Los personajes de Twilight no me pertenecen, y la historia tampoco, es de Cella Ella; solo me adjudico la traducción, la cual la hago con el respectivo permiso de la autora.

En medio del capítulo van a aparecer unos numeritos, los cuales corresponden a una canción. A continuación le dejo los link (agreguen el youtube al inicio)

(1) Chocolate – Snow Patrol: /watch?v=FT62Gwv70kM&ob=av2e

(2) The way you look tonight – Rod Stewart: /watch?v=K0z0dZRvCQg

(3) Love me Tender – Elvis Presley: /watch?v=76We6yBnIKE

(4) Take me on the floor – The Veronicas: /watch?v=jEiGbXvF_Rw


Capítulo 24 ―El infierno

Bella's POV

Dos semanas, exactamente: 14 días, 336 horas, 20.160 minutos... ya me di cuenta que había estado contando cada minuto para mi matrimonio con Edward.

Y ahí estaba yo, siendo mimada por Alice y Esme, mientras Rosalie había quedado encargada de ir a buscar mi vestido a Port Angeles. Si, la misma, Rosalie. La hermana psicótica de Edward parecía haber dado una tregua a su antipatía conmigo.

También es cierto que no había intercambiado más de dos o tres palabras conmigo, pero ya habíamos evolucionado bastante. Ahora era capaz de darme los buenos días en vez de simplemente ignorarme. No es que eso me afectara, pero para Edward ese era el mejor regalo de matrimonio que podía obtener.

―¿Bella, puedes parar de moverte en esa silla? Estoy intentando desenredar ese nido al que llamas cabello ―refunfuñó Alice dándome un golpecito en los hombros.

La miré a través del espejo frente a nosotros y le hice una mueca mientras ella le aplicaba una verdadera tortura a mi cabeza. ¡Cepillo idiota!

―¿Y tú quieres parar de castigarme con ese cepillo que más parece un arma mortal? ¡Alice, me voy a casar dentro de cuatro horas, por favor, no me dejes calva! ―pedí con desespero y acabé sacándole una carcajada a Esme, que estaba terminando de arreglar mis maletas.

Al día siguiente, Edward y yo tendríamos que estar en Harvard para la semana de matrículas en nuestros respectivos cursos. La luna de miel sería aplazada para las vacaciones de verano; pero eso no me importaba mucho, lo que interesaba era que viviríamos solos, en otro estado, y de solo pensar en eso ya sentía cómo mi cuerpo se estremecía, reaccionando completamente ante la expectativa. Realmente estaba con miedo de colapsar en cualquier momento.

Mi alegría y excitación solo eran cortadas debido a un pequeño hecho en cuestión: no me estaba gustando para nada ese movimiento en mi cuarto. En serio, podía haberme arreglado yo sola para mi matrimonio.

Pero como Alice había quedado en organizar todos los preparativos de la ceremonia, creyó que también tenía que cuidar de la novia. ¿Y tenía algún tipo de alternativa más que balancear la cabeza y aceptar todo sin pestañear?

Alice estaba animadísima con mi matrimonio con Edward. Había organizado una mega fiesta e invitado a todo Forks. Y cuando digo todo Forks eso no era una simple hipérbole. Era un eufemismo, ya que estábamos hablando de Alice Adorolasfiestasllenasdegente Cullen.

Mi amiga estaba usando un lindo vestido azul que había sido escogido para ser el modelo de las damas de honor. Además de mi dama, Alice también sería mi madrina de matrimonio, al lado de mi papá, Charlie. Carlisle y Esme habían sido los escogidos para ser los padrinos de Edward.

Y hablando de él, hace más de 24 horas que no veía a mí… eh… futuro marido. De hecho aún no me acostumbraba con esa nueva denominación aplicada a Edward.

Él debía estar mucho más tranquilo que yo, ya que no tenía a dos dementes colgadas de él para donde quiera que fuera.

La noche anterior había sido mi despedida de soltera, así como la de Edward. Alice organizó una cena en mi casa para algunas pocas chicas del colegio, ya que yo no tenía muchas amigas. La fiestecita fue muy animada, con el striptease de un modelo contratado especialmente para la ocasión. Una obra maestra de Alice.

―¿Tía Esme, que opina de recoger el cabello de Bella en una trenza floja con algunas hebras sueltas? Creo que combinaría con el vestido de novia ―Alice comentó, sacándome de mi abstracción.

Esme se acercó mientras Alice mostraba como quería hacer el peinado. Yo rolaba los ojos cada vez que era ignorada cuando intentaba dar mi opinión.

Oye, soy la novia, ¿será que tengo derecho a dar mi opinión aquí? No, no lo tenía. Mi función ahí era simple: mantener la boca cerrada y aceptar todo sin ni siquiera pensar en refutar. No sabía cuánto las novias sufrían hasta ese día.

Finalmente, después de algunos minutos de discusión sobre cuál sería el peinado ideal para mí, Alice y Esme llegaron a un acuerdo: nada de trenzas. El cabello suelto con risos sería perfecto para resaltar mi rostro, que estaba impecablemente maquillado.

Apenas Alice terminó de arreglarme el teléfono sonó. Esme aprovechó la pausa y decidió mostrarme lo que había colocado en mis cientos de maletas. ¡Cuánta exageración, Dios mío!

Primero que todo, ¿para qué tantas camisolas ligeras? Conociendo a Edward, sería bien capaz de hacerme pasar desnuda el día entero, caminando por la casa. Me sonrojé ante el pensamiento y ni siquiera osé comentarlo, la tía de mi novio no necesitaba saber de detalles tan íntimos.

―Hubo un problema con el vestido. Alguien lo retiró antes que Rosalie ―murmuró Alice, y sentí que mi rostro empalidecía.

¿Qué estaba pasando? ¿De qué estaba hablando? ¿Cómo que alguien podría haber robado mi vestido de novia? ¿Con qué propósito?

―¿Cómo pasó eso, Alice? ―Esme preguntó y observé como Alice intentaba calmar a Rosalie, que estaba desesperada al otro lado de la línea, pues era claro al oír los gritos de la hermana mayor de Edward a través del teléfono.

―No lo sabe, tía. Alguien, hace más o menos una hora, fue hasta la boutique, y usando una identidad falsa, haciéndose pasar por Rosalie, se llevó el vestido ―Alice siseó, caminando agitada de un lado para otro.

―Edward, Alice. ¡Edward me va a matar! ―La voz de Rosalie llegaba a mis oídos, histérica de pánico.

―Calma, Rose, no te preocupes, la culpa no fue tuya. ¡Quédate ahí! Voy a Port Angeles ahora. Vamos a encontrar una solución ―Alice tranquilizó a su hermana. O por lo menos lo intentó, ya que Rosalie parecía haber entrado en una crisis de llanto.

Pero después de algunos segundos de la discusión sobre el robo del vestido, y de Alice haber colgado el teléfono, rápidamente se giró hacia mí.

―Bella, voy a encontrar una solución, ¿está bien? No debes preocuparte por eso ―garantizó, sosteniéndome por los hombros. Apenas menee la cabeza en acuerdo, sin ni al menos entender lo que realmente estaba pasando. Creo que estaba en shock con toda esa historia.

¿Mi vestido había sido robado? ¿A cuenta de qué?

―Voy hasta Port Angeles a ver si encuentro una tienda de novias, tal vez pueda comprar un vestido… ―Las palabras de Alice sonaban a lo lejos, como si ella estuviera a kilómetros de distancia de mí.

Mi vestido, el modelo hermosamente diseñado por mi mejor amiga, hecho especialmente para mí, había desaparecido. Eso no era un buen presagio.

