Capitulo 16

19 de Julio 2001.

Habían pasado más de tres años desde que Voldemort había vuelto a encontrar a su Anathema y en este tiempo su hijo había nacido y la campaña de Voldemort había florecido, permitiéndole hacerse cargo de la Gran Bretaña mágica. La mayoría de sus enemigos habían sido asesinados o encarcelados hace tres años. Algunos de los que se consideraban de poca amenaza para él estaban siendo liberados y reinscritos en Hogwarts o puestos a trabajar en labores oscuras donde nunca tendría que volver a verlos.

Hermione y Ron serian liberados ese día. No había tomado mucho convencer a Voldemort para que permitiera que Harry asistiera.

Durante estos tres años, Voldemort se había suavizado; eso no significaba que no fuera un malvado dictador y un hombre manipulador y posesivo, pero una vez que las amenazas habían muerto y su control sobre Gran Bretaña se había solidificado, había comenzado a permitirle a Harry más libertad. Claro que esa libertad termino en el momento en que Harry entro a su tercer trimestre y hasta que Mallory cumplió los tres meses. Para su tercer trimestre, Harry ya estaba bastante gordo, aunque mayormente era retención de líquido, pero ya que el embarazo era bastante obvio para quien viera el tamaño de la barriga de Harry, Voldemort insistió que Harry permaneciera en casa donde estaría a salvo, donde su hijo estaría seguro. Voldemort no permitía que el niño saliera de la Mansión a menos que considerara que su familia estaba segura para estar frente al público; no correría riesgos con su familia ahora que por fin había logrado conseguir una. Se habían movido a su propio hogar una vez que su hijo nació, pero aunque el lugar era más pequeño que la Mansión Malfoy, no significaba que estuviera menos protegida, porque después de todo Lord Voldemort aun era un desastre retentivo y paranoide la mayor parte del tiempo.

Harry le había prometido que todos estarían seguros y Voldemort había accedido a llevar a su familia al Ministerio ya que nunca podía dejar de pasar la oportunidad de mostrarlos. Eran su joya de la corona, su orgullo y alegría, y por mucho que se regodeaba de su control del mundo mágico Harry sabía que Voldemort estaría contento de dejarlo todo y vivir pacíficamente, sólo los cuatro. Voldemort disfrutaba el poder, lo amaba, de hecho, lo adoraba. Poder y conocimiento eran todo para el Señor Oscuro y disfrutaba el poder que tenia sobre todos. Pero amaba a Harry, y lo dejaría todo si él se lo pedía. Harry jamás lo haría, porque en realidad Voldemort no era un mal líder; era razonable y justo, y pese al hecho de que algunas de sus leyes eran terribles eran populares. Esto era lo que Voldemort había nacido para ser, esto era lo que lo hacía feliz. Y Harry lo amaba demasiado como para tenerlo de otra manera.

Harry espero con paciencia, con un niño pequeño a cada lado. Teddy, que tenía tres años y tres meses de edad, tenía tomada una de las manos de Harry, esperando con calma que sus 'tíos' aparecieran. Al otro lado de Harry, Mallory Ryddle de dos años y medio bostezo con fuerza, frotándose los ojos con sus puños. Harry lo observo con una suave sonrisa, y luego acaricio el cabello negro del niño. Ambos niños estaban vestidos como verdaderos sangrepura, con túnicas hechas a la medida, con camisas blancas, pantalones negros y zapatos brillantes. En comparación Harry se sentía algo destartalado en sus jeans y túnica de salir, pero entonces Voldemort se dio la vuelta y sus ojos se iluminaron en deseo por él y Harry se sintió mejor.

