Zelda: Hola gente.

Green: -mirándola mal-

Zelda: ¿Qué?

Green: No deberías de estar haciendo la tarea en vez de escribir.

Zelda: Se supone… pero nunca la hago XD

Green:-suspirando- como sea.

Red: …idiotas…

Green: Cállate.

Zelda: -ignorándolos- Bueno querida gente que lee esta historia, la otra vez mientras estaba viendo unas imágenes ¡BAM! Esta historia sé que ocurrió espero que les guste Red~chan~

Red: YuGiOh GX no le pertenece sino aun continuaría la seria y sería más apegada al manga.

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Prologo: Cuenta la Leyenda.

Cuenta la leyenda que hace mucho tiempo existió un hermoso reino en el cual siempre estaba lleno de armonía y paz sin ninguna guerra y que sus reyes era muy queridos por todas las personas al ser amables y cuidar siempre de sus ciudadanos.

Pero la persona que más quería la gente del pueblo se trataba del príncipe que iluminaba los corazones de todos con su bella sonrisa y que jamás dejaba a nadie atrás.

Todos decían que ese príncipe era bendecido por los dioses pues el día de su nacimiento también fue el de la mejor cosecha, cuando dio su primera sonrisa los arboles estaban más verdes y cuando aprendió a hablar sus mercancías eran muy vendidas.

Todos querían al príncipe y el príncipe los quería a ellos.

Pero no todo podía ser bueno ya que aquellos rumores del príncipe bendito llegaron a los odios de otros reinos, algunos buenos que simplemente lo querían conocer y ser tocados por su hermosa presencia, pero también algunos crueles que lo querían para su propio beneficio y poder gobernar los demás reinos siendo los mejores.

Asi una guerra empezó unos atacaban y otros defendían pero tenían la misma idea presente: el príncipe.

Los reyes estaban preocupados por su querido hijo y lo que le quisieran hacer las personas no hacían más que preocuparse, hasta que a su castillo llego un príncipe de un reino aliado atractivo como ningún otro, valiente como jamás se le conoció a nadie y sobre todo con una bondad digna de alguien con el corazón puro; el príncipe era conocido como el heredero de las joyas y quien inclinándose ante los reyes proclamo:

-"Yo el príncipe de las joyas les juro reyes que nadie tocara a su hijo con la única y simple condición de que el despose conmigo cuando todo esto acabe"-

Al principio los reyes no sabían que decir pues querían lo mejor para su hijo pero tampoco querían comprometerlo con alguien a quien el no amara así que decidieron que sería mejor que su hijo le respondiera; cuando el joven príncipe llego donde se encontraba quien había jurado proteger no hizo más que ver si realmente sus intenciones eran buena y al saber que era así decidió hablar.

-"Joven heredero de las joyas, lo que me ha pedido no se lo puedo aceptar tan fácilmente, pero yo quisiera intentar conocerlo mejor… su corazón es puro y los espíritus me dicen que usted es alguien… interesante"-

El heredero de las joyas acepto y empezó a caminar junto con el príncipe a un hermoso jardín que parecía el mismo edén, decidieron sentarse en una fuente y empezar a hablar.

-"Y dignamente heredero de las joyas, ¿Cuál es su nombre y por qué se atribuye aquel título?"-

El otro simplemente sonrió antes de levantarse de su lugar y ponerse frente a el arrodillándose y tomando sumamente su mano causando un sonrojo en el otro chico –"Disculpe mis modales su majestad, mi nombre es Jehu y aquel título se atribuye a que tal y como usted ve los espíritus de los duelos que se crearon en Egipto, yo puedo verlos, mas sin embargo los que siempre me acompañan son unos especiales creados de las piedras más hermosas y puras… como usted"- beso el dorso de la mano aumentando el sonrojo –"¿Y usted joven príncipe me podría decir su nombre y él porque es tan preciado por las demás personas?"-

El príncipe dudo al principio pero al ver sinceridad en los ojos de Jehu decidió aceptar y hablo –"Mi verdadero nombre es Judai y así quiero que me digas de ahora en adelante"- simplemente se ganó una sonrisa más amplia –"Y tal y como usted lo dijo yo puedo ver los espíritus de duelo que se crearon en Egipto pero no solamente ellos, sino todos los demás del mundo, de las personas que no pudieron descansar en paz y vagan por la tierra… muchas personas creen que estoy loco por eso mismo pero esos espíritus son sabios y saben que es lo que debo de hacer por el bien de mi pueblo y de mí mismo"-

Jehu simplemente escuchaba y sonreía compresivamente pues le sucedía lo mismo a él, algunos pensaban que estaba enloqueciendo al hablar con personas que las demás personas no pueden ver, pero al conocer a Judai pensó que tal vez no era el único con ese potencial.

Después de aquella charla siguieron hablando de cosas más triviales y conociéndose más, al punto en el que Jehu supo que a Judai le gustaba estar al aire libre, junto con las demás personas del reino y conociendo a todos y que todos lo conocieran para tener confianza cuando el subiera al trono; en cambio Judai aprendió de Jehu que el prefería estar a solas y encerrado en la gran biblioteca de su reino aprendiendo una nueva historia que le gustaría vivir.

