El calor de mi temperamento lo podría asemejar con el calor de las llamas del infierno. El verdadero motivo de mi furia no fue la idea de trabajar bajo las ordenes de un pesado con cambios bruscos de humor, lo que me reventó fue el darme cuenta que comenzaba a acoplarme a la idea. Llevar la fiesta en paz con él, pues comenzaríamos una relación de trabajo. ESO NUNCA.
Si he de trabajar con él, lo hare, pero eso no incluye un trato cortes.
Lo desprecio tanto que me da miedo ese oscuro sentimiento.

El agua y el aceite no combinan. Yo era el agua y el vendría siendo el aceite quemado. Aunque aparentemente tuvimos una conversación decente, sabía que nuestros bandos nunca iban a convivir. Había dos lados, uno bueno y otro malo. Yo era del primero y este no cedería ante las telarañas del otro.

- ¡Hey Bob! - por inercia gire a donde me "llamaban". Junto a un fuego que bailaba dentro de un balde más a menos grande, estaban reunidos Fuzzy y Al me sonreían felices y levantaban sus brazos llamando mi atención, pero lo que verdaderamente llamo atención fue ver la compañía que tenían junto a ellos.

-Si chico, no apestamos... excepto el Robin, ese sí que apesta a muerto de tres días- un hombre regordete y rojo de la cara reía a costillas de un hombre larguirucho con una cara demacrada y fea que solo respondía con una sonrisa.

-Que mierda dices. Yo suelo bañarme en "Amour lotion"- declaro Robín con un pobre acento francés.

-Querrás decir "Lotion Mort"-se burló uno más del círculo.

Todo se veía tan tranquilo que llegaba a resultar perturbador.

¿Cómo estos hombres pueden platicar tan tranquilamente conmigo y los míos, cuando ni hace apenas una semana planeaban matarme?
Si no estuviera consciente que estaba a menos de un metro de asesinos profesionales, todo resultaría, erróneamente, agradable. Una sencilla platica con un grupo de amigos y nuevos conocidos que se habían encontrado en un momento de descanso.
Insegura decidí hacerles compañía. Si he de quedarme aquí, lo haré lo más cómodo posible. Acercándome a la familiaridad y seguridad de Al y Fuzzy, me situé entre ellos dos.
Mire a mi alrededor y solo pude reconocer los rostros de Al y Fuzzy. No me sorprendería no encontrar al capitán entre nosotros, pero me desilusione al no ver a Mitch en el grupo.
Escuche como algo caía detrás de mí y al girar encontré a un hombre sentado sobre el barandal que en cuyas manos tenía una cuerda, parecía que formaba nudos pues la cuerda estaba llena de ellas a lo largo, como si fuera lo más entretenido del mundo. Pudiera ser que sintió mi mirada pues enseguida subió el rostro, ahogue una exclamación de sorpresa cuando me di cuenta que era nada más y nada menos que Mitch.
Alce la mano, mandándole un saludo pero inmediatamente lo lamente pues el solo volvió a sus nudos ignorándome por completo. Me mordí el labio, maldiciendo mi suerte.

Volví mi vista al frente enterrando mi barbilla en mis rodillas. Me molestaba saber que Mitch tardaría en perdonarme.

"Todo por tu maldita culpa Brick, maldito tú y tu caprichos. No eres la piedra de mi bota, eres más bien del tamaño de una montaña. Así de molesto eres. Que Dios me perdone pero como deseo que te parta un rayo. Eres un..."

-¿Dijiste algo Bob? - Al me pregunto entrando en mi ensoñación y pensamientos.

-! Desgraciado! - grite furiosa y al levantar la mirada me di cuenta de mi terrible error. Pensar en voz alta, muy alta por las miradas de todos.

En el ambiente creció ese incomodo silencio que nadie parecía tener la intención de interrumpir. Todos me miraban como si me hubiera vuelto loca. Me hundí en mi lugar, rezando por que alguno dijera algo, o mínimo me echara de allí. Y mis ruegos parecieron ser escuchados cuando Robín comenzó a hablar nervioso.

