Capitulo 4
Jim se mantenía perplejo, viendo la escena que se presentó ante él al cruzar la puerta de ingeniería, donde el nuevo tripulante temporal a bordo del Enterprise, Skosh, se hallaba laborando. La cuestión que había incomodado al capitán es que el vulcano no se encontraba solo en dicho lugar, si no acompañado del único otro de su especie en la nave, su primer oficial.
Ambos se encontraban en una amena conversación mientras revisaban los aparatos y cables que tenían frente a ellos, y estaban tan absortos en la misma que ni siquiera notaron la presencia del recién llegado. Por alguna razón la situación se trasformó en un serio malestar estomacal en Kirk, que haciendo la mayor cantidad de ruido posible se acercó a los dos vulcanos a pasos rápidos.
-Capitán –fue Spock el primero en saludar en cuanto lo vio llegar, seguido de una formal inclinación de cabeza por parte de Skosh.
-Señor Spock, no esperaba encontrarlo aquí, creí que estaba de guardia en el puente –Aunque formal, el reproche era claro en el tono del capitán al hablar, tanto que los vulcanos fueron consientes de ello.
-Así es capitán, mas dado que nos encontramos en órbita fija, supuse que mis habilidades serían más valiosas aquí, intentando ayudar en la solución del problema.
-No pensé que hubiera necesidad de ello, después de todo, el Sr. Skoch es un experto en la materia –recalcó Kirk con lo que parecía ser una sonrisa, aunque en definitiva no de diversión, incluso difícilmente se podía considerar sinceramente cordial.
-En realidad es mi culpa capitán –intervino ahora el vulcano más alto con la misma ecuanimidad y puntualidad que mostraba en todo momento – Fui yo quien solicitó al señor Spock su asistencia para llevar a cabo ciertos procedimientos que requieren conocimientos científicos que él posee.
Kirk dirigió una mirada fija y un tanto intensa a Skosh, mas este solo la correspondió con la misma impermutabilidad característica de su raza, sin mostrar la mas mínima agitación o señal de verse afectado en lo absoluto por la actitud del humano, y esto, aunado a sus propios pensamientos que le decían que posiblemente el vulcano estaba cuestionando su racionalidad como humano, incrementaron en el capitán la natural hostilidad que sentía por él.
Pero ante todo Jim era un oficial de alto rango, y el otro un invitado en su nave, que además lo que realmente había hecho en ella era prestar su apoyo, por lo que tragándose cualquier sentimiento continuó intentando parecer más sereno y sensato esta vez.
-Bien, siendo ese el caso, supongo que no tengo nada más que objetar al respecto, continúe con sus labores señor Spock.
-A decir verdad, hemos concluido con dichas operaciones por lo que voy a regresar al puente ahora, el señor Skosh le informará los avances, capitán. – después de decir esto, Spock se despidió con una simple inclinación de cabeza, y salió de la escena. Jim prefirió obviar que quizás la actitud de su oficial fue un poco más seca de lo habitual, sobre todo para con él, y se limitó a verlo partir.
-Capitán – llamó Skoch haciendo que al aludido volviera su atención a él – He logrado ya aislar el microorganismo que afecta la nave, se trata de una especie común de varios planetas del sistema Gamma 30, donde, me informó el señor Spock, un grupo de exploración desembarcó antes de dirigirse a Vulcano. Según los cálculos que he realizado con el apoyo de su primer oficial, no resultara difícil combatirlo, sin embargo si requerirá de un aproximado de 4.7 días, para asegurarnos que no queden restos de la plaga que puedan acarrear problemas subsecuentes.
-Ya veo –contestó Jim sinceramente aliviado de que el problema no fuese grave, aunque no estaba seguro como tomar lo de tener que esperar días teniendo al invitado a bordo, con la posibilidad de encontrarse de nuevo con escenas como las de hacía apenas unos minutos al entrar al sitio. Por otro lado también estaba el hecho de que tal espera retrasaría la inminente ceremonia en Vulcano.
Jim se regañó mentalmente por pensar de esa manera, realmente llegaba a odiar esa fastidiosa esperanza que se negaba a morir, aun cuando una y otra vez había sido demostrada lo absurda de su existencia.
-Bien Señor Skosh, le agradezco su esfuerzo, haga lo que crea conveniente y por supuesto cuente con el apoyo que le sea necesario, dejaré indicaciones al respecto.
El vulcano hizo un gesto de entendimiento y aceptación para entonces continuar con su trabajo.
Kirk salió de ahí y pronto no pudo evitar comenzar a sentirse cada vez más, un poco obtuso por su comportamiento, uno ciertamente bastante humano. ¿Pero que podía hacer? Él era un humano, uno tontamente enamorado de un imposible, algo bastante común en la especie.
El resto de la guardia trascurrió normal en el puente, de hecho bastante aburrido, dado que no podían moverse, menos aún con las reparaciones que se estaban llevando a cabo, de tal manera que solo estuvieron ahí, sin hacer realmente nada más que mantener la órbita y compensar cualquier anomalía. Jim y Spock hablaron realmente poco y casi nada que no fuera dentro de lo estrictamente profesional; lo cierto es que aunque el vulcano se comportaba exactamente igual a cualquier otro día, el capitán no podía dejar de sentirse cada vez más incómodo con todo lo que estaba aconteciendo alrededor de ellos y más aún si se aunaba a su propia actitud en ingeniería, cuestiones que lo mantenían un tanto alejado.
