Esta es la primera vez que escribo un fanfic y lo siento por adelantado si es un desastre. Lo he empezado sin pensar mucho como ira continuando, así que pido paciencia.


Esa noche habían estado esperando a un invitado para cenar del que Zero no tenía ni la más remota idea de quién podía ser. Lo único que veía con claridad es que debía ser alguien muy preciado para Yuki. Se había pasado todo el día con todavía más alegría que de normal. Se notaba que le importaba pero a pesar de todo el tiempo que ya llevaba viviendo con ellos no lo había visto jamás. Aunque lo que más extraño le parecía era que el director Cross insistía en que debía verlo con sus propios ojos para entenderlo.

—¿Pero entender qué? —se preguntaba Zero, ese hombre era demasiado raro a veces, y ahora de repente hablando tan enigmático. Incomprensible.

Yuki se levantó sin avisar en cuanto noto que ya había llegado y se apresuró a hacer que pasara al salón.

—Rápido, rápido, ven por aquí. ¿No te habrás resfriado? —preguntó Yuki preocupada de que hubiese estado demasiado tiempo bajo el frío.

Zero desde su sitio solo pudo ver como una mano acariciaba la cara de Yuki con delicadeza. ¿Eran familiares o algo? Pero no podía ser, ella también había perdido a su familia.

—Kaname-sama.

—Kaname-sama, ¿sabes qué?

—¿Qué…? —oyó Zero mientras Yuki le arrastraba con las manos hasta que dejo de estar oculto en el pasillo.

Zero no se esperaba ver algo así.

Jamás había visto a un chico tan hermoso y perfecto capaz de quitar el aliento. Y cuando sus miradas se encontraron se quedó totalmente paralizado.

Cautivante, atrayente… pero por encima de todo intimidante y aterrador. Un vampiro. Y ni más ni menos que un pura sangre. Era como si desprendiera un aura que le distinguía del resto. Como cazador no tenía ninguna dificultad para percibirlo.

Despertando de su ensoñación, agarro el cuchillo que tenía al alcance de la mano en la mesa y no dudo en clavárselo en el brazo tan rápidamente como fue capaz, haciendo caso omiso a la súplica de Yuki de que se detuviera.

Aunque desgraciadamente sabía con certeza que un cuchillo que ni siquiera cortaba bien la carne no acabaría con él.

—Vampiro —logró decir en estado de shock.

—¡Kaname-sama! —chillo Yuki asustada.

Pero Kaname a pesar de acabar de ser acuchillado no mostraba ni una sola muestra de dolor.

—Cortarme repentinamente, ¿significa qué…? —se dirigió a Zero con indiferencia.

—Que cruel —añadió.

—¡Cállate vampiro! ¡De ti sale el aroma de esa mujer!

—¿De esa mujer?

—Ah, ¿entonces tú eres Kiryuu Zero-kun? —inquirió Kaname—. Fue una pena lo de tú familia.

—Aunque no tengo intención de dejarme matar por ti —declaró mientras se quitaba el cuchillo y lo arrojaba al suelo.

En verdad la tragedia que había sucedido con su familia le parecía una lástima pero que un crio le acuchillara nada más conocerlo le enfurecía. Era la primera vez que le pasaba algo así en su existencia.

A Zero por su parte le embargara la impotencia. No le había herido lo más mínimo y ni siquiera había intentado detener el ataque. No era ninguna amenaza y eso le hacía sentirse derrotado.

Quería destruir a todos los vampiros, aun si no fuera el que tenía enfrente responsable de su dolor. No eran más que monstruos disfrazados de humanos. Y no descansaría en paz hasta librar al mundo de todos ellos.

Pero ni el director Cross ni Yuki parecían estar de su lado. ¡¿De verdad estaban con el vampiro?! No se podía creer que estuvieran tan tranquilos con su presencia.

—Él es un vampiro bueno —intentó Yuki para hacerle entrar en razón.

Zero entendía que estuviera agradecida con él por haberle salvado de un vampiro, pero eso no quitaba lo que era. ¿Vampiros buenos? Eso no serviría ni para un maldito chiste.

(4 años después)

Desafortunadamente para Zero no fue ni mucho menos la última vez que tuvo que verlo, y tampoco se hubiese esperado nunca lo que el destino le tenía preparado. Convivir vampiros y humanos en paz. Tan descabellado como incoherente. ¿Quién le habría dicho que tendría que vivir a tan solo unos metros de una gran cantidad de vampiros? Y sin poder levantar ni un solo dedo contra ellos.

