Como lo prometido es deuda me encuentro aquí para regalarles la última pieza de este rompecabezas. Parece mentira pero me tardé casi cuatro años para darle un final. Cuatro años en los que cambié y madure, no solo como escritora sino también como persona. Me gustaría poder alegrarme, porque es una historia que me ha acompañado durante mucho tiempo pero últimamente me he encontrado en un mal lugar después de que tantas cosas pasaran por mi vida.

Quiero dedicar esto a Ren, porque más que un amigo ha sido parte de mi familia, y aunque su partida me está matando, el dolor de su adiós no se compara con el vacío de su ausencia y aunque éstas dos líneas no agreguen ni cambien nada, de alguna forma me ayuda a inmortalizarlo, que se sepa que se llevó mi corazón con él. Nunca he creído especialmente en nada pero por él me gustaría pensar que hay algo que nos espera más allá.

...

Epílogo.

— Abuela, madre... ha pasado...demasiado. Sé que estuvieron cuidándome todo este tiempo y están al tanto de la situación, pero hoy quiero presentarles a alguien muy especial para mí. — Comenzó Yui con la voz temblándole, tenía los sentimientos a flor de piel y aunque había intentado contenerse era complicado. —En realidad, ustedes ya la conocían pero quiero hacerlo oficial, ¿la recuerdan? Ella es Kyouko...mi novia.

— Es un placer volverlas a ver. — Musitó Kyouko con timidez aferrándose a la mano ligeramente fría de Yui. — Las circunstancias no son las mejores, y lamento si han visto más de lo que desearían...

Yui la golpeó juguetonamente en el brazo de forma disimulada tratando de no reír, no era el momento para eso y solo a la tonta de Kyouko se le ocurriría decir algo así.

—... pero espero que cuiden de mí. Sé que tal vez no soy lo que ustedes esperaban para su hija y nieta, yo estoy muy consciente de que ella merece mucho más, y aunque estoy muy lejos de ser perfecta voy a darlo todo de mí para que Yui sea infinitamente feliz.

— En realidad no podrías estar más equivocada, de alguna forma siempre lo supimos y no podríamos estar más orgullosos de que Yui-chan siguiera su corazón. Eres lo que siempre quise para ella, Toshino-san. No dudes de ello.

— N-no sabe cuánto significa eso para mí. — Se emocionó la rubia dejando escapar un par de lágrimas. ¿Cómo iba a imaginar que todo el amor que su propia familia le negó alguna vez lo iba a recibir por parte de la familia de su novia?— ¿Puedo darle un abrazo?

— Sabes que sí, y por favor tutéame. — Contestó con una sonrisa honesta. —Después de todo somos familia.

Yui se sintió plena, no pudo evitar derramar un par de lágrimas ante la muestra de cariño. Estaba tan satisfecha con todo, que tantas tristezas y malos recuerdos parecían insignificantes. No podía negar que se sentía triste, una amarga melancolía y desasosiego se filtraban por la parte más profunda de su alma. Había perdido demasiado, había tenido que acostumbrarse a la idea de dejar atrás a tantas personas significativas en su vida en apenas unos segundos pero el poder estar allí con Kyouko y su familia era un alivio.

— Abuela, resultó que tenías razón nunca tuve que buscarlo, ella vino a encontrarme. — Confesó Yui sonriendo entre lágrimas. — Mamá, perdóname por no haber estado allí, por haberte reprochado y culpado. Tú solo buscabas lo mejor para mí, sabías que no podía lidiar con la idea de perder a alguien más e hiciste el sacrificio de dejar todo lo que amabas en el mundo para no causarnos sufrimiento, sé que no debió ser nada fácil. Eres la persona más valiente que conozco. Te amo mucho.

Unos cálidos brazos se aferraron a ella y a Kyouko en un abrazo lleno de amor y consuelo.

...

