Waaahh esta vez esto se me va a dificultar, tendré que ponerme a escribir con detalle el climax de esto pronto… ¡Y SON DEMASIADAS COSAS QUE PONER!
Recuerdenme el por qué no pensé en una historia mas sencilla. De verdad XD
De nuevo, gracias a las que dejaron reviews, y perdonenme por escribir tan poco en tanto tiempo. Espero poder llegar pronto a todo el desmadre que mi imaginación creó para esta historia, que si lo pienso mucho, puedo resumirlo todo y hacerlo más sencillo. La verdad no sé ni por donde empezar el ataque los malvados XD Malvados digo yo jajajaja.
Gracias a: shirayuki8927, Hikari Kuchiki, anlu20, jailys-sama , Butter, misel-kuchiki, loen, , yura afrody, los anónimos XD y otras personas que me dejan reviews, y a todas las chicas del grupo de mis fics Ichiruki que leen esta historia. Trataré de terminarla pronto si me lo permite el colegio y los pocos dos meses que me quedan en él. Pronto tendré más tiempo para mi sensual fic y además, estoy demasiado orgullosa de otro proyecto ichiruki en el que estoy trabajando. Claro, lo terminaré primero y luego lo subiré, ya que no me gusta esto de andar dejandolas esperando hahaha.
Y no se si les gusta el yaoi, pero tambien estoy trabajando en un sasunaru de naruto obvio por si les interesa.
Mi fic recomendado es este: Bleach, Saga Secreta Seireitei By Sodasha そだした de sodasha. Está interesante :D
y como siempre, me apoyarían mucho con un review ;D
DISCLAIMER: ESTOS PERSONAJES NO ME PERTENECEN, LE PERTENECEN A TITE KUBO Y SU MANGA DE BLEACH, YO SOLO HE ALTERADO LA HISTORIA.
Capítulo 18: Máscara
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-¡No te atrevas a mirarla así!- un puño se elevó en el aire, tratando de golpear a otro hombre, mas fue detenido por un delicada mano.
-Yo la miraba como miro a cualquier mujer. ¡Soy hombre después de todo!- contestó el hombre casi golpeado mientras se abanicaba.
El primer chico apretó los dientes con fuerza. Un sentimiento oscuro poseía su cuerpo, mas solo lo controlaba porque lo estaba deteniendo alguien importante para él. Eran esos ojos… como si la estuviera examinando; a ella y cada detalle de su cuerpo; y eso no le agradaba. Ni un poco.
-Calma tus hormonas Ichigo- una mujer le golpeó la cabeza con un libro al aludido- solo la está viendo.
¿Qué estaba sucediendo en la enfermería exactamente? Les tendré que explicar de una forma más clara. Urahara, examinaba con detención el cuerpo de Rukia. Ichigo, como un macho siendo amenazado… reaccionó de esta violenta forma.
¿Eran las intenciones de Urahara impuras?
-Has crecido en una bella dama Kuchiki-san- le dijo un rubio profesor a Rukia.- Tiene usted un gran parecido con su hermano, a pesar de no estar relacionados con sangre.
No. No eran impuras.
El comentario hizo sentir a Rukia orgullo. Era lo que más quería ser: su hermano. A él le tenía una gran admiración, y era cierto que el aura que emitían ambos era parecida. Ichigo notó desde la primera vez que vio a Rukia, que ella caminaba como si el lugar le perteneciese; a pesar de su altura.
-Gracias.- respondió humilde la morena- pero de verdad, deseo que me expliquen mejor la situación.
Yoruichi le sonrió con calma; le agradaba la hermana menor de Byakuya. Iba directo al grano y era respetuosa. La artista de artes marciales se le acercó a Rukia, tomó un mechón de su frente y lo colocó detrás de su oreja.
-Eres muy hermosa, Rukia.- murmuró- me agradas. Así que resumamos esto lo mayor posible.
Yoruichi miró de reojo a Urahara, para que este se sentara y le ayudase a explicar. El profesor, ignorando las miradas celosas de Kurosaki Ichigo, se colocó en una silla al frente de la camilla de la enana. Un silencio corto se formó en la habitación, a pesar de ser solo unos segundos a Rukia le parecieron una eternidad.