Intenté apartar de mi mente esas supersticiones bobas, pero la verdad es que no me estaba gustando nada esa historia. Faltaba poco más de tres horas y media para la ceremonia. ¿Alice podría resolver todo a tiempo?

No podía dejar a Edward esperando en el altar más del tiempo permitido para que una novia se retrase. Cielos, ¿por qué estaba pasando todo esto? ¡¿Por qué a mí?!

―Tía Esme, cuide de Bella. Regreso lo más rápido que pueda ―Alice cogió su bolso y salió corriendo del cuarto en el momento exacto que el timbre sonó en el piso inferior.

Esme y yo volamos escaleras abajo, a tiempo de ver como Alice recibía un enorme paquete que trajo un mensajero. Me miró tensa y extendió la enorme caja para mí. Tragué de ansiedad y nerviosismo, sentí las palmas de mis manos mojadas de sudor.

―Está dirigida a ti, Bella. Vas a ver que es algún regalo de matrimonio retrasado. ―Mi corazón dio un salto dentro de mi pecho, y esa fue una señal que me decía que definitivamente no era un regalo de matrimonio.

Abrí la caja con agilidad, y casi me llevo un ataque de pánico al ver mi hermoso vestido completamente rasgado, reducido a un montón de nada. Sentí que las lágrimas brotaban de mis ojos y pasé el dorso de las manos por mi rostro, soltando un bufido de disgusto.

―Dios mío, ¿quién fue capaz de hacer semejante crueldad? ―Esme murmuró sorprendida y envolvió mis hombros en un tierno abrazo; mi cuerpo tembló de odio y tristeza.

Todo lo que más soñaba era casarme tranquilamente con el hombre que amaba. Pero por lo visto había alguien en esa maldita ciudad que no quería eso, y estaba dispuesto a estropear mi felicidad.

―Bella, dame eso, no estés así… ―Alice intentó quitarme la caja de las manos, pero se lo impedí, mirándola con odio.

Estaba cansada de sufrir, por un momento soñé que el día de mi matrimonio sería perfecto, que no habría ningún problema. Mientras tanto, ahí estaba yo, cegada por la ira, con un montón de retazos de lo que un día fue mi vestido de novia.

―¡Déjalo, Alice, necesito descubrir quién hizo esto! ―sisee, revolviendo la caja con los pedazos de tela, buscando alguna cosa que me llevara a la persona que destruyó mi vestido.

No necesité buscar mucho, la criatura del demonio quería ser descubierta. No habían motivos para actuar en anonimato, todo lo que más quería era ser vista. Había dejado una nota que contenía sus iniciales.

No debía ser un genio para saber de quien se trataba. La J y la S escritas en el papel arrugado lo decían todo.

―Jessica Stanley ―el nombre salió de mi boca con una rabia que me hizo estremecer.

―¡No puedo creer que esa chica fue capaz de hacer eso! ―Alice murmuró indignada.

Tiré la caja al suelo con fuerza y salí corriendo por la sala a buscar las llaves de mi camioneta. Tenía unos asuntitos pendientes que tratar con Jessica perra Stanley.

―¡Bella, Bella! ¿Qué vas a hacer? ―Alice me siguió al darse cuenta que me dirigía fuera de la casa.

―¡Mantente lejos de esto, Alice! Este problema solo me concierne a mí. Y voy a acabar con esto de una vez por todas ―grité e inmediatamente sentí a mi mandíbula tensarse de odio.

Salí de mi casa como un rayo, ignorando el hecho de estar solo vestida con una vieja bata y sandalias de dedo. No había tiempo para preocuparme por la apariencia en ese momento.

―¡Bella, querida, no lo hagas! ―Esme aún intentaba detenerme, pero cerré mis oídos a su pedido. Nada iba a ser capaz de hacerme retractar de mi decisión de acabar con Jessica Stanley.

―Solo voy a hacer justicia, Esme. ―Encendí mi camioneta y la mirada frustrada de Alice me seguía.

¡Era hora de hacer picadillo a Stanley!

No tardé mucho en llegar a la casa de Jessica. Apenas estacioné bajé corriendo. Mis pasos eran largos y mi mente solo tenía un propósito: venganza.

Golpee la puerta de la casa con fuerza mientras sentía que la fuerte lluvia acababa con el peinado que Alice había hecho con tanto cuidado. ¡La vagabunda de Jessica iba a pagar muy caro por esto!

Apenas la perra rubia apareció en la puerta, lancé sin previo aviso un puñetazo a su nariz. Se tambaleó hacia atrás con fuerza y me apresuré a entrar en la casa, importándome muy poco si ahí había alguien. Ni su papá sería capaz de impedir que acabara con Jessica.

―Jugaste conmigo, Jessica. Te advertí que no te librarías nuevamente. Bien, aquí estoy, lista para darte lo que siempre te mereciste ―grité y mis ojos brillaron de alegría perversa cuando intentó huir, usando el sofá de la sala como escudo.

Cómo era de cobarde. Y adoraba ver a su plástica nariz sangrar.

―Mantente lejos, demente ―vociferó y cogió un cenicero de encima de la mesita que quedaba al lado del sofá.

―¿Demente yo? Quieres decir que fui yo quien destruyó tu vestido de novia, ¿no es así? ¿Soy yo la que te persigue las 24 horas del día, corriendo atrás de tu novio que ni siquiera me mira? ―gruñí furiosa e intenté golpearla un vez más, pero apuntó el cenicero de vidrio en mi dirección y sonrió maquiavélicamente.

La chica realmente estaba mal, no sabía las dimensiones del peligro que estaba corriendo al amenazarme de esa manera.

―Solo hice lo que debía hacer. Sinceramente, Isabella Swan, ¿creíste que te iba a dejar que te casaras con mi Edward? Tú, la hija bastarda del jefe de policía que no tiene en dónde caer muerto. Edward merece una cosa mucho mejor que una chica marimacho que no sabe ni quién es su propia madre. ―Sus palabras venenosas solo hicieron que la rabia aumentara dentro de mí.

Si pensar me tiré encima del sofá y le quité el cenicero de las manos, sonriéndole.

―¡Eres una imbécil, Stanley! Edward solo estuvo contigo por un mes y eso ya te dio el derecho de pensar que se quedarían juntos para siempre. ¡Solo mírate, cosa patética! Pasaste casi un año de tu miserable vida tras un chico que ni siquiera te dirige una mirada ―dije con ironía y la halé fuera del sofá, sin dejar que mis ojos se desviaran del rostro irritado de la chica rubia.

Jessica intentó arañarme el rostro, pero la aseguré por los brazos y le di un rodillazo certero en el estómago. Rápido y mortal.

Cayó en el suelo retorciéndose de dolor, y me arrodillé cerca de ella, sosteniendo su rostro con mis manos.

―Eres la chica más idiota que tuve la infortuna de conocer. Solo porque tienes dinero crees que puedes tener todo. Bien, esta es la prueba de que el dinero no lo es todo. Quieres a Edward, pero él no quiere serlo, nunca lo quiso y nunca lo va a querer. Y si piensas que acabaste con mi matrimonio, estas muy equivocada, hoy me caso con Edward, aunque me tenga que casar desnuda. ―Sonreí ampliamente y aproveché para enterrar mis uñas en su rostro―. Además, Edward amaría que entre desnuda a la iglesia, pero eso no sería nada ortodoxo ―ironicé y noté cómo Jessica luchaba bajo mi cuerpo.

―Vagabunda, nunca me engañaste. Ese matrimonio solo puede ser porque estás embarazada. ―Me golpeó y aproveché para deslizar mis manos a su cuello, ahorcándola.

