El Sol brillaba con fuerza en la región de Teselia en aquel Julio caluroso. En Ciudad Esmalte, una joven y su fiel Chandelure iban a tener una aventura de lo más sorprendente que podría cambiar las tornas de la prestigiosa Liga Pokémon de Teselia…

La chica guardó su cuaderno y su boli en su mochila mientras su Chandelure y sus compañeros pokémon intentaban cerrar la maleta.

-Lo siento, es que me ha dado por llevarme toda la casa.-dijo con una sonrisa.

Sus pokémon se la devolvieron y su gran amigo Golurk pegó tal testarazo a la maleta que parecía que no se podría abrir nunca más. La chica miró el sobre que tenía encima de la mesa, en el cual un tal Mirto le pedía que fuera a la Liga al ser escogida como miembro del Alto Mando, algo que ella no se lo podía creer al no haberse presentado… Pero a la vez estaba muy emocionada porque por fin cumpliría su sueño: Gracias al ser Alto Mando, escribiría la mejor historia de batallas y pokémon del mundo. Siempre supo que ser Alto Mando tenía sus privilegios, pero también sus contras… Tenía la seguridad de la región de Teselia, su hogar, en la palma de la mano y sabía que todos confiarían en ella. Eso la ponía muy nerviosa y no hacía más que preguntarse:

-¿Por qué me habrá escogido a mí? Sé que Mirto ha sido amigo de mis padres cuando yo era una niña, tengo una vaga noción de cómo es... Pero…

Sus pokémon la miraron apenados, pero ella se quitó la duda de su mente con dos palmaditas en la cara y miró por la ventana:

-Sé que ahí fuera es dónde debo estar y, por eso, Mirto me ha enviado esta carta. No debo defraudarle. ¡Vámonos!

Todos los pokémon rugieron a la vez y se pusieron en camino hacia la Liga Pokémon de Teselia…

CAPÍTULO 1: UN NUEVO VIENTO SOPLA

Forzosamente, consiguió pasar la Calle Victoria y plantarse delante del gran castillo que coronaba aquella montaña hecha para los entrenadores que, con ansias de derrotar al Campeón, habían recolectado las 8 medallas de Teselia, empezando por la Medalla Trío, custodiada por Zeo, Millo y Maíz en Ciudad Gres, hasta acabar con la Medalla Leyenda del gran domadragones Lirio de Ciudad Caolín. Al lado del gran castillo había un centro pokémon, al que no dudó entrar para recuperar a sus cansados pokémon.

-Buenas tardes, Enfermera Joy. ¿Podría curar a mis pokémon?-dijo la chica plantándose delante del mostrador.

-Por supuesto.-un Audino se llevó las pokéball a una sala.-¿Eres una aspirante?

-No. Voy a ser miembro del Alto Mando. El Campeón Mirto me mandó una carta en la cual me pide que me una al Alto Mando.

-¿A-Al Alto Mando, dices?-Joy dio un paso hacia atrás.

-¿Qué ocurre?-preguntó la chica sin entender nada.

Un anciano que estaba sentado allí se unió a la conversación:

-Desde que el pokémon de Mirto murió en extrañas circunstancias, el Alto Mando no ha vuelto a ser el mismo. Según tengo entendido, Mirto es el sostén de la moral de Alto Mando y ahora que está algo deprimido, el Alto Mando se ha vuelto más sombrío. Ya nadie se atreve a retar a la Liga de Teselia.

-¿Por eso estaba tan vacía la Calle Victoria?

-En efecto.-respondió el chico de la tienda.-Antes había un montón de entrenadores comprando nuestros productos, pero desde hace tres meses, ya nadie se presenta aquí, ¿verdad, Mila?

-Sí…-dijo dando un suspiro la chica que estaba en la misma tienda.-Ya nadie compra pociones, antiparaliz, antídotos… Estamos en la quiebra, Milo.-y apoyó su cabeza en sus brazos cruzados encima del mostrador.

-Vamos chicos, no os apenéis por tan poca cosa.-intentó dar ánimos el anciano.

-¡Para usted no será nada, señor Veterán! ¡Pero para nosotros es el sustento.-Le increpó Milo.

-Lo siento, lo siento… Es que la juventud de hoy en día siempre se queja por todo y por eso me ha salido tan espontáneo.

La chica miraba aquella escena dramática sin mediar palabra y, con su monedero en mano, se acercó al mostrador sorprendiendo a los presentes.

-Bueno… Ya que estamos, me llevaré uno de cada.-dijo con una gran sonrisa.

