Disclaimer: los personajes son pertenecen a Stephanie Meyer, la historia es completamente de Tufano79 yo solo la traduzco obvio con su permiso.


Capítulo Veinticinco

EPOV

Después del tour en la plantación, entramos en el laberinto más grande del mundo. La risa melódica de Bella llenaba los altos arbustos que hacían el laberinto. Verla tan despreocupada y feliz, hizo que mi corazón estallara de amor por ella – Vamos, lento! llamó ella – Deja de mirarme fijamente y ayúdame a resolver esta cosa!

- Tal vez quiero perderme en el laberinto… vivir mis fantasías de sexo público? – resoplé.

- Edward, no. Solo no – se rió caminando hacia mí. Sus dedos se enlazaron con los míos y me sonrió – No vamos a coger en un gran laberinto en forma de piña. Además, ¿no escuchas a los niños cerca y alrededor de nosotros? Quieres espantar para toda su vida a esos pobres niños? – ella enredó sus brazos alrededor de mi cuerpo besándome suavemente – Te amo Edward.

- Yo también te amo. Aunque, estoy sorprendido de que me devuelvas mi afecto. Estar en este clima tropical me ha convertido en un pervertido sexual – me reí, mi cara estaba en llamas.

- Hmmm, tal vez me ha afectado, también – dijo ella, mordiendo mis labios – Te prometo que antes de irnos, vamos a tener sexo...

- Bella, tenemos sexo, hacemos el amor – me atraganté – "Muy a menudo"

- Tú no me dejaste terminar – ronroneó ella, jugando con mi pelo. Enarqué una ceja – Como estaba diciendo, vamos a tener relaciones sexuales en público, sólo para satisfacer tus tendencias anormales sexuales.

Qué. Comience. El. Juego.

BPOV

Basta decir, que Edward tuvo era cara de arrogancia el resto de nuestro tiempo en el laberinto más grande del mundo en la plantación de Dole. Sin embargo, yo estaba regañándome a mí misma mentalmente , con ganas de rescindir la declaración que había hecho sobre el sexo público. ¿Qué demonios estaba pensando? Sexo en público? Eres una imbécil, Swan. Estúpida... Idiota... GAH!

Tan avergonzada como era, yo quería hacer esto por él. Edward siempre ha sido confiado. Sí, él tiene sus complejidades y peculiaridades, pero una de las cosas que lo hacen tan atractivo para mí, además de su alma cálida, era su confianza. Es tan seguro de sí mismo. Todo lo contrario de mí, por lo menos al principio de nuestra relación. Me he ganado mi propio sentido de la confianza, pero no es tan fuerte como la de Edward. Antes de eso, era una dicotomía única.

La fuerza de Edward contra mi debilidad.

La confianza de Edward contra mi falta de aplomo.

La cabeza fría de Edward contra mi emocional locura.

El amoroso, cálido corazón de Edward... bueno, eso sí lo tengo. Por lo menos, creo que sí.

Sip. Charlie y Jacob no tomaron eso de ti. Eres más como tu mamá en ese sentido Bella.

Desafortunadamente, esta sugerencia, o mejor dicho promesa de hacer el amor en público era completamente demente. En serio, había fumado algo cuando lo sugerí no fue lo mejor. O tal vez fue el clima tropical volviéndome calenturienta… Lo hemos estado haciendo como jodidos conejos.

Entiendo la necesidad de mantener las cosas interesantes en la habitación. Podría ser aburrido si nos la pasamos haciendo el amor, en la cama, con las luces apagadas y en la posición del misionero. Tengo que admitir que en el cumpleaños de Edward fue asombrosa la masturbación mientras él veía. Sin embargo eso fue en la privacidad de nuestra propia casa. Yo no tuve que contenerme. Podía gritar, y mojar por todas partes cuando llegué. En público, eso no era una posibilidad. Tendría que sofocar mis gritos y mi orgasmo. Por desgracia, mi sugerencia pesaba en mi mente mientras nos dirigíamos a casa, cenamos y finalmente nos fuimos a la cama.

Di vueltas, pero no podía estar cómodo. Mi cerebro no se apagaría. Con un bufido, Salí de la cama y me dirigí a la cocina para hacerme un poco de té. Eran casi las cuatro de la mañana, cuando terminé de hacer mi bebida relajante. Me calmó un poco. Necesitaba algo más que un té para calmarme. Mordiéndome el labio, me encontré con mi teléfono celular y comencé a llamar a mis amigas. Necesitaba un poco de orientación. Ayuda. Una patada en el culo. Algo.

Angela iba de camino al trabajo, entrando a emergencias. No pude hablar con ella. Demonios.

Alice estaba durmiendo, acababa de salir del turno de noche. Mierda.

Me rehusé a llamar a Rose. Maldita sea, era su hermano del que quería hablar.

Si llamaba a Emmett, probablemente se reiría de mí. Además no era tan cercana a Em. Es un buen chico y un excelente amigo, pero no me siento cómoda discutiendo mi vida sexual con él.

Considero a Esme como amiga, pero honestamente, está agrupada con Rose. Edward es su hijo. Ella dio a luz al hombre y le cambió los pañales. Probablemente él se hizo pipi encima de ella cuando era bebé. Es raro incluso considerarlo.

La última persona que consideré fue Garrett . el siempre ha insistido en que puedo hablar con el cuándo quiera. Hemos formado ese lazo cercano desde que comenzó a trabajar en el County y me sentía lo suficientemente cómoda de hablar con él sobre esto. ¿Se burlará al respecto? Probablemente, pero las burlas de Garrett nunca son por maldad. Garrett se parecía tanto a Edward. Llevaba el corazón en la mano y sólo bromeaba con personas de las que verdaderamente se preocupaba.

Marcando su número, me senté en una tumbona de la piscina. El aire era cálido mientras esperaba a que contestara – ¿Hola? – respondió.

- Hey, Garrett – murmuré – Es Bella.

- Hola hermanita – dijo él sonando feliz – ¿Qué sucede? ¿Por qué me estás marcando a las cuatro de la mañana hora de Oahu? ¿No deberías estar durmiendo? – me molestó.

- Debería, pero no puedo – suspiré.

- ¿Qué está mal Bells? – Preguntó – Suenas con problemas.

Me froté los ojos, acurrucándose en la tumbona – No te rías de mí, Garrett – murmuré.

- Por supuesto que no – tranquilizó.

- Le hice una promesa a Edward y me temo que no voy a ser capaz de llegar hasta el final – Balbuceé.

- ¿Te propuso matrimonio? Ya era hora! – Gritó Garrett.

- No, Garrett, no hizo eso – Yo reí. Dejando escapar un bufido sacudí la cabeza – Mierda, esto es duro.

- Tomate tu tiempo niña – dijo Garrett.

Dejé escapar otro suspiro, dejándome caer contra la tumbona – Está bien… bien, así que, últimamente Edward ha sido bastante, eh, cachondo – comencé – Todo comenzó en el avión. Él estaba tratando de distraernos del despegue al sugerir que nos uniéramos al club de las alturas – Garrett resopló y soltó una risita por teléfono – Dijiste que no te reirías!

- No me río de ti hermanita – dijo Garrett – Me rio de Edward. Él es bastante sencillo cuando se trata de sexo. Sí, había tenido una cantidad considerable de parejas antes de salir con Tanya, pero él es muy recto al respecto. Me sorprende que siquiera lo considerara.

- Eso hace que su comportamiento aún más confuso – le dije, rascándome la cabeza – Garrett, está obsesionado con el sexo en público. Hoy trató de follar en el laberinto más grande del mundo en forma de piña.

Garrett aulló de risa.

Durante casi cinco minutos.

- Garrett, en realidad no es tan divertido – le dije sin expresión, llegando a estar ligeramente irritada por él.

- Woooow... estoy bien ahora – dijo Garrett, jadeando – Es sólo que... es Edward.

- Ayúdame, Garrett. Realmente no te entiendo – le dije.

- Yo no quiero traicionar la confianza de Edward, pero déjame decirte que en sus relaciones anteriores con mujeres eran bastante, um, seco – explicó Garrett – Tienes que hablar con él al respecto para más aclaraciones. Sin embargo, sólo el mero pensamiento de Edward proponiendo sexo en público no es lo que en mi ámbito de la realidad que... Yo estoy más allá del shock, Bella. En serio.