Jessica tosió alto y me carcajee antes de murmurar:

―No necesito caer tan bajo para tener al hombre que amo a mis pies. Edward se casa conmigo porque me ama, no necesito de un hijo para tenerlo a mi lado. Tengo otros tipos de cartas bajo la manga, sé que me entiendes. Ah, pero claro que me entiendes. ¡Eres Jessica Stanley, la chica más rodada de Forks High School! ―De alguna forma había logrado liberarse y ahora sus manos estaban halando mi cabello con fuerza, al mismo tiempo que yo apretaba su cuello con la misma intensidad.

―Suelta mi cabello, perra, o te juro que te mato ahorcada ―gruñí, gimiendo por culpa de los jalones insoportables que me daba. ¡Estaba casi arrancando mi cabello!

Jessica tomó aire con fuerza y me soltó; dos segundos después fue mi turno de liberar con calma su cuello.

La rabia nuevamente me dominó cuando sacó un pedazo de mí vestido de dentro de su bolsillo. Aún estaba encima de ella y me miraba con una sonrisa cínica en los labios, como si hace pocos segundos no hubiese estado a punto de morir asfixiada.

Esa chica amaba desafiar a la muerte.

―Esta va a ser para siempre la prueba de mi venganza contra ti, Swan. Nunca te vas a casar vestida con ese vestido de novia, que era demasiado lindo para ser usado por una ridícula como tú ―murmuró y tuvo el coraje de sacudir el pedazo de seda ante mis ojos.

Respiré profundo y conté hasta tres, oscilando entre masacrar a Jessica o solo matarla a golpizas. La sonrisa cínica bailando en sus labios fue la que necesitaba para acabar con ella.

Sin pensar, empecé a distribuir una serie de porrazos en todas direcciones, ya sintiendo cómo el llanto rasgaba mis ojos de manera intensa. El rostro de Jessica danzaba de un lado para otro y su cabeza pendía en el suelo mientras abanicaba mi mano en su cara, muchas veces sacándole sangre de la piel.

Perdí la cuenta de cuántos golpes le di a Jessica, pero en algún momento, que no me di cuenta, dos manos fuertes me quitaron con fuerza de encima de ella, y después sentí como dos brazos me envolvían con gentileza. No tardé en sucumbir en un llanto descontrolado.

―¿Bella, qué hiciste, amor? ―la voz de Edward llegó a mis oídos y sollocé contra su pecho.

―La culpa fue de ella, Edward… fue de ella ―suspiré, sintiendo cómo mis ojos ardían por las lágrimas.

―Solo mira, Edward, Bella hizo un estrago. La chica está inconsciente ―Emmett murmuró. Eso hizo que me apartara de Edward y me girara para ver el estado de Jessica.

Aún estaba tirada en el suelo, sus ojos ahora cerrados y las manos a cada lado de su cuerpo mientras un hilo de sangre escapaba de su nariz. ¡Dios mío, maté a Jessica Stanley!

―Emmett, cuida de Jessica, por favor. Necesito sacar a Bella de aquí ―Edward le pidió a su primo y ―antes de que me pudiera manifestar― me alzó en sus brazos y salió de la casa.

En el momento en que estábamos cruzando el jardín de los Stanley, los papás de la zorra rubia llegaron y nos miraron con sorpresa y en shock. Inmediatamente hice que Edward me colocara en el suelo y me acerqué a ellos.

―Realmente lo siento por causar algún inconveniente en su casa, pero necesitaba hacerlo. Su hija destruyó mi vestido de bodas, sin el menor pretexto para hacerlo, solo lo hizo por maldad, y vine a retribuir lo que ella me hizo. Está inconsciente en su sala, pero les aseguro que estará bien. Solo creo que le partí nuevamente su perfecta nariz, pero como son asquerosamente ricos, van a saber que hacer ―sisee mirándolos, cada vez estaban más en shock.

―Solo una cosa más. ―Me detuve en medio del camino e inspiré profundamente al sentí que mis ojos ardían nuevamente a causa del llanto―. Si ustedes desean denunciarme ante la policía, pueden hacerlo, no huiré de mi responsabilidad, pero les advierto que en el caso de que eso pase, daré aviso sobre el hurto cometido por su querida hija ―dije antes de apartarme de los padres de Jessica, que me miraban con cierta comprensión.

Por lo visto no eran tan insensibles como la imbécil de su hija.

―Isabella, perdona a Jessica… ―Pidió la mamá de la perra.

Balancee la cabeza, asintiendo, y después murmuré:

―La perdono, señora Stanley. Es una pobre desgraciada que vive mendigando el amor de otros. Usted puede creer que estoy enojada con su hija, pero no es así. No le tengo rencor, no ahora. Todo lo que Jessica me inspira es lástima, nada más que eso. Cuiden de su hija, señor y señora Stanley, necesita de un médico. No para sus heridas físicas, sino para sus problemas mentales. ―Me aparté y enseguida abracé a Edward con fuerza, dejando que me condujera hasta mi camioneta.

―¿Estás bien? ―preguntó, pasando las manos por mis brazos, intentando reconfortarme.

―No ―sisee sinceramente, recomenzando a llorar.

―Está todo bien ahora, ya le mostraste a Jessica lo que le tenías que mostrar. Vámonos para tu casa. ―Garantizó, abrazándome con fuerza y acarició mi espalda con gentileza.

Edward estaba tan absurdamente increíble usando una camisa blanca y pantalón negro de costura. Solo le faltaba el saco para completar al novio perfecto.

Y mientras tanto, ahí estábamos, bajo la lluvia, abrazados mientras sentía que mi cuerpo se relajaba a causa del alivio de finalmente haber desahogado mi rabia.

―¿Y nuestro matrimonio? ―pregunté, sollozando en su pecho.

―Continua más firme que nunca. Vamos, no tenemos mucho tiempo ―murmuró besándome en la cabeza. Abrió la puerta de la camioneta y me forzó a sentarme en el asiento del copiloto.

―Edward, yo… ―intenté explicar mi comportamiento, pero me interrumpió.

―No te estoy recriminando, mi amor. Entiendo perfectamente tus motivos, y no estoy aquí para decirte si hiciste lo correcto o te equivocaste. Realmente este no es el momento para discutir ese tipo de asuntos.

―Solo quería decir que la culpa fue…

―Ni una palabra más, Bella. Te repito lo que dije: no me interesa saber si eres la víctima o la villana de todo esto. Confío en ti, sé que lo hiciste porque fuiste motivada por una rabia incontrolable. Entonces para de intentar disculparte. Ese asunto está enterrado. Ahora necesitas arreglarte, y por lo visto también tendré que arreglarme de nuevo. ―Sonrió al colocar el cinturón de seguridad en mi cuerpo y otra vez besó mi frente.

Pasé las manos por mi cabello mojado y rocé los labios con los suyos por breves segundos. Edward se acomodó en el asiento del conductor y arrancó a todo lo que mi camioneta daba, rumbo a mi casa.

―Bella, este incidente no va a destruir nuestros planes. Nos vamos a casar hoy, y nada ni nadie lo va a impedir. ¿Oíste bien? ―garantizó cuando ya estábamos en la puerta de mi casa. Sostuvo mi rostro entre las manos y acercó sus labios a los míos.

Solté un largo suspiro y con eso derramé algunas lágrimas más. Su boca se coló sobre la mía en un beso suave y sentí como mi cuerpo se debilitaba, desapareciendo toda la adrenalina contenida dentro de mí.

Edward se apartó y sonrió tranquilamente mientras envolvía mis manos con las suyas. Sollocé alto, pero sentí que el llanto comenzaba a ceder. Él tenía razón, ya había hecho lo que tenía que hacer; ahora necesitaba concentrarme en cosas más importantes y, ahora, mi matrimonio con Edward era la cosa más primordial de mi vida.

