La pared se hizo un cubo, envolviendo al pequeño cuerpo de Rin, todo su cuerpo, toda su mente, toda su alma, se había condenado a la perdición por ese capricho — Iré por ti, Yukio — se dijo desenvainando la espada y cortando el cubo.

Sorprendentemente, ya no era el océano, o la costa en la que hace unos momentos se encontraba, ahora, era un bosque cubierto por una delgada neblina que era tranquilizadora para su mente, sentía paz, la inquietud de hace unos momentos ya no estaba, se sentía mejor.

El cubo había desaparecido, y solo quedo un charco negro tan espeso que parecía petróleo.

— ¿Dónde estoy? — se pregunto Rin. Realmente, realmente se había olvidado de todo, el dolor que había sentido, por fin se había ido, pero también sus recuerdos.

Las ropas de Rin estaban rasgadas y su cuerpo estaba cubierto por unas pequeñas gotas negras que no tenían efecto en la memoria de Rin.

— ¿Por qué estoy aquí? — desenvaino la espada y una cola apareció y sus orejas cambiaron de forma a unas puntiagudas, tomando un aspecto realmente demoníaco. Shima, aunque no pareciera, era un demonio al igual que Rin — ¿Dónde está ese Shima cuando se le necesita? — se cuestiono Rin caminando.

El lugar era un bosque inmenso, parecía estar en un lugar sacado de un cuento de fantasía, los árboles grandes con un tronco grueso, el suelo era un césped, de un verde tan brillante, tan hermoso que sobre él tenía un suave rocío que mojaba los pies de Rin, la neblina hacía menos molesta la luz del sol de la mañana, era, un ambiente hermoso, un ambiente tan pacifico, realmente ¿eso era el Limbo?

Rin suspiro, veía con tranquilidad el lugar y nuevamente una enorme paz inundo su ser, no podía ser peligroso un lugar así…

— ¿Quién eres tú? — Un chico de cabellera castaña, y unos ojos verdes aguamarina acompañados de una piel blanca con un traje extraño, parecía una túnica, apuntando al cuello del peli azul con un arma de fuego.

— Je, que te interesa — El Okumura volvió a desenvainar la espada y desarmo a su agresor dejándolo sin capacidad de luchar — Dime ¿quién eres? — dijo Rin al verlo fijamente apuntando con la espada cerca de su garganta.

— No tengo nombre, en este lugar nadie tiene nombre, solo los demonios, dime cómo te llamas — demando el chico de ojos aguamarina. Ni siquiera pregunto, solo ordeno.

— Parece que te tienen mal acostumbrado niño mimado — dijo Rin bajando la espada del cuello del otro chico y volviendo a su estado original — MI nombre es Rin Okumura , pero al parecer con lo que me has dicho, tú no tienes nombre.

El otro joven río divertido ¿es que acaso no había oído bien? Según él le había dicho perfectamente "No tengo nombre, en este lugar nadie tiene nombre, solo los demonios" se había impresionado de la gran estupidez y poca capacidad de retener las cosas de ese chico peli azul. Suspiro y vio fijamente al peli azul, ah no Rin era su nombre.

— Demonio, ¿vienes a alimentarte de nosotros? — dijo el chico mirando atentamente a los ojos de Rin.

— No, en realidad, no sé que es a lo que vine, pero una cosa si está clara, no vengo para alimentarme de ustedes no necesito comer almas de exorcistas, yo solo me alimento de otros demonios — dijo Rin mostrando una cara maliciosa y retadora.

— Vaya demonio que me encontré, déjame adivinar, eres uno de los 4 legendarios guardianes, no había oído de alguien así más que en las leyendas que están en el centro del limbo — dijo el castaño agachándose para recoger su arma — entonces, ¿vienes por carnadas aún más grandes o qué? — dijo levantándose y guardando su arma en una funda de cuero que llevaba en la cintura.

— La verdad, ni yo un guardián, soy capaz de recordar el por qué vine, la verdad me impresiona lo bien que están cuidadas las 4 regiones sagradas — dijo Rin mirando a su alrededor, me impresiona que este lugar parezca tan tranquilo, es muy pacifico.

Está conversación no los llevaba a ningún lado, en realidad era irritante para el castaño mantener una conversación con ser tan inmundo como el demonio que tenía frente a su rostro.

— Pero, de verdad me alegra haberme encontrado con alguien — el peli azul le sonrío ampliamente demostrando una gran inocencia — Ah! Y además si no volvemos a encontrar no te pongas tan precavido conmigo ¡hombre! No soy de la clase de demonios que ataca por gusto, yo solo he atacado una vez en mi vida… — Rin se sobresalto al decir eso, y, repentinamente sintió una punzada en su pecho haciéndolo sentir un dolor de cabeza — Pero no importa, si no tengo algún propósito en este lugar…

— Todos tenemos un propósito en este lugar, pero tenemos que descubrirlo, es como si intentáramos forzar a la mente a querer salir de aquí, no das tan mala espina —

— ¡Ne ne! Oye tú chico sin nombre dime ¿por qué estás aquí? — el castaño se golpeó la frente, ¿de verdad era un guardián?

