Notas del cap:

La dedicatoria de este epílogo se divide en tres partes:

1era. Para Harukana, cuyo entusiasmo con respecto a cierta frase del fic dieron pie a esta parte de la historia. Gracias, cariño.

2da. Para Lenayuri, por siempre darme aliento, nunca apurarme a escribir y haber compilado un hermoso fanmix que llenó de feels mi corazón slasher. Eres el Kirk de mi Spock, lo sabes ¿cierto?

3era. Para todos los que han seguido el fic, lo han puesto en favoritos y me han alegrado la vida con sus comentarios. Gracias por estar allí, hacen que todo esto que hago para traer historias de calidad valga completamente la pena.


"A veces nuestro destino semeja un árbol frutal en invierno ¿Quién pensaría que esas ramas reverdecerán y florecerán? Mas esperamos que así sea, y sabemos que así será." Johann W. Goethe


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Epílogo: Parte II

(La noche anterior)

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Número 12 de Grimmauld Place. Habitación de Harry.

Harry estaba recostado en uno de los mástiles de su cama, con los brazos cruzados sobre su pecho y el ceño fruncido. Hermione caminando de un lado al otro de la habitación, revisando cajones y sacando cosas, abrió el armario para extraer el traje de novio enfundado en el portatraje y lo hizo levitar frente a ella. Le dio una mirada evaluativa, lo lanzó sobre la cama con un pase de varita y volvió a rebuscar en el guardarropa.

—Hermione, vas a llegar a Narnia si sigues indagando en mi ropero ¿Qué no es suficiente con el traje de diseñador y los zapatos caros que Draco me hizo comprar?

La chica le ignoró por completo, siguió sacando cosas del armario y luego de varios minutos más por fin cerró la puerta. Se acercó a la cama y lanzó varias cosas, cosas que Harry no había visto nunca. Seguramente las había hecho aparecer con la varita. O era eso o Harry simplemente debía limpiar su armario más seguido.

— ¿Me dirás qué pretendes o tendré que usar veritaserum? —preguntó Harry, entre intrigado y enojado. Estaba cansado y al día siguiente debía despertar temprano—. No recuerdo haber solicitado servicio de vestidor a domicilio.

Hermione lo miró como si apenas reparara en su presencia, y volvió a observar las cosas que había sacado. Contaba con los dedos y movía los labios sin proferir palabra, como cuando recordaba ingredientes de pociones complicadas o memorizaba pergaminos enteros. Luego de un momento por fin decidió dejar de ignorar a su amigo.

—Estas son todas las cosas que debes llevar mañana durante la boda. Draco me envió una lechuza pidiendo expresamente que te hiciera usarlas todas. Que te obligara, de ser necesario. Allí tienes el traje de novio con todas sus piezas, corbata y pañuelo a juego. Unos gemelos de plata que Draco me dio para ti -creo que son de su colección familiar- y los he dejado en esa cajita color esmeralda. Y por último un par de cosas de las que debo hablarte y que Draco quiere que lleves.

Harry alzó una ceja y siguió cruzado de brazos, un gesto que seguramente había adquirido luego de pasar tantos días en compañía de Malfoy.

— ¿Y puedo saber qué es lo que el gran señor de las bodas ha planeado para mí?

Hermione ignoró el sarcasmo de su amigo y comenzó a explicarle— Son tradiciones muggle. Draco está empeñado en que se cumplan, al menos algunas. La mayoría son relativamente normales.

— ¿Relativamente? Presiento que esto no puede ser nada bueno.

La chica contuvo una sonrisa y siguió explicando:

—No seas quejica, Harry. Tú querías esto, querías "ayudar a los Malfoy en su desgracia" y "saldar tu deuda con Narcissa" —increpó, haciendo el gesto de comillas con los dedos y modulando su voz para que semejase la de su amigo—. Ahora tienes que vivir con las consecuencias de tus decisiones.

—Sé lo que tengo que hacer, Hermione. Créeme que lo sé perfectamente. Pero, ¿de cuándo a acá Malfoy y tú se cartean?

Harry estaba intrigado. Hasta donde él sabía, Malfoy y Mione se la llevaban de los mil demonios. No podía concebir aún que ambos hubieran podido llegar a un acuerdo, mucho menos cuando el rubio había demostrado ser extremadamente controlador con todo lo referente a la boda.

—Desde que me ofrecí a ayudarle con esto de la boda —respondió Hermione—, y él ha aceptado mi ayuda. No te olvides que soy una experta en esas cosas.

Harry había oído millones de veces la historia de Hermione y sus veranos repletos de bodas de primos y familiares, todas organizadas por ella y su madre. Era una especie de tradición familiar Granger esa de organizar cuanta boda se les atravesara. Quizás entre ella y Draco pudieran montar alguna clase de tienda de bodas en el callejón Diagon en el futuro. El moreno suspiró, derrotado, y descruzó los brazos dispuesto a mirar más de cerca todo lo que se suponía llevara puesto al día siguiente.

—No voy a preguntar cómo es que no se han lanzado imperdonables mutuamente, y supongo que si no lo han hecho entre ustedes bien podrían hacerlo conmigo si me niego —Hermione rio por lo bajo mientras Harry se colocaba a su lado— ¿Qué quiere Draco ahora?