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La ceremonia religiosa comenzaría en poco más de media hora, y ahí estaba yo, siendo nuevamente arreglada por Alice, quien ahora parecía tratarme con una calma excesiva. Ella sabía en el nivel de estrés que me encontraba.

Rosalie también estaba en mi cuarto y ―por increíble que parezca― estaba preocupada por mí. De vez en cuando murmuraba un: ¿Puedo ayudar en algo? O ¿Está todo bien por aquí?

Sabía que ella no había tenido nada que ver con la confusión de Jessica, pero aún la prefería lejos de mí. Nunca nos llevamos bien, no sería ahora que comenzáramos una amistad de toda la vida.

―¿Rose, puedes bajar y traer el vestido de Bella? Ya está lista ―Alice soltó un suspiro y arregló el peinado en el que estaba trabajando duramente desde que regresé de casa de Jessica.

Considerando la situación catastrófica en la que estaba cuando crucé la sala de mi casa, mi amiga había operado un verdadero milagro en un corto espacio de más o menos dos horas. Consiguió un nuevo vestido para mí, arregló nuevamente mi cabello y maquillaje, todo eso sin siquiera desarreglar una sola hebra de su cabello perfectamente desaliñado.

―¡Estás hermosa, querida! ―Esme murmuró, acariciando mi mano con gentileza; Rosalie corrió hasta la sala en busca de mi vestido de novia.

―Gracias, Esme. ―Sonreí sin ganas―. Alice, no tengo palabras para agradecerte todo lo que hiciste por mí. Gracias por todo, de verdad ―sisee sonriéndole ampliamente. Mordió sus labios e hizo una mueca graciosa, anunciando que estaba a punto de derramar el llanto.

―Solo hice lo que una amiga haría por otra, Bella. Sabes cuánto te amo, a ti y al imbécil de mi hermano. Y todo lo que más quiero en el mundo es verlos juntos y felices. ―Rió y corrió para abrazarme con los ojos llorosos de emoción.

―Alice…

―No te atrevas a llorar, Bella. Deja que yo lloro por las dos ―advirtió, sollozando en mis hombros; me carcajee alto y acaricié la punta de su cabello, sintiéndome súbitamente mucho más tranquila y sin ningún vestigio de tensión.

Rosalie entró en el cuarto trayendo el vestido entre las manos, y jadee al contemplarlo. Era tan lindo como el anterior, solo que más corto. El modelo era un strapless de encaje con una pequeña cola en la parte trasera.

―¿Y entonces, que piensas de tu segundo vestido de novia? ―Alice preguntó y delicadamente tomó el vestido de modo que lo pudiera observar desde todos los ángulos posibles.

―Es hermoso, Alice. Y-yo no sé qué decir. Demasiado hermoso ―murmuré sonriéndole, más aliviada que nunca.

―¡Entonces no digas nada más y actúa, por favor! ¡Vamos, levántate y vístete! Edward puede esperar algún tiempo en la iglesia, pero tampoco necesita ser una eternidad ―bromeó, haciéndome soltar una nueva serie de risas.

―Rosalie y yo iremos a esperarte abajo, Bella. Voy a aprovechar para distraer a tu papá. Charlie estaba muy nervioso con todo lo que pasó entre tú y Jessica ―comentó Esme.

―Gracias, Esme. Hm… y gracias también, Rosalie ―necesitaba acostumbrarme a intercambiar palabras en vez de púas con la hermana mayor de Edward.

Apeas las dos salieron, Alice me dio un golpecito en los hombros y me miró sonriendo.

―¡Vamos, noviecita! El momento de esposarte a Edward ha llegado ―bromeó y me ayudó a pararme; aprovechó también para dar los últimos retoques al arreglo de mi traje.

―Es así, pulguita. Llegó la hora de ponerme los grilletes con tu hermano. Y de preferencia para siempre ―murmuré emocionada y solté una risita boba cuando me entregó el hermoso y delicado vestido de novia.

En poco menos de treinta minutos sería la nueva señora Cullen.

―¡Y ahora con ustedes, la novia! ―Alice dijo antes de bajar algunos escalones para dejarme pasar.

Apenas me encontré con la mirada embelesada de mi papá, sonreí en un estado de felicidad jamás experimentada. Bajé las escaleras con excesivo cuidado, temiendo que alguna cosa insignificante estropeara mi tan caprichoso arreglo.

Era bastante desastrosa, no me podía caer en un día tan importante como ese.

―Bella, estás hermosa ―Charlie me alagó apenas se acercó a mí, estirando la mano para ayudarme a bajar.

―G-gracias, papá ―tartamudee emocionada.

―Estás realmente fabulosa, Bella ―Esme secundó, y me voltee para agradecerle a mi futura suegra.

―Gracias, Esme. ―Sonreí y encaré a Charlie nuevamente―. Papá, sobre lo que pasó con Jessica…

―Ese asunto está enterrado, Bella. Ya hablé con los papás de Jessica y no van a presentar ninguna demanda contra ti; entienden tu comportamiento, lo que Jessica hizo fue demasiado cruel. No debes preocuparte por eso, está todo bien ahora. ―No pude evitar soltar un largo suspiro de alivio. Por el momento, un asunto menos para preocuparme.

―Bien, creo que es hora de irnos, ¿verdad? ―Alice comentó y sostuvo firmemente el lindo ramillete de rosas rojas que había sido hecho para mí.

Balancee la cabeza afirmativamente y volví a mirar a Charlie.

―Papá, quiero que sepa cuánto lo amo. Nada en el mundo va a cambiar lo que siento por usted.

Charlie me besó en la frente con cariño y acarició el dorso de mis manos.

―Lo sé, Bella. Y ten en cuenta que esta casa siempre será tuya. Pase lo que pase, este siempre será tu hogar ―siseó y me abrazó con cariño.

Mierda, no podía llorar, no ahora. Me aparté y sonreí, dejando que me condujera fuera de la casa.

La lluvia de la tarde había dado una tregua, pero el cielo aún estaba completamente cubierto por nueves grises y muy pesadas. Esperaba que ninguna gotita de agua cayera y estropeara la ceremonia. No sería justo, después de todo lo que pasó en ese día.

Miré rápidamente hacia atrás y sonreí al pasar los ojos por la sala. Mi papá tenía razón, esa casa siempre sería mi hogar. Pero ahora estaba de camino a mi nueva vida, que prometía ser más feliz que cualquier otra que algún día viví.

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Edward's POV

―Lleva diez minutos retrasada, tío ―refunfuñé, caminando de un lado para otro en el altar de la iglesia. ¡Caramba, sudaba como un puerco!

―¡Edward, es común que la novia se atrase! Por favor, ten calma ―Carlisle murmuró y me dio dos palmaditas en los hombro, en el intento de tranquilizarme. No resolvió ni un poco.

―Quedaste atrapado, primo. De hoy no escapas de la orca ―Emmett bromeó y, exasperado, rolé los ojos.

Mi primo había acabado de regresar del hospital donde dejaron a Jessica, quien solo había sufrido lesiones leves en el cuerpo y una pequeña fractura en la nariz. Nada que la matara o complicara a Bella.

―Llegaron ―Carlisle anunció, y me giré para ver a Esme y Rosalie en la puerta de la iglesia.

Mi papá me dio un abrazo fuerte y después caminó hacia la entrada de la iglesia. Emmett lo imitó y aproveché para limpiarme en el pantalón las manos empapadas de sudor.

El momento había llegado.

