Debo decir que esto es como un punto de vista del lado de Ranma, que no interfiere con el final del capítulo anterior, de hecho, contiene alguno de los diálogos y narrativa en general. Me he auto plagiado XD En fin, que estáis en opción de continuar la lectura o no. Yo sé que si quieres leer, anda, no pasa nada, leeee, leee n_-

Todos los personajes que aparecen en esta historia son propiedad intelectual de Rumiko Takahashi, los cuales utilizo sin ninguna intención de lucro.

Cartas a la chica desconocida

XXII

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Para Akane

Pues… humm, vamos directo al tema, Te escribo para invitarte a mi boda, será en unos días y sería un honor que pudieras estar presente.

¿Cuánto tengo sin escribirte? ¿Dos semanas? ¿Tres? Lo que sea, he perdido por completo la brújula. En este corto tiempo, además de ocuparme de presentar mi trabajo de las cartas, los exámenes finales y otra lista de pendientes extras, también me di el tiempo de conocer a una chica, de la que me he enamorado profundamente.

Su nombre no importa, ni su edad, ni tampoco su apariencia, sólo… yo, he decidido casarme, casi cual si fuera una imposición espontánea a mi corazón; no lo puedo evitar. Creo que así debe ser el tonto y verdadero amor, ¿no? Nunca sabes de qué manera te va a golpear. Mira que durante todo este tiempo te dije que no caería nunca, y hoy he caído como un idiota… Estoy enamorado…

Jah, a la mierda todo, estaba bromeando contigo.

La verdad es que te escribo esta nota para despedirme, porque justo después de arrojarla en el buzón, me largaré de aquí y no volveré en mucho tiempo; si es que algún día decido volver. No desearía ser tan extremo, sin embargo, a grandes tragedias; grandes remedios. Me iré a China, donde planeaba ir desde un principio a arreglar un asunto mío, y pueda que me quede allá, o me mueva a algún lugar cercano donde sea fácil hospedarme. Será la primera vez que viaje y viva solo, y la verdad es que la idea me asusta bastante; pero comparado con quedarme un minuto más aquí, irme es una opción mil veces mejor. No tengo alternativa.

Te lo contaré, aunque debes prometerme que no se lo dirás a nadie y no te reirás. ¡El idiota de mi padre me ha comprometido con una chica! En mi vida la he visto y él piensa que me casaré sin poner resistencia. ¡Es un tarado!... Uff, lo siento, estoy muy molesto. Quisiera mostrarle mi gratitud arrojándolo al río para que se lo lleve la corriente. ¿Sabes qué es lo peor? Que mi madre está de acuerdo en que, al menos me de la oportunidad de conocer a esa chica. En verdad, no puedo creer que esté de acuerdo con las ideas ridículas de mi viejo.

Mañana me llevarán a conocerla, y planeo huir antes de que amanezca. Esperé lo más posible para terminar con mis pendientes, hasta que llegó el día en que ya no puedo postergarlo más.

Siento no poder cumplir mi promesa de ir a visitarte. Sé que tal vez no me vayas a creer, pero esa es una de las cosas que más me molesta no haber podido cumplir, aunque, si en algún momento regreso y tengo la oportunidad, ten por seguro que iré a verte. Es el juramento de un Saotome; uno que yo hice por decisión y si quiero hacer.

Bueno, eso quería escribirte. Lamento no retomar nada de lo dicho en tu carta, estoy escribiendo esto a escondidas y de prisa, además, traigo la cabeza revuelta, muchas cosas las he olvidado, perdón, lo compensaré después.

Hasta pronto.

Ranma

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El pelinegro acercó la carta a la apertura giratoria del buzón, aunque era incapaz de soltar la misiva. Su mano temblaba, mezcla del nerviosismo y el enfado con sus padres, pero sentía que había algo más, y él lo sabía. Enviar ese sobre indicaba que cumpliría lo que decía allí: se iría de Japón y no volvería a ver a nadie en mucho tiempo, en especial, no lograría ver a cierta chica con la que se escribía seguido.