- ¿Crees que él no me está respetando? – me quejé – ¿Qué sólo esté conmigo por sexo?

- ¿Qué?! Bella, no! Edward te ama demasiado. Nunca lo he visto de esa forma con nadie y lo conozco desde hace mucho, mucho tiempo – dijo Garrett – Su amor, su adoración, devoción y respeto por ti es enorme niña. Creo que Edward te está sugiriendo esto porque se siente muy cómodo contigo.

- Está bien – suspiré.

- ¿Lo estás considerando? – preguntó Garrett.

- Dije que lo haría mientras estemos aquí en Oahu – susurré – Te juro que este clima tropical está jodiendo mi cabeza. Incluso accedí hablando con mi voy jadeante-porno.

- ¿Qué demonios es la voz jadeante- porno?

- Es esta, nene. El sonido de una mujer jadeando para ti sin motivo – yo respiraba, ronroneando seductoramente.

- Está bien, deja de hacer eso. Eres demasiado buena en eso. Tienes esa... esa... perfecta voz baja. Podrías ganar un poco de dinero extra siendo operadora de sexo telefónico y, sinceramente, no quiero imaginar a mi hermanita haciendo eso – Garrett se encogió – Te quiero, Bells, pero nunca, nunca, bajo ninguna circunstancia, me hables así de nuevo. Yo no quiero tener sueños pervy acerca de mi hermana pequeña .

- Anotado – le dije, hablando regularmente – ¿Sueños Pervy?

- Cierra la boca. Ahora, déjame adivinar, ¿te sientes cohibida sobre esta promesa? – Preguntó Garrett.

- Si. Quiero decir, esto es algo que Edward quiere y desea. Sin embargo, no soy yo – le expliqué – Quiero darle algo, ¿sabes? Ha sido tan malditamente generoso conmigo. Quiero devolverle el favor.

- Bella, no es ojo por ojo – Garrett amonestó – Sí, Edward es un hombre generoso. Siempre ha sido de esa manera. En muy raras ocasiones, sin embargo, se mima el mismo. Él se da regalos y esas cosas como a los demás.

- Tengo muchas ganas de hacer esto, Garrett. Pero, ¿cómo? – Gemí.

- Bueno, Bella, ya que eres una profesional de la salud, deberías estar bien informada en la mecánica del sexo – dijo Garrett en broma.

- Sabes lo que quiero decir, tu asno – le dije rotundamente – Dame algunas sugerencias de cómo, ¿Dónde? Yo no quiero ser arrestada por indecencia pública.

- ¿Es así como piensas de mí? ¿Preguntándome cómo tener sexo en público? Puedo sentir el amor Isabella Swan – Garrett se rió entre dientes.

- No es eso... Garrett, no me refiero a algo tan literal – gemí.

- Bella, solo te estoy molestando. Solo he estado con dos mujeres en mi vida, pero tengo un lado salvaje cuando se trata de sexo. Solo pregúntale a Alice.

- ¿Ves cómo me pediste que no usara contigo mi voz porno?

- ¿Ajá?

- No hables de tu lado salvaje con mi mejor amiga – me reí – Ewwwwwwwwww.

- Lo tengo hermanita. Ahora, ¿quieres mi ayuda o no? ¿Vas a utilizar mi dios interno del sexo o vas a quejarte y quejarte sobre esto? – Preguntó Garrett.

- Ayuda. Ayúdame Garrett – le dije.

- Contén tu entusiasmo, Bella – Me reí – Creo que tengo una idea de lo que podría funcionar para los dos – dijo Garrett – Va a saciar los deseos de Edward para el sexo público y no conseguirán ser arrestados.

- Soy toda oídos, Garrett.

Después de una hora y de ver el amanecer, terminé mi llamada con Garrett. Me sentí mucho mejor sobre mi plan. Garrett, para mi sorpresa, era bastante romántico (y pervertido) dándome la sugerencia perfecta. Después de que terminé mi conversación, me fui al piso de arriba. Me metí en la cama, acurrucándome contra el pecho de Edward. Al principio, él se quejó por la intrusión, pero me dio la bienvenida una vez que se dio cuenta de quién o qué estaba molestando su sueño. Rápidamente, me quedé dormida, aliviada de que había resuelto el enigma del sexo público.

Solo necesitaba implementar el plan.

xx APFL xx

el próximo par de días los pasamos en la casa, holgazaneando en la alberca, leyendo libros(para mí) o diarios médicos (para Edward), tonteando o sólo relajándonos. Un día decidimos ir al centro comercial Ala Moana. Yo no estaba muy entusiasta de ir, pero Edward quería. Pasamos desde el mediodía hasta casi la noche comprando suvenires para nuestros amigos. Edward le compró a Rose un pareo floral y un collar de perlas. Yo decidí comprarle los aretes que combinaban. Edward también le compró a su mamá un collar parecido

Para Angela, compré cosas para el bebé. Ella y Ben ya sabían que tendrían una niña. Compre cosas para el próximo verano y una adorable tortuga de peluche. Para Alice fue un poco difícil, terminé comprándole unos pareos y un bonito brazalete para el tobillo con estrellas de mar. Edward y yo decidimos divertirnos un poco con Garrett. Le compramos una camisa hawaiana azul, un collar con el diente de un tiburón y un ukulele rosa. Edward quería comprarle una falda de pasto y un bra de cocos, pero yo rápidamente lo convencí de lo contrario.

Nos separamos por un poco, buscando cosas por separado. Habíamos pasado casi cada minuto juntos. No estaba cansada de Edward para nada, pero necesitábamos tiempo para nosotros de vez en cuando. Acabé en una librería. Compré un par de nuevos diarios que tenían motivos hawaianos a ellos. Había llenado todas diarios que Edward me dio para Navidad hace un mes y necesitaba algunos nuevos. Yo había estado escribiendo mis diarios en mi antiguo go-to: una libreta barata de la farmacia.

Mi celular sonó dentro de mi bolso. Excavé para buscarlo y vi que era un mensaje de Edward.

Tengo hambre y ya tengo un privado en el Vintage Cave Honolulu. ¿Quieres unirte a mí para comer algo de sushi dulce niña? –

¿Un privado? ¿En serio? – B

Mi encantador comportamiento y mi sonrisa torcida hacen maravillas nena – E

Edward… – B

Bien, eso y una propina de cien dólares. Es un muy buen restaurante – E

¿No estamos vestidos muy casuales? – B

Nop. Te ves hermosa en tu vestido Bella. Bueno tu siempre te ves hermosa * Sonrisa torcida * Te amo – E

También te amo nos vemos pronto – B

Guardé mi teléfono, revisando el directorio más cercano caminando lo más rápido posible con mis tacones de cuña. Fácilmente encontré el restaurante. Edward estaba junto a la entrada, usando algo diferente a lo que traía puesto cuando salimos de casa. Originalmente traía una bermuda y una playera. Ahora, estaba vestido elegantemente en unos pantalones negros de vestir y una playera verde olivo – ¿Te cambiaste

- Fui a Macy's y compré esto – se encogió de hombros acomodándose los lentes – Tú estás perfecta para el restaurant, pero yo estaba muy casual. ¿Qué compraste?

- Compré algunos diarios – respondí – Ya llené los que me diste para navidad. Necesitaba algo bonito. Así que encontré uno que tienen como portadas antiguas postales hawaianas. ¿Y tú? También tienes más bolsas.

- Ropa – resopló – Mi ropa que traía hace rato y nuestros regalos para nuestros amigos y familia – Edward tomó mi mano y entramos al restaurant. El recepcionista nos llevó a un amplio comedor privado. El chico le guiñó un ojo a Edward, deslizándole una tarjeta en la mano. – Aparentemente, Vinnie cree que estoy interesado. Me acaba de dar su número.

- ¿No coqueteaste para tener este lugar? – bromeé.

- Coqueteo inofensivo. Una sonrisa y algo de dinero –dijo Edward mientras ponía las bolsas en el suelo. Rompió el número de Vinnie, arrojándolo sobre la mesa. Con una cálida sonrisa, él me ayudó a entrar en la cabina, sentándose a mi lado.

