Dulce amor. Incesantemente forjas con nuevas formas los sueños de una noche de verano y los cuentos de invierno. Tejes las necesidades terrenas envolviéndolas con resplandores dorados y amablemente nos engañas al pintarnos la grandeza de nuestros sacrificios. Aunque ciñeras nuestra frente con una corona de espinas le darías el encanto y la suavidad de la rosa.

Otoño: Noche de Tormenta

- ¿Necesita que haga algo más? -.

- No Jiras, muchas gracias, ya termino yo de recoger -.

- Hasta mañana, jefa -.

El hombre zorro se envolvió en su capa y salió de la tienda. Filia ordenó los estantes de la tienda, barrió y repasó las ventas del día.

Una vez terminó, tomó su capa y cerró la tienda para volver a casa. Gracias a las ganancias del último año Filia se había permitido el lujo de construirse una bonita casa, resultaba mucho más cómodo que vivir en el piso superior de la tienda.

El viento soplaba con fuerza arrastrando hojas amarillas y marrones que caían de los árboles, las oscuras nubes que se aproximaban amenazaban tormenta. Apresuró el paso.

- ¡Estoy en casa! -.

- Hola mamá -.

Un niño de unos 6 años la recibió efusivamente. Revoltoso cabello turquesa y ojos anaranjados.

- Enseguida te hago la cena, mientras puedes seguir jugando en tu cuarto -.

- Vale -.

La dragón dorado cambió la capa por el delantal. Además de la sopa había pensado darle una sorpresa a su hijo preparando una tarta, solo quedaba cubrirla de chocolate y adornarla.

- Hola dragón dorado -.

- ¡Ahhhh! -.

Los ojos azules se entrecerraron, en una expresión furibunda, al encontrar a cierto demonio sentado sobre la mesa.

- ¡¡¡Namagomi!!! -.

- Ya veo que te alegras de verme – sonrió burlón.

- ¡Fuera de mi cocina! -.

- Siempre igual... fuera de aquí, fuera de allá... ¿no te cansas de decirme lo mismo cada vez que vengo? – enarcó las cejas – Además, no voy a provocar ninguna catástrofe -.

- ¡TÚ eres la catástrofe! -.

- Hola Zeros – Val se había asomado a la puerta – Sabía que eras tú por los gritos de mamá, a nadie le grita como a ti -.

- ¿A sí? -.

- Val_chan – el tono reprobatorio de Filia no amilanó al dragoncito.

- Mamá, ¿Zeros se quedará a cenar? -.

- No -.

- Sí -. n_n

El ceño de la ex sacerdotisa se acentuó al tiempo que se ampliaba la sonrisa del mazoku.

- Venga mami, deja que se quede, por fa -.

- ... -. ¬¬

- Prometo portarme bien – afirmó Zeros.

- De acuerdo, pero solo un rato y luego te vas – concedió Filia – Id a poner la mesa -.

- Ven Zeros – el niño le agarró de la mano y le arrastró al salón.

La dragón dorado sonrió divertida. Después de casi cinco años se había acostumbrado a la presencia del demonio, aunque lo suyo le había costado. Las irritantes visitas de Zeros se iniciaron apenas Val cumplió un año y ella no había parado hasta sonsacarle a qué se debían; finalmente, tras muchos "eso es un secreto", el sacerdote le explicó que tenía una nueva misión entre manos, el Ama de las Bestias le habían ordenado vigilar al último dragón antiguo.

Al principio como Val era tan pequeño y su actividad se limitaba a llorar, comer, balbucear y gatear, las visitas eran muy espaciadas, un par de veces al mes como mucho. Sin embargo el dragoncito fue creciendo y encontró un magnifico compañero de juegos en el bromista demonio, las trastadas que ambos planeaban conseguían sacarla de quicio más de una vez, la última consistió en colocar un barreño lleno de agua sobre una puerta, cuando ella entró en la habitación acabó calada hasta los huesos y con el barreño por sombrero.

Terminó la tarta y la ocultó. Luego tomó la sopera y fue para el salón.

- Zeros, ¿cuántas veces habré de repetirte que en mi mesa la gente se sienta a comer sin guantes y capa? -.

- La gente quizás, pero yo soy un demonio -.

- ¡Zeros! -.

- Vale, vale, ya voy -.

Val reía.

