Los Personajes son propiedad de Stephenie Meyer, la trama es mía. Di. No. Al. Plagio.

*Capítulo beteado por Vhica Tía Favorita, FFAD. www. Facebook groups/ betasffaddiction /


Capítulo 9

Bella

Cuando le dije a Jacob que hiciera lo que quisiera, realmente lo hizo, salió de mi casa y se dirigió a la estación de policía. Pero yo seguía queriendo hacer bien las cosas, por lo que hablé con mi padre y aunque estaba en contra, terminó dándome una carpeta con el caso.

—El caso está cerrado así que no creo que esté mal que lo veas —suspiró resignado, apenas abrí la carpeta comencé a leer lo más rápido posible hasta que llegué a la parte que deseaba.

Alec Vulturi, ¿Quién era aquel sujeto?

—¿Qué ocurre hija?

—¿Sabes quién es Alec Vulturi? —le di la página donde éste rendía su declaración, lo observó por varios minutos y luego me lo devolvió.

—J. Jenks nunca dijo nada de este hombre —frunció sus labios—, él me estuvo manteniendo al tanto pero nunca lo mencionó. Sin embargo...

—¿Sin embargo? —urgí.

—He escuchado de la familia Vulturi en algún lugar. Creo que... Aro Vulturi es un gran empresario en New York, tiene dos hijos que son arquitectos y uno abogado, el hijo menor fue mandado a Canadá por sus estudios, pero no sé quien de todos ellos podría ser ese chico.

—Yo tampoco recuerdo conocerlo sin embargo fue el testigo y estuvo a favor de Tanya.

—Tú y yo somos abogados, aquí hay algo escondido ¿Lo sientes? —Asentí con las palabras de mi padre—. Hablaré con Jenks mañana —anunció con decisión.

—Papá, no creo que sea buena idea —murmuré suavemente, acomodé la carpeta bajo mi brazo derecho y lo miré con pena—, si Jenks olvidó mantenerte al tanto de Alec Vulturi no puedo imaginar que más nos hizo ignorar.

Nunca había visto a mi padre tan tenso en toda mi vida, se perdió en sus pensamientos por un mínimo de tiempo y luego asintió con algo de inquietud, podía entenderlo, yo le había insinuado que su amigo y un buen abogado, podría habernos traicionado.

—Quiero pedir que abran de nuevo el caso, papá.

Su rostro se desfiguró con sorpresa y luego pareció abrumado por mi decisión. Caminó hasta su escritorio y tomó el teléfono de casa, marcó unos números rápidamente y esperó.

—Pero primero debemos conseguir otro abogado, ni tú ni yo podemos hacernos cargo para reabrir el caso.

—Gracias por apoyarme —dije sinceramente y le sonreí.

—Pero no le digamos a tu madre aún, no quiero ponerla nerviosa —pidió, luego alzó su dedo índice indicándome que esperara.

Cruzó unas palabras con la persona al otro lado de la línea, lo vi fruncir su entrecejo mientras bromeaba alegremente con esa persona, luego se mostro más serio y fue al grano. Cuando terminó la llamada se volvió hacia mí.

—¿Y? ¿A quién llamaste? —esperaba buenas noticias.

—A mi buen amigo de la universidad, también es abogado penal —me informó—, hace varios años que no lo veo pero me mantengo en contacto con él, se llama Riley Biers, dijo que estaría encantado de ser tu abogado.

—¡Eso es maravilloso!

—Claro que lo es, ahora dame esa carpeta, sabes bien que mientras el caso esté abierto no puedes tener acceso a él —me quitó la carpeta, quise rebatir pero él tenía razón, era cuestión de ética profesional.

—¿Y ahora? —pregunté.

—Solo... —se acercó y me atrajo a su pecho—, solo deja todo en manos de Riley, no quiero que te metas en más problemas, ve a descansar con mi nieta —depositó un beso en mi frente como despedida.

Mientras tenía a una adormilada Claire en brazos, pensaba que hubiera preferido yo misma llevar mi caso, pero eso no hubiera sido justo, menos legal. Solo esperaba que el amigo de mi padre fuera un buen abogado y descubriera toda la basura que pudiera haber sido escondida durante tantos años.

/…/

Leah entró en el área que Ángela y yo ocupábamos.

—Marie —me miró incomoda—, el jefe quiere hablar contigo —se dio la media vuelta y se fue sin darme tiempo de decir algo.

—¿Qué le ocurre? —me preguntó Ángela.

Me alcé de hombros y me levanté de mi escritorio para dirigirme a la oficina del jefe, desde el día en el que entré a trabajar en la Institución no había cruzado palabras con él, por lo que no podía evitar sentirme nerviosa mientras llegaba y tocaba a su puerta.

—Señorita —con la cabeza señaló el asiento frente a él.

—Señor...