Los prisioneros a los que les habían dado sentencias cortas, como a Hermione y Ron por allanamientos de morada, y Luna Lovegood y su padre por imprimir opiniones anti-imperiales, llegarían pronto de Azkaban. Serian paseados por el Ministerio y luego llevados a una reunión con el Ministro de Magia, Adler Rosendale, y con Lord Voldemort, y luego serian enviados a casa y olvidados mientras se comportaran. Aquellos con sentencias más largas aun seguirían en Azkaban por algunos años más, a menos que Voldemort estuviera sintiéndose especialmente generoso (cosa poco probable) o a menos que fueran necesitados para algo. Como Horace Slughorn. Él había sido sentenciado a dos años por intentar impedir la toma de Hogwarts, pero había sido liberado a los tres meses debido a problemas con los profesores. Lord Voldemort no podía decidirse en un Director para Hogwarts, y ya que Horace había sido el único profesor que de verdad le había agradado, Severus estaba muerto, y McGonagall en Azkaban también, había sido una decisión bastante fácil. Pero no mucha gente tenía tanta suerte.

Harry sabía que debía pensar en esas personas, mostrar algo de preocupación, como lo había hecho cuando Stan Shunpike había sido acusado falsamente de ser un mortífago. Pero no lo hizo. No podía. Esas personas habían sido verdaderamente culpables de los crímenes de los que habían sido acusados, aunque solo hubieran querido rebelarse; crímenes estúpidos y tontos, pero crímenes de todas maneras y la corte de Voldemort había sido justa al dar sus sentencias. A diferencia del viejo Wizengamont, que había encarcelado a Sirius de por vida por decir un Secreto, sin juicio, sin pruebas, y pese al hecho de que él no había matado a nadie, porque Merlín sabía que a ninguno de esos magos le había importado la muerte de esos doce Muggles que fueron asesinados en el fuego cruzado.

Harry miro a su marido. Estaban casados ahora, por primera vez porque Tom nunca había conseguido el permiso del padre de Anathema antes. Voldemort era bueno en su trabajo, a veces demasiado bueno. Había días en que Harry de verdad creía que las cosas siempre debieron ser de esta manera, días en que Harry estaba de acuerdo con los cambios, incluso los animaba, y luego recordaba que las cosas había estado bien para él por lo menos, pero también las cosas podrían haber sido peores. Voldemort podría haber hecho todo de manera muy diferente y Harry estaba agradecido de que no hubiera sido así, que los Horcruxes estuvieran desaparecidos casi todos y que Tom estuviera en control.

Voldemort miro a Harry, sus ojos recorriendo su cuerpo, desde sus destartalados jeans medio escondidos bajo su costosa túnica de salir, la camisa negra de Voldemort que quedaba grande en el delicado cuerpo de Harry, hasta el alborotado cabello oscuro, y sus ojos se encontraron y brillaron especialmente para él.

Horace Slughorn conversaba con él, actuando como si no hubieran pasado entre ellos más de cincuenta años; como si nunca hubiera sido enviado a Azkaban, como si nunca hubiera abierto su boca sobre el embarazo de Anathema en primer lugar. Voldemort se pregunto, al volver su atención hacia su antiguo profesor, si habría reaccionado de manera tan violenta si hubiera sido Anathema quien le hubiera contado, si no hubiera pasado esas horas intermedias preguntándose sobre el verdadero padre de ese niño. Sus ojos se dirigieron hacia los niños, uno suyo y el otro no aunque Harry al fin había accedido por lo menos a cambiar el apellido del chico: ahora todos eran Ryddle y pese a lo mucho que despreciara el apellido, era suyo. Mallory miro a su padre y rio, dientes de leche derechos y blancos, y agito su mano emocionado, mientras Voldemort se preguntaba cómo había sido tan desagradecido, tan estúpido, por haber haber lastimado a su otro hijo. ¿Por qué no había querido esto?

"La vida tiene maneras para que todo salga como debe ser, Tom," Horace dijo en voz baja, poniendo una mano sudorosa sobre el hombro de Voldemort como si fueran amigos. Trabajadores del ministerio y mortífagos se detuvieron a mirar, incluso Harry lucia ligeramente preocupado, mientras Voldemort posaba furiosos ojos rojos en el Director de Hogwarts. Horace índico con la cabeza a Harry. "Nunca fuiste el mismo después de la muerte de Anathema y del bebé, ¡debió ser horrible para ti! Pero ahora lo tienes otra vez y al pequeño, bueno a los dos pequeños," le dio una gran sonrisa mientras hablaba, al parecer imperturbado por estar tocando al Señor Oscuro. "Debes estar muy orgulloso."