A ambos hermanos se les iluminó la cara y, rápidamente, pusieron sobre el mostrador todos los artículos que le habían pedido su clienta. La chica cogió todo y les dio el dinero.

-¡Muchas gracias por comprar!-dijeron al unísono ambos hermanos con una reverencia.-Señorita…

-Anís.-respondió la chica enseñando una sonrisa.

-Espero que no cambies.-interrumpió Veterán.-Si de verdad quieres entrar en el Alto Mando, nunca olvides tu sonrisa y tu pureza, ¿entendido?

-De acuerdo…-Anís aún no entendía nada.

Siempre oyó hablar bien del Alto Mando, pero en aquel momento, las tornas se giraron al sentido contrario. ¿Estaba haciendo bien uniéndose al Alto Mando? ¿O de lo contario estaba metiendo la pata hasta el fondo? Con otras palmaditas en la cara consiguió quitarse la resignación de su cabeza.

-¡No voy a lamentarme ahora! ¡He hecho mi decisión y nadie la cambiará!

-¡Esa es la actitud, Anís!-dijo Mila con un puño en alto.

-No, no, hermanita… Vaya educación… Ella es la Alto Mando Anís de Teselia.

Anís se sonrojó al oír eso.

-¡Es verdad! ¡Lo siento!

La puerta se abrió dejando pasar a Audino con las 4 pokeballs de Anís.

-Señorita Anís, sus pokémon están en perfectas condiciones.-la dijo la Enfermera Joy con una sonrisa mientras le daba las pokéballs a su entrenadora.-Mucha suerte.

-¡Eso!-ambos hermanos levantaron el pulgar.

-¡Muchas gracias a todos! ¡Os visitaré todos los días si puedo!-dijo esbozando una sonrisa.-¡Adiós!

Anís salió del Centro Pokémon. Milo suspiró:

-Ella es muy diferente a los demás miembros, ¿no creéis?

-Es verdad… Es como si su felicidad no se apagara nunca.

-Recordad que así eran los demás.-dijo Veterán con los brazos cruzados y los ojos cerrados.

-¡Anda! ¡Si no estás muerto! Como estabas con los ojos cerrados y sin moverte, pensé que ya estabas criando malvas.-dijo sarcásticamente Mila.

-Estos niños de hoy en día no respetan a nadie. En mi tiempo, eras castigado duramente si no se respetaba a los adultos…

-Pero estamos en el siglo XXI, no en la era del Pokezóico.-dijo Milo siguiendo el juego a su hermana.

Ambos hermanos soltaron una carcajada. Veterán suspiró e intentó contener sus ansias de pegarle un bastonazo a cada uno.

-Cambiando de tema, esa chica desprende un "aroma" muy puro, ¿no creéis?

-Sí,-respondió la enfermera.-ojalá tenga suerte en esto.

-Sí… Creo que Mirto lo que ha querido llamando a esta chica es hacer que cambie el viento del invierno eterno que cubre al Alto mando en este momento por un sol de primavera intensa.

-Yo creo que lo conseguirá.-dijo Mila con determinación.

-Y yo.

-Sí… Creo que un nuevo viento en la Liga está a punto de soplar…

(Fuera)

Por fin, Anís se colocó en la puerta del gran castillo. Respiró hondo y empujó la verja con todas sus fuerzas, entrando en aquel lugar formado por cuatro habitáculos que rodeaban una extraña estatua de la cual salían unas escaleras hasta el habitáculo más grande de todos: la sala del Campeón de Teselia, Mirto.

Lo que no sintió es que, desde una ventana, una chica rubia la seguía con la mirada.

-Ya ha llegado. Debe ser ella de quien nos habló Mirto.

-¿Cómo se atreve a traer a una inexperimentada a la Liga el maestro?-dijo una voz rotunda sincronizada por el crujido de unos nudillos.

-Yo también me pregunto lo mismo… Su mente es tan inocente y pura… Pobrecilla…-rió la chica.

-No sabe en lo que se está metiendo… Da igual a quién traiga el maestro, no nos hará cambiar de parecer, ¿verdad?

-Sí, pero esa chica es diferente a los demás aspirantes que nos trajeron… No consigo leer bien una parte de su mente…

-Basta de cháchara.-dijo otra voz diferente a las otras dos.-No hagamos esperar a la invitada.

En la poca luz que entraba en aquel habitáculo, se pudo ver a alguien dejando una copa de vino en la mesilla y levantándose de una silla:

-Cuanto antes la veamos, antes se acabará esto.

Los tres salieron de la sala y se dirigieron al encuentro de su Campeón Mirto y de aquella chica que se hacía llamar Anís del Alto Mando…