Oh Dios, debería de darme vergüenza =( ¡SHAME ON ME! o como se diga, no soy buena para el ingles u.u De verdad que me disculpo con ustedes por haberme tardado TAAAANTO tiempo pero he vuelto y mejorada xD asi que primero lo primero un mini resumen:

Esta historia se basa en una leyenda muy popular en Japon, que cuenta que en tiempos antiguos los digimons y los humanos vivian en armonia y en paz, hasta que vinieron los malos, detsruyeron los ocho reinos que regian todo Japon, mataron a los portadores de los emblemas, osea la realeza, pero uno sobrevivió, esa fue nuestra linda Mimi a la cual hechizaron hasta que uno sangre de su sangre la despertara, hecho que pasó en el presente, Tai despertó a Mimi sin querer queriendo, y resulta que es un elegido junto con Sora, su mejor amiga y Matt el cual es un chico malote que junto con T.K le robaron el emblema a Mimi, y bueno, ya en el ultimo capitulo resulta que hay una gran posibilidad de que Mimi no sea elegida y lo demas tienen que descubrirlo en este capitulo =D

Digimon jamas me pertenecerá, solo mis sueños rotos =( de algun dia cambiar el epilogo u.u


Capitulo Cuatro

Ataque.


Sus ojos azules se perdieron en el extraño artefacto que descansaba en sus manos, tenía una apariencia como la de aquellos "beepers" que existieron en los años noventas, sin embargo estos no emitían ningún mensaje, al menos no por los momentos.

El bolsón de mercado que cargaba con una mano se revolvió con insistencia. Ladeó su cabeza encontrándose con un pequeño animalito de color rosa pálido que lo miraba con sus grandes ojos negros. Él sonrió, apenas tenía una noche de haberse encontrado con ese ser tan extraño y ya comenzaba a agarrarle cariño, era la mascota que él nunca tuvo o, al menos no recordaba haber tenido una.

—Tengo hambre—se quejó el animalito. Él todavía no se acostumbraba a que ese ser hablara y a la primera palabra que éste pronunció no pudo evitar llevarse el peor susto de su vida.

—Ya llegaremos a nuestra habitación, ten paciencia.

Odiaba los moteles, pero era lo único que podía costearse junto con su hermano en todas esas misiones que Él los mandaba a hacer, los detestaba a pesar de que hubiere pasado la mitad de su vida durmiendo en ellos.

—Pero no aguanto el hambre.

No contestó, se detuvo en cuanto miró a una señora atiborrada de bolsas que cubrían su visión, al parecer quería cruzar la calle pero con tanta bolsa no podía mirar el semáforo. Caminó hasta quedar a su lado, la mujer le llegaba un poco más abajo del cuello.

— ¿Le ayudo?—preguntó con amabilidad.

La mujer movió las bolsas permitiendo ver al muchacho, éste quedó cautivado cuando se encontró con un par de ojos azules que transmitían una tristeza oculta, que fue capaz de descubrir por el hecho de que cada vez que él se miraba en el espejo encontraba esa tristeza.

— ¿No es mucha molestia?

Negó con la cabeza dedicándole una sonrisa agradable.

—No se preocupe.

La mujer sonrió, era extraño que un chico y más en estos tiempos se acercaran a ella para ser solidarios, sorpresas como esas no se las llevaba todos los días. Le entregó un par de bolsas, que el joven recibió con gusto. El semáforo dio la señal de cruce y en silencio, ambos cruzaron la calle.

— ¿Eres de aquí? –preguntó la mujer con interés.

—No vivo en este distrito—contestó el joven—. Estoy esperando a mi hermano, siempre nos encontramos aquí.

—Oh—la mujer le miró de reojo, había algo en ese chico que le inquietaba, sus facciones se le hacían familiares, su cabeza punzó al intentar forzar sus recuerdos—. Te ves muy joven para estar sólo en la calle, ¿Cuántos años tienes?

—Acabo de cumplir dieciocho, no estoy tan joven—dijo él, regalándole una sonrisa.

Algo dentro de ella se revolvió, tenían la misma edad.

—Y tu hermano—indagó invadida por la curiosidad—. ¿Eres el mayor?

—Lo contrario, él es el mayor, pero es muy terco así que a veces parece que yo soy el mayor.

La mujer apretó sus labios fingiendo una sonrisa cortes, eran tan parecidos, pero el viento se había encargado de borrar todas las cenizas de su vida y no había nada que lograse regresarlas.

—De todos los lugares de Tokio—comenzó el joven—. Shibuya es mi favorito, la verdad no sé por qué, pero adoro venir aquí, a mi hermano también, por eso siempre nos vemos aquí.

—Shibuya es mi favorito también—contestó la mujer con un poco de tranquilidad—. Bueno, hemos llegado.

El joven se detuvo frente a él estaba una pequeña guardería.

—Tengo que venir por mi hijo—contó la mujer.

—Si quiere me puede dejar las bolsas—propuso el chico—. Mientras usted va por el niño.

—No quiero molestarte. Debes de estar apurado, tu hermano podría llegar en cualquier momento.

—No se preocupe, tengo todo el tiempo del mundo, además no va a poder sola y peor con un niño, permítame ayudarle.

La mujer sonrió, ese chico resultaba ser tan encantador.

—No tardaré, lo prometo—dejó las bolsas que ella cargaba en el suelo, cerca de los pies del muchacho.

La miró marcharse, había algo en esa señora que le pedía a gritos que se quedara todo el tiempo que pudiera con ella, tenía algo que se le hacia extrañamente familiar, sin embargo, su cerebro no fue capaz de hacer las conexiones necesarias.

—T.K, tengo hambre—lloriqueó el animalito asomando su cabeza entre el bolsón.

T.K miró de reojo a ese extraño ser, aún no se acostumbraba a escucharlo hablar.

—Sólo ayudaremos a la señora y luego comerás todo lo que quieras.

Tokomon soltó un lamentoso suspiro, desde que había digievolucionado no había comido nada y al parecer no comería en mil años.


—No lo entiendo.

Mimi se dejó caer en el mueble, la sala se había sumido en un espeso silencio que hasta incluso los digimons no podían musitar palabra alguna. La castaña llevó sus manos a su cabeza, había algo que simplemente no cuadraba.

—Si no tuviera que hacer nada en este mundo, no me hubieran despertado, no entiendo.

Matt la miró de reojo, por un momento pensó que la chica se volvería a derrumbar como la noche anterior, pero parecía estar demasiado conmocionada para poder actuar.

—No pudo haber sido una mera casualidad de que despertaras justo ahora—dijo Sora, se sentó a un lado de ella y la agarró por las manos—. Tal vez hay algo más grande, Mimi, algo que ni ese señor puede imaginar.

