En este fic contaré la historia de Yamcha tomándola a partir del año 786, un periodo que ya no se muestra en Dragon Ball Z, será un historia libre pero iré ateniéndome a los personajes y caracteres que nos mostró Akira Toriyama.

Yamcha, según las últimas noticias que nos dio Akira no ha perdido su timidez con las mujeres. Esta es una parte inseparable de su carácter que considero muy importante, en mi fic mostraré ese Yamcha, y lo iré desarrollando a través de los distintos capítulos.

Para esta historia tomé algunos elementos de mi primer fic "Amigos inseparables" así que si quieren empezar leyendo aquel, se los agradeceré mucho, así entenderán mejor este.

Muchísimas gracias por leer y no olviden dejar sus rewiews. :)


Una tarde soleada de otoño, en un tranquilo barrio de los suburbios de Ciudad del Oeste dos jovencitas que recién salían del colegio conversaban en una esquina, charlaban sobre el próximo recital de los Monkys, un nuevo y muy prometedor grupo de música moderna cuyos cantantes traían locas a todas las chicas de ese colegio.

Su alegre charla fue interrumpida por un apresurado transeúnte que chocó sin querer con una de ellas tirándole al piso todos útiles que traía.

—Discúlpame niña... por favor... pero que torpe... –dijo el hombre mientras intentaba levantar las carpetas, libros y lápices que habían quedado desparramados en la vereda—

—No hay cuidado...—respondió la afectada, una vivaz jovencita delgada que llevaba los cabellos azules muy cortos y se adornaba con unos moños –no hay cuidado — repitió y se quedó mirando con cara embobada al que se había tropezado con ella.

–¡Por Kami! –Exclamó cuando el hombre, después de disculparse nuevamente se hubo ido —¡Hace tiempo que no veo un joven tan apuesto...! ¡No tengo problemas en que me tire los libros de nuevo, que me tire todo lo que él quiera...!

—Jajajajaja...

—¿Se puede saber Naoko de que te ríes? Es un muchacho muy atractivo a pesar de esa cicatriz...

—¡No me rio de eso, Hana! – Respondió su amiga aún tentada –es que... ese hombre es mi vecino y lo conozco muy bien… ¿a que no adivinas cuántos años tiene?

—Cerca de treinta... tal vez menos…

—¡Pues tiene cincuenta y dos amiga! Lo sé porque mi padre es amigo suyo, fueron compañeros en el equipo de beisbol de los Titanes...

—¡Cincuenta y dos! –Exclamó Hana abriendo los ojos como platos –Es imposible... no tiene ni una arruga, ni una cana... salvo esas cicatrices... ¡Es perfecto!

—Bueno – Siguió Naoko poniéndose seria –mi padre dice que ese hombre viene de una raza de guerreros que envejecen muy lentamente... se cree que algunos llegaron a vivir quinientos años... y ese hombre es un guerrero...

—Bueno, tenga la edad que tenga es muy atractivo... y si es vecino tuyo, ¡iré más seguido a tu casa! Le voy a pedir que, en lugar de disculparse por tirarme las cosas, que me dé un beso...

Yamcha no solamente no había envejecido y se mantenía atractivo, aun conservaba muchas de sus virtudes de guerrero, entre ellas un oído especialmente fino, virtud que había desarrollado en sus años adolescentes, cuando vivía en el desierto: mientras se alejaba había escuchado todo lo que Hana había dicho y no pudo evitar sonrojarse de placer y vergüenza a pesar que nadie lo veía.

Que una jovencita que no tenia más de quince o dieciséis años y aún iba a preparatoria lo considerase atractivo y aún mas, que deseara darle un beso... era halagador... pero por supuesto, él sabía la edad que tenía y sabía ubicarse en ella, aunque no tomaba muy en cuenta sus años sabía muy bien que era un hombre, un hombre que no le iba a dar ningún beso a una niña...

Pensando en todas estas cosas Yamcha llegó a su casa, su pequeño y bonito departamento en los suburbios de Ciudad del Oste donde su fiel amigo Puar corrió a abrirle la puerta.

—¡Yamcha! A que no adivinas quien quiere verte... –dijo Puar –A que no adivinas quien te invitó a que vayas a visitarlo...

—A ver... ¿Gokú?

—No... algo mejor... ¡Krilin te invita al cumpleaños de su hijita! Tendremos que pensar en el regalo que llevaremos...Marron cumple catorce años...

—¡Catorce años! ¡Como se pasa el tiempo...! recuerdo cuando era una niñita asustada en el torneo donde aparecieron esos tipos malignos... y ya es casi una señorita ¡vaya!.. Me pregunto si alguna amiga querrá acompañarme... o Suri... hace muchísimo que no veo a Suri...

—Está muy ocupada con su nuevo libro –respondió el gatito dubitativamente –Pero creo que sigue con la idea fija de ir al templo sagrado...

—Si... prometí llevarla... es cierto... pero ¿querrá ir al cumpleaños de Marron? La última vez que estuvimos en Kame House hace dos años, tuvo una discusión muy fea con Dieciocho ¿te acuerdas?

Ente tanto conversaban Yamcha se había quitado la campera y se estaba acomodando en el sofá mientras Puar le alcanzaba unas galletas y un vaso con leche.

—Creo que a veces Suri es demasiado insistente –respondió el minino – Dieciocho se cansó de sus preguntas y le dijo de todo... sí, lo recuerdo…

—Si... le preguntó como siendo un androide pudo llegar a ser madre... y varias otras cosas... ¡No Puar, definitivamente Suri no me acompañará a esa fiesta! No quiero complicarle el cumpleaños a la hija de mi amigo, Marron no se merece que le arruinen su fiesta... es una niña muy dulce...

Yamcha dejó su vaso de leche a un costado de la mesa y se quedó pensativo.

—¿Qué pasa amigo? ¿Le falta azúcar...?

—No... Es que... me quedé pensando... Krilin hace tiempo que tiene una familia, una hijita... Gokú también tiene una familia... hasta ese gruñón de Vegeta tiene una familia... y yo... sigo solo... bueno, tú siempre has sido mi mejor amigo pero...

—Si, te entiendo...— Puar agachó las orejitas y se quedó mirando el piso.

—Pero no te preocupes, todavía faltan unos días para el cumpleaños... ¿sabes qué? Voy a llevar a Suri al Templo Sagrado... a lo mejor se entusiasma y quien sabe...