"Lo estoy."

"¡Qué bien, Tom! Debo decir que siempre supe que serias un excelente padre, y estoy feliz de que tuvieras la oportunidad. Estaba pensado para mí que debía decírtelo la próxima vez que nos viéramos, pero no has ido mucho a Hogwarts. ¿Estás pasando tiempo con tu familia ahora?"

"Hogwarts fue un lugar muy importante para mí. Pero ya no es mi hogar," Voldemort dijo en voz baja para que sólo Horace pudiera oírlo. Aquellos que observaban solo vieron que su boca se movía, y su mano empujando la de Slughorn de su hombro.

Horace hizo una mueca. "¿Malas memorias? Supongo que debe ser difícil estar allí y recordar el tiempo pasado con tus amigos y Anathema cuando tú los sobreviviste a todos."

Voldemort le ofreció una media sonrisa, un leve movimiento de sus labios que Horace se habría perdido si justo en ese momento no se hubiera movido para darle una mirada de lastima. "Tengo mejores memorias ahora y un nuevo hogar." Se detuvo, pensando en el discurso que daría después a aquellos que volvían a reintroducirse a la sociedad. ¿Quizás Slughorn también necesitaba escucharlo? "Los malos tiempos son como las nubes de lluvia," se detuvo con un suspiro. Este discurso… Lucius lo había escrito para él, y al recordarlo en detalle, Voldemort sintió deseos de vomitar pero Harry había dicho que era hermoso así que había felicitado a Lucius por un trabajo bien hecho y se había contenido de torturar al falsamente sentimental hombre. "Eventualmente pasan. En realidad todo nos pasa, Horace; la diferencia entre los buenos tiempos y los malos es solo que cuando un buen tiempo termina te aferras con más fuerza a él mientras que el tiempo malo lo dejas ir, pero las memorias de ambos siempre están allí y ambos tiempos siempre terminan. El cambio es inevitable."

"Si," dijo Horace aclarando su garganta de manera incomoda, "cierto."

"Ah, allí vienen. Fue bueno hablar contigo," dijo, sonando más sincero de lo que habría creído. ¿Pero quizás había necesitado el cierre? Hablar con el hombre sobre su amante y su hijo, el mismo hombre que le había contado sobre el bebé de Ana, que lo había felicitado y luego lo había consolado después de la muerte de Ana. Este hombre, que aunque no sabía que Anathema en realidad nunca lo había dejado, estaba feliz porque ahora había avanzado y estaba contento con su vida. Esta vez, en esta vida, el que fuera genuinamente felicitado por sus hijos era algo que Voldemort apreciaría por el resto de su vida: lo orgulloso que estaba, lo complacido, al pensar en Mallory, y se pregunto si a Harry no le molestaría embarazarse otra vez.

"Hola mi Harry," susurro en el oído de Harry mientras envolvía su cintura con uno de sus brazos. Mallory se hizo a un lado para darle espacio al Señor Oscuro y luego abrazo las piernas del hombre. Teddy se quedo quieto y compuesto, silencioso y atento, porque después de todo ya tenía casi cuatro años y no era un bebé como Mallory. Voldemort, presintiendo los pensamientos de su hijo mayor le dio una suave sonrisa.

"Bienvenido Señor Oscuro," Harry respondió con una sonrisa, ladeándose un poco para darle un suave beso en los labios a Voldemort.

Las puertas del atrio se abrieron y todos se quedaron en silencio. Aquellos que no esperaban a nadie se quedaron quietos, rodeando a la familia del Señor Oscuro mientras a un lado estaban las familias de aquellos que estaban siendo liberados, todos observaron con el aliento contenido cuando los Aurores aparecieron primero, seguidos de un puñado de chicos desaliñados. Porque eso es lo que eran. El menor tenía diecinueve, pero el mayor sólo tenía veintidós, solo niños cuando fueron encerrados, privados de sus infancias por luchar en lo que creían.