Un trueno retumbó por todo el cielo. El viento rugía con fuerza mientras azotaba sin piedad las copas de los árboles, las nubes eran densas y grisáceas, de una gama de colores grises tan variado que te llevaba a pensar que habían sido cuidadosamente pintadas.

— Ya es hora, señor Funami. — Interrumpió Taylor, su conductor.

Tamaki quién se había arrodillado ante aquellas lápidas grisáceas de mármol que combinaban trágicamente bien con el paisaje, asintió suspirando. Nunca iba a ser sencillo decir adiós, lo había hecho una vez pero cada vez que venía a visitarlas al cementerio se sentía como volver a revivir ese maldito momento. Una y otra vez.

Quizás esta iba a ser la última vez que venía.

La brisa se colaba entre sus ropas haciéndole temblar, sus cabellos ligeramente canosos se movían libremente por todo su rostro. Aún así se detuvo queriendo ganar algo de tiempo y mientras encendía su cigarro y le daba una calada, negó tristemente, jamás podría dejar de venir pese a que lo matara por dentro.

Dirigió una última mirada sintiéndose un poco más roto. Tantas risas y lágrimas, tanto amor, besos y sonrisas, recuerdos y vivencias...tanta vida y cuando menos te lo esperas lo único que queda es una maldita lápida que no dejaba de ser un pedazo de roca con un nombre escrito y un agujero infinito en el fondo del alma donde alguien que amabas solía estar.

—Que vida de mierda. —Masculló en voz baja antes de arrojar la colilla al suelo y aplastarla con la suela de su zapato. Sin levantar la vista del suelo suspiró una vez más antes de tratar de enmascarar su voz lo suficiente para que no se notara su dolor. —Es hora.

Mientras la figura de su padre con las manos en los bolsillos y el paso lento quedaba grabada en su cabeza, Yui suspiró apresumbrada. Odiaba verlo así, odiaba no poder hacer nada al respecto.

—Tu padre se ve muy triste. —Murmuró con pesar Kyouko sin saber cómo romper aquel duro silencio.

—Nunca va a poder reponerse de ello, las personas suelen decir cosas vacías como que hay que ser fuerte y superar las cosas. Cuando en realidad la muerte no es algo que se supere, cuando alguien se muere tratas de aprender a sobrevivir a su ausencia. El tiempo no siempre es una cura, a veces solo es el peor de los venenos. —Reflexionó Yui afligida. —Yo jamás podría haber podido vivir sabiendo que tú no estás. A él le pasa lo mismo, y cuando es así de profunda la pena, el tiempo no ayuda...solo lo hace peor.

Kyouko abrazó a Yui fuertemente, le hacía mal escucharla tan triste y aunque sabía que no había forma de que ella pudiera aliviar sus penas se conformaba con al menos mitigarlas un poco.

—Vamos, hace demasiado frío y tu padre se impacientara si no nos apresuramos. —La animó Kyouko separándose lentamente.

Yui asintió resignada y se arrodilló imitando a su padre.

—No se preocupen, nos vemos el próximo fin de semana. —Se despidió acariciando con suavidad la lápida de su abuela y de su madre. —Gracias por su apoyo.

—Hasta la próxima, señoras Funami. —Murmuró Kyouko mientras ayudaba a Yui a reincorporarse. Caminaron juntas de la mano con dirección al auto en donde las esperaba el ansioso padre de la castaña.

...

— ¿Está b-bien que hagamos esto?—Tartamudeó Yui tratando de controlar el tono de su voz. Kyouko estaba besando aquel maldito punto débil que tenía en el cuello mientras la tenía apretada contra su cuerpo.

Sentadas en la recepción del restaurant al que habían ido a almorzar, Kyouko aprovechó la ausencia del padre de Yui para sentarse muy cerca de su novia y empezarle a susurrar cosas al oído. Sus intenciones eran buenas, solo quería animarla pues aquella visita al cementerio había dejado a la castaña muy apagada. Pero una cosa llevo a otra y entonces empezó a besar su mentón terminando en su cuello. No había mucha gente por allí y la rubia dudaba que les prestaran mucha atención así que sin dejar de sonreír prosiguió con sus atenciones.

