Disclaimer: La trama es de mi propiedad, todo lo relacionado a Crepúsculo le pertenece a la señora Meyer, desgraciadamente, aunque tenemos un acuerdo donde me presta a Jasper por las noches, ¿cierto, Steph?


Forks Ink: tatuajes y perforaciones.

Summary: "Forks Ink: Tatuajes y perforaciones. Grizzly es un maestro con los retratos y tatuajes en 3D. Tink es la mejor cuando se trata de frases, nombres y/o textos. Y luego estoy yo, me llaman B, y prometo que puedo perforar tu verga sin que sueltes una lágrima… pero si eres el padre de mi bebé, mejor te lo piensas dos veces" Todos Humanos. Bella&Edward


Prólogo


— ¿Bon Jovi?

— ¿Qué?, ¿no querías hacer esta mierda romántica?

Le subí el volumen a la radio, donde los acordes de I'll be there for you sonaban tenuemente.

Yo no sabía nada sobre estas mierdas, ¿cómo se trata a una persona virgen?, ¿no se supone que la primera vez debía ser especial? Bueno, que se joda, Bon Jovi era lo más especial que podía hacerlo, es más, debería estar realmente agradecido, a mí nadie me había puesto Bon Jovi, de hecho, de fondo solo tuve los sonidos de los carros que pasaban junto a nosotros en la carretera.

Ni siquiera para un motel le había alcanzado al cabrón.

— Uh, claro —estaba nervioso, sentado a la orilla de la cama, su pierna se movía incesantemente, dio un pequeño respingo cuando posé mi mano sobre su rodilla para tratar de calmarlo. Uh, bueno, fue peor porque comenzó a mover sus manos, clara señal de que un ataque de ansiedad se acercaba—, ¿qué hago ahora?

— Bueno, creo que… ¿Te quitas la ropa? A no ser que quieras que nos refreguemos, ¿te pone hacerlo con ropa como previa? No sé lo que te gusta, debes decírmelo —creo que nadie le había hablado así en su vida. Y pensar que era un año mayor que yo, su rostro asustado me hacía ver como una vil violadora.

Joder.

¿Por qué era tan difícil?

No debería haber aceptado el quitarle su flor, esto no era lo mío, no sabía cómo tratar a los novatos

Se puso de pie reticentemente a un costado de la cama, rápidamente alejándose de mi toque. Sus temblorosas manos fueron desabrochando uno por uno los botones de la camisa blanca que estaba utilizando. Seguí lentamente sus inexpertos movimientos con mis ojos, sin borrar la estúpida sonrisa de mi rostro, me enternecía y divertía a la vez toda esta parafernalia. Cuando su camisa estuvo fuera solté un pequeño silbido de apreciación por lo bajo.

Tenía un buen torso, quien iba a imaginarlo bajo toda esa ropa holgada que usaba.

— ¿Q-Qué?

— Uh, nada, nada, sigue con el espectáculo, por favor no te detengas —me encogí de hombros y me estiré a lo largo de la cama, aun sonriendo. Sus mejillas se sonrojaron y soltó un bufido, volviendo a lo suyo. No podía quitar mis ojos de su figura, era de cierto modo como una especie de imán, estaba descubriendo algo nuevo, algo que ninguna otra chica había visto.

Era jodidamente emocionante.

Con manos temblorosas bajó la cremallera de su pantalón.

Su manzana de Adán subió y bajo rápidamente.

Y finalmente se había desecho de la penúltima prenda que lo cubría de mi vista.

Un nuevo punto, tiene unos muslos de infarto.

— ¿P-Puedes dejar de mirarme así? —murmuró con nerviosismo y vergüenza, cubriendo sus partes íntimas con ambas de sus manos. Mordía su labio incesantemente, ese era otro tic que tenía por culpa de esas crisis de ansiedad.

— ¿Así, cómo? —me giré hacia un costado, observándolo con picardía. Sus ojos se desviaron por un mísero segundo hacia mis pechos y luego, sonrojado a más no poder, subió la vista a mi rostro una vez más.

— Así, c-como si quisieras comerme o p-pensando cosas malas.

— Bueno, lo estoy haciendo —reí—, las cosas que se vienen a mi mente al verte semidesnudo frente a mí no son buenas, campeón. Bueno, depende del punto que lo veas, desde tu punto de vista serán buenísimas, créeme. Y sobre comerte, mhm… —relamí mis labios— Me encantaría hacerlo, Simba.