Mimi le miró con ojos angustiosos—. Tuve un sueño—tartamudeó atrayendo la atención de Tai y Matt—. El digimundo es un caos total, todo es oscuridad, y los digimons están siendo torturados y esclavizados.

— ¿Digimundo?—preguntó Taichi con confusión.

—Donde viven los digimons—contestó Matt, recibiendo una mala mirada por parte del moreno.

— ¿Crees que sea un presagio?—cuestionó Sora a la castaña.

—Creo que ya está sucediendo—musitó—. Es algo grave, en la guerra pasada apenas estaban tomando el control, me da miedo pensar que llevan miles de años así.

—Por eso debemos trabajar juntos—animó Sora—. Tienes que ayudarnos a encontrar a los demás, tú eres la que mejor sabe, sin ti no podríamos hacer nada.

Mimi asintió, apesar de lo que Gennai le había dicho, estaba segura que esa no era la última palabra, había algo más, un motivo por el cual ella despertó en esa época.

—Pero, ¿Por dónde empezar?

—Debemos encontrar el emblema robado—Dijo Yokomon, atrayendo la atención de todos, su pequeño rostro se enrojeció—. Escuché decir eso a Sora—explicó con timidez.

Todas las miradas fueron a dar al rubio el cual se erguió, volvió a caer en el mismo dilema, no quería involucrar a su hermano en todo eso y mucho menos con la sombra de Él acechándolos.

—Tienes que ayudarnos—pidió Sora—. Ahora eres parte de esto.

Cerró sus puños con fuerza, él quería ayudar, claro que sí, pero no podía permitir que su hermano saliese perjudicado.

—No quiero que mi hermano se meta en problemas.

—Lo haremos todo con cautela—Dijo Tai.

—Si quieres puedes ir tú sólo—propuso Mimi—. Así no perjudicarás a tu hermano.

— ¡Oh no!—intervino Tai—. Eso sí que no, no confío en ti, no dejaré que vayas sólo para que huyas con el emblema.

—Yo puedo ir con Matt—dijo Tsunomon, recibiendo una mirada por parte del rubio, no obstante le sonrió con alegría.

— ¡Yo también quiero ir!—exclamó Koromon—. Quiero conocer este planeta, ¡Vamos! ¡Vamos! ¡Vamos!

— ¿Podemos ir todos?—pidió Yokomon con timidez.

—Podríamos ir todos—dijo Sora—. Y que él se encuentre a solas con su hermano.

—En un punto exacto en donde podamos vigilarlo de cerca—Dijo Taichi mirando desconfiadamente al joven.

— ¿Aceptas?—preguntó Mimi.

Matt soltó un suspiro derrotado, no podía con tantas personas y seres extraños al mismo tiempo, tendría que ceder y actuar con todo el cuidado para no ser descubiertos por Él.

—Está bien—concedió no muy convencido—. Busquemos a mi hermano.

Los tres digimons gritaron un enorme "Si" entusiasmado.

— ¿Dónde crees que puede estar?—preguntó Taichi.

—Shibuya—contestó sin pensarlo mucho—. Siempre que tenemos una misión y debemos separarnos nos encontramos al atardecer en la plaza Hachiko.

¿Qué clases de misiones?, se preguntó Mimi, Matt no se miraba entusiasmado al haber revelado esa información, podría jurar verlo estremecerse al mencionar la palabra misión, ¿Quién era esa chico? ¿Para quién trabajaba? ¿Para el mismo que los mandó a matar en antaño?

—Bueno no perdamos más tiempo—Habló Tai, interrumpiendo los pensamientos de la castaña.


"Plaza Hachiko, 5:30 P.M"

— ¿Con ese digivice te comunicas con tu hermano?

T.k sonrió ante las ocurrencias de Tokomon. Desde hace horas había dejado a la señora en su apartamento y ahora sólo estaba con ese extraño y parlanchín ser, que releía el mensaje que llegó a su celular, que cabía mencionar pertenecía a un número desconocido.

—No es un digivice—corrigió—. Se llama celular.

—Ohh—exclamó observando el móvil embelesado—. T.K, ¿Crees que tu hermano también tenga un Digimon?

El joven guardó silencio. No tenía idea de porque ese Digimon había llegado precisamente a él, a un servidor de…esa persona que no los dejaba respirar ni un solo segundo. T.k no era tonto y estaba completamente consciente de la existencia del digimundo y de esos seres, Él junto con sus ayudantes se habían encargado de enseñarles todo lo necesario, sin embargo también creció en un mundo rodeado de misterios, como por ejemplo el collar que descansaba en su bolsillo, Él nunca les dijo para que lo quería y tampoco le mencionó que los digimons habían cruzado la puerta que los separaba del mundo humano.

Otra duda embargó su ser, y ¿Si era uno de esos elegidos que la leyenda contaba? ¿Podría ser eso posible? De serlo, ¿Su hermano también lo sería? Si todo aquello resultaba ser cierto, estaba realmente seguro que sus días estaban contados, pues, Él se encargaría de matarlos en un abrir y cerrar de ojos.

Deseó con toda su alma que no fuese así…

—T.K, ¿iremos a la plaza Hachiko?

El joven asintió, no muy convencido, pero su hermano era primero que todo…


Se miró a través del monitor, sus ojos habían perdido toda la vida, sus dedos tecleaban con fuerza y detrás de él, ese hombre lo miraba con una sonrisa ladina. Eso no le importó, su mente tenía una nube negra que no le permitía pensar con coherencia, su cuerpo ya no le pertenecía, ni sus pensamientos. Ese hombre le había poseído y no hubo nada que él pudo haber hecho.

—Este será nuestro punto de partida—dijo él, señalando con su dedo índice un lugar exacto en el mapa de Japón—. Los hermanos merecen un castigo por ser tan incompetentes—soltó un bufido—. Por suerte tenemos al más inteligente de todo Japón con nosotros.

Koushiro no hizo ni dijo nada, sus dedos siguieron tecleando con vida propia y la poca lucidez que tuvo se difuminó siendo opacada por un negro vivo y maligno.

—Nos vamos a divertir tanto, ¿No es así?—dijo dirigiéndose a un pequeño Digimon de color rosa y ojos negros encerrado en una jaula—. ¿Quién diría que el genio Izumi resultaría ser un elegido? Suerte para mí que ahora pertenece a nosotros—sonrió—. Este mundo arderá más pronto de lo que imaginé…


Sus ojos castaños se abrieron desmesurados al observar aquel largo aparato que tenía la nítida apariencia de un Trailmon, ¿A caso era una digievolucion de ese Digimon? Era extraño, pensó que sólo los digimons de los elegidos podrían estar en este mundo.

Escuchó un "Oh" en general de los tres digimons que estaban siendo cargados por sus compañeros, no pudo evitar impresionarse cuando Matt accedió a cargar a Tsunomon sin hacer una mueca o alguna queja.