Luna levantó la mano en señal de saludo, mirando por encima de la cabeza de Harry mientras pasaba a su lado. Hermione mantuvo sus ojos alejados, sus manos temblando por el miedo, pero no pudo evitar echarle una ojeada a su viejo amigo. Jadeo y se sintió fuerte en el silencioso atrio, sus ojos se abrieron al observar al pequeño niño aferrado al Señor Oscuro, y luego miro a Harry. Él le ofreció una sonrisa torcida, su mano libre se dirigió a su estomago mientras la otra seguía sosteniendo a Teddy. Por instinto ella se encontró dándole una sonrisa de vuelta.

"Felicitaciones," le susurro ella al pasar a su lado, recordando el dolor de Harry al soñar sobre la muerte del hijo de Anathema. Familiares ojos verdes la miraron desde el rostro del niño de dos años y Mallory le dio una sonrisa tímida.

Harry reconoció a un puñado de otros de sus años en Hogwarts, gente que reconocía por rostro pero no de nombre, pero todos ellos si lo conocían a él. Apuntaron y jadearon mientras susurraban en voz baja y algunos de ellos lo fulminaron con la mirada, pero mayormente pasaron abatidos a su lado a su reunión con el Ministro fuera del atrio.

Peor uno se quedo atrás.

Ron Weasley se detuvo de golpe, con los brazos cruzados sobre su pecho y lo miro furioso. Un Auror esperaba al otro lado del atrio; los demás y los prisioneros ya habían desaparecido. Pero Ron ni siquiera intento seguirlos.

"Él mato a mi hermana."

Harry empujo a Teddy tras de él, fuera de la vista y del alcance, pero Ron no hizo ningún movimiento de ataque. Voldemort, de igual manera, se pudo frente a Mallory.

"Él mato a tu novia. Mato a tus padres. Sirius murió por su culpa. Tuviste que vivir con los Dursley por su culpa. ¡Maldición!"

"Bellatrix mato a Sirius. Albus me dejo con los Dursley. Gente muere en la guerra, Ron, eso pasa." Harry trato de sonar conciliador, pero sólo se sentía cansado. Había tenido esta discusión tantas veces desde que se había casado, y la mayoría de sus amigos vivos y libres no lo comprendió. Hermione había entendido, aunque había odiado como Harry ni siquiera había intentado defenderla en su juicio, porque ella había estado intentando salvarlo y él había dejado que fuera condenada por eso. Pero ella había comprendido.

"¡Es un asesino!" grito Ron su rostro casi tan rojo como su cabello.

Harry sólo se encogió de hombros, porque después de todo, ¿él no había matado gente también? Quirrell había muerto por su culpa, al igual que Cedric, y Sirius si querías ponerte técnico al respecto. Crabbe también había muerto, o había sido Goyle, ambos, recordó Harry. Uno en el fuego y el otro despeas por la inhalación de humo, y podía haber intentado con más ganas salvarlos pero no lo había hecho porque estaban en guerra y cada uno veía por si mismo. Él también había matado gente. Todos lo habían hecho. Todos los que habían luchado por Hogwarts eran de alguna manera responsables de la muerte de otra persona, y la única muerte por la que Harry podía en realidad culpar a Voldemort era la de su hijo no nacido, porque todos los demás a quienes había matado podían haber luchado.

"¡Ella te amaba!" Ron estaba llorando ahora. "¡Él la mato!"

"¿Que quieres que diga?, Ron rompí con ella porque pensé que algo así podía pasar. No le pedí que siguiera diciéndole a la gente que era mi novia, ¿no es así? ¿Cómo se supone que sabría que eso iba a pasar? ¡Ni siquiera sabía que ella estaría allí! Ella debería haber estado en casa."

"Ella te amaba," susurro Ron pareciendo encogerse en sí mismo.

"Pero yo no la amaba."

Y con eso Ron cambio. Lucía menos derrotado, más enfurecido, y sus ojos se entrecerraron al mirar al Señor Oscuro.