—¿Sabía que la verdad siempre sale a la luz tarde o temprano? —Me miró seriamente a través de sus anteojos, en ese momento la respiración se volvió más lenta y me terminé agarrando fuertemente del borde de la silla—, esta mañana recibí una llamada, ¿Tiene idea de quién?

—No —respondí como pude.

—En realidad eso no importa, lo que me interesa es lo que me informó esta persona.

—¿Q-Qué le dijo?

—Me dijo que usted acaba de salir de prisión hace menos de dos meses. ¿Eso es cierto? —inquirió levantándose de su asiento de cuero.

—Sí, pero...

—Eso es todo lo que necesitaba saber señorita... ¿Swan? ¿Cierto?

—Señor, yo...

—Señorita Swan, no quería llegar a esto pero usted debe comprender que no puedo tener a una ex presidiaria dentro la institución. Si las personas se enteran dejaran de confiar en nosotros —me explicó severamente.

Entendí lo que quería decirme.

—Me está despidiendo —aseguré.

—Lo lamento señorita —pero estaba segura de que no lo lamentaba porque él no sabía lo que era cargar con esto—, le pido que se retire.

Entendí el porqué Leah se veía incomoda cuando fue a avisarme, mientras firmaba mi renuncia nunca me miró, supuse que ya lo sabía y no pude evitar preguntarme cuantas personas más estaban al tanto de mi situación.

Cuando llegué a mi casa no quería entrar, sentí como si un balde de agua fría me hubiera caído, poco a poco sentí la desilusión hacer eco en mi otra vez.

Mi madre me vio entrar, le conté lo que ocurrió mientras ella me abrazaba con cariño.

—Todo estará bien —me aseguró.

Quería creerle, pero ambas sabíamos que solo eran palabras de apoyo, ni mamá ni yo podíamos asegurar nada. No quería que me engañara con falsos ideales.

Me di cuenta de que seguía hablando pero ya no quería escucharla así que subí a mi habitación y desee en silencio que todo fuera un mal sueño.

Para terminar el día Bree, la señorita del servicio infantil llegó para hacer su revisión mensual, mi corazón se salió de mi pecho cuando comenzó a decirme que Claire no debería de estar conmigo por no tener un empleo. Quería llorar, gritar y asegurarle que Claire estaría bien y que yo conseguiría un empleo.

Pero ella era como todos los demás, ella no confiaba en mí, ella estaba segura que yo no era una buena influencia para Claire. Entonces me dio un mes para conseguir un empleo seguro de lo contrario..., de lo contrario me quitarían a Claire.

EPOV

Esperé a que llegara Alice y la intercepté.

—¿Qué? —preguntó sorprendida.

—¿Desde cuándo Isabella está libre?

Hubo un momento de tensión que pareció interminable, por supuesto que ella lo sabía.

Abrió su boca pero no salió nada, se veía sorprendida y se debatía entre que decirme, podía verlo en sus facciones.

—Tomaré eso como hace mucho y que tu lo sabías.

—Forks es un lugar pequeño, claro que lo sabía y no puedes culparme de nada, además no es como si a ti te interesara —se cruzó de brazos.

—No me interesa —discutí.

—¿Cuál es el maldito problema entonces? —dijo ella.

—El problema es que no me lo habías dicho, que todos lo sabían, incluso Tanya, todos menos yo —respondí irritado.

—¿Tanya lo sabe? Demonios...

¿Desde cuándo Alice decía esas palabras?

—¡Tengo que irme! —anunció rápidamente.

—¡Alice! —pero ella no me escuchó, simplemente me ignoró.

—¿Qué le pasa a tu hermana? —me preguntó Tanya acercándose a mí y colocando su mano en mi pecho.

Creí que habíamos solucionando el problema con sus hormonas.

—Nada —dije alejándome de ella.

Busqué a mi hijo en el jardín, estaba jugando con Emmett, Rosalie veía la escena con los brazos cruzados y la mirada perdida, pasé a su lado y llegué hasta donde estaban los chicos jugando con un balón.

Cuando regresáramos en Europa, mi hijo volvería a ser el mismo chico solitario, varias veces quise volver al pueblo para que él conviviera con mi familia pero después de tantos intentos fallidos con Tanya, me di por vencido y en el camino le quité a mi hijo la oportunidad de crear un lazo más fuerte con mi familia.

—Hijo, ¿Puedes llevarle estos papeles a tu padre?

—Claro mamá.

— ¿Sabes porque Alice se fue tan nerviosa?

Miré a mi madre, a ella no podía mentirle.

—Sé que Isabella salió de prisión.

Se sentía tan raro decirlo, había un sentimiento tan difícil de explicar, simplemente no sabía cómo reaccionar ante mi recién descubrimiento.

—Yo... bueno… —no quería escuchar nada por el momento.

—Iré a llevarle estos papeles a mi padre —la interrumpí.

