Disclaimer: Inuyasha no me pertenece es propiedad de Rumiko Takahashi

Notas de autor: Después de mi ausencia en este fandom traigo el tercer y último capítulo de este fic; tuve que rehacerlo dado que perdí la mayoría de él y mi estado de animo no me dejó regresar a lo que era así que esta es su forma final. Aunque creo que me alejé de la idea inicial y de lo que esperabas Bruxi :c

Una aclaración importante y aunque no me guste tendré que hacerlo aquí, hace un mes avisé en mi perfil que me era imposible continuar varias de mis historias de Inuyasha (la inspiración se fue, tengo trabajo y estudio) es solo un pasatiempo que tengo y he recibido un montón de peticiones que para mi me suenan a exigencia; me frustra esa situación así que decidí borrar Traición y dejar sin continuación Crossroad.

Fin del asunto.

Advertencias: OoC y un final un tanto abierto.

杀生丸

—¿Inuyasha?— Kagome llamó a su distraído marido, acercó uno de sus dedos hasta su oreja izquierda sin tocarla pero aun así provocando un movimiento en ella—, ¿qué sucede?

El híbrido negó sin darle importancia tapándola nuevamente, depositó un beso en la frente de la pelinegra enrojeciendo ligeramente para después darse la vuelta.

—Sólo quería hacerlo sonreír, —murmuró el medio demonio mirando como el sol seguía perezoso su camino, recordando como desde la primera vez que había conocido a su hermano el pensamiento de causarle alegría fue su única motivación; al menos antes de haber sido testigo de su rechazo.— Solo una vez.

杀生丸

Te convertirás en lo que más odias.

Perderás todo aquello que es tu orgullo.

A menos que demuestres ser digno de merecerlo.

Las palabras y los recuerdos de la bruja atormentaban al humano dormido, frunció el ceño incorporándose de golpe. No había pasado ni una hora desde que Inuyasha los había dejado ahí en la cueva cuando el alba había llegado y Sesshômaru preso del cansancio, no había podido evitar quedarse dormido pero eso solo había aumentado su frustración al darse cuenta que aún era un humano y peor, que Rin estaba justo a su lado.

Sus ojos grises se pasearon con calma por cada curva de la chica dormida, la cual mantenía sus labios ligeramente abiertos haciendo pequeños sonidos. Sesshômaru estaba frustrado, lo podía reconocer calladamente. Le frustraba no ser capaz de olfatear con precisión el aroma de su protegida o cualquier otro.

Frunciendo el ceño, el chico se acercó lo suficiente como para que su nariz rozara la piel del cuello de ella, inhaló percibiendo a duras penas un ligero e insignificante olor a melocotón; pero sólo eso.

Gruñó al comprobar que no había vuelto a las normalidad al menos mínimamente, aun cuando había hablado con Inuyasha. Se suponía que ese inútil medio demonio sería quien lo devolvería a su forma y sin embargo ahí estaba; en ese cuerpo patético con sentimientos todavía más patéticos e inútiles.

—¿Sesshômaru? —Murmuró Rin adormilada tallando sus ojos e incorporándose, pero el chico solo desvió la mirada sin contestar—, ¿pasa algo?

—Nada.

Ella asintió solamente sin dejar de verlo, calibrando el ambiente que rodeaba a su señor. Podía entender que estuviera frustrado, pero no tenía por qué desquitarse con ella.

—Encontraremos una so...

—A partir de mañana regresarás a la aldea.—Sesshômaru cortó de golpe las palabras de su protegida.

—¡Me rehúso! —Rin apretó los puños mirando a su guardián—, ¡no puede alejarme! Me necesita.

—No necesito la ayuda de una simple humana. —Las palabras fueron dichas con frialdad en tanto él le daba la espalda con altivez.

Él no la necesitaba, no necesitaba de su sonrisa ni de sus interminables conversaciones que le daban completamente igual. Sesshômaru no necesitaba a una humana como Rin. ¡Se negaba a necesitarla! Él no era alguien que tuviera que tener a quien proteger, no lo había hecho antes y no lo haría ahora.

—Ese es el problema— la voz de la chica tembló con violencia mientras luchaba contra el impulso de gritar y dejar que su enojo saliera a flote—, que no importa lo que haga nunca podré ser algo más que una humana para usted.

Rin se incorporó dejando salir su propia frustración, aunque el chico ni siquiera estaba mirándola, su cuerpo tembló con fuerza ante el sollozo que la sacudió.

—Soy una estúpida. — Se río con un dolor que no pudo disimular—,una chica estúpida con sueños aún más estúpidos, que nunca aprende.

Y sin más salió corriendo en dirección de la entrada cuando Sesshômaru se daba la vuelta, solo para ver el cabello negro mientras de la chica huía con el corazón rompiéndose en su pecho.

Los ojos grises se dirigieron entonces al lado contrario con rudeza, si esa chiquilla creía que él iba a ir tras ella se equivocaba.

Cerró los ojos, odiando la sensación que pocas veces lo había recorrido: culpa.

Él que podía matar a centenares de demonios sin ni siquiera parpadear, él que era capaz de dejar que un puñado de humanos matara a una aldea completa de los de su misma especie. Él estaba siendo carcomido apenas notablemente por una culpa que lentamente se iba alojando en sus entrañas y todo por una adolescente humana que lo único que trataba de hacer era ayudarlo.

Si, se sentía jodidamente culpable; pero no se movería de ahí.

Lo que más caracterizaba al albino era sin duda el orgullo del que era dueño, más que su fuerza y su frialdad; era esa pequeña e insignificante parte de él la que más sobresalía de su personalidad y sin duda la que más problema causaba al momento de enmendar un error.

