Acaba de pasar la media noche aquí, lo que significa que estamos a 20 de mayo y es mi cumpleaños :D (y me siento vieja ahora.) El año pasado lo celebré publicando muchas actualizaciones a la vez, y este año he decidido hacer lo mismo porque no suelo recibir muchos regalos de cumpleaños (y menos en mano) y los reviews me hacen muy feliz, así que los quiero :D

Hoy, además, hace un año que empecé a publicar esta historia :)


Capítulo 32: Algo parecido a normal

Kid contempló el pecho expuesto de Law y las dos enormes manos que lo recorrían lentamente, arrancando jadeos y suaves gemidos al moreno.

Kid quería recorrerlo con las manos también, pero se contuvo como el más bajo le había pedido. No ayudaría, después de todo, volcar el bote de lubricante. Un bote de lubricante con suerte que ahora mismo estaba, mientras descansaba en el estómago de Kid, prácticamente siendo follado por los dedos de Law mientras el futuro médico los hundía en él para cubrirlos de la viscosa sustancia.

Law sacó los dedos del bote y los bajó por el estómago de Kid, rozó la dura polla de este, arrancándole un gruñido, y finalmente el pelirrojo los sintió colocarse contra su entrada.

Law le sonrió. Una expresión excitante, excitada y muy satisfecha.

—Ahora, Eustass-ya, recuerda que no puedes moverte.

—Cállate y hazlo de una vez, —le espetó Kid, apretando los dientes. Jadeó cuando, con eso, Law metió dos dedos dentro de él.

Detrás de Law, Doflamingo se rio, y Kid alzó la mirada para fulminarlo con ella. Al principio el pelirrojo se había negado a estar debajo delante de Doflamingo, y había insistido en que fuera el rubio quien lo hiciera. Sin embargo, Law se negaba a aceptar un no por respuesta y se la había chupado hasta que había accedido.

—Awww, no me mires así, —se quejó un todavía claramente divertido Doflamingo, quien movió una mano alrededor de la cintura de Law para alcanzar el lubricante y sumergir sus propios dedos en él—. ¿Sabes, Law? —Habló el hombre en tono casual, agachando la cabeza para lamer el cuello del moreno. Law lo arqueó para darle mejor acceso—, desde que dejaste de trabajar, sin importar cuánto te follemos, necesitas preparación mucho más a menudo.

—¿Te estás quejando? —preguntó Law, juguetón, mirando a Kid bajo él los párpados caídos.

En cuanto los dedos de Doflamingo salieran del bote, Kid iba a tirarlo a un lado y a deshacerse de esa expresión engreída de Law con un beso.

—Para nada, —se rio Doflamingo.

Kid decidió que ya era hora de que interrumpiera la conversación.

—¿Vais a dejar de hablar o me echo la siesta hasta que acabéis? —La respuesta que recibió de inmediato fue un golpe muy directo y muy placentero a la próstata. Gimió.

—Perdona, Kid, —dijo Doflamingo, sonriendo. Sacó los dedos del lubricante y el bote salió volando cuando la mano libre del hombre envolvió la descuidada polla de Kid, haciendo que arqueara la espalda.

—¿Qué te he dicho, Eustass-ya?

—Cállate, —le gruñó Kid, y pudo adivinar el momento exacto en que los dedos de Doflamingo entraron en el culo de Law. Los ojos del moreno se cerraron, y su boca se abrió en una pequeña 'o' de placer, dejando salir una larga exhalación.

Recordando la promesa que se había hecho, Kid levantó una mano a la nuca de Law para hacerle bajar la cabeza, besándolo profundamente en cuanto estuvieron lo bastante cerca para ello.

Por un corto pero muy largo minuto, todo lo que se pudo oír en la habitación fueron respiraciones jadeantes y suaves gemidos. Entonces la cabeza de Doflamingo bajó también y Kid notó la boca del hombre trazando su mejilla.

—Law, deberías follártelo ya.

Ante esas palabras, los dedos de Law dejaron la ahora preparada entrada de Kid, y el pelirrojo se sorprendió de que el hombre no hubiese discutido la orden tan obvia. Su necesidad era probablemente mayor que la molestia que sentía por ellas en ese momento.

A Kid no le importó, por supuesto, su atención dividida entre la polla ahora apretada contra su entrada y las dos caras alzadas sobre él, absorbiendo cada una de sus expresiones. Gimió cuando notó que Law entraba, hundiéndose cada vez más en él hasta que estuvo completamente enterrado dentro de Kid.

Entonces fue Law el que gimió con fuerza, y en ese mismo momento Kid sintió una embestida que no parecía igual que los movimientos previos de Law. Un gruñido arriba le confirmó que ahora Doflamingo estaba dentro de Law también.

Comenzaron a moverse. Era Doflamingo el que marcaba el ritmo, con Law embistiendo dentro de Kid cuando el hombre se movía dentro de él, y con Kid moviendo las caderas para responder a cada una de las embestidas.

