Cap. anterior.

Dejé la fotografía en la mesa de centro y me levanté, quitándome la chaqueta y la camiseta, tirándola por ahí para ir hasta mi habitación. No me molesté en cerrar la puerta pues estaba solo hasta no sabía qué hora. Un suspiro salió de mis labios y caí boca abajo, pensando en qué estaba haciendo, en qué estaba haciendo ahí sin saber en dónde estaba Naruto. No podía negar que estaba preocupado pero sabía que no me quería ni ver así que… ¿Qué más podía hacer?

-Te extraño tanto… -Murmuré a la nada, cerrando los ojos y ahogando un suspiro entrecortado.

-Yo también te extraño… -Logré escuchar desde la puerta, pero mi mente y mi corazón me obligaron a quedarme en la misma posición, pero al parecer mi cuerpo no comprendió esa orden y terminé por voltearme. Decidí que ese había sido uno de los peores errores de mi vida.

Ver a Naruto con las mejillas empapadas en lágrimas me partió el alma al punto de querer morir.

Pocas veces eran las que Naruto lloraba frente a mí, como en el funeral de sus padres, cuando tenía pesadillas con el accidente o cuando iba al cementerio a visitar a la tía Kushina y el tío Minato. Y yo sabía que era la única persona que veía esas lágrimas correr por su rostro pues Naruto no sería capaz de entregarle tanta confianza a alguien como para que le viera llorar. No es por el gran ego que tengo, pero lo conozco mejor que él mismo y sabía que sólo a mi me permitía ver esa escena.

De momento me quedé estático, porque habían pasado años desde que le vi derramar alguna lágrima y la verdad es que no estaba acostumbrado a verle con esa tristeza plasmada en su mirada. Me dolía verle así.

-¿Qué pasó? –Me atreví a preguntar con voz pausada, procurando, por primera vez, tener tacto en mis palabras.

-Fui a… ver a mamá y papá… desde la mañana… -Me respondió mientras se intentaba quitar las lágrimas que volvían a salir de sus ojos. El ceño se me contrajo por inercia, fruncí los labios y cerré los ojos por un instante. Recuerdo que yo también llegaba así cuando iba a ver a mis padres, pero no podía ir a ver la tumba de Itachi… Hasta el día de hoy no puedo. Me quedé mirando a Naruto desde la cama y ya me estaba acomodando para recibirlo; el dobe entendió al instante en que abrí las piernas y apoyé la espalda en el respaldo del inmueble pues en menos de un segundo ya lo tenía con la cabeza enterrada en mi cuello y sus brazos alrededor de mi cintura. Mis ojos ardieron al verle. Naruto, con el pasar de los años me hizo volverme mucho más humano, un poco más sensible y eso no me molestaba en realidad, ese lado de mi se lo permitía ver sólo a él.

-Tranquilo… -Fue lo único que dije, sintiendo su llanto entrecortado en mi piel, como sus hombros se agitaban a cada sollozo, como su pecho se contraía a cada quejido que soltaba, como sus manos se aferraban a mi cuerpo como si tuviera miedo de que me fuera a algún lado. Besé sus cabellos y le acaricié la espalda con parsimonia, utilizando una delicadeza que sólo podía demostrarle a él. Comencé a mecer su cuerpo entre mis brazos para intentar calmar el llanto que parecía el de un niño.- Ya pasó, ya pasó…

Luego de estar quizá una hora con el rubio llorando en mis brazos, noté que el cansancio le había ganado y ahora dormía tranquilo. Tuve que hacer magia para salir de la cama y dejarle descansar, lo cubrí con una manta fina para que no tuviera calor, cerré las cortinas para que durmiera y junté la puerta de mi habitación. Mis pies se encaminaron hasta la cocina para preparar un poco de ramen para el Uzumaki; cuando lloraba y se quedaba dormido, ese chico despertaba con el hambre de un mes. Mientras cortaba algunas verduras, no pude evitar comenzar a recordar cómo fue la primera vez que Naruto y yo nos consolamos mutuamente… Si mal no recuerdo teníamos cerca de los 15 años…

-¿Qué te pasa? –Me preguntó Naruto al ver que yo ni siquiera le miraba mientras que el parloteaba de no sé qué cosa.

-Nada. –Dije con voz cansada. ¿Para qué decir que había soñado con la muerte de mis padres y mi hermano? No sería bueno.

-Mentiroso. –Sentí un gruñido de su parte y me tomó la mano. Teníamos la suficiente confianza para que ese simple acto me apretara el corazón.

-No me pasa nada, usuratonkachi. Nada. –Sí, soné demasiado molesto que fuera una simple pregunta y Naruto lo entendió.

-Sí, claro. Y yo soy blancanieves y mis compañeros de clase los 7 enanos. No me vengas con ese cuento mira que llevo bastante tiempo conociendo tus trancas, Sasuke. Suelta ya, ¿qué cojones te pasa? –Por la forma en que lo dijo, al parecer a él también le pasaba algo y yo no me había dado cuenta.