-Kuchiki Byakuya. El heredero de la empresa de sus padres, quien ha estado ocultándola a usted por mucho tiempo- comenzó a explicar- llamó la semana pasada a Shihoin Yoruichi.
Esta vez, fue la mujer con el cabello morado y tez morena quien habló.
-Básicamente, estuvimos hablando media hora por teléfono sobre como había decidido que era mejor dejar de huir del problema y solo enfrentarlo; que ya te habías mudado y perdido muchas cosas en el proceso como para arriesgar tu formación y tus amigos.- Rukia asintió- así que decidió volver a Karakura y encontrar a los responsables, así como tratar de eliminar ese maldito programa que tus padres diseñaron.
'La semana pasada, como sabes, fue atacado. Eso fue unas cuantas horas después de haberme llamado para informarme de su decisión. Kisuke y yo sospechamos; que estaba tratando de negociar con ellos. Quizás engañarlos. Pero las cosas no salieron como lo habían planeado.' Ichigo miró a Rukia ante esa parte del relato, asustado de que le hiciera sentir insegura. Pero Rukia estaba firme todavía, sorprendiendo a Ichigo. 'Como sea, sucedió lo que sucedió. Pero no sin antes avisarnos que creía que eso pasaría tarde o temprano, para cuando tratamos de intervenir ya era demasiado tarde. ¡Rukia!- Yoruichi la señaló con el dedo, con decisión en su rostro- ' Quiere que protejas ese collar incluso si tu vida y la de él están en juego. ¿Estás dispuesta a hacerlo?'
Rukia hesitó por un segundo, el resto fue historia. - ¡Sí!-
-¡Un momento!- comenzó a decir Ichigo con aspecto furioso - Tienen que estar bromeando. ¿Me están diciendo que su hermano mayor; quien estuvo protegiendo su vida todo este tiempo; ahora la hará arriesgarla? ¡No me jodas!
-Ichigo...- intentó calmarlo Rukia.
-¡No puede ser así!- la ignoró violento- ¡¿Si era tan peligroso por qué no lo destruyeron antes?! ¡¿Porqué arriesga su vida ahora dejando atrás todo lo que pasó para salvarla?!
No hubo respuesta. Mas que nada porque, no la había. Y Rukia lo entendía. Nunca había sido una decisión sencilla para empezar, ya que las vidas de todos en su familia estaban en juego, algunas ya perdidas. Sencillamente querían hallar el fin de todo esto, antes de que nunca acabara. Rukia miró con tristeza a Ichigo, sabiendo perfectamente que no debía de haberlo involucrado... fue todo por su egoísmo, por saber que no lo lograría sola. Ella lo necesitaba.
-Intenta sacar ese programa, tratar de destruirlo, con alguien vigilándote. - Urahara miraba a Ichigo a través de su abanico, con expresión seria. - Intenta hacerlo Kurosaki-san, con alguien dispuesto a matarte en el momento en que lo saques de su caja fuerte.
-Pero aún así...
-No Ichigo. El único modo de destruirlo, es atrapar a quienes desean obtenerlo.- respondió Rukia con seriedad.
Ichigo la miró a los ojos, que reflejaban decisión y le suplicaban que entendiera. Él no quería dejarlo pasar así, dejarla de ese modo, sin saber cómo ayudarla y depender de otras personas si a quien le había pedido ayuda era a él. Pero él no podría hacer nada sin saber nada. Ichigo bajó su cabeza, asintió y se sentó en la camilla junto a Rukia. Si ella pensaba que era la decisión correcta, entonces haría lo que pudiese para ayudarla.
-De acuerdo. Entonces... ¿Cuál es el plan?-
Rukia miró con expectación a los adultos frente a ella. Si sabían que la llave era su collar y no habían atentado a quitárselo, entonces confiaría en ellos por el momento. Aunque tampoco era como si tuviera opción. Además, Ichigo conocía a la mujer (Pero aún estaba molesta por el detalle de la ducha) así que dejaría todo en sus manos por el momento.