-Pues puede ser, pero yo amo a todas. Selena tiene ese algo que me enloquece y Rubí tiene aquello que me enciende, sin embargo Carmen es la primera de todas.

- ¿Qué? - pregunte confundida.

-Tal vez tengas razón. Soy un desgraciado, pero no me puedes culpar, tengo un corazón enorme - su actitud nerviosa la sustituyo de repente por una de picardía- Además se dice que un buen marinero tiene su amor en cada puerto. Y yo quiero ser un buen marinero.

Afortunadamente dije la palabra adecuada en la conversación. Ellos pensaron que yo simplemente comentaba mi opinión.

- Si, pero ellas no son rameras, Robín- dijo Fuzzy.

-Pero son mujeres y sirven solo para la hora- hablo en esta ocasión un hombre flaco y de aspecto enfermizo.

Ace. El traidor del barco. Su sola presencia si ya de por si me provocaba un malestar tener que trabajar ahora junto a él, me resultaba fatal.
Era una de las alimañas más grandes que había visto en mi vida y mi pie temblaba por aplastarla. Dirigió su mirada hasta mí, y como leyéndome el pensamiento me dedico una sonrisa burlona. Recordándome que yo en estos momentos era menos de lo que era antes.

- Yo sigo tu filosofía Ase - dijo uno de los allí reunidos- La misión de las mujeres es para darnos placer. Por eso espero ansioso llegar a las "Tres esquinas".

-Te entiendo. Estar un momento en tierra, relajarte, provocar alguna pelea en una cantina y sobretodo... pasar un buen rato con Madame Sedusa.

Una exclamación de gozo fue expresada por todos los presentes.

- ¿Quién es ella? -pregunte curiosa.

El primer hombre que me saludo se acercó a mí y me agarro por los hombros.

-Hijo ¿Enserio no conoces a Madame Sedusa?- me hablo lentamente como temiendo por mi respuesta.

-No. ¿Debería?

Con su plana tapo. Horrorizado, su boca. Como si yo le hubiera dicho la peor noticia del mundo. Se alejó tambaleando de mí con los hombros gachos.

- Ya John, el chico parece que no sabe mucho del mundo.

- Madame Sedusa, es una mujer que es realmente famosa en el mar por su... negocio exitoso- comenzó a explicar un joven sentado en un barril a dos metros de mi- Franceses, ingleses, españoles y hasta los italianos conocen de su existencia. Es una belleza de mujer que lo único que ocasiona en los hombres son duelos. Pero eso no he sol más importante de ella. Su negocio es conocido por ingleses, españoles, italianos y hasta por los mariones franceses.

- ¿Se dedica al comercio?

-Sí, podría decirse.

La idea de conocer a una mujer de negocios me emociono. Me intrigaba la idea de ver por primera vez a una mujer que rechazaba los prejuicios de llevar falda y tuviera el valor de establecer un negocio propio.

-¿Con que trata? ¿Con algodón, telas, plata...

-Tiene un prostíbulo- soltó bruscamente Mitch a mis espaldas.

Me gire en seco, para comprobar que hablaba en serio. No levanto ni el rostro y desafortunadamente parecía no bromear.

-¿Un pro-prostíbulo has dicho?- trague duro. Imaginándome en los horrores que se suscitaban en ese lugar. Donde las palabras pudor y vergüenza solo provocaría carcajadas.

- Si, te encantara muchacho. Hay castañas, altas, rellenitas... - John comenzó a recitarme un sin fin de elecciones, como si me estuviera recitando los platillos de un menú - pero lo importante es que todas tienen un par de largas piernas que puedes abrir agosto para...

-¡Bob!- Mitch me hizo una señal para que rápido me Acer cercara a él. Gustosamente obedecí y corrí a su lado.

-Solo te hable para evitar que escuches sus conversaciones. Aun cuando lleves pantalones, eres una dama y no debes escuchar lo que ellos dicen. - me explico, manteniendo sus ojos en el nudo que formaba en esos momentos.

Sonreí al notar que el nudo que formaba en esos momentos era flojo, y algo me decía que ese nudo y su mal humor en cualquier rato cederían.

