Disclaimer: Si Inuyasha fuese mío, seguramente habrían habido más borracheras, desnudos y Kagura habría sobrevivido. Pero no, son de Rumiko Takahashi, Emperatriz del Manga. Lo demás es producto de mi imaginación sin fines de lucro basándome en una idea que dio Doncella Candy para sus regalos de cumpleaños en el foro ¡Siéntate!
Guapa, lamento mucho la demora, en serio que sí :c ¡pero aquí estoy! Y te lo dedico con todo el amor que soy capaz de expresar! :D
Quiero dar gracias a mis amadas Betas, sin ellas este prologo jamás hubiese visto la luz y la historia entera (seguramente) habría quedado en la papelera por un ataque de desesperación. ¡Gracias de nuevo!
Nota: Las cursivas de este capítulo han sido sacadas de la canción "Sixteen" de Olra Gartland. La letra ha sido traducida por mí y convenientemente utilizada para mi provecho, por eso las frases podrían no ser exactamente iguales, pero de igual modo no me pertenecen. Dense el tiempo de amar a esta belleza pelirroja con voz de ángel melancólico en éste link: /watch?v=e2Pxz9EeFuQEspero de corazón que les guste.
Sin más, disfruten.
# Prólogo de una tragedia: La chica que atravesó el pozo regresa.
.
.
"Y ella no era ninguna reina de belleza; ella estaba enamorada con tan sólo dieciséis"
La luz, traviesa y adusta a sus ojos castaños, apenas se colaba por el estrecho espacio que la acogía de un modo frío y distante. Increíblemente lejano.
Pero, ¿No estaba ella dentro de la Perla de Shikon luchando por destruirla? Entonces ¿Por qué se sentía tan diferente? La presencia de los monstruos ya no estaba ahí, asfixiándola, destruyendo sus fuerzas y amedrentando su valentía.
La oscuridad ya no parecía engullirla, confundirla y hacer que se hundiese cada vez más y más en todos esos pesos de su corazón que siempre eran piedras filosas guardadas violentamente contra su pecho.
Las tristezas, los sueños rotos. Los trozos de su alma que se fueron atadas a quienes hoy ya no estaban; sus pérdidas: todos sus pesares en un precario equilibro que buscaban hacerla más fuerte o desgarrarla por dentro.
Estiró los dedos lenta, temblorosamente. La tierra se colaba entre sus dedos y uñas, fría e impersonal, pero de alguna manera suya. Sintió un escalofrío suave en su espalda acalambrada que lentamente se fue expandiendo por los demás músculos de su cuerpo, igualmente fatigado.
¿Acaso había estado durmiendo? Sus ojos continuaban semicerrados, apenas acostumbrados a la luz precaria que ofrecía su pequeño y, al parecer, improvisado refugio.
Pero, aquello no tenía sentido, porque ella no había estado sola dentro de la perla, a su lado, gritando su nombre por sobre toda la tristeza y el dolor había estado…
"Ella pensaría en él y diría: «Algún día serás mío»…"
—Inuyasha… —susurró. La voz ronca, al parecer ya maltrecha por estar mucho tiempo expuesta al frío. Intentó estirar su cuerpo, pero le fue sumamente doloroso y se obligó a seguir como estaba, echa un ovillo en la oscuridad, patético y expuesto como un animalillo ya muerto.
La respuesta, como cruel jugarreta de una mente atormentada y caóticamente confusa, fue su propio eco distorsionado en el poco espacio que lentamente comenzaba a albergar la ansiedad que se anidaba en su pecho. Después de su deseo, de haber sentido sus brazos alrededor de ella, lo que menos habría esperado sería ese extraño y prolongado silencio que la envolvía con un peso que hacía mella en sus latidos y sentir.
¿Por qué no estaba su voz presente? ¿Por qué la calidez de su mano, grande y protectora, no irradiaba tan necesario calor hacia ella?
—¿Inuyasha? —su tono lentamente comenzaba a cobrar un tinte alarmado, asustado. Su corazón empezaba a dispararse en latidos cada vez más asustados y angustiados. Su cuerpo, su pecho dolía, parecía que su cuerpo estaba tan tenso que comprimía su alma hasta un punto que se haría añicos en cualquier momento— ¡¿Inuyasha?!
Si era una broma, cruel y malintencionada, Kagome rogaba porque terminase lo más pronto posible. Su garganta se cerró y los ojos se llenaron de lágrimas que poco tardaron en inundar sus pálidas mejillas. ¿Por qué, en nombre de todo lo sagrado y todo lo maldito, él no decía nada, dandole forma a esa terrible oscuridad?