La chica dio un gritito aprobatorio, aplaudiendo un poco de manera efusiva e infantil. Movió su varita hasta hacer que todo lo de la cama se organizara solo, para tener una mejor vista. Miró una última vez a su amigo, y comenzó:

— ¿Has visto alguna vez esas películas muggle en las que la dama de honor le recuerda a la novia todo lo que tiene que llevar para la buena suerte?

Harry se rascó la nuca de manera inconsciente, tratando de recordar la vez que Ginny lo había hecho rentar "La boda de mi mejor amigo" y le había reñido por quedarse dormido a la mitad de la película.

—Hay respuesta correcta e incorrecta a tu pregunta, ¿verdad? —Hermione lo miró con algo de reproche y Harry suspiró— Tengo una idea, pero no es muy buena. Los Dursley no me llevaban a muchas fiestas que digamos.

—Está bien. Te lo voy a explicar, pero sólo porque sé que eres nulo en estas cosas — Harry frunció el ceño y Hermione siguió, como si nada—. En las películas muggle y en general, se supone que la novia lleve al momento de su boda varias cosas. Varias prendas, como amuletos de buena suerte-

—Le he dicho mil veces a ese cabeza de bowtruckle que yo no seré la novia. No espero que él lo sea tampoco, pero por mi puede pasearse en vestido blanco si quiere. Puede que yo no sea el más macho de todos, pero soy un hombre ¡joder!

Hermione soltó una risita por la reacción exagerada de su amigo y continúo explicando. Se hacía tarde, y ella también necesitaba irse a su casa.

—Lo sé, cariño. Y Draco también lo sabe. Ninguno espera que seas la novia, es más, es porque no tenemos una novia que Draco me ha pedido opinión. Entre los dos hemos llegado a la conclusión de que lo mejor será que ambos lleven los amuletos, sólo por si acaso.

El moreno resopló, volviéndose hacia Hermione. Seguramente pensaba que esto de los amuletos muggle era demasiado incluso para Malfoy. Como intuyendo sus pensamientos, la chica volvió a hablar.

—La cosa es así: se supone que mañana lleves varias cosas puestas en la ropa o debajo de ella. Cosas pequeñas, pero se supone que las lleves.

— ¿Y qué si no lo hago? —desafió Harry.

—Tendré que asegurarme de que lo hagas —respondió Hermione, tranquila.

— ¿Ah, sí? ¿Y cómo esperas hacer eso?

—No tientes a la suerte, Harry Potter. Sabes perfectamente que tengo métodos. Y no permitiré que tu testarudez se entrometa en mi organización de bodas. Ya bastante tengo con haber sido relegada por Malfoy como para dejar que la única tarea que me encomendaron no se cumpla —Hermione lo miró de manera amenazante, y a Harry le recordó esas miradas que solía dedicar la chica hacia Lavander Brown durante el sexto curso—. Harás lo que te pida, y lo harás sin rechistar. O tendré que venir personalmente y obligarte ¿Está claro?

Harry asintió, demasiado cansado para atreverse a decir que no. Sabía que cuando Hermione se proponía algo no había ser en la tierra que la detuviera. Suspiró, y habló en tono resignado:

— ¿Qué quieres que lleve?

Hermione relajó el ceño y continuó:

—La tradición dicta que lleves varias cosas: algo viejo, algo nuevo, algo prestado y algo azul. Lo nuevo ya lo tienes, es el traje que has comprado junto a Malfoy, y los zapatos nuevos. Lo viejo, pues también, ya que intuyo que no has comprado ni ropa interior ni calcetines nuevos para la boda.

Hermione lo miró de manera inquisitiva y Harry se mordió el labio, un poco sonrojado. Claro que había comprado ropa interior y calcetines nuevos para su boda. No es como si esperase tener algo de acción luego de la ceremonia, pero un par de bóxers recién estrenados no podían hacerle daño a nadie. La chica continuó:

—De todas maneras, si llevas contigo tu varita también puede servir como algo viejo, o quizás los gemelos que Draco te ha dado, que también harían las veces de algo prestado —concluyó, percibiendo la duda en los ojos de su mejor amigo—. Como verás son cosas que de igual forma ibas a llevar, pero Draco quería asegurarse de que no olvidaras ninguna. Es muy quisquilloso, la verdad.

Harry rio, pues Hermione era la persona más quisquillosa que él conocía y que justamente ella dijera que Draco lo era dejaba muy mal parado al rubio. Repasó mentalmente todo lo que Hermione había dicho que debía llevar y se percató de que algo faltaba.

—Espera, ¿y lo azul? —Su amiga le dedicó con una extraña sonrisa, de esas que compone la gente cuando está a punto de decir algo completamente incómodo.

—Lo azul, pues… —Hizo una floritura con su varita y al instante una pequeña bolsa de regalo color plata apareció girando ante ellos. La tomó en sus manos y se la entregó al moreno— Draco me ha dado esto para ti. Según él, es lo azul que debes llevar. No entiendo por qué lo ha mandado… Es decir… Bueno, mejor será que lo veas por ti mismo.