Agarré las llaves del Aston Martin de mi padre y me dirigí al garaje, antes de arrancar con dirección al hospital, Tanya se acercó al auto, con confusión la vi sentarse en el lado del copiloto.

—Imaginé que podría acompañarte —sonrió suavemente.

—Creí que odiabas los hospitales— murmuré.

Me observó fijamente, —Creo que te equivocas de persona.

Tragué en seco y detuve el auto por un momento.

—¿A qué te refieres, Tanya? —inquirí sin dejar el volante y sin observarla.

—Creo que tú mismo lo sabes, no somos tontos, escuché lo que sucedió con Alice. Sobre Isabella, ¿Aún la recuerdas? —Sus ojos se oscurecieron y me pareció atemorizante—. ¡Esa maldita mujer nos arrebató a nuestro hijo! ¿Y si quiere hacerle daño a Tony?

Me voltee rápidamente hacia ella, sus palabras anteriores comenzaron a resonar en mi cabeza y negué una y otra vez.

—¡Tenemos que irnos Edward! ¡Tenemos que regresar a Europa!

—Cálmate Tanya, ella no lo haría —cerré mis ojos y sentí los dedos apretar el volante mientras trataba de controlarme. De controlar los recuerdos.

—¡Lo hizo una vez! —gritó, yo por mi parte quería dejar de escuchar.

Las imágenes de aquel día siete años atrás en el hospital, me golpearon fuertemente, podía verme corriendo por el pasillo pidiendo información de Tanya, pude ver a sus padres preocupados y por último me pareció escuchar la voz del doctor diciéndome que no pudieron hacer nada por el feto.

Diciéndome que la caída había ocasionado un aborto.

—¡Piensa en Anthony! Estoy segura de que ella le hará daño, es una asesina, es una maldita… ¡Edward tenemos que irnos!

—¡Basta Tanya! —grité con enojo.

Al llegar al hospital, me encontraba en un estado muy nervioso y ella estaba muy alterada que tuvieron que tranquilizarla, había sido la crisis más fuerte que Tanya había tenido en varios años.

Tomé la decisión de irnos, no por el hecho de que Isabella estuviera libre y le tuviera pánico. Sino por Tanya, no podía tenerla tan alterada y en un estado nervioso, no era bueno para ella ni para mi hijo. Aunque por otra parte, tal vez si fuera por Isabella.

No sabía que pensar, los antes y después se mezclaban, una parte de mi no creía que Isabella nos hiciera daño de nuevo, pero ahí estaba una parte de mi cerebro diciéndome que debía cuidarme de ella.

Para colmo, Tanya no dejaba de repetirme una y otra vez que el peligro estaba justo en Forks y tenía nombre.

Años atrás culpé a Isabella de mis desgracias, le dije cosas que sentí eran reales y aunque no lo fueran, ya estaban dichas, años atrás e incluso en esos momentos, un sentimiento de rencor inundó mis pensamientos. ¿Y si Tanya tenía razón? ¿Y si Isabella se acercaba a mi hijo? Tenía que salir del hospital, tenía que irme y tranquilizarme.

Dejé a Tanya con Rosalie y manejé con dirección a La Push, el sonido del agua era lo que creía pacifico, tranquilo e idóneo para relajarme. Cuando estacioné en la playa me quedé un largo tiempo en el auto simplemente pensando mientras observaba las olas golpearse entre sí. Después de unos largos minutos decidí dar un paseo. Estar solo era lo que probablemente necesitaba porque automáticamente sentí como volvía a respirar con normalidad.

Mi celular comenzó a sonar y por el identificador vi que era Emmett, no le respondí pero como tampoco quería preocupar a mi familia, le mandé un mensaje asegurándole que estaba bien. Cuando levanté la vista del aparato, me tomó varios segundos identificar a la mujer que caminaba en sentido contrario al mío.

Pasaron unos segundos más para que comprendiéramos lo que sucedía, la vi tensarse, mi corazón comenzó a latir rápidamente. Isabella estaba ahí, físicamente. Enfrente de mí.

Entonces ambos salimos de nuestro shock, me tensé por completo y la vi dudar antes de correr con dirección contraria a mí. Sabía que no debía ir detrás de ella, pero no pude evitarlo, porque tenía que estar seguro de que era ella y no mi imaginación. Grandiosa fue la sorpresa cuando la tomé del brazo y rogué para que fuera una tonta alucinación. Pero no lo era.

—¡Suéltame!

Por supuesto que lo hice, di un paso hacia atrás y la llame como pocas veces lo hice en mi mente, como había olvidado hacerlo...

—Bella...


Hola :)

No me alargare mucho, lamento actualizar hasta ahora solo espero que les guste, este capitulo esta como que divido en dos partes.

Me voy a terminar de escribir el próximo capítulo y nos vemos pronto, si Dios así lo desea.

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