- ¿Me extrañaste, bebé? – Le pregunté, poniendo mi mano en su muslo musculoso.

- Por supuesto, dulce niña – ronroneó, besando mi sien – Siempre te extraño cuando estamos separados.

- Yo también – dije en voz baja acurrucándome al lado de Edward. El mesero vino y tomó nuestra orden de bebidas. Edward pidió una botella de vino y un plato de aperitivos. Una vez que trajeron todo a la mesa, Edward le pidió al mesero que no regresara hasta lo llamáramos. El mesero asintió cerrando las cortinas del privado. Tomamos nuestro vino en un cómodo silencio.

Mientras él jugaba con mis dedos, Edward besó mi cuello – Tuve una llamada de Garrett mientras estaba de compras – dijo Edward mientras jalaba mis piernas a su regazo – me explicó que tal vez tenga que decirte sobre algo. Explicarte algunas cosas.

- Voy a matar a Garrett – gruñí.

- No lo mates. Él no habría llamado si no estuviera preocupado. Él es un buen chico, pero él dijo que estabas confundida – dijo Edward, frunciendo el ceño. – ¿Sobre qué?

- ¿No dijo por qué?

- Nope. Sólo dijo que hace un par de días, llamaste hecha un manojo de nervios sobre una promesa y que estaba confundido acerca de mi comportamiento – dijo Edward, arqueando una ceja por encima de sus gafas.

Suspiré, jugando distraídamente con mi copa de vino – Llamé a Garrett por la promesa que te hice en la piña. ¿La promesa de tener relaciones sexuales en público? – Mi cara llameaba.

- Bella, si tu no…

- La cosa es que si quiero. Quiero darte eso pero la cosa es que estaba asustada de donde y cuando hacerlo – dije arrugando la nariz – Entonces, Garrett mencionó algo sobre Tanya y tus relaciones anteriores. Él estaba conmocionado de que hubieras sugerido tener sexo en un lugar público.

- Oh – Edward respondió – Ohhhh!

- Así que, ya me has dado la oportunidad de preguntar; ¿es diferente conmigo? ¿Nuestra relación sexual? – Le pregunté.

- Dios, sí, Bella. Contigo, me siento tan fuerte, amado y apreciado – Edward susurró – Me haces sentir como si yo fuera la única persona en el planeta y me encanta. Te amo.

Él entrelazó sus dedos con los míos, mirándome a los ojos – Aunque debo reconocer, que no siempre he sido así de demostrativo. Cariñoso, sí. ¿Pero esta necesidad que me hace reclamarte? Eres la única. Es porque quiero que el mundo sepa que eres mía.

- ¿Tan posesivo? – Bromeé.

- Algo, algo – dijo Edward sin expresión – Probablemente debería explicar que paso en mis relaciones anteriores.

- No quiero oír hablar de eso – le dije con dureza.

- No en detalle explícito – aclaró – Pero, necesito explicarte por qué la reacción de Garrett – Lo miré, tratando de entender su significado. Los ojos verdes de Edward estaban casi arrepentidos y nerviosos. Su piel ligeramente bronceada ahora estaba de color rosa por la vergüenza – Yo siempre había sido un nerd.

- Por favor, Edward – regañé – Eres inteligente, pero un nerd, no lo eres.

- Bueno, eso es porque crecí en mi cuerpo larguirucho y obtuve músculos. Sin embargo, al igual que tú, cuando veo mi reflejo, veo el adolescente desgarbado, con cara llena de granos y con frenos – Edward se pasó la mano por el pelo – Tú no eres la única que está tratando con problemas de autoestima y del cuerpo.

- Lo siento – murmuré, sintiéndome como una idiota.

- No lo sientas, dulce niña – dijo en voz baja, pasando su dedo por mi mejilla – Te estoy diciendo esto porque me llevó por el camino hacia ti. ¿Entiendes?

- No del todo, pero después de que lo expliques, lo haré – le dije con sinceridad.

Edward asintió con la cabeza, besando mis labios suavemente antes de volver a explicar – Nunca hice mucho en la escuela secundaria debido a mí 'frikismo'. En la Universidad, crecí, pero todavía era un poco reservado. Tuve novias pero nada demasiado serio. Perdí mi virginidad a una edad tardía, alrededor de los veinte o veintiún años. Yo no me acuerdo mucho de eso porque no fue un evento importante. La mujer con la que estuve no le gustaba su cuerpo y tuvimos sexo con la luz apagada, cubriéndonos con las mantas y en la posición del misionero. Eso es lo que yo pensaba que era el sexo. Cada relación subsiguiente era igual "seca".

- Edward, eres un amante increíble – le dije.

- Ahora – resopló – Cuando empecé con Tanya, ella fue la que me llevó a experimentar con el sexo. En comparación con lo que hacemos, el sexo que tuve con mi ex esposa era tranquilo. Al principio, nos éramos bastante calientes uno para el otro, pero poco después de nuestra boda, el sexo fue disminuyendo. Cuando nos divorciamos, Tanya dijo que fue a causa de su falta de interés en los hombres. Ella todavía me encontraba atractivo, pero no me deseaba sexualmente. La única vez que tuvo un orgasmo fue cuando yo... – Edward sonrojó, agachando la cabeza.

- ¿Le hiciste sexo oral? – Terminé por él. Su rubor se intensificó y él asintió con la cabeza.

- Es una larga historia... lo que siento por ti no es nada en comparación con mis relaciones anteriores. Como he dicho, me haces sentir como si yo fuera el único en tu mundo Bella – dijo, mirándome – El hecho de que estés dispuesta a ir fuera de tu zona de confort para mí es quedarse corto de increíble. Quiero ver tu cuerpo desnudo bajo el sol de Hawaii, mientras hacemos el amor en la playa. Quiero saborear tu cuerpo mientras te hago llegar en el interior del convertible, viendo el Océano Pacífico.

- Mierda – suspiré, mi piel se tornaba cada vez más roja – ¿Cuando vuelve el mesero?

- ¿No por un tiempo? – Edward respondió, sonando más como una pregunta.

Con una sonrisa descarada (y una mirada furtiva a las cortinas), llegué a la hebilla de su cinturón. Sus ojos se abrieron detrás de lentes de color marrón oscuro mientras yo rápidamente desabrochaba el cinturón y sacaba su excitación de los pantalones de vestir. Me acerqué más a él, envolviendo mi mano alrededor de su pene. Inclinándome a su oído, mis labios rozaron la piel suave – Tienes que permanecer en silencio, Edward.

Sus ojos se cerraron y él gimió en respuesta. Sonreí contra su cuello, inhalando su aroma picante pero limpio mientras mi mano distraídamente se movía a lo largo de su longitud. Su brazo estaba firmemente sujetado a mí alrededor, sosteniéndome a su cuerpo. Su pene estaba tan duro como podía recordarlo. La sensación de su erección en mi mano era como terciopelo envuelto alrededor de una barra de titanio. Ahora, mi mano no se aferraba a él en una necesidad ciega de hacerlo venirse. Esto era más sensual y lascivo. Quería usar el tabú de estar en público como un estimulador. Mis dedos corrieron a lo largo de su longitud ligeramente.

- Bella – dijo con voz ahogad, enterrando su nariz en mi cabello – Me estoy muriendo aquí.

- No, no lo estás – respondí, alcanzando el tope de su polla. Usando mi palma, hice círculos en la cabeza de su erección. El agarre de Edward en mí era tan apretado hasta el punto en que él estaba agarrando mi cadera demasiado duro. Moviéndome un poco lamí mi mano, saboreando su salado líquido pre seminal en la palma de mi mano – Tan bueno, bebé.

- Mierda! Mierda! Mierda! "Edward cantó, mordiendo mi cuello. Sus dedos se enredaron en mi vestido, tirando de él y levantando la falda peligrosamente. Me reí entre dientes de manera sexy, envolviendo mi mano alrededor de su cuerpo, con bombeando con languidez. Concentré la mayor parte de mi movimiento a lo largo de la cabeza de su pene. Yo realmente no deseaba quedar atrapada con mi mano bajo los pantalones de Edward – Bella... Estoy tan jodidamente cerca. Mierda, nena!

