Prometí que iría mencionando a gente del grupo de Twitter y lo estoy cumpliendo. Son OCs random que no aportan mucho a no ser que encuentre algo divertido que decir o hacer y Hana no me sirva porque en ese momento está en otro lugar o algo así (como en este mismo capi). Dirán bromas internas así que no os preocupéis si dicen cosas sin sentido.

Muchísimas gracias por los reviews y por el interés en el fic. Nunca había recibido 20 en un solo capítulo. Creo que es posiblemente una de las razones de más peso para continuar el fic, puesto que perdí el interés por BroCon. Pero bueno, me lo he descargado y lo iré viendo.

Disclaimer: Brothers' Conflict no me pertenece.


Hana bajó por las escaleras un par de días después de su llegada a su nuevo hogar para encontrarse a Ukyo sacando el desayuno. Se había adaptado bastante bien a su nueva familia, aunque todavía le quedaban tres hermanos por conocer.

-Esto está muy bueno-Hana alabó el desayuno-. ¿Siempre haces tú la comida?

-Sí, cocinar es mi tarea en la casa-contestó el abogado, entrando a la cocina para limpiar algunos platos sucios.

-Tu tarea...-susurró la joven mientras Anko picoteaba parte del desayuno-. ¿Hay algo en lo que pueda ayudar?

-Sí, claro. Podrías servir el arroz una vez hayas acabado con lo tuyo. En un rato bajarán a desayunar tres de los chicos-respondió Ukyo, mirando el horario que tenía en la puerta de la nevera.

Y así fue. Justo después de que Hana recogiera sus cosas y sirviera tres platos más bajaron Wataru, Yusuke y Subaru. El primero le saludó un poco dormido, pero con alegría, a lo que ella respondió con un fuerte abrazo. Los dos más mayores fueron más escuetos. Hana se divirtió viendo cómo Anko picoteaba al pelirrojo en la cabeza mientras éste intentaba desayunar en paz. Yusuke pareció aliviado de perder de vista a la mascota de su nueva hermana cuando salieron a coger el tren para ir a clase. El viaje fue corto pero agobiante. El vehículo estaba tan lleno que se sentían como en una lata de sardinas. Al bajar del tren una extraña chica de piel ligeramente más morena que la de Hana y pelo negro rizado se les acercó corriendo y le ofreció algo a la joven.

-Guárdame esto, guapa-le dijo, guiñándole un ojo.

Y con esas palabras y con un rápido abrazo, se fue como vino, corriendo. A los pocos segundos llegó un chico a la estación, que aparentaba tener unos años menos que ellos, corriendo y gritando algo que sonaba como "¡Yuni, maldita! ¡Devuélveme mis gafas! ¡Las necesito para ver dentro de la televisión del centro comercial!".

Ignorando los gritos, Hana observó detenidamente lo que la desconocida le había dado. Eran unas gafas de montura de pasta. Tenían un cristal roto y una patilla suelta.

-Menudo desastre-comentó Yusuke.

-Pues sí. Eran cucas. Como la mochila que llevaba la chica-comentó Hana, emprendiendo la marcha hacia el instituto con paso ligero-. ¿Te has fijado? Tenía un diseño como de hojas de parra.

-¿Te gustan las hojas de parra?-preguntó sorprendido por la excentricidad de su hermanastra.

-No en especial. Pero quedaban bien. Por cierto, ¿escuchaste cómo se llamaba la chica? Me resultó familiar.

-Yomi o algo así...


Cuando llegaron al instituto no había aún casi nadie. Yusuke se fue por su lado, probablemente a buscar a sus amigos, y Hana hizo lo propio. Se dirigió al aula a ver si había ya alguien y comprobó que no era la primera. En una de las mesas del fondo había una chica usando sus brazos de almohada. No le veía la cara, pero la joven sabía que estaba despierta porque estaba hablando, aunque lo hacía en voz baja y era difícil de entender.

-...Ang, te estás clavando tu propia tumba. En el fondo sabes que... Espera... ¿Estás golpeando tu micrófono?...

Hana se acercó a ella intentando no hacer mucho ruido y se sentó en la silla del pupitre de delante. Vio que llevaba puestos los auriculares, así que suponía que estaba hablando por el móvil o algo así. Cuando ésta se dio cuenta de que tenía compañía, alzó la cabeza y parpadeó ligeramente, como si le costara enfocar la vista.