—Suri dijo muchas veces que no se iba a casar contigo Yamcha...

El hombre sonrió, no le dijo más nada a Puar pero internamente sintió una oleada cálida al recordar a Suri, una amiga con la que tenía una relación desde hacía muchos años, una amiga que era un poquito más que una amiga, una amiga con la que había compartido varias apasionadas y tiernas noches… hacía tiempo.

Pero eso había sido todo.

Yamcha se entusiasmó pensando en que llevaría a su linda amiga al templo sagrado, tal vez, pensaba, regresaría tan contenta que aceptaría quedarse un par de noches con él y tal vez... ¡bah! ¡Era inútil! Para que se ilusionaba... esa mujer había dicho muchas veces que no se casaría, y aunque se casaran ya se le había pasado la edad de tener hijos...

Hacía realmente mucho tiempo que conocía a Suri, y tenían la misma edad. En los últimos años ella ya no quería que los vieran juntos y casi no quería verlo para nada porque decía que mientras ella parecía una mujer madura él parecía no tener más de treinta años y que por eso le daba vergüenza que los vieran juntos.

¡Pero Suri seguía siendo bonita! Además Yamcha sentía con ella algo que no sentía, en general, con otras mujeres: confianza.

Con la otra única mujer con la que se había sentido así de confiado habían terminado hacía mucho tiempo ya, eran amigos, claro, pero amigos que se veían poco y que tenían intereses diferentes.

Esa mujer era Bulma. Hacía años que lo había dejado por Vegeta, hacía dieciocho años había tenido un hijo de él, habían seguido juntos y se había convertido su esposa, una señora madre de dos chicos, uno era un adolescente y la otra una niña muy linda. ¡Bulma y su familia estaban tan lejos de Yamcha en tantas cosas!

¿Y él? él tenía una vida tranquila, jubilado muy joven como beisbolista, tenía una entrada de dinero asegurada, y además de vez en cuando conseguía contratos para trabajar como modelo de ropa o perfumes masculinos.

Lejos habían quedado sus épocas de guerrero y salvador de la tierra, Yamcha ya ni siquiera participaba de los torneos de artes marciales, no tenía sentido, pensaba, participar cuando había guerreros mucho más poderosos que él: Gokú, Vegeta, Trunks, Oob, Pan... hasta la pequeña Pan, la nietita de Gokú, Yamcha pensaba que era más fuerte que él.

Tampoco parecía tener sentido seguir entrenando, con los guerreros siyajins la tierra estaba a salvo de cualquier ataque, no creía que existiera un enemigo tan poderoso que los saiyajins no pudieran vencer, Yamcha era fuerte pero era humano, un humano extraordinario, era cierto, pero ni haciendo su mayor esfuerzo hubiera llegado a la décima parte de los poderes de los saiyajins.

No era necesario pelear, aunque la pasión por la pelea fuese algo que Yamcha llevaba en el fondo del alma.

Y su vida, ahora, era más que tranquila.

Cuidado... ningún pacífico humano de la tierra podía saber de los secretos que solamente Yamcha y sus amigos conocían, Suri era una mujer demasiado curiosa en muchos aspectos y eso le había traído muchos problemas, ganaba dinero escribiendo libros sobre todas las historias maravillosas que él le había contado y siempre quería más.

¿Para que querría ir al Templo Sagrado? Para sonsacarle información al pobre Dende... probablemente.

Justamente eso se preguntaba Yamcha cuando telefoneó a su amiga invitándola.

—Ven mañana cuando sea todavía noche... –le dijo — te llevo volando…si, volando... no se podría ir de otra forma, el templo sagrado está más allá de las nubes...tráete un abrigo y no te vayas a pelear con Dende... aunque eso es imposible… Dende es demasiado amable…

Su amiga del otro lado del teléfono lo tranquilizaba:

—Como puedes pensar que me voy a pelear con el dios de la tierra tonto… mañana muy temprano iré a verte para que me lleves, entonces…

Y Suri se presentó a las cuatro de la mañana vestida con un jean, zapatillas y una elegante chaqueta celeste.

¡Vaya que aún era bonita Suri! Yamcha creía que se parecía mucho a su amiga Bulma, las dos tenían la misma edad y las dos se cuidaban muchísimo, se mantenían delgadas y atractivas, claro, con un poco de esfuerzo se descubría la edad de Suri, se notaba en sus pequeñas arrugas, en su cuello, en sus expresiones.., en su cabello teñido de rubio. A Yamcha, en cambio, no había esfuerzo que le descubriera la edad, las únicas marcas de su cara eran sus eternas cicatrices y su físico era igual que hacía veinte años, con menos entrenamientos, eso sí.

—Traje mi grabador por si capto algo interesante...

—Bueno... vamos... ¿vienes Puar?

—¡No amigo! Me voy a quedar a limpiar la casa, que buena falta le hace...

Suri miró a su alrededor: la salita se veía bastante ordenada, hasta había un vaso con flores sobre una mesita, bueno tal vez Puar tenía razón, sobre esa misma mesita una leve capa de polvo denunciaba cierto descuido y las flores estaban un tanto marchitas.

Yamcha tomó a Suri de la mano.

—Tus manos siguen muy suaves Suri... – le dijo nerviosamente.

—Me cuido... y las tuyas también... pero... ¡Ya, vamos al templo, que para eso vine!

—No... ¿No quieres quedarte un ratito...?

—No. Ya, vamos.

—Pero… hace muchísimo tiempo que no nos vemos y siempre fuimos muy buenos amigos… vamos a tomas un té ¿si?

—Vine porque me dijiste que me llevarías al Templo Sagrado, sino no venía, Yamcha… hay muchas cosa que no te he contado…— Suri se veía preocupada: frunció el ceño, hizo un gesto dubitativo… y de repente sonrió como si todos los soles hubieran salido de repente en su cara —¡Per eso que importa! ¡Al fin conoceré al dios de la tierra, el gran kamisama! Y me contará muchas cosas… ¡Vamos!

Yamcha se puso un abrigo que le alcanzó el fiel Puar, salió a la calle, miró para todos lados y sonrió, para que miraba tanto, pensó… él tenía la capacidad de sentir los ki, las presencias, y no había ninguna presencia cerca, había muchos pequeños ki casi apagados de gente que dormía, eso sí.

Se elevó en el aire con su delgada amiga en brazos. Había dejado de entrenar, se había olvidado de perfeccionar muchas técnicas pero de volar no se había olvidado, en realidad, una vez que se aprendía era tan sencillo que hasta le sorprendía que las demás personas no volasen.