- Guarda silencio pero déjate ir Edward – ronroneé contra su sien – Vente en mi mano.

- Quiero estar dentro de ti Bella – rogó.

- Lo harás – prometí – Esta noche, cuando lleguemos a casa. Pero ahora vente. Vente para mí.

- Siiiiiiiii! – siseó mientras su semen cubría mi mano. Su boca descendió hacia mi cuello succionando ligeramente la unión entre mi hombro y mi cuello. Seguí masturbándolo hasta que dejó de estar duro. Use un poco de agua y mi servilleta para limpiarlo antes de ponerle de acomodarle los pantalones. Él estaba sin fuerzas, sin decir nada pero me miraba como si le hubiera dicho que había ganado la lotería o algo así. Nop, solo le di un trabajo manual. En un elegante restaurante. Con más o menos cien extraños del otro lado de las cortinas.

- ¿Más vino? – Le pregunté, cogiendo la botella y rellenado de su vaso – Debes de estar sediento. Sé que yo lo estoy.

- Tu traviesa – Edward reprendió.

- Tú me amas – le guiñé un ojo.

- Con todo mi corazón, Bella – susurró, besando mis labios suavemente. Entonces, una sonrisa se dibujó en sus labios mientras arrastraba mi pierna derecha sobre la suya, abriendo mi cuerpo.

- ¿Qué estás haciendo? – Le pregunté, mirándolo.

- Regresándote el favor – respondió Edward, sus labios se movieron por mi cuello. Mordió la frágil piel. Su mano se movió hacia mi muslo interno. Nosotros no deberíamos estar haciendo esto. Fue suficientemente malo haber tenido el pene de Edward afuera hace algunos minutos pero, ¿tener sus dedos dentro de mí? También, demasiado… demasiado muchísimo. Antes de que pudiera decir algo, Edward había movido mis panties a un lado deslizando fácilmente sus dedos dentro de mí – Mierda, Bella. Estás tan mojada!

- Calla – supliqué –No quiero que nos saquen a patadas.

Edward me miró y sus ojos estaban obscuros de deseo – Quítate tus panties Isabella – dijo él en tono mandón – Ahora amor.

Rápidamente deslicé mis panties por mis piernas. Edward las tomó de mis manos, poniéndolas en su bolsillo – Las tendrás de regreso cuando haya terminado – con una sonrisa seductiva Edward abrió las cortinas – Nos gustaría ordenar por favor.

Lo miré boquiabierta mientras se acomodaba junto a mí, con mi pierna sobre la suya. Traté de moverme, pero la agarró, pasando sus dedos por la cara interna del muslo – ¿Qué puedo servirles? – Preguntó el mesero.

Edward se tocó la boca con los dedos que estaban justo dentro de mí. Puso uno de ellos entre sus labios, saboreando mi excitación. Él gimió – Estoy de humor para este platillo. ¿Es lo suficientemente grande para dos personas?

- Mucho, señor – dijo el servidor con un movimiento de cabeza ferviente.

- Vamos a tener ese – dijo Edward mientras dejaba caer su mano a mi pierna, ociosamente trazado mi goteo por los pliegues con la punta del dedo – ¿Está bien, amor?

- P-p-perfecto – tartamudeé mientras le daba vueltas a mi clítoris con su mano.

- ¿Algo más? – preguntó el mesero – ¿Otra botella de vino? ¿Más aperitivos?

- Otra botella de vino cuando traigas la comida – dijo Edward en vos suave, aparentemente sin inmutarse por el deseo que estaba provocando en mí. Un pequeño gemido escapó de mis labios y quitó los dedos de mi núcleo, masajeando mis muslos internos – Y un par de servilletas más. Se me cayó un poco de agua en los pantalones y...

- Por supuesto señor. Regresaré en un momento con eso – el mesero salió del privado, regresando un momento después con muchas servilletas negras.

Las cortinas se cerraron otra vez y Edward volteó hacia mí – ¿Si te toco te vendrás? – preguntó Edward roncamente

- Mierda sí. Edward estoy tan mojada – supliqué en voz baja.

- ¿Por qué estás tan mojada? – preguntó moviendo su mano cada vez más cerca de mi dolorido coño. Su boca rozaba mis labios – ¿Es porque estamos en un restaurant lleno de gente? ¿El hecho de que estuviera tocando tu cuerpo mientras pedía la cena? ¿O que tal porque probé tu excitación en mis dedos?

- Todo eso – gimoteé – Por favor Edward.

- ¿Ahora entiendes porque me enciendo tanto por esto? – preguntó, besando mi boca con dureza. Mientras hacía eso, sus dedos entraron en mi núcleo. Su boca cubría mis gemidos. Tan pronto como tocó mi intimidad, mis músculos se apretaron y me vine. O tan fuerte como normalmente lo hago, pero las olas de placer se apoderaron de mí. Edward mantuvo sus dedos moviéndose dentro de mí hasta que el mesero regresó con una botella nueva de vino y nuestra cena. Bueno, Edward se zambulló en la cena. Yo solo me senté ahí. Aturdida. Confundida. Y todavía increíblemente encendida.

¿Qué demonios acaba de pasar?

xx APFL xx

El resto de la comida fue bastante sosa. Edward dejó una propina considerable para el mesero como una disculpa por la servilleta llena de esperma. Estuvo a punto de tomarla como un recuerdo. Lo empujé fuera del restaurante mientras miraba a la servilleta con nostalgia. Salimos del centro comercial después de que Edward hizo un comentario de que quería un iPad y procedimos a volver a casa. Hicimos el amor en la piscina y en el jacuzzi.

El siguiente día, Edward despertó temprano, quitando el cabello de mi rostro – Iré a una lección de surfeo amor – susurró.

- ¿Quieres que vaya? – murmuré adormilada.

- No. Tú duerme dulce niña – respondió Edward besando mi mejilla – Estuvimos despiertos hasta tarde y estás adolorida por todo el sexo que tuvimos.

Me reí asintiendo antes de enterrarme de nuevo entre el cobertor – Llámame en cuanto estés de regreso a casa.

- Lo haré Bella. Te amo – dijo besando mi hombro

- Yo también te amo. No te ahogues.

Edward soltó una carcajada. Cerré los ojos por unos minutos más antes de arrastrar mi cuerpo cansado de la cama. Quería sorprender a Edward con una nueva iPad. Usando mi propia tarjeta de crédito. Él estaba financiando la totalidad de estas vacaciones. Lo menos que podía hacer era conseguir un iPad. Me di una ducha rápida, trenzando el pelo por mi espalda. Me comí un desayuno rápido antes de agarrar mi bolso y las llaves del coche del SUV. Dentro del Mercedes plata, yo estaba agradecido por el hecho de que tenía un GPS. Yo no recordaba exactamente dónde estaba el centro comercial.

Dos horas después, tenía un iPad nuevo con todos los accesorios; una funda, cable eléctrico, cable USB para la computadora y una tarjeta de iTunes de cincuenta dólares. Mientras Edward estaba en su clase de surfeo, la sincronicé con su computadora y cargué toda su música en ella.

Ya casi terminaba cuando escuché que Edward entraba a la casa – ¿Bella?

- En la cocina – grité, terminando de sincronizarla con un foto de los dos en el crucero del atardecer como fondo de pantalla. Se arrastró hasta la cocina, luciendo un poco desaliñado pero orgulloso llevaba un traje de baño, una camisa negra ajustado y una gorra de béisbol – ¿Cómo fue el surf?

- Bien. No tengo ninguna duda de que voy a estar adolorido mañana, pero me las arreglé para coger algunas olas desafiantes. Fue increíble – dijo sonriente – ¿Qué hiciste esta mañana? ¿Dormir? ¿Soñaste conmigo?

- Dormí un rato más, pero anduve corriendo esta mañana – dije dándole una sonrisa tímida – Cierra los ojos.

- ¿Bella? – me reprendió.

- Solo hazlo Edward – dije enarcando una ceja. Él cerró los ojos – levanta las manos con las palmas arriba.

- ¿Qué estás haciendo dulce niña? – se rió.

- ¿Por favor Edward? – me quejé.