-Ang, tengo que colgar-dijo sin subir el volumen. Después de deslizar los dedos sobre la pantalla de su móvil un par de veces, se quitó los auriculares y se ajustó las gafas, que parecía llevaba torcidas-. Hola, Hana. Llegas pronto.

-Tú también, Kurosu-respondió Hana-. Pensé que odiabas madrugar y por eso siempre llegas justo cuando suena el timbre.

-Aún no me fui a dormir. Me pasé la noche leyendo y se me fue la hora. Mira, por ahí viene gente. Ve a molestarles en voz bajita y déjame dormir hasta que llegue el profesor.

Viendo que una de sus amigas no estaba por la labor de hablar, se levantó y se dirigió a saludar al resto. Hablaron un poco hasta que llegó el profesor y comenzó a dar clase.


-¡No me voy a rendir!

El grito del pelirrojo en medio de la lección hizo que toda la clase se girara a mirarle.

-¿Por fin piensas salir del armario?-susurró una voz somnolienta a su izquierda. Yusuke estaba convencido de que la joven que le había hablado era una de las amigas de su nueva hermana.

-¡NO VOY A SALIR DEL ARMARIO!-gritó de nuevo, sin poder resistirse.

-Ah, disculpa, pues-le pareció escuchar que decía en voz bajita.

En ese momento se dio cuenta de dónde estaba y se sonrojó.

-Eh... ¡No era nada¡-se excusó ante el resto de la clase, que eran ajenos a la intervención de la joven y le miraban con ojos como platos.


Hana llegó sola a casa puesto que Yusuke había desaparecido nada más acabar la clase, y su mascota le saludó inmediatamente después de cerrar la puerta. Se posó en su hombro y le picoteó cariñosamente el pelo.

-Hola, Anko. ¿No hay nadie en casa?-preguntó.

-Parece que no, pero estoy seguro de que huelo algo. Siento que hay un lobo cerca y que podría atacar en cualquier momento-respondió, montando uno de sus dramas.

Hana se dirigió al salón y allí se encontró a alguien durmiendo en un sofá. No era ninguno de los hermanos a los que había conocido el primer día que llegó, pero le era familiar. Era más joven que ella, tenía el pelo castaño recogido con un par de horquillas y llevaba una camiseta de rayas verdes y blancas y un chaleco gris. Solo podía ser una persona, a la que ya había visto anteriormente, en la televisión.

-¿Fuuto?-susurró, acercándose al sofá dónde este dormía. Esto pareció despertar al joven, que abrió sus ojos marrones.

-¿Quién eres?-preguntó adormecido-. ¿La novia de alguien?

-No...

-No sé cómo has entrado aquí pero-empezó a decir el idol, pero Hana le cortó.

-Entré con la llave. Vivo aquí.

Eso pareció despertar el interés de Fuuto, que se levantó del sofá.

-Entonces eres la hija del hombre con quien Miwa se ha casado. Hmmm-dijo, acercándose a ella-. Eres mona a tu manera pero pareces idiota. Apuesto a que lo eres.

Hana intentó sonreír, pensando que el crío ese no iba a llamarle idiota e irse de rositas, pero tampoco quería que el chaval se llevara una mala primera impresión suya.

-Así que no lo niegas, ¿eh?-sonrió, dando media vuelta para dirigirse a las escaleras-. Encantado de conocerte, hermana idiota.

Eso fue demasiado para Hana. Que le llamara idiota tres veces ya era pasarse

-Lo mismo digo, pequeño Shota-respondió con voz dulce.

-¿Cómo me has llamado?-preguntó girándose para encararla, enfadado.

-Espero que un día me dejes vestirte con mi ropa, seguro que te queda monísima. Al fin y al cabo, tú también eres mono a tu manera, pero pareces demasiado shota para mi gusto. Tendremos que aprovechar antes de que pegues el estirón, ahora medimos más o menos lo mismo y seguro que usamos la misma talla. Nos vemos~

Con estas palabras pasó por delante de él y subió las escaleras, dispuesta a encerrarse en su habitación a reírse un rato de la cara de horror que su nuevo hermanito acababa de poner.