Harry entornó los ojos, tomando la bolsa que Hermione le alargaba y revisando su contenido. Dio un grito de horror y lanzó el pequeño empaque al suelo.

— ¡Pero qué…! ¿Qué cojones le pasa a ese degenerado? ¿Está mal de la cabeza? —Su amiga solo se encogió de hombros mientras él seguía despotricando en contra de su futuro marido— ¡Por supuesto que no voy a usar eso mañana! Está de coña si cree que me lo voy a poner.

—Draco me dijo que está hechizado para que no se note por encima de la ropa —recitó Hermione. Parecía haber pensado muy bien lo que le diría a su amigo cuando le entregara eso en sus manos— ¡Por supuesto que no estoy de acuerdo con que Malfoy te obligue a usar eso mañana en la boda! —Agregó al ver la mirada de furia que le dirigía el moreno.

—Es que no lo pienso usar… ¡Apostaría mi cabeza a que debe estar riéndose de mi en estos momentos! Ha de ser una bromilla de mal gusto sólo por fastidiarme la noche.

—Quizás —convino Hermione—. Pero se le notaba bastante interesado en que llevaras cada una de las cosas tradicionales. Si bien eso puede ser una de sus bromas, sería mejor que buscaras alguna cosa azul que llevar mañana. No querría ser tú si Draco se llega a enterar de que no has llevado todos los amuletos durante la ceremonia.

—Ya buscaré yo algo azul que llevar bajo el traje, y luego lo sacaré a mitad de ceremonia para metérselo a Malfoy justo en el-

— ¡Harry! —reprendió Hermione, con las mejillas coloreadas a causa del arranque de su amigo— Seguramente Draco lo que quiso fue molestarte con esto. No te lo tomes a pecho y sólo busca alguna prenda azul que puedas llevar. Es una lástima que no fueras de Ravenclaw. Podrías haber llevado alguna insignia en la parte interna de la chaqueta…

Harry la miró con cara de pocos amigos y Hermione soltó una débil risita. La castaña juntó las manos y comenzó a caminar hacia la puerta del dormitorio, seguramente contenta de haber cumplido con su cometido.

—Me voy, cariño. Descansa y no le des más vueltas al regalo de Malfoy. Le voy a decir a Kreacher que se asegure de que uses todo lo que te di… ¡Por supuesto que eso lo voy a omitir, Harry! —agregó rápidamente tras recibir una mirada asesina por parte del moreno— Nos veremos mañana —y salió de la habitación.

Harry recogió todo con un movimiento de varita, acomodándolo encima de una butaca cerca de la puerta. Se enjugo los ojos mientras soltaba un largo bostezo, se cambió de ropa, apagó las luces con la varita y se recostó en la cama.

—Mataré a Malfoy mañana —farfulló en medio de un gran bostezo, cerrando los ojos y quedándose profundamente dormido al instante.

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Mansión Malfoy. Habitación de Draco.

Draco se estiró dentro del pijama de seda por enésima vez, mientras caminaba desde el armario rumbo a su cama. Dio un bostezo sonoro y poco decoroso, y se metió en la cama. Apagó las antorchas con la varita y se cubrió con el cobertor hasta la barbilla. Cerró los ojos y una idea graciosa cruzó su mente, haciéndole sonreír. Seguramente a esta hora Potter ya habría visto su regalo.

—Es una pena que no vaya a usarlo, con esos muslos de auror tan bien formados… —masculló, medio dormido, volviendo a sonreír y rindiéndose ante el cansancio.

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(Luego de la ceremonia)

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Habían pasado ya muchas horas desde la ceremonia. El cielo fuera de la gran carpa ahora estaba teñido en tonos rojizos, mientras que dentro de ella la música era lenta y el ambiente bastante soporífero debido a la gran cantidad de bebida alcohólica muggle que los invitados habían consumido durante todo el día.

Luego de dar el acepto y de caminar con estilo y tomados de la mano hasta la mesa principal, Draco y Harry se vieron envueltos en un sinfín de actividades post unión mágica: Se hicieron fotos con cada uno de los presentes -incluyendo una con los integrantes de las Brujas de Macbeth por petición de Harry- pasearon por cada mesa saludando a sus invitados tomados de las manos, bailaron su primera canción juntos -una canción muggle llamada "Come away with me", por insistencia de Narcissa y Hermione- y para sorpresa de Malfoy, Harry resultó ser muy buen bailarín.

Bebieron champagne, cada uno de la copa del otro, lanzaron un ramo de lilas sobre sus cabezas que fue a dar justo encima del extraño tocado que Luna Lovegood llevaba esa noche, y en general disfrutaron la velada. Todo eso en las primeras tres horas de casados, luego de ese tiempo la tensión entre ellos era tan densa que se podía cortar con un cuchillo. Se miraban, se rozaban y coqueteaban impúdicamente, pero después de varias horas entre invitados melosos y magos ebrios de cerveza y whisky, los coqueteos y los roces sutiles ya no eran suficientes.

—Me encantan las bodas… ¡Siempre hay alcohol gratis! —oyeron decir a Ron por décima vez esa noche, sentado un par de mesas a su izquierda.