- Está bien, está bien – se carcajeó poniendo las manos como le dije. Solté una risita mientras ponía el iPad en sus manos pidiéndole que abriera los ojos. Lo hizo y vió el dispositivo negro en una funda azul de piel – ¿Qué hiciste? ¿Bella? Esto es un iPad.

- Tú mencionaste que querías una. Sorpresa – dije dándole una radiante sonrisa. Abrí la funda presionando el botón de encendido mostrando nuestra foto – Ya le cargué tu música y también algunas aplicaciones.

- Dulce niña, esto es asombroso – murmuró viendo las dos páginas de aplicaciones que había descargado usando su dirección de correo, pero usando mi tarjeta de crédito para pagarlas – Innecesario pero asombroso. Gracias.

- De nada – le dije con un sonrojo en mis mejillas. Edward puso el iPad en la encimera, tomándome entre sus brazos. Olía a sol, mar y un poco de su esencia fresca. Grité mientras me besaba las mejillas, la nariz, la frente y los labios, deteniéndose allí antes de devorar mi boca. Su gorra se cayó de su cabeza mientras me besaba. Se echó hacia atrás, apoyando su frente contra la mía – Me alegro de que te guste, Edward.

- En realidad no tenía por qué hacer eso por mí Bella. Anoche solo lo dije. No necesariamente necesitaba un iPad pero estoy agradecido por eso – dijo él besando mis labios – Además, yo también te tengo algo. Lo tendrás esta noche.

- ¿Qué hay esta noche?

- Bueno, después de que me bañe en el jacuzzi y quite la sal de mi piel vamos a un luau – respondió - Conseguí el nombre del impresionante instructor de surf: el Paradise Cove Luau. Cuando estaba conduciendo de vuelta a la casa, les llamé y pregunté si había disponibilidad para esta noche y había. Hice las reservas.

- Eso suena impresionante – sonreí.

- ¿Quieres unírteme en el jacuzzi? – Preguntó Edward, meneando las cejas sugestivamente.

- ¿Para un baño? Sí. ¿Para cualquier otra cosa? No – me reí. Edward me miró fijamente – Estoy un poco adolorida, Edward. Sólo dame un poco de tiempo para recuperarme, ¿de acuerdo?

- Lo siento – él frunció el ceño – No quiero que tengas dolor...

- Estoy bien solo un poco sensible – le expliqué – Pero, voy a hacer un trato. A pesar de la falta de tiempo sexy en el jacuzzi, por lo menos voy ir a desnuda.

- Acepto!

Pasamos una hora en el jacuzzi. Edward se divirtió contándome sobre su tiempo surfeando. Estaba tan orgullosa de él mientras describía su tiempo en el agua. Sin embargo, estaba cansado y un poco dolorido por el fuerte oleaje. En su espalda, tenía un moretón bastante desagradable de la tabla de surf golpeando en su hombro. Em su codo, tenía una pequeña raspadura por golpear un banco de arena. Una vez vi esos, lo arrastré fuera del jacuzzi. Después de eso, curé su raspón y masajeé su moretón antes de que tomáramos una siesta.

La alarma sonó unas horas después. Edward tomó otra ducha para acomodar su desastroso cabello. Yo use una secadora para quitar la humedad antes de hacerme un desordenado pero chic moño. Alice estaría orgullosa. Me puse una larga y colorida falda y un top morado.

Me estaba poniendo algunas joyas cuando sentí unos brazos fuertes alrededor de mi cintura – Joder, eres como un pecado andante – gruñó Edward en mi oído – Es posible que ames tus clavículas, pero tu espalda y tu culo son tan sexys, Isabella – Sus manos trazaron mis costados hasta que agarró dos puñados de mi culo – ¿Una tanga?

- Este material es algo ceñido – respondí retorciendo mis manos contra mi cadera – ¿A qué hora comienza el luau?

- Seis – gruñó sosteniéndome contra su duro pecho.

- Será mejor que te pongas en – bromeé, bailando fuera de sus brazos rumbo al baño para ponerme un poco de maquillaje. Mantuve mi maquillaje sencillo ya que mi atuendo era bastante llamativo. No era algo que normalmente me pondría pero como estaba de vacaciones, me pareció apropiado. Tomé mis zapatos y vagué en el piso de abajo. Esperé a Edward, jugando con su juguete nuevo. Era bastante genial y sin duda en mi lista de cosas para conseguir antes de morir.

Edward bajó las escaleras sosteniendo su camisa y un tubo de loción – ¿Puedes ponerme esto en la espalda? Tengo la piel muy seca por el agua salada – dijo él arrugando la nariz.

- Claro cariño – dije mientras lo guiaba hacia el taburete de la cocina. Gentilmente masajeé la loción de coco en su espalda, sintiendo la resequedad en sus hombros. Tomé especial cuidado en asegurarme de que su espalda quedara completamente cubierta. Presionando un beso en su hombro, le regresé la camisa a Edward.

- Gracias dulce niña – me dio una sonrisa torcida. Se puso la camisa abotonándola rápidamente. Edward tomó las llaves del convertible y salimos rumbo al Paradise Cove Luau. Estacionó el auto y caminaos hacia la entrada. Un trabajador nos detuvo para tomarnos una fotografía. Edward estaba olisqueando mi cuello mientras yo me ponía lo más cerca que pude hacia él. Sus labios acariciaron el lóbulo de mi oreja mientras el trabajador tomaba la foto – Te amo mi Bella.

Mi rostro flameaba mientras me volteaba para mirarlo – Yo te amo más – sonreí besando sus labios. Hubo otro click de la cámara. El trabajador me dio dos tickets con un guiño y se fue. Dentro del luau, nos dieron guirnaldas de flores. La de Edward era completamente verde mientras que la mía tenía orquídeas blancas y moradas. Nos sentamos en una mesa cerca del escenario donde había más o menos otras ocho parejas. Todas las parejas sentadas en nuestra mesa eran hermosas y me sentía como el patito feo sentada en esta mesa de cisnes, incluyendo mi novio.

Un mesero vino, ofreciéndonos una bebida tropical. Todos platicaban a mi alrededor y yo estaba muy callada, enfocándome en mi bebida rosa. Edward hablaba fácilmente con lo demás mientras que yo quería desaparecer. Malditas inseguridades.

- Estás muy callada – dijo una voz dulce a mi derecha – Bella, ¿no?

- Sí – le dije mientras miraba a la mujer sentada a mi lado. Ella era joven, delgada y rubia – Lo siento. ¿Cuál es tu nombre?

- Susie – gorjeó, tendiendo una mano perfectamente cuidada.

- Encantada de conocerte – le dije mientras le estrechaba la mano.

- ¿Estás en tu luna de miel? – preguntó Susie.

- No. Simplemente vacaciones – respondí.

- Eso es genial. Tristán y yo estamos en nuestra luna de miel. Vamos a pasar dos semanas aquí en Oahu y otras dos semanas en Maui – dijo demasiado efusiva – Ha sido muy romántico.

- Un mes en Hawaii. Es asombroso – dije, mis cejas se levantaron hasta la línea del cabello – ¿A que se dedican tú y tu esposo?

- Soy maestra. Mi esposo tiene su propia compañía – sonrió – Una compañía de tecnología y en realidad le va muy bien. Quiero decir mira mi anillo de compromiso, es ¡enorme

Empujó la mano a mi cara, y me mostró un diamante muy estridente y grande – Wow – le dije.

- ¿Cuánto hace que tú y tu hottie están casados? – Preguntó Susie, meneando sus cejas – ¿Están reavivando el fuego?

- Um, no estamos casados – balbuceé – Solo estamos de vacaciones. Pasaremos dos semanas juntos en Oahu.

- Oh, lo entiendo – dijo Susie, acariciando mí brazo – Recuerdo lo que dijo mi mamá acerca de situaciones como esta. Algo sobre una vaca.

- ¿Qué? – Le susurré.

- ¿Por qué obtener a la vaca cuando puedes conseguir la leche gratis? – Dijo Susie, tocando sus labios – Tú eres la vaca. ¿O la leche?

