¡Hola a todos! Este es mi primer Fanfic sobre KiGo, una pareja que realmente me encanta y sobre la que he estado pensando escribir desde hace bastante tiempo, y, aunque sé que la fandom no es muy grande, espero que los poquillos que somos disfrutemos con ella
¡Ah! Y recordad, los reviews y los follows siempre son bien recibidos y animan a la autora a seguir escribiendo :D
Capítulo 1
*TITI TIRI*
El ruido de su Kimmunicador la distrajo en el último momento y vio como el mundo se desvanecía bajo sus pies al derrumbarse la pirámide de cuatro pisos que estaba ensayando con el resto de animadoras. Antes de que las chicas pudiesen regañarle por haberse llevado el aparato a los ensayos, se escabulló detrás de una grada y contestó a la llamada.
-Dime, Wade.
-Kim, tenemos problemas – comenzó a decir su amigo desde el otro lado de la pantalla – Nos ha llegado información de que el ha robado un aparato altamente peligroso del complejo de Seguridad Nacional, aunque todavía no sabemos qué es.
-¿Qué debería hacer entonces?
-Ve a su guarida e intenta averiguar lo que puedas. Llámame cuando encuentres algo, o actúa si es inminente.
-Está bien, Wade, estoy en ello.
-Buena suerte, Kim – Se despidió mientras volvía a teclear en su inseparable ordenador.
Kim le escribió un mensaje rápido a Ron, salió del gimnasio sin que nadie la viese y, tras recoger su ropa del vestuario, se montó en su coche. Allí la esperaba ya su compañero junto a Rufus, vestidos para la próxima pelea.
-¿Qué ocurre esta vez, KP? – preguntó Ron a la vez que se sentaba en el asiento del copiloto.
-El ha vuelto a hacer de las suyas – comenzó a explicar Kim – tenemos que ir a su guarida a investigar qué está tramando. Nos espera un avión dentro de media hora.
-No hay nada como una buena misión antes de cenar – dijo Ron mientras se relajaba y apoyaba los pies sobre la tapicería.
GUARIDA DEL DR. DRAKKEN. 6 P.M.
Descendieron lentamente en el aire cual plumas, gracias a sus paracaídas. El avión había sobrevolado el objetivo, para acabar perdiéndose en el cielo como un punto en la lejanía.
Tenían que infiltrarse en aquel fuerte. De nuevo. Al igual que otras tantas millones de veces.
A veces se preguntaba si Drakken se había dado ya cuenta de que su sistema de seguridad era simplemente inútil, ya que lo único que hacía era retrasarlos un par de minutos, a lo sumo. Tal vez incluso sería mejor para ellos dejarlos que entrasen por la puerta principal.
Entre estos pensamientos lograron llegar a una puerta oculta en un lateral del complejo, después de noquear a dos guardias y haber lanzado un dardo anestesiante a un tercero.
Recorrieron un pasillo tras otro, con cuidado de no hacer saltar ninguna alarma, hasta que escucharon la voz de Drakken a lo lejos.
Kim se pegó a la pared para poder ver sin ser vista y Ron la imitó, avisando a Rufus de que no hiciese ningún ruido.
-¡Al fin es mía, Shego, al fin es mía! – gritaba Drakken mientras abrazaba los mandos de una gran máquina depositada en el centro de la sala.
-Ajá… - dijo simplemente Shego, la cual se limitaba a sentarse en una silla y limar sus uñas.
-Con esto… ¡Seremos imparables! ¡Nadie volverá a reírse nunca más de mí! ¡Dominaremos el mundo…! – comenzó a contar el científico.
-Ajá… - volvió a repetir Shego, sin prestar mucha antención.
-¡Seremos ricos! ¡Podremos tener montones de dinero! – volvió a recalcar Drakken, atrayendo esta vez el interés especial de Shego.
-¿Y qué se supone que es lo que hace esa cosa? – preguntó la chica, algo escéptica.
El científico se quedó callado, rascándose la cabeza, algo ladeada. Comenzó a dar vueltas alrededor de la máquina y se quedó quieto de nuevo.