— Nunca te pregunté porque me llamas así —hizo un amago de sonrisa, esperando mi respuesta.

— Es bastante obvio, minino —alcé una de mis cejas sin creérmelo, ¿enserio? Apunté con mi dedo índice su alborotado cabello cobrizo, o sea, era bastante obvio que parecía la melena de un minino como Simba, y ese leoncillo era mi favorito, al igual que Edward. Solo había que sumar dos más dos, era bastante claro el porqué. Edward era mi gatito favorito— El Rey León, eres la copia de Simba con todo esa mata naranja en tu cabeza —rodó sus ojos por mi descripción.

— ¿Cómo lo haces?

— ¡Tienes que dejar de hablar en códigos! O me haces la pregunta completa, o te vas a la mierda.

— ¿C-Cómo haces para estar así sin más? —apuntó mi cuerpo, mientras él trataba por todos los medios de cubrir su desnudes. Era una cosita adorable, incluso me daban ganas de apretar sus mejillas y decirle que todo saldría bien.

— ¿Por qué debería avergonzarme de mi cuerpo?

Apenas había puesto un pie en su habitación me había desprendido de mis ropas de vestir, literalmente, para que así se familiarizara rápidamente con mi cuerpo. Eso había que hacer, ¿no? Qué se yo, tan solo pensé que se le haría más fácil hacerse a la idea de que tendríamos sexo el día-noche de hoy. Así que ahí estaba yo, sobre su cama solo en mi ropa interior, observando meticulosamente cada uno de sus movimientos.

Era mi último día en Forks, tenía que llevarme algún buen recuerdo.

Último día en el santuario.

Último día viviendo bajo las discriminatorias miradas de sus habitantes.

Mañana comenzaría realmente mi vida.

Estados Unidos me espera, nena.

¡Sexo, drogas y rock and roll!

— E-Estoy listo.

El pobre de Edward estaba a los pies de la cama, una mirada avergonzaba adornaba sus verdes ojos, por un momento me quedé sin nada que decir, observando fijamente como refregaba tenuemente sus brazos con ambas de sus manos, como si tuviera frío, y se movía inquieto, descansando su peso de un pie a otro incesantemente. El pobre chico estaba tan nervioso, incluso pálido, y yo no entendía el porqué.

Ni que fuera mujer, nosotras si tenemos porque ponernos nerviosas, dolía como la mierda.

En cambio ellos, ¿qué?, solo tenían que meterla y ya está, adiós virginidad.

— ¿Quieres una invitación especial o qué? —rodé mis ojos y me estiré sobre la cama, arqueando un poco mi espalda en el proceso— Vamos, Simba, ven aquí —palmeé el lado vacío de la cama y le guiñé un ojo.

Dudó un momento antes de acomodarse junto a mí, se acostó recto, tan tieso como una jodida tabla observando al techo. ¿Iba a tener que hacer todo yo?, ¡alguien ilumíneme! Suspiré y conté mentalmente hasta tres, tenía que dejar mi actitud perra y ser un poco más condescendiente con él, era su puta primera vez después de todo.

— Minino, ¿podrías, por favor, mirarme? —su cabeza se movió mecánicamente hacia mí— Genial. Ahora, creo que deberíamos dejar las cosas claras —su ceño se frunció levemente y esta vez giró su cuerpo, quedando en la misma posición que yo, de costado.

— ¿Qué deberíamos dejar claro? —susurró.

— Esto solo sucederá hoy.

— Lo sé —contestó con melancolía. Sonreí suavemente, acariciando su mejilla—, ¿es necesario?

— ¿Que me vaya? Joder, si —hice un gesto con mis manos—. No tengo nada que hacer en este lugar, necesito ser libre.

— Y… —carraspeó y sus mejillas se tornaron rosas nuevamente—, ¿qué pasa si voy contigo?, prometo no ser una molestia, ser comprensivo y tratar de ir a tu ritmo.

¿Cómo decirle que no cuando decía cosas tan tiernas?

Edward era el peor no-error que había cometido en la vida.

Me arrepentía y a la vez no.

Eso era, una contradicción para mí.

— Ni lo sueñes, gatito —le di un suave golpecito en su mejilla—. Es imposible, no puedes, debes quedarte aquí, tú eres el chico bueno en esta historia, debes hacer tus cosas allá en la Universidad —él no podía irse conmigo, ¿qué parte de "necesito ser libre" no le quedó clara? Si lo tuviera junto a mí sería un constante recordatorio de… Todo.

Pero no podía decirle eso.