Y vio mi cerré la puerta del cubículo. Me apoyé en la pared, tratando de no llorar. Susie era tan ignorante y tonta. Después de unas cuantas respiraciones calmantes, caminé de nuevo fuera de la cabina, lavándome las manos. Mis ojos estaban vidriosos por las lágrimas no derramadas y mi cara era de color rosa de la vergüenza. Bufando dejé escapar un suspiro, me salí del baño topándome, a la derecha en un muro de alguien. Basado de la sensación de hormigueo y fresco aroma, sabía que era Edward – Lo siento.

- ¿Dulce niña? – Edward murmuró, tomando mi rostro entre sus manos – ¿Qué está mal? Te fuiste muy de prisa – sus ojos se entrecerraron y vio mi aparente angustia – ¿Estuviste llorando?

- Tratando de no hacerlo – sorbí mi nariz.

- ¿Por qué? ¿Qué sucedió? – preguntó, limpiando mis mejillas con sus pulgares.

- La chica a lado de mí dijo algunas cosas un poco rudas. Sin embargo, creo que estaba siendo ignorante y rubia – bromeé débilmente – Sin ofender a alguna otra rubia. Solo ella.

- Más o menos lo deduje – Edward frunció el ceño – Su marido debió de ver que dijo algo porque se sentó a su lado y comenzó a reclamarle. ¿Qué te dijo?

- Algo improvisado acerca de nuestra relación – me encogí de hombros – ¿Has oído hablar de la frase?, ¿por qué pagar por la vaca cuando puedes conseguir la leche gratis? Ella me comparó con eso, debido a nuestro estado civil. Entonces, ella me llamó una vaca en referencia a esa frase – Me acurruqué contra él, escuchando su latido del corazón contra su pecho. Me abrazó con fuerza, nos movimos fuera del baño – Vamos. Regresemos. No quiero que esa mujer ignorante arruine nuestra noche.

- ¿Estás segura? Nos podemos ir si deseas – dijo Edward mientras acunaba mi rostro entre sus manos.

- No. Me quiero quedar – dije, dándole una débil sonrisa – Pero cambia lugar conmigo. Si me siento junto a Susie, en serio voy a sacarle los ojos. Nadie me llama vaca o leche o lo que sea.

- Lo tengo dulce niña – Edward se rió besando mis labios dulcemente. Caminamos de regreso a la mesa. Susie parecía bastante reprendida y nerviosa. Su marido, Tristán, estaba ceñudo hacia ella y lanzándome miradas de disculpa. No les hice caso sentándome en el asiento de Edward. El hombre a mi lado se presentó y caímos en una conversación tranquila. Él era un enfermero en una sala de emergencias como yo, pero en Seattle. Su compañera es un médico, un cirujano.

Después de otra ronda de bebidas tropicales, todos nos levantamos para obtener nuestra comida en el buffet. Mientras yo estaba teniendo mi mini-ruptura en el baño nos habíamos perdido el cerdo siendo sacado. Edward y yo amontonamos comida en nuestros platos, evitando el poi. Los recuerdos de ese restaurante desagradable eran todavía demasiado frescos en nuestras mentes. La comida era bastante deliciosa y una mezcla única de la Polinesia, Asia y América. Me gustó mucho la carne de cerdo y verduras frescas. A Edward le encantó toda la carne. Rodé los ojos mientras metía su cara en la comida.

La cena había terminado y los tambores comenzaron a retumbar. Las luces se encendieron en el escenario y algunos hombres medio desnudos corrieron al escenario, moviendo sus caderas provocativamente. El espectáculo es un recorrido de todas las danzas nativas de la Polinesia, Hawaii y varias islas del Pacífico. A mitad del espectáculo, los artistas salieron y tomaron gente de las mesas. Un hombre alto, muy moreno levantó mi mano y me arrastró físicamente al escenario. Edward estaba justo detrás de mí con una pequeña mujer con el pelo tan largo hasta su trasero.

Una de las bailarinas nos enseñó como hacer el baile. Edward y yo nos reíamos histéricamente mientras luchábamos con los movimientos de cadera. Irónicamente, yo lo estaba haciendo un poco mejor que Edward. Se inclinó – Espero ver estos movimientos más tarde esta noche.

- Compórtate – Aspiré, golpeando su vientre. Él soltó una carcajada, rotando sus caderas. Los bailarines finalmente se dispersaron en torno a nosotros los miembros de la audiencia. La música comenzó y empezamos realizando la rutina simple. Edward y yo reíamos todo el tiempo debido a las caderas de Edward parecían más estar empujando. Con el tiempo se dio por vencido y comenzó a hacer la Macarena, consiguiendo que algunos de los otros miembros se le unieran. Al final de la canción, la banda se transformó en la canción Macarena. Todo el mundo en el escenario estaba haciendo el baile y Edward se sintió como un millón de dólares. Me reí a carcajadas mientras bailábamos en el escenario. Todos los bailarines se agolpan alrededor de nosotros, tomándose una foto con el mismo fotógrafo de cuando entramos, me dieron otra tarjeta para recoger la foto al final de la noche.

Edward y yo nos fuimos de nuevo a la mesa. Me sostuvo en su regazo, entrelazando sus dedos con los míos. Sin hacer nada, jugó con mi anillo de promesa y acarició mi cuello con su cuello. Susie me estaba dando miradas de muerte. Su marido la estaba ignorando en su mayor parte, charlando con la mujer sentada a su lado. Le di una sonrisa, claramente sarcástica, acurrucandome contra el cuerpo de Edward. Nos quedamos así hasta el final del show. Después Edward fue arrastrado al escenario para hacer una repetición de la Macarena. Me reí de él mientras giraba sus caderas. Él saltó del borde del escenario, y cayó sobre una de sus rodillas delante de mí, sonriendo como un bobo. Le di un beso, ganando una ronda de aplausos de la multitud. Las luces se apagaron en el escenario. Las luces que rodeaban el teatro al aire libre se encendieron y la audiencia se comenzó a dispersar.

Edward y yo paseamos en el mercado que estaba abierto justo al lado del escenario. Tomó todas las fotos que nos habían tomado. Encontré algunos cuencos que se veían bastante interesantes y que podrían funcionar para ensaladas. Compré los cuencos y encontré a Edward mirando algunas obras de arte. Estaba viendo una pintura, era bonita, pero muy colorida. La decoración de su casa era mucho más tranquila. Cuando entrelacé mis dedos con los suyos, besó mi sien, alejándose de la pintura. Caminamos por el mercado durante unos minutos, permitiendo que el estacionamiento se despejara.

En el auto, Edward nos condujo en dirección opuesta de la casa – ¿A dónde vamos? – pregunté.

- Mi instructor de surf, me dijo sobre un lugar panorámico. Creo que sería bonito ver algunas estrella – dijo Edward dándome una sonrisa seductora.

- Lo que quieres una vista de la luna llena – resoplé.

- Bueno, eso también – se rió picando suavemente mi cadera. Manejó durante unos minutos antes de girar hacia un camino de terracería. El camino terminaba como a quinientos metros de donde dimos la vuelta. La luna colgaba en el horizonte y el cielo estaba despejado. Edward accionó el interruptor y la parte superior del descapotable cayó hacia atrás – Antes de disfrutar del paisaje, tengo algo para ti. Sé que lo mencioné antes.

- Edward, en verdad que consientes demasiado – lo regañé poquito.

- E intentaré hacerlo para siempre – me molestó, abriendo la guantera. Me tendió una caja de tamaño decente – Si no te gusta, lo puedo cambiar por algo diferente.

- Tienes un gusto exquisito – dije besándolo. Usando la lamparita del visor de sol, abrí la caja y dentro vi un collar y un par de aretes. Eran de oro blanco y tenían flores con diamantes en el centro – Es tan hermoso – murmuré.

- Son un poco más casuales que el juego de tanzanita – explicó – Los puedes usar más seguido.

- Los usaré todo el tiempo – sonreí – Pero esperaré a ponérmelos en la casa. No quiero perderlos en el auto.

- Buena idea – dijo. Cerré la caja y la puse en mi bolso. Apagó las luces pero mantuvo la música encendida – Vamos al asiento trasero.

- Mirar las estrellas mi trasero – me reí.

- Mira una estrella – Edward gritó, señalando por la ventana – Mirando las estrellas.