-¿Qué te pasa a ti que me hablas así? ¿Desde cuándo tan alzado de culo, eh? –Le respondí de la misma forma, haciendo que se levantara de golpe y golpeara la mesa del comedor. Un vaso saltó hacia el piso y se hizo añicos. A ninguno de los dos nos importó.

-Desde que soy tu mejor amigo, bastardo idiota. ¿Qué? ¿Ahora te están faltando neuronas de tanto polvo que te echas, puta? –Y ahí me entro el demonio al cuerpo y no controlé. Me levanté de mi silla y mi puño impactó de lleno contra su cara. La respiración la tenía agitada igual que él; estábamos mal.

-¡¿A quién vienes a tratar de puta, bastardo malnacido?! –Espeté con rabia, sintiendo al segundo una patada en la canilla que me hizo tropezar y golpearme el hombro contra la pared. Naruto ya se estaba levantando con el labio sangrando, pude jurar que en sus ojos había un brillo rojizo y las pupilas se le contrajeron al punto de quedar al mínimo.

-¡Malnacido serás tú, pedazo de basura! –Y su puño me llegó como concreto pesado contra el ojo izquierdo. No había conocido a nadie que tuviera la mano tan pesada como el dobe.

Y de ahí los insultos no dejaron de llegar, al igual que los golpes… Tenía el labio roto en ambas comisuras, un ojo sangrando y quizá un par de costillas rotas pero Naruto tampoco estaba en las mejores condiciones; tenía una mejillas hinchada, ambos labios rotos, le sangraba la frente y el hombro derecho dislocado. Cuando peleábamos, no nos controlábamos en ningún aspecto.

-¿Por qué mierda te preocupas tanto por mí? –Le grité en la cara antes de golpearle el abdomen de un puñetazo que le hizo caer. Pero el muy maldito volvió a levantar y corrió hacia mí, golpeándome el pecho con el pie; caí al suelo de espaldas y el rubio se subió sobre mí con tal de volver a pegarme. Pero se detuvo con el puño alzado.

-¡Porque te quiero, maldito idiota! ¡Porque soy tu mejor amigo y no quiero que algo malo te pase! ¡Porque no quiero perderte, teme imbécil! –Mis ojos se abrieron de par en par a pesar de que uno de ellos sangraba copiosamente, sangre que una de las lágrimas de Naruto había logrado borrar. ¿Estaba… llorando? ¿Por mi…?.- ¿Sabes cuánto me preocupo por ti? Eres la única persona que me queda, bastardo, y la cual no quiero perder por nada del mundo. Porque eres la única familia que me queda… la única… -Su voz se fue apagando, sus lágrimas me golpeaban la cara y se mezclaban con las mías. Momento… ¿Yo estaba llorando? ¿Yo…?

-La única… familia… -Naruto me miró con esos ojos grandes y brillantes, expresivos hasta el punto de volverme loco. Sus sollozos se hicieron presentes y yo sólo pude estirar un brazo para que se dejara caer y abrazarle.- Tú también eres la única… familia que tengo… y la única que ahora quiero tener…

Naruto me abrazó como pudo porque tenía un brazo dislocado, pero a cada segundo se aferraba cada vez más a mí… Consolándome a su manera y yo consolándole a la mía. Nuestros métodos no son muy convencionales ni comunes…

Ya había terminado hace rato de cocinar, luego de eso me quedé sentado en el sofá con un cigarrillo en la diestra mientras que la otra me retenía la cabeza. Tenía un montón de pensamientos arremolinados en la cabeza que no entendía. Y bueno, a estas alturas ya no entendía nada. Seguía pensando que estar enamorado del Namikaze era peligroso… Tenía miedo de perderle. Pero seguía sin entender su actitud en el estacionamiento ese día domingo; las preguntas llegaban y yo no las podía responder porque no sabía dónde hallar la respuesta. Que te besara alguien de quien has estado enamorado por 10 años no es como el pan de cada día ni lo encuentras a la vuelta de la esquina. No era habitual y que me sucediera en tan sólo segundos fue demasiado para mí. Ni siquiera le pude responder… ¿Habrá pensado algo malo de eso? Ah… tenía la cabeza echa un lío y yo no sabía qué hacer, ¿desde cuándo Uchiha Sasuke tenía problemas con los sentimientos? Esa respuesta la tenía. Desde que me enamoré de un cabeza hueca sin remedio llamado Uzumaki Naruto.

-¿Gato…? –Escuché la voz del hombre que me movía el piso cual terremoto media adormilada, llamándome por ese apodo que me había dado cuando éramos niños por la forma de mis ojos. Me levanté del sofá con el cigarrillo a medio consumir y le tiré un par de caladas más antes de apagarlo contra el cristal de un cenicero. Me adentré a mi habitación y me encontré al rubio tendido en la cama en lateral, con los ojos cerrados y a medio cubrir con la manta. Ese día corría viento fresco a pesar de que estaba despejado. Ya debían ser como las 3 de la tarde cuando Naruto despertó. Me acerqué hasta sentarme en la orilla de la cama y alzar la diestra para acariciar los desordenados cabellos de mi amigo.