-Por ahora, vigilaremos a Kuchiki. -señaló Urahara- ellos saben que tú tienes una información de la llave, por lo que siguiéndote a tí, podremos llegar al menos a uno de ellos. Yo vigilaré en el colegio, ya que soy un profesor, mientras Yoruichi vigilará en las afueras, además consta de contactos que te observarán a distancia. Pero para tu fortuna, son caras conocidas.
Una ceja curiosa se alzó en la cara de Ichigo ante sus palabras.
-¿Caras conocidas?-
-Como Soi Fon.-
Inoue miraba divertida por la ventana de la enfermería, esperando a que los cuatro individuos acabaran con su conversación. Pero... ¡Habían pasado dos horas! Suerte para ellos que ya casi acababa el ciclo escolar y tenían la excusa para faltar a esas clases. El resto de sus amigos se habían aburrido de esperar con el tiempo, así que eran ahora solo ella y la ventana. No podía verlos desde ahí muy bien, ya que se cubrían por la cortina, pero de vez en cuando lograba darle vistazos a Ichigo, haciendo su corazón revolotear.
Claro, ese momento mágico en su pecho se acababa cuando lo veía tomando la mano de Rukia con preocupación, por quien supiese cuales motivos. Le dolía, pero estaba demasiado celosa como para no vigilarlos. Pero incluso la princesa del acoso tenía que comer, y lo supo cuando su estómago no pudo aguantar más y gruñó como nunca antes lo había hecho en su vida. Con un puchero, se alejó de la ventanilla y se encaminó al comedor a conseguir algo antes de que lo cerraran.
Esta vez, sus pensamientos no estaban tan revueltos. Estaba celosa como mil demonios, pero no tanto como lo esperaba. Sin darse cuenta de lo que estaba haciendo, tomó el collar que ahora llevaba siempre consigo de la flor celeste. Un regalo de Ulquiorra. Cada vez que lo tomaba, sentía de nuevo la velocidad de su corazón el día que se lo regaló.
Y ahora mismo ¿Dónde estaba él? No lo había visto de nuevo desde lo que ocurrió con el casillero de Rukia. Y la había dejado sola con palabras muy extrañas, que quizás estaba malentendiendo. No había modo de que Ulquiorra supiese de aquel incidente antes que nadie, tal vez alguien más se lo dijo por un mensaje de texto o algo por el estilo. No debía pensar mucho las cosas, él no parecía ser de los tipos que hacían cosas así.
Él era intrigante. Misterioso, de esas personas tan inexpresivas que cuando consiguen decir lo que piensan te dejan en shock y con ganas de volver a verlos. Eso era lo que había conseguido en ella después de todo, y sentía esa necesidad de saberlo todo de él, todo lo que el resto no sabía, lo quería descubrir ella. "Será divertido" pensó. Una vez con su comida en mano, Inoue se encaminó a buscar a un ojiverde con entusiasmo, sin darse cuenta de que había olvidado por completo en lo que pensaba antes de él.
Ya el resto de sus amigos se debieron haber ido a casa, así que no tenía motivos para reprimirse a sí misma y buscarlo. Y así, la mujer con escandaloso cuerpo fue dando saltitos por el campus en busca de un chico que comparaban con murciélagos.
Tal vez estaba siendo exagerada, pero de verdad tenía ganas de verlo (A pesar de haberlo visto en la mañana). Estaba tan ensimismada, que no notaba las miradas del resto de la población masculina estudiantil sobre ella, aunque usualmente tampoco lo hacía. Ser bonita hace que esas cosas no se noten en algún punto de tu vida.
Cuando finalmente divisó entre los árboles una sombría figura con un libro en la mano, se acercó a velocidad. Pero él no estaba solo. Inoue se detuvo en seco. Al lado de Ulquiorra, su profesor; el consejero escolar para ser más exactos; estaba junto a él en lo que parecía una plática muy seria. No quería escuchar una conversación como esa, no lo haría en circunstancias normales pero... el rostro de Ulquiorra, por primera vez desde que lo había conocido reflejaba dolor. No había ninguna máscara encubriendo sus emociones. Era solo él y su sufrimiento, aunque tenía la misma expresión seria de siempre. Y ella quería conocer la razón.