- Eres un tonto pero te amo – le dije mientras me bajaba del coche y me metía en el asiento trasero. Él se unió a mí, apoyando su cabeza en el reposacabezas. Me apoyé en él, mirando por encima del acantilado. La música suave, las olas y los sonidos tranquilos de la isla se apoderaron de nosotros – Esto es bueno. Quiero decir, realmente agradable.

- Lo es – dijo el moviendo su dedo arriba abajo por mi brazo. Su boca encontró mi lóbulo de la oreja, mordisqueándolo un poco. Me removí por su aliento cálido y sus suaves labios tocándome – Hueles tan bien Bella.

- Es el perfume que he estado usando – suspiré.

- Hmmm – Edward gruñó bajito besando mi cuello. Su mano se movió de mi brazo y gentilmente acunó mi pecho. Mi pezón se endureció contra la suave tela de mi blusa – ¿Sin bra?

- Olvidé traer un strapless – dije con voz entrecortada. Lo miré y me veía como si yo fuera la cosa más sexy del planeta. Sus ojos eran obscuros y fieros. Sus manos se enredaron alrededor de mi cintura, antes de que me diera cuenta ya estaba a horcajadas en su regazo – ¿Edward?

- Shhhhhh – dijo poniendo su dedo en mis labios – Quiero escuchar al mundo alrededor de nosotros. Quiero escuchar tus gemidos, lloriqueos y tu placer – sus manos acunaron mis pechos, masajeándolos con sus tibias manos – Quiero sentir que me mojes con tu orgasmo. Te deseo Bella. Por favor, déjame amarte – sus manos se deslizaron dentro de mi blusa, acariciando mis pechos desnudos. Mis dedos trabajaron rápidamente en su camisa hawaiana. Rápidamente, su pecho estaba desnudo y yo pasaba la punta de mis dedos por sus pezones. Sin decir nada Edward me quitó la blusa, revelando mi pecho desnudo. Inclinándose hacia adelante, enredó su boca sobre uno de mis duros pezones.

- Oh, si – gemí, haciéndome hacia atrás para darle más acceso. Una de sus manos tomó mi otro pecho mientras su otra mano jalaba mi falda hacia arriba. No fue hasta que sentí su piel tocar mi culo que me di cuenta de lo que estaba haciendo. Él me miró y con un fuerte tirón, mis bragas fueron arrancadas de mi cuerpo. Mi excitación se derramó fuera de mí. El olor almizclado flotaba sobre nosotros.

- Quítate la falda, Isabella. Quiero verte a la luz de la luna – dijo Edward – Quiero tocar cada puto centímetro de tu suave piel – Me mordí el labio y me deslicé de su regazo. Con tanta gracia como pude, me deslicé fuera de la falda, dejándome completamente desnuda excepto por mis joyas. Edward se quitó los pantalones cortos también. Su pene estaba de pie alto y orgulloso. Sus ojos me miraban. Se enfocaron en mis pechos, que estaban duros de excitación. Poco a poco, su mirada viajó hacia el sur hasta mi coño – Mierda, nena. Estas reluciente. Puedo ver cuán excitada estás al brillo plateado de la luna. Tan hermosa, Bella.

Su mano se deslizó por mi cuerpo antes de dejarme en su regazo. Sus dedos llegaron a mis pliegues – Mierda, Edward – gimoteé – Estoy tan excitada.

- Puedo sentir lo que esto te está haciendo – respondió, con una sonrisa de suficiencia cubriendo su rostro. Sus dedos se sumergieron dentro de mí, moviéndose deliciosamente dentro – ¿Quieres que te pruebe? ¿Quieres que te haga venirte con mi lengua?

Sin palabras. No tenía palabras. Me sonrojé y él tomó eso como una respuesta afirmativa. Me guió para sentarme en el borde de los asientos. Sus manos abrieron mis piernas lo más que pudo, mostrando mi cuerpo a sus deseos. Con un brillo malvado, Edward pasó la lengua a lo largo de la longitud de mi raja – ¡Mierda! – Escupí, cayendo de nuevo en el asiento del coche. Se rió oscuramente contra mi piel, atacando fervientemente mi coño. Su lengua estaba absolutamente en todas partes. Comenzó a hacer pequeños círculos en mi clítoris mientras extendía los labios inferiores. Luego, su lengua se deslizó hasta mi entrada, jodiendome. Su pulgar se presionó a mi protuberancia inflamada, llevándome más cerca de mi liberación.

- Eres tan perfecta – Edward gruñó contra mi muslo interno – Verte abierta de esta manera. Probando tu dulce coño. Es un jodido sueño hecho realidad – sus dedos se deslizaron dentro de mí, masajeando mi punto g mientras golpeaba mi clítoris con su lengua. No pude más que gemir ante su tono seductor y por lo que le estaba haciendo en ese momento a mi cuerpo. La espiral en mi estómago y el movimiento de mis músculos indicaban mi inminente liberación. Recé para no, um, salpicar. Se trata de un coche de alquiler y que sería bastante asqueroso para el siguiente conductor.

Mi cuerpo empezó a temblar. Mordiéndome el labio para evitar que mi cuerpo sacara un exceso liberación sobre todo el asiento de atrás. Llegué. La lengua de Edward estaba dentro de mí, con impaciencia lamiendo mi excitación. Me desplomé en la parte posterior del coche, respirando pesadamente. Edward entrelazó sus dedos con los míos, tirando de mí hacia arriba – ¿Sin fuerzas, amor?

- Uh huh – respondí, dándole una sonrisa de satisfacción. De alguna manera me las arreglé para llegar estar en su regazo, a horcajadas sobre sus muslos – En serio, eres increíble en eso.

- ¿Qué es eso? – Preguntó Edward, arqueando una ceja.

- Hacer que me corra – me reí. Inclinándome hacia adelante, mordí el lóbulo de su oreja – Con la lengua.

- Hmmm, eso es porque eres muy dulce – ronroneó. Él agarró mis caderas, moviendo más cerca de mí su excitación – Por favor, Bella. Necesito estar dentro de ti.

- Sí – jadeé, agarrando su polla y frotándola a lo largo de mi raja. Su respuesta fue similar a la mía con un ronco gemido de súplica. Abrazándolo con fuerza, me deslicé por su longitud antes de que mover mis manos a su cabello un poco sudoroso – Dios, me gustaría poder tenerte dentro de mí todo el tiempo, Edward.

- Yo también – salió de mí y volvió a entrar, mirándome a los ojos – Tan apretado y mojado... móntame, Bella. Haz que me corra. Necesito sentirte. ¿Por favor?

Usando sus hombros como palanca, comencé a moverme en su regazo. Edward gimió, su cabeza cayó hacia atrás en el asiento de cuero negro. Sus manos se movieron a mis lados, ahuecando mis pechos. Girando mis caderas, lo llevé profundamente dentro de mí. Su pene estaba rozando mi punto-G. Podía sentir mi humedad en sus muslos mientras lo montaba. Inclinándome, capturé su boca con la mía. Tiré de su cabello, obteniendo un gemido gutural contra mi boca. La mano de Edward palmeaba con fuerza mis pechos. Su otra mano estaba agarrando mi culo.

Esto no era hacer el amor. Esto era coger. Yo estaba follando a Edward. Nada de esto era dulce o amoroso. Esto era reclamarnos el uno al otro. Incluso Edward me marcó con su boca en mi pecho, chupando la suave piel con la fuerza que no sabía que poseía. Le devolví el favor, arañándole la espalda con las uñas y chupando su cuello, justo detrás de la oreja.

- Recuéstate hacia atrás, Bella – dijo Edward – Yo quiero que nos veas follar.

Alejándome del cuerpo sudoroso de Edward, me apoyé en el asiento del conductor. Sus caderas empujaban en mí con fuerza. Esto causó que mi cuerpo se agitara, pero no me importaba. Mis ojos estaban fijos en su resbaladiza polla entrando y saliendo de mí – Juega con tu clítoris, Isabella. Quiero ver tocarte a ti mismo.

- Hmmm – Gemí, serpenteando mi mano por mi cuerpo a mi clítoris. Mis dedos estaban empapados de mi excitación. Mi clítoris estaba hinchado y necesitado. Lo toqué con mis manos, dando vueltas con movimientos irregulares. Yo ya estaba tan cerca de llegar otra vez.