Como ya era costumbre durante la cena Val le contaba a Zeros lo que había hecho durante el día, si es que el demonio no había estado con él. Por otro lado Zeros le contaba historias de países lejanos y batallas ocurridas hacía cientos de años.

- Nunca me has contado como conociste a mamá -.

Filia por poco se ahoga con la sopa.

- Pues fue una coincidencia muy divertida, resulta que a los dos se nos ocurrió utilizar al mismo grupo de humanos para nuestros propios fines – guiñó un ojo a la joven – Eso irritó bastante a tu madre y la tuve persiguiéndome con su maza y con su aliento de fuego hasta que derrotamos a Estrella Oscura -.

- Si intenté semejante cosa es porque tú no parabas de molestarme hasta sacarme de mis casillas, maldito demonio – le miró furiosa - ¿Tengo que recordarte cuando ofreciste la vida de Rina a cambio de la lealtad de... de quien ya sabes? -.

- Ya os dije que era una táctica para engañarle, atacarle por sorpresa y destruirle con facilidad -.

- ¡Ja!, ¿también vas a decirme lo mismo del numerito de la Garveila? -.

Los dos miraron simultáneamente al chiquillo que se moría de risa.

- ¡Parecéis niños! -. XDDD

- ¡Val_chan! -.

Una vez se calmó la situación Filia sirvió la tarta, tanto Val como Zeros devoraron un buen trozo. Eso era algo de lo que ya se había percatado la dragón dorado, al demonio le encantaban los dulces de todo tipo y sabor; sobre todo le gustaban los helados de Seyluun, aún recordaba la última reunión que organizó Ameria, Zeros parecía estar a todas horas con un cucurucho en la mano.

- Es tarde Val_chan, a dormir que mañana tienes clase -.

- No tengo sueño – protestó el niño - Zeros, dile que me deje un poco más -.

El mazoku enarcó ambas cejas cuando la joven le apuntó con su famosa maza.

- Creo que tendrás que obedecer si no queremos que tu madre destroce la casa a mazazos -.

- Hasta mañana -.

Filia acompañó al dragoncito a su cuarto, lo arropó y le dio un beso de buenas noches. De vuelta en el salón se encontró la mesa recogida y a Zeros en la cocina preparando té.

- ¿Se puede saber qué haces? -.

- Me aburría y decidí hacer algo constructivo para variar -.

- ¿...? -. O_o

- Antes de cotillear en tu alacena no sabía que existieran más de cien variedades de té -.

- Se suponía que después de cenar te marchabas -.

- Solo se suponía, además ayer me dijiste que teníamos que hablar -.

El rostro de Filia se ensombreció. Fueron a sentarse al salón, cada uno con su taza de té.

- Se trata de Val_chan -.

- ¿Val? -.

- Lleva algunas semanas con pesadillas, se despierta en mitad de la noche gritando – los ojos azules reflejaban toda la preocupación que sentía – Me dijo que en ellas un monstruo negro le devora -.

- Estrella Oscura – dedujo Zeros.

- Posiblemente, también me ha contado otras escenas y coinciden con su vida anterior, no las entiende y tiene miedo, aunque no es comparable al que siento yo -.

- ¿Por qué no me lo contaste antes? -.

- Porque tu misión es destruirle -.

- Ya te expliqué mi misión, consiste en vigilarle... -.

- Y matarle si resulta una amenaza para vosotros los demonios, ¡no soy estúpida! – se incorporó bruscamente derramando parte del té – Val es poderoso, el último dragón antiguo, y no podéis permitiros que esté en el bando de los dioses, ahora que es un niño es la presa perfecta, terminarás lo que empezaste hace 6 años -.

- Filia, tranquilízate o vas a despertar, no solo a tu Val_chan, sino a todo el vecindario – sonrió como si su compañera hubiese dicho algo gracioso – Y, sí, tengo orden de matar al niño... solo si fuese preciso -.

- ¿Y qué es para ti "si fuese preciso"? -.

- Eso es un secreto -. n_n

- ¡Hpmf! -.

Zeros se levantó y fue por sus cosas. Tranquilamente se abrochó la capa y se enfundó los guantes, sonrió cuando Filia le entregó su bastón.

- ¿Matarás a Val_chan? -.

- De momento no -.

La dragón dorado agarró fuertemente al demonio del brazo, como si eso pudiera evitar que desapareciera.

- Zeros, exijo una respuesta en condiciones, nada de rodeos o bromas – su gesto se tornó más severo aún – De lo contrario ni se te ocurra volver a pisar esta casa -.