— ¡Mimi!—gritó Taichi exasperado—. ¿Qué esperas? ¿Un camino de rosas? ¡Muévete!

La chica vaciló, tanto Sora como Taichi estaban a unos cuantos pasos más adelante que ella. No se atrevía a dar un paso más, y ¿Si eso era algo maligno succiona personas?

—Tranquila, es totalmente inofensivo—dijo Matt en voz baja sin ningún atisbo de burla.

— ¿Qué es eso?—preguntó.

—Eso es un metro.

—Metro—hizo eco, observando una vez más aquel gran aparato.

—Anda, vamos, no pasará nada.

El joven comenzó a caminar, ella, con un poco de duda le siguió rezando a todos los dioses para que nadie ni nada se la comiese.


— ¡Mira Tai! ¡Aquí hay más personas como tú!

El moreno apretó con una de sus manos la boca de Koromon, el cual terminó su escandaloso barboteo en murmullos ininteligibles. Sora junto con la pequeña Yokomon rieron por lo bajo, recibiendo una mala mirada por parte del chico.

— ¿Cuándo se van a apagar estas cosas?

—No son muñecos—dijo ella en un tono divertido.

—Oh Dios—masculló.

—Disfrútalo, elegido—canturreó la joven guiñándole un ojo con coquetería al chico—. Es lo que querías.

Taichi no musitó palabra alguna, ese guiño le había tomado desprevenido. Sora detuvo su andar creyendo que su amigo estaba parado por estar esperando a Mimi, la cual estaba a unos cuantos pasos más atrás sosteniéndose del brazo del rubio y al parecer temblando, la muchacha río de nuevo.

Mimi observó a su alrededor, el viento corría con un poco de fuerza, la adrenalina seguía en ella dejándole con su corazón desembocado y sus piernas temblorosas. Lo que más le impresionó era el amontonamiento de personas, no podía ver más allá porque todas esas personas caminando se lo impedían. Habían varias veces que ella, junto con la princesa de la luz y del amor se escabullían al pueblo, siempre hubieron bastante personas y claro que les costaba un poco abrirse paso, pero jamás como eso, Mimi recordó todas aquellas ocasiones en las que se divirtió tanto con su gente, eran personas alegres, llenas de vida y esperanza. Una punzada de dolor le atravesó con el sólo hecho de que todos ellos hubiesen tenido el mismo destino que sus amigas.

— ¿Estás bien?

La chica dejó a un lado sus pensamientos. De nada valía seguir torturándose con eso, su vida entera había desaparecido con el paso de los años, así como su hijo, Ryo, sus amigos, sus padres y Palmon, por mucho que los pensara, ellos no volverían a su lado.

— ¿Aquí es Shibuya?—preguntó ella a su vez, desviándose de sus pensamientos.

—Así es—contestó—. Concretamente, estamos en la plaza Hachiko.

Mimi miró a su alrededor. Si quitaba a todas esas personas que iban y venían, el lugar era sumamente precioso, amplio, decorado con varios arbolitos, los edificios a su alrededor le daban un toque más bonito de lo que ella imaginó, pero hubo una estatua que le llamó la atención de sobre manera, tal vez por el hecho de que varias personas estaban a su alrededor con unos raros aparatos alzados hacia ésta.

— ¿Y eso?—alzó su dedo índice hacia la figura.

— ¿Quieres verlo?

La chica asintió con curiosidad, ambos caminaron hasta llegar al lugar. Mimi observó a detalle la estatua, era la figura de un perro sentado, mirando hacia el frente.

—Oye, Matt, ¿Eso es un Digimon?—preguntó Tsunomon con curiosidad, lo suficientemente bajo para que sólo el chico le escuchara. Había entendido que no podían hablar frente a las demás personas porque si no los mirarían mal, así como Koromon que no dejó de gritar en ese extraño Trailmon y todas las personas lo miraron feo.

—Es un perro, no un Digimon—contestó el joven—. Se llamaba Hachiko y era un perro muy fiel, todos los días iba a despedir a su dueño en la estación, cuando el dueño regresaba Hachiko ya estaba ahí esperándolo, así fue por algunos años hasta que el dueño murió… Hachiko fue a esperarlo y el señor nunca regresó, él no se movió de su lugar, lo esperó por nueve años, hasta que se enfermó y murió, las personas hicieron esa estatua en su honor.

Los ojos de Mimi se humedecieron, la historia era triste y trágica, no pudo evitar pensar en su Palmon e imaginársela esperándola en la ciudad del inicio todos esos años en las que ella estuvo dormida. Se imaginó a ese pobre perro esperando por una persona que nunca más volvería a ver y las lágrimas golpearon sus ojos caramelo.

—Cinco con veinte—dijo Taichi en un tono lúgubre colocándose detrás de ellos—. Cinco con veinte.

Mimi respingó, Matt simplemente giró sus ojos, era increíble lo inoportuno que era ese hombre y al parecer no lo dejaría ni un segundo en paz.

—Mi hermano me verá en Starbucks—anunció él.

Taichi achicó sus ojos, viéndole con sospecha. —. Eso está muy lejos.

—Queda cruzando la calle—intervino Sora, una vez que se les unió—. No seas tan paranoico.

— ¿Qué es un Star…bueno, eso. ¿Qué es?—preguntó Mimi atrayendo la atención de los tres digimons.

—Es una cafetería, en el que las personas se reúnen para comer y tomar café. —respondió el rubio.

—Ohh, si entiendo, una vez con Ruki entramos a una taberna y nos tomamos un gran tarro de cerveza—contó ella recordando aquel momento—. Pero Ryo nos encontró y nos regañó tan feo, Ruki no me habló como por una semana—soltó una pequeña carcajada, en aquella ocasión le había costado tanto convencer a Ruki para que se escabulleran al pueblo y más aún para que entraran a ese lugar, fue una gran pena que Ryo las hubiere encontrado. Soltó un suspiro pesado, extrañaba mucho a su amiga.

—Matt, ¿Qué es un café?—interrogó Tsunomon.

— ¿Qué es cerveza?—se unió Koromon.

—Bebidas de adultos—contestó Sora.

— ¡Ya! ¡Ya! Mucha plática—intervino Taichi revisando la hora desde su celular—cinco y veinticinco, señores, y no veo acción, muévanse, agarremos ese emblema y terminemos con esto de una buena vez.

— ¡Oh Dios! Eres tan mandón y gruñón—exclamó Mimi, exasperada.

—Tú una caprichosa mimada, no puedo creer que eras una princesa, de seguro nadie te aguantaba.

— ¡Soy una gran princesa!—gritó, indignada—. Todos me querían por mi encantadora personalidad.

Taichi abrió la boca para replicar pero la mala mirada que recibió por parte de Sora le hizo cambiar de opinión.

