¡Hola!

Esta historia se me ocurrió hace varias noches, espero que la sigan. Se que rompe un poco en Canon, pero cuando se me mete una idea a la cabeza es difícil de sacar. Esta historia está relacionada con la vida, la muerte y las especulaciones que hay entorno a ello. Pero como toda historia pretenciosa de ser buena, trata de amor. Es una historia corta que espero les guste. Si tienen algún comentario y/o crítica háganmelo saber. En verdad espero que sea de su agrado.

¡Saludos!


Nuestro Cielo

Capitulo 1. El purgatorio y el ángel

La no vida detrás de la muerte.

Cielo, siempre pensó que cuando dejara el mundo de los vivos estaría en el cielo. Fue educado para ser merecedor de un lugar parecido al paraíso, y si bien no tenía una religión creía firmemente que las buenas acciones devienen en buenos resultados. Pero estar al otro lado de la vida, no era nada parecido a lo que él había pensado. No. Cedric Diggory ahora "Vivía" en el purgatorio uno de los tantos universos que existen al morir. Fue grande su sorpresa cuando abrió los ojos y se encontró en medio de un campo, lleno de vegetación. Personas caminaban sin prisa, otras conversando, otras durmiendo tiradas en la hierba. Nadie pareció estar interesado en acercarse a preguntarle ni como estaba, ni como se sentía. ¡Había Muerto, por Merlín! Pero ahora entendía lo que pasaba… ahora sabía que estaba muerto y casi condenado a vivir en el purgatorio.

En el purgatorio, casi es igual a vivir en el mundo de los vivos, con la diferencia que no es necesario comer ni dormir, cada persona tiene una casa, si es que así lo desea, otros viven en el campo o simplemente no duermen. ÉL prefería tener un lugar donde pasar todas las tardes, una pequeña cabaña de madera cerca un pequeño pueblito. Cedric vivía solo, sus parientes más cercanos como sus abuelos y tíos sí habían alcanzado llegar al cielo. Él era el único Diggory en no conseguirlo, pero podían visitarlo cuando quisieran y conversar con él, mas no quedarse por las noches como él quisiera.

Ese día en especial, era importante. Era el aniversario de su muerte. Lo recordaba con tristeza. No era que extrañara estar vivo, si no más bien extrañaba a sus padres y amigos. Ahora él estaba muerto, todavía con la apariencia de tener sus diecisiete años y con algunos pocos amigos que había hecho en el purgatorio.(casi ninguno). Camino por las matas de flores que estaban cerca de su cabaña y recogió unas pocas flores, las favoritas de su madre. Sintió una descarga de energía al recordarla. No quería ni imaginar como ella se habría podido sentir después de su partida.

–Buenos días, Cedric – una voz conocida lo llamo por detrás, eso si que era nuevo. Volvió su vista a tras y comprobó que esa voz áspera correspondía un ya no tan viejo Profesor Dumbledore. No había necesidad que su corazón bombeara sangre, pero lo hacía, de forma rápida. Se acercó al hombre y lejos de los formalismos le abrazó. Era tan gratificante ver alguien de su antigua vida, las personas que venían de Londres mágico raramente querían entablar conversación con él. Quizás era porque él era un símbolo de la guerra, o simplemente porque pensaran que alguien como él, después de todo no era tan inmaculado como para estar en un lugar como el purgatorio.

–Ciertamente también estoy complacido al verte, muchacho– sintió que el hombre palmoteaba su hombro.

–Disculpe profesor, entenderá que no veo a nadie conocido en … años y lo que veo claramente no quieren hablar conmigo.– Se alejo un poco, el sol le dificultaba ver la cara de ya no tan anciano. Si Albus Dumbledore había cambiado su apariencia es porque de seguro el si había alcanzado a ir al "cielo", ese lugar que para él estaba prohibido. Él no podía modificar en nada su apariencia, y tampoco es que lo quisiera. Ahora el ex director de Hogwarts lucia unos cincuenta años, pero tenia la misma estructura, la misma mirada de entender las cosas con solo verlas.

–¿Quiere pasar? puedo ofrecerle un vaso de cerveza de mantequilla– le ofreció, siempre tenia cerveza de mantequilla disponible por si su abuela venía a visitarle o por si su tío se quedaba una tarde por el campo.

