Este capítulo está dedicado especialmente a Nalnya, por inspirarme un poco a escribirlo.

Agradecimientos a Nalnya, Connie1, Samanta Black y Joplin97 por sus respectivos reviews. :3

Espero que os guste. ;D


Capítulo V: La cita

Eran casi las once de la mañana. Katie acudió puntual a su cita, aún haciéndose la pregunta de siempre: ¿qué diantres hacía ahí? Porque, para no variar, no tenía ni la más remota idea. Comenzó a ponerse nerviosa mientras veía pasar los eternos minutos sin que Oliver apareciera. ¿Y si, tal y como ya había hecho con sus amigos, aplazaba aquella cita? Bueno, si es que a eso se le podría llamar cita, porque más bien eran dos amigos que quedaban para hablar y poco más. Él ya tenía a alguien y no tenía la menor intención de meterse por en medio.

Claro que, pensándolo bien, no se lo estaba poniendo nada fácil. Aunque lo negara, porque lo negaba a más no poder, aún seguía sintiendo algo especial por él y todo aquello le mataba por dentro. Le temblaban las piernas cada vez que le veía, se le aceleraba el corazón cada vez que le dedicaba cualquier palabra.. Meneó la cabeza fuertemente, queriendo quitarse esas ideas de la cabeza. Respiró hondo y echó lentamente el aire por la boca.

—Bueno, al menos sois amigos, ¿no? Podría ser peor—se dijo a sí misma.

—¿Siempre hablas sola cuando esperas a alguien?—Oliver acababa de llegar y, para desgracia de Katie, estaba jodidamente atractivo con esa camisa y ese pantalón que le marcaba bastante su parte trasera.

—No, sólo cuando llegan tarde.

—Lo siento muchísimo, es que tuve que pasarme por la oficina a dejar el sobre que me devolviste anoche. Mi jefe me ha echado un sermón del quince porque debí entregarlo ayer y no esta mañana. Pero bueno, yo me alegro de haberlo hecho hoy...—le sonrió ampliamente.

—¿Y eso?

—Pues porque si no, no hubieses ido a llevármelo, no te hubiera visto y no estaríamos aquí.

Katie se sonrojó ante esas palabras.

—Te has puesto un poco cursi, que lo sepas—dijo entre risas.

—Lo sé, sólo me pasa cuando estoy contigo...

Si Oliver se estaba proponiendo que Katie se pusiera más colorada que el color de casa Gryffindor, lo estaba consiguiendo. Vaya que sí.

—Por cierto, siento haberte citado aquí, en el Callejón Diagón...

—¡Oh, no importa! No es la primera vez que lo hacen...

—Pues por eso mismo. Siempre es aquí o en Hogsmeade, ¿nunca te has dado cuenta?

—Eso es cierto. El propio Harry nos citó en Las Tres Escobas, ¿acaso no hay otro lugar mágico donde quedar?

—Por lo visto no—se echó a reír—. Pero tranquila, que estaremos poco rato aquí, ya que sólo quiero pasar por Florean Fortescue, que allí es el único sitio donde tienen mi helado favorito.

—¿En serio? ¿Cuál es?

—Melocotón y calabaza con virutas de chocolate blanco y sirope de frambuesa.

—Tienes un paladar un tanto especial.

—Lo sé, siempre me lo dicen—dijo levantando la cabeza orgulloso.

Entraron en la heladería y, efectivamente, se pidió el helado que le había mencionado.

—Pues.. tú tampoco es que te quedes corta—comentó, observando el helado de chocolate y mango de Katie.

—Lo sé, es que no quería quedarme atrás con el tuyo—dijo echándose a reír.

—Desde luego que lo has conseguido, pero el mío es mejor aún...

—Sí, además que es más grande...

—Es que los demás tamaños parecen un chiste—se echó a reír y miró a la chica, mientras degustaba su ansiado helado—. Bueno, cuéntame. ¿Qué ha sido de tu vida todos estos años?

—Pues... no gran cosa, la verdad. Entré en la tienda de objetos de Quidditch poco después de graduarme en Hogwarts y poco más. Mi vida es un poco aburrida en estos momentos. Nada emocionante como la tuya, en comparación...

—¿Y no hay o hubo alguien especial en tu vida?—a pesar de haber formulado aquella pregunta, le daba un poco de miedo la respuesta.

—Bueno, sí... hubo alguien hasta hace muy poco.

—¿Y qué pasó?