La gran mayoría de los invitados ya había partido, ebrios y cansados de tanto bailar. Habiendo obtenido una fotos con la feliz pareja y satisfechos de poder confirmar el cotilleo candente del mundo mágico londinense. El Clan Weasley ya se había marchado, al igual que Hermione. Luna y Neville conversaban animadamente más allá de la mesa de postres. Varios hombres mayores y respingados -seguramente del lado Malfoy de la familia- conversaban y asentían en la mesa de Lucius y Narcissa. Las Brujas de Macbeth tocaban una deprimente balada no-muggle mientras varias parejas se movían lentamente a través de la pista de baile. A todas luces se notaba que la fiesta estaba llegando a su fin, y ambos novios estaban más que ansiosos por abandonarla de una vez y poder retirarse a resolver ciertos asuntos pendientes.

— ¿Crees que ya sea hora de irnos? —preguntó Harry hacia su esposo, checando la hora en su reloj de pulsera.

—Creo que debimos habernos ido luego de beber el champagne, cariño —respondió Draco, claramente sacando a colación el hecho de que quedarse más de la cuenta había sido en parte culpa de Harry.

El chico no quería que Lucius o sus propios amigos sospecharan que se traía algo con su esposo, y a pesar de la ceñuda mirada de Draco, decidió que era mejor esperar un poco para marcharse a su "Habitación Nupcial", en el ala Este de la Mansión Malfoy. Solo que ese poco tiempo se había alargado más de la cuenta.

—Lo sé, lo siento. Sé que fue mi culpa. Pero ya casi todos se fueron. Imagino que ya podemos irnos sin levantar sospechas.

—Potter, Potter, Potter… ¿Cuántas veces tengo que decirte que los novios no pueden levantar sospechas si se van temprano de su propia fiesta? Es lógico que quieran aprovechar su nuevo status para follar como marido y mujer. O en nuestro caso, como marido y marido.

Harry se sonrojó un poco ante la explicación de Draco, pero mantuvo la compostura. Lo que menos necesitaba era aupar el ego de su esposo haciéndole saber que lo calentaba un poco escucharle decir malas palabas. Draco, que parecía leerle la mente, sonrió descarado y alzó su copa para beber más champagne.

—Está bien, nos vamos. Pero solo porque ya no soporto ver a Hagrid besar a Madame Maxime ni una vez más —Draco sonrió en aprobación y ambos se levantaron de sus asientos. Cabe destacar que absolutamente nadie reparó en ellos.

— ¿Crees que debemos tomarnos de las manos para que parezca más natural? —preguntó Draco en un susurro hacia el moreno, quién automáticamente bajó la mirada hacia las manos de ambos y se sintió azorado.

—Nah… Creo que con el pedazo de beso que nos dimos durante la ceremonia bastó para dejarlos convencidos.

Rieron por lo bajo y se pusieron en movimiento. Salieron con un poco de dificultad de detrás de la mesa de los novios -Harry un poco más torpemente que Draco- y ambos enfilaron a la salida de la carpa mágica. De nuevo, nadie pareció notar siquiera que se iban. Salieron al frío exterior, la noche había caído y las luces de la Mansión estaban ahora encendidas. Al fondo aún podía escucharse a las Brujas de Macbeth tocar su más reciente balada por décima vez, mientras los chicos caminaban uno al lado del otro hacia la imponente estructura. Entraron a la casa, subieron escaleras y recorrieron pasillos, hasta llegar a la última puerta del ala este. Draco giró el pomo de la puerta y la abrió para que Harry pudiera pasar.

—No te alzaré en brazos para entrar, Potter. Lo siento. Me duele la espalda de tanto estar sentado —Harry hizo una mueca ante el comentario, y entró en la habitación, seguido por Draco.

Era una hermosa habitación, amplia y acogedora. Una chimenea encendida a la izquierda, iluminando parcialmente el lugar, un par de butacas mullidas, un sofá de dos plazas y una alfombra de apariencia costosa. A la derecha una puerta pequeña y al frente una enorme cama con doseles color crema, sábanas de seda y pétalos de rosas rojas esparcidos por toda la superficie.

—Vaya, tu madre sí que se tomó en serio todo ese asunto de la "Habitación Nupcial" —comentó Harry, mirando a su alrededor.

Draco carraspeo detrás de él, cerrando la puerta— Ejem… La verdad fui yo quien organizó esto —Harry le dedicó una mirada sorprendida y Draco solo se encogió de hombros— Lo decía en una de las revistas que compré y me pareció buena idea.

Harry caminó hasta llegar a la cama, rozando con las yemas de los dedos la suave seda mientras la rodeaba. Tomó asiento en uno de los bordes laterales, levantando la vista para observar a su ahora esposo.

—Entonces, ¿quieres que hablemos ahora o prefieres dejarlo para luego?

Draco le miró de vuelta, sus ojos color plata fijos en los verde esmeralda y una ceja ligeramente arqueada. El rubio dio algunos pasos y tomó asiento al lado de Harry, cuidando de hacerlo con un par de palmos de distancia del moreno. Luego habló.

—Pensé que todo había quedado aclarado en mi habitación esta mañana, y mucho más transparente durante la ceremonia.