—No puedo llevarte conmigo—le dijo Matt a Tsunomon—. Mi hermano no te puede ver—el pequeño asintió, el rubio estiró sus brazos hacia la castaña entregándole al pequeño Digimon.

—Te estaré vigilando—dijo Taichi a modo de amenaza.

Matt no contestó, dio la vuelta y a peso lento se perdió entre la gente, en sus adentros rogaba por no poner a su hermano en peligro.


T.K alzó su mano en cuanto divisó la figura de su hermano cruzando el umbral. El mayor sonrió con alivio al verlo exactamente como lo dejó, con todas las partes de su cuerpo en su lugar, sano y salvo.

Se sentó frente a él, para su suerte, su hermano escogió una mesa que quedaba frente al ventanal, teniendo una excelente vista tanto para él como para ese idiota de cabellos revueltos que seguramente lo esperaba con un revólver.

— ¡Estás bien!—afirmó Matt con una sonrisa sincera en sus labios, siendo correspondido por su hermano.

— ¡Tú también!—exclamó aliviado—. Por un momento pensé que esa gente te había atrapado.

Matt tragó duro, exactamente eso había pasado. Ambos guardaron silencio, Matt no sabía cómo comunicarle a su hermano que estaba involucrado en una misión aún mas suicida de las que Él les mandaba a ejecutar. Tampoco sabía cómo mencionar que necesitaba el emblema y no precisamente para Él. Por su parte, T.K estaba prácticamente en la misma encrucijada, mencionar o no mencionar que un Digimon fue a caer en sus manos sin tener la menor idea para que, puesto que el pequeño tampoco sabía nada.

—Ocupo el emblema—habló Matt, con voz ronca.

—Ya estamos juntos, ya podemos írselo a dejar a Él.

—No—cortó—. Tenemos que devolvérselo a la chica.

T.K le miró con sospecha—. ¿Te refieres a la princesa?

—A ella misma.

— ¡Estás loco!—gritó—. Si devolvemos ese collar, Él nos torturará hasta matarnos, ¿Es que no amas tu vida?

Matt mordió el interior de su mejilla. Estaba más que consciente que Él los mataría si no entregaban ese emblema y estaba seguro que ese era el mejor momento para perderse junto con su hermano y no regresar nunca. Pero, ahora, dentro de él, todo era un gran revoltijo, la noticia de que era un elegido se le hacía surrealista, ser elegido conllevaba a morir, a menos para él, que era un recluta de ese hombre que le causaba escalofríos y pesadillas.

—Matt, ¿Para qué quieres darle el emblema a la princesa? ¿Qué te dijeron?

Se revolvió el cabello en un signo de desesperación, estaba en un gran problema, y su cerebro le dictaba huir lo más lejos posible y no voltear hacia atrás. Sin embargo, había algo que le impedía huir como un cobarde, quizás ser un elegido no fue una casualidad, tal vez, ser un elegido, le ayudaría a darse cuenta quien era en realidad.

—Mira, T.K—habló—. Ayer, hubo un apagón.

El joven asintió—. Lo sé.

—Luego pasó algo paranormal y de mi bolsillo salió esto—sacó el digivece y lo colocó sobre la mesa.

T.K se levantó de su asiento en un gesto de incredulidad, sus pupilas estaban dilatadas y su boca ligeramente abierta. Tokomon al percibir el movimiento, sacó su cabeza de la mochila en donde estaba escondido.

— ¿Tú…tú también?

— ¿Qué?

El joven sacó el mismo aparato y ante la incrédula mirada de su hermano lo colocó también en la mesa, Matt palideció, no podía ser posible, su hermano no podía estar involucrado en eso.

—Mierda, mierda, mierda…

T.K sintió miedo al ver como Matt se agarraba la cabeza y como su rostro se ensombrecía, ¿Qué significaba todo eso?

— ¿Tienes un Digimon?

Matt asintió con la cabeza, T.K cayó sobre su asiento, comprendiendo la magnitud del problema. La leyenda, esa que se encargaron de recitarles hasta el cansancio se estaba cumpliendo, la princesa estaba despierta, por lo tanto los elegidos ya estaban en ese mundo, Él lo sabía, seguramente ese collar tendría que ver mucho con los elegidos, por eso los quería, ¡Oh Dios! estaban jodidamente jodidos.

—Matt—le llamó en un hilo de voz—. Por favor, dime que esto no tiene nada que ver con la leyenda.

—Tiene mucho que ver—contestó en el mismo tono que su hermano.

T.K tragó con dificultad, estaba tan joven…

—Matt…—le llamó en un tono lúgubre.

—Mmm…

—Vamos a morir.

—lo sé.


— ¿Cómo te sientes?

Mimi despegó su vista del cielo, estaba junto con Sora, Yokomon y Tsunomon, los cuatro sentados en una banca, a la espera del rubio. Taichi estaba al frente del cruce, vigilando la entrada de esa cafetería.

—Todo es tan confuso—contestó ella con honestidad, volviendo a alzar su rostro hacia el cielo anaranjado—. Recuerdo con precisión el momento exacto en que ese Digimon intentó asesinarme, sentí mi cuerpo arder, perdí el aire y mis sentidos se durmieron, por un segundo pensé que moriría y resulta que fui la única sobreviviente y todavía no entiendo para que estoy en esta época, yo también debí haber muerto con los demás.

Sora sintió pena por todo eso, lo que estaba pasando Mimi fácilmente se podría confundir con una película, pero el hecho de que todo aquello era real hacía que su cuerpo se estremeciera. Ella tampoco pidió eso, jamás imaginó que aquella leyenda que su madre le contaba antes de dormir eran las puertas para un mal que estaba por avecinarse, ella no se miraba como un súper héroe, ¿Cómo podría salvar al mundo si huía de sus problemas? Una imagen de su mamá surcó por su mente, ella la eliminó con un frenético movimiento de cabeza.

Mimi se perdió entre las nubes, anhelaba tanto poder ver a su Palmon, no sabía nada de ella y el miedo de que fuera esclavizada como aquellos digimons le revolvían sus nervios. Pensó en su hijo y en la vida que ella no pudo estar presente, la última vez que lo miró, tenía más rasgos de Ryo que de ella, con su linda piel morena y sus pupilas claras como las de ella, cabello oscuro como el de su padre, ¿Habría cambiado con el paso de los años? ¿Ruki lo habrá criado con todo el amor que se merecía? ¿Habría sobrevivido? Y ¿Si murió justo después de que le atacasen a ella? Si su hijo hubiese muerto a menos de esos digimons, jamás, jamás se los perdonaría.

Sus pensamientos se cortaron cuando de entre las nubes, un círculo de color negro decoró el cielo, la gente se detuvo y así como la castaña todos alzaron sus cabezas hacia lo más alto, maravillados ante el fenómeno paranormal que se estaba produciendo.