–Encantado Cedric, hay algunos temas que he venido a tratar contigo– continuó.

Al ingresar a la pequeña cabaña, Cedric sacó de una pequeña alacena unos vasos y una pequeña jarra que ya de antemano estaba preparada. Albus parecía mirar el lugar con curiosidad, el diseño de su hogar era algo tosco pero con la misma calidez Diggory que reconocía por sus años.

–Veo que te has acoplado muy bien a este mundo– murmura el hombre intentando sonreír. En ese mundo solo conoce la sonrisa de su familia, no la gente que vive en el mismo lugar. Es bueno ver a alguien intentar hacerlo.

–Sí, tenía que tener un lugar donde mis padres puedan visitarme cuando mueran. Se que ellos irán al otro lado, al cielo, claro– termino de servir la cerveza a su ex director, mientras que se acomodaba en su asiento para poder observarle con más cuidado. Sabía que Albus Dumbledore había muerto hacia algunos años, las pocas veces que conversaba con brujas o magos recién muertos se lo contaron. Además sabía que la segunda guerra había terminado, llevando al temido Lord Voldemort al fondo del averno, en donde su dolor se multiplicaría por siete.

–Es acogedor, pero…–se detuvo a analizarle. Cedric pudo ver como el hombre se remangaba las túnicas blancas.–No deberías estar acá– lo dijo lentamente como si develara una información secreta.

–El sistema nunca se equivoca, usted lo sabe. Debí haber hecho algo mal para estar acá.– la resignación había sido a ser parte de su día a día. No es que se quejara de estar en el purgatorio, al menos ahí no pasaba hambre ni frio, como sabía que pasaba en otros "universos" después de la muerte.

–Cierto, nunca se equivoca– responde el hombre– me debes disculpar por la tardanza en buscarte, pero en verdad pensé que estabas en… pero…

–Sí lo puedo imaginar, las personas que me conocieron también se sorprenden cuando ven por aquí– encoge los hombros– pero yo tampoco se lo que hago acá. Todos los días que puedo intento recordar qué fue lo que hice mal. Se que no estoy en el averno ni en otros universos donde la puedo pasar mal pero…. Creí, en verdad creí que la vida después de la muerte sería diferente.

–Y debería de serlo muchacho… me sorprendió mucho cuando no te vi. Ahí arriba… pero después lo entendí– Albus se acerco mas hacia la mesa de madera, que el mismo Cedric había hecho en sus largas horas de ocio.

–¿Entendió qué?– el ceño de sus ojos grises se arrugaba ante las declaraciones del viejo o ya no tan viejo mago.

–Yo se lo que pasa, he estado investigando… después de todo es lo que puedo hacer después de muerto, acumular más conocimiento– Sonríe

–No, usted puede reencarnarse si desea– acota el joven relajando el ceño y ofreciéndole una sonrisa. Sabia que si las personas del cielo deseaban podían reencarnarse y volver hacer una historia, pero era muy raro que un alma decidiera volver. Los demás estaban condenados.

– Eso sería muy aburrido.– reprime una sonrisa y vuele a mirar al joven seriamente como si tratara de tocar un tema muy serio– ella te necesita.

–¿Perdón? ¿quién me necesita?

–Es obvio que nadie te ha explicado el porqué estas acá. Cedric, tu único error en tu vida pasada es no haberte dado cuenta.– las palabras abandonan su boca como el canto de un pequeño jilguero, es tan natural su respuesta que hasta le a Cedric le parece absurdo no haberlo pensado antes.

– ¿Cuenta?

– Sí, muchacho

–¿De qué?– Cedric tambalea los dedos sobre la mesa, cree saber a lo que se refiere Albus, es algo que alguna vez su abuela le comento. "Cariño, todo estará bien… solo tienes que esperarla" nunca quiso saber el trasfondo de las declaraciones de ella, pero podía intuirlo.

–Cuando una alma nace, también nace su otra mitad. Lo que se conocen como las almas gemelas. Todos los que han vivido en el mundo de los vivos han tenido oportunidad de conocerlas y oportunidad de amarse. Pero tu eras muy joven… no te diste cuenta y creo que tus oportunidades fueron mínimas, casi nulas.

–No entiendo profesor, acaso me está diciendo que…– Los ojos de Albus asienten y pierde un poco de ese brillo acogedor. Está apenado, lo puede reconocer.

