Es mala educación mirar fijo

Esta escena transcurre en Netherfield mientras Elizabeth cuida a Jane durante su enfermedad.

Estaban sentados uno frente a otro en el salón de Netherfield. Habían terminado de cenar hacía un rato y mientras los demás jugaban a las cartas ellos habían optado por un libro pero cuando Lizzie levantó la vista encontró al señor Darcy mirándola fijamente una vez más y ya no pudo aguantar.

"¿Acaso sus padres no le enseñaron que es mala educación mirar fijo?", preguntó ella con una mezcla de enojo y exasperación.

Si Darcy sintió algo ante ese ataque se cuidó bien de demostrarlo aunque Lizzie creyó percibir algo en sus ojos.

"Sí me lo enseñaron y tiene razón. Discúlpeme por favor", respondió él con una humildad que la sorprendió aunque no se convenció de que fuera sincero.

"Lo disculpo si me explica por qué siempre me mira así", retrucó Lizzie.

Darcy se quedó unos momentos en silencio, sin dejar de mirarla, luego se inclinó hacia adelante como para contarle una confidencia y ella no pudo menos que imitarlo.

"No la miraba, la admiraba", dijo él por fin y entonces fue Lizzie la sorprendida y aunque también se cuidó de no demostrarlo un leve sonrojo la delató.

Lizzie se echó hacia atrás y lo miró con desconfianza.

"Por lo que dijo el otro día en el baile no parecía que usted encontrara en mi nada para admirar", le dijo con un tono que no dejaba dudas del efecto que ese comentario había causado en ella.

Darcy se echó también hacia atrás e hizo un gesto de entendimiento.

"Ese día no estaba de humor y Bingley me insistía constantemente con que bailara, ni siquiera la miré bien", explicó con absoluta calma. "Si la hubiera mirado igual no habría bailado pero definitivamente tampoco habría dicho lo que dije."

Lizzie se quedó mirándolo, sin poder decir palabra, y él le sostuvo la mirada por un tiempo indeterminado que a ambos les pareció una eternidad.

"Entonces ¿me disculpa?", preguntó él después de un rato y Lizzie no pudo determinar si su tono de arrepentimiento era genuino.

"Sí, pero no lo vuelva a hacer", respondió ella finalmente mientras se levantaba para irse.

Darcy se levantó también por cortesía y la miró obligándola a levantar la vista porque él era mucho más alto que ella.

"Le prometo… que voy a disimular más", le dijo con una media sonrisa de satisfacción y Lizzie sintió que se merecía una bofetada pero en lugar de dársela prefirió alejarse.

Toda la escena había sido seguida atentamente por Caroline Bingley que, como siempre, había malinterpretado la interacción entre su adorado señor Darcy y su odiada señorita Bennet, creyendo que estaban discutiendo una vez más. Por eso se alegró cuando vio que Elizabeth se alejaba aunque le intrigó ver que una sonrisa asomó en su rostro en cuanto le dio la espalda a Darcy.

"¿Por qué la sonrisa querida Eliza, salió usted victoriosa del duelo verbal?", le preguntó segura de entender lo que pasaba y mientras Lizzie se puso roja como un tomate, Darcy disimuló la risa con una tos muy mal fingida.

'Maldición!', pensó Lizzie y salió del salón balbuceando que debía ir a ver a Jane.