Cuando escribía, se sentía muy decidido, y ahora, llevaba más de cinco minutos sosteniendo la carta en el aire; los músculos acalambrados le pedían piedad.

—¡Con un demonio, ya suelta eso!—. Masculló para sí. Presa de la lucha interna que sentía. No quería comprometerse, no quería irse de su casa y alejarse de su madre, así como tampoco quería mandar esa carta de despedida porque no quería despedirse de la receptora de dicho papel.

Aún era muy temprano para que su padre estuviera despierto, se dijo, y aunque se despertara, era poco probable que supiera en dónde estaría. Pensando eso, la primera sonrisa genuina en días, se marcó en su rostro. Unos segundos después, el contenedor de basura que se encontraba a un lado del buzón, recibió los fragmentos de la carta, hecha añicos por Ranma.

La dirección a la que iría, ya se la sabía de memoria, y hacia allá encaminó sus pasos.

"¿Estaría ya despierta o sería un oso hibernando?"

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Cuando llegó al portón de la casa de su amiga, se sintió un poco intimidado y el jugo y la comida que compró en una tienda cercana, se le hicieron poco. Era una casa que a simple vista era demasiado grande. ¿Querría recibirlo? ¡¿En qué demonios estaba pensando para presentarse en la casa de una chica sin avisarle?!

"Tu amiga" Tarado, le respondió su cerebro, "Que ya te dejo claro su deseo de conocerte"

Para suerte suya, la puerta estaba entreabierta y al joven terminó ganándole la curiosidad por entrar; había algo magnético que lo atraía y ya no lo dudó más. Cuando se adentró, la casa apareció en plenitud frente a él, y avanzó unos pasos más hacia ella, hasta que, por el rabillo de sus ojos, notó unos mechones azules y el halo de una figura femenina desapareciendo en el interior de un cuarto, al final del patio, a su derecha. Podía tratarse del Dojo del que le habló Akane alguna vez, más aún, esos cabellos oscuros podían pertenecer a su amiga.

Seguir los pasos de aquella silueta se le figuró más fácil que irrumpir en la casa, así que se decidió por ir a investigar si se trataba de Akane. Si era ella, se ahorraría las presentaciones y preguntas con otros familiares.

Cuando llegó a la puerta abierta del recinto, supo que estaba en lo correcto: se trataba del Dojo de la familia Tendo, y dentro se encontraba una joven, haciendo oración en el altar de la familia.

"¡Oh, por dios!" Se dijo así mismo, ¡Si era ella! Estaba de espaldas y, aun así, sabía que era ella. Se lo decía el espíritu de lucha que emanaba, la manera orgullosa de lucir un pijama con figuras de patos y las marcas que tenía en una de sus piernas.

Se quedó unos segundos pensando si interrumpir su oración, hasta que decidió acercarse un poco más a la joven y entablar conversación.

—¿A-Akane?—. Trató de que su voz no saliera muy fuerte para no asustarle, y aun así, se mordió la lengua cuando el nombre de la joven vibró en las paredes de madera. Una experiencia irreal el decir su nombre en voz, cuando sólo la había llamado en pensamientos y sueños… De acuerdo, también cuando discutía con el aire, simulando que ella lo escuchaba.

Ranma notó el sobresalto de la chica, quien deshizo su reverencia y se dio la vuelta para mirar de quién se trataba.

A unos tres metros de él, se encontraba Akane, vestida con una simpática pijama de manga corta y pantalones hasta un palmo debajo de las rodillas, cabellos azulados recogidos en una coleta y una mirada oscura e intensa fijada sobre él. Lentamente, las comisuras de sus mejillas comenzaron a marcarse para formar una tímida sonrisa y al pelinegro le pareció que ella se veía realmente linda.

—¿Eres…Eres tú?—. Lanzó expectante. No estaba seguro de las razones, pero su interior estaba henchido de orgullo de que lo hubiera reconocido más allá de las cartas que le había escrito durante los últimos meses; cartas en las que no le había dicho cómo era él físicamente. Sí, haber tomado ese desvío para venir a verla le había valido ya el precio.