Se elevaron más allá de los techos de la ciudad, más allá de las montañas y llegaron a una zona donde el aire estaba bastante frío. Cuando llegaron allí Yamcha abrazó más fuerte a Suri tratando de protegerla con su cuerpo.

—Si hubiera sabido que haría tanto frío hubiera traído más abrigo…— protestó ella —mi tapado de piel sintética tal vez…

—Te dije que trajeras abrigo, ahora vamos a cruzar el océano así que prepárate...

Hacía frío pero era maravilloso… la inmensidad del océano oscuro donde empezaban a vislumbrarse los primeros rayos del sol: dorado sobre añil, y más allá unas embarcaciones que desde esa altura parecían minúsculos puntitos.

Cuando ya el sol había subido plenamente sobre el horizonte y había empezado a hacer menos frío llegaron a la tierra, pasaron sobre unos bosques y se detuvieron al lado de una altísima torre construida sobre un pilar con dibujos indígenas.

Bajaron a tierra, al pie de la torre, desde allí no se veía el fin de ese pilar, no se veía la torre que habían visto desde el cielo, solamente se lo veía ascender hasta más allá de las nubes: era impresionante.

—Aquí esperaremos— dijo Yamcha.

—¿Qué cosa?—

—Que Dende nos dé el permiso de subir… seguramente ya vio que estamos aquí y nos mandará una señal, tenemos que hacer esto… no se puede irrumpir, simplemente, en un lugar sagrado…—

—¿No será una de tus excusas para hacernos perder el tiempo? – Suri parecía molesta y todavía temblaba por el frío. "¡Vaya!" pensó Yamcha " ¡que parecida se veía a Bulma en esos momentos!" Un tanto autoritaria…bella, muy fina, toda una dama, pero una dama que en algunos pequeños detalles dejaba traslucir la alocada adolescente que había sido, en el movimiento de las manos, en el brillo travieso de los ojos, en algunos pequeños gestos…

—¡Mira! Aquí está – Yamcha se agachó y levantó del suelo un pequeño cascabel dorado –ahora sí, podemos subir.

Volvió a abrazar a la mujer y se elevaron en el aire más y más arriba, cada vez más hasta dejar debajo a las nubes, pasaron la torre del gato inmortal, el maestro Karin, que en esos momentos dormía, y después volaron mucho más arriba aún, hasta llegar a la gigantesca semiesfera arriba de la cual estaba el templo sagrado.

—Es rarísima— murmuró Suri

Yamcha esperaba que fuera el oscurísimo Mister Popo el que saliera a recibirlos pero no fue así, el mismo kamisama en persona se estaba asomando por el borde del templo y les tendía una mano para recibirlos.

—Bienvenido amigo de Gokú – dijo el namekiano — ¿es la segunda, tercera o cuarta vez que estás aquí? ¡Es un placer recibirte…! Ah… y usted también señorita…—dijo mirando a Suri.

—Que amable es usted señor kamisama… pero yo hace tiempo que dejé de ser señorita…

—Señora, señora…—se apresuró a corregir Dende.

_¡Jajajaja! –la mujer estalló en una carcajada ante la inocente amabilidad del dios de la tierra —¡Tampoco soy señora, es que, decirme señorita, en una mujer de mi edad ¡no suena muy bien!

Yamcha no había respondido ni siquiera al saludo. Demasiados recuerdos le traía aquel lugar… la primera vez que llegó para entrenar con el viejo kamisama… ¡cuantas esperanzas tenía de convertirse en el salvador de la tierra y de acabar él sólo con los malvados saiyajins!… y después… cuando subieron a pedirle al dios dragón que reviviera a los asesinados por Cell, allí se había enterado que Krilin sentía algo por la androide Dieciocho ¡no lo podía creer! y la otra vez cuando Majin Boo los había asesinado a todos… después de eso había aparecido en una especie de gimnasio del Otro Mundo donde peleaban con los luchadores más fuertes del universo para después retornar sin previo aviso a la tierra, donde había colaborado con su energía para formar la Genkidama con la que Gokú, su gran amigo Gokú, había terminado con el monstruo… ¡Cuantos recuerdos!

—¿Y Mister Popo?— preguntó Yamcha al fin, saliendo un poco de su aturdimiento.

—Se fue a visitar a su abuelita… —respondió Dende –Y ya me estaba sintiendo un poco solo… ¡Que alegría tener visitas! Pasen… por favor, siéntanse como en su casa… en la cocina de Míster Popo debe haber algo para que se sirvan, yo no sabría que ofrecerles porque, como saben, mi raza solamente bebe agua.

—¿Ah si? ¡Cuénteme, cuénteme! –Exclamó la incansable Suri encendiendo su grabador y llevándolo hacia la boca de su anfitrión – cuénteme de su raza… ¿usted no es de la tierra verdad? Igual que el señor Piccolo…

—Si… Piccolo vive aquí también… pero ahora no está… se va por muchísimo tiempo y regresa… pero… no prefieren pasar… conocer el templo… tú ya lo conoces Yamcha…

—¡Jajajaja, ¡ni me lo recuerdes Dende! Aquí fue que el Majin Bu maligno nos convirtió en chocolate y nos comió…

—¡Que horror! –Exclamó Suri espantada tapándose la boca con una mano pero luego agregó vencida por su insaciable curiosidad –pero… ¿Y… como se siente eso? ¿Cómo se siente que te coman?

Suri no recordaba absolutamente nada sobre el Majin Boo maligno y todos los estragos que había causado porque cuando todo había vuelto a la normalidad Gokú y sus amigos le habían pedido al dios dragón que toda la gente de la tierra olvidara esos desagradables sucesos.

—No se siente nada— respondió Yamcha –aparecimos directamente en el Otro Mundo…

Mientras tanto fueron caminado por el enorme patio del templo, tenia un piso de grandes baldosas bordeado por canteros con plantas donde revoloteaban mariposas, algunas torres al medio, y al final estaba el palacio dorado donde vivían el dios de la tierra y su ayudante.

—Aquí – dijo Dende mientras llegaban al palacio –está la sala del Tiempo y el Espíritu, donde cada día equivale a un año, son muy pocos los que se atreven a permanecer en ella más de unas horas…

—Jajajajaja, claro –río Suri –quien sería tan estúpido de meterse allí para envejecer un año en un día…

—No es por eso –respondió Dende con mucha seriedad –sucede que es una sala interdimensional y ocurren en ella muchas cosas inquietantes, pero siéntense, por favor… — dijo ofreciéndoles unas banquetas.

