Tiempo sin escribir de esta pareja, espero que les guste lo que salió. ¡Se aceptan reviews y chocolates!

Disclaimer: Los personajes de Pandora Hearts no me pertenecen, son propiedad de Jun Mochizuki :3


Le gustaba pensar en ello como si se tratara de un atardecer, la única diferencia era que el sol, en vez de ponerse frente a sus ojos, se había puesto en sus ojos. Al principio, al notar como la luz iba disminuyendo, creyó que eran puras ideas suyas. Pero a medida que las formas se hacían más borrosas y la luz perdía su fuerza, era imposible negarlo: se estaba quedando ciego. Y así, el sol fue desapareciendo de a poco, en lo que él consideró un atardecer agonizante que duró demasiadas jornadas.

Sus ojos estaban sumidos en una noche perpetua, pero el resto de sus sentidos parecían acabar de despertar. Así como las estrellas no se ven durante el día porque el brillo del sol las opaca, ahora que la vista no estaba podía disfrutar enteramente de sus otros sentidos. Era capaz de identificar las flores que ponían las criadas en los floreros por su aroma y a las personas por el sonido de sus pasos, también podía distinguir toda una nueva gama de sabores insospechados en sus pasteles y golosinas. Y al ser el gusto el sentido que más placer le proporcionaba, lo convirtió en su favorito.

Fue así como comenzó a buscar el concepto de belleza en cada una de sus formas.

Para el olfato, la buscó entre el aroma de las rosas, pero estas aparecían en su mente inseparables del recuerdo de la rata de alcantarilla, por lo que no encontró el placer que buscaba en ellas. Intentó con el olor de la tierra mojada, con el del chocolate, con el del tabaco, con el de la pasta de zapatos, con el aroma del té recién preparado, con la fragancia polvorienta que se desprendía de las hojas de los libros y finalmente intentó encontrarla entre perfumes de mujeres. Y de todas las mujeres, sólo pudo hallarla en una: Sharon Rainsworth.

Inesperadamente el nombre de la joven se repetía en todos los recuerdos que sus sentidos habían asociado con perfección y belleza. No había nada que prefiriera escuchar por sobre la voz de Sharon, la risa de Sharon, los suspiros de Sharon. Nada mejor que tomar las manos de Sharon, acariciar su cabello, rozar casualmente las escurridizas telas de sus vestidos, las cintas que ataban su pelo.

Y se consolaba pensando en todo lo que aún le quedaba por sentir y por encontrar, porque después de todo seguía sin conocer el sabor de sus besos.