Hola! :D

Si, me tarde un poco más por culpa de la escuela [(r.r)9] pero subí el cap una hora antes del día que estaba programado :D

Debí de haber subido del otro fic, pero no tenía escrito el cap y este estaba a la mitad así que mejor subí este xd

Espero que les guste, disculpen la demora, intenté hacerlo más largo así que disfrútenlo ^^

Z-Loan no me pertenece ni tampoco sus personajes. El propósito de este fic es sólo el de entretener.


Una nube de humos llenó la habitación. Chika y Michiru tosieron, y agitaron las manos tratando de dispersar el humo. Poco a poco se fueron dando cuenta de la persona que había aparecido ante ellos. Era una chica bajita, más bien una niña, vestida como un adulto quizás, pero aún así, una niña. Una vez que el humo hubiera desaparecido, dio un paso al frente para hablar con ellos.

—Lamento aparecer de esta manera ante ustedes, intenté acercarme a ustedes en el restaurante, pero desaparecieron muy rápido. Me llevó un tiempo encontrarte, Chika-Kun— ¿por qué ella conocía su nombre?

—¿Quién eres?— Exigió saber Chika.

—Disculpen, soy Kuze Shimotsuke, jefa de la Organización de Control de Demonios en Japón (OCDJ), supongo que ya ambos conocen la historia, ¿no es cierto?— Hablaba con una voz seria—. Veran, actualmente la raza de los demonios está casi extinta, al parecer prefieren una relación humano-demonio, por lo que los mestizos han ido en aumento. No Chika, no han sido hechizados como tu habías dicho, eso sería totalmente ridículo.

—Gracias por aclararlo, mi padre debió habérmelo dicho también, pero no le estaba prestando atención en esos momentos— dijo pensativo.

—¿Cómo es que no pones atención con algo tan importante?— Preguntó Michiru, pero él la ignoró. Siguieron escuchando lo que Shimotsuke tenía que decirles.

—Como pueden ver, también soy mitad demonio como ustedes, como algunos compañeros de su escuela...— Se sorprendieron, ¿quién más podría tener poderes así? Todos se veían tan normales...— Ellos no se han dado cuenta de lo que pueden hacer, como sutedes— es como si les hubiera leído el pensamiento.

—¿Cuantas cosas de demonios sabes hacer?— Preguntó Chika con enfado. En primer lugar, los encontró a ellos justo cuando desaparecieron, luego se transportó hacia la casa de Michiru, como él solía hacerlo, y ahora también resultaba que podía leer mentes.

—Te sorprendería saber. Mi familia es una de las que, su sangre, ha sido influenciada por más demonios que cualquier otra, e incluso por la mezcla de demonios diferentes, se han creado diferentes poderes, pero esa no es la cuestión. Escuchen, la organización me ha dejado a la tarea de eliminar a los demonios de la zona de Japón, ya que todos ellos planean destruir a la raza humana y a la raza mestiza. Creen que nosotros tenemos la culpa de que ellos estén extinguiéndose, debido a los exorcistas, pues ejercen un control sobre ellos. Necesito la ayuda de todos aquellos que pertenezcan a la raza mestiza para así, hacerles ver que lo que hacen está mal, y que existen otras formas de solucionarlo...— Fue interrumpida por Michiru.

—¿No habías dicho que tu misión era eliminar a los demonios restantes?

—No Michiru, dije que esa era mi tarea, no mi propósito. Si asesináramos a todos los demonios se crearía un desorden en el universo, y todos, absolutamente TODOS moriríamos, pero es algo que la OCD no quiere entender—. Se quedaron pensativos, absorbiendo cada gota de información.

—¿Quién más tiene sangre de demonio?— Preguntaron ambos.

—Lo sabrán mañana, por ahora descansen, veo que tienen problemas con algunos de ellos...— Así como apareció, también se fue, con una nube de humo.

—¡Qué emocionante!— Escuchó Michiru hablar a Maru. Se le quedó viendo de forma extraña.

Pasaron un rato más en el apartamento de Michiru. Chika decidió que ya era el momento de irse. Al día siguiente tendrían que ver de nuevo a Shimotsuke para hablar sobre aquellas personas que también tenían sangre de demonio.

—Bien, entonces nos vemos mañana— se despidió el peliblanco, algo sonrojado.

—¿Y por qué te sonrojas?— Preguntó Michiru divertida. El Chico se puso aún más rojo.

—¡No lo estoy!— Michiru soltó una risita.

—Bueno, hasta mañana entonces— a continuación le plantó un beso en la mejilla. Chika, que comenzaba a calmarse, volvió a ponerse rojo.

—¡Te veré mañana!— salió corriendo y desapareció por el pasillo.

Michiru cerró la puerta y caminó hacia su habitación.