Tenía que abrir los ojos, tenía que hacerlo para comprobar por sí misma lo que su corazón le estaba gritando al punto de sentirse asfixiada por el dolor. Estaba dentro del pozo devorador de huesos, estaba echa un ovillo en el fondo terroso del que era su portal entre dimensiones.
Sí, estaba ahí. Y estaba sola.
Apretó los puños con aún más fuerza. Sus uñas estaban casi completamente blancas, pero ella no podía verlo, aún apretando sus ojos cerrados, luchando contra los sollozos que luchaban por escapar de su cuerpo como gemidos agonizantes.
¿Por qué esto estaba sucediendo? ¡Ella había pedido el deseo correcto! Lo sabía, todo en su espíritu se lo gritaba. Ella había actuado como Midoriko habría querido, su deseo, carente del deseo de estar con su amado a pesar de lo sola y miserable que se sentía... ¡Había hecho eso a un lado, porque sabía que él la salvaría! Y con él a su lado, besando sus labios, susurrando su nombre...
Creyó que abriría los ojos hacia la luz y él seguiría sosteniéndola entre sus fuertes brazos, que su cabello platinado y suave haría cosquillas en su pequeña nariz cuando él voltease la cabeza para gritar a sus amigos que estaban a salvo y que todo había, por fin, terminado. Ella lo había creído, de verdad y con todo su corazón, ¡Ella había apostado todo en ello!
"…Pero su cabeza estaba llena de las cosas que podrían haber sido; y ella sólo tenía dieciséis"
Abrió lentamente los ojos, dio paso certero a la realidad, a la última broma cruel de tan famosa perla, consagrada como ente que sólo era capaz de atraer desgracia a sus portadores.
El dolor en su pecho fue certero, expandiéndose tal flecha directa en su corazón al resto de su cuerpo. El primer sollozo escapó de sus labios temblorosos y maltrechos como la plegaria perfecta hacía el Dios que ya ha abandonado sus esperanzas en la Tierra.
No estaba. De verdad no estaba.
Volvió a cerrar los ojos con fuerza. No era la primera vez que ella estaba sola en ese espacio pequeño y oscuro, pero ¿por qué ahora dolía y aterrorizaba tanto? Intentó respirar y calmarse, trató con todas sus fuerzas de pensar con claridad, pero algo en su corazón no se lo permitía, perdido en la intuición de algo demasiado terrible como para siquiera ser capaz de verbalizarlo en un angustioso pensamiento.
Pero los cabos lentamente comenzaron a atarse y, Kagome, presa de un renovado pánico, comenzó a remover la tierra del pozo con sus manos ya completamente manchadas de tierra, igual como ya había hecho una vez hace mucho, mucho tiempo atrás.
—Inuyasha…
Se descubrió incapaz de decir otra cosa que no fuese su nombre en un jadeo que buscaba ser un suspiro, un rezo desesperado. La tierra se metía entre sus uñas y los restos de huesos lastimaban su piel, pero no le importó en lo absoluto.
Él no aparecía ¿por qué no lo hacía? Tenía que cavar, tenía que hacerlo a como de lugar.
Pequeñas gotas de sudor comenzaron a resbalar lentamente sobre la pálida piel de su frente mientras ella continuaba tratando de remover la mayor cantidad de tierra posible del centro, comenzando a cubrir sus rodillas de una vasta materia oscura repleta de restos de cadáveres.
No podía entenderlo, ¿cómo es que no estaba siendo transportada a la época antigua a estas alturas? Continuó cavando con ahínco hasta que un hueso, al parecer de una batalla reciente, le causó un pequeño corte en la punta del dedo índice. Se llevó la mano al pecho, respirando agitada y con dificultad por las lágrimas que hacían borrosa su mirada.
Algo en su mente le pidió que se detuviese, que tratase de sacarse la mayor cantidad de tierra posible de encima y comenzar a subir para salir hacia su casa, pero no se sintió capaz.
Se quedó arrodillada admirando el improvisado agujero de tierra, los pensamientos lentamente conectándose en su mente como las notas de una melodía magnífica en toda su inevitable tristeza.
"Ella nunca escuchó consejo, nunca obedeció lo mandado; Ella sabía que lo quería desde sus años más tempranos."
Trató hacer uso de su racionalidad más pura para tratar de entender la situación, recordando alguna otra ocasión en que el pozo no le hubiese permitido cruzar, en una negativa del pasado tan caprichosa como desesperante.