Harry se giró para verle mejor.

—Lo de esta mañana fue… inesperado. Jamás esperé… nunca soñé con que pudieras corresponderme.

—Pero lo hago, Potter, y creí haber sido explícito al respecto ¿podemos pasar a la parte dónde terminamos lo que habíamos comenzado?

—Ya llegaremos allí. Primero quiero que esté todo claro entre tú y yo.

— ¿Qué hay que aclarar? —Quiso saber Draco— Te gusto, me gustas, nos gustamos. Nos manoseamos un poco antes de la boda, nos dimos un beso de portada de revista luego de dar el acepto y ahora estamos aquí, en nuestra noche de bodas y con pase libre para hacer lo que queramos. De verdad no entiendo a dónde quieres llegar-

— ¡Joder, Malfoy! Estoy tratando de establecer algo aquí —exclamó Harry, un poco irritado—. Lo sé, sé que dije que podríamos terminar lo que comenzamos y Merlín sabe que es lo que más quiero ahora, pero con un carajo, ¡primero quiero saber en qué demonios me estoy metiendo contigo!

Draco calló. Su mirada fija en Harry de nuevo. Se aclaró la garganta un par de veces, tratando de ordenar sus ideas.

—Escucha, Harry. Lo de esta mañana, todo, fue real, al menos de mi parte. Me gustas, ¿está bien? Merlín me ayude pero en verdad me gustas.

—Tú también me gustas mucho, Draco.

Draco no pudo evitar sonreír ante la declaración del moreno, luego continuó:

—Quieres saber si ahora que estamos casados y que la fortuna de mis padres regresará a las arcas de la familia me retractaré de todo lo que dije ¿no es así?

—Más o menos —aceptó Harry—. No puedes culparme por pensar algo así. Fueron muchos años de odiarnos, ya ves.

—No lo hago. Hasta ayer en la noche pudo haber sido una posibilidad —confirmó Draco con tranquilidad—. Pero ya no lo es, y puedes estar seguro de ello. No pretendo desperdiciar mi oportunidad de besuquearme con un Auror de primera clase, mucho menos si ese Auror es mi esposo y la ley mágica me da todo el derecho de manosearlo cuanto quiera.

Harry soltó una risotada, sintiendo sus hombros relajarse mientras la tensión iba desapareciendo. Nunca lo admitiría frente al rubio, pero parte de sus negativas de abandonar la recepción antes del atardecer se debían a sus dudas en cuanto a lo acontecido esa misma mañana. Yo y mis dudas existenciales de último minuto, pensó divertido. Respiró profundo y decidió que ya había sido suficiente charla por un día. No eran chicas, no necesitaban hablar tanto de sentimientos y esas cosas.

—Entonces, comenzar donde lo dejamos esta mañana, ¿no? —Dijo, acercándose a Draco hasta llevar al mínimo la distancia entre ellos— Creo recordar que alguien prometió esparcir mi traje de novio por todo el piso.

Draco sonrió con malicia, sus ojos brillando a la tenue luz de la chimenea.

—Oh, también recuerdo algo sobre unos conejos —comentó, acercándose a Harry hasta que sus rostros estuvieron a sólo centímetros—. O quizás mi memoria me falla. Todo está borroso realmente, con tanto champagne…

—Habrá que hacer algo para refrescar tu memoria, entonces.

— ¿Qué piensas hacer al respecto, Auror Potter?

Y allí está, pensó Harry, las últimas palabras de Draco mandando una descarga directo a la base de su espalda. Tomó a su esposo por la cintura y le atrajo en un movimiento rápido, al tiempo que asaltaba sus labios con el hambre de alguien que ha esperado demasiado para obtener lo que desea. Draco correspondió al beso de inmediato, enterrando sus largos dedos en la mata de cabello azabache. Ambos librando una batalla por dominar, ninguno de los dos queriendo ser dominado.

Harry tomó el labio inferior de Draco entre sus incisivos y succionó un poco, extrayendo un gemido de la garganta del rubio. Draco contraatacó de inmediato, sus manos bajando suavemente desde el cabello de Harry hasta sus hombros, colándose por debajo de la chaqueta con la clara intención de removerla del cuerpo del moreno. Harry se dejó hacer, bajando ahora desde los labios del rubio hasta su pálido e incitante cuello. Comenzó a repartir besos y pequeños mordiscos que arrancaban gruñidos leves de la garganta de Draco, mientras que su chaqueta iba a dar a algún lado de la habitación.

Tan pronto Draco se hubo deshecho de la chaqueta, sus manos comenzaron a trabajar los botones de la costosa camisa del moreno y en un par de minutos ésta también yacía en el suelo. El rubio recorrió el bien formado cuerpo de Harry con las manos, delineando cada músculo como si quisiera memorizar su forma y textura. La bronceada piel del auror era cálida al tacto, y a Draco se le antojaba algo demasiado apetecible. En un fluido movimiento, el rubio logró intercambiar los papeles, mordiendo y lamiendo su camino a través del cuello, la barbilla y las clavículas de Harry.