- ¿Es una amenaza, dragón dorado? – interrogó irónico.

- Sí -.

- ¿Aún sabiendo quien soy y lo que podría hacerte? – los ojos del demonio se entreabrieron.

Aquella mirada amatista arrancó un estremecimiento a Filia, le tenía miedo pero no le daría la satisfacción de mostrárselo; apretó los dientes y le devolvió una mirada desafiante sin soltarle. La tensión que flotaba en el aire podría haberse cortado con un cuchillo.

Zeros puso su mano enguantada sobre la que le atenazaba el brazo y se inclinó sobre Filia, ella intentó retroceder pero la presa del demonio se lo impidió. Sintió el aliento del mazoku en su cuello, su mejilla rozando la suya y el calor de su cuerpo, antes de ser consciente de lo que hacía apoyó su frente en aquel hombro cubierto por una capa negra y cerró los ojos. Sí, era un demonio perverso, irritante hasta ser insoportable, tramposo, manipulador y cruel, pero también le inspiraba una extraña confianza.

- Buenas noches Filia_chan -.

El bromista sacerdote desapareció y, al perder el apoyo, la dragón dorado se fue de bruces contra el suelo.

- Maldito demonio – masculló.

Subió a su habitación y se puso el camisón. Tras apagar el quinqué de su mesilla se metió en la cama, acurrucándose bajo las sábanas. El viento y la lluvia golpeaban los cristales.

El sueño se negó a llegar. Su mente empezó a divagar según le vino en gana y aterrizó en un anciano muchacho de melena púrpura y ojos amatista en un rostro risueño y despistado. Nunca sabía a que atenerse con él, nunca en los más de 6 años que le conocía había sabido a ciencia cierta lo que pasaba por su cabeza, ah, como él decía, "eso era un secreto".

Recordó la batalla contra Estrella Oscura, y la Profecía gracias a la cual había conocido a sus mejores amigos. Ella siempre fue educada para considerar a los humanos una raza débil, unos niños que apenas habitaban la tierra durante unos años, inconscientes, caprichosos, a merced de las fuerzas del mal. Rina y cia le abrieron los ojos, no solo no eran una raza débil, sino que eran mucho más fuertes que los dragones, vivían cada segundo de su corta existencia con una pasión, con una esperanza y una ilusión desbordantes, Filia les superaba en años pero ellos la superaban en experiencia. Gracias a sus amigos humanos empezó a crecer.

Luego vino el hecho de tener que soportar continuamente la presencia de un demonio, supuestamente el más cruel después de los Dark Lords, que no hacía más que comportarse como un adolescente alegre y burlón rompiéndole todos los esquemas y prejuicios de su niñez.

Un relámpago y el fortísimo trueno que le siguió la sobresaltaron. Se hizo un ovilló bajo las mantas. La lluvia caía violentamente.

El peor choque con la realidad fue descubrir que los dragones eran capaces de traicionar a su propia raza, aniquilar a sus semejantes en una lucha por el poder; capaces de asesinar, de cometer los mayores crímenes en nombre de una supuesta paz que jamás existiría, porque los mazoku y los ryuzoku estaban destinados a combatir eternamente hasta que la Diosa de la Pesadilla Eterna decidiera destruir su Creación.

Los dioses asesinando y un demonio salvando vidas. ¿Cuántas veces Zeros les había protegido?, ¿cuántas veces había sacado de apuros al grupo?. El recuerdo de una lluvia de rocas a punto de aplastarla y de los protectores brazos del demonio eran tan claros como si todo hubiese ocurrido el día anterior. Un mazoku había salvado a una dragón dorado y los dragones dorados exterminaron a todos los dragones antiguos. Aquello era una paradoja a la que todavía no había encontrado respuesta, como tampoco podía encontrarla al comportamiento de Zeros, éste tan pronto la provocaba hasta sacarla de quicio como le recogía la mesa y le preparaba té.

Zeros...

Con el recuerdo de una pícara sonrisa y unos enigmáticos ojos amatista, Filia se quedó dormida.

Llega a vivirse años enteros junto a un ser humano sin verlo. Más he ahí

que un día levanta uno la mirada y lo ve. En un instante,

no se sabe por qué ni cómo, hay algo que se rompe.

Y dos destinos se mezclan, se confunden

y precipitan.