Se acercó sin ser vista y lo más que pudo a los dos hombres, oculta por algunos árboles, hasta que estuvo al lado de ellos.
-No debes temer- le decía con profundidad en la voz el profesor- Nada sucederá si haces lo que te digo.
-Es que...- lo miraba con esa triste expresión el de los ojos verdes, al verlo así, algo en el corazón de Inoue se retorció causándole dolor a ella también. - no puedo hacerlo.
-¿Entiendes lo que sucede?- reclamó- ¿Crees que porque quieres estudiar medicina podrás ayudarlos sin mi ayuda? No seas estúpido.
¿Porqué el consejero escolar le hablaba de ese modo? Se supone que deben ayudarte a conseguir estima, a dejar las partes malas de tu vida atrás para poder seguir adelante pero, esto sonaba como una amenaza. Estaba lastimándolo, no ayudándolo.
-Entiendo. Pero ella no está involucrada. ¿De que sirve ella en todo esto?-
-Es solo una pieza más en mi plan. Tú solo has lo que te digo ¿Entendido?-
Inoue vio como Ulquiorra asentía, volviendo a su expresión gélida de siempre. ¿Quién era ella y qué diablos estaba sucediendo? No podía preguntarle sin revelar que lo había escuchado.
Su profesor se alejó de ella y de Ulquiorra, sin ver a la chica escondida para su fortuna. Todo sonaba muy sospechoso. Y ahora solo quería hablarle a Ulquiorra. Incluso más que antes. El chico de ojos verdes se quedó sentado con el libro en sus manos, sin leer ni una sola palabra ni mirar a ninguna parte. Solo pensaba. Inoue aguantó como nunca antes había hecho las ganas de levantarse y abrazarlo. En cambio, se arrastró por los árboles tal y como había entrado, sin hacer ruido. Una vez de pie, lejos de la vista del muchacho, se acomodó las ropas y se fu e a su dirección, pretendiendo no haber escuchado nada.
Una vez a su lado, trató de llamar su atención, pero él estaba en otro mundo, pensando en algo que ella no entendía.
Una idea pasó por su cabeza de repente. De la bolsa de comida que había obtenido en el comedor, sacó un jugo de uva y se lo puso en el brazo. Ulquiorra pegó un brinco muy ligero, casi invisible para el ojo humano, ante el contacto. Fue el susto más pequeño, pero alegró un poco más a Inoue.
-Mujer- dijo fríamente cuando la reconoció.
-Ulquiorra-kun- contestó con una sonrisa, extendiéndole la mano con el jugo de uva, incitándolo a que lo tomara.
Él miró su mano con el jugo sin comprender.
-¿Qué se supone que haces?-
-No te ves muy animado Ulquiorra-kun- el aludido se tocó el rostro con sorpresa de que alguien hubiese sido capaz de ver a través de su máscara- Siempre que estoy desanimada tomo jugo de uva.
La sonrisa de Inoue era tan cálida, que él no pudo negarse. Aunque en el fondo, hubiese deseado haberlo hecho.
Inoue se sentó a su lado, tomando un pan de su bolsa y echándoselo a la boca rápidamente.
-¿Te sientes bien Ulquiorra-kun?- preguntó con la boca llena.
-Deja las formalidades. Solo dime Ulquiorra- volvió a abrir el libro y se concentró en él, mientras le daba una sorbida a su jugo- Me siento perfectamente.
Inoue tomó varios bocadillos de su bolsa, y sin importarle haber probado algo dulce antes de comer algo salado, se le echaba de inmediato a la boca. Incluso si el resto del mundo veía eso asqueroso, a Ulquiorra le parecía normal, comparado con Grimjoww tomando leche. Era como ver a un ser humano que nunca había bebido o comido nada en años, incluso si recién había tomado algo.
-Creo que estás mintiendo- prosiguió la ojigris.