Edward movió sus dedos para que quedaran del lado de su polla – ¿Sientes eso? Mierda, Bella, estamos hechos el uno para el otro – gruñó. Sus ojos verdes miraron hacia mí – Te amo nena. Por favor vente conmigo. Quiero sentir como exprimes mi polla con tu apretado coño.

Mierda. Dr. Boca Sucia..

- Te gusta eso – Edward sonrió – ¿Te gusta cuando te hablo sucio, mientras te follo? Amo cogerte Bella. Sentir tus paredes apretar mi polla mientras yo me libero dentro de ti. Es el cielo en la tierra.

- Demonios – gemí, frotando mi clítoris un poco más fuerte – Edward, me voy a…. Sigue hablando!

- Estás tan mojada Bella. Puedo sentir tus jugos sobre mi polla – dijo el, apretando mis pechos con su mano – Por mis piernas. Amo lograr ponerte tan mojada.

- Solo tú – lloriquee.

- Bien – dijo, acentuando su declaración con una estocada profunda – Sí, Bella. Abraza mi polla con tu coño. Sostenme en tu interior – Me pegué contra él, llevándolo más profundo en mi interior. El nuevo ángulo le permitió llegar más dentro de lo que nunca había ido antes – Bel-la! Estoy... bebé, por favor, vente!

La desesperación en su voz gatilló mi segundo orgasmo de la noche. Sin embargo, no fue tan controlado como el primero. Cubrí completamente su regazo con mi liberación. Edward se vino dentro de mí, gritando groserías en español, inglés y algún otro idioma que no reconocí. Sus brazos se enredaron en mi espalda y me jaló hacia su pecho. Los dos respirábamos pesadamente, completamente cubiertos en sudor y otras cosas. Mi rostro estaba contra su cuello y lo besaba suavemente – Eso fue asombroso – susurró el – Siempre es asombroso contigo dulce niña – Muy cansada para responder, asentí – ¿Te cansé demasiado? – Asentó otra vez – Bueno, regresemos a la casa y limpiémonos. Estoy sudado y tú también.

- Hacer el amor a la intemperie tiende a hacer eso – me burlé, riendo suavemente – Yo realmente no tengo ganas de ponerme mi ropa. Tú puedes andar solo con tus bermudas, pero... – Edward soltó una carcajada, y me entregó su camisa. Me la puse sobre mi cuerpo, viendo que me cubría las partes importantes de mí. Nos subimos al asiento delantero, viendo la evidencia de nuestro acoplamiento en el asiento trasero. Estaba cubierto de sudor y nuestras respectivas liberaciones. Edward arrugó la nariz, haciendo una nota mental para limpiar el auto detalladamente antes de irnos. El brillo en los ojos de Edward indicaba que le había gustado hacer el amor, follar, en el asiento trasero del convertible.

Oh, dios.

xx APFL xx

El siguiente día lo pasamos limpiando el auto. El desastre causado se veía peor a la luz del día. Además, a pesar de que teníamos el toldo abajo olía a sexo. Terminé yendo al Super mercado a comprar algún limpiador especial para asientos de cuero y muchos aromatizantes de auto. Seguía oliendo a sexo. Incluso con todos los perfumes que le pusimos olía a sexo. Edward estaba extrañamente orgulloso de eso. Yo estaba algo molesta.

Después de varias horas de lucha contra el coche, al final me tuve que alejarme del auto sexoso. Cogí uno de mis nuevos diarios, mientras que Edward planeaba el resto de nuestro viaje. Teníamos cinco días más en el paraíso antes de volver a Chicago. Salí cojeando hasta la playa. Sí, cojeando. La súper polla de Edward me dejó adolorida. Me instalé en la playa, escuchando las olas y las aves.

Sonriendo, abrí mi nuevo diario y comencé a escribir.

Agosto 14°, 2013

Bueno, hemos estado en Oahu por casi una semana. Todavía tenemos cinco días más antes de regresar a Chicago. En verdad no quiero regresar, quiero quedarme aquí en Oahu. Es tan hermoso; además hay algo en el aire que me hace sentir hermosa.

Raro, ¿cierto?

Se que todavía tengo momentos de inseguridad. Ayer tuve una gran noche en un luau. Una mujer fue completamente inconsciente y grosera hizo algunos comentarios que de verdad me irritaron. Me alejé después de que ella me insultó, sintiéndome una mierda. Sin embargo, alejé todo eso y logré tener una agradable velada con Edward.

Otro efecto del aire tropical es la necesidad del exhibicionismo. Sip, escuchaste bien. Exhibicionismo. Edward me tomó por sorpresa en el avión pidiéndome que nos uniéramos al club de las alturas. Me negué, sin embargo; siguió obsesionado con el sexo público. De hecho casi me tomó en la plantación Dole.

Así que le hice una promesa de que antes de que nos vayamos haríamos el amor en un lugar público. Hemos estado juntos íntimamente mientras hay gente a nuestro alrededor.

Sucedió dos veces. La primera vez fue después de una conversación que tuve con Garrett y subsecuentemente con Edward. Nos dimos placer mutuamente en un privado de un restaurante de sushi. Edward llegó a un nivel superior y me tocó mientras ordenaba nuestra comida. Se lamió los dedos que estaban dentro de mí mientras ordenaba nuestro vino. No es que yo fuera más comportaba. Lo masturbé con la mano. Sin embargo, yo no tenía una audiencia mientras lo hacía venir con mis dedos.

La segunda vez que sucedió fue anoche. Tuvimos sexo en el asiento trasero del convertible. Creo que los asientos quedaron arruinados. Edward está determinado a arreglarlos. Además el auto huele a sexo.

Pero ese no es el punto. El punto es que hicimos el amor en público. CUALQUIERA pudo habernos visto.

Y me encantó.

¿Eso me hace una pervertida sexual? ¿Una zorra? ¿Una puta?

No lo sé, pero quiero más.

Cerré mi diario y vi a Edward acercándose a mí. Me tendió una botella de cerveza. Se dejó caer junto a mí. – ¿Escribiendo algo interesante? – preguntó.

- Sólo algo acerca de nuestra aventura en el auto – me reí, golpeando mi hombro contra el de él – Sobre nuestro disfrute mutuo del exhibicionismo.

- Eso es jodidamente genial – Edward se rió mientras tomaba de su cerveza – No creo que alguna vez me vuelva a venir tan fuerte como lo hice anoche.

- Como muestra el desastre en el asiento trasero del convertible – me reí.

- Una parte fuiste tú, pequeña niña – bromeó acercándose y besándome la frente.

- ¿Cuál es el plan para el resto del viaje? – pregunté.

- Mañana iremos al Rancho Kualoa; pasearemos por la finca a caballo – explicó Edward – Pasado mañana iremos a hacer un poco de snorkel y el último día iremos a explorar el volcán.

- Todas las cosas super físicas las haremos ante de un vuelo de nueve horas – me quejé.

- Estaremos tan cansados que dormiremos durante todo el vuelo – explicó Edward olisqueando mi cuello – Ahora, no se tú pero estoy cansado. Me encantaría acurrucarme con mi chica antes de consentirla con una deliciosa cena.

- Terminemos nuestra cerveza y después vamos a tomar una siesta – sugerí. El sonrió, mirando por encima de las olas agitadas. No se si venía o se iba una tormenta; pero era una vista siniestra. Solo viendo la tormenta comencé a sentir un remolino de ansiedad. Mis cejas se fruncieron por el sentimiento desconocido que sentía por dentro.

Me hizo sentir ganas de quedarme en Oahu para siempre.


N/T: Hola Hola…. Se que muchas querrán matarme… y tiene razón mil disculpas por no actualizar antes pero aquí está Claro que voy a terminar esta historia y no planeo dejarla solo así, solo tengan poquita paciencia. Ya casi termina! El prox cap Final de vacaciones y Regreso a Chicago! Gracias a todas las que se preocuparon por mi estoy bien, de hecho mejor que bien solo que con tiempo muuuy limitado de hacer esto que me encanta. Les dejo besos y un abrazo enorme! Gracias por todo chicas!