Harry aprovechó el cambio para quitar del medio la chaqueta y camisa de Draco, quedando ambos en igualdad de condiciones. Las hábiles manos del moreno recorrieron el torso desnudo de su esposo de arriba hacia abajo, delineando la cintura, el plano estómago y el círculo del ombligo, bajando hasta dar con la cinturilla del pantalón, comenzando a trabajar en la cremallera. No pasó mucho tiempo antes de que Draco notara las intenciones de Harry, y en un movimiento bastante impresionante para alguien de su contextura, el rubio atrajo a su esposo y los giró a ambos sobre la cama, quedando Harry debajo de él.

—Parece que alguien no quiere que lo desvista —apuntó el moreno, pasando una de sus manos a través de esos hermosos mechones rubios que coronaban la cabeza de su esposo.

—Por supuesto que quiero —aclaró Draco—. Solo que primero quiero desvestirte yo.

El rubio sonrió de manera completamente lasciva, depositando un beso corto sobre los labios de Harry para luego bajar hasta el pantalón blanco inmaculado. Delineó con sus dedos la piel expuesta justo sobre la cinturilla, haciendo que Harry se retorciera a causa de la placentera sensación. El moreno cerró los ojos, dejándose llevar, mientras que Draco continuaba desvistiéndole de forma lenta. La tela del pantalón acariciaba sus caderas y muslos a su paso, y en ese momento Harry agradeció secretamente haber sido lo suficientemente precavido como para utilizar ropa interior nueva el día de su boda. Un pensamiento más asaltó la mente del moreno, algo que no pudo procesar hasta que fue demasiado tarde.

— ¿Pero qué demonios…?

¡Oh, mierda! —pensó Harry, al tiempo que abría los ojos para encontrarse con la divertida mirada de su esposo.

—Querido, ¿me puedes explicar cómo es que estás usando eso? Hubiera podido jurar que no te iban esa clase de cosas.

Harry le miró sin saber que decir, sus oídos zumbando mientras se pateaba a si mismo mentalmente. Miró a Draco y luego su muslo derecho, sin poder creer que ese detalle de su vestimenta hubiera podido olvidársele. A medio camino entre la rodilla y la cadera, justo a la mitad de su muslo, reposaba una delicada cinta elástica color celeste, con detalles en brocado y un par de cintas de raso entrelazadas para formar un pequeño lazo. Un liguero de novia en toda regla. Uno que Draco le había mandado con Hermione seguramente para gastarle una broma pesada. El mismo que estaba encantado para ser invisible sobre la ropa. El mismo que Harry se había probado antes de vestirse y que luego había olvidado que llevaba.

—Yo… —comenzó el moreno, sus orejas sintiéndose realmente calientes— Lo olvidé, ¿de acuerdo? Me lo puse para comprobar si en verdad no se notaba sobre la ropa, luego comencé a buscar otra cosa azul que usar para la ceremonia y lo olvidé por completo —Draco contuvo una risita y Harry le dedicó una mirada asesina— Oh, ¡por favor, Draco! Sólo quítate de encima y me lo sacaré para que podamos-

— ¡No! —exclamó Draco, frenando la mano de Harry que ya se dirigía hacia su pierna derecha.

— ¿No quieres que me lo quite? —preguntó Harry, algo desorientado.

—Quiero quitártelo yo —aclaró el rubio, con una sonrisa maliciosa—. Tradiciones muggle, ya sabes —ahora fue Harry quien tuvo que sofocar una risa.

— ¿Tradiciones? —Resopló— Pervertido fetichista. Eso es lo que eres. Lo sabes, ¿cierto?

—Lo sé —dijo Draco por toda respuesta.

Draco se inclinó sobre su esposo para darle un beso lento y apasionado, acunando las mejillas de Harry entre sus manos. El rubio beso, lamió y mordió su camino desde los labios de Harry, pasando por su barbilla, cuello y clavículas. Se detuvo un momento en cada uno de los rosados botones que coronaban los bien formados pectorales del Auror y les dio una suave mordida que el moreno agradeció con gemidos. Siguió bajando, cubriendo el bronceado abdomen de marcas que sabía que durarían al menos un par de días en desaparecer por sí mismas. Esquivó deliberadamente la más que notoria erección de Harry y siguió su camino hasta el muslo derecho, no sin antes dejar una marca bastante más visible sobre el hueso de la cadera.

Observó la delicada prenda un par de segundos, relamiéndose los labios. Coló una de sus manos por debajo del hueco de la rodilla y subió la mirada para observar a un Harry completamente sonrojado— Perfecto— susurró, al tiempo que se inclinaba sobre el liguero y lo tomaba entre sus dientes.

—Oh, Merlín —profirió Harry al observar lo que Draco se proponía hacer. Lo que ya estaba haciendo.

Draco comenzó a deslizar la prenda sobre su pierna con una lentitud tortuosa, haciendo que los sentidos de Harry se dispararan al máximo. Harry podía sentir claramente el roce del brocado y de los labios de Draco contra su piel, deslizando la prenda con delicadeza, bajando desde el muslo, pasando por la rodilla y la pantorrilla, hasta llegar al tobillo, donde Draco soltó intencionalmente la liga para que el rebote azotara la piel de su esposo.