—Bueno, supongo que la cosa no cuajó bien. Éramos demasiado diferentes y... en fin, decidimos que lo mejor sería tomar caminos separados.

—Lo siento.

—No, tranquilo, Ethan y yo seguimos siendo amigos. Y se pasa de vez en cuando por la tienda para saber cómo estoy y eso. Es un gran chico.

—Me alegro de que al menos acabara bien la cosa. Supongo...

—Gracias—le sonrió tiernamente y miró al frente, pensativa—. Por cierto, no sé a dónde me querrás llevar, pero resulta que el Callejón Diagón no es que destaque precisamente por ser muy grande que digamos.

—Cierto—dijo acercándose demasiado a ella—. Tengo un sitio bastante tranquilo donde poder charlar tranquilamente.

—Pues allá vamos, ¿dónde es?

—Es una sorpresa—se acercó más aún y la abrazó con fuerza—. Lo malo es que aún no he descubierto otra manera mejor para llegar hasta allí más que desapareciéndonos, así que, mi querida Katie, será mejor que te agarres fuerte porque el viaje será un poco movidito.

Y, sin que Katie pudiera decir más nada, se desaparecieron en cuestión de un segundo. Un minuto después, aparecieron tras unos arbustos de un parque. Katie acabó en el suelo, sin saber cómo, con su helado de chocolate y mango esparcido por su camiseta.

—Lo... lo siento—dijo mientras la ayudaba a levantarse—, hace demasiado tiempo que no hacía esto y pensé que lo podría manejar mejor...

—No importa, aunque...—se estiró un poco su camiseta para enseñarle mejor el estropicio.

—¡Oh, vaya! Lo siento, de veras que lo lamento...—miró a todos lados y se fijó en una pequeña fuente cercana a ellos y la cogió de una mano—Ven, allí hay una fuente.

Abrió como pudo el grifo de la pequeña fuente y humedeció un poco el pañuelo que llevaba en el bolsillo, ofreciéndoselo a la chica para que se limpiara la mancha.

—No sé qué me pasa hoy, pero estoy demasiado torpe y nervioso...

—Tranquilízate, que no es el fin del mundo—comentó mientras se terminaba de quitar el chocolate de su camiseta—. ¿Lo ves? Ya está.

Oliver se rascó la nuca distraídamente sin saber cómo reaccionar.

—Por cierto—comenzó a decir, mirando a su alrededor. Verdaderamente no tenía ni idea de dónde se encontraba—, ¿dónde se supone que estamos? No me suena haber estado aquí antes.

—Estamos en Green Park, en pleno centro de Londres, mi querida Katie...—y le sonrió de oreja a oreja.

—¿Green Park?—preguntó alzando una de sus cejas, extrañada—¿Esto no es un parque... de muggles?

—Correcto. Veo que estás puesta en el tema.

—En verdad no mucho, sólo de oídas por un comentario de una prima mía que hizo el año pasado cuando acabó por estos lares...

—¿Pero a que nadie te ha llevado hasta aquí?

—Nop—soltó rotundamente—. Eres el primero que lo hace.

—Me alegro. No es que sea un lugar mágico pero... tiene su encanto.

—Desde luego que sí—declaró entre risas mientras comenzaron a andar—. ¿Y... cómo es que conoces este lugar? ¿Vienes mucho por aquí?

—Sí, bueno, hacía bastante que no venía, pero este es el sitio donde traigo a mi hermana cuando necesita despejarse.

—Espera, espera, ¿tienes una hermana?—le preguntó con los ojos desorbitados— No tenía ni idea. ¿Qué edad tiene?

—Pues hace poco que cumplió los veinte.

Katie entrecerró tantos los ojos que parecía que los tuviera casi cerrados. Arqueó una ceja y se cruzó de brazos.

—¿Cómo es posible que tengas una hermana de mi edad y nunca la haya visto por Hogwarts?

—Pues porque, simplemente, ella no fue a Hogwarts.

—¿Y a dónde fue, pues?—Oliver le hizo un gesto que Katie captó a la primera—¡Oh, vaya!

—Exacto.

—¿Y cómo es que nunca me hablaste de ella? Todos estos años y nunca la mencionaste siquiera...

—Bueno, no es que fuese algo agradable de comentar. Es decir, la gente se lo toma un poco mal el hecho de que alguien cercano a ti no tenga magia y quise evitar ciertos comentarios sobre ella. Suficiente tuvo la pobre el rechazo por parte de mis padres los primeros años.

