¡Por fin llega el último capitulo! Ahora sí sabremos qué sabor le gusta a Mogami Kyoko, después de secuestros, magia negra y consejos que no ayudan, María descubrirá qué sabor le gusta a su onee-sama. ¿Pero será demasiado tarde para darle las instrucciones al chef? Repito muchas gracias por los comentarios, el apoyo y las criticas que me ayudan a mejorar día a día. Y sobretodo a ti lector por llegar al final de mi fic y disfrutarlo leyendo tanto como yo he disfrutado escribiéndolo, para mi ese es el mejor review. Por cierto, este fic participa en Retos a la Carta del forum La Caja de Pandora (LCP)


Ácido: 1. Que tiene sabor como de agraz o de vinagre. 2. Áspero, desabrido. 3. Sustancia que en disolución aumenta la concentración de iones de hidrógeno y se combina con las bases para formar las sales.

- ¿Puedes volver a repetirme por qué estoy aquí, María-chan? –Preguntó Ren que aún no se acababa de creer lo que le estaba pasando.

Para él había sido una mañana de sábado espléndida, incluso había salido a correr una hora para mantenerse en forma y distraerse. Descansó bien, se había levantado animado y con energías, se vistió con un chándal, salió a correr, cuando volvió se duchó, estudió el guion de su nueva película y cuando estaba saliendo de su departamento disfrazado para ir a comer al Darumaya dónde Kyoko trabajaba, un acto totalmente impulsivo que no había conseguido suprimir, cuatro personas con las caras tapadas con caretas de cerdo lo redujeron y se lo llevaron en una camioneta, después de un buen rato habían parado y lo habían sacado al exterior, había caminado por un largo pasillo y lo habían dejado en un salón, extrañamente decorado, dónde Takarada María estaba sentada tomando el té.

- Porque tu mánager y la otra tuvieron una idea pésima y tú me vas a ayudar Ren-kun –dio la pequeña como toda explicación.

- ¿Y qué puedo hacer yo? –Siguió indagando Tsuruga Ren sin saber muy bien cómo escapar de esa situación.

- Eres mi último recurso, onee-sama es tu kohai, así que ella te admira mucho, me atrevería a decir que incluso te imita en algunos aspectos, quizás la comida es uno de ellos –finalizó María mientras colocaba unas piezas de fruta perfectamente cortadas y muy apetecibles en la mesa.

- Buenas tardes María-chan –saludó Kyoko mientras entraba en el salón-. ¿Tsuruga-san? –dijo sorprendida mientras miraba como su sempai se levantaba de dónde estaba sentado-. ¿Qué hace aquí?

- ¡Yo lo invité onee-sama! Ven siéntate, he preparado algunos refrigerios para que comamos y bebamos mientras hablamos –se introdujo María en la conversación mientras cogía a Kyoko de la mano y la guiaba a un sofá para que se sentara-. ¿Qué quieres para beber?

- Agua por favor –fue la frustrante respuesta de Kyoko.

María intentando disimular su enfado por no tener ninguna pista sobre qué sabor prefería Mogami Kyoko insistió un poco más en el asunto de la bebida.

- ¿Seguro onee-sama? Tengo té helado, té verde, diversas bebidas con gas, bebidas energéticas, chocolate…

- No, no, no, agua estará bien –reafirmó su postura la actriz.

María intentó no demostrar cuan frustrada se estaba sintiendo, asintió esbozando una sonrisa que esperaba que no pareciera forzada y ordenó que trajeran un vaso de agua para su invitada. Ren le dio un sorbo a su café deseando que todo eso acabara pronto.

- Me gusta mucho la decoración de este salón María-chan, ¿Lo has sacado de esa tienda que me comentaste? –rompió el hielo Kyoko mientras bebía un poco de agua.