—¿No es emocionante?— Maru le hablaba mientras atravesaba una de las paredes.

—¡Ma-Maru-Chan! ¿Qué haces aquí? Aún me estoy cambiando— cubría su cuerpo con una bata para dormir.

—Lo siento, es sólo que no podía controlar mi emoción— se dio la media vuelta y esperó a que la chica de orbes verdes terminara de vestirse.

—Ya puedes voltear— el fantasma volvió a verla de frente. Michiru mientras tanto, tomaba lugar en su calentita cama—. ¿Por qué piensas que es emocionante? Esos demonios podrían matarnos a todos.

—Yo ya estoy muerta, así que no tengo miedo, pero me hubiera gustado haber tenido una aventura así cuando aún estaba viva. La muerte es algo natural, así que no tendría miedo de que esos mentados demonios intentaran matarme.

—No tengo miedo de morir— dijo en un susurro— temo por las personas que podría perder, que podrían salir lastimadas, ya no quiero perder a nadie más— por sus mejillas corrieron un par de lágrimas.

—Estoy segura de que todo saldrá bien— un bulto apareció sobre el hombro de Michiru, era la mano del fantasma—. Si es verdad que hay más personas con ese tipo de poderes, seguro podrán vencer a esos demonios.

—Gracias Maru-Chan— la chica se acostó y quedó profundamente dormida.

—Descansa, Michiru-Chan.

Al día siguiente, al llegar a la universidad, Chika y Michiru se encontraron con Shimotsuke. Se acercaron para hablar con ella, pero se dio la media vuelta y les dijo:

—Hablaremos en su tiempo libre—. Camino lejos de los chicos.

Se quedaron viendo confundidos a la pequeña, pero luego decidieron mejor ir a clases, no debían llegar tarde.

La mañana pareció una eternidad. En la clase que tenían libre, observaron a algunos de sus compañeros de salón y trataron de descubrir si eran mitad demonios o simplemente humanos.

—Misori...— susurró Chika observando a la persona que tenía enfrente.

—No lo creo, la chica es muy estúpida— dijo Michiru en voz baja, tratando de que no se diera cuenta de que hablaban de ella.

—Tal vez sólo lo finge— sugirió. Pero simplemente no podía ser, al menos no para Michiru.

—Mira, yo sospecharía de Sotetsu— observaba al chico del parche, pelirrojo. Estaba sentado junto a la ventana y no prestaba atención a las clases.

—¿Cómo podría ese bravucón...?— Estuvo a punto de gritarlo, pero Michiru logró callarlo a tiempo. El profesor separó su mirada del pizarrón, pero al ver que nadie hablaba, continuó escribiendo.

—Lo sé, pero veelo de este modo: es muy conservador, ya casi ni habla con sus amigos más cercanos y ¡ha dejado de molestarme! Algo extraño está sucediendo con él— se quedó pensativa— la última vez que hablé con él... fue muy amable— por alguna extraña razón, Chika sintió celos al pensar que alguien más le hablaba a SU amiga.

—Puede ser eso, o ha dejado de molestarte para acercarse más a ti y tratar de conquistarte— lo dijo sin pensar. Al instante se cubrió la boca con ambas manos. Michiru se sonrojó.

—No lo creo, no es mi tipo— lo observó detenidamente, y al ver que el pelirrojo la miraba de vuelta, ella se giró de inmediato hacia su cuaderno.

—Claro, es demasiado rudo para ti— se sintió un poco aliviado, pero había agarrado un extraño odio hacia un chico que ni siquiera conocía.

—Bueno, volvamos al tema— el peliblanco salió de sus pensamientos para escuchar a Michiru.

—Creo que será mejor que esperemos a que Shimotsuki nos diga quienes son los "elegidos"— se había dado por vencido—, ella es la experta, tiene los 1001 poderes— La ojiverde rió por lo bajo.

—No seas exagerado.

—Bien muchachos, comencemos la clase— al voltear a ver el pizarrón, sólo vieron un montón de letras en la blanca superficie—, por favor escriban lo que está anotado en el pizarrón, en cinco minutos lo borraré—. Todos los alumnos comenzaron a escribir como esclavos las interminables palabras.

—Odio cuando hace esto— susurra Chika mientras coge su pluma. Mientras intenta escribir, la pluma sale volando de su mano y cae al suelo. Se queda mirando confundido lo que acaba de ocurrir, lo deja pasar por alto y vuelve a coger su pluma del piso.

Después de escribir un párrafo, la pluma volvió a volar fuera de su mano. Michiru se dio cuenta de eso, y también se dio cuenta de que no era porque Chika tuviera pulso de maraquero. Definitivamente había alguien con sangre de demonio en el salón, y estaba molestando a Chika.