-¿Qué te hace pensar que lo hago?-
-Bueno...- se colocó un dedo en su barbilla pensativa, mientras comía.- Cuando hay algo mal, tú no me miras a los ojos. Además, los tuyos no reflejan esa felicidad.
Ulquiorra alzó sus cejas, muy sorprendido. ¿De verdad hacía eso? ¿Cómo es que esa mujer podía notar todas esas cosas de él? ¿Qué tanto estaba pendiente de su existencia? De pronto se encontró sonrojando. No uno leve, sino uno que llenó su rostro entero hasta las orejas, tuvo que volver a ver hacia otro lado para ocultarlo, y cubrirse con el libro la cara. No. No podía ser... ¡No podía estar pasando! no debía estar sonrojado. Nunca en su maldita existencia había visto que alguien lo notara como ella, y nunca se había sonrojado de esa forma.
-¿Ulquiorra-kun?- preguntó notando como se apartaba
-... no es nada-
Su respiración estaba acelerada. Nunca en su vida había estado así de intranquilo, y ahora la chica a su lado y su cercanía lo empeoraban todo. ¡TODO! Debía calmarse, debía calmarse en ese instante o ella lo notaría. Hizo una pausa. Consiguió de alguna forma regular su respiración, y con lentitud, su rostro. Cuando finalmente estuvo seguro de haber regresado a la normalidad, la encaró.
-¿Estás bien?
Oh. ...¿SIEMPRE HABÍA SIDO TAN LINDA? Sus mejillas semi rosadas se veían suaves al tacto, sus labios rojos llamaban para ser aclamados, sus ojos grises expresaban dulzura, su pecho... ¡¿Pero qué mierdas estaba pensando?! Ulquiorra se colocó el libro frente a su cara.
-¡Hey! ¿Qué estás haciendo?- Inoue trataba de alzar la cabeza para mirarlo en algún ángulo, pero él estaba demasiado oculto. Trataba de evadirla.
-Esta poniéndose interesante el libro- contestó sin apartarlo de su cara.
-No leas así de cerca, Ulquiorra-kun. Además... ¡Ese es un libro de física cuántica! Tú me dijiste que odiabas la física cuántica.
Demonios. Era verdad, la odiaba. Pero el libro no era suyo, de hecho, era de su profesor quien lo había dejado en su regazo antes de marcharse. ¿Ahora cómo se suponía que iba a salir de eso? No podía explicarle su conversación a ella, a menos que omitiera la mayor parte de los detalles. Quizás eso funcionase.
-Es prestado.-
Inoue trató de mirarlo a los ojos de nuevo, pero su gélida expresión estaba ahí de nuevo. Y, como siempre, justo cuando estaba a punto de descubrir algo más de él… aparecía esa máscara. ¿En qué momento se las ideó para colocársela de nuevo? Ni idea. Era casi un don, el de calmarse con rapidez sin importar la situación en la que se hallase atrapado.
Para ser completamente honestos; a pesar de la cálida compañía que la presencia de esa mujer significaba para él, no andaba de ganas de hablar con nadie. Si estuviese en su hogar, ya estaría echado en su recámara mirando hacia ningún lugar y sin pensar en nada. Era casi un ritual para él hacer eso después de quedar en medio de una situación de tensión, pero tampoco deseaba apartarse de su cercanía.
Por algún motivo, estar junto a Inoue lo relajaba. Si pudiera, se la llevaría consigo a su habitación y olvidaría del mundo y de todos los que lo habitaban. Solo ellos dos, nadie más.
La de ojos grises, derrotada –por el momento- por la expresión del chico, suspiró amargamente. ¿Qué iba a hacer con ese chico para cerrar la distancia entre ambos? A pesar de no comprender porque necesitaba saber todo de él, al menos ya lo admitía.
Inoue miró hacia el cielo despreocupada. –Sabes…- Ulquiorra la miró por el rabillo del ojo al escucharla hablar- Mi hermano solía decir que si uno pudiese ser la lluvia, podría llegar a entender los corazones de la gente- el pelinegro la miró sorprendido por sus palabras, que estaban comenzando a invadirlo. –yo… realmente espero poder llegar a entender tu corazón.