"¡TU!" siseo con puños apretados, "¡Tú hiciste esto! ¡Es tu culpa!" y luego estaba corriendo hacia ellos, como un jugador de rugby listo para el ataque. Harry ni siquiera pensó en los niños, porque sabía que Ron no los lastimaría, aunque Voldemort fuera el padre biológico de uno de ellos. Ron era fácil de enojar y le costaba perdonar, pero no era el tipo de persona que lastimaría a un niño indefenso.

Pero podía intentar lastimar a Voldemort. Y Voldemort lo mataría por eso. Harry entonces se sentiría obligado a enojarse por eso, y a odiarlo, sintiéndose culpable por no hacer algo para proteger a Ron como había fallado en proteger a Ginny y Cedric. Se rehusaba a pasar por eso otra vez. Estaba feliz, finalmente, y no dejaría que Voldemort arruinara eso. Así que sin pensar en realidad en las consecuencias, saco la Varita Mayor desde el bolsillo de su túnica y apunto al chico que alguna vez había sido su hermano.

Ron no tuvo tiempo de sorprenderse cuando el destello de luz verde lo alcanzo. No paro de correr, tampoco siguió corriendo; sólo se detuvo, cayendo hacia adelante como una estatua y se estrello contra el piso, casi en el mismo lado en que su hermana había caído hace más de tres años. La luz verde desapareció, y fue seguida de una multitud de voces exclamando, susurrando y gritando, pero Harry siguió parado en medio de la tormenta, al parecer inafectado por lo que había hecho. Tras él, Voldemort se tenso, esperando algún tipo de reacción, pero Harry sólo le sonrió y tomo a Mallory en brazos.

"No estoy enojado," dijo Harry dejando el 'contigo' sin mencionar. No tenía a nadie a quien culpar de la muerte de Ron, más que a Ron y a él mismo, después de todo. Acurruco a Mallory contra su pecho, sintiendo la pérdida de su mejor amigo, uno que no había visto por tres años pero que de todas maneras había querido.

"Te amo," susurro Harry con suavidad, por segunda vez ese día. Voldemort de verdad pensó que lo decía en serio esta vez. Hubo momentos, situaciones donde había esperado, donde había creído, pero Harry había mantenido al pie de la letra la regla de sólo decirlo 'una vez al día' por los últimos tres años, nunca repitiéndolo, pero él tampoco se lo había dicho nunca, así que quizás eso era justo. Pero esta vez, esta vez Harry lo había dicho otra vez, sin que lo obligara, sin que le rogara, y Voldemort tomo la mano de Harry, entrelazando sus dedos, y guio a su familia fuera del atrio.

"Y yo a ti," susurro. Pese a como se sentía, aun no podía decir las palabras, y sin duda Harry merecía oírlas, pero no era capaz. Se quedaban atoradas en su garganta, atrapadas en su lengua y lo ahogaban, trastabillaba al intentar pronunciar la letra 't'. Muchas veces había alejado la cara en vergüenza mientras Harry y Anathema lo observaban expectantes, decepcionados.

"Se que lo haces." Harry estiro su brazo para tomar la pequeña mano de Teddy mientras tenia a Mallory en su otro brazo. Había soltado a Voldemort, pero no había problemas, porque el brazo de Voldemort envolvió su cintura y atrajo a Harry contra su lado, juntándolos como las piezas de un rompecabezas, como dos mitades de un entero.

XXX

1 de septiembre 2001.

Hermione miro alrededor del Gran Comedor. Ella estaba sentada sola en la mesa Gryffindor, mientras los demás estudiantes caminaban a su alrededor, hablando sobre todo y nada a la vez. Pero nadie le hablaba a ella. Como parte de su libertada condicional, le habían permitido que terminara su educación en Hogwarts, repitiendo sexto año para luego seguir a séptimo, antes de poder tomar sus EXTASIS. Todos sus amigos estaban muertos o se habían mudado, y no conocía a nadie en su año, excepto Luna, aunque reconocía a algunos de los prisioneros recién liberados.

