Disclaimer: Cazadores de Sombras y sus personajes pertenecen a la maldita Cassandra Clare. Si fueran míos todo se centraría en el Malec, Jace y Clary si resultarían hermanos, Maia e Isabelle saldrían juntas después de saber sobre Simon y Valentine montaría una academia de ballet junto con Sebastian.


Imperfección.

Mirándolo y todo, no le parecía tan perfecto como todos pensaban. No le parecía que su cabello fuese tan deslumbrante ni sus ojos tan profundos que hicieran a todos perderse de tan solo echarles una mirada. Su piel no era perfecta como solía presumir, tenía una serie de lunares acumulados sobre el omóplato derecho bajo las no-tan-atractivas cicatrices. Viéndolo fijamente, dormido y con la sábana de seda enredada en torno a su cintura estando él boca abajo, notaba como la fuerza de la que tanto se regodeaba era en gran medida por las runas que usaba. Así lo delataba la espalda torneada y esbelta junto con los brazos como de cuello de cisne.

No, Jace Wayland no era perfecto. Inclusive unas horas antes, mientras peleaban el liderazgo de un beso bastante caliente sobre la mesa de la sala, había notado uno de sus dientes fuera de lugar levemente. ¿Aquello le restaba bastantes puntos en atractivo, verdad? Este era el momento en el que sonreía lleno de burla y maldad, esperando el momento en el que el cazador se despertara para que pudiese mandarlo lo más airado posible al Instituto.

Entonces... ¿Por qué no podía ni quería hacer ninguna de esas cosas?

Debía de ser su poco acostumbrada compasión. Eso debía de ser, porque no podía sentir ello por la calidez que le llenaba al estrecharlo entre sus brazos, ni el que saboreara mil sabores y sensaciones cada que se besaban. Tampoco podía ser el que se sintiera ridículamente especial al ser la primera opción del muchacho cada vez que estaba en problemas. No era que el corazón se le llenara de un dolor ciego cada que al rubio le pasaba algo, así como el ser afortunado de ver una faceta que muchos ni siquiera soñarían. Y definitivamente tampoco era que el quisiera ver sus ojos no-tan-brillantes al despertar. De todas formas, él siempre corría las cortinas antes de que llegara el alba.

Se trataba de su compasión, no más. Porque ni Jace Herondale era perfecto ni él estaba enamorado. No creía aún menos que sus imperfecciones resultaran encantadoras.

Magnus Bane no se enamoraba de muchachos arrogantes de todas maneras, ni en este Universo ni en otro. El dolor en su pecho era por el golpe que se habían dado hace unas horas y no por el pensamiento de lo imposible entre los dos.


Un drabble pequeñito a causa de mi shipeo Mace x3

Dedicado a Ceci :) No se compara con tus regalos, pero algo es algo