CAPITULO 1 Primer Encuentro

Muero de hambre, no es de extrañar, el vivir en la calle es lo que provoca, tener hambre todo el tiempo. Hola a todos, mi nombre es Monserrat o eso creo y tengo doce años pero prefiero Monse, es mas… bueno es el único nombre que conozco, no sé, lo único que se en estos momentos es que muero de hambre, no he probado bocado desde hace cuatro días, lo cual ya marca, incluso para mí.

Ya esta anocheciendo y hace frio, me encuentro en las afueras de Nueva York, por donde están algunas granjas y playas, lo cual es malo, hace demasiado frio, no parece que sea verano, y solo tengo un blusa de manga larga que robe en un pueblito del estado de Erie, estoy sucia y hambrienta. No lograre llegar a la ciudad hoy hasta mañana, no hay nada aquí en los alrededores, no ha pasado ni un solo carro que me pueda dar un aventón, solo paso una camioneta blanca que tenia pintadas unas fresas, pero me paso de largo.

Así que me veré obligada a pasar la noche en los alrededores de un bosque tenebroso, con frio y con hambre, genial, ser desamparada sí que tiene sus desventajas. Tengo que ir a buscar leña para hacer una pequeña fogata, el frio que provoca la brisa del mar es insoportable. Estoy temblando más que una hoja de un árbol, hecha un ovillo a un lado de la diminuta fogata que puede hacer con lo que encontré.

Mi estomago ruge y el viento me alborota mis cabellos negros cuando me llega un olor a comida, mi estomago ruge con desesperación por encontrar ese preciado manjar. Me guio por el olfato, sigo mis instintos como lo he hecho desde siempre. Logro ver a lo lejos un grupo de cabañas, hay una fogata y puedo ver el asado que hacen.

Hay demasiada gente, parece que celebran algo, tal vez pueda esperar a que vayan a dormir y tratar de conseguir algo de sus sobras. Mi estomago ruge exigiendo bocado de lo que sea.

Ha anochecido lo suficiente como para no ser vista tan fácilmente y menos a mí, no por nada me decían kitten* en Michigan. Si me doy prisa, para cuando se den cuenta ya estaré lejos, me podría esconder en el bosque de los alrededores.

Bajo la colina que me separa de mi objetivo, es muy resbaladiza y no tengo que hacer ruido. Puedo ver que aun hay chicos levantados, hay un ambiente festivo. Estoy buscando la cocina, pero todo está escrito en letras raras, cuando al fin logro ver los vestigios de lo que parece la cocina salgo de mi escondite.

Estoy por entrar al cuarto, cundo escucho pasos acercándose. Me escondo instintivamente detrás de unos pequeños arbustos.

-Al fin, un poco de paz, esta vez nos llevamos un buen susto.

-Lo se, mira el lado bueno, esta vez tenemos a los romanos de nuestro lado Travis.

-Que importan los romanos, si tenemos a Annabeth, Percy, Nico y Clarisse, todo estará bien Connor, además de a los sexys hermanos Stoll claro esta.- no se que era todo eso de romanos y personas, pero no quería sabes, estos chicos estaban armados hasta la medula. Tenían consigo espadas y cuchillos.

¡Dios!, ¿qué tal si estaba en un centro de locos?, ¡iban a matarme!, desde luego mi estomago decidió hacerme una broma cruel y empezó a rugir como si tratara de que los locos me encontraran.

-¿Escuchaste eso?- el chico se detuvo deslizo su mano hacia el cinturón donde estaba su espada.

-¿Qué cosa?- pregunto el otro, empuñando un cuchillo y escrutando la oscuridad.

Estaba aterrada, estas personas atacarían antes de preguntarme, solo quería un poco de comida, no era mucho pedir. Tome mi única armas que poseía, una navaja de pelea callejera, si caía trataría de llevarme a uno conmigo al manos.

-No, nada, ha de ser un monstruo de los alrededores. Anda vamos a la fogata, no han de tardar en contar la historia.

Los chicos se alejaron. Tenía miedo, sin duda este era uno de esos centros de locos, ¿quién mas estaría hablando de monstruos y estaría armado para una masacre?, debía largarme de aquí cuanto antes. Me disponía a marcharme sin mirar atrás cuando mi estomago rugió nuevamente. Si ya estaba aquí, creo que podría arriesgarme un poco ¿no?

Ya no se miraba nadie en los alrededores por lo que reuní valor (o estupidez) y entre a la cocina.

Todo estaba demasiado oscuro como para ver algo, busque a tientas la barra y la encontré con dificultad, trate de hacer el menor ruido posible. Tuve éxito, logre encontrar algunos recipientes con algo de comida, decidí meterlos en mi mochila y huir antes de que alguien me encontrara.

Estaba contenta por salir airosa que no vi la pila de platos amontonadas en el suelo, dejándolos caer en una avalancha precipitada. Cientos de platos se hicieron añicos en cinco segundos, un nuevo record.

Tenía que salir de aquí cuanto antes. No había puesto ni un pie fuera de la cocina cundo empecé a escuchas pasos que se acercaban cada vez mas. Tenía que salir, y rápido, estos tipos iban a matarme sin pensárselo dos veces.

-Rápido, rodeen el perímetro.- la voz masculina imponía autoridad.-No dejen que escape lo que sea que se encuentre ahí, aniquílenlo.- ¡Maldición!, iban a matar a una niñita sin pensárselo. Tome mi navaja y escondí lo mejor que pude detrás de la barrita.

Eran alrededor de diez personas, no tendría oportunidad alguna, me trague mis sollozos y me prepare para atacar. Había un chico liderando a todos, tendría diecisiete años, con la escasa luz de sus antorchas pude distinguir su pelo negro, de ojos verdes mar y detrás de él una chica rubia de ojos grises, ambos armados, listos para atacar.