— ¿Qué es eso?—murmulló Sora con voz temblorosa.

Mimi apretó sus manos contra la banca, nunca antes había visto algo como eso, y eso le suponía a un mal presagio.

El suelo tembló. Primero suave para, en segundos sacudir los grandes edificios con fuerza. Los gritos comenzaron, las pantallas que adornaban los televisores cayeron creando una pequeña explosión de chispas y humo. Mimi se tapó los oídos cuando un chillante sonido envolvió la ciudad.

— ¡La alarma!—exclamó Sora colocándose de pie como un resorte—. ¡Un terremoto!

Mimi se paralizó, el cielo se oscurecía y aquel círculo se engrandecía, bajo sus pies el suelo temblaba con insistencia creando unas pequeñas grietas, Sora la tomó del brazo e intentó moverla pero su cuerpo se ancló contra la banca.

— ¡Tenemos que movernos es un terremoto!—le gritó Sora exasperada.

— ¡Sora! ¡Sora! ¡Mira! ¡Arriba!

La peli roja alzó su vista como Yokomon le pidió, el pánico se apoderó de ella cuando observó la figura de un espectro bajando de los cielos.

— ¡Oh Dios!

Mimi se levantó, su rostro estaba pálido y sus manos temblaban, el suelo se sacudió con más fuerza botándolos todos al suelo, aquella figura había tocado tierra firme.

—Es un Digimon—musitó Mimi con voz entre cortada—. Nos va a atacar.

— ¡Tengo que buscar a Matt!

— ¡No, espera!

A rastras, Mimi logró levantarse. Tsunomon a brincos se había alejado hacia la dirección en la que Matt había tomado. Los gritos combinados con aquel chillante sonido la estaban volviendo loca, pero no podía quedarse de brazos cruzados, Tsunomon era apenas un bebé, jamás podría enfrentarse con aquel ser gigantesco que bajó de los cielos, tenía que ir por él y esconderlo.

— ¡Mimi! ¡No te muevas!

Sora miró horrorizada como la chica se perdía entre la gente. Con su mirada, buscó algún rastro de Taichi encontrándose simplemente con humo y polvo. Su corazón se aceleró, Taichi tenía que estar bien, él estaría bien.


A la primera sacudida tanto Matt como T.K pensaron lo peor, la segunda sacudida vino acompañada del estridente sonido de la alarma. Ambos se pusieron de pie y así como los demás que estaban dentro de la cafetería salieron, sin olvidarse de la mochila en donde Tokomon estaba.

Sus ojos se desorbitaron, fuera todo era un caos, humo y polvo era lo único que cubría la zona, Matt al alzar la vista se dio cuenta de aquel extraño circulo que rodeaba el suelo. El suelo tembló una vez más a la vez que se escuchaban pasos aproximándose a ellos, un grito en general cubrió toda la zona cuando se pudo divisar la figura ennegrecida de un ser de más de dos metros asomándose por los edificios y destruyendo todo a su paso.

—Matt…dime que esto es un sueño.

—Es un sueño—musitó el mayor sin despegar la vista de aquella cosa.

—Esto no es un sueño—afirmó el menor aterrorizado.

—Por supuesto que no lo es.

—Estamos muertos.

—Muy muertos.

— ¡Claro que no!—Tokomon salió de la mochila colocándose al frente de ambos chicos—. Yo los protegeré—anunció en un gruñido.

— ¡Matt!

El aludido alzó la cabeza viendo aparecer el pequeño Tsunomon dando brincos hasta llegar a su lado. Más allá, entre el polvo pudo ver la figura de Mimi acercándose hacia ellos. El suelo tembló una vez más a la vez que se escuchaba otro paso, cada vez más cerca.

—Un Digimon, está atacando—dijo Tsunomon entre jadeos—. Debemos huir.

Para asombro de todos, el Digimon emitió un chillido aún más espantoso que la propia alarma que no dejaba de sonar, su figura se hizo más clara, mostrando a un enorme dinosaurio completamente ennegrecido, con extraños picos sobresaliendo de su espalda de un color verde oscuro y de ojos rojos.

Los digivices se iluminaron emitiendo una luz dorada que cubrió los cuerpos de los digimons. Matt retrocedió al ver como el pequeño Tsunomon se hacía mas grande, mostrando a un animal un poco mas grande cubierto de una piel azulada con blanco y con un cuerno en la cabeza, quiso decir algo pero ese nuevo ser se alejó de un brinco junto con el otro dirigiéndose hacia el peligro.

Tal vez no estaban tan muertos…


— ¡Sora!

La desesperación nubló a Taichi, por más que caminaba no lograba ver nada. Detrás de él, Koromon seguía sus pasos. Una ventisca combinada con polvo atacó los ojos del muchacho logrando un insoportable ardor, cayó de rodillas cuando el suelo se volvió a sacudir. El digivice que descansaba en su bolsillo vibró, mas no le prestó atención puesto que el ruido de algo parecido a una bola demoledora impactando contra los edificios causó un desalentador sonido de concreto quebrándose, más gritos aterrorizados.

A lo lejos pudo escuchar el inconfundible sonido a sirenas, temió por las vidas de todos los oficiales que seguramente se enfrentarían contra eso, aquello era una batalla perdida…


Por su parte, Takenouchi olvidó por completo el dolor que atravesaba su pierna la cual palpitaba contra el pedazo de cemento que le aprisionó. Sus ojos rubís estaban anclados ante el animal rosado en forma de ave que intentaba con todas sus fuerzas levantar el pedazo de piedra que le impedía el movimiento.

Todo había sucedido demasiado rápido, en un segundo estaba corriendo buscando a Taichi y en el otro, tras otra sacudida, terminó tirada en el suelo y antes de un parpadeo un pedazo de concreto cayó directamente sobre su pierna, su garganta emitió un grito de dolor provocando así que su Yokomon cambiará a ese extraño ser que intentaba por todos los medios levantar esa piedra.

Los pasos se hicieron más fuertes y más cercanos. Para su horror, Sora pudo ver como ese enorme dinosaurio de rojos ojos se acercaba hacia su dirección, destruyendo todo a su paso. Las personas a su alrededor comenzaron a correr. El pájaro que intentaba ayudarle comenzó a desesperarse, Sora pudo ver como la enorme sombra de esa cosa las cubría por completo.

— ¡Huye!—le gritó—. Vete de aquí, te matará.

— ¡No!—gritó el animal en una aniñada voz—. Tú me cuidaste, yo te cuidaré.

— ¡No seas tonta!—volvió a gritar—. Si te quedas aquí esa cosa te destruirá con un solo movimiento.

— ¡No lo haré!—el animal le dio la espalda colocándose en posición de ataque.