De pronto todos se pusieron de pie al ver a Emmett entrar con Rosalie. Los dos se ubicaron en el banco de enfrente, destinados para los familiares. Enseguida, mis tíos entraron y asumieron sus lugares como padrinos, a mi lado.

La marcha nupcial comenzó a sonar y sabía que ese era el preludio para la entrada de ella.

Alice apareció sola, la única dama de honor que Bella pidió. Para ella, no había motivo para tantas damas, ya que mi hermana era la más importante de todas.

La chica bajita e insolente se acercó a mí y me besó el rostro con cariño antes de caminar a mi lado derecho, el lugar en el que estarían los padrinos de Bella.

Y hablando de Bella, ella apareció en mi campo visual. Estaba simplemente hermosa, usando ese vestido de novia que parecía haber sido hecho a su medida. Sus ojos buscaron los míos apenas entró en la iglesia y una sonrisa brotó de sus labios. Sentí una cosa extraña al oír a mi corazón agitarse dentro de mi pecho.

Mi mujer.

Apenas ella se acercó al altar, Charlie me felicitó con un apretón de manos y después se volteó hacia Bella, la besó en el rostro con cariño.

―Sé feliz, Bella ―susurró antes de colocarse al lado de Alice.

Tomé a Bella por la mano y besé su palma. Se rió ―en verdad era un sollozo― y entrelazó los dedos con los míos, suspirando nerviosamente. Cómo amaba a esa mujer. Más de lo que jamás osé pensar que amaría.

―Estamos aquí reunidos para celebrar el matrimonio entre Edward Cullen e Isabella Swan… ―Las palabras del sacerdote se hicieron eco lejos de mi mente.

En ese momento todo lo que lograba escuchar eran los suspiros de Bella y la manera cómo sonreía, además del ruidito que sus labios hacían cuando los mordía intentando contener el llanto.

Estaba completamente atento a cada movimiento de ella, cada gesto que hacía, cada mirada que me mandaba con adoración y amor. Me amaba tanto como yo la amaba. Y ese era solamente el primer paso que estábamos dando en dirección a una vida llena de felicidad y grandes emociones.

―Edward Cullen, ¿aceptas a Isabella Swan como tu esposa? ―El padre me sacó de mis pensamientos y solo ahí fui consciente de que estábamos en los instantes finales de la ceremonia.

―Sí ―sisee aún aturdido con la velocidad de los acontecimientos.

―Isabella Swan, ¿aceptas a Edward Cullen como tu legítimo esposo? ―el señor de mediana edad repitió la pregunta a Bella y ella sonrió mirándome.

―Sí ―sus ojos estaban muy brillantes en el momento que coloqué el anillo en su dedo. Dos lágrimas brotaron de sus ojos cuando fue su turno de colocar la gran alianza en mi dedo.

―Y así, yo los declaro marido y mujer ―el sacerdote declaró, y no pude dejar de mirar a Alice, que estaba frente a mí, sonriendo y llorando al mismo tiempo.

(1) Me giré hacia Bella y vi que derramaba algunas lágrimas, riendo tontamente.

―Es el momento de besar a la novia ¿no? ―pregunté uniendo nuestras frentes, capturando sus ojos con los míos.

―Por favor ―se guardó un sollozo y ofreció sus labios rojos para mí. Suspiré con fuerza y finalmente colé nuestras bocas en ese beso que deseaba desde que me desperté por la mañana.

Los invitados nos aplaudieron y aproveché para abrazar a Bella con cariño. Rozó un lado de su boca en mi cuello y se clocó en la punta de sus pies para besarme seguidas veces en el rostro.

―Hola, señor Cullen ―saludó con su mano pequeña agarrada a mi nuca y la nariz en mi mandíbula.

―Hola, señora Cullen. ¿Lista para vivir eternamente al lado de su marido idiota? ―bromee, haciéndola reír mientras caminábamos rumbo a la salida de la iglesia, siendo observados por los invitados.

―Siempre ―murmuró y me haló de la corbata, conduciéndonos hasta la puerta de la pequeña y antigua capilla. Bella se detuvo en medio de la calzada y se volteó hacia mí, sonriendo.

―Bésame, mi marido idiota. ¡Bésame, ahora! ―gritó y la atraje para un beso apasionado.

Poco después sentí la lluvia de arroz cayendo sobre nuestras cabezas. Bella se carcajeó y me abrazó, aprovechando para morder la punta de mi oreja.

―Te amo, ¿lo sabías? ―preguntó en medio de un susurro.

―¿En serio? También tengo algo para decirte: te amo ―murmuré y la besé en el rostro.

Rió y me besó en el cuello varias veces. Los invitados se aglomeraron frente a la iglesia, aplaudiendo y celebrando uno de los días más felices de toda mi vida.

Miré a la chica de los ojos intensos abrazada a mí y no pude dejar de sonreír.

Bella Swan: la chica que pasó su vida entera en pie de guerra conmigo, y que me odiaba con una fuerza fuera de lo común; Bella Cullen Swan: mi esposa y la mujer de mi vida.

Era increíble como las cosas tan complicadas podían ser cambiadas por gestos tan simples.

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Bella's POV

Una fiesta enorme había sido preparada para celebrar mi unión con Edward. El jardín de la casa de los Cullen fue hermosamente decorado con tiendas esparcidas por toda la extensión del terreno, además de que un escenario enrome con dos Dj's fue montado para animar a los invitados.

Alice había cuidado de todo; y sobre la decoración, hecho un misterio. ¿Entonces, cuál fue mi sorpresa al ver varias tiendas con la temática de los casinos de Las Vegas?

Forks literalmente se transformó en Las Vegas.

―¿Te gustó, amor? ―Edward preguntó al notar como miraba boquiabierta a través de la ventana de la limusina, en el momento exacto en que entrábamos al inmenso jardín de la casa de los Cullen.

―¿Lo sabías? ―balancee la cabeza en incredulidad, y me guiñó tiernamente.

―Le ayudé a Alice a definir la temática de nuestra fiesta. Definitivamente no sería uno de esos aburridos bailes de matrimonio. ¿Entonces, por qué no innovar? Las Vegas fue la opción más apropiada ―siseó, ayudándome a bajar del carro.

Una nueva lluvia de arroz nos llegó de sorpresa, haciéndome reír mientras buscaba abrigo en el pecho de mí, ahora, marido. Alice sonrió y se acercó a Edward y a mí, en el mismo momento en que los fotógrafos registraban cada movimiento de los novios.

Generalmente odiaba ese tipo de atención, pero ese era un día especial. Nada más justo que sonreír y dejar que las personas vieran lo feliz que estaba con todo aquello.

―Ah, no saben cuán feliz estoy. Felicidades, mis amores. Finalmente, son marido y mujer ―Alice saltó frente a nosotros, tirándose encima de Edward y de mí.

No pude contener la carcajada que escapó de mi garganta.

―Gracias, Alice. Y por favor, para de estar diciendo que ahora soy una mujer casada. La gente no necesitan saberlo, ¿verdad? ―bromee guiñándole un ojo.

Edward me haló de la cintura, posesivo, y me miró fingiendo estar enojado, sus hermosos ojos azules brillaban intensamente, combinando con el tono ceniciento que tenía el cielo de Forks. La noche ya estaba cayendo en la ciudad.

―¿Quiere decir que la señora Cullen quiere que nadie sepa que es una mujer comprometida? Pues bien, voy a hacer exactamente lo contrario ―Edward murmuró y después subió los escalones de la escalera principal de la casa, los que llevaban a la puerta de entrada de la residencia.

Me tapé el rostro para esconder la vergüenza que estaba sintiendo y, poco después, sentí que Alice me abrazaba y me daba varias palmaditas en los hombros.