A los nacidos muggle ya no les permitían asistir a Hogwarts. En vez de eso, con la excepción de Hermione (que estaba segura que Harry al fin había intervenido por ella), no habían más nacidos muggle en la escuela, que era parcialmente la razón por la que nadie le hablaba a ella.

Los niños estaban siendo adoptados al nacer, o eran contactados ahora en vez de esperar a los once años, y eran enviados a una escuela especial donde les enseñaban las mismas cosas que aprendían los sangrepura antes de entrar a Hogwarts. Aquellos que eran mayores, aquellos que ya habían empezado en Hogwarts, estaban terminando su educación en el Ministerio, supervisados por profesores y tutores, y se esperaba que se enseñaran a si mismo sobre la cultura del mundo mágico para luego tomar un examen. Si fallaban, entonces el mundo mágico no tenía uso para ellos, y todos sabían que si fallaban serian más que Obliviados para enviarlos a vivir a otro lado.

Hermione tendría que pasar el mismo examen junto a sus EXTASIS pero eso no seria problema para ella. Ella disfrutaba estudiar, y la mayor parte del conocimiento que Harry poseía ella se lo había enseñado de todas maneras, así que en realidad, ella era la más adecuada para ser una sangrepura. Pero así era la vida.

En los meses desde su liberación se había estado quedando en una vivienda especial, arreglada el año anterior cuando Voldemort se dio cuenta que algunas de las sentencias expirarían pronto. Era casi como un orfanato, pero también como una hostal: Hermione imaginaba que era muy similar a los lugares en Norte América donde los criminales en libertad condicional vivían, etiquetados y monitoreados, pero ya no tras las rejas. Ella había pasado el verano estudiando los cambios que Voldemort había hecho.

Algunas de sus ideas apestaban a la influencia de Harry, pero El Profeta le daba el crédito solo al Señor Oscuro. Ella había bufado, y vuelto a leer el artículo sobre Lord Voldemort protegiendo a niños abusados, y pensó en Harry, delgadísimo y con moretones, siendo rescatado por un auto volador y de un Harry asustado intentando esconderse cuando su tío lo agarro y lo zamarreo porque los miembros de la Orden se habían atrevido a hablares en público. Harry tenía algo que ver con eso, pensó, porque Harry no soportaría ver que otros niños sufrieran ese destino. Pero luego recordó el pasado de Voldemort, o lo que Harry le había contado, y se sintió culpable por ignorar el abuso que Tom Ryddle había sufrido.

Sin los Horcruxes, los asesinatos y la locura, pensó ella, ¿su mundo habría sido un mejor lugar más pronto? ¿Muchos años antes que ella naciera? ¿Podría ella nunca haber conocido a sus padres, habiendo sido adoptaba para ser criada como una Black, una Malfoy o una Lestrange como los bebés ahora? Ella no habría conocido nada diferente, nunca habría luchado en esa horrible guerra, ni habría perdido tantos amigos. Nunca habría tenido que sufrir, llorar y ceder por el bien mayor. Ella ya podía verlo en su mente. Lord Voldemort y Anathema Black y su hijo de ojos azules, reinando sobre el mundo. Ellos habían estado llenos de encanto, gracia y poder.

Hermione se pregunto, mientras estaba sentada sola en la esa Gryffindor, si el mundo habría sido mejor si hubiera cambiado de esa manera. Donde nadie estaba vivo para recordar como era antes.

Después de todo, la ignorancia es una bendición.

El Fin

¡Ufff! Por fin termine, lamento tanta demora, pero estoy lesionada y me es muy difícil poder escribir con una mano, además que mis hijos me vigilan para que no esté en el computador mas de una hora por día (no entienden que eso me estresa aun mas), pero por lo menos esta semana ya me dieron acceso al computador, las semanas anteriores solo tenía permiso para revisar mi correo, mis hijos y mi esposo le hacen demasiado caso a los médicos. Así que debido a eso todas las traducciones están súper atrasadas, pero por lo menos aquí tienen esta. Muchas gracias a todos aquellos que leyeron esta traducción y en especial a aquellos que comentan. Muchos saludos a todos