Los pasos se sintieron más cerca, la chica cerró los ojos con temor, sus mejillas se humedecieron. Ella aún no quería morir, no de esa manera, seguramente aplastada por un animal que ella pensó se habían extinguido hace mucho tiempo. Por su mente pasó la figura de su madre, sonriéndole con dulzura, Dios, se moriría sin pedirle perdón a su mamá. La figura se difuminó mostrando la hermosa sonrisa de Taichi infundiéndole fuerzas con ese simple gesto, su cuerpo relajó, esa sonrisa siempre le reconfortaba, aún en las malas.

— ¡Sora!

Sintió un par de brazos abrazándole con fuerza, a pesar del hedor a quemado y a humo Sora pudo percibir el inconfundible aroma de Taichi, su corazón se hundió y su pecho ardió, Taichi estaba con ella…

— ¡No! ¡Tai!—le llamó con voz entre cortada—. ¡Por favor, vete!

Los brazos se apretaron contra ella con más fuerza, apegándola a su cuerpo, el cálido aliento chocó contra su oído enviándole descargas eléctricas a su espina dorsal.

—Lo siento, llegué tarde.

— ¡Tai!...vete.

—Nunca te dejaría sola—susurró contra su oído.

Sus propios brazos cobraron vida envolviendo la espalda del muchacho. Lloró en silencio, por saberse tan egoísta al tener a Taichi entre sus brazos con la oportunidad de salvarse, Sora se apretó más a él, esperando el ataque que nunca llegó.


Cuando escuchó el desgarrador grito proveniente de aquella dulce voz que él conocía a la perfección, su mundo se detuvo, todo a su alrededor se congeló, y su mente se puso en blanco. Sus rodillas ardieron al seguir en el suelo pero él no sintió más nada que el dolor originario de aquel grito.

— ¡Tai! ¡Tai! ¡Tai!

El moreno, aún con sus ojos ardiendo alzó la vista al no reconocer la voz que le llamaba, distinguiendo la pequeña figura de un dinosaurio anaranjado, su corazón se agitó. Suficiente era con un dinosaurio replica real destruyendo todo a su paso.

— ¿Te encuentras bien?

Taichi cayó al suelo y a rastras se alejó de él, buscó a su alrededor al pequeño Digimon que le seguía los pasos encontrándose simplemente con la nada.

—Tai, soy yo, Koromon—dijo aquel dinosaurio comprendiendo la incertidumbre del chico—. Cuando caíste, sentí la necesidad de protegerte y por eso digievolucioné, ahora soy Agumon.

El joven asintió con nerviosismo, con todo el movimiento no se había dado cuenta cuando Koromon había cambiado de forma. De niño, había escuchado historias que los digimons no crecían como los animales, si no que por un motivo el cual nunca se lo explicaron, estos evolucionaban a un ser más poderoso, con nombre diferente y poderes especiales, para después volver a su forma pequeña, pensó que todo aquello era una fantasía para que los niños se entretuvieren jugando. Pero, viéndolo frente a sus ojos, se dio cuenta, que la verdad siempre estuvo en sus narices y nunca la quiso ver.

Alzó la vista, aquel enorme dinosaurio pegaba manotazos al aire, al parecer algo parecido a un pájaro le intentaba atacar. El inconfundible sonido a disparo hizo eco en el aire, pero el dinosaurio siquiera se inmutó. Para su horror, aquel ser se acercaba a pasos lentos hacia donde ellos estaban, de inmediato recordó a Sora y a Mimi, ellas estaban juntas y seguramente cerca.

—Tenemos que buscar a Sora.

Agumon se acercó a él ofreciéndole una de sus patas, con dificultad Taichi se puso de pie, sus ojos ardían y sus rodillas estaban heridas. Escuchó otro grito, la desesperación comenzaba a apoderarse de él, gracias al humo no lograba ver nada.

—Tai por ahí.

Divisó a lo lejos la figura de un pájaro volando a una corta distancia. A medida que se iba acercando pudo ver la figura de la muchacha tirada en suelo. Su pecho se oprimió, aquel enorme dinosaurio estaba a solo unos cuantos pasos de ella, palideció. Sora no se podía mover y ese monstruo la mataría con una de sus patas. Taichi vio su vida correr en dos segundos y se dio cuenta que en toda su vida, Sora formó parte de ella y sin ella, él no sería nada más que un ser sin alma. Sus piernas cobraron vida propia olvidándose de las raspaduras en sus rodillas. Taichi corrió cuando la chica agachó la cabeza con derrota.

No lo permitiría…

No podía…

Sin embargo, al llegar, se dio cuenta que era demasiado tarde, gritó su nombre y se abalanzó sobre ella. Imaginarse una vida sin su pelirroja era el peor de los castigos. La abrazó con todas sus fuerzas transmitiéndole un poco del valor que emanó al verla en peligro.

— ¡No! ¡Tai!—le escuchó llamarle con voz entrecortada, Taichi se recriminó por no haber llegado a tiempo—. ¡Por favor, vete!

¡Jamás! Nunca se atrevería a irse sin ella, ni en el peor de los momentos, él nunca la dejaría. La estrechó con más fuerza, pretendiendo protegerla con su cuerpo.

—Lo siento, llegué tarde—Dijo con sinceridad. Su intención jamás sería exponerla de tal forma, pero el tiempo había jugado en su contra.

— ¡Tai!...vete.

—Nunca te dejaría sola—susurró contra su oído.

El pájaro rosa lanzó un ataque sin causarle ningún efecto a aquel Digimon. Cerró los ojos con fuerza cuando una pata se alzó hacia ellos. Respiró con profundidad el aroma a pera que desprendía del cabello de la chica, esperando el ataque que nunca llegó.


Mimi observó asombrada, cuando otro Digimon apareció en escena, el cual empujó a aquel extraño monstruo que ella nunca antes había visto, ambos digimons se enfrascaron en una lucha.

No fue difícil para ella reconocerlo, era un Greymon. Suspiró aliviada, al menos no estaba todo perdido. Observó a su alrededor buscando algún rastro de Tai o de Sora. Al frente de ella estaba Matt junto con otro chico, los cuales mantenían las cabezas hacia arriba mirando anonadados el espectáculo. Tan sólo segundos atrás, el Digimon negro con una sola manotada había derribado a los digimons acompañantes de ambos jóvenes, dejándoles fuera de combate.

Cruzó la calle corriendo hasta llegar donde el rubio estaba, se detuvo frente a él, captando su atención.

— ¡Tienen que ir por los digimons!—exclamó agarrándolo por los brazos— ¡Han de estar heridos!

Matt asintió con un movimiento de cabeza, todavía estaba aturdido por todo lo sucedido.