―Señoras y señores, estoy aquí para presentarles formalmente a la nueva miembro de la familia Cullen. Con ustedes, mi esposa, Isabella Swan Cullen ―Edward pronunció en tono extremadamente formal, y rolé los ojos de exasperación.

Alice me empujó hasta la escalera y subí, sonrojándome intensamente mientras los invitados aplaudían.

―Realmente eres un idiota ―murmuré y me besó las manos.

―¿En serio, amor? ―Rió y sentí que el aliento me faltaba.

Edward estaba simplemente hermoso vestido de novio. El novio más hermoso que vi en mi vida. Y era mi marido. No pude dejar de sonreír.

―Aham. Eres un idiota. Mi idiota. ―Sonreí y lo halé de la corbata, besándolo con cariño en los labios.

Las personas se rieron con mi gesto, mientras sentía los flashes disparándose sobre nosotros. Edward sonrió y después me besó en el rostro suavemente, y entonces bajamos las escaleras y caminamos hacia el jardín, uniéndonos con los invitados.

―¿Edward, viste a mi papá? ―pregunté cuando me condujo por el jardín, deteniéndose para sonreír a los invitados que nos felicitaban.

―Charlie debe estar en la mesa de los familiares, amor ―siseó acariciando mi espalda, en el mismo momento en que nos detuvimos frente a una tienda que tenía una ruleta y varia máquinas atrapa monedas.

―¿Qué tal una jugadita, amor? ―pregunté sonriéndole maliciosamente.

Edward me envolvió por la cintura y me besó delicadamente en el cuello, haciéndome reír.

―Soy pésimo para esos juegos, Bella. No tengo chances contra ti.

―¿Te estás acobardando, Edward? ―insistí y apreté los dedos en el nudo de su corbata. Era increíble como estaba de sexy y tierno. Necesitaba pedirle que se vistiera más veces de esa manera.

Sonrió y después colocó sus labios junto a mi oído, susurrando:

―Sabes que no soy cobarde, mi amor. Por lo tanto, no me provoques ―mordió la punta de mi oreja, haciéndome estremecer entre sus brazos.

¿Será que no podíamos apurar toda esa historia de la fiesta y bla bla bla, y partir desde la luna de miel?

"¡Contrólate, Bella! ¡Contrólate!" me advertí mentalmente.

―Hey, ustedes dos, ¿será que pueden despegarse por un momento y venir con su familia? ¡Es el momento de las fotos! ―Emmett gritó detrás de nosotros, y recosté la cabeza en el hombro de Edward, soltando un largo suspiro.

―Momento de cumplir con nuestro papel, amor ―murmuró besando el tope de mi cabeza.

―¿Estás seguro de eso? ―Hice un puchero de desagrado. Me besó tiernamente en los labios y después apretó la punta de mi nariz antes de hablar:

―Fuiste tú quien quiso todo esto. Si hubieses escogido Las Vegas, habrías sido mucho más feliz. ―Rolé los ojos, haciéndolo carcajear.

―Ya, ya, ahora es culpa mía ―refunfuñé―. Todo el mundo sabe que eres el mayor remilgado de esta ciudad. Dudo que hubieras huido conmigo a Las Vegas, Edward.

Rió alto y me apretó de la cintura mientras caminábamos hasta donde nuestras familias estaban reunidas.

―Sabes que soy remilgado en algunas cosas. En otras puedo ser muy atrevido. ―Acarició mi nuca discretamente, provocando en mi cuerpo una serie de estremecimientos.

―¿En qué aspecto eres un atrevido, Cullen?

Me brindó una sonrisa sexy y apretó mis mejillas, atrayendo mi rostro para un rápido beso.

―Lo sabrás en el momento indicado, señora Cullen ―siseó deslizando las manos por todo mi brazo, dejándome débil, mis rodillas flaqueando.

Me giré para encararlo y sentí que mi boca estaba muy seca. ¡Mierda, sabía cómo provocarme!

Intenté controlar mis piernas endebles y dejé que Edward me guiara hasta el grupo de personas que nos esperaban con ansiedad. Apenas nos acercamos fui rápidamente separada de él, perdida en un mar de sonrisas y felicitaciones por todos lados.

Carlisle y Esme me abrazaron, y Charlie felicitó a Edward. Emmett me dio una palmada en el trasero, lo que me dejó roja como un pimentón, haciendo que todo el mundo en la meza se carcajeara con la escena.

―Acostúmbrate a eso, amor. Emmett tiene la manía de dar palmadas en los traseros de las mujeres de la familia Cullen. No te podías quedar fuera ―Edward murmuró dando un golpe en el hombro de su primo.

―Así es, mi nueva primita, bienvenida a la familia ―Emmett sonrió, revolviendo el cabello naturalmente despeinado de Edward.

Corrí hacia el lado de Charlie, intentando aprovechar al máximo los momentos que aún me quedaban con él.

―Estás hermosa, mi ángel. Una hermosa mujer. ―Mi papá siseó, besándome suavemente en las manos.

Sonreí y retribuí el beso, mis labios reposando en las manos de mi papá.

―Gracias papá. Gracias por todo.

Me sonrió débilmente y limpió las lágrimas que comenzaban a resbalar de mis ojos, haciéndome sollozar aún más.

―Solo quiero que seas feliz. Y ahora sé cuánto bien este matrimonio te hizo. Lo amas, ¿verdad? ―preguntó, y balancee la cabeza afirmativamente.

―Solo con verte sé que es verdad, Bella. Tenías razón, tu relación con Edward es totalmente diferente a la mía con Renée. Hay reciprocidad en el amor de ustedes ―dijo Charlie, y sonreí.

―Lo sé, papá. Por eso luché con uñas y dientes por este matrimonio ―murmuré, enjuagando las lágrimas con el pañuelo que Charlie me había entregado.

―Momento de las fotos formales, gente. Los fotógrafos ya se cansaron de hacer tomas de Edward abrazado a Emmett. Dentro de poco va a parecer que los novios son los dos ―Alice bromeó halándome cerca de Edward.

Sonreí para Charlie, quien asintió con la cabeza y se ubicó al lado de Rosalie, que estaba riéndose de las anécdotas de Emmett. Alice me llevó hasta Edward y los fotógrafos registraban las imágenes de todos juntos.

Edward me besaba posesivamente mientras Alice se colgaba de los hombros de Emmett, quien abrazaba a Rosalie con cariño. Charlie sonreía al ver la escena. Al lado de ellos, Esme y Carlisle se abrazaban cariñosamente, también sonriendo al ver el trío de Alice, Emmett y Rosalie.

Imposible hacer una toma formal de todo aquello.

La felicidad no dejaba brecha para algún tipo de formalidad. Esta era la nueva familia de Forks, mi familia.

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―¿Será que ahora puedo deshacer mi sonrisa? ―pregunté bebiendo un vaso de agua, y me senté en una silla para observar a los invitados servirse del delicioso bufet preparado para la conmemoración.

―Deja de ser aburrida, Bella. Este es un día único en tu vida ¿y tú quieres pasar sin celebrarlo? Ahórramelo, por favor ―Alice roló los ojos, sentándose a mi lado.

Ella estaba demasiado alegre, llegaba a ser exagerada. Pero algo en su semblante denunciaba que no estaba 100% feliz.

―¿Alice, está todo bien? ―pregunté al mirarla.

Estábamos solas, sentadas en la mesa, ya que Edward estaba conversando con Rosalie y Emmett a unos tres metros de donde nos encontrábamos.

―Si lo está, ¿por qué lo preguntas? ―Alice me miró con desconfianza.

―No está nada bien, amiga. Te conozco ―sisee, haciéndola rolar los ojos.