-Siéntate, haz como si estuvieras conversando conmigo- pidió en un tono bajo, para que solo yo escuchara.

Me coloque por debajo de él, recargando mi cabeza en el mismo barandal. Sonreí inconscientemente al ver que mi amigo que había, ligeramente, perdonado.

-Mitch- le llame. El pareció vacilar y por fin despego su mirada de sus irritantes nudos, para verme a los ojos- Gracias.

- Deñada Bombón- fugazmente me devolvió la sonrisa.

ssssssssssssssssss

El ruido de pasos a mí alrededor me despertó. Trate de seguir con los ojos cerrados y continuar mi agradable sueño, pero el ruido era tan molesto que resultaba inevitable no ignorarlos.
Casi con dolor abrí con mucha lentitud los ojos. Estire mis brazos y escuche como varias parte de mi cuerpo emitían un tronido, me había quedado dormida, sentada en el mismo sitio donde termine de hablar con Mitch. El, obviamente, ya no estaba. Pero alguien estaba en su lugar. Los primeros rayos del sol, iluminaban su rostro, dejándome ver claramente cada una de sus facciones. Sus cabellos rojizos tenían destellos dorados por el sol.
Acabada de despertar no reacciones de inmediato y tarde un poco en descubrir quien era, pues los brillantes rayos de luz cegaban casi mi vista. Entrecerré los ojos, y me percate que seguía mirando al frente, con la barbilla en alto. Su postura mostraba seguridad pero sobretodo mostraba arrogancia. Y de inmediato supe quién era.
Brick.

-Buenos días. ¿Dormiste cómodo?- me pregunto sin despegar su mirada del frente.

-Si ignoro la sensación y el dolor de tener un cuerpo hecho polvo y un frio que entumece mis huesos. Entonces sí, mi noche fue maravillosa - conteste ceñuda y abrigando mis brazos que sin haberme dado cuenta los tenia helados- ¿Y tú? Me imagino que tu noche fue de lo más acogedora.

-No me culpes. ´Pudiste evitar el frio si hubieras dormido en un rincón de mi camarote como era debido. Pero preferiste dormir a la intemperie. Tú culpa, no mía. Así que no actúes como si yo fuera el responsable, idiota.

Me enrojecí del coraje y vergüenza, pude ver como algunos me veían mientras pasaban con sus cubetas, burlándose de mi mala suerte. Yo la única que tenía la suerte de tener un trabajo en el cual podía aprovechar dormir en un lugar cómodo y lo desaprovecho durmiendo en el frio del exterior.
Sin embargo, si lo reflexionaba agradecía dormir afuera. Sería muy incómodo dormir en la misma habitación de un varón. Era distinto dormir en el mismo camarote del capitán John, quien era como mi padre. Dormir en la misma habitación que Brick me parecía realmente escandaloso.

- ¿lo sabes verdad? Tienes la obligación de dormir en mi habitación, para verificar que este no necesite nada...

-Lo lamento. Olvide que al niño se le tenía que arropar... -me mordí el labio. Volta a otro lado fingiendo no haber dicho nada.

-No debes hablarme así.- lo escuche decir. No podría jurarlo pero algo me decía que se divertía- De todas maneras, arriba. Que estorbas a los que si trabajan.

Me gire y vi que se ponía de pie. Y me daba la mano para ayudar a levantarme.

Tenía razón. Todos a bordo estaban en sus puestos, trabajando duramente. Algunos pasaban a nuestro lado corriendo con trapos limpiando la cubierta, otros controlaban varias cuerdas manejando la posición de las velas, vi como otros sencillamente cargaban baúles. Mis baúles.

¿Por qué nadie me levanto?

Brick se alejó de mí y camino en dirección a las escaleras, lo seguí, esperando que me diera indicación de lo que hacer a continuación. Llegamos al timón y con un gesto de la mano, despidió al que estaba manejando el timón. Él se quedó en su lugar.

-Ayer alguien menciono que nos dirigíamos a un lugar llamado: "Las tres esquineras", creo.

-"Las tres esquinas"- corrigió entre risas- Pero también le puede quedar el nombre de las "Tres esquineras", básicamente de eso se trata. Un lugar donde todo marinero puede descansar.