—Soy Ranma Saotome —. Se acercó e hizo una pequeña reverencia para ella—. Un gusto por fin conocerte en persona.

—Yo soy Akane Tendo —La chica se apresuró al encuentro del joven y también se inclinó para corresponder a la reverencia de su amigo—. El gusto es mío.

Desde sus lugares, ambos inclinados, se observaron durante un segundo, antes de sonreírse con alegría, pensando los dos que ya estaban más allá de las presentaciones formales japonesas.

—¿Aún piensas acusarme con mi madre?—. Fue lo que mejor se le ocurrió a Ranma para romper el silencio, cuestionándola en un susurro, encerrando la voz con su mano libre; en la otra, cargaba la bolsa con las compras de último momento que había hecho para regalarle a su anfitriona.

—Sólo si dices algo de mi pijama color pollo—. Le respondió ella, en el mismo tono bajo.

Los dos rompieron su reverencia al mismo tiempo e inundaron el lugar con sonoras carcajadas.

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Fue un encuentro breve. Ambos se fueron a sentar en el tatami, mientras compartían de los regalos que Ranma trajo para los habitantes de la casa: unos rollos de canela y jugo. El pelinegro le explicó que había tratado de poner todo en orden durante esas semanas y por eso no había tenido oportunidad de escribirle. Aun así, partiría esa misma tarde a China y no deseaba irse sin conocerla; decidió omitirse el hecho de que lo querían casar a la fuerza con alguien que en su vida había visto, y sólo le dejó claro que su padre no le dejaba otra opción y que era un completo tarado.

Akane le agradeció su visita y el muchacho se fue, prometiéndole que, aunque no sabía cuándo, volvería; iba a regresar para que entrenaran juntos, como siempre estuvieron hablando.

Ranma se sintió un poco mal de que ese día no le podría ayudar, porque vio sus marcas en la pierna, y también vio su caminar más lento de lo normal, pero estaba orgulloso de haber podido venir a saludarla justo el día en que su amiga volvía a extender sus alas.

En ese momento, ninguno de los dos imaginaba que su reencuentro sería justo esa misma tarde, de una forma más caótica; más propia de ellos.

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Todo ocurrió a la hora de la comida. El padre y las dos hermanas de Akane, junto con ella, se encontraban en el comedor, recién terminado sus platillos, cuando al patriarca de la familia se le ocurrió que era el momento idóneo para contarles que había prometido a una de ellas con el hijo de un viejo amigo de entrenamiento.

Las reacciones de las tres no se hicieron esperar, entre sorpresa y molestia, pasando por preguntar alguna característica del muchacho. Nabiki y Kasumi llegaron a interesarse un poco; a Akane la idea le parecía una tontería en la que no pensaba participar. Era absurdo pensar en comprometerlas cuando las tres ya eran mayores de edad.

Poco después, sin darles mucho tiempo a procesar la noticia, unos gritos femeninos y unos gruñidos se escucharon desde alguna parte de la casa. Se miraron entre si sorprendidos y sopesaron el correr a esconderse debajo de sus futones.

En un santiamén, ya tenían a un gigantesco oso panda en el patio, cargando a una chica pelirroja en sus hombros. Toda la familia se apresuró a salir al encuentro y quedaron petrificados al ver el tamaño de semejante monstruo.

—¡Papá! ¡Qué rayos significa esto!—. Akane, quien ya vestía su gi, volteó hacia su padre, quien negaba conocer a la bestia.

"Tendo, el es mi muchacho, Ranma" Escribió el panda, por medio de carteles y arrojó a la chica desmayada sobre el césped.

—¡Ese panda tiene faltas de ortografía y gramática! —Replicó Nabiki—. Es evidente que no es un muchacho, se trata de una chica.

—Nabiki, no seas grosera —Le reprendió la hermana mayor— Ya es muy admirable que un panda se de el tiempo de aprender a escribir, no lo critiques.

—¡Saotome! Usted me prometió que había tenido un varón que se casaría con alguna de mis hijas—. Recriminó el padre de las chicas.

