no es tan sencilla como parece.

–¿A dónde crees que vas mocoso?–el muchacho pequeño lo acorraló poniendo un pie sobre el árbol donde se apoyó el muchacho al retroceder. El árbol crujió rompiéndose.

Oh mierda, para cargar más las cosas era un cadáver con súper fuerza. Eren estaba pálido, no se lo podía creer.

–Mi muerto trasero es el único que tocarás, pedazo de mierda. Ahora puedes besar al novio...–

El cadáver se acercó, Eren lo vio ponerse de puntitas y atraerlo con los brazos hasta sus pálidos y muertos labios. Esto debía ser una pesadilla.

Una homosexual, bizarra y necrofilica pesadilla.

N.A: Feliz Halloween, espero que les haya gustado el fic, aún no se si dejarlo así o contar la historia completa, en fin, pronto actualizaré mis demás fics :333