Nope.

— Me gustas, sabes que te quiero, Isabella.

Por eso no podía decírselo.

Era una cabrona pero no me iría con el peso de un corazón roto.

Entonces, ámame dos veces —me acerqué a su rostro y sonreí— una por mañana, una solo por hoy —murmuré, acercándome a sus labios lentamente— Me voy lejos, lo sé, pero si me amas debes dejarme ir —y dejé un casto beso sobre sus virginales labios.

No tan virginales, ya nos habíamos besado unas veces antes.

Yo lo había besado, a decir verdad, solo para sacarlo de quicio y ver sus mejillas sonrojadas.

— Q-Quiero que esta noche sea especial, para los dos, sé que tú… Sé que tú ya has… Bueno, tu sabes a que me refiero —reí tontamente ante su intento de decir "sé que tú ya has follado, tenido relaciones, visto el ojo a la papa", era un bebé—. Pero… Trataré de ser bueno.

— No trates, solo siente, bobo.

Y lo ataqué, literalmente, traté de ser suave y delicada, pero estaba caliente, no pueden culparme, era una niña, y él era el chico bonito del pueblo, el que había salido con honores de la secundaria y entrado en una prestigiosa Universidad. Yo tenía diecisiete años, estaba por salir de la puta cárcel que era el colegio y Edward me había escogido a mí para tener su primera vez en una de sus visitas al pueblo. Bueno, él fue el de la mala elección, si hubiera elegido a cualquier otra todo sería distinto y ambos estarían tratando de figurar en que hoyo debía meter su herramienta.

La noche siguió así, entre besos y caricias, Edward era dulce y temeroso, yo era la más osada en la ecuación.

¡Y su apodo le quedaba de maravilla!

Cada vez que besaba un punto exacto entre su oreja y el cuello, ronroneaba como un pequeño gatuno.

— ¡Para, para! —chillé cuando lo sentí acomodándose— Mierda, mierda, esa es la entrada equivocada amigo.

— Oh, ¿lo es? —su ceño se frunció levemente y miró entre la unión de mis piernas. Su cabeza se levantó como un resorte y se ruborizó a más no poder— Lo siento, no quería mirar… Digo, estaba viendo…

— Eh, tranquilo —me moví un poco, haciendo muecas mientras trataba de acomodarlo. Cuando tome su miembro con mi mano para alinearlo, Dios, su rostro era un poema. Enserio, si tan solo hubiera tenido una cámara fotográfica en ese preciso instante, parecía que iba a explotar—. Ahora, prueba.

Su eje estaba alineado nuevamente en mí, crucé los dedos esperando que esta vez no se equivocara.

— ¿A-Ahora sí?

— Uh, si, esta genial —comenté cerrando mis ojos y sonriendo perezosamente al sentirlo adentrarse.

Edward se veía putamente adorable tratando de ser cuidadoso conmigo, aw, como si yo fuera una cosa delicada o alguna mierda así. Incluso, sentí unas irracionales ganas de gritarles a todas esas zorras con faldas largas que juraban se casarían con él en la iglesia de Forks, que había sido mío y esa expresión de plenitud era por mí.

Tanya se iría a la mierda.

Una sonrisa se extendió por mis labios de tan solo pensarlo.

— ¡E-Espera! —chilló, respirando con dificultad. Estaba a mitad de camino, el muy cabrón, y se había parado. Me tragué mi frustración y lo observé con los ojos entornados.

— ¿Qué pasó ahora? —murmuré con cansancio, tratando de no mover mis caderas para ir a su encuentro.

— No puedo seguir si no escucho a Bon Jovi.

Rodé mis ojos y le di volumen a la radio, mientras volvía a atacar sus labios con fervor.

— ¿Mamá?, ¡Mamá!

— ¿Qué?

— Estabas como en la vía láctea —sonreí y abrí mis ojos.

— Lo siento renacuajo, estaba recordando algo —desordené su cabello y me enderecé en el asiento— Vaya, ya estamos en Seattle, quién iba a decirlo, no nos hemos demorado ni una mierda.

— Tío Grizz maneja súper. ¿Ya llegaremos donde el abuelo y la tía?

— Si, mocoso, estamos cerca de Forks.

— ¿Qué estabas recordando, ma'?

— Uh, bueno, recordaba el día anterior al que dejé Forks para conocer los Estados Unidos —mi pequeño se sentó sobre mi regazo y se apoyó en mi pecho—. Un día hace siete años atrás, hace bastante que no recordaba ese momento, fue agradable, ¿sabes?