-Hey… -Susurré haciendo que abriera los ojos y me mirara casi avergonzado, como si tuviera pena de algo. Pude intuir lo que era.- No me vengas a decir que lo sientes porque no te queda, ¿eh? Cuántas veces lo has hecho y ni siquiera me has dicho palabra. –Comenté con media sonrisa, logrando sacarle una risita a él. Al menos ahora podía ver un poco más de brillo en sus ojos.-

-Después de la semana que pasé… que pasamos… sentí que debía ir a verles, hablar con ellos, contarles como han pasado las cosas… -Quizá si yo hiciera eso me sentiría un poco mejor y no andaría echo mierda de tanto que pienso.

-Entiendo… ¿Te sientes mejor? –Volví a hablar con suavidad pues no quería que se sintiera mal y yo era como un especialista en eso de hacer sentir mal a las personas. Llamémosle don.

-No… tenía que hablar contigo de… tu sabes… de… -Comenzó a tartamudear y me pareció adorable. Tan adorable que me entraron unas ganas terribles de besarle.

-De lo que pasó en el estacionamiento. –Su cara encendió como un tomate y me pareció aún más apetecible que antes.- ¿Por qué lo hiciste?

-Fue un impulso… sentí que tenía que hacerlo.

-Pero tú no bateas para el mismo equipo, usuratonkachi.

-Eres diferente.

-¿Tengo pinta de alíen?

-Tienes pinta de gato.

-¿Me estás tratando de animal?

-Lo eres. Lo sabes. No lo niegues, teme.

-Pero aún así… ya sabes más o menos lo que… bueno… lo que… -La lengua se me hizo un torbellino y me mordí la punta de idiota.

-Te amo…

El cerebro se me desconectó. No estoy respirando. ¿Me habré golpeado? ¿Estoy soñando? Estoy muerto.

-¿Qué?

-¿Eres sordo?

-Sí. Repítelo.

-Pues… te amo. –Y esta vez fui yo quien me acerqué a él, mirándole bien de cerca. Naruto ya me estaba haciendo frente y me miraba directamente a los ojos.

-¿Estás jugando conmigo, dobe? –El rubio negó. Me mordí el labio. Suspiré contra sus labios.

-Es peligroso, lo sabes… -Susurré sin saber si mirar sus labios o sus ojos. Me decidí por la primera opción. Y al parecer Naruto también.

-No me importa. Te seguiré amando de todas formas. –Y me perdí. Ni siquiera me di cuenta cuando yo era quien le besaba, cuando pude notar que mis labios encajaban perfectos con los suyos, cuando una de sus manos se deslizó por mi mejilla hasta mi cuello y de ahí a mi nuca, atrayéndome más a él hasta que logró cubrirme con la manta y fui yo quien se apegó todo lo que pudo a su cuerpo, pasando los brazos alrededor de su cintura mientras que nuestras piernas, como piezas de rompecabezas se enredaron y encajaron a la perfección. Mis manos subían y bajaban por su espalda mientras que podía notar como la boca del Uzumaki me permitía entrar; nuestras lenguas hicieron un mínimo contacto, sólo un mínimo roce pero que bastó para entregarnos por completo a un beso que jamás voy a poder comparar con nada. Era como el aire que me faltaba, como la pieza que me faltaba para encontrar estabilidad. Como el riesgo, el peligro que necesitaba correr para volver a vivir. Luego de estar varios minutos besándonos, nos separamos y tardé mucho más en abrir los ojos pues cuando lo hice el ojiazul ya me estaba mirando con un rubor en las mejillas.

-Estás rojo. –Susurró antes de darme un suave beso en la mejilla.

-Cállate y abrázame. –Ordené. Orden que Naruto no se molestó en cumplir y ocultó su rostro en mi pecho, el cual subía y bajaba a una velocidad pausada y tranquila. De reojo, logré notar como ese chico que me volvía un demente iba siendo vencido nuevamente por el sueño.

-Te amo… -Volvió a decir y sentí un pinchazo en el estómago. ¿A esto se le llamaban mariposas? Yo tenía a la selva entera metida ahí dentro.

-Yo… también te amo. –Y el rubio sonrió, pegándome su sonrisa a mí. Se quedó dormido y a los pocos minutos yo también me dormí, pero era la primera vez que me dormía tan feliz y tan tranquilo y todo gracias a él. Siempre es por él.


Gracias por leer .

Prox. Actualización: 15/01/14 a 20/01/14

[Aviso]

Próximo capítulo; penúltimo con lemon incluído

EroKyuubi get out!