Suri hizo muchas preguntas sobre el templo, sobre la raza de Namek, sobre que es lo que se supone que hace el dios de la tierra, Dende contestaba con toda la amabilidad que lo caracterizaba mirando con un poco de curiosidad el grabador de Suri. Yamcha trajo unos refrescos y unas galletas de la cocina que solamente Mister Popo usaba y le sirvió a Suri que ya tenía la garganta seca de tanto hablar y no se olvidó de alcanzarle agua a Dende, que debía de tener la garganta mas seca aún .

Al final del día Suri se había cansado de preguntar y Yamcha había hablado muy poco. Se veía el sol caer sobre el horizonte y parecía que había llegado la hora de irse.

—Mi pueblo tiene muchas leyendas –dijo Dende de improviso, cuando ya los invitados hacían gestos para levantarse.

—Cuéntanos –dijo Yamcha sonriendo –me encantaría escuchar alguna…

—A mi me gustaría saber porque ustedes son todos varones…—dijo Suri.

—¡Suri!— exclamó Yamcha —¡Que cosas dices…!

—No hay problema –respondió Dende sonriendo –hay una antigua leyenda sobre eso, la he escuchado narrada por los ancianos de mi clan, el clan del dragón, cuando yo era muy niño, es una leyenda que cuenta que ,hace eones, en Namek existían los namekianos tal y como son ahora, pero no eran de un solo tipo, como ahora, eras de dos tipos diferentes, supongo que serían como ustedes que son mujeres y hombres, no lo sé, la leyenda no lo dice… pero dice que las personas que pertenecían a uno de esos tipos eran muy fuertes, se dedicaban a las artes marciales, a la agricultura y a las construcciones, en cambio las personas que pertenecían al otro tipo era un poco más débiles pero muy inteligentes, se dedicaban a las artes y a cuidar…

—¿A cuidar que cosa? –lo interrumpió Suri

—A los niños, a las plantas… a los animales… a todo, eso es más o menos lo que dice la leyenda… y también dice que entre estos dos tipos de namekianos vivían en parejas… mas o menos como ustedes los terrícolas…cada uno de los miembros de la pareja pertenecía a un tipo diferente y entre ellos existía un gran amor, se amaban tanto que querían estar siempre juntos…tanto que no soportaban estar el uno sin el otro… se necesitaban el uno al otro tanto como pueden necesitarse dos seres y a todos les pasaba lo mismo… sufrían ¿entienden? Sufrían porque cada uno tenía miedo por el otro, porque lo necesitaban permanentemente, y un día, un día que ya nadie recuerda todos los namekianos tomaron una decisión: hicieron una gran ceremonia… se reunieron debajo de una montaña sagrada, le cantaron a los dioses y después cada uno se fusionó con su correspondiente compañero: así se formó un nuevo tipo de persona… el tipo que somos ahora…

Los dos se quedaron bastante sorprendidos, era una leyenda muy rara.

—¿Pero porque son todos varones…?—insistió Suri —¿porque no tomaron la forma de mujeres... o de otra cosa...?

—Me parece que lo que Dende contó es solamente una leyenda, una fantasía de las tantas que tienen su pueblo… —intervino Yamcha – una hermosa leyenda que cuenta a lo que puede llegar el amor…

—Si— respondió el kamisama sonriendo –es solamente una leyenda.

Al anochecer, y después de despedirse agradeciendo infinitamente haberles permitido aquella visita, regresaron. Yamcha llevó a Suri volando hasta la puerta de su departamento.

—Que cansado estoy… —dijo el hombre –hace mucho tiempo que no hago esto… ¡ah, Hola Puar!—

—Amigo… ¡Te ves cansado en serio!

—Fuiste muy amable Yamcha – dijo Suri dando media vuelta como para irse – la visita me sirvió de mucho para mi nuevo libro… ¡Adiós!

—Espera…—Yamcha le agarró un brazo — ¿ya te vas? ¿No quieres subir? podemos tomar el té y Puar puede ir a comprar algo para comer, unas pizzas o lo que tú quieras… y luego… podemos conversar… ¿Qué te parece?

—No, no me parece, me voy, pero si quieres conversar, mira… dentro de dos días, podemos encontrarnos en un restaurant… ¿Candy te parece bien?

—¿Candy…? Es muy caro…

—Pago yo, además… bueno, ya verás dentro de dos días. Te espero y se puntual… a las siete.

—Bueno… allí estaré…

Yamcha subió bastante aturdido y se tiró en la cama. Estaba cansado de verdad, más cansado de lo que se había sentido en mucho tiempo, casi se podía decir que le dolían todos los huesos, pero tenía algo más además del cansancio, una sensación profunda de soledad y un mal presentimiento…

Tanto tiempo hacía que estaba solo que ya se había acostumbrado, seguía siendo un lobo solitario, domesticado, era cierto, pero lobo en el fondo de su corazón, casi podía decir que prefería seguir solo... lejos habían quedado los días en los que soñaba formar una familia con Bulma, o con Suri... Suri había dicho que no desde un principio, ella jamás iba a casarse, pero con Bulma había mantenido la ilusión mucho tiempo hasta que todo se fue perdiendo, se separaron, ella se había casado con Vegeta y todo había terminado definitivamente. Ahora eran buenos amigos, aunque no se vieran tan seguido, mejor dicho, aunque no se vieran casi nunca.

Él no podría formar una familia hasta que no venciera al fin su timidez, era estúpido, pensaba Yamcha, seguir siendo tan tímido, era estúpido en un hombre de su edad, ¡no parecía tener ningún sentido!... había sido uno de los gurreros más poderosos de la tierra, un jugador de beisbol reconocido y famoso, un modelo codiciado, había tenido y seguía teniendo clubs de admiradoras, chicas que se morían por estar con él, pero todavía se seguía poniendo demasiado nervioso frente a las mujeres, su timidez parecía ser incurable.

Hacia un tiempo había trabajado en un club de solos y solas para ver si así se le quitaba un poco esa timidez, y no había tenido suerte.

Ese club y las mujeres... no podía decirles que no a las mujeres... pero tampoco podía decirles que sí, era demasiado complicado... una bella mujer se sentaba frente a él, pedía algo de tomar, sonreía... lo miraba a los ojos...