– Estas acá porque no has llegado a amar.

– Pero, eso no es justo. He amado a mis padres y amigos. Yo y Cho– Sentía una especie de sabor amargo penetrarse en su paladar. Un suave y espantoso cosquilleo pellizcarle el alma. Habían cosas que el no quería recordar, habían momentos que simplemente trataba de obviar, sensaciones tan añejas que entintaban sus recuerdos.

–No esa clase de amor, lo que sentías por esa muchacha fue cariño, no amor.– Albus bebe otro poco de la cerveza servida y repone– Se que amaste a tus padres, sí conociste esa forma de amor. En buena cuenta por eso estás acá y no en otros universos, este lugar es lo más cercano al cielo, no por completo, pero es lo más cercano gracias a esa otra clase de amor. Cedric lo que te quiero decir es que tu conociste a tu verdadero amor, la conociste y no la viste. ¿entiendes?

– Creo entenderlo…– bajo un poco la mirada.

–Pero no fue tu culpa muchacho, y tampoco la de ella.– La voz sabia de Al se le colo en el cerebro a modo de vibraciones.

– Entonces… debo esperar… debo esperar a que muera para poder conocerla ¿es eso?– su corazón de nuevo empezó a vibrar, a saltar en su pecho por tremenda emoción. Eso significaría que podría tener una vida en un lugar mejor, un lugar en donde pueda estar junto a toda su familia y ciertamente con el amor de su vida.

–Eso podría aplicarse a varios de los casos de las personas que viven en este mundo, pero en tu caso no. Ella, ella está a punto de tomar una decisión que los va a condenar a los tres.– arrugo el ceño, no estaba siguiendo las indicaciones de lo que declaraba su antiguo director.

–¿Los tres? No entiendo. Si estoy acá porque no he amado a mi alma gemela, no solo debería de esperarla ¿ es que acaso ella irá al averno?

–No, para nada. Ella… no puedo decirte quien es, pero ella… es una especie de ángel ¿me entiendes? Ella sería capaz de sacrificar hasta su alma por la gente a quien ella ama. Pero en este caso, eso no puede ser bueno, al menos para ustedes.

–Entonces no entiendo ¿por qué se refiere a alguien más?

–… A veces, en muy raras ocasiones, esas almas no son dos, sino tres. Una de estas tres partes tiene que aprender a "vivir" sin el verdadero amor.

–¿Es mi caso? ¿yo soy el tercero?…- su corazón se detuvo un poco. No es que los organos tenga la necesidad de funcionar, allá donde estaba pero lo hacia sentir aún con vida.

–Cedric, en tu caso creo que ninguno va poder ser feliz. No a menos que de intervengas. Y rápido– acotó

–¿Intervenir? Me está diciendo que mi alma gemela probablemente nunca me llegue amar porque está a punto de sacrificarse por su otra mitad. No entiendo que es lo que pasa… ¿intervenir? Estoy muerto, ¿no se ha dado cuenta? No entiendo que puede ser tan grave…

–Cedric, ella todavía está viva, pero está contemplando la idea de ser un fantasma. Todo por sacrificarse por él. No tiene porqué ser así, no cuando también te está condenando a ti. Eso ella no lo sabe

–No entiendo… ¿qué puedo hacer?

– Hay un mundo o mejor dicho un espacio, en donde está la estreches del mundo de los vivos y el universo de los muertos. Ella está ahí, tu eres el único que puede entrar y sacarla. Serían los primeros en dos mil años. Muy pocos han podido salir, pero si la convences, si salen de ahí, ella no recordará tu conversación. Tu vivirás de nuevo y ella también. Cedric, si no logras amarla en tu nueva oportunidad, si no están juntos, creo no podrás regresar al purgatorio ni al cielo. Serás un errante. Pero esa es tu decisión.

– Pero que pasa si ella decide morir, es decir…

– Ella tiene tantas ganas de morir como las tuviste tú. Ella no se va resignar a la muerte porque cree que el otro la necesita. Si ella remotamente quisiera morir iría al cielo, porque ella si llego a amar a una de sus almas gemelas. Y probablemente jamás te recordará.

–Entiendo…

–¿Qué pasa si decide ser un fantasma..?