—Quédate aquí—pidió. Con delicadeza se separó de ella y con una breve mirada se alejó de ahí corriendo, pidiendo pasar desapercibido por ese gran dinosaurio. Tsunomon le quiso proteger, ahora él debía ayudarlo.

— ¡Matt!—gritó T.K echando a correr también—. ¡Espera!

Mimi regresó a su lugar, pudo ver a través de los cielos unos extraños y gigantes artefactos volando entre las nubes colocándose justo arriba de los dos digimons. Para su asombro esos artefactos lanzaron algo contra ellos sin hacerles ni un solo daño, ocasionando una gran nube de humo.

Dio la vuelta y echó a correr, en búsqueda de Sora y Tai. Se detuvo al encontrarlos a unos cuantos pasos cerca de donde se llevaba la batalla. Al acercarse, el moreno, estaba retirando con dificultad una piedra que estaba sobre una de las piernas de la chica, Sora se reprimió un grito de dolor.

—¡Sora!—se agachó a un lado de ella—. ¡Oh Dios!—sostuvo una de sus manos y la estrechó con fuerza—. Tranquila, ya terminará todo—la chica asintió apretando sus labios con fuerza.

Taichi retiró por completo el pedazo de concreto. Tragó duro al ver toda la sangre deslizándose por la pierna de la pelirroja, a él no le gustaba la sangre, con ver un poco sentía que se desmayaba, a ese punto, se impresionaba por no estar en el suelo convulsionando. Alejó su mirada de la herida de su amiga y acercándose a ella la agarró entre sus brazos, recogiéndola del suelo.

—Debemos protegernos.

Mimi asintió, los cuatro corrieron unas cuantas cuadras hasta que una nueva sacudida los dejó nuevamente en el suelo. La castaña alzó su vista, viendo como Greymon de un solo golpe logró embestir a aquel extraño Digimon, chocando éste contra un edificio, los cristales se rompieron y el concreto se hundió contra el peso.

— ¿Ese es Koromon?—preguntó Taichi en un hilo de voz.

No contestó a su pregunta. Greymon, en un rápido movimiento había lanzado otro ataque hacía el otro Digimon. Los ojos de la castaña se abrieron con sorpresa cuando éste explotó, lanzando miles de partículas negras que el viento se encargó de revolver por toda la ciudad. Mimi se conmocionó, cuando Rosemon murió, no lo hizo de esa manera tan grotesca, fueron mariposas las que salieron volando cuando su cuerpo se difuminó, en cambio, ese Digimon, explotó dejando una lluvia de partículas negras que ahora cubría su cuerpo.

¿Qué era eso?

Sora emitió un gemido de dolor, Taichi hizo el ademan de querer levantarse pero Mimi le detuvo.

—Quédate con Sora, iré a buscar a Matt y a Koromon y Tsunomon.

— ¿Estás segura?

Le dedicó una sonrisa tranquilizadora—. Ya no hay peligro.

Taichi observó asombrado como el enorme dinosaurio color naranja se empequeñecía en cuestión de segundos, dejando a la vista, los edificios destrozados y el cielo oscurecido. Mimi se levantó ignorando el dolor en las palmas de sus manos y rodillas, corrió hacia el centro, en donde se había llevado a cabo la batalla.

Al llegar, un grupo de personas estaban alrededor del pequeño Koromon, el cual estaba adormilado. Mimi se hizo paso entre ellos, encontrándose, para su alivio, a Matt junto con su hermano, Tsunomon y otro Digimon bebé que no reconoció al instante.

Mimi suspiró serenada, Matt no huyó cuando tuvo la oportunidad, estaba ahí con su hermano y con esos pequeños digimons, estaban ahí a unos cuantos pasos de ella. Matt la miró, ella le regaló una pequeña sonrisa, la cual fue correspondida brevemente, su estómago se revolvió, pero ella ignoró ese malestar, preocupándose solamente por Koromon.


—Debemos largarnos de este lugar, ya.

Susurró T.K en el oído de su hermano. La gente iba y venía desapareciéndose en los pasillos blanquecinos y apagados, los médicos corrían de un lugar a otro, al igual que las enfermeras e incluso paramédicos, el hospital estaba infestado de personas y eso le estaba sofocando, detestaba sentirse atrapado y mucho más en un lugar donde se respiraba la muerte a cada segundo.

—Hermano, vámonos—dijo una vez. Tokomon en su regazo se removió, desde que lo encontró, entre unos escombros, no había despertado.

Matt ignoró el llamado de su hermano menor, estaban en la sala de espera de aquel hospital. Desde el ataque, las ambulancias habían llegado, llevándose a todos los heridos, entre ellos a Sora, la chica que tenía apenas un día de conocerla. La conmoción en el cruce de Shibuya fue grande, teniendo la oportunidad perfecta para escapar, sin embargo sus pies no se movieron en otra dirección que no fuera la de su pequeño Digimon que estaba adormilado en medio de la calle. La princesa llegó también, colocándose a su lado, se sintió reconfortado y a la vez seguro. Algo dentro de él, le dictaba que lo correcto era estar ahí y cuidar de ese Digimon que intentó defenderle arriesgando su propia vida y nunca antes, nadie más que su hermano, se había preocupado por él, siendo en ese corto lapso de tiempo, que un ser sobrenatural y una chica con cientos de años de vida, se habían preocupado por él.

—No podemos irnos—susurró también—. No seas ingenuo T.K, a este paso seguramente Él ha de estar enfurecido con nosotros, así que si llegamos a ese lugar, sólo será para que nos torturen y nos arranquen las extremidades.

T.k resopló con frustración. Por donde sea que mirara, la muerte estaba asegurada. Detestaba ser parte de todo eso, detestaba el día que le conoció y odiaba tener que estar en esa situación, siendo un traidor para lo único estable que llegó a tener en su vida.

Mimi palmeó la espalda del moreno el cual tenía su rostro escondido entre sus manos, con sus codos apoyados en sus rodillas. Ya era de madrugada y Sora todavía no salía de esa sala en donde unos hombres la habían metido. No entendía absolutamente nada, Matt le había dicho que eso se trataba de un lugar en donde curaban a las personas enfermas y heridas, pero por el rostro de Tai, parecía que se trataba de un matadero.

Tai se enderezó, su celular vibraba insistente. Desganado lo sacó de su bolsillo. Mimi le miró con curiosidad, Koromon que estaba descansando en el regazo de la castaña a penas y abrió un ojo. Tai encendió su celular, leyéndose en la pantalla el nombre Gennai junto con un sobre de carta.

—Es un mensaje de Gennai—musitó aturdido.

—Léelo—incitó Mimi.

El moreno se puso de pie alejándose de la aglomerada sala de espera, Mimi le lanzó una mirada a Matt y al hermano de este, los tres se levantaron de sus asientos y siguieron al chico de cerca, hasta llegar a un pasillo desolado.