El actor más famoso de Japón casi se atraganta con su bebida, sabía que Kyoko era especial, que hacía muñecos vudú y esas cosas, pero de eso a que le gustara esa horrenda habitación había un buen abismo de falta de cordura. Las paredes eran totalmente negras, las cortinas eran lilas con encaje que hacían juego con el tapizado de las sillas y de los sofás, los muebles eran blancos y la mesa era de cristal, y en las paredes habían un par de estanterías y de vitrinas que en vez de contener vasos, copas, platos, fotos y alguna figurita, exponían a los visitantes muñecos vudús, frascos con animales en conserva, diferentes artículos de magia negra (Ren estaba seguro que a su derecha había una mano humana pero no quería comprobarlo) y pertenencias que correspondieron a grandes nigromantes de la historia. Tsuruga Ren quería huir de ese cuarto y no salir de debajo de sus sábanas en unos veinte mil años, en todo ese tiempo esa habitación seguro que no existiría.

Un golpe de María en la pierna lo sacó de sus pensamientos, la miró y por la cara que ponía estaba claro que necesitaba su ayuda. Y Ren haciendo honor a su título del Emperador de la Noche, fue a rescatar a la pequeña damisela en apuros.

- Mogami-san –dijo captando la atención de la actriz-. ¿Te apetece un poco de fruta? –le preguntó ofreciéndole un plato donde habían naranjas, kiwis, limones y ciruelas.

María agachó la cabeza con un suspiro de derrota, era la peor ayuda del mundo ¿Quién come fruta por propia voluntad teniendo el surtido de pasteles y pastas que ellos tenían delante? Había pastel de fresas con nata, de chocolate con nueces, de melocotón y leche merengada, de crema, de mermelada con frutas del bosque…

- ¡Esta naranja está deliciosa! Sí señor, ácida como a mí me gusta –exclamó Kyoko que ya estaba atacando con su tenedor un trozo de kiwi con forma de estrella-. Espero que el kiwi también sea ácido.

- ¿Te gustan las cosas ácidas onee-sama? –María se vio obligada a asegurarse de ese hecho, no acababa de creérselo.

- De toda la vida. Las cosas dulces me gustan pero en pequeñas porciones, detesto lo salado, y a veces me gusta la comida realmente picante, pero adoro lo ácido. Aunque si tuviera que elegir un estilo de comida elegiría el tradicional japonés, los platos agridulces figuran entre mis favoritos.

- Discúlpame onee-sama –la interrumpió María levantándose-. Pero tengo que hacer a un sitio para ir a alguna cosa.

La niña salió disparada rumbo a la cocina feliz por haber resuelto el gran enigma, ¡A su onee-sama le gustaban las comidas ácidas!

- ¿Sabe Tsuruga-san? –comentó Kyoko ajena a todo el caos que había provocado al admitir que amaba las cosas ácidas-. Alguien me dijo una vez que las almas que están predestinadas a estar juntas para toda la eternidad les gusta el mismo sabor. Me refiero a las que se aman.

- Es extraño que digas eso Mogami-san –contestó Ren sin poder evitar que se le escapara una risilla.

- ¿Por qué? –Cuestionó ella mientras saboreaba un afortunado trozo de naranja.

- Me encantan las cosas ácidas –respondió él mientras pinchaba el último trozo de naranja y lo saboreaba con auténtico deleite-. Delicioso.

Ella se ruborizó y agachó la cabeza avergonzada por cómo se había vuelto la situación, Ren sonrió con ternura mirando a Kyoko, se permitió ese pequeño momento de debilidad para demostrar los sentimientos que tan celosamente guardaba en su corazón y que no eran correspondidos, el amor también tenía algo de ácido al parecer. El objeto de sus pensamientos levantó la cabeza con las mejillas ligeramente sonrosadas y cuando sus ojos se encontraron ambos desearon que fuera verdad eso de que a las almas predestinadas para estar toda la eternidad juntas les gustaba el mismo sabor.

Final del episodio y principio de nuevas aventuras.

Pero como dicen eso... Ya es otra historia :)