Cuando se acercaban hacia mi escondite salte y golpee al chico en el pecho, haciendo que perdiera el equilibrio, cayendo al suelo, arrastrando a la chica rubia con él. Los demás se sorprendieron y un chico de aproximadamente mi edad se acercó a ellos. Fue el momento que aproveche para huir, Salí de la cocina pero había mas chicos armados esperándome. ¡Maldición!, ¿no podía tener un poco de suerte aunque sea una vez?

-¡Atrapen a esa cosa!- grito el chico al que empuje.

Empecé a correr, pero la colona estaba bloqueada, me dirigí a lo que parecían varia mesas largas, tal vez con algo de suerte me podría esconder ahí. La suerte no estaba de mi lado, flechas empezaron a pasar volando por mis costados, una casi me perfora la pierna, pero mi mano no tuvo tanta suerte, una me atravesó con una puntería mortífera le mano izquierda, provocando que aullara de dolor.

-Arrrrgh. ¡Maldición!- Fue el tiempo suficiente para que los chicos me rodearan.

Me encontraba herida, hambrienta y sobre todo aterrorizada. Iba a morir en manos de unos locos adolecentes, en el bosque, sin ningún tipo de ayuda. Empuñe mi navaja con mi mano buena y la levante en alto. Al menos podría tratar de retrasar esto un poco, tratar de pensar en algo, tal vez que era alguien importante y que me estaban buscando, pero mi apariencia no ayudaba. Mi último baño había sido la tarde anterior en una fuente pública.

-No se me acerquen.- Mi voz salió temblorosa, quebrándose patéticamente, arruinando la apariencia de valentía por completo.

-¿Quién eres?- pregunto el chico al que empuje- ,¿cómo entraste aquí? Me apunto con una espada de lo que parecía bronce, aterrándome más, haciéndome ver que no tenía oportunidad alguna, el solo llevaba una espada, si, pero había más personas, todas armadas, mi pequeña navaja era una burla contra todo su arsenal; parecía un llavero de juguete.

-No me maten por favor, solo… solo tenía…hambre- lloriquee.

-Percy, creo que solo es una mortal.-dijo la chica rubia

-No, los mortales no pueden atravesar la protección, ¿qué eres?- me apunto con su espada, provocando que todos alzaran sus armas nuevamente, a excepción de el chico que le había ayudado hace unos instantes. Tenía una espada negra como la noche.

-Por favor, déjenme ir, no diré nada lo juro, solo quería comer, me iré, les regresare lo que tome.- me descoloque la mochila ante la mirada de todos y empecé a sacar la comida que había tomado.

-¿Qué eres? –Insistió el chico- no voy a dejar que intestes algo. Me apunto nuevamente con su espada y retrocedí, a lo que todos avanzaron un paso más hacia mí.

Empuñe mi navaja y la alce, miro mi navaja y frunció el ceño.

-¿Una navaja normal?, ¿no bronce celestial?- okey, estos tipos estaban más locos de lo que creía, sin duda me harían sufrir antes de matarme.

-No te me acerques, ya les di lo que tome, déjenme ir, por favor.

Los demás no dejaban de apuntarme, esperando una orden de su líder. Una chica, que supuse es la que me había herido porque era la única con arco me miraba fijamente, con una mirada penetrante, traía una corona plateada en la cabeza. Lo que faltaba, esta tipa se creía alguna princesa guerrera o algo por el estilo.

Los chicos que había visto antes de entrar a la cocina se encontraban en el grupo, con una chica corpulenta, con un rostro violento y lleno de ira reprimida.

-Déjamela a mi Jackson, no sé que sea, pero yo lo descubro.- Dijo la chica que parecía jugador de americano.

-No Clarisse, creo que podría ser una simple humana, solo la estamos asustando.-dijo lo rubia, si la rubia era sabia.

-¿Cómo puedes ver a través de la niebla?- volvió a preguntar el chico.

-¿Qué pasa aquí?, ¿por qué tanto alboroto?-pregunto una voz masculina, se escuchaba más madura. Con suerte era el encargado de estos locos.

No lo alcance a ver porque todos reprimieron una exclamación y miraron fascinados sobre mi cabeza. Había una luz en mi cabeza, tan pronto como alce la vista pude ver lo que todos miraban. Ahí, justo encima de mí ardía la figura de un tenedor azul. Pero eso no era todo, no, una tenue luz roja me envolvió por completo, restaurando mis energías, sanando mi herida y cerrándola hasta curarla y borrándola por completo, borrando la cicatriz que debió haber quedado, al igual que las cicatrices de mis brazos.

Mis ropas andrajosas fueron remplazadas por un lindo vestido blanco y corto a la rodilla, mi pelo fue recogido a la altura de la mi nuca y un olor dulce se expandió a mis alrededores.

Todos estaban tan o más atónitos que yo. Lo que me dejo en estado de shock fue cuando todos se arrodillaron ante mí, a excepción del chico de ojos verdes.

El hombre que había escuchado hace unos momentos se acerco a mí, pero me grite al ver que no tenia piernas, y cuando digo piernas no me refiero a que era cojo o algo por el estilo. No. Este hombre tenía la parte trasera de un caballo blanco.

-¿Cuál es tu nombre pequeña?- pregunto con respeto.

-Monse- conteste

-Monse ¿qué?

-Solo Monse.

-Bueno solo Monse, hija de Poseidón y descendencia de Afrodita por lo que parece, bienvenida al campamento mestizo, tu nuevo hogar si así lo quieres.


Bueno esta es una nueva historia, no se si ya se habia hecho una historia con este tema, no he leido todas las historias xD

diganme que les parecio, y si quieren que la continue