—Sip. —Fue lo único que contestó la rubia.

—Alguien nos va a ver. —Masculló Yui tratando de ser la voz de la razón. —D-detente.

— ¿Estás segura?—Murmuró la otaku contra su oído mientras deslizaba sus manos entre la blusa que tenía Yui. Dejó que sus uñas rasguñaran ligeramente la piel del abdomen de la castaña y sonrió al sentirla temblar. —Porque tu cuerpo me pide a gritos otra cosa.

Antes de que Yui pudiera decir algo un chillido familiar las interrumpió.

— ¿Qué demonios es esto?

Kyouko sintió su mundo desmoronarse. Se separó de Yui aterrada, sus padres se encontraban frente a ella. Tenían la intención de entrar a cenar al restaurant en el que se encontraban cuando las vieron en la recepción y no dudaron en acercarse a ellas.

Decir que estaba pálida era un eufemismo, su corazón latía con fuerza y sentía que en cualquier momento iba a desmayarse o a vomitar, ambas incluso. No sabía qué hacer o decir, era como si se hubiera transportado a su habitación a aquel fatídico día en el que había sido descubierta con Ayano. Yui también estaba sorprendida pero reaccionó y tomó la mano de Kyouko con fuerza tratando de trasmitirle su fuerza, estaba consciente de que este enfrentamiento iba a ocurrir algún día, era casi inevitable si la otaku pretendía continuar con su vida.

Con la cara roja de ira y las venas del cuello sobresaliendo, un hombre de cabellos cenizos y unos profundos ojos azules arrastró a la mujer de rasgos similares consigo hasta estar cara a cara con su única hija.

—Debí suponerlo, una manzana podrida solo puede traer más daños. Si querías que tu vida fuera un desperdicio y una vergüenza está bien, pero ¿cómo pudiste involucrar a los Funami en esto?—Empezó a despotricar su padre llamando la atención de todos a su alrededor.

— ¡Hiroto!—Interrumpió el padre de Funami que había salido a buscar a su hija después de terminar de arreglar un par de asuntos que tenía con el dueño de aquel pequeño pero agradable restaurant.

— ¿Tamaki?—Inquirió el hombre sorprendido y algo avergonzado de haber sido descubierto comportándose de aquella forma públicamente. —Lamento mucho el comportamiento de Kyouko, no tenía ningún derecho de arruinar a tu hija, ya mismo tomaré las riendas de la situación. Creímos que habíamos tomado la decisión correcta pero esa niñata no tiene solución.

—Hiroto cuando escuché sobre la situación me sentí enfermo. Nunca me esperé algo así, pero ahora al contemplarlo con mis propios ojos no puedo hacer otra cosa que aceptar lo que muchos me dijeron. —Comenzó Tamaki con decepción pero al mirar de reojo la expresión destruida de Kyouko y de su hija decidió dejar de darle largas al asunto. — Es deprimente saber que perdí años enteros de amistad solo porque eres demasiado ciego y estúpido como para entender que el amor no es algo que podamos elegir. Y al ver como oprimes e insultas a tu hija por haber encontrado algo que muchos buscan casi toda su vida, me hace preguntarme sobre el tipo de persona que eres. Me alegro muchísimo de que tu hija no fuera igual de retrógrada e ignorante que tú. Y como te conozco sé que no te disculparas por hablarle de esa forma, así que te prohíbo acercarte a mi hija o a su novia a menos que sea para tratar de redimirte.

—P-pero...—Murmuró el hombre humillado y sorprendido.

—Y por cierto, si tenías planes para cenar te aconsejo que busques otro lugar...mi nuevo restaurant se reserva el derecho de admisión y la intolerancia no está bien vista. —Finalizó Tamaki con algo de prepotencia. —Chicas, suban al auto no quiero que perdamos más tiempo con estas personas.