El tiempo paso y las guerras continuaban pero el amor empezó a nacer del príncipe Judai y el príncipe Jehu culminando en la más hermosas de las noches donde se entregaron mutuamente y se prometieron amor eterno y que al acabar todo eso ambos serian felices juntos.

Lastimosamente las cosas n sucedieron tal y como lo esperaban pues al día siguiente se le informo a Jehu que tenía que ir a una de las guerra más sangrientas existentes pues muchos de sus hombres estaban en peligro y que si las cosas continuaban igual los derrocarían y atacarían el reino de su amado, así que partiendo se despidió de Judai prometiendo volver para poder estar juntos, lamentablemente eso jamás sucedió…

Unas semanas después le llegó la noticia a Judai de que su amado había muerto en la guerra y que jamás lo volvería a ver. Lloro durante semanas, meses, hasta que no pudo soportarlo más y murió de soledad y tristeza.

Las guerras terminaron pues a la única persona que todos querían ya hacia pereciendo en una lápida donde alguna vez platico por primera vez con su amado; pero lo que nadie sabe es que antes de morir Judai dijo sus últimas palabras.

-"¡Oh dioses! ¿Por qué me ha de pasar esto a mí? ¿Por qué estoy obligado a sufrir por amor?"- se limpió las lágrimas y miro con tristeza la última carta que había recibido de Jehu –"SI lo que mi amado dice es verdad… ¡se los ruego! ¡Por favor hagan que nos volvamos a encontrar! Sé que no me queda mucho de tiempo y este es mi único deseo egoísta… deseo quedarme al lado de Jehu para siempre y jamás separarme de él... se… los… pido…"- sin soportar más soltó la carta y cerró los ojos para siempre.

La carta cayo lentamente al suelo donde logro mostrar lo que estaba escrito:

"Al amor de mi vida: Judai.

Lamento decirte esto, y sé que tal vez me odios pero no podre detener a este reino…

Sus soldados son muchos y más fuertes que mis tropas, ¡pero no me rendiré sin pelear! ¡Yo quiero que estés a salvo!

Solamente deseo que me cumplas una cosa… si logro reunirme contigo ya sea en esta vida o en cualquier otra prométeme que volveremos a estar juntos y que nadie nos separar… que nuestro amor será eterno, yo lo se así será.

Lo siento pero ya tengo que marcharme a mi batalla final, pero espero que me mantengas en tus memorias porque de las mías jamás podre apartarte…

Recuerda que eres lo más preciado para mí y que nunca cambiara nada todos mis sentimientos que te confesé aquella vez bajo la luz de la luna, aun con mi nerviosismo y mis complejos de ser rechazado pude ser capaz de confesarte lo que siento y si lo pude una vez ten por seguro que en nuestra próxima vida será igual…

Te ama.

Jehu.

El pueblo no podía creer que su amado príncipe partiera de este mundo siendo tan joven y lleno de vida prometiéndose sus más cercanos aliados, que volverían a reencarnar y esa vez seria diferentes, ambos estarían juntos sin importar lo que contara harían que sus queridos príncipes fueran felices.

Pasaron los años y los reinos fueron perdiendo poder y dominio hasta quedar en el olvido pero aun con el recuerdo intacto de esas promesas.

Muchos siglos después en el día del nacimiento del príncipe Judai; en uno de los hospitales una señora se encontraba dando a luz a dos pequeños niños, ambos de cabellos castaños tan idénticos pero diferentes a la vez, se los entregaron a su madre quien sonrió al ver esos ojos chocolate y los otros dorados.

-"Tu mi pequeño niño, serás alegre como el día pero valiente como ningún otro y tu nombre será Jaden"- nombro al de ojos chocolate quien sonrió al verla –"Y tu querido mío tendrás muchas sabidurías que ninguna otra persona podrá contener, aunque tu mirada sea neutral siempre sabrás contar con tu querido hermano"- hablo ahora al de ojos dorados quien veía todo de manera neutral pero mostrando una pequeña sonrisa al escuchar esas palabras –"Ambos crecerán fuertes y poderosos, pero nunca olviden sus raíces…-"

La señora se quedó dormida con sus hijos en brazos quienes parecían mostrar lo que habían entendido lo que su madre les había dicho.

Ese día una nueva historia volvió a nacer, una que traería historias olvidadas y amores perdidos.

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Zelda: Y ese fue el prólogo de la historia espero que les haya gustado.

Green: Si claro.

Red: -golpeándolo- Que la dejes en paz.

Green: -sobándose- ¡DEJA DE GOLPEARME! Que me crees que soy tu piñata.

Zelda: Pues lo parecer.

Green: Olvídenlo.

Zelda: Nos veremos en el siguiente capítulo.

Green: Si lo hay.

Zelda. –Mirándolo mal-

Red: Adiós~