-Pues la verdad es que no lo sé – respondió simplemente.
-¡Aaaaaaghhhh! – gritó Shego, exasperada, mientras bajaba los pies de la mesa y se pasaba las manos por las sienes para intentar relajarse - ¿Por qué las cosas nunca funcionan como es debido? ¡Un día me iré y a ver qué hacéis sin mí! ¡Ni una semana ibais a durar!
-Tranquila, Shego, por aquí debe de haber un manual de instrucciones – contestó Drakken mientras buscaba en un pequeño cajón bajo los mandos.
Kim y Ron, quienes aún se encontraban escondidos, no pudieron evitar soltar una pequeña risita.
-Voy a llamar a Wade – susurró Kim a su compañero.
Ron asintió levemente y se colocó en posición para vigilar al Dr. Drakken y a Shego mientras Kim se encontraba ocupada. El científico había encontrado el manual y estaba leyéndolo en voz alta, sumamente concentrado, mientras que la joven de pelo negro daba vueltas por la habitación, quejándose de la ineptitud de todos los que la rodeaban.
-Wade dice que si de momento no saben utilizar la máquina no pasa nada, que lo dejemos como está y ya vendrán los federales a llevársela. Al parecer, prefieren recuperarla en buen estado antes de que la destrocemos nosotros.
-Bueno, Kimmie, creo que podemos dar por terminada esta misión. ¿Qué te parece si volvemos a casa y vamos a cenar a Bueno Nacho?
-Sí, Kimmie, Bueno Nacho, un lugar de lo más romántico – Escucharon una voz decir a sus espaldas.
Giraron en redondo, y entonces descubrieron que era Shego la que estaba tras ellos. Al parecer, mientras el aún leía su libro, la joven los había escuchado susurrar sus próximos planes.
-Shego… - Susurró Kim antes de ponerse delante de Ron y prepararse para el combate.
-Pumpkin… - Le devolvió el saludo Shego, mientras asestaba una patada voladora que Kim interceptó con un brazo.
Comenzaron a combatir, soltando puñetazos y patadas a diestro y siniestro. Sus cuerpos danzaban al son de la violencia y sus ojos centelleaban con la luz de la ira. Shego lanzó un par de bolas de plasma a la cabeza de Kim, las cuales la pelirroja esquivó con un salto mortal hacia atrás.
-¡Muy buena, KP! – escuchó a Ron gritar desde el pasillo.
Lo cierto es que las habilidades de Ron para la lucha eran escasas, por no decir nulas. Sin embargo, no podía negar que, aunque su patoso amigo echase por tierra sus planes en más de una ocasión, su ayuda era de lo más valiosa.
-¡Ron, hazte con el manual! – gritó la pelirroja mientras le propinaba una patada a Shego que encajó de lleno en el estómago.
Kim aprovechó el momento para correr hacia la máquina e intentar ayudar a Ron a conseguir el manual de las manos de Drakken, el cual seguía totalmente absorto en su lectura, excluyendo las veces que levantaba la vista para mover una palanca o accionar un botón.
Sin embargo, cuando estaba a punto de llegar a la altura del científico, sintió unas manos a su espalda que la arrastraron de nuevo al centro de la sala.
-¡No te vas a salir con la tuya! – gritó Shego mientras ambas rodaban por el suelo.
Intentaron separarse la una de la otra, sin embargo, siguieron rodando hasta caer a los pies de la máquina, justo bajo una especie de lámpara que cubría un radio de algo más de dos metros de diámetro. Kim se situó sobre Shego e intentó propinarle un puñetazo en la cara, a lo que la villana contestó con una patada que la hizo situarse sobre la pelirroja. Era una lucha igualada, sin duda alguna.
Siguieron rodando y cambiando posiciones hasta que escucharon al gritar.
-¡Eureka! – exclamó mientras pulsaba un gran botón rojo.
Y entonces, una cegadora luz blanca las iluminó a ambas, haciendo que todo a su alrededor se volviese difuso.