-Degradando a una mujer- cruce los brazos sobre mi pecho, de pronto incomoda por pensar en las cosas que allí se vivirán- No debería existir ese sucio empleo. Solo sirve para propagar la inmoralidad, lujuria y enfermedad. ¿Qué hombre desearía tener eso con una mujer así? Sencillamente...

- Espera, espera, espera- me interrumpió Brick, levantando sus manos cerca de mi rostro- ¿Acaso me estás diciendo que estas en contra de la prostitución?

- Por supuesto.

Brick me miro como si fuera un fenómeno, cuya existencia era un peligro para la naturaleza y el orden de las cosas. Después lanzo una carcajada y me dio la espalda, siguiendo con el timón.

- Eres...-callo un momento buscando las palabras adecuadas- diferente, Bob. Un bicho al cual se le tiene que poner en observación.

-¿Un bicho?

-Si como una mariposa. Hablando de mariposas, quiero hacerte una pregunta Bob. ¿Me la contestarías con total honestidad?

La intensidad de su mirada me puso nerviosa y asentí dudosa.

-¿Estás seguro que eres hombre?

-¿Qué? -asustada retrocedí unos pasos- Por supuesto que lo soy. Claro que soy hombre. ¿Por qué me preguntas eso? ¿Estás loco? Soy hombre. Por favor Brick, simplemente porque no estoy de acuerdo con el oficio de la prostitución, no significa que se dude de mi hombría.

-Tranquilo, tranquilo chico. Relájate era solo broma. Es que un joven de tu edad estaría gustoso de visitar las "Tres esquinas".

-Los jóvenes que crecieron en tu entorno son muy diferentes a los jóvenes que crecieron en el mío.

-Los hombres somos hombres. Aquí y al otro lado del mundo.

- Bueno yo soy un caballero. Yo se tratar a una mujer y no aceptaría cometer un acto tan sucio como el, como el...

-Sexo pagado - soltó la palabra bruscamente- Se llama sexo. Y hasta el rey tiene sus amantes. Y yo soy un caballero... les dejo una buena propina.

Puse los ojos en blanco, no sabía que tanto de lo que me estaba diciendo era cierto o sencillamente era broma. Era molesto tener estas pláticas inadecuadas. Estuvimos en silencio un buen rato hasta que Brick lo interrumpió con una terrible idea.

-Ya se. Hoy estoy de buen humor así que al llegar a las "Tres esquinas", les pediré a algunos de mis hombres a que te lleve a un buen lugar. Es un lugar que te hará sentir muy cómodo. Es atendido por una vieja amiga. Se llama Sedusa pero es conocida como Madame Sedusa.

-No es necesario- me presura a rechazar la oferta- Al llegar estaré muy cómoda quedándome arriba del barco.

- No digas tonterías, iremos haya por cosas y a descansar. Recuerda que solo estaremos un día así que aprovéchalo. Llegando te dejare en manos de uno de mis hombres de confianza, te lo prometo Bob. Y no aceptare un no.

Trague duro. Pude visualizar la imagen, yo siendo conducida por una mujer medio desnuda, por un largo y agonizante pasillo, hasta llegar a una habitación. Ella comenzaría a hacer lo que sabe hacer y... me descubriría.
Mi mente tenía que trabajar y formular un plan para sacarme de este embrollo cucullas consecuencias serían catastróficos para mí.
Solo necesitaba tiempo para pensar.

-Capitán- lo llame- ¿Cuánto falta para llegar?

El saco el catalejo que tenía guardado en su cinturón. Lo abrió y dirigió el vidrio al horizonte. Lo observo un buen rato y al fin respondió.

- Al atardecer estaremos llegando.

ssssssssssssssss

Ya, ya, ya... no me empiecen a decir: ¡Tanto tiempo y para que todavia no salga Butch!

Porximo capitulo les aseguro y ya es algo seguro. Porke el proximo capitulo esta Bombon y Burbuja se conoceran.

jajaj que pasara a continuacion?

Muchas gracias por sus revies. Enserio!