Capitulo beteado por ~Florantvg~ (FFR)

Mi nombre es Isabella Swan, pero siempre me han dicho "Bella".

¿Cómo empezar a contarles lo que ha sido mi vida? Podríamos resumirla en una sola frase: "dolorosamente fuerte". Así ha sido. No tengo demasiados recuerdos de mi niñez, pero conservo los más dolorosos, quizá porque de ellos he aprendido muchas cosas que me han servido a lo largo de los años. Mayormente recuerdo que cuando tenía 7 años mis padres murieron en un accidente automovilístico, y quedé en manos de un orfanato hasta que encontraron a una hermana lejana de mi padre, a la cual pusieron a mi cargo. Pasé bastante tiempo junto a ella. Entre nosotras la relación no era muy buena, ella no tenía una pareja y no le gustaban los niños, en cambio, yo era una niña muy solitaria aunque a veces sí me gustaba compartir con niños de mi edad. Normalmente me la pasaba llorando todas las noches hasta quedarme dormida, recordando vagamente a mis padres. Ellos me hacían mucha falta, su amor, su cariño, sus besos, sus regaños, sus abrazos, sus muestras de amor, sus dulces palabras, todo lo que ellos me habían dado con anterioridad al accidente. Al contrario de todo ello, con mi tía sólo obtenía regaños, me la pasaba encerrada en mi cuarto, sólo salía de allí para comer y cuando tenía que dirigirme al colegio.

Con el paso del tiempo me fui convirtiendo en una joven rebelde y antisocial, le gritaba a mi tía, no le hacía caso en nada que me ordenara, salía con un grupo de chicas y chicos mayores que yo que no llevaban a cabo buenas acciones, siempre me invitaban a consumir alcohol o drogas pero yo no tenía el valor suficiente para hacerlo, era chica tal vez pero no tonta. Siempre me acordaba de mis padres y de que sí ellos hubieran estado con vida se hubieran decepcionado de su niña, de su Bells.

Mis 15 años los festejé sola, mi tía se había ido de viaje y no le importó en absoluto dejarme sola en mi cumpleaños. Recuerdo claramente que ese día lloré como nunca. Mi madre siempre me había dicho que el día de mi cumpleaños número 15 sería el día más feliz de mi vida, que iba a celebrarlo con una gran fiesta y que mi padre bailaría conmigo el vals. Debo admitir que todo ese tiempo soñé con ello, pero no estuvieron para compartirlo conmigo, los extrañé como nunca. Pero en parte me alegré de que no hayan podido ver en lo que se había convertido su querida hija.

Al cumplir mis 17 años, mi tía murió por un derrame cerebral, automáticamente volví a quedarme sola y, como aún no era mayor de edad, nuevamente quedé a disposición de una institución. Allí duré un año, durante mi estadía en el orfanato asistí a consultas psicológicas y poco a poco fui dejando esa actitud de rebeldía, sólo un poco claro está, acepté la muerte de mis padres y me prometí que apenas saliera de allí, iba a esforzarme por salir adelante y así fue.

Cumplí 18 años y tuve que salir del orfanato, la madre superiora que en ese momento era la directora me prestó dinero para que empezara mi nueva vida, lo suficiente para alquilar una habitación. Así empecé y al poco tiempo conseguí mi primer trabajo y me dediqué a estudiar profesorado de educación. Poco a poco salí adelante y ahora, después 3 largos años y con 21 años, soy profesora de Literatura, estoy a punto de comprarme un apartamento y anualmente ayudo al orfanato en donde estuve. Siento que tengo una deuda enorme con ellos, me trataron muy bien desde mi llegada, me ayudaron a superar la muerte de mis padres y a hacer de mí una mejor persona. Sin embargo, para llegar a dónde estoy hoy, pasaron muchas más cosas desde la salida del orfanato…