Harry sabía que una situación de este tipo no debía haber sido erótica para nada, mucho menos si involucraba a Draco. Y sin embargo, no podía imaginar otro lugar del mundo en donde quisiera estar más que sobre esa cama, con Draco sobre él retirándole el condenado liguero de novia, en un retorcido giro de la popular la tradición muggle. Merlín me ayude, pensó.

Draco retiró completamente la prenda y la tomó con una de sus manos, la observó por varios segundos y luego dirigió su mirada hacia Harry. Una sonrisa ladeada compuesta en sus rosados labios.

—Creo que me quedaré con esto —dijo, al tiempo que envolvía el liguero con su mano y lo guardaba en uno de los bolsillos de su pantalón, prenda que por cierto todavía conservaba.

Se lanzó de nuevo sobre Harry, atrapándole entre su cuerpo y el colchón, tomó la cinturilla de los bóxers de su esposo y los retiró en un solo movimiento, dejando expuesta la palpitante erección. El rubio se ayudó con las piernas para retirar por completo la ropa interior de Harry, dejándole desnudo ante él, a su merced. Pero Harry tenía otros planes.

El moreno se apalancó con los pies sobre la cama y los giró a ambos, quedando él sobre Draco. Draco le miró sorprendido y Harry no pudo contener una sonrisa.

—No creerías que te dejaría toda la diversión ¿o sí, Draco? —dijo, mientras desabrochaba el pantalón del otro y bajaba la cremallera.

Deslizó su mano por el plano vientre hasta colarla por debajo del pantalón y la ropa interior del rubio, sin llegar más abajo, solo lo suficiente para tomar ambas prendas y retirarlas a la vez. No quería esperar, y de hecho, sabía que al esperar demasiado tal vez el rubio lograra tomar ventaja de nuevo. Era infantil dadas las circunstancias, pero no podía pensar en otra cosa más que en la de dominar, ser el primero en tomar el mando. Quizás fueran remanentes de sus antiguas riñas de adolescentes o simple tontería, Harry no estaba seguro.

El único problema parecía ser que Draco estaba pensando exactamente lo mismo. Tan pronto Harry le desvistió, en el momento en el que la mano del moreno se movió hacia la entrepierna de su esposo, esté lo giró sobre la cama, quedando Draco de nuevo sobre Harry, esta vez ambos completamente desnudos.

—No pienso dejar que ganes esta vez, Potter.

Harry los giró de nuevo.

—Y yo no pienso dejarte ganar a ti, Malfoy.

Otro giro.

—Acéptalo. Quieres que te folle desde que tomé el liguero con los dientes. Te vi.

Y otro giro más.

—Yo podría decir lo mismo de ti, a juzgar por los sonidos que hacías cuando te comencé a desvestir.

Y de nuevo, un giro. Draco encima de Harry, ambos respirando agitadamente por el esfuerzo, sus respectivas erecciones aprisionadas entre ambos abdómenes.

— ¿Sabes, Potter? Si seguimos así no creo que lleguemos a ningún lado.

Harry le miró un momento, tratando de recuperar su aliento, y asintió— ¿Qué sugieres entonces?

—Uhmm... No lo sé —admitió el rubio, apartando algunos mechones rebeldes de la frente de su esposo— Quizás no sea la mejor idea hacer esto hoy, después de todo.

— ¿No quieres hacerlo? —Preguntó Harry, un tanto alarmado. Habían llegado demasiado lejos como para retractarse.

— ¡Por supuesto que quiero! —Aclaró Draco— Es sólo que no veo que funcione si ambos estamos tan desesperados por ser el dominante.

Harry le miró y sonrió, una idea surcando su mente, enviando una nueva descarga de adrenalina a su entrepierna. Tomó a Draco por la cintura y logró girarlos de nuevo, esta vez quedando frente a frente, ambos apoyados en el colchón.

—Potter ¿Qué-?

—Quizás no sea buena idea hacerlo todo esta noche, pero eso no significa que no podamos hacer algo.

Harry acercó a Draco un poco más, enterrando su rostro en el hueco del pálido cuello del rubio. Comenzó a besar el cuello de su esposo al tiempo que colaba una mano entre ambos. Movió las caderas para acoplarse al cuerpo del otro, sus penes rozándose. La mano de Harry alcanzó ambos miembros y los envolvió en un puño de la manera más firme que pudo, comenzando a moverse de forma lenta, sintiendo el calor de Draco acariciar su necesitada erección.

Draco profirió un gemido bastante audible y coló una mano entre ambos para posarla sobre la de Harry. Acto seguido, comenzó a embestir dentro del puño de manera rítmica, acompasando sus estocadas con las de Harry, ambos moviéndose como uno solo, en perfecta sincronía.

Harry continuó mordisqueando el cuello de Draco mientras las embestidas se iban haciendo cada vez más rápidas, ambos jadeando, agitados y con la piel perlada en sudor. Gemidos ahogados y palabras ininteligibles. Fricativos entrecortados, y sollozos acallados. Ambos estaban cerca del límite, sus cuerpos tensos, sus respiraciones volviéndose una sola. Harry abandonó el cuello de Draco para atacar de nuevo esos labios entreabiertos y sonrosados. Los mordisqueó de manera descarada, pasando la lengua por todo el contorno hasta memorizarlo. Quería todo de Draco, todo con él, todo para él, y estaba casi seguro de que el rubio quería lo mismo.