"Es él" Respondió el panda, gruñendo y escribiendo otro cartel para su amigo.

Para ese momento, Akane ya se había puesto de cuclillas en el suelo para ayudar a levantarse a la menuda jovencita pelirroja, que recién comenzaba a abrir los ojos. Venía luchando contra su padre para no llegar a la casa, y se sujetó firmemente de la puerta, evitando entrar, pero su padre la había golpeado con su mochila de viaje.

Cuando Ranma abrió los ojos, lo primero que vio fue a Akane y se sonrió ligeramente, pensando que el golpe que le dio su padre lo había dejado más dañado de lo que pensaba, y que, por eso, estaba teniendo visiones.

—¿Amiga, te encuentras bien?—. Oh, sí, realmente alucinaba. La voz de esa chica también sonaba similar a la joven que conoció en la mañana.

—Suenas como Akane —Murmuró, casi por inercia terminando de abrir sus ojos somnolientos al fin.

—¿Ranma?

—¿Ak-Akane?

Ambos se quedaron de piedra al reconocerse mutuamente, a pesar de que Ranma se hallaba bajo los efectos de una maldición que lo obligaba a cambiar de forma con el agua fría. Vestía la misma ropa de su amigo y también cargaba con una mochila de viaje, pero lo más impresionante es que sus facciones y sus ojos le resultaban familiares. Su aura le trasmitía la confianza de alguien a quien ya se conoce de años atrás.

—¡¿T-tu eres el chico del que habló papá?! —Akane se dejó caer sentada de la impresión. ¡No lo podía creer! Acababa de verlo esta mañana. ¡¿Y por qué rayos era una chica ahora?! No entendía nada.

"¡Oh, no!" Pensó el artemarcialista, esto se complicaba cada vez más. ¿En qué líos lo metía su padre? ¿Y por qué lo traía a casa de su amiga? ¿Ella era la que sería su prometida? Miró a su alrededor, buscando la mejor vía de escape. Esto no estaba nada bien. ¡Tenía que ser una pesadilla!

—Buenas tardes —La madre de Ranma llegó hasta donde se encontraban reunidos y se presentó como la madre del joven, acribillando con la mirada a su esposo por no esperarla y hacer la presentación de su único hijo de forma tan primitiva. Ya se encargaría de él después.

Soun y las chicas se sintieron aliviadas de poder entablar comunicación con alguien "normal" de esa familia y todos pasaron al comedor de nuevo, para presentarse en forma.

Nodoka les mostró cómo ambos volvían a su forma original con un poco de agua caliente y Akane terminó por descubrir sus sospechas. "¡Esa chica era un chico!" Y era el que justo conoció esa mañana. Se encontraba anonadada; demasiada información en un solo día.

Ninguno de los dos habló mucho, por no decir que no abrieron la boca, hasta que Genma mencionó que cualquiera de las hijas de su amigo podía elegir ser la prometida de su vástago, y ellas comenzaron a dar sus impresiones.

Nabiki mencionó que Akane era la indicada porque le gustaban las artes marciales y porque su edad era igual que el muchacho, pero Kasumi dijo que tal vez ella no estuviera interesada, porque ella estaba conociendo a otro chico por medio de cartas.

Esto hizo ruborizar a los menores de la familia, al saber de lo que hablaba Kasumi. Su padre estuvo de acuerdo, al fin que aún tenía dos hijas libres para prometer.

—¿Te gustan las chicas mayores de edad?—. Preguntó Kasumi, dirigiéndose a Ranma.

—Y-yo…—. El atribulado chico tartamudeó, sin poder terminar su respuesta.

—Yo podría salir contigo para conocernos —Mencionó Nabiki, guiñándole un ojo — Aunque te advierto que no te emociones, no soy una chica nada fácil de convencer.

—¿Qué pasó con tu viaje? —Le lanzó Akane, dejando al resto ignorante de su pregunta— ¿Tu ya sabias de esto?

—Por eso planeaba huir —Respondió el pelinegro, con la voz cabizbaja—. Y yo no sabía que ustedes… que tú…

—No sé si creerte—. Resopló tajante. Aunque la verdad es que si le creía, de sólo mirar su cara tan consternada como seguro lucía la de ella.