No se le habría ocurrido un destino peor.

—¡Kiryuu! Por una vez que te dignas a venir a clase y parece que no te encuentres en este planeta. ¡Presta atención! ¿Qué clase de prefectos tenemos en esta escuela? —dijo el profesor suspirando totalmente malhumorado.

Ese hombre era bastante terrorífico pero siendo honesto la mirada que le estaba lanzando Yuki le parecía mucho más atemorizante. Aunque una persona que se pasaba la mitad de clases soñando tampoco es que fuera el mejor ejemplo a seguir.

No se podía evitar, tampoco es que tuviera ganas de estar ahí sentado todos los días. No veía de que podían serle útiles aprender todas esas cosas. ¿Para qué iba a servirle a un cazador saber sobre ecuaciones para acabar con un vampiro? Era absurdo, pero no le quedaba otra que aparentar ser un estudiante (ignorante de la realidad) normal más.

El sonido de la sirena le apartó de sus pensamientos.

Por fin las clases acababan, pero la tarea que le esperaba no le parecía para nada más tentadora que la anterior.

—Será mejor que no te escapes y te vayas a hacer el vago por ahí. Es imposible para mí controlarlo todo sola —le advirtió Yuki.

—Lo sé. Cumpliré con mi deber —respondió Zero dándole unas palmaditas en la cabeza.

—Será mejor que no mientas. Vamos, parece que ya se han ido hacia allá todas. ¿Cómo pueden ser tan rápidas?

Trabajo, trabajo. ¿Por qué se sentía como si tuviera que ser una especie de guardaespaldas de los vampiros?-pensó Zero resoplando, siguiendo a Yuki por los pasillos. Si por él fuera gustosamente los dejaría en las garras de todas esas estudiantes alocadas. Ellas les trataban como si fueran celebridades, tan solo por una cara bonita. Y lo peor de todo es que estaba seguro de que si descubrieran que sus "ídolos" eran en realidad vampiros a la mayoría de ellas no les afectaría lo más mínimo y no tendrían ningún reparo en ofrecer su sangre.

Realmente eran estúpidas y por si eso no bastara, ruidosas. Si no fueran chupasangres se compadecería de ellos.

—¡Ahí salen! ¡Aidou-senpai! —gritaron varias al ver que la puerta de la residencia de la luna se abría.

—¡Kaname-senpai!

—¡Deteneros, manteneos en la línea por favor! —grito Yuki luchando con todas sus fuerzas, aunque sin mucho éxito.

—¡Kain-senpai!

—¡Aidou-senpai!

—¡CALLENSE YA, MALDITA SEA! ¡Estaos quietas! —explotó Zero ya sin ningún reparo, habían rebasado su paciencia.

Asustadas por su compañero se empezaron a comportar. A pesar de la apariencia de Zero llegaba a ser muy terrorífico. Si no tuviera esa personalidad le perseguirían también sin dudar. Era tan atractivo como cualquiera de la clase diurna.

—¡Eres tan malo! Parece que los quieras solo para ti —se atrevió a reprochar una de ellas.

Pero la mirada de odio que le lanzó le acobardo instantáneamente. Un poco más y ya habrían terminado de dar su desfile diario, o correctamente dicho, su "camino hacia la escuela"-se animaba Zero. Sin embargo, una risa poco disimulada le llamo la atención.

Lo que faltaba.

—¿Entonces me quieres solo para ti Kiryuu-kun? —preguntó Kaname con un rostro totalmente inexpresivo, para variar, y con un deje de burla en su voz.

—Ni en otra vida, Kuran-senpai —dijo de la forma más indiferente que pudo. No pensaba darle al bastardo el placer de ver que lo molestaba.

Pero solo respondió con una asquerosa sonrisa siguiendo su camino.

¡¿Qué era ahora?! ¡¿Un bufón?!

A pesar de haberlo intentado matar nada más conocerle y haber declarado a los mil vientos lo mucho que le odiaba parecía no importarle. Se había pasado todos esos años incordiándole.

Detestaba como ese estúpido vampiro lo sacaba de quicio en seguida. Normalmente era bastante indiferente ante todo, pero el otro se las apañaba para molestarle con la más mínima cosa.

Sin duda lo odiaba, pero incluso por encima de este estaba su odio por sí mismo. Ignorando las diferencias, al fin y al cabo era como él, un maldito vampiro.