—Yo no hubiese comentado nada. No al menos nada malo.

—Lo sé, pero aún así, preferí mantenerla al margen. Fui su único apoyo durante mucho tiempo.

—¿En serio?

—Sí, es duro el enterarse que no puedes usar la magia así de repente. Estuvo un tiempo en el que no quería hablar con nadie, ni siquiera conmigo, así que, de algún modo, le hice entender que no tener magia no era el fin del mundo.

—¿Y cómo lo conseguiste?

—Bueno, es una chica bastante inteligente, así que no fue difícil convencerla de que podía sacar a relucir su talento. Le enseñé todos mis libros de Hogwarts, los que iban a ser suyos, todos los de las asignaturas que no requerían ningún tipo de magia: desde Herbología, pasando por Historia de la Magia, Pociones, hay muchas que se pueden hacer sin necesitar de hechizos, Astronomía...—se paró en seco y se dirigió a un banco donde se sentó e invitó a Katie a sentarse junto a él— Como habían algunas asignaturas que yo nunca llegué a recibir clases, cuando me gradué en Hogwarts y conseguí entrar en el primer equipo de Quidditch, solía gastarme el dinero que ganaba en comprarle los libros que me pedía o que necesitaba...

—¿En serio hiciste eso?—una tierna sonrisa se asomó por el rostro de la chica— Lo que no entiendo es cómo tus padres la rechazaron de esa manera.

—No es que la rechazaran, es que no aceptaban que mi hermana no podía hacer magia. Según ellos, cuando constaba unos pocos meses de edad, hizo la típica "magia involuntaria" que todos hacemos alguna vez durante nuestra infancia. Yo no recuerdo nada de eso, porque era demasiado pequeño para poder hacerlo, pero ellos estuvieron durante mucho tiempo insistiendo en que ella sí que hizo magia una vez.

—Vaya, pobrecita...

—Como ya he dicho, fui su único apoyo durante mucho tiempo. Era mi hermana pequeña y no me gustaba verla mal.

—Eres increíble, de verdad que sí...

—Bueno... ahora es ella la que me apoya en todas mis locuras. Y eso que estos años la he desatendido mucho.

—Eso está bien. Me alegra saber que os lleváis tan bien después de todo.

—Bueno...—puso un extraño gesto y arrugó la nariz—, a veces me da dolores de cabeza, es demasiado impulsiva, un culo inquieto que no para nunca y siempre está de un lado para otro sin parar... Pero la quiero igual, porque, ante todo, es mi hermana.

—Parece adorable...

—Lo es. Además, si no fuese por ella... no sé qué sería ahora mismo de mí.

—¿Y eso?

—Por así decirlo, he estado estos tres últimos años haciendo bastante el loco, viviendo la vida a tope, como si no hubiese mañana. Fue un descontrol total y absoluto que... aún estoy pagando un alto precio por mis actos. Me está ayudando mucho con un tema bastante... delicado.

—Eh, tranquilo—le dijo con voz suave mirándole a los ojos. Sin darse cuenta, le estaba acariciando el rostro—, no te tortures por eso, ¿vale? Todos tenemos derecho a cometer errores en esta vida.

Oliver se le quedó mirando y le sonrió levemente.

—Te he echado de menos todos estos años—le declaró, sin más.

Katie se quedó sin palabras ante aquella afirmación. No se lo esperaba en absoluto.

—Yo también te he echado de menos.

—¿Qué...—vaciló un poco antes de formular la pregunta, pero finalmente se decidió a terminar la frase—, qué nos pasó? Estábamos tan bien juntos y... sin más nos separamos.

—Pues que terminaste tus estudios en Hogwarts, conseguiste entrar en un buen equipo de Quidditch y decidiste que lo mejor sería dejarlo por un tiempo.

—Es verdad, no lo recordaba ya—exclamó, cerrando los ojos fuertemente—. Lo siento de veras, Katie—suspiró lentamente y la miró delicadamente—, lamento haberte abandonado de aquella manera.

—No te preocupes, no pasa nada—contestó con voz serena—. No te lamentes por algo que pasó hace mucho tiempo.

—Sí, lo sé, pero es que... nunca debí haberte dejado escapar.

—Bueno, pero no tienes por qué pensar en ello. Además—hizo una breve pausa antes de continuar—, ya tienes alguien a tu lado que parece que te quiere mucho y...