– Tu quedarías para siempre en el purgatorio sin ninguna probabilidad que conozcas su identidad ni de ir al cielo. Tienes que tomar una decisión ahora Cedric, antes de que ella decida.

–Profesor… si es que acepto… ¿cómo voy a encontrarla? ¿cómo la reconoceré? Si no pude hacerlo de vivo… quizás de muerto será peor.

–Ese un uno de los riesgos, ¿aceptas?– Había que tomar una decisión, pero el problema era la respuesta.

De cómo es el Cielo…

Suave, liviana como una pluma que es llevada por el viento. Así se siente Hermione Granger en ese lugar, es como si todo lo vivido se detuviera en diez mil cuadros por segundo y toda su vida pasara frente a ella. Sabe que está muriendo, lo sabe porque se ha preparado para este momento toda su vida. Pero ahí, suspendida en el espacio, más brillante, más claro. Sus miedos no la abandonan. Tiene miedo de dejarlo solo, aunque sabe de sobra que no lo está. Tiene miedo de dejarle sin protección.

Sabe que regresar a la vida ya no es una opción, ha sido arrojada al Velo. Nadie ha podido salir de ahí. Una pequeña esperanza corrió en su cabeza, encontrarse con alguien conocido. Tal vez con Sirius o con Lupin o con Fred… Pero nadie parecía estar en el mismo lugar que ella. Era algo extraño, porque recordaba ver rostros asomarse cuando veía el velo de fuera, quizás era el lamento de las personas que como ella habían cruzado el Velo.

Intento moverse, en busca de alguna señal, de algo que le indique que hacer. Pero no puede. La idea de regresar como fantasma se le asoma al cerebro, quizás… se le cruza por el cerebro verle a él, cuidar su vida en todo lo que pueda, pero eso significaría también verle morir y eso sería morir dos veces ¿verdad?. Siente su pecho agitarse.

No hay ni una señal, nada. Estar muerta le parecía un tremendo aburrimiento y un ejercicio de ansiedad total. No quería morir, simplemente porque no quería estar alejada de él…. Aunque el parecía no importarle mucho. Hermione Granger siempre supo que su amor era una multiplicación por cero, que nunca sería correspondida de la misma manera que ansiaba. Pero su dignidad no contaba con ella en esos momentos. Ella lo amaba y por él hasta iría hasta el fin del mundo.

–¡No!– grito una voz a sus espaldas, Ella volvió su vista con rapidez, intento ajustar su vista con cuidado, había demasiada luz en el lugar. No fue necesario tratar se acercarse a esa voz, podía sentir su respiración agitada rozarle la nariz.

Sus ojos la luz se mitigo un poco del lugar dando espacio a poder ver el rostro de la persona que se refería a ella. Una sensación familiar recorrido desde el final de su espalda hasta su cabeza. Pudo oler flores y hierbas , además lo que parecía ser cerveza de mantequilla y un inusual olor a polvo de bulldger. Era el chico de los ojos grises, del cabello marrón y sonrisa traviesa, era el que alguna vez conoció como Cedric Diggory. Sonrió, pero esta vez aliviada, por fin alguien que conocía, no muy bien. Pero que había entablado conversación.

Él se acerco primero con una seña de preocupación agitado, como si hubiera corrido kilómetros, y con unas pequeñas gotas de sudor en la frente. Lucía exactamente igual a sus recuerdos más felices relacionados a él. Recordó enseguida el dolor de Beatriz y Amos Diggory. Beatriz, como había sufrido la pobre mujer. En sus tardes en la biblioteca del ministerio la veía contemplar escondida el retrato de su hijo, no era muy emocional en frente de los demás pero cuando creía que nadie la veía lloraba acariciando el retrato, quizás se identificaba un poco con ella. Betty era una mujer de armadura, pero su única debilidad era el recuerdo de su hijo. Y ahora lo tenía en frente, tratando de formular palabra. Era extraño pero aunque estaban muertos Hermione sentía que podía ver a un Cedric sonroja, apenado.

–Eres tu…– dijo él cuando recupero el aliento– nunca lo hubiera creído…yo …no– sus mejillas se encendían cada vez que hablaba una palabra, como si por dentro le quemara algo. Ella le sonrió despacio. Él había muerto a los diecisiete y ella a los diecinueve. No supo porque pero le abrazo con fuerza, quizás era por el hecho de ver a alguien después de haber caído al velo y haber estado suspendido por lo que ella había considerado días. Él correspondió a su abrazo pero de forma más tímida, como si pronto se le hubiera ocurrido que la rompería.