—Antes de irme quiero agradecerles.—Intervino Kyouko encontrando la fuerza necesaria y poniéndose de pie sin soltar a Yui.—Si no hubiera sido porque son unos padres horribles que decidieron poner a su única hija en la calle y desentenderse de ella solo por su orientación sexual yo no habría descubierto lo que es la verdadera felicidad. No me habría dado cuenta de que el amor de mi vida siempre había estado a mi lado, no sabría lo que es tener una verdadera familia. Así que no se preocupen en intentar contactarme, porque como alguna vez me gritaron antes de arrojarme a la calle, yo no soy su hija y ustedes no son mis padres. Que tengan un buen día.

Ambos Funami se miraron sorprendidos, Yui estaba tratando de contener la sonrisa orgullosa que se dibujó en sus labios casi sin permiso mientras su padre trataba inútilmente de disimular algunas lágrimas de emoción que se le escaparon. Antes de que alguno de sus progenitores pudiera contestarle la rubia empezó a caminar con decisión al auto, no tenía nada más por decir ni por escuchar. Yui se reincorporó rápidamente y pasó su brazo por la cintura de Kyouko posesivamente.

—Vamos, cariño. —Exclamó Yui exageradamente mientras trataba de mantener el semblante serio. —Es hora de elegir el vestido que vaya a juego con mi esmoquin.

Kyouko frunció el ceño sin poder creerse la situación pero se dejó guiar por Yui sintiéndose inmensamente feliz.

— ¿De qué vestido hablas? No vamos a casarnos, aún. —Inquirió risueña la rubia cuando se aseguró que no podían escucharlas.

—Ellos no lo saben. —Comentó Yui alegremente robándole un pequeño beso en la mejilla para luego acercarse para poder hablarle al oído a la rubia al estar segura que los padres de esta aún las miraban. —Pero dejarlos pensándolo un rato será algo muy divertido.

Cuando se subieron al auto Tamaki las esperaba sin poder borrar la sonrisa de su cara. Era algo agradable después de haberlo visto tan triste hace un par de horas atrás. Le sentaba bien sonreír.

—Muchas gracias, señor Funami. —Murmuró Kyouko conmovida. —Eso fue...hermoso.

—Ya te lo dije antes Toshino-san, ahora somos familia y nadie se mete con un Funami.

—Entonces creo que puedes decirme Kyouko, no hacen falta tantas formalidades.

—Estoy de acuerdo, así que por favor llámame Tamaki.

...

— ¿Estás bien? Has estado distraída desde que llegamos. —Susurró Yui abrazando a la rubia por la espalda.

Kyouko que estaba de pie contra la mesada de la cocina mirando distraídamente un pote de helado no pudo sino sonreír ante las atenciones constantes de su novia.

—Solo pensaba en lo afortunadas que somos. No sé que habría sido de mí si el detective Ayagasaki no hubiera llegado a tiempo.

—Lo sé. —Contestó Yui dejándose llevar por los recuerdos mientras posaba su cabeza en el hombro de la chica.

Ese día se había rendido, tan pronto como había visto a Kyouko tirada en el suelo presuntamente muerta su vida había dejado de tener sentido. No quería vivir en un mundo donde Kyouko no estuviera con ella. Así que tenía el cañón del revolver contra su frente y estaba lista para irse mirando a la muerte a la cara. Al menos hasta que aquella luz blanca la cegó por unos segundos y entonces un disparo resonó dejándola en shock.

No sentía absolutamente nada, tuvieron que pasar un par de minutos hasta que logró reaccionar, el silencio... irónicamente era ensordecedor. Se talló los ojos y cuando los volvió a abrir aquella luz había dejado de verse tan brillante. Sintió algo caliente en su rostro y se dio cuenta de que estaba salpicada con sangre, sangre que no era suya.