—¿A alguien?—exclamó, interrumpiéndola, frunciendo el ceño— ¿A qué alguien te refieres?

—Pues a quien va a ser, a esa chica rubia, alta, de sonrisa perfecta que siempre sale de tu apartamento.

—¿Quién?¿Elyanna?—acto seguido se echó a reír a carcajada limpia.

—¿Se puede saber de qué te ríes?

—Lo primero—explicó una vez paró de reírse—, ¿cuándo te he dicho que tengo novia?

—No, nunca, pero...

—Segundo—la volvió a cortar—, ¿cuándo te he dicho que ella era mi novia?

—Bueno, no lo has dicho, pero, no sé, se suponía... yo os vi y pensé...

—Tercero, ella ya tiene novio.

—¿En serio? Vaya...

—Sí. ¡Y no sabes cuánto me alegro de que lo tenga!—exclamó poniendo los ojos en blanco— Es un poco empalagosa y a veces me agobia un poco..

—Entiendo...

—Y cuarto, y no menos importante, pensé que eras más lista.

—¿Yo? ¿Por qué dices eso?

—Pues porque después de todo lo que te he contado antes de ella, di por sentado de que te habías dado cuenta de que era ella de quien te hablaba...

—Un momento—exclamó asombrada—, ¿me estás diciendo, que la chica de la que me has estado hablando hace un momento, es Elyanna?

—Así es...—dijo asintiendo lentamente— Ely es mi hermana pequeña. ¿En serio no te diste cuenta de que era ella de quien hablaba?

—¿Esta es la cara de alguien que se ha dado cuenta de ese detalle?—vociferó apuntándose la cara con un dedo.

—Ya veo que no.

—Pero... no lo entiendo, si siempre te está hablando de manera cariñosa, abrazarte... ¡prepararte la bañera!

—Sí, ella es así. Suele hablar siempre más de la cuenta.

—Pero si os vi casi desnudos con unas orejas de conejo...—murmuró la chica.

—¿Qué?—otra vez le entró la risa—¿Nos has estado espiando o qué? ¿Cómo es que sabes eso?

—Ehm... esto... yo, no, fue sólo casualidad y... —cerró los ojos y se tapó la cara con las manos—¡Merlín! Me siento ridícula con todo esto. Y pensar que he estado evadiéndote por no entrometerme en "vuestra relación"...

—Pues ya ves que no te has entrometido en nada.

—Soy realmente patética—se lamentó.

—No lo eres. Tan sólo tienes demasiada imaginación.

—Hombre, con semejante pivón ahí al lado... cualquiera lo pensaría.

—¿Pivón? Ehm, no sé, sí, bueno, supongo que lo será—sacudió un poco la cabeza al pensar en ello—Evidentemente es mi hermana y nunca pienso en ella... de esa manera.

—Menos mal, que si no...

Oliver sacó su reloj del bolsillo y lo miró un momento.

—Bueno, señorita Bell—comenzó a decir mientras se levantaba—, lamento comunicarle que nuestra cita debe quedarse aquí por el momento.

—Está bien, señor Wood—le sonrió ampliamente.

—Es que Ely me está haciendo un favor en estos momentos y le prometí que regresaría antes de la hora de comer.

—Tranquilo, no importa.

—Pero antes, decir que he pasado un rato bastante agradable contigo—su sonrisa no podía ser más amplia porque no podía.

—Yo también lo he pasado estupendamente.

—También me gustaría recuperar un poco el tiempo perdido.

—A mí también me encantaría.

—Pues entonces, señorita Bell—dijo acercándose a ella, sujetándola por la cintura—, será mejor que te acompañe ya a casa.

Y, antes de que pudiera responder, se desaparecieron del lugar.


NDA: Bueno, empezar diciendo que de Oliver se sabe demasiado poco de su vida y de su familia. Así que, bueno, creo que más o menos me ha quedado creíble la historia de la hermana y del por qué nadie supo de ella. Aunque aún me queda bastante de hablar sobre ella, porque no era plan de contarlo todo del tirón.

¿Alguien se esperaba que fuese Ely? xDDD Lo sé, soy un poco mala, ya que todo esto estaba fríamente calculado desde el principio. :P

Espero que os haya gustado este capítulo (y adoréis ahora a Elyanna xD).

En fin, eso es todo. Si queréis, podéis dejarme un comentario en ese recuadrito tan simpático de abajo que pide a gritos que escribáis en él.

Un saludo muy grande.

~Miss Lefroy~