—¿Y porque no me dices nada y te me quedas mirando con cara de bobo?... —había dicho una.

—No muerdo eh...—había dicho otra.

—Si no te gusto no tienes más que decírmelo...

—Eres muy atractivo pero nada amable...

Su timidez había tenido la culpa de todo.

No duró mucho trabajando en ese club, los hombres demasiado tímidos ponen nerviosas a las mujeres y ellas iban a pasar un rato agradable conversando con una compañía masculina, no a estar incómodas esperando a que les dijeran algo. Los dueños del lugar le habían pedido amablemente que se marchara y que, de serle posible, no regresara nunca más por allí.

—Amigo...—le dijo Puar sacándolo de sus recuerdos —¿no vamos a comer algo...? pensé que Suri se quedaba y encargué pizzas...pero... te ves triste amigo...

—¿Eh? No Puar, no estoy triste ¡Para nada! ¡Dende te manda saludos!—

—¡Wiii! Ah... te voy a anotar la cita de Suri... ¡para que no se te olvide!

—No se me va a olvidar, no te preocupes, pero... que cosas... ella siempre tan elegante... ¿y yo? ¿Que me voy a poner? Hace un montón que no me compro un traje... y a ese lugar no se puede ir con jeans y zapatillas... bueno, que se le va a hacer, llevaré mi antiguo traje blanco, mañana lo meteré a la lavadora.

—¿La lavadora? Pero ¿no recuerdas que está rota? Dijiste que le ibas a pedir un préstamo a Bulma para comprarte una nueva... pero puedes pedirle prestada la suya a la vecina, Lixie, la mamá de ese niño tan simpático...

—¿Yuki...? Ah si... ¡la vecina...! si, claro, mañana se la pido...

Otra historia: Lixie, la vecina tan amable que le prestaba todas las cosas a Yamcha era también su gran admiradora, se mostraba solícita con él cuando no estaba su marido cosa que a Yamcha lo ponía muy incómodo. Varias veces lo había hecho pasar a su casa ofreciéndole té, café, tortas y demás cosas ricas, siempre cuando su marido estaba trabajando y su hijito estaba en el colegio, una situación bastante incómoda aunque tenía su lado divertido, además la vecina era muy bonita.

A la mañana siguiente Yamcha metió su viejo traje blanco en una bolsa y salió para llevárselo a esa simpática vecina acompañado de Puar que le servía de garante por si aparecía el marido, claro.

Apenas tocó a la puerta salió a recibirlo el hijo de Lixie vestido con el uniforme del colegio. Apenas lo vio corrió a abrazarlo.

—¡Hola tío Yamcha... ¿que me trajiste? ¿Caramelos...? ¡Hola Puar!

—¡Hola Yuki!... pensé que estabas en el colegio así que no traje nada, pero... ¿le puedes dar esto a tu mamá para que lo lave...? gracias...

—Mamá siempre pregunta por ti... dice que eres muy malo pero ¡yo no le creo!

—Lo digo en broma, tonto... —dijo la vecina apareciendo atrás del niño.—y luego agregó dirigiéndose a su vecino que se había quedado mirándola nervioso mientras sostenía la bolsa en una mano. —Buenos días Yamcha, a ver si te apareces más seguido, y no solamente para pedir la lavadora ¿eh?

.Disculpa Lix... Lixie... yo... yo... no...

—¡Era una broma Yamcha! Sabes que siempre me hace feliz poder ayudarte...dame esa cosa para lavar y dame todo lo que te parezca... ¡no hay problema! Será un placer... lo que sea que me des te lo recibo de buena gana...

Yamcha se marchó de allí casi corriendo, no quería que el niño se diera cuenta de lo que le había pasado cuando su bonita, rubia, sexy y atrevida vecina le había dicho eso. Sentía un calor en sus mejillas que no podía decir si era agradable o desagradable, y no sólo en sus mejillas...

—Diablos Puar... ¡Esa Lixie! Algún día se va a pelear con su marido por mi culpa y me voy a sentir muy mal...

—No sería tu culpa, es ella la que te busca —respondió Puar sabiamente —pero ¿Hoy no tenías un trabajo?

—¡Claro! Tenía que sacarme unas fotos para la agencia... ¡ya sé lo que voy a hacer! ¡Les pediré un traje prestado! Lo uso para salir con Suri y se los devuelvo ¿que te parece? Y de paso ya que no necesitaré mi viejo traje no tendré que regresar enseguida a ver a Lixie... Vaya, Puar, ¡Gracias! tú me lo recuerdas todo... ¿que es lo que haría yo sin ti?

—¡Para eso somos amigos!—

Fue muy buena la idea de conseguir un traje prestado, Yamcha no ganaba tanto dinero como para comprar uno y en la agencia de modelos siempre tenían ropa de última moda, así que se presentó muy elegante a su cita con Suri, vestido con un conjunto sport color beige de una marca muy reconocida, una camisa blanca y zapatos blancos.

Candy era una confitería que estaba muy en boga entre la gente acomodada de Ciudad del Oeste era un lugar muy elegante donde servían té con tortas, masas finas y refrescos.

Yamcha nunca pudo recordar que era lo que estaba pensando en esos momentos, cuando entró a la sala de esa confitería adornada con candelabros de cristal, llena de mesitas con manteles rosados y centros de mesa con ramilletes de flores amarillas donde sonaba una suave música ambiental y la gente conversaba discretamente en sus lugares.

El guerrero solamente sabía que Suri era su amiga desde hacia ya mas de quince años, estaba muy bien que ahora quisiese verlo… que bueno era eso… y no pensaba nada más, solamente, un poco, en que impresión le produciría, ahora, allí, en ese lugar. De haber sido una chica de campo que había estudiado periodismo y a duras penas se había abierto camino en Z tevé, se había convertido en una elegante señora que escribía libros que recibía a nadie sin cita previa, que se teñía el pelo de rubio platinado y usaba joyas… realmente… ¿Qué impresión le produciría? ¿Podría volver a estar con ella alguna vez? ¿Cómo antes?

Cuando miró la refinada sala Yamcha casi se había olvidado que apenas dos días atrás la había llevado en brazos, volando, hasta el templo sagrado donde habían escuchado la bella leyenda de Dende. Solamente recordaba una cosa:

"Ella no quiso quedarse conmigo esa noche" pensaba.

Suri estaba sentada a una mesa, vestida con una blusa blanca muy sencilla y en su pelo llevaba, como adorno, una flor roja.