Fue hasta que el turno terminó y que el medio vulcano iba caminando por uno de los pasillos de salida cuando Kirk se le acercó.
-¿Puedo hablar con usted? –solicitó una vez que Spock se detuvo a su llegada.
-Por supuesto capitán, estoy a sus órdenes. -Aunque el tono mantenía la cordialidad de siempre, de nuevo Jim creyó sentir que faltaba un poco de esa familiaridad característica que mostraba con él. O quizás era como él mismo se sentía.
-Quería disculparme por mi comportamiento anterior, lo cierto es que no fue de lo más apropiado, ni con usted, ni con el invitado.
-Sus disculpas son innecesarias capitán, ya que no ha existido ninguna ofensa que reparar.
Después de un segundo Jim asintió, comprendiendo a lo que su oficial se refería. Dado que ellos eran vulcanos eran ciertamente incapaces de "sentirse" ofendidos. Bien, tal vez eso resultaba cierto en el caso de Skosh, un ser netamente de esa especie, sin embargo Kirk estuvo a punto de una vez más recordarle a su primer oficial su herencia, y como los humanos sí que podían sentir y ser afectados por tal emoción. Sin embargo en esta ocasión, prefirió callar.
-Bien, si es así, supongo entonces que no hay nada más que decir. Buenas noches señor Spock.
-Buenas noches capitán. –Respondió el vulcano, y fue hasta que su superior se dio la vuelta para marcharse, que él también lo hiso hacia el lado contrario, comenzando a avanzar.
Pero apenas ambos hubieron dado unos pasos, cuando Jim se detuvo nuevamente, chasqueo la lengua en frustración y enfado y más por impulso que por una acción realmente pensada regreso hacia su comandante.
-¡Spock! –Llamó, a lo que de inmediato el vulcano también se detuvo y volvió hacia él. Jim se acercó una vez más. – ¿De verdad… de verdad piensa unirse a él?
La pregunta hizo que por un segundo, Spock abriera más los ojos, en lo que el hombre frente a él pudo notar como sorpresa, después de ello bajó la vista por un instante más, antes de poder volver a posarla sobre su capitán.
-Es necesario –dijo por fin, y en su voz esta vez Jim si pudo reconocer aquel talante íntimo que usaba solo con él.
-¿Lo es? –preguntó, mostrando él mismo esa inflexión dulce, que raramente empleaba con nadie más que con el vulcano.
-Capitán, realmente no veo apropiado tratar ese tema en estos momentos.
-No, sé porque lo es, lo que quiero decir es ¿Por qué él?, ¿Por qué tiene que ser precisamente él?
Spock volvió a bajar la mirada, ni siquiera el mismo era capaz de comprender el conflicto interno que esos cuestionamientos le provocaban, o quizás solo era que no quería comprenderlos, no quería aceptar que aquella ilógica aceleración en los latidos de su corazón, esa dificultad para que el aire accediera a sus pulmones con normalidad, y esa sensación extraña en su estómago que se difundía incluso hasta sus dedos, representaban el ímpetu de un sentimiento que quería desbordarse, y que el insistía en negar y juraba no ser capaz de percibir.
-Un vulcano…
-Es tan bueno como cualquier otro -interrumpió Jim aquellas palabras que ya había escuchado antes –Pero – dijo acercándose un poco más. Su primer oficial no se movió – ¿Realmente tiene que ser… un vulcano?
Esta vez Spock no bajó la mirada, se quedo viendo directamente a su capitán, mientras este lo miraba a él de forma aún más intensa, expresando tanto, que cualquiera sería capaz de notarlo, incluso un ser que se suponía carecía de sentimientos.
-Jim…
-Señor Spock – La voz gruesa y característica de Skosh se escuchó de repente. El vulcano se acercaba a ellos viniendo desde detrás de Spock, ninguno de los dos lo había visto o escuchado antes. –Capitán –saludó también al otro en el sitio una vez que estuvo a su altura.
-Señor Skosh –contestó el mestizo hacia el recién llegado cambiando por completo su actitud a una mucho más formal que la que mostraba apenas hacia unos segundos. –pido disculpas por mi demora, he tenido algunos asuntos que tratar.
-No hay motivos para tal salvedad, comprendo perfectamente que se debe a sus ocupaciones primero que nada.
Spock agradeció la comprensión con una inclinación.
-Capitán –habló ahora el mestizo volviendo hacia su superior –he acordado con el señor Skosh para tomar los alimentos correspondientes a la cena en su compañía. – Aclaró el oficial, la expresión de Jim también cambió, más aún al escuchar tal información.
-Por supuesto será un honor si decide acompañarnos, capitán. – Fue Skoch quien ofreció con toda la formalidad debida, aquella que por alguna razón, realmente molestaba a Jim.
Kirk sonrió abiertamente, mas cualquiera que lo conociera, sabría perfectamente que esa mueca estaba lejos de ser alegre, he incluso podía llegar a considerarse algo cínica.
-No creo que sea lo más conveniente, después de todo, imagino que tendrán mucho que platicar… en privado. Si me disculpan –concluyó el capitán sin quitar la mueca de su rostro, para entonces retirarse sin más.
Spock solo levantó levemente una ceja, mientras que Skosh, sinceramente no comprendió en lo absoluto, ni las palabras ni la actitud del humano, sintiendo la inmediata curiosidad característica de su raza, sobre qué era lo que estaba aconteciendo realmente.