Un silencio acogedor iluminó su momento, un momento solo de ambos. Una sensación de hormigueo llenó de pronto el cuerpo de pelinegro, mientras la chica, finalmente entendiendo el verdadero significado de sus palabras, se levantó de golpe sonrojada. Lo que acababa de decir, lo había dicho sin pensar. Como si las palabras cobraron vida propia y salieron por si solas.
Esas eran las palabras de su corazón.
-¡N-No quise decirlo en ese sentido!- empezó a mover las manos nerviosamente, tratando de ocultar su expresión- Claro que me gustaría entenderte, pero el corazón de Ulquiorra-kun es el corazón de Ulquiorra-kun. ¡Claro que no podría entenderte! Digo… no es que no quisiera…
Después de expresar muchas incoherencias, lo que acabó diciendo fueron balbuceos. ¡Pero qué vergüenza! Ni siquiera tenía palabras para corregirse a sí misma. De seguro que Ulquiorra pensaba que eso era especie de confesión. Pero ella no lo había hecho. Ella estaba enamorada de Ichigo, de eso no había duda. Entonces, ¿por qué no podía dejar de sorprenderse consigo misma cada que vez que trataba con el de ojos verdes?
Una risita casi insonora distrajo todos esos pensamientos y obligándola a dirigir su atención al chico que seguía sentado. Tenía la cabeza baja, así que no podía ver lo que estaba haciendo. No podía diferenciar eso de risas o lágrimas, ya que solo sacudía sus hombros.
-¿Ulquiorra-kun?- le llamó, pero él siguió mirando hacia abajo. Oh no… estaba llorando. -¡Ulquiorra-kun!
-Eres demasiado interesante-
El sonido de la voz del chico la detuvo. Cuando la volvió a ver, esta vez a los ojos estaba sonriendo. Esa pequeña sonrisa que apenas podía ser visible en su rostro, pero que le iluminaba el alma. Entonces… Ulquiorra había reído y, aunque no pudo verlo directamente, la hizo feliz.
-Eres la primera chica que me ha hecho reír en mucho tiempo. Te soy sincero, eso es nuevo para mí.-
Los ojos de Inoue parecían estar fallándole. Ulquiorra estaba sonriendo, ¡sonriendo todavía! Pero lo que más le preocupaba, era el brillo con el que lo miraba ahora. Inconscientemente, se llevó la mano a la cadena que él le había regalado, donde la flor se sentía completamente fría comparada con el resto de la temperatura de su cuerpo.
Ulquiorrra parecía ahora como un chico. No del modo en que veía a Ishida-kun o a Asano-san, sino como a Ichigo. Era.. no. Siempre había sido un hombre.
El pelinegro se levantó del asiento, se acomodó los pantalones y cerró el libro. Después se dirigió hacia Inoue, haciendo que su corazón palpitara aceleradamente. Incluso el aire no bastaba para llenarle los pulmones de aire. Casi en cámara lenta, Ulquiorra colocó su mano en la de ella, estrechándola. El corazón de Inoue se saltó un latido.
-Nos vemos luego, mujer.-
Sin protestas ni distracciones, caminó en dirección contraria a la pelinaranja, con una –muy pequeña- sonrisa en el rostro.
Ella, había quedado roja y confundida. Él, había quedado sonriente. Ambos, habían descubierto un nuevo sentimiento.
Pero no hubo nada que advirtiera, lo herida que iba a quedar Inoue Orihime.
No pasaron ni dos segundos de haber entrado en su habitación, y ya estaba ella tirada en su cama, bajo sus cobijas, y sin su consentimiento. Una vena palpitante lo tentaba a tirarla, pero bien sabía lo agotada que estaba, ya que para él era igual.
Se la habían pasado dos horas hablando con una vieja amiga y un profesor pervertido sobre la situación en la que estaban ambos envueltos, y unas dos horas más tratando de convencer a sus amigos de que el tema de conversación de los tres trataba de la delicada situación del hermano de Rukia en el hospital y de donde iba a vivir ella ahora.