En cuanto le dio abrir al mensaje, una luz blanca iluminó la pantalla y de ésta salió la imagen del anciano en forma de holograma. T.K retrocedió asustado, ¿Qué era eso? Pensó que esas cosas sólo en las películas salían.

— ¿Cómo hace eso?—le preguntó Tai a Mimi, la cual se encogió de hombros. Gennai era un ser realmente extraño.

—Un enorme Digimon ha atacado—contó Mimi al holograma.

—Eso no era un Digimon—explicó el anciano—. La puerta del digimundo no se ha abierto y los únicos digimons que lograron cruzar, fueron los de los elegidos, es imposible que un Digimon y mucho menos de nivel adulto haya cruzado.

— ¿Está insinuando que un dinosaurio endemoniado fue lo que nos atacó?—replicó Taichi.

—No, no se trata de un dinosaurio, eso que los atacó, era una copia exacta de un Tyrannomon programado para destruir todo a su paso.

— ¿Alguien creó un Digimon?—preguntó Matt. Mimi abrió los ojos impresionada, nunca antes nadie había logrado tal hazaña.

—Esto es más grave de lo que creía, el enemigo ha logrado tener acceso a la base de datos del Digimundo y ha logrado crear a un ser parecido a un Digimon en cuestión de segundos. El enemigo es más peligroso de lo que temía y creo que su objetivo no es sólo ir al Digimundo, si no también destruir la tierra y si ustedes no se apresuran y no encuentran a los demás elegidos, pronto ese lugar será cenizas.

Los tres guardaron silencio, conscientes de que todo lo que había sucedido horas atrás no se trataba de un simple juego, que todo aquello era serio y grave, que si no actuaban con rapidez todos corrían peligro. Ellos, se preguntaron una vez más, el por qué de ser los elegidos, ¿Por qué ellos y no otros?

En cambio Mimi, sintió más pesada la carga. No se sentía con la capacidad de continuar con todo eso, siendo elegida o no, ella no quería estar ahí, en ese extraño mundo, con personas que no conocía, sin sus seres queridos y sin su Palmon, todo aquello era demasiado pesado para ella, quien siempre se consideró la más débil de todos los elegidos.

Pero por azares del destino, fuiste tú, la única que sobrevivió…

—Veo que han encontrado a otro elegido—T.K se enderezó cuando los ojos caídos de Gennai le miraron fijamente—. Sé que esto es apresurado y sé que tienen miedo, pero, en sus manos está la posibilidad de que el Digimundo vuelva a ser como antes lo fue y que no se pierdan más vidas inocentes como las que hoy se perdieron—los cuatro agacharon sus cabezas, conscientes de que muchas personas murieron en esos edificios que fueron demolidos por culpa del ataque—. Por eso les pido que sean fuertes y que nos ayuden en todo esto, si los dioses los eligieron a ustedes es porque tienen la capacidad de llevar esta carga y tienen en su sangre el poder de los emblemas, sólo es cuestión de que se den cuenta, tienen que encontrar al resto de los elegidos, he programado este aparato—refiriéndose al celular de Taichi—. Para que le ayude a encontrar a los demás elegidos, sean fuertes chicos, sé que esto es más grande de lo que esperaban, pero ahora en sus manos está la vida de los digimons y los seres humanos, sé que lo lograran—la imagen comenzó a difuminarse—. Por cierto, su alteza, hay alguien quien quiere decirte hola.

El corazón de Mimi se detuvo cuando en la imagen apareció su Palmon, con una enorme sonrisa y con sus ojos brillantes. Una opresión en su pecho le impidió respirar con regularidad, frente a ella estaba Palmon, viva, sana y alegre, justo como la recordaba. Extendió su mano para poder tocarla pero ésta atravesó su cuerpo.

— ¡Mimi!—le llamó con su tierna voz.

—Palmon—musitó con voz quebrada—. Estás bien, estás bien.

— ¡Te extraño tanto!—chilló—. Pero no te preocupes, encontraré la manera de estar a tu lado, pronto estaremos juntas.

La imagen se borró por completo, pequeñas lágrimas resbalaron por las mejillas de la castaña. Haber visto a su Palmon le había impulsado tanto, se sentía más segura y con nuevas esperanzas. Palmon buscaría la forma de cruzar, creía en ella, pronto estarían juntas y lograrían derrotar a esa persona que quería destruirlos, ahora, estaba segura.


y Bueeeeno, resulta que la autora no tiene una gran imaginacion para las escenas del accion (gajes del oficio) y es lo que hay u.u y como soy tan mala en esas escenas pues casi no describi muchos los ataques (es mas ni me los sé)

Debo contarles una anécdota muy muy graciosa cuando estaba escribiendo este capi, resulta que me puse a investigar acerca de Shibuya y buscando y buscando encontré sobre la plaza hachiko y sobre la historia que Matt contó acerca del perro Hachi, siendo una curiosa por naturaleza googlee a Hachiko encontrándome que tiene dos películas una japonesa y un remake de estados unidos que se llama: siempre a tu lado Hachiko, pues me puse a verla y LLORE, LLORE, LLORE, LLORE y LLORE, es tan triste =( llore por una semana entera =( =( todavía me acuerdo de hachi y lloro =( =( mirenla es hermosa, tal vez no lloran, yo que soy una llorona, pero es bellaaa!

Muchas gracias a mi beta, por ayudarme siempre y estar siempre a su dispsiocion para corregirme, GRACIAS DE VERDAD, te adoro.

Espero que hayan pasado una hermosa navidad, yo me dormí con la tercera copa de vino xD jajajjaja asi que no la disfruté mucho, los quiero, cuidense y nos estamos leyendo =D

REVIEWS:

tefy: hola linda, =D muchas gracias por el review y disculpa la demora, mi musa no quiso cooperar conmigo u.u me alegra que te guste la historia y si es un gran universo alterno pero intento no salirme tanto del canon es dificil pero ahí voy =D Tai es algo de MImi xD y no te preocupes que muy pronto palmon estara con Mimi =D espero que te guste el capi.

Criiiisi: hola amiga, gracias por la ayuda =D Tai es y será siempre un amor hasta para hablar de sus pokemons, es taaaan liiiindoooo y gracias a ti tengo ideas de como Mimi va a tratar a Tai, ya me la imagino apretandole los cachetes xD a mi tambien me pasa con mi hermanito lo veo como mi hijo, y para mi Kari es como algo sagrado para Tai, se nota el amor que le tiene, creo que son los hermanos de anime mas lindos que e visto (pero en adventure porque en 02 no se vio nada de nada) El malo malote saldraaa muy pronto yo si ya se quien es muajajajjajajjajajajajja pero es secreto u.u cuidate amiga, seguimos en contacto y muchas gracias