"Demonios" pensó Yamcha, "Me olvidé de traerle un regalo…"

—Siéntate –le dijo la mujer –No te quedes parado como tonto… siempre, desde que te conozco, y hace mucho de eso, que te quedas mirándome como un tonto…

—Buenos días… Suri… digo, buenas tardes…

—Buenas, pero… ¿Qué hace Puar aquí?

Efectivamente, Yamcha llevaba a Puar acurrucado sobre su hombro.

—Sabes que adoro a Puar… pero aquí no se permiten mascotas…

—Entonces vámonos a otro lado… mi amigo quería probar las tortas de crema que sirven aquí… no seas mala, Suri…

La mujer sonrió, levantó un poco el mantel de la mesa, que llegaba hasta el suelo, y le indicó al gatito que se metiera debajo.

—Te daré torta— le dijo susurrando

Apenas Yamcha se sentó al lado de Suri, con Puar apoyándose cómodamente en sus rodillas, debajo del mantel, entró un señor mayor, calvo, bajito y con anteojos, ignoró a Yamcha, saludó a Suri con un beso en mejilla y se sentó a su lado.

El antiguo guerrero Z que ya estaba deslizando su mano hacia la de Suri se quedó muy sorprendido. ¿Quién sería ese señor, el padre o el abuelo de su amiga?

Ese señor se sentó al lado de la dama y tomó la carta de la mesa haciendo caso omiso de Yamcha que se había quedado mirándolo desconcertado.

—Pediré la torta de fresa – dijo el señor —¿Y tú querida…? Ah… pero por favor, no me presentaste a tu amigo…

—Claro – dijo Suri que parecía bastante incómoda –los presentaré

"Querida…" pensó Yamcha ¿Qué significaba aquello?

—Si querido… —dijo ella al fin –Bueno, este es mi amigo de la infancia… Yamcha…

—¿Infancia…? ¿Qué…?— Yamcha murmuró esto pero sintió como si lo hubiera gritado.

—Y Yamcha, te presento a mi prometido, el señor Matsuda… es el dueño de la editorial…un importante empresario, me da mucho gusto que puedan conocerse…

—Suri…— dijo Yamcha ignorando completa y absolutamente la mano que le tendía el empresario —¿Qué es esto?

La mujer se puso de pie visiblemente enojada.

—No vas a armar un escándalo aquí… te cité para que conozcas a mi prometido, creo que lo mereces… siempre fuiste un buen amigo…

—Me citaste… para conocer a este señor… a este anciano…

—Suri –dijo el anciano que parecía bastante molesto –me dijiste que tu amigo era un muchacho muy educado y no me ha saludado aún…

—Este anciano que dices –dijo ella ignorando ahora a su prometido –tiene apenas siete años más que yo… tu eres un monstruo que no envejece, igual que tus amigos… pero yo sí y necesito a alguien a mi lado, alguien que cuide de mí… ¡Y ya! ¡Saluda como una persona civilizada por favor! Me estás decepcionando muchísimo.

—Uy… no quiero decepcionarte Suri… por favor eso no… si… bueno… mucho gusto señor…. Hola….

—Mucho gusto –Matsuda le tendió nuevamente la mano y Yamcha le tomó apretándola con su fuerza de guerrero. Suri se la tomó discretamente y la retiró rápidamente, antes que crujieran los huesos del tal señor Matsuda.

—Hechas las presentaciones – dijo ella –Yamcha, quedas oficialmente invitado a nuestra boda, será en un par de meses…

Y ya nadie dijo más nada.

Luego de un rato de silencio, cuando Yamcha empezaba a levantarse sintiendo que no tenía absolutamente nada que hacer allí y olvidándose que dejaba a Puar escondido abajo del mantel, Suri exclamó: —¡Pidamos las tortas!

Yamcha volvió a sentarse.

El mozo del lugar, vestido con un impecable traje negro y cara impasible se había parado al lado de ellos.

—¿Qué ordenan los señores? –dijo con altivez.

El señor Matsuda había quedado como pintado al óleo, nadie le daba ninguna importancia, ni Suri, ni el mozo, ni Yamcha, ni Puar que tironeaba los pantalones de su amigo y le susurraba que pidiera la torta de frutilla…

Pero Yamcha dándose cuenta de lo surrealista y absurda que era esa situación se levantó, saludó al olvidado Matsuda con una inclinación de cabeza y se dirigió a la puerta.

Suri lo siguió y se encontraron en la vereda, Puar se deslizó flotando tras ella y nadie se percató de su presencia.

Lloviznaba. Yamcha se había olvidado que al día siguiente tendría que devolver el traje y estaba parado bajo esa fría y molesta llovizna otoñal sin sentirla para nada.

Suri le agarró un brazo y lo llevó debajo del alero del restaurant.

—Yamcha— le dijo suavemente –nuestra relación fue siempre sincera… por eso quise presentarte a mi prometido así… Matsuda a pesar de ser un empresario muy importante es un hombre muy sencillo y comprensivo, es también, como yo, de origen humilde, y nos llevamos muy bien… le dije que eras un amigo de la infancia para que no se sienta mal… ¿ahora entiendes verdad? Ese hombre parece más de mi edad que tú y con él me siento más cómoda…

—Que tonto… yo pensé… pensé… bueno… no importa…

—Yamcha… valiente guerrero… — dijo ella tomándole discretamente una mano –espero que vengas a mi boda… ahora entiendes ¿verdad? Porque no me quedé contigo la otra noche… no hubiera sido decente… y por favor, no me digas que esperabas "algún día" casarte conmigo…

—Pero…

—Hay una sola persona a la cual amaste… y no soy yo… a la cual amarás por el resto de tu vida… yo eso lo sé, y no me importa…

—Es que… Suri… —Yamcha fingió no haber escuchado esa última frase –Ese hombre… parece tan viejo…

—Ya te dije, solamente me lleva siete años…

—Es muchísimo…—

—Bueno… ya basta, tengo que regresar con él y explicarle porque mi querido amigo es tan tonto… espero verte el día de mi boda, te enviaré una invitación, y también a ti, mi querido Puar… a mi boda sí podrán ir mascotas.

—Espero que haya torta…— dijo el gatito

Suri entró a la selecta confitería. Yamcha se quedó escuchando el suave golpeteo de sus tacos sobre el piso, mirando el delicado vaivén de sus caderas cubiertas por una falda negra, viéndola sentarse al lado del venerable anciano, ofreciéndole un porción de torta de fresa… acercando su bonita boca a la de él… y no pudo mirar más.