–No me ha dolido, ¿me vas a decir cómo convertirme en fantasma?–fue lo primero que dijo. En realidad no si era la decisión adecuada. Todo en ese momento parecia tan subreal.

–No, yo…– no recordaba sentirlo tan ¿inseguro? No supo como clasificarlo.

–¿Me vas a llevar al otro lado?¿al cielo?– volvió a preguntar, sabía que sea donde sea que estuvieran ese no era su destino final. Cedric pareció reaccionar se sacudió un poco y la observo con cuidado, la castaña se sintió como uno de esas pequeños insectos que son observados con lupa. Pero de nuevo estaban esos ojos. Y sintió como las manos de su acompañante la tocaban por los brazos, era indescriptible. Era como si cada célula se alertara y bailara en su lugar, como si por osmosis se le hubiera absorbido Felix felicis y todo frente a él. Quizás el no la recordara pensó, habían pasado años y ella nunca tuvo el afán de atiborrar las escenas con su presencia.

– Cedric Diggory ¿verdad?– sus ojos le preguntaron lo mismo, pero el parecido hipnotizado viendo algo en su cara. Quizás se esté preguntando como la mejor amiga del salvador del mundo mágico halla acabado muerta… Vio como de sus labios se formaba una sonrisa partida. Se acerco más a ella y deposito uno de sus rizas rebeldes detrás de sus oídos. Un nudo se formo en su estomago, como si pronto sintiera una extraña presión. Conocía ese tipo de miradas, claro que sí. Era como si pronto hubiera hecho un gran descubrimiento. Como si hubiera descubierto la forma revivir un cuerpo, como si descubriera la cura para la varicela de Dragón, como si todo su futuro pasara ante sus ojos.

– Hermione Granger– fue lo que él respondió, no sabia porqué dejaba que él acariciara su rostro, como si en su contacto se descubrieran el alma. Las yemas de sus dedos acariciaban sus labios. Hermione Granger la "sabe lo todo", no sabía que estaba sintiendo después de muerta. Era algo cálido y burbujeante. Algo entre rojo y amarillo. Pero tranquilo como vivir en algo verde.

– ¿Te puedo besar?– él preguntó. Ella solo sonrió, era simplemente hermoso. No solamente él sino lo que sus manos hacían al contornear su rostro, era como si tratara de recodar con las manos su identidad. Solamente una vez recordó haberse sentido de esa manera, y ciertamente no fue correspondida. Ahora, parecía volar, explotar, ser feliz.

–¿Se puede besar a alguien después de muerto?– a él pareció hacerle gracia. Su pulso era salvaje, des contenido en sensaciones que ella nunca antes había sentido, quizás si, pero nunca reflejados en alguien más hacía ella.

–Si– respondió él– pero lo tienes que desear.

Fue ella semiinconsciente, quien adormecida por las sensaciones lo besó. Tomo impulso de la nada y beso sus labios, lentamente. Hizo una anotación mental: menta y hierba buena. Sintió como él sujetaba su cintura y la cercaba más a él. Fue ella quien acaricio el rostro de su acompañante mientras ocurría el beso, fue ella quien emitió un suave gemido, fue ella quien tras capturar un poco de aire lo volvió a besar. Y esta vez tratando cuidadosamente de acariciar el cuello del joven.

–¿Esto es el cielo?– pregunto ella después de unos segundo de ubicar sus labios en su cuello.

– No, pero estoy muy seguro que tus labios no tienen punto de comparación con el cielo– dice el un pequeño suspiro, ella se aleja y le observa unos segundos.

– ¿No conoces el cielo?– dijo ella, todavía contenida entre los brazos

–Lo acabo de conocer– los dos sonríen, pero la castaña arruga sus labios intentando no sonreír– No, no conozco el cielo porque no ame a mi alma gemela cuando tuve la oportunidad de conocerla. Ya debes de saber quien es…– ella abrió la boca un poco confundida miro a los lados y después se señalarse. Él simplemente asintió. Sus mejillas se encendieron como dos lámparas. Pero muy al contrario de su timidez deposito un pequeño beso en su labios.