Un vistazo a su alrededor fue suficiente para encontrarse con el cuerpo de aquella horrible mujer en el suelo desangrándose. Confusa se giró para descubrir esquirlas de vidrio en el piso, se podía observar como en el balcón de la fachada del frente, desde el mismo lugar de donde provenía la luz, había un hombre con un rifle de largo alcance. La había salvado.

Y entonces la escena de Kyouko se repitió en su cabeza y odió al hombre que acababa de arruinar su liberación. Llorando amargamente se tiró al suelo mientras buscaba el arma de Danielle, sin Kyouko no tenía sentido...avergonzada por su debilidad y sintiéndose patética se apuntó con el arma y entonces alguien pateó su muñeca evitando así un destino Shakesperiano.

— ¿Qué crees que haces?—Inquirió histérico el detective quién se había inclinado a su altura y la sujetaba fuertemente de los brazos.

—K-Kyouko...ella...

— ¡Esta viva!—La interrumpió el detective. Tomó el mentón de la castaña y la forzó a mirar a Kyouko quien atendida por unos paramédicos parecía empezar a recuperar la consciencia. —Está viva, Funami-san. Ambas lo están.

—P-pero... ¿cómo?

—Tendrás que preguntárselo tu misma mientras van al hospital para que la tengan en observación, ella solo estaba inconsciente por el fuerte golpe pero según los paramédicos estará bien.

— ¿Puedo?—Inquirió Yui al borde de las lágrimas.

El detective asintió y la ayudó a reincorporarse con delicadeza. La castaña corrió hacía su chica y la abrazó aliviada al sentir como Kyouko correspondía al contacto aferrándose fuertemente a ella.

—Tenía un chaleco anti balas debajo, lo encontré en la habitación de los policías...y-yo tenía tanto miedo que lo olvidé. —Admitió la rubia entre avergonzada y aliviada por haber logrado salir de toda esa situación. —Te amo tanto, Yui.

—Tenía tanto miedo, pensé...pensé que te habías ido. —Se quebró la aludida refugiándose en el cuello de su chica. —No podía s-soportarlo.

—Estamos bien. No te preocupes, estamos bien.

— ¿Yui?—La llamó la rubia al darse cuenta de que Yui estaba perdida en sus pensamientos. — ¿Estás bien?

—Te amo. —Contestó Yui volviendo a la realidad.

Kyouko la miró con una pequeña sonrisa tonta en los labios, sabía que aquella experiencia las había marcado, en realidad habían tenido que pasar por tanto que volver a la escuela había sonado celestial, les quedaban un par de meses que aprovecharían totalmente antes de tener que preocuparse por la universidad y demás.

—Lo sé. —Alardeó Kyouko con prepotencia antes de tomar una cucharada de helado y llevárselo a la boca. —Era inevitable que te enamorarás de mí, soy irresistible.

—Entonces, señorita irresistible... ¿has pensado mucho en casarte conmigo?—La molestó Yui besando castamente la mejilla de la rubia.

—Yo no sé de que hablas...—Se escaqueó la rubia haciéndose la tonta mientras saboreaba otra cucharada de ron con pasas.

Lo había mencionado alguna vez, habían pasado dos meses de aquel horrible día y aunque sabía que llevaban relativamente poco saliendo a veces se encontraba fantaseando con la idea, después de todo no se imaginaba en un futuro sin ella. Era consciente de que hoy durante el encontronazo con sus padres había dejado caer algo, pero no podía evitarlo. Era muy feliz y aunque era una ilusión tonta, siempre había querido casarse, era algo que no parecía muy propio de ella pero desde que era pequeña le había gustado imaginarse cómo sería su boda, podía jugar horas y horas a eso... lo curioso era que en todos sus juegos, Yui (que en realidad lo hacía solo para complacerla) terminaba siendo el novio mientras que Akari tenía la misión de casarlas. ¿Coincidencia? No, a Kyouko le gustaba pensar que en realidad siempre lo había sabido.