—Pidamos un taxi –dijo suavemente Puar –ya llueve mucho y mañana hay que devolver ese traje ¿verdad?

Nunca Yamcha se había sentido tan estúpido.

Tan mal.

Tan poca cosa…

Ni siquiera cuando había caído derrotado frente a los Cell junior, o cuando había muerto con un saibaman explotando en su panza… ni siquiera allí se había sentido tan imbécil.

Se fue caminando seguido por Puar que quedó con todo el pelito mojado, ignorando la lluvia que se deslizaba alrededor de él repelida en parte por su aún muy poderoso ki.

"Hay una sola persona a la cual amaste… y a la cual amarás por el resto de tu vida…" ¿Por qué le venían a la mente aquellas palabras? ¿Qué persona…? No sería su rica, hermosa y distinguida amiga, la esposa del altivo guerrero saiyajin… no… ella no podía ser… lo único que sabía era que era un tonto, un incurable tímido, un solitario eterno…

Se quedó dormido sin quitarse el traje que estaba bastante húmedo y amaneció con un leve resfrío. Cualquier persona normal hubiera contraído pulmonía en esas condiciones pero él era un guerrero Z. Y se le había olvidado algo importantísimo: el cumpleaños de la hijita de su amigo: Marron.

Podía volver a sonreír. Vería a sus amigos, tal vez hasta iría Gokú, si era que podía dejar el entrenamiento de Oob, pero seguramente vería a Krilin, que era el papá de la cumpleañera, al anciano maestro Roshi y a Oolong… buen par de pervertidos esos dos…pero pervertidos que seguramente contarían muchos chistes… y a la Dieciocho, a la señora Dieciocho mejor dicho… ¡Que bueno!

Y seguramente, o probablemente, iría su amiga Bulma, tal vez con su arrogante esposo…

Bulma…

Si. Tendría que pedirle un préstamo a Bulma. Definitivamente. Ya era hora de comprar una nueva lavadora, no podía vivir molestando a su vecina… y además su vecina tenía toda la intención de prestarle otras cosas además de la lavadora siendo casada y teníendo un hermoso niño.

—¡Puar! –Exclamó Yamcha levantándose y empezando a quitarse el traje que no estaba en las mejores condiciones —¡Vamos a comprarle un regalo a Marron!—

—A… ¡Achis! … a… amigo… no puedo… ¡estoy muy resfriado! ¡Achís!...

—Uy… creo que te hizo mal el baño de anoche… perdona… no me di cuenta, hubiera debido pedir un taxi… y este traje… está desastroso, me lo van a querer cobrar de la agencia…

—Llévaselo a Lixie que te lo lave…¡Achí…sssss! Pero no vayas así… ponte algo de ropa… ¡Achís…!

Yamcha se miró, ya no tenía el traje ni nada más puesto y… vaya… seguía teniendo el mismo cuerpo de hacía veinte años, pero le faltaba entrenamiento, definitivamente, lo sentía en su propia energía, sentía que ya no la controlaba perfectamente como antes… pero para que iba a entrenar tanto, tenían a Gokú, Trunks, Goten, Gohan, el mismo Vegeta, nada menos… y vaya… si… su cuerpo… , volvió a mirarse y claro… no iba a ir así a lo de su vecina… al menos no mientras estuviera casada… al menos… ¡por supuesto que no iba a ir así! ¡Ese Puar se había vuelto demasiado bromista!

Conseguir el regalo para Marron le llevó todo el día. Recorrió muchas tiendas ¿Qué podía gustarle a una niña que cumple catorce años? Por suerte encontró a la hija de su amigo ex compañero de los Titans, Naoko la pequeña colegiala pelirroja de grandes anteojos de la que hablamos al principio, tenía aproximadamente la misma edad de Marron y por esto Yamcha le pidió que fuera con el y lo aconsejase.

Naoko iba descartando las distintas propuestas del hombre con gestos de suficiencia, como quien sabe mucho de la cosa.

—¿Un peluche? es demasiado infantil…

—¿Una muñeca? ¿A una chica de catorce años? ¿Acaso te volviste loco?...

—¿Un perfume? es muy difícil… no sabes cual puede gustarle…

—¿Ropa? ¿Acaso sabes que ropa le gusta?

Hasta que al final pareció encontrar la solución justa:

—Lo que nos gusta a todos, chicos y chicas son las nuevas computadoras ultra portables de Capsule Corp! Traen de todo: para ver videos, chatear, jugar… escuchar música…

—Eso es demasiado caro… Marron es una niña muy sencilla, siempre vivió en Kame Hause, muy protegida por su papá y su mamá… no creo que le interesen esas nuevas computadoras.

—Bueno Yam…—Naoko suspiró bastante cansada. –Llévale una caja de chocolates y listo…

—¡Que buena idea! Solamente habrá que cuidar que no se los coma Oolong.

—¡Uf! Me alegro haberte sido útil Yamcha… y un día de estos te presentaré a mi amiguita Hana…

—¿Eh? – Yamcha recordó a la niña a la que le había tirado los libros y se turbó un poco —¡No bromees con esas cosas! –exclamó.

La pícara niña sonrió.

—Le gustaste…

—Te dije que no bromees…—Yamcha pagó una gran caja de chocolates y se retiró muy dignamente.

El cumpleaños de Marron fue muy agradable, no había demasiados invitados, Bulma no había podido concurrir y en su reemplazo había mandado a Trunks que se había presentado con su inseparable amigo Goten. Gokú tampoco había ido, evidentemente su trabajo de entrenador era de tiempo completo.

Estaba el tío de Marron, el androide Diecisiete, que había llevado un regalo muy caro que dejó muy preocupada a la niña que le pregunto de donde lo había sacado, Diecisiete no le hacía daño a nadie pero llevaba un vida solitaria y apartada de ellos, el tío aseguró haberlo comprado con buen dinero, hasta mostró la boleta.

Yamcha entregó su regalo con la recomendación de que lo mantuvieran lejos de Oolong.

Y era una recomendación muy atinada. El cerdito miraba con ávidos ojos la caja y se relamía, claro, en la etiqueta traía escrito: "bombones finos"

—Gracias tío Yamcha …—dijo Marron con una tímida sonrisa –No te hubieras molestado…

En esos momentos apareció Dieciocho trayendo un enorme pastel con catorce velitas.