Unos segundos más y ambos se corrieron de manera aparatosa, el nombre del otro escapando de sus labios. Respiraron varias veces para recobrar el aliento, Harry invocando su varita para realizar un hechizo de limpieza sobre sus abdómenes manchados de semen. Una vez limpios, Harry tomó a Draco por la cintura y lo atrajo hacia él. Su cabeza reposando en el pálido pecho de su esposo, escuchando su corazón aún agitado por toda la actividad, mientras Draco depositaba un suave beso en su coronilla.

—Eso ha estado increíble, Harry —dijo por fin Draco, luego de un par de minutos en los que ninguno de los dos dijo nada—. Debo admitir que tu solución a nuestro pequeño problema de autoridad fue simplemente genial.

—Sí, lo estuvo —aceptó el moreno, sintiéndose adormecer mientras la adrenalina en su cuerpo iba desapareciendo.

—Quizás la próxima vez podamos probar con alguna posición en la que podamos usar las extremidades con más libertad, ¿no te parece?

—Puede ser —convino Harry, soltando un bostezo—. Tal vez algo de acción sobre el sofá —bostezo—, o incluso frente a la chimenea.

—Me gusta como piensas, esposo mío —Se mofó Draco, pasando una mano de manera descuidada por la espalda del moreno.

—Aunque —siguió Harry—, por muy genial que esto haya sido, eventualmente tendremos que dar el siguiente paso ¿no? —comentó, acomodándose mejor entre los brazos del rubio—. Bueno, tampoco es que sea tan importante —dijo al final.

Draco se lo pensó un momento, y sonrió— Lo sé. En algún momento querremos ir más allá. Sobre todo viviendo en la misma casa. Quizás podamos lanzar un galeón al aire y que la suerte decida.

Harry soltó una risita y negó con la cabeza, abrazándose más al rubio.

—Creo que te falta un tornillo.

—Y aún así esta mañana te casaste conmigo, así que también te han de faltar varios a tí.

—Listillo.

—Insoportable.

—Engreído.

—Cabeza hueca.

—Te quiero, Draco —dijo finalmente Harry, rindiéndose al sueño definitivamente.

Draco sonrió de nuevo, una sonrisa amplia y sincera, de esas que últimamente sólo asomaban en su rostro cuando el moreno estaba cerca. Acarició la mata de cabello azabache y cerró los ojos, dispuesto a descansar también.

—Y yo a ti, cuatro ojos. Salazar me ayude, pero yo también te quiero.

Y finalmente, ambos cayeron rendidos.

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Meta Notas

Algo viejo, algo nuevo, algo prestado y algo azul: Esta tradición procede de Inglaterra, de la época victoriana. La fórmula original en inglés contiene una rima: "Something old, Something new, Something borrowed, Something blue"


Notas finales: Y pues nada, que se me acabó el fic *llora un poquito*

Espero que hayan disfrutado el leerlo tanto como disfruté al crearlo, meses atrás, con un subidón de azúcar en el sistema a causa de tanto fluffy en el fest. Sé que sentiré raro tildando ahora sí la casilla de "Completo", pero en verdad me siento orgullosa del resultado y solo puedo esperar que a alguien más allá afuera también le guste como ha quedado.

Como pudieron notar, no me fui demasiado hacia el futuro de los chicos (sólo unas cuantas horas). Sé que muchos esperaban algo más de Lucius, otros quizás algo más de la luna de miel, y algunos más incluso me preguntaron si los chicos formarían una familia. Comprenderán que no había manera posible de responder a todos sin hacer mínimo 3 capítulos más, y por lo tanto, decidí mantenerlo simple.

Sin embargo, este universo, este fanon, está completamente creado en mi cabeza. Sé lo que hicieron los chicos desde el día siguiente hasta muchos muchos años luego de la boda (sip, mi problema está en escribir, no en imaginar). Es por eso que decidí crear un perfil de ask para que sean los mismos esposos Potter-Malfoy quienes les cuenten su historia. Si alguien gusta, y tiene dudas, allá las podrán aclarar. Y me pueden preguntar a mi también, ¡que soy la autora de todo este lío, caray! Dejaré el link al ask de los chicos en mi perfil (porque ya ven que aquí no se pueden dejar enlaces juasjuas).

Por cierto, y como ya había dicho en las notas iniciales, ¡este fic tiene fanmix! Compilado para nuestro disfrute por la hermosa Lenayuri. Lo pueden conseguir en 8tracks(punto)com tipeando "si boda es lo que quieren". También pondré un link en mi perfil (junto con el del ask), por si alguien quiere pasarse luego y escucharlo. En verdad es genial.

Y ya ahora sí, me voy despidiendo de mis niños por esta vez. Ya saben que si tienen algo que decirme lo pueden hacer en el cuadradito blanco de más abajo. Quiero saber si les gustó, si no les gustó ¡Quiero saberlo todo!

Un gran abrazo, y hasta la próxima historia.

04/04/2013 ~ 25/09/2013

Maye.