Apartó la mano de Doflamingo cuando el hombro intentó sostener su polla una vez más, consciente de que no aguantaría mucho sin necesidad de ayuda alguna tal como estaban las cosas, pero aceptó el beso del hombre cuando este atrapó sus labios.

Law deslizó los labios por las mejillas de ambos por un breve momento antes de quedarse quieto, si cabeza cayendo sobre el hombro de Kid y su cuerpo temblando mientras se vaciaba dentro del pelirrojo. Law se dejó caer sobre él.

Doflamingo, a juzgar por su pérdida de concentración el beso seguido por su rostro retirándose y el gemido largo que dejó su garganta, también había alcanzado el límite, y solo de escucharlos y sentir el semen de Law golpeando sus paredes, Kid los siguió de inmediato.

Se quedaron ahí, inmóviles y disfrutando el efecto del orgasmo, hasta que Kid se vio obligado a romper el silencio.

—Apartaos, que pesáis.


Kid aparcó el coche frente al pequeño restaurante que Law le había indicado. Hacía un rato, Law había decidido que se había hartado de estar dentro todo el tiempo y había decidido que quería comer fuera. Habían elegido un coche, se habían escondido tantas armas y sustancias letales como podían sin que se les notara (Kid estaba empezando a pensar que Law se estaba volviendo un poco paranoico con todo lo que estaba pasando, pero al menos él tenía razones para estarlo, visto lo visto) y se habían ido a un sitio al que Law había dicho que quería ir pero no había podido desde una semana antes de que atacaran a Kid.

El pelirrojo no estaba seguro de lo que se había esperado, pero un pequeño restaurante exclusivamente de takoyaki no.

Nada más entrar, una alegre chica con un delantal en el que se leía el nombre del sitio, tako8yaki, salió de detrás de la barra, casi cayéndose en el proceso, a saludarlos.

—¡Law-chin! –exclamó, y Kid tuvo la impresión de que quería abrazar al futuro médico. Fue lo bastante lista como para no hacerlo.

—Hola, Caimie-ya, ¿cómo va el negocio?

—Nos va muy bien, —dijo ella, sonriendo. —Hace tiempo que no te veía, estaba preocupada. ¿Va todo bien? —Cuando Law asintió, la chica señaló hacia la parte de dentro del restaurante, de donde venían algunas voces señalando que ellos no eran los únicos clientes—. ¿Quién es tu amigo? —Preguntó Caimie, dirigiéndole una sonrisa amistosa a Kid.

—Oh, este es Eustass-ya.

—Mucho gusto, Eustass-chin —dijo la chica, sonriendo felizmente.

Kid hizo un ruido indefinido. ¿Qué pasaba con la gente y la manía de añadirle sufijos raros a su nombre?

—Hay otra gente aquí hoy, —explicó ella, refiriéndose a lo que sonaba como un grupo muy grande de gente detrás de la columna que bloqueaba a la vista desde fuera la mayor parte del restaurante (Kid no se sorprendería si esa intimidad era una de las razones por las que a Law le gustaba el sitio) y hacía las veces de pared para la barra—, No creo que hayas conocido a Luffy-chin y a sus amigos, ¿verdad, Law-chin?

Antes de que Law pudiese responder, habían pasado de largo la columna y podían ver lo que estaba causando todo el follón.

Kid se había esperado un grupo de veintitantas personas, no uno de nueve. Menos uno de nueve del que uno estaba dormido (ese tío tenía el pelo verde?) y otro era más mayor que el resto, de unos cuarenta, muy delgado y estaba bebiendo té y probando tranquilamente el takoyaki de un plato que tenía alejado del resto. Claro que, viendo el agujero negro con sombrero de paja que estaba consumiendo takoyaki en una de las dos mesas que el grupo ocupaba, y que no tenía problema alguno robando de los platos de los demás, el pelirrojo no podía culpar al hombre. Y por un momento, además, le dio la impresión de que los brazos del crío se estiraban.

Había un rubio raro con cejas raras babeando sobre dos mujeres tetudas que estaban bastante buenas, una adolescente pelirroja que, si las tetas le crecían un poco más, causaría serios derrames nasales por donde fuera, y una morena que aparentaba ser unos años mayor que Law. La mujer estaba sentada al lado de un hombre de pelo azul con gafas de sol, tal vez unos seis años mayor que ella, que tenía un brazo alrededor de los hombros de esta (para molestia del rubio que le gritaba la mitad del tiempo) y se reía estruendosamente. A su lado, un chico más jovencito y bastante bajo alternaba entre mirar al de pelo azul con admiración y comer.

Un adolescente narizudo estaba peleándose con el crío del agujero negro con un tenedor, intentando alejarlo de su comida, y la adolescente, que ahora que se fijaba tenía el pelo de un naranja raro, les gritó que pararan, resultando en el rubio metiéndose y parándolos de una patada. Fuerte.

Kid se giró a mirar a un muy divertido Law.

—¿Qué hacemos? Hay una mesa libre, pero, ¿estás seguro de que quieres estar cerca de esos?

Caimie se apresuró a tranquilizarlos.