–¿Entonces? ¿nos vamos juntos a donde sea que estés?– dijo ella con una confianza que sorprendió hasta su propia racionalidad. La cual por cierto a estas alturas se podría decir que había estado durmiendo. él la acaricio nuevamente.

–¿Te gustaría? Hasta hace poco querías ser un fantasma– Hermione Granger recordó de pronto que efectivamente hasta hacía unos segundos esa era su mejor alternativa. Pero estar envuelta en esos labios hacían que todo le sentara bien, era como si ella encajara en Cedric. Alguien a quien apenas conocía de viva. Alguien que había muerto hacía más de cuatro años. Pero estar ahí, frente a el, a su espíritu era un remanso de paz. Era como leer por la tarde, frente a la chimenea. Era navegar en el aire. Era simplemente maravillo. Y de pronto lo recordó a él, a esa otra persona que le hacía sentir muy parecido a lo que Cedric le estaba haciendo sentir. Alguien a quien conocía mejor que a ella misma, y que por alguna extraña razón sentía que estaba traicionando, aunque claro, seguramente a él no le importaría, seguramente hasta se alegraría.

– Sí– dijo finalmente. Hermione pudo ver como la sonrisa en el muchacho se acentuaba más y más.

– A mi también.. pero…– desvió su vista y dejo de envolver su cintura, solo para sujetar su rostro desde su quijada.

–¿Pero?– le dijo después de besarlo en la mejilla.

– Pero si vamos al otro lado nos tendremos que separar… porque tu iras al cielo y yo… de nuevo al purgatorio y seguramente no me recordaras..– Era seguro, Hermione Granger no estaba entiendo lo que estaba pasando, lo único que habitaba su mente era las ansias de estar junto a él. Era hasta ridículo, ni en mil años hubiera adivinado que las almas gemelas existen o que el cielo era real o que sentiría tan bien besar a alguien que no era al que siempre había amado.

–¿Hay alguna manera de estar así contigo?, de no dejar de sentir esta sensación ¿hay alguna manera de tenerte?– Ella toco el cuello de su interlocutor, trazo un camino con sus dedos, ebria de algo muy parecido al amor. Él pareció un poco descolocado, entre extasiado y asustado, pero se dejo besar nuevamente. Era como si no diera crédito a lo que estaba pasando.

– Sí, traspasar el Velo y volver al mundo de los vivos, los dos– dice el volviendo a atarse junto ella. Sus respiraciones se sincronizaron mientras que sus miradas jugaban a las escondidas.

– Pero nadie ha regresado del Velo– un halo de la racionalidad de la castaña apareció.

– Si, lo han hecho pero hace más de dos mil años. Lo hicieron dos almas gemelas. Solo las almas que se encuentran acá pueden regresar. El único inconveniente es que no lo recordaremos, tendríamos que volvernos a enamorar… y estoy seguro que no será fácil…–no pudo continuar con su discurso por que los labios de ellos lo interrumpieron. Hermione presiona sus labios en un combate pasional. Quizás y su lógica se estaba derritiendo en ese lugar, porque no entendía la fuerza que le obligaba estar junto él de esa manera.

–Lo siento…– dijo a los segundo, tratando de recuperar un poco de aire–… decías que no sería fácil…¿algo más?– él sonrió, todavía sujetándola desde la cintura– No será fácil, porque… yo sé que también amas a alguien más– ella se mordió los labios, miro en la profundidad de sus ojos plata.

–No se siente así de bien. Un amor que no regresa, no es amor– susurra

– No nos conocemos…no del todo y probablemente cada uno este en su mundo, ajeno al otro… pero al menos tendríamos la oportunidad ¿qué dices?– él volvía a jugar con los rizos de sus cabellos.

– ¿Te vas a hacer de rogar?– preguntó ella respirando su exhalación

– no lo sé, seguramente. Cómo seguramente tu estarás más interesado en protegerlo a él– acaricio de nuevo el rostro de porcelana de la castaña.

–¿Voy a volver a besarte?– vuelve a preguntar ella sorteando pequeños y cortos besos en los labios del joven.

–Vamos a tener la oportunidad– dice entre los besos de la joven, sonríe como un niño.

–Está bien, regresemos… pero antes… prométeme que me vas a buscar y que me tendrás paciencia… y que no me dejarás aunque te lo pida… y…¿son muchas promesas verdad?– acaricia su mandíbula, dibuja pequeños círculos con la yemas de sus dedos, mientras mira atenta su pecho.

