Summary

No pienses, no levantes la vista, no me hables. Mira tú brazo y recuerda bien el nombre que tienes escrito allí.

Recuerden esto mocosas, son los juguetes de sus dueños. Si son devueltas, su destino será morir.

Yo solo quiero ser libre. Si necesito morir para no verte más, ¡te ruego que mates, Sasuke!

Prólogo

Todas las mujeres en Konoha tienen una educación diferente a la de los hombres. No es porque se les considere débiles, no es porque se les considere más fuertes, ni más delicadas. Lo que realmente sucede es que no se les considera alguien, no, ellas son algo.

Objetos de cambio, objetos que sirven a los hombres. Se les da una mujer de regalo a todos los graduados de la academia. Tal como se regala una mascota, no, una mascota es más importante en el mundo shinobi que una mujer.

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Primero: La mujer no debe hablar en presencia de algún hombre. Su castigo, será el que su dueño estime conveniente.

Segundo: Si no cumple una orden, su castigo será el que su dueño disponga.

Tercero: En caso de que no atienda sus deberes, puede ser devuelta a la casa de crianza. Y será castigada con lo que se estime conveniente.

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— Sasuke, este año saldrás de la academia, ¿no? — Fugaku preguntó mientras miraba a su hijo menor fijamente.

— Si, padre. Este año ya saldré de la academia —. El chico de solo 12 años de edad sonrió con orgullo.

— Bien, hermanito —. Itachi el primogénito de la familia de Fugaku Uchiha, sonrió a su pequeño hermano que comía a su lado — ¿Has pensado en cómo quieres tú regalo?

— Itachi, eso lo vera cuando vaya a la casa de crianza – Respondió Fugaku en tono burlón, y levantándose hacia la cocina.

Itachi no respondió y le guiño el ojo a Sasuke. Al salir Fugaku, el mayor se acercó susurrando quedamente.

— ¿Cabello largo o corto, hermanito?

—¡No molestes Itachi! — Sasuke se levantó y camino rápidamente a su habitación. Su hermano tenía la costumbre de molestarle por su nula experiencia con las mujeres.

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Cerró la puerta con más fuerza de la necesaria antes de lanzarse a su cama. Él no había pensado en cómo sería su regalo y no es que le hubiera rondado demasiado por la cabeza. Solo quería que aquello terminase rápido y con pensamientos sobre aquel regalo fue que se quedó dormido.

— Sasuke, despierta —. Entre sueños escuchó que lo llamaban —, Sasuke.

Volvió a escuchar la molesta voz y presintiendo que no pararía de hablar, gruñendo abrió los ojos y distinguió la figura que lo había despertado.

— Mamá — Sonrió levemente al verla en su habitación, no era común que ella estuviera por esos lugares. Su padre no sé lo permitía.

— Levántate, Sasuke. Necesito que me escuches —. Mikoto susurro suavemente, Sasuke logró enfocar mejor aún con la escasa luz que entraba por la ventana y pudo visualizar sangre en ella. Sobresaltado estiro su mano hacia su madre —. No pasa nada, está bien — Ella vio el miedo en sus ojos y trato de calmarlo tomando su mano con cariño.

— Sangre — murmuro buscando alguna herida en el cuerpo de ella —. ¿Por qué hay sangre?

— Debo irme Sasuke —. Las lágrimas de Mikoto cayeron libremente por su rostro, no le importaba verse patética en esos momentos. Porque ese momento, lo recordaría por siempre —. Antes de que hables escucha atentamente, tu padre… Fugaku está muerto. Si paso un poco más de tiempo aquí yo también lo estaré —. Al ver que Sasuke la iba a interrumpir tapo su boca suavemente —, no entiendes porque aún eres un niño. Pero por favor, no hagas lo mismo que Fugaku hizo… No hagas lo que todos los hombres de este país hacen, tú no eres así.

Se agachó a la altura de Sasuke y dejó un beso en su frente, apretó nuevamente su mano y se apartó caminando hacia la ventana. En el momento que quedó frente a ella, unos anbus entraron por la puerta y otros por la ventana a la que ella se había acercado. Ignoraron a Sasuke que estaba con los ojos ensanchados y la boca abierta al ver a esos hombres acercarse a su madre.

— Serás eliminada —. Uno de los anbus la tomo por el cabello, logrando que un quejido saliera de sus labios.

Sasuke reacciono en ese momento. Ver a su madre con sangre y a aquellos tipos tratándola bruscamente, recordar que su padre estaba muerto. Todo aquello lo hizo levantarse de la cama y correr hasta donde estaba ella tratando de liberarse de los anbus.

Había empuñado su mano cuando uno de los anbus, con solo un golpe lo noqueo en el suelo.

Antes de que todo se volviera oscuro, un nuevo grito lo acompaño.

Un grito de Mikoto.

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Naruto es un chico realmente molesto. No paraba de parlotear junto a su amigo y era algo normal en aquella situación ya que estaban emocionados. Ese era el día en el que se graduaban de la academia. Ese era el día en el que se hacían hombres ante las leyes de Konoha y tenían algún derecho sobre una mujer.

Mujer que el padre de Sasuke había dejado pagada en la caza de crianza, para que su mismo hijo la escogiese.

Sasuke sonrió cuando recibió su bandana y un pequeño libro. La bandana ocupo lugar en su frente, y al terminar de amarrarla desvió la mirada a Itachi y volvió a sonreír esta vez orgulloso de sí mismo. Itachi devolvió una sonrisa también orgullosa antes de que transformara en una burlona y moviese su cabeza ligeramente hacia fuera donde él había dejado a su mujer, amarrado a un árbol, al igual que los demás adultos que estaban en aquella ceremonia.

Se escucharon carruajes acercarse y detenerse a las fueras de la academia. De uno de esos carruajes se bajó un anciano, que llevaba una cuerda amarrada en una de sus manos. El anciano dio un tirón a la cuerda y se vio como la primera chica salía de allí.

Se escucharon carcajadas emocionadas, ya que todos los hombres del salón tenían la mirada puesta en los carruajes, de los que se bajaban más mujeres.

Había llegado ese momento.