— ¿Es que no te lo acabo de decir? Nadie recuerda el por qué, ni siquiera es capaz de recordar su propio nombre y todavía quieres que sea capaz de recordar el propósito de su estadía aquí, oye no quieres nada — dijo en tono burlesco el castaño soltando una débil sonrisa. Un momento, ¿acaso había sonreído? Era imposible, el no había sonreído desde que llegó al Limbo al ser comido por alguien pero ¿por quién? Bueno daba igual, Rin no daba tan mala impresión como demonio, menos como guardián, ¿Por qué no darle una oportunidad?

— Oye Rin-san ¿no quisieras venir con nosotros? — dijo el castaño con una ligera sonrisa sobre su rostro.

— Hay más de ustedes, bueno debí habérmelo imaginado este lugar no sería digno de llamarse Limbo si no hubiera una cantidad considerable de víctimas — dijo Rin mientras ponía sus manos detrás de su cabeza — Lo siento, sinceramente no creo que sea capaz de mantener relación contigo, digo siendo un guardián serías fácilmente tomado como traidor — dijo con tanta facilidad el peli azul. Los ojos del castaño miraron con curiosidad al demonio que se dio medio vuelta y comenzaba a avanzar en dirección colina abajo, tenía razón, los demás exorcistas enviados a ese maldito lugar acusarían al joven castaño de traición por no haber asesinado al demonio con el que llegaría acompañado. Vaya, sí que lo tenía bien planteada la situación en la que se encontraba.

Ya no había razón para discutir, Rin se había alejado lo suficiente de él como para que su figura se haya perdido entre la débil niebla.

Una débil brisa movió delicadamente las hojitas del césped haciendo que las gotas del rocío cayeran de estás formando pequeños charquitos de agua.

— Que demonio más interesante ¿no crees Shura? — dijo el castaño levantando la mirada mientras su corazón era inundado por una inmensa nostalgia que lo hacía reflexionar sobre aquél chico. — ¡Rin! — Grito el joven exorcista corriendo hacia la dirección dónde se dirigió el demonio — Rin espera — decía el chico algo jadeante.

Rin volteo hacia la dirección que provenía la voz del chico castaño y vio como este corría rápidamente para alcanzarlo — Oye Rin, de verdad ¿no quieres venir conmigo? No tienes tantas características como demonio si no desenvainas esa espada — Rin se maldijo por dentro ¿no que muy precavido? ¡Idiota! — Puedes venir con nosotros yo te cubriré — El oji verde le guiño un ojo animando al Okumura a que se atreviera a seguirlo.

Rin miro detalladamente al joven exorcista, sus cabellos castaños y brillantes, sus ojos verdes tan brillantes y de un color tan puro que te hacían sentir una tremenda paz de solo mirarlos, su piel blanca, parecía de porcelana. Estaba vestido con una túnica bastante peculiar, tenía una cruz en uno de los costados así como los bolsillos que se llevan en el pecho, un cinturón alrededor de su cintura y en ella una funda de cuera café donde guardaba el arma que había quitado bruscamente de sus manos hace unos minutos. Tenía que admitir que el joven era atractivo pero lo que le llamaba atención principalmente a Rin eran unos lunares dos debajo del ojo izquierdo, seguidos de forma descendente y uno debajo de su boca en el lado derecho, lo hacían tener un aspecto lindo e infantil, como querer protegerlo.

¿Y qué pensaría el castaño del demonio? Este chico no se quedaba atrás, a pesar de tener una actitud totalmente busca problemas y tener un sentido de la orientación casi 0, no se veía tan mal chico como él aparentaba. Sus cabellos azulados se le veían bien, muy bien, sus ojos azules tenían una llama interna pero, está era fría, no se podía sentir calor en los ojos de Rin, se sentían vacíos, como si Rin hubiera sufrido cuando él estaba vivo, su piel blanca y le daba un aspecto aún más inocente además de tener una baja estatura comparación del castaño, sus colmillos no eran muy perceptibles y sus orejas se veían normales y lo de su cola se podía arreglar.

— Y qué ¿es un trato? — dijo el castaño.

— Si es un trato — dijo Rin con una sonrisa y extendiendo la mano hacia el exorcista para cerrarlo. El otro chico tomó la mano como prueba de amistad.

Cuál fue su sorpresa, que al darse la mano sintieron una extraña electricidad recorrer sus cuerpos e impulsivamente se acercaron sus rostros hasta quedarse mirando a los ojos fijamente.

— ¿Cómo te llamas? — pregunto nuevamente el Okumura sintiéndose hipnotizado por los ojos del castaño.

— Yukio, me llamo Yukio. — contesto el castaño igualmente hipnotizado por las ojos azules del Okumura.