—Tú me conoces —Habló bajo, a pesar de que estaban en el lado contrario de la mesa y todos alrededor escuchaban—. Yo no estoy de acuerdo con este estúpido compromiso. Yo sólo quiero regresar a China para encontrar una cura para lo que acabas de ver hace unos momentos.

—Hijas, muchacho —Intervino Soun Tendo—. Es hora de que tomen una decisión.

Los hijos de las familias se miraron entre sí, y siguieron conjeturando, mientras Ranma y Akane bajaban la mirada, sin ganas de participar en aquel circo. Ranma pensó en tomar la katana de su madre y hacer sepukko ahí mismo, a ver cómo su padre se las arreglaba para cumplir su juramento. Aquello le pareció divertido hasta que notó que Akane lo miraba discretamente y se sintió mal por ella también; sus mejillas se pusieron rojas por pensar idioteces.

Era una joven agradable y no se merecía lo que estaban haciendo con ella; con ninguno de los dos. Sentía que ambos sólo eran unos pedazos de carne puestos sobre la mesa para ser comprados por el mejor postor.

Si no tuvieran las imposiciones que tenían encima, quizás hasta se hubiera atrevido a pedirle salir a tomar un helado.

"Quizás…"

Al ver que no se decidían, Soun carraspeo y mencionó que sería él quien elegiría a la prometida de Ranma.

Volteó a ver a sus hijas y decidió para sus adentros.

—Como Akane ya está siendo pretendida por un chico, elegiré entre mis hijas Kasumi y Nabiki —Comenzó a hablar, causando la incomodidad en los artemarcialistas menores—. Por el bien del Dojo Tendo, y porque pienso que podrían tener más temas en común, he decidido que la prometida de Ranma ser…

—¡Yo lo elijo a él!—. Interrumpió Akane,

—Quiero que sea Akane—. Interrumpió Ranma, al mismo tiempo.

Los dos se miraron con sus reservas, asombrados por la intervención del otro, y pensando que era la mejor decisión que podían tomar por el momento, al ver que ya se conocían por medio de las misivas y del fugaz momento que compartieron en la mañana. Juntos podían planear la manera de romper ese absurdo trato que tenían sus padres.

Pensarían en algo, y los dos volverían a ser tan libres como antes de conocerse. No eran unos niños a los que pudieran decirles lo que debían hacer, y eso se los iban a demostrar.

Ranma pensó que centraría su cercanía con ella en ayudarle a entrenar y conocerse un poco mejor, mientras buscaba la manera de regresar a China. Un arma de doble filo, porque al tenerla frente a frente, supo que era una chica especial, y estaba consciente que si se descuidaba, sus sentimientos le iban a jugar una mala pasada. De cualquier forma, se arriesgaría: ella lo valía.

Akane también imaginó en utilizar el tiempo que estaría más cerca de él para convencerlo de seguir practicando lo que más amaba. Además, era el primer chico con el que se sentía cómoda en muchísimo tiempo, y conociéndolo en persona, estuvo más que convencida de que él no merecía su auto castigo. Ese era, más que nunca, su objetivo; él lo valía.

"Como que eran Akane, la androide Tendo y su mejor amigo, Ranma el salvaje Saotome"

FIN

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Notas finales

SÍ, ahora sí, fin. A lo largo de los días fui pensando que podía añadirle unas cosillas más a la historia y me animé a ponerlo en papel. Si no lo quieren leer, pues no modifica mucho del anterior capitulo, así que no se pierden mucho. ¿Qué ya leyeron hasta aquí? Bueno ¿Qué puedo hacer? .n_n Qué digo, es la 1:20 de la mañana y estoy aceda. Gracias por leer, y pues para los que me comentaron que podía seguir un poquito más, ya tienen una idea extra sobre lo que ocurrió después de la visita de Ranma.

Gracias también por los reviews, las lecturas y por el recibimiento en general que he tenido. Son todos la onda. :D Nos vemos pronto.