Soltó un largo suspiro y después habló:

―Ya, ya, ¿no puedo esconder algo de ti, Bella Swan Cullen? ―las personas ahora adoraban llamarme de esa forma. Era extraño, pero muy agradable―. Pasa que estoy con el corazón en la mano de solo pensar en que mañana tú y Edward no estarán más aquí. ¿Qué va a ser de mí sin ustedes dos en la escuela, Bella? ¡Juro que voy a enloquecer! ―continuó, y sonreí antes de abrazarla.

―Sé que eso va a ser horrible, Alice. Y no pienses que va a ser malo solo para ti, voy a sentir mucho tu falta. Más de lo que te puedes imaginar ―murmuré y acabé rindiéndome al llanto nuevamente.

¿Por qué las novias eran tan emotivas? ¡Qué mierda!

Alice suspiró en mi hombro y se apartó, limpiando sus lágrimas. Nos miramos mutuamente y nos carcajeamos, riéndonos de la cara de la otra.

Alice suspiró y la miré nuevamente, aun sintiéndola tensa.

―¿Hay alguna otra cosa más, Alice? ―insistí, y ella desvió la mirada hacia la fiesta que estaba en su auge.

―Jasper, Bella. Terminamos anoche. ―Bajó la cabeza y mordió el interior de su labio, intentando no llorar.

Toqué su mano con gentileza y murmuré:

―Ah, mi amor, lo siento tanto. ¿Pero por qué, Alice, pasó algo?

Ella negó con la cabeza y después siseó:

―Consiguió un cupo en la Universidad de Yale, Bella. Así como tú y Edward, él va a tener que mudarse de Forks. ―Solté un largo suspiro, comprendiendo lo que le estaba pasando a Alice.

Me había sentido exactamente así cuando recibí la noticia de que Edward fue aceptado a Harvard.

―Alice, no sé qué decir… ―No completé la frase, pues alguien interrumpió mi discurso al llamar a mi amiga.

Era Jasper.

―¿Alice, podemos conversar? ―preguntó desanimado al mirarme―. Que maleducado soy. Felicidades, Bella. Espero que seas muy feliz ―siseó completamente sonrojado.

―Gracias, Jasper. ―Sonreí y miré a Alice, animándola a conversar con su ex novio. Roló los ojos y se levantó para enfrentarlo.

Sin darle oportunidad de que dijera algo, disparó:

―Alice, solo quería decirte que no voy a ir a Yale. ―Ella lo miro sorprendida y después se giró para mirarme, sus ojos estaban tensos y un tanto sorprendidos.

―Jazz…

―Por favor, déjame terminar. Logre ser aceptado en la Universidad de Port Angeles, Alice. No necesitamos separarnos ―anunció, y solté un suspiro de alivio.

Todo en su lugar. Como debería de ser.

―¡Oh, Jasper! ―Alice grito antes de tirarse a sus brazos precipitadamente, besándolo seguidas veces en el rostro―. Te amo.

―También te amo, Alice. Mucho. ―La abrazó, dándole vueltas en el aire. Alice no pasaba de una pena, de tan liviana que era.

Sonreí, y en seguida desvié los ojos, dejándolos compartir ese momento que era tan de ellos. Cuando me di cuenta, Alice y Jasper ya corrían hacia la pista de baile, abrazados y carcajeándose.

―Sí, creo que mi matrimonio le trajo suerte a una pareja ―murmuré mirándolos.

―¿Puedo saber quién es el novio insensible que dejó completamente sola a una novia tan linda? ―La voz de Edward sonó en mis oídos, y me giré de espaldas, ensanchando mi sonrisa cuando lo vi acercarse. (2)

―Esa es una excelente pregunta. ¿Por casualidad, miraste a un idiota absolutamente sexy por ahí? ―pregunté cuando extendió la mano para mí, ayudándome a pararme de la silla.

―Estás hablando con él. ―Su timbre de voz era ronco, y eso provocó una serie de estremecimientos por toda la extensión de mi columna.

Sonrió y me besó ardorosamente, apretándome contra su pecho, deslizando su lengua dentro de mi boca, provocándome, enloqueciéndome.

Me aparté jadeante, con temor de perder la razón en los brazos de Edward.

Sonrió y tocó mi mano con gentileza antes de preguntar:

―¿Bailas conmigo? ―Y como siempre hacia, no esperó por mi aprobación.

Edward me haló con delicadeza extrema de la cintura y entrelazó nuestras manos, moviéndome lentamente, entonando la melodía de una canción conocida.

La canción que Edward cantaba nada tenía que ver con el ritmo agitado que dominaba la pista de baile ubicada al fondo.

Someday, when I'm awfully low, when the world is cold, I will feel a glow just thinking of you and the way you look tonight…* ―susurró junto a mi oído, y aproveché para recostar la cabeza en su hombro. Inhale el perfume que exhalaba de su cuello y suspire alto―. You're so lovely, with your smile so warm, and your cheeks so soft…** ―Continuó acariciando mi espalda lentamente, y cerré los ojos para intentar grabar en la memoria ese momento único―. There is nothing for me but to love you and the way you look tonight…*** ―Edward me miró intensamente y sonrió, haciéndome dar vueltas graciosamente.

Era mi turno de continuar la canción:

With each word your tenderness grows, tearing my fears apart and that laugh that wrinkles your nose touches my foolish heart…**** ―Solo me di cuenta que estaba llorando cuando sentí que los labios de Edward me besaban suavemente los pómulos.

Sonreí y deposité un cálido beso en sus labios, haciendo que sonriera y me diera nuevamente vueltas por el jardín. En ese momento solo éramos: Edward, yo y nuestra burbuja privada. Nada más importaba en el mundo desde que él estuviera a mi lado.

Yes you're lovely, never ever change, keep that breathless charm, won't you please arrange it? 'Cause I love you, just the way you look tonight…***** ―Edward completó la canción, guiándome calmadamente. Lo besé en el rostro y apreté aún más nuestras manos entrelazadas cerca de mi corazón.

Nunca me olvidaría de ese momento.

―Lamento interrumpir su baile, pero es el momento del vals de los novios ―Esme rompió el encantamiento que nos cercaba, y la miré aturdida.

Pensé en decirle que mi vals de novios con Edward había acabado de pasar, pero estaba totalmente abstraída en suspiros y miradas tontas con dirección al hombre que me abrazaba de forma tan gentil.

―¿Vamos? ― preguntó Edward.

―Sí ―murmuré, antes de que nos guiara por la pista de baile.

Miré hacia atrás y vi la mesa cercana al lugar en el que habíamos bailado. Observé el paisaje por algunos segundos y sonreí al recordar la forma como Edward me había envuelto entre sus brazos. Ese sería siempre mi momento preferido de la fiesta, el único que no había sido registrado en fotos. El más importante de todos.

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―Un brindis por los novios ―Alice gritó encima del escenario, alzando una copa de Champagne apenas Edward y yo surgimos en medio de los invitados.

Todos alzaron sus copas y brindaron por los novios. Un mesero nos sirvió champagne y finalmente pasamos al tradicional brindis, entrelazando nuestros brazos para beber el líquido espumeante.

Pausa para más fotos hasta que el pastel de matrimonio fue traído. Juntos cortamos la primera rebanada y embarramos la cara del otro con dulce, como era la costumbre.

Edward lamió la crema del pastel de mis mejillas, y me carcajee hasta que sentí que mi barriga dolía. Limpié su rostro con la punta de mi dedo y comí la crema con gusto.

Alice cogió el micrófono y anunció:

―Es el momento del vals de los novios. ―Sonrió y se volteó hacia nosotros―. Este es un regalo más de mi parte. Espero les guste.