Reprimió un suspiro en lo más profundo de su garganta, no la buscaría no se rebajaría a ese nivel. Dejaría que Jaken buscara una solución a su problema y se iría. Él no la necesitaba.

Apretó los puños intentando convencerse de ello.

«No puedo necesitarla».

杀生丸

—¡Sesshômaru! —la voz del hanyô se escuchó en la cueva, pero no hubo una respuesta.

¡Ese idiota no podía irse! Lo castraría en cuanto lo viera. No podía haberse ido dejando a Rin por su cuenta en el bosque, ¿qué rayos le pasaba?

—¡¿Acaso tienes pulgas en el cerebro, maldito imbécil?!— Rugió hasta que una piedra le dio de lleno en la cara.

Cuando Inuyasha saltó para enfrentarse a su hermano lo único que consiguió ver fue un cuerpo tirado en el suelo de la cueva. Con prisa se acercó dándole la vuelta solo para encontrar a Sesshômaru con la frente perlada en sudor y su rostro siempre inexpresivo contenía una mueca de dolor.

—¿Qué demonios te pasa?— Inuyasha intentó levantarlo, pero el humano alejó sus manos.

Sesshômaru sentía el poder emanar de él, luchando contra sí mismo por regresar a lo que era pero sin poder hacerlo a causa del hechizo.

Patético, iba a morir por su propio poder.

—Iremos a la aldea— el medio demonio sentenció alzando a su hermano como costal de papas. Al carajo todo, no iba a dejar a ese pedazo de imbécil morir así.

Ni bien llegaron a la cabaña Kagome empezó a preparar un brebaje para la fiebre y aminorar el malestar, hacer cualquier comentario al respecto le costaría la vida así que esperaría por el tiempo correcto para hacer las preguntas aunque la curiosidad burbujeaba en sus ojos.

—Pedazo de imbécil, tenías que ir y enfermarte— gruñó Inuyasha por lo bajo cambiando uno de los trapos húmedos que ayudaban a calmar la fiebre—, además ¿por qué mierda tengo que ser quién esté aquí?

—Nadie te está pidiendo que lo hagas.

Sesshômaru contestó con frialdad a pesar de sentir su cuerpo caliente como si estuviera desatándose el infierno en él. El menor soltó un bufido arrojándole el trapo en la cara con disgusto.

—Yo soy quién va a acabarte, no una estúpida fiebre— amenazó saliendo dando de trompicones. Kagome suspiró audiblemente ante el intercambio tan afectivo del par de hermanos.

—Solo está preocupado por ti— murmuró y después de unos instantes le sonrió al ahora humano—, no preguntaré nada; ahora sé porque andaba de aquí para allá los últimos días. Sé que no me creerás, pero eres importante para Inuyasha.

El enfermo cerró los ojos decidido a ignorarla, tal vez aún le quedaba algo de suerte y se iría por ahí a atormentar a otras almas con su inusual felicidad y tonterías. ¿Inuyasha lo quería? Si, claro que sí. Era tan probable como el hecho de que Kanna podía sonreír.

¿Cuándo se había quedado dormido? Bueno, daba igual. Parecía que el malestar y el calor estaban aminorando poco a poco.

Sintió a alguien acariciar su cabello con suavidad y después de unos segundos unos labios suaves besando su frente. Rin estaba ahí.

—Aun cuando existen mil razones para dejarte— la voz de Rin lo detuvo de abrir los ojos dado que incluso para él el dolor era palpable en su tono—, siempre estoy buscando una que me mantenga a tu lado. Y sin embargo, esta vez no encuentro algo lo suficiente fuerte como para poder hacerlo.

El cuerpo tibio se alejó unos centímetros y sus manos se movieron por instinto para retenerla ahí, la chica soltó un pequeño gritito de sorpresa al ver que su señor estaba despierto.

—¿Rin?

La humana se removió nerviosa en su lugar, pero al cabo de un par de segundos lo miró con la cabeza en alto.

—La verdad es que siempre estuve enamorada de usted— contestó siendo al fin sincera con sus sentimientos—, si le molesta esta será la única vez que lo escuchará; pero sin importar qué mis sentimientos no cambiarán ni un ápice.

Y ahí estaba, la gran bomba explotando justo frente a su nariz y él no podía hacer nada. Rin se acostó a su lado como cuando era una niña con su mirada fija en el techo posando una sonrisa en sus labios.

—Sin importar cuál sea su decisión— murmuró adormilada cerrando sus ojos.

Cuando la escuchó roncar, abrió los labios emitiendo un susurro apenas audible:

—Soy un demonio, no entiendo ni entenderé que es eso que llamas amor —Sesshômaru habló en lo que fue uno de los monólogos más largos de su existencia -y vaya que había vivido ya unos cuantos siglos- sintiéndose un ser ajeno a sí mismo—.Tampoco si llegaré a sentir algo o no, pero permanece así; justo como ahora.

«Sin importar qué», la chica sonrió en sus pensamientos rodando hasta abrazar la cintura del chico. Con cierta renuencia dejó que el gesto durara lo que ella quisiera y cerró sus ojos con la imagen de Rin sonriéndole en sus pupilas.

Fuera de la cabaña, una sombra vigilaba a la pareja y con un ligero asentimiento regresó al demonio a la normalidad. Segura de que había aprendido la lección y que valoraría a los dos seres que más lo querían.

杀生丸

A favor de la Campaña "Con voz y voto", porque agregar a favoritos y no dejar un comentario es, como han dicho otras autoras:"como manosearme la teta y salir corriendo."

Hayden