— ¿Algún hombre que dejaste llorando por ti en Forks, B? lo creería, algo así como lo hiciste en Idaho —Emmett sonrió por el espejo retrovisor, levantando su puño en señal de victoria— Esa es, ustedes dos deberían hacer un libro "Las reglas de cómo ser unas rompecorazones"

— Grizzly cierra la puta boca, tú deberías ser el que escriba ese libro, ¿quieres que te recuerde porque tuvimos que abandonar California? —Alice se cruzó de brazos, una de sus cejas arqueada a las espera de la respuesta de Emm.

— Entendido Tink, lo tengo. La jodí, use la herramienta donde no debía, fui el patas negras, el otro, lo sé —suspiró teatralmente— ¿Qué carajos iba a saber yo que la chica salía con un cabrón luchador?, nenas, yo nunca arranco pero ese hijo de puta era enorme, enorme. Y esto, cariños —apuntó su rostro—, está asegurado en millones.

— ¡Deberíamos haber dejado que te partiera la cara entonces! Hubiéramos podido pagar la tienda, el departamento y un millón de mierdas más, ¡hubiéramos comprado el play 3 para nuestro hijo! —Alice gritaba como un hámster endemoniado.

— Vale, vale, cálmense ustedes dos. Ya estamos aquí, estamos en Seattle, vamos a La Push a pasar un buen rato y luego Forks será nuestro —sonreí abrazando a mi hijo—. Tomemos esto como una más de nuestras aventuras en carretera, solo que esta vez será, uh… Permanente.

— Espero que haya chicas, es lo único que le pido al tío de allá arriba, que no me deje desamparado, un chico necesita coños para subsistir.

— ¿Qué es coño? —me rasqué la mejilla y besé la nariz de mi bebé.

— Una comida —le contesté, Emmett rió asintiendo en aprobación. Claro que para él el termino de comida quedaba de maravillas, joder—. Hay chicas Grizz, solo que no como estás acostumbrado, primero deberás poner un anillo en su dedo para que abran sus piernas para ti.

— Joder, no, ni de coña —la cara de susto en el rostro de Emmett fue lo mejor— ¿Te imaginas yo casado? Ni siquiera es algo imaginable, me da nauseas solo pensarlo. Nah, estoy seguro de que debe haber algunas chicas malas por ahí, ya sabes, de esas que solo quieren guardar apariencias pero llevan una guarra interior y, amigas, Grizzly sacará esa guarra de su corazón.

— ¡Aw, se nos puso romántico el cabrón! —Alice chilló tan fuerte que casi acabó con nuestros tímpanos— Yo solo quiero conocer al enamorado que B dejó atrás.

— ¿Qué enamorado? —mi renacuajo me miraba con su pequeño ceño fruncido, quería lucir intimidante haciendo una mueca con su labio que Emmett le había enseñado. En él se veía de lo más adorable— ¡Voy a golpear traseros!

— Yo golpearé tu trasero, mocoso —besé la cima de su cabeza— Hace siete años que no vengo a este pueblucho, ¿enserio crees que recordaré sus caras?

Y esa era una vil mentira.

Nunca olvidaría la cara del pijo de Cullen al alcanzar el clímax.

Ese gesto, ese exacto gesto, se quedó grabado en mi retina hasta el final de los tiempos…

… Hasta que lo vuelva a ver y pueda joder sus pelotas con eso.


¡Buenas Tardes!

Yo no debería estar subiendo esto, ¿ven? Yo me dije "Marina, luego de Primerizo, recuerda, luego de Primerizo" pero el Prólogo no le hace mal a nadie, ¿no? debo tomar clases de como ser organizada, no-impulsiva y no perder la paciencia. Así que aquí les traje el prólogo de la historia, ¡espero les guste! Desde ya les digo que cada capítulo está nombrado como una canción, o alguna parte de ella, les daré el nombre y todo en el mismo capítulo, para ponerse a tono (?)

Sobre los otros fics, estoy terminando el cap. de Primerizo, CPCSC y 3, 2, 1 están listos, solo me queda enviarlo a Di :3 Así que de esta semana no pasa la actualización, preferiblemente el fin de semana, si nuestro amigote Yisus quiere y no me da eso que llaman paja por ahí para escribir, Dioh, debo ponerme las pilas y alejar la flojera de mi hermoso ser XD

¡Nos estamos leyendo!

Mucho sexo, drogas y rock n' roll para ustedes (?)