— ¿En serio?—Susurró Yui contra su oído mientras que permitía que sus manos se deslizaran de la cadera de la chica hasta sus piernas. Kyouko cerró los ojos y se mordió el labio para ahogar un suspiro dejándose llevar por las caricias que empezaban a encender su cuerpo.

—Si. —Contestó Kyouko aferrándose a la mesada para tratar de mantener el equilibrio. Mientras sentía los dientes de Yui morder juguetonamente su cuello.

—Bueno, supongo que tendré que devolver esto. —Se lamentó Yui antes de poner una pequeña caja de terciopelo negra encima de la mesa, junto con el helado que había quedado olvidado desde hace un rato.

Kyouko tardó unos segundos en asimilarlo pero cuando reaccionó abrió los ojos para encontrarse con aquella cajita. Sintió su corazón acelerarse y trató de decir algo pero solo pudo balbucear sin sentido. Con las manos temblándole, y la respiración desigual la tomó con sumo cuidado, como si tuviera miedo de que un mal movimiento la hiciera desaparecer.

—Y-Yui... ¿qué significa esto?—Atinó a contestar Kyouko después de girarse, aún entre los brazos de Yui, necesitaba mirarla a los ojos, necesitaba saber que no era una simple broma.

—Cásate conmigo. —Le pidió Yui mirándola con adoración mientras le sonreía tan dulcemente que Kyouko sintió que el mundo podía acabarse ahí mismo y no importaba.

—P-pero...somos muy jóvenes. Nosotras llévanos muy poco y-y ¿qué va a pensar tu papá y todo el mundo? Jamás nos lo permitirán, y luego está la escuela... ¿qué harán las chicas?—Empezó a mascullar Kyouko casi sin respirar y sin poder apartar la mirada de aquella cajita negra. — ¡Por Mirakurun!... ¿q-que dirán mis...mis fans?

Yui se rió de una forma tan honesta que Kyouko se quedó sin habla. Definitivamente amaba a esta chica, y nada en el mundo la haría más feliz que estar con ella toda su vida. Funami se sentía embelesada, la rubia era tan adorable. La tomó por el mentón suavemente para poder mirarla.

—Cásate conmigo. —Repitió la castaña sin poder dejar de sonreír.

— ¿Cómo p-puedes pedirme eso? ¿Estás loca? Y-yo...no puedo creer que seas tan desconsiderada, ¡estamos en pijama! y e-en la maldita cocina, Funami. —Siguió Kyouko hiperventilándose pero sin poder quitarse la sonrisa del rostro. — ¡Y son las tres la mañana!

— ¿Me vas a hacer repetirlo, de nuevo?—Se quejó Yui cuando Kyouko continuó con su discurso incoherente.

—Cállate... ¿en la cocina mientras esperábamos que terminaran las propagandas para ver una película? ¿En serio?

—Pensé en ponerla en el helado, pero teniendo en cuenta de que comes como un animal salvaje preferí no hacerlo, no tenía ganas de volver al hospital. —Se burló Yui separándose de la otaku antes de que la rubia tomara represarías contra su persona.

—E-espera... ¿a dónde vas?—Reclamó Kyouko al ver como Yui tomaba los paquetes de golosinas que habían ido a buscar y salía de la cocina tranquilamente. — ¡Yui!

—La película va a empezar...

Kyouko estaba atónita, no entendía nada...primero Yui le salía con algo tan grande y entonces se iba a ver una película. ¿Qué le pasaba? Como si no hubiera hecho tambalear su mundo con dos palabras, como si no la hubiera hecho la persona más feliz de la galaxia hace unos segundos, como si todo su cuerpo no estuviera a punto de explotar con tantas emociones distintas, como si no hubiera acabado de pedirle que pasaran el resto de sus vidas juntas...y ahora...simplemente se iba a ver una película.