–No, te prometo todo lo que quieras. Pero tú solo prométeme que me besaras. Porque en tus labios he conocido el cielo.– De nuevo sus labios cierran el pacto.

–Cedric…- susurra ella al terminar cierre del pacto

–Hmm– dice desde su garganta.

–El amor es más que un beso ¿lo sabes verdad?– lo toca de nuevo, como comprobando que no caiga dormido.

–Lo sé- y opta por besar el hombro de la castaña.

De vuelta a la vida.

Sintió un mareo espeso concentrarse en su rostro. Un dolor de cabeza jamás descrito. Era como si tuviera un nido de pájaros carpinteros habitando en su cabeza. Abrió los ojos todo era confuso, como si su vista por ratos se nublara. Estaba tendido en un piso frio, en un lugar que su mente no guardaba recuerdos. Trato de visualizar mejor el escenario pero una mata de cabellos rizados le opaco la vista. Intentar levantarse no era una opción. Un peso muerto sobre él. Se detuvo en lo que dificultaba su vista y vio el rostro de un jovencita, de rostro tan fino como el de las muñecas de porcelana de su madre. Su madre. Una verdad le pareció golpear todas sus ideas. Su último recuerdo es el rayo verde impactar su pecho y como escenario un cementerio. Lo recordaba, fue en la última prueba del torneo de los tres magos.

–¡ Llamen a los sanadores!– era una voz desgarra, un grito desesperado de un hombre. No pudo verle, la muchacha seguía encima de él. Y ocultaba con su cabellera todo el panorama.

–¡ Hermione! ¡Hermione!– era un llanto duro y espeso. Un llanto doloroso a sus oídos. Sintió como si corriera hacia él. Esa voz, le era familiar aunque un poco más grave que en sus recuerdos. No reparo ni siquiera en él. Sintió que le liberaban de ese peso muerto, el peso de la chica que hasta hace poco le obstaculizaba la vista.

– ¡Vamos Mione…!– seguía llorando desconsolado la voz del muchacho. Cedric opto por sentarse, con mucha dificultad logro concentrar su energía y poder sentarse. Miro a su alrededor era una habitación oscura, pero habían ahí muchos aurores, los podía reconocer por sus trajes. Todos quietos, hechos estatuas, como si un Petrificus Totalus les hubiera sorprendido. Se percato que solo se erguía en el medio de la sala un portal blanco cubierto de un Velo. Sabía ahora donde estaba, era el lugar que había escuchado hablar a su padre cuando tenían su conversaciones masculinas, la sala del Velo.

–No me dejes…-otra vez el gemido, pero está vez ya había perdido la frecuencia de la respiración. Se detuvo en esa voz, era Potter. No estaba como le recordaba, sin duda tendría un par de años más. Sostenía a la muchacha posesivamente, le estrujaba contra él con desesperación mientras su respiración se hacia más errática.–Yo también te amo…–le escucho decir en un susurro al cuerpo de la jovencita. Casi inaudible. No supo porqué pero sintió que su corazón se achicaba y su estomago comenzaba a saltar.

–¡Potter aléjate, no la dejas respirar!- Salió de sus labios más rápido que lo que se había formulado en su cabeza. Por fin el muchacho le dedico una mirada, como si por primera vez se hubiera percatado de su presencia. Se arrastro con todas las fuerzas que su cuerpo podía, mientras que Harry adoptaba la misma postura que los otros aurores. La soltó despacio, dejándola sobre el piso. Volvió su vista a él.

Se acerco a ella, y toco su cuello con delicadeza. Una pequeña electricidad le intervino, quizás solo era la estática. Pero casi inmediatamente después de aquello, ella suspiro. Y empezó a respirar aunque sus ojos siguieron cerrados.

–Cedric…- fue lo primero que escucho de la boca de Harry Potter –Estas vivo ¿Pero cómo? – sus ojos seguían rojos, y las lágrimas de dolor aun estaban chorreadas por todo su rostro.

–Sí, parece que sí– dijo intentando sonreír.


-.-.-


¡Hola de nuevo!

¿Qué les pareció? Háganmelo saber en sus comentarios.

Espero verlos pronto,

Saludos,

Dlila