¿Qué era lo que necesitaba para atravesar el pozo? ¿Qué se lo permitía?
Y el momento llegó.
Si su deseo había sido cumplido y la perla ya no existía…
Sus manos volvieron a temblar y su corazón pareció detenerse de golpe. El pozo, en su más pleno silencio, parecía acoger sus pensamientos en aquella aura tan lúgubre como extraña que la envolvía, respondiendo en su tierra removida que, sin la perla, volvía a ser un montón de restos, un depósito de inservibles.
Si había realmente desaparecido del todo entonces ella ya nunca podría volver.
La misión de Kagome había terminado.
Cuando ellos llegaron no fue por mera inercia, instinto caprichoso e intuitivo de la naturaleza. El llanto de ella, estremecedor y desgarradoramente triste, los había alertado a la poca distancia.
—¡Hermana! —El grito de Sôta no se hizo esperar, consternado y realmente asustado por escuchar su voz como nunca antes, vuelta un grito desesperado que sólo era capaz de decir una cosa una y otra vez.
—¡INUYASHA!
"Ella hizo cualquier cosa sin importar el costo, cualquier cosa que estuvo a su alcance"
—¡Sôta, trae a tu madre, tenemos que sacarla de ahí!
—¡S-sí!
Los pasos se alejaron, pero a ella no le importaba, siquiera era capaz de escucharlos en el espantoso eco que el pozo le devolvía, como el rugido de una bestia herida, moribunda. La realidad la golpeaba como una brisa gélida que llegaba hasta el fondo mismo de su alma, retorciéndola hasta un punto que parecía se quebraba, que se deformaba y distorsionaba hasta volverse nada y polvo.
¡No, no podía ser!
Inuyasha estaba del otro lado y ella no podía cruzar. Continuó removiendo la tierra con desesperación, apenas logrando ver sus manos como dos manchas borrosas por las lágrimas y la oscuridad.
Y de su boca continuaba escapando su nombre sin cesar. La desesperación la corrompía, desmoronándola de una forma que no recordaba haber sentido desde hace mucho, demasiado tiempo.
De tiempos que no quiere recordar, pero que ahí están, volviendo junto a su dolor, como el saludo perfecto a alguien que no has visto en su tiempo y aborreces su presencia tanto como la necesitas.
—¡¿Hija, qué sucede?! ¡Resiste, ya vamos a sacarte!
Era su madre, apoyada en el borde del pozo apretando la madera con fuerza, el ceño fruncido en una mueca compungida pocas veces vista en su bello rostro.
Ninguno de ellos era capaz de entender lo que sucedía, pero sabían que tenía que ser muy grave para que la joven estuviese tan alterada, negándose a salir mientras continuaba llamando a Inuyasha sin respuesta alguna.
Naomi se obligó a respirar profundo y continuó hablándole, con un tono que buscaba ser dulce y comprensivo.
—Hija, está bien que llores si sientes pena. Respira profundo, Sôta fue a buscar la escalera.
Los minutos pasaron eternos, burlescos, para todos. Pero los tristes sollozos parecían lentamente suavizarse o, al menos, eso le pareció a la mujer que no dejaba de hablarle con ese cariño que sólo podía ser propio de ella y el amor infinito que le profesaba.
Su corazón dio un vuelco cuando esa joven voz, desgarrada y aún perdida en la oscuridad, susurró torpemente:
—¿M-mamá?
—Kagome… —dentro de toda su preocupación, logró esbozar una sonrisa que sabía ella no podía ver, pero sí sentirla en su tono de voz— Resiste, ya vas a salir pronto.
Resistir. Qué extraña sonaba esa palabra en su mente, en la espiral de dolor que ya no la hacía llorar a gritos, pero aún la asfixiaba con fuerza.
Y es que, sin él, ¿cómo hacerlo?
"Y ahora no puede dejar de amarlo; ella no pretendía empezar, pero de un tonto corazón ¿qué puedes esperar?"
Sé que no tengo excusa por la demora, pero quiero que sepas, guapa, que todo el tiempo que llevo sí estuve trabajando en esta historia, que me ha costado un montón, pero que trataré de que sea lo más linda posible c:
Para las demás, espero que sigan aquí y esperen, los demás capítulos ya vienen :D Intentaré actualizar cada cuatro días, una cosa que me permita continuar escribiendo entre el ritmo de los demás regalos y la U.
¡Las amo un jodido montón, gracias por todo siempre! (L)
Ari.
¿Un review por un guiño coqueto? ;)