¿Pero qué mier...?

Incluso la había llamado animal salvaje, ¿cómo se atrevía?

Y entonces estaba aquella cajita negra de terciopelo que se sentía como lo más valioso del universo. Y Kyouko estaba aterrada de abrirla pero aún más de no hacerlo. Así que en un ataque de valentía lo logró, casi no se había dado cuenta de que estaba llorando hasta que sintió como unas pequeñas gotas saladas caían por sus mejillas. Ya había visto ese anillo antes, lo usaba la abuela de Yui y había sido la única cosa de la que su novia no había podido despegarse nunca, lo guardaba religiosamente...y ahora se lo estaba ofreciendo.

Al igual que toda una vida juntas.

Con una sonrisa de oreja a oreja corrió hacía el sofá donde la esperaba la castaña. Podía ver como su cuerpo se relajaba un poco al sentir su presencia y se rió en voz baja al darse cuenta que debajo de toda esa aparente tranquilidad Yui estaba tan aterrada como ella. No lo pensó más, prácticamente se arrojó al sofá recibiendo un par de quejas de Yui quien no se esperaba que un cuerpo colisionara con el suyo.

— ¿Vas a ponérmelo o tendré que hacerlo yo sola?—Preguntó Kyouko lo más casualmente que pudo después de unos segundos en los que apenas se oía de fondo la banda sonora de la película y sus respiraciones agitadas.

— ¿Estás...hablas en serio?—Se emocionó Yui entre aliviada e incrédula.

—Sí, pero vas a tener que preguntármelo de nuevo. Y esta vez de rodillas. —Exigió la rubia alegremente. —Quizás también vestida con esmoquin, te quedaría bien.

—Si vas a ser tan mandona el resto de nuestro matrimonio, creo que me lo pensaré un poco. —Bufó Yui girando los ojos.

—Idiota, ahora cállate y abrázame que está empezando. — Contestó la otaku acomodándose mejor entre el cuerpo de Yui.

Yui lo hizo sonriendo. No sabía si Kyouko se refería a la película o al resto de sus vidas, pero no importaba, no podía sentirse más afortunada y expectante.

Porque esto no era un simple final feliz, este apenas era el comienzo. Y tenían todo un mundo por delante.

...

Ahora sí, pueden quejarse si quieren. Sé que muchos querían otro tipo de final y aunque no estaba segura de si era algo que yo pudiera escribir con todo lo que he estado pasando últimamente, desde el día uno tenía en mente algo así y pese a que muchas cosas cambiaron, mis intenciones eran las mismas...escribir algo que dentro de todo fuera impredecible y que los mantuviera al borde del asiento esperando por más, me disculpo si no llegue a cumplirlo pero a mi criterio lo logró, al menos dentro de mis expectativas.

Un agradecimiento especial a: lizethotaku, nadaoriginal, ale t, Dani tg, pikachu3mishug y Cuchufli por sus reviews en el capítulo anterior, aunque hayan pasado 84 años y ese par de cajas de tomates escondidas con mi nombre se pudrieran en el proceso, ahora finalmente pueden descansar tranquilos. Gracias por sus comentarios (¡llegamos a los 200... es una locura!)

A todos aquellos que me acompañaron en este viaje, me encantaría agradecerles personalmente por colaborar conmigo dándome su apoyo incondicional (fingiré que sus amenazas de muerte y tomatazos eran con amorsh) y por llegar hasta aquí, pero tendría que hacer una lista casi sin fin, así que para todos ustedes, por sus reviews, su paciencia y su buena onda... un abrazo enorme para todos, definitivamente el mejor fandom para el que he escrito, y no es algo que se lo diga a cualquiera. (Sí alguien capta alguna de las referencias, que me lo diga en un review y de premio le escribo lo que quiera ;) )

Nos veremos en otra oportunidad.

Enteramente suya,

Alexis Gray.