—Luffy-chin y sus amigos son un poco escandalosos, pero son muy buena gente. De verdad.

No importaba la respuesta que Law fuera a dar, porque en ese momento el chico del sombrero de paja los vio, olvidó su comida y de algún modo saltó sobre la mesa, sin cargarse nada de milagro, y se plantó delante de ellos con una enorme sonrisa y una mancha de salsa bajo un lado de la boca.

El mocoso, ya sea inmune o ignorante a la mirada asesina de Kid, se rio.

—¡Me llamo Luffy! ¿Os apuntáis? —y volvió a reírse.

Kid no sabía qué le parecía más raro, si la absoluta tranquilidad con la que el chico invitaba a dos extraños a unirse a sus amigos, y además Kid y Law no tenían una pinta muy normal, o que ninguno de dichos amigos tratase de detenerlo, se quejase o se opusiese a la idea de alguna forma.

—¿Eso es maquillaje? —preguntó Luffy de repente, invadiendo el espacio personal de Kid.

El pelirrojo le habría arreado un puñetazo, de verdad que lo habría hecho, si la chica de pelo naranja no hubiese dejado su asiento de repente, más deprisa de lo que Kid se habría esperado de una adolescente, hubiese agarrado al chico, lo hubiese arrastrado para después darle un buen golpe en la cabeza. Luffy soltó una exclamación de sorpresa, se llevó las manos a la cabeza y se quejó de que le dolía y 'Nami' era malvada. Eso le ganó una patada del rubio que lo mandó al suelo.

Aún así, para asombro de Kid, ninguno de los amigos reaccionó, ni preocupados por el chico ni enfadados con el rubio, y Luffy se puso en pie de un salto, riéndose como si las costillas no debieran estar doliéndole después de semejante golpe.

Junto a Kid, Law se rió.

—Podríamos quedarnos, Eustass-ya, son divertidos.

Kid se encogió de hombros y se acercó a una silla vacía.

—Vale, mocoso, —le dijo a Luffy—, nos quedamos. —Sus ojos cayeron en el impresionante montón de platos vacíos y añadió—: Pero solo pagamos por lo que nos comamos nosotros.

—Buena jugada, — elogió el rubio.

El resto de la tarde pasó en lo que más adelante Kid llamaría una de las experiencias más raras de su vida.

Caimie iba y venía con un incesante flujo de platos, riéndose de algo de lo que veía y hablando con unos y otros, a veces acompañada por quien Law le presentó como Hatchan, o Hachi, el cocinero, para traer más platos de una.

Luffy no dejó en ningún momento de comer ni de dejar de intentar robar de otros platos, lo que le costó varios golpes de sus amigos con pinta de dolorosos ante los que solo se rió. Kid se lo tomó como permiso para pegarle al crío cuanto trató de robar de su plato y, como había esperado, nadie le dijo nada. Law casi le corta la mano al chico cuando el intento lo hizo en el plato del moreno y, sorprendentemente, los otros solo parecieron divertidos. Luffy se mantuvo alejado del plato de Law después de eso. Comer, sin embargo, no le impidió ser uno de los más escandalosos, peleándose con los otros o directamente demostrando tendencias suicidas. Kid nunca dejaría que Law olvidase su apodo de 'Traffy'. Al menos el crío había sido lo bastante listo para no ponerle a él un mote. Luffy solo había sobrevivido al otro gracias a sus impresionantes reflejos.

El tío de pelo verde, que al parecer se llamaba Zoro, se despertó, pidió alcohol (la única razón por la que Kid no se apuntó fue la pequeña posibilidad de que algo pasase mientras volvían) y se metió en una pelea con el rubio pervertido, Sanji, que parecía dividir su tiempo entre comer un poco, babear con las mujeres e insultar a los hombres.

Nami alternaba su tiempo, aparte de comer, en unirse con Zoro a beber, echarle la bronca a Luffy y aprovecharse descaradamente de Sanji.

El chico de la nariz larga, Usopp, se pasó el rato contando cuentos de aventuras imposibles, aunque tenía gracia para contarlos, que tenían al chico más pequeño, con el extraño nombre de Chopper, fascinado. El pobre crío parecía creérselos de verdad.

Kid se sintió perturbado, con razón, cuando Law comenzó a hablar con la mujer morena, Robin, y esta mostró interés en las partes más asquerosas de ser médico. No era que Kid no pudiese soportar descripciones detalladas de intervenciones médicas y todas las posibles consecuencias, pero no era un tema para la mesa, y Usopp y Chopper estaban de acuerdo, ya que gritaron, los miraron con expresión asustada y se alejaron de ellos. Kid se salvó, sin embargo, cuando Franky, el novio, comenzó a hablar con él y Kid descubrió que era ingeniero.

Brook, el tranquilo hombre más mayor del grupo, entraba en conversaciones aquí y allá, y se llevó un puñetazo una vez al mencionar algo de unas bragas.

En definitiva, había sido una tarde rara de cojones y, aunque no fuese algo que Kid pudiera soportar a diario, también había sido interesante.

Continuará