Marron cerró los ojos y pidió los tradicionales tres deseos antes de apagarlas de un solo soplido.

Que tranquilo y bello que era todo eso… a la mesa estaban sentados sus amigos: el maestro Roshi, viejo, desdentado y decrépito que seguía sin embargo con su aguda y brillante mirada dispuesta a fijarse en cualquier forma femenina que se le cruzara, el cerdito Oolong con una mirada igualmente ávida posada sobre el pastel, Krilin, ahora luciendo una negra melena en la que ya se marcaban algunas canas y que abrazaba a cada rato a su hija, muy orgulloso, Umigame pacífica y semidormida en un rincón de la sala, Trunks y Goten bromeando entre ellos, haciendo una especie de concurso de chistes, y la mamá de Marrón sentada al lado de su hija, sirviéndole la primer rebanada de pastel…

Todo era muy tranquilo. Demasiado…

Contrariamente a su costumbre de no beber alcohol Yamcha se sirvió una copa de champagne, se sentía un poco culpable por Puar, quien, por culpa de su resfriado, se había perdido la fiesta.

—¿No vas a comer pastel? –Le dijo Dieciocho a Yamcha poniéndole un trozo enfrente –lo hice yo misma… aunque no creas me convertí en una gran cocinera. ¡Prueba!

—Gra… gracias Dieciocho… está delicioso… —respondió Yamcha con la boca llena de crema y merengue, en realidad estaba bastante relajante por el exceso de azúcar, pero sabía bien.

Marron convidó su caja de chocolates a todos, Roshi y Oolong se abalanzaron sobre ella sacando la mayor parte, su madre le reprochó no ser más cuidadosa con sus regalos.

—No importa –dijo Yamcha con gesto resignado al ver que para él no había quedado ninguno –de todas formas eran para comer…

Trunks y Goten propusieron jugar un nuevo juego de video.

—¿No quieres jugar Yamcha…? –invitó el hijo de Bulma –¡Tiene unas gráficas increíbles!—

—No… no sé mucho de esos juegos…—En esos momentos lamentó no haberle hecho caso a Naoko, si hubiera traído de regalo la computadora estarían jugando con ella y no se la habrían comido.

Mientras los jóvenes se divertían salió y se sentó en la arena, mirando la oscuridad del mar y recordando… allí mismo hacía muchos años ya, una hermosa chica que apenas traía puesto un diminuto traje de baño amarillo que dejaba ver casi todo su cuerpo se le había insinuado descaradamente… la novia de su amigo Krilin, nada menos… que vergüenza… que placer…

—¡Que noche tan tranquila!— exclamó Krilin sentándose a su lado y ofreciéndole un vaso de cerveza —¡Y como se divierten esos jóvenes!

Yamcha trató de borrar de su mente la imagen de la ex novia de su amigo como si todavía fuera culpable de alguna cosa.

—¡Por supuesto! –respondió y agregó con un poco de tristeza –Debe ser maravilloso tener una familia…

—Claro que si amigo, ¡ya lo vas a ver cuando te cases y tengas tus propios hijos!

—¿Casarme? Jajajaja… primero tendré que tener novia…

—¿No tienes novia? ¿Tú? Con lo guapo y joven que te ves… no digas tonterías…

—No, no tengo, tuve… cosas… amigas…

Krilin lo miró con bastante picardía. Yamcha añadió:

—Bueno…¡si! Esas cosas… tonterías… pero el amor de mi vida, no sé, a veces me da vueltas por la cabeza la idea de que lo perdí para siempre.

—No digas estupideces, ¡un tipo como tú puede tener a la mujer que quiera con solo guiñarle un ojo!

Yamcha no quiso corregir a su amigo en lo equivocado que estaba, no quiso recordarle su timidez y su mala suerte, tampoco quiso abrir las viejas heridas de su corazón, lo saludó prometiendo regresar pronto y se marchó volando por los cielos dejandole sus saludos a Marron y la señora Dieciocho.

Además tenía que cuidar a Puar, darle un té con miel y una aspirina… por su culpa estaba resfriado, pobrecito.

Pero cuando llegó a su casa, ya saliendo el sol, Puar se encontraba perfectamente y lo esperaba con café y tostadas.

—¡Vaya amigo, tú sí que te recuperas rápido!

—Claro…

—¿Me acompañas a la agencia? Llevaré el traje, aunque esté todo estropeado. Podemos tomar un helado en el camino, hace calorcito y parece que te encuentras muy bien.

Realmente empezaba a hacer calor: las chicas se paseaban con unos vestidos muy cortos ese día, Yamcha no podía dejar de mirarlas de reojo y así demoraron bastante en encontrar una heladería donde sentarse un rato, era más la hora del almuerzo que de tomar helados, pero ni él ni su felino amigo estaban acostumbrados a respetar horarios.

—¿De que quieres tu helado Puar? ¿Frutillas con crema?

—De lo que tu quieras… por mi está bien…

—Bueno, frutilla, crema, chocolate y…

De repente Yamcha se quedó como paralizado, atento. Levantó la cabeza y dejó de prestar atención a los helados.

—Puar…— Dijo después de un rato –Hace un rato tuve una impresión… no le di importancia... pero ahora… ahora estoy casi seguro…

—¿Qué pasa?

—Hay alguien que nos viene siguiendo desde hace rato y es alguien muy conocido.

—¿Alguno de nuestros amigos? O… ¿Algún enemigo?

Al gatito se le pararon todos los pelitos del lomo cuando dijo la palabra "enemigo"

—No… no enemigo… es un ki muy suave… muy conocido… y es imposible…

Era imposible. Era un ki que lo venía siguiendo, y no desde ese día, desde hacía ya bastante, solamente ese día se dio cuenta plenamente.

Era imposible. Yamcha creyó que ese leve resfrío lo estaba haciendo delirar aunque no sintiera fiebre. Seguramente estaba confundido.

Ella jamás, nunca, lo estaría siguiendo, ella estaba en su casa con su esposo, con sus hijos, en su empresa, en su vida.

Era imposible.

Bulma.


En respuesta al rewiew aclaré un detalle: Yamcha pensaba que hasta Pan era más fuerte que él, son sus pensamientos e ideas... no que fuera así (lo aclaré)

desde ya agradezco todo detalle que me aclare si alguna cosa está fuera de lugar, para eso estamos... para equivocarnos *—*