Aunque no lo creyeron al principio, de algún modo los lograron convencer. Y ahora sus amigos sabían que Rukia vivía con él por el momento. Todos menos Inoue, de quien no se supo en esa tarde, aunque para Ichigo eso era mejor. No sabía por qué le hacía sentir incómodo hablar de eso con la pelinaranja.
En esos momentos su padre se encontraba trabajando en la clínica y sus hermanas en la casa de alguna amiga, así que eran solo ellos en la casa. Solos.
El simple pensamiento le originó un rubor, por lo que tuvo que concentrarse en el golpe que Tatsuki le había dado en la mejilla como venganza por no haberle contado acerca de Yoruichi. "Ni siquiera me agradeció por haberle dado su autógrafo. Tzk." Pensó.
Un movimiento en las sábanas de la cama llamó su atención: Rukia había caído completamente dormida en su cama. La visión era demasiado tierna para él como para soportarlo, así que se inclinó sobre ella y le acomodó algunos mechones detrás de las orejas. En momentos así, se veía tan inocente e indefensa que quería abrazarla. Podía divagar en sus fantasías y pretender que esa enana era suya, suya y de nadie más, que podía llevársela lejos de todo peligro y quedarse a su lado para siempre. ¿Pero con qué derecho? Él no tenía ninguno.
A pesar de que tenía que protegerla, se sentía como una basura hipócrita; pretendiendo ser su amigo, que la salvaría, que la haría feliz… cuando en realidad era un maldito mentiroso. Si Rukia llegara a enterarse de lo que ocurrió esa noche, ni siquiera lo perdonaría. No podría verlo sin sentir asco.
-Tú nunca me perdonarías- susurró en su cabello.
Kurosaki Ichigo era patético. No podía imaginar un futuro sin Rukia, pero no quería que ella viviera pensando en él como una mentira, la mentira de su simpático amigo que estuvo ahí para ayudarla siempre. Ella merecía saber de lo bastardo que era. Estaba comenzando a amarla y no quería perderla, pero tampoco quería mentirle.
No temía decepcionarla.
La morena se movió ligeramente, arrugando la cara. Quizás un mal sueño.
-Tranquila. Ya, ya. Todo está bien.- decía el pelinaranja mientras le acariciaba delicadamente las manos.
Rukia se calmó al tacto y volvió a mostrar esa expresión pacífica que la hacía ver tan adorable. Ichigo se acomodó al lado de ella en la cama, derrotado también por el sueño. Iba a levantarse luego e ir a dormir al sofá, pero ahora ella estaba tan cálida que no vendría mal dormir junto a ella un rato.
Ichigo la miró detenidamente por última vez antes de cerrar los ojos.
-Ichigo…- dijo de repente Rukia, alarmando al pelinaranja, quien la observó detenidamente.
La morena lo sorprendió llamándolo en sueños, ya que no había señales de que estuviera despierta. Y que lo hubiese llamado en sueños, lo hacía sentir orgulloso de alguna manera. Una pequeña sonrisa se formó en sus labios.
-¿Qué sucede? Estoy aquí.
-Abrázame.-
Esta vez, abrió los ojos como platos y la estudió detenidamente. Ella estaba dormida… estaba dormida. ¡Estaba dormida! Y le pedía que lo abrazara. ¡Eso no era posible! ¿O sí?
-¿Q-q-qué?- tartamudeó con un rubor en el rostro.
Rukia semi-abrió los ojos y trató de mirarlo, demasiado dormida para estar despierta y demasiado despierta para estar dormida. Estaba semi-dormida.
-Abrázame.- repitió. –es una orden.
Y cerró los ojos de nuevo. Ichigo, sin saber qué hacer exactamente, extendió sus brazos y la envolvió en su cuerpo, donde ella se arrecostó y encajó perfectamente. No sabía si ella podía escuchar el errático latir de su corazón o no, ni le importaba.
Casi había olvidado el juego del master-sama, de no haber sido por la orden que le dio la enana en sueños.
-Te lo contaré. Te lo diré todo algún día.- fue lo último que dijo el muchacho antes de caer en un profundo sueño abrazado a la persona más importante de su vida.