(3) De pronto la música se hizo eco por el jardín, y no pude dejar de sonreír. Edward me condujo hacia el centro del escenario y me apretó nuevamente entre sus brazos, haciendo que mi corazón se disparara.

Alice, como siempre, dando en el blanco. Love me tender, no podría haber sido una elección mejor.

Una vez más, Edward y yo bailamos lentamente, completamente envueltos el uno con el otro, perdidos en nuestras propias emociones. No quería que ese momento terminara, nunca. Era maravilloso estar ahí, en los brazos del hombre que amaba.

―Te amo ―susurró en mi oído, casi al finalizar la canción.

―Así como te amo a ti ―murmuré dándole un piquito.

La canción llegó a su fin y otra canción comenzó a sonar. Algunas parejas empezaban a ocupar la pista de baile y sonreí animada.

Esme me robó a Edward para bailar, y aproveché para estar un tiempo más con mi papá, que estaba entusiasmado con la fiesta. Bailamos con nuestros respectivos familiares, aprovechando al máximo el inicio del fin de nuestra fiesta de matrimonio.

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―¡No puedo creer lo que mis ojos están viendo! ―Alice gritó a mi lado, brincando y apuntando hacia algo que había llamado su atención en medio de la pista de baile.

Faltaban poco más de quince minutos para que Edward y yo dejáramos la fiesta y nos fuéramos a un hotel en Port Angeles, donde pasaríamos la noche de bodas.

―¿Qué es, Alice? ―pregunté cuando ella sostuvo mi rostro y me forzó a focalizar la atención a la multitud de personas que se amontonaban en el inmenso jardín de los Cullen.

―Velo por ti misma, amiga ―siseó, y finalmente entendí el motivo de semejante alboroto.

Cath estaba colgada del cuello de Mike, los dos se besaban de una forma descontrolada.

Miré a Alice y las dos siseamos al mismo tiempo:

―¡Go Go, inglesita! ¡Go Go Mike nerd!

Me carcajee alto y me voltee nuevamente hacia mi amiga.

―Por lo menos ella consiguió resarcirse. La inglesita finalmente se dio cuenta que no tenía ninguna oportunidad con mi marido ―murmuré de manera posesiva.

―Todo bien ―Alice completó, riéndose de mí―. Y hablando de tu marido, ¿en dónde está?

―Ahí, conversando con Carlisle y Emmett ―sisee observando a Edward.

Sostenía el saco sobre sus hombros y su cabello rubio estaba más desordenado de lo normal; la corbata un poco floja en su cuello lo dejaba aún más sexy.

Una idea pasó por mi mente y sonreí. El diablillo estaba mostrando su rostro nuevamente.

Corrí hasta el Dj y pedí una canción que inmediatamente comenzó a sonar.

(4) Edward se giró hacia el escenario apenas reconoció la melodía y sonrió al verme bailando. Sin perder más tiempo se acercó y me atrajo hacia sí, mientras me pavoneaba y acercaba mi cuerpo al suyo.

―Estabas tardando en hacer de las tuyas, Isabella Cullen ―murmuró en mi oído e intentó acompañarme en mi baile.

―Solo quería darle un regalo a mi maridito, amor ―respondí besándolo en el rostro.

―Adoras provocarme, ¿no es cierto? ―Edward preguntó y lo halé de la corbata, carcajeándome al verlo tan abrumado con la situación.

―Siempre.

―Bella, mi querida esposa, no mates a tu pobre marido. Aún quiero disfrutar de la luna de miel ―pidió cuando me moví frente a él y le envolví el cuello con los brazos.

―No te preocupes, amor, tenemos todo el tiempo del mundo para nuestra luna de miel. Finalmente estamos casados, ahora no vamos a tener que hacer el amor a escondidas ―sisee, haciéndolo carcajear.

―No sabes cuán feliz eso me hace, señora Cullen. ―Sonreí y me aparté de él, moviéndome de espaldas y mirándolo por encima del hombro.

Me giré de frente e hice un gesto con mi índice, llamándolo. Balanceó la cabeza y pasó la mano por su cabello desordenado, riendo. Sonreí y continué llamándolo con el dedito mientras contoneaba mi cadera frente a él, ausente de los invitados que nos observaban.

Edward se acercó y lo halé nuevamente de la corbata, besándolo con ganas; envolvió los brazos en mi cintura, apretándome contra su pecho.

Era increíble como un corto espacio de tiempo puede cambiar tanto la vida de dos personas tan diferentes. Y quién diría que dos enemigos de infancia, que se odiaban, un día acabarían juntos y, aún más, casados.

Edward Cullen había sido durante años mi mayor pesadilla. Yo no lo soportaba, odiaba tener que compartir el mismo aire que él respiraba. Y ahora ahí estaba yo, en los brazos de Edward, ahora, el hombre de mis sueños.

No creía en cuentos de hadas, pero había terminado con mi príncipe encantado.

Mi infierno personal súbitamente se había transformado en mi paraíso.

¿El nombre de ese infierno? Fácil: Edward Cullen.

FIN


* Algún día, cuando esté terriblemente aburrido, cuando el mundo este frio, me sentiré bien solo de pensar en ti y en cómo luces esta noche…

** Eres adorable, con tu sonrisa tan acogedora, y tus mejillas tan suaves…

*** No existe nada para mí además de amarte y en cómo luces esta noche…

**** Con cada palabra tu ternura crece, llevándote inmediatamente mis miedos; y esa sonrisa que arruga tu nariz, enternece a mi tonto corazón.

***** Sí, eres adorable, nunca jamás cambies, mantén ese encanto que me quita el aliento. ¿Podrías, por favor, arreglar eso? Pues te amo, exactamente cómo luces esta noche.


Cella Ella, um lindo fic. Obrigada, não só em meu nome, em nome também das leitoras que falam espanhol.


¡Ay caray! Jaja sentimientos encontrados, muchos, quiero chillar u.u por mi parte me ha encantado este final, ¿y a ustedes? ¿Se esperaban lo de Jessica perra Stanley? Ashh como la odio. ¿Y lo de la inglesita? Jajaja GO GO… Uff… me ha encantado compartir con ustedes esta hermosa historia, la loca Bella, Edward hermoso Cullen ** los porrazos… el amor en medio de la batalla jajaja espero la hayan disfrutado tanto o más que yo, ese es mi gran regalo navideño :D Gracias infinitas, gigantes, por haber leído, por haber colocado la historia en favoritos, alertas, el haberme agregado a sus autores, lindo de verdad. Gracias por tomarse el valioso y corto tiempo de dejarme saber sus opiniones.

Les cometo que la autora tenía planeado una secuela para esta historia, pero no se pudo realizar, aunque ahora planea subir una especie de outtake, me dijo que para este mes, si las cosas salen bien, eso espero, en el caso de que ese outtake salga a la luz, ya lo tendrán traducido :D

Otra cosilla ^_^ les dejo el summary de la próxima historia que pienso traducir, es de la misma autora, se llama LUCKY. Es cortita, cuenta con 9 capítulos y tiene una secuela que está en proceso. No sé cuándo la empiece a subir, ahora se me presentan varios inconvenientes personales y como que no voy a tener mucho tiempo, pero en cuanto pueda la empezaré a traducir :)

Summary: El plan era el siguiente: el fin de semana de los sueños en un hotel de Miami. Sol, mar, tranquilidad, y hacer que Edward, mi mejor amigo, se enamorara de mí.

Era tan simple, bastaba que siguiera todos los consejos que Rosalie y Alice me dieron, y pronto, al final de todo, tendría a Edward comiendo de mi mano.

Pero las cosas nunca salen conforme a lo planeado… y el caos estaba armado.

NEVER STOP DREAMING

Merce