Tenía que contárselo a Chika, pero el profesor observaba atentamente a todo el grupo. Debía crear algún tipo de distracción, ¿pero cómo?

Escuchó a un fantasma tararear detrás de la ventana, justo donde estaba sentado Sotetsu. Trató de llamar su atención lanzándole una bolita de papel, que terminó por atravesar al fantasma y le dio justo en el cuello a Sotetsu. Michiru ignoró eso. El fantasma no tó que algo lo había atravesado y se dirigió hacia Michiru.

Sotetsu volteó a ver quien le había lanzado un papelito en el cuello. Su primer sospechoso fue Chika, pues fingía levantar la pluma que se le había caído. Volvió a su cuaderno a seguir escribiendo ya me las arreglaré en la salida.

El fantasma había llegado donde se encontraba Michiru.

—¿Sucede algo, Chiru-Chan?— preguntó el fantasmilla. La chica escribió una nota en un papel y se la mostró: ¿Podrías sacar al profesor de la clase por un par de minutos?— Seguro, tú me has ayudado con mi problema, entonces yo te ayudaré— ¡Gracias!

El fantasma salió del salón. A los pocos minutos, el director del instituto entró y le pidió al profesor que lo acompañara unos minutos afuera. El profesor le pidió a los alumnos se quedaran sentados mientras él estaba fuera y se fue con el director.

Los estudiantes al instante comenzaron a quejarse sobre todo lo que estaba escrito en el pizarrón, y que era imposible terminar de copiarlo en sólo cinco minutos. Sotetsu se levantó de su lugar y caminó hacia donde estaba Chika, quien recogía su pluma por quinta vez.

—Sigue intentando disimular levantando tu pluma, se que fuiste tú quien me arrojó ese papel— Chika se molesto por la acusación.

—No estoy disimulando, en serio parece que esta pluma esta viva, y salta fuera de mi mano cada vez que estoy escribiendo— se quedó viendo a la pluma fijamente—, a propósito, ¿de qué maldito papel me estás hablando?

—No fue Chika quien lo lanzó— Michiru se metió en medio de la discusión—, lo siento mucho Sotetsu-san, no prentendía darte a ti— hizo una reverencia a modo de disculpa.

—Aún así, eres un sensible— dijo Chika casi burlándose.

—¿Qué quieres decir con eso?— preguntó Sotetsu alzando el puño.

—Quiero decir ¿te molestas por qué alguien te lanzó un papelito? Pff que nena—. El comentario hizo enfadar mucho al chico del parche. Estuvo a punto de agarrar a Chika por el cuello, pero Michiru intervino otra vez.

—Antes de que le destroces la cara, ¿me permites un par de minutos con él?— El chico trató de controlarse para no pegarle a la chica de anteojos.

Respiró profundamente y trató de reflexionar: un par de minutos, hablarían, ¿de qué? no le interesaba en lo más mínimo. Dejaría a los "novios" un par de momentos para que hicieran sus cosas. No sabía por qué, pero el hecho de imaginarse a esos dos como una pareja le parecía ridículo... no, más bien... le daban celos. ¿Qué tenía Chika que él no tubiera? ¿Cómo podría Michiru salir con alguien como él? -Claro, son los raritos del salón- pensó. Aun así, se quedó con una sensación incómoda.

—Claro— se fue sin decir más.

—¿Qué sucede?— Preguntó Chika despreocupado, viendo hacia afuera en la ventana.

—Creo saber la razón por la cual tu pluma volaba cada diez segundos— dijo seria, Chika la miró sin comprender—. No volaba de tus manos sólo porque sí... alguien más lo hacía...

—¿Quieres decir que... hay alguien en este salón que tiene poderes telequinéticos?— susurró. Michiru sólo asintió—. Esto no puede ser... ¿Por qué sólo me molesta a mi?

—Quizás no le agrades— bromeó la oji-verde. El peliblanco le lanzó una mirada asesina—. De acuerdo, estaré pendiente de las personas alrededor y atraparé a tu "bravucón".

—Puedo hacerme cargo de él yo solo— alardeó.

—Pero por ahora, hazte cargo de eso— Chika se dio la media vuelta y se encontró con una sorpresa no muy agradable. Sotetsu caminaba con paso firme hacia donde se encontraban ellos dos.

—Ya pasó un rato, es hora de hacerle una remodelación a tu rostro— dijo golpeando la palma de su mano con su puño.

—¿Por qué? ¡si yo no te lancé ese estúpido papel!

—Lo llamaste nena, eso le dio directo en el orgullo.

—Gracias Michiru, si no te molesta, preferiría que no vieras esto, tiene un alto contenido de gore— ahora se tronaba los dedos.

—Rayos, con lo que me gusta el gore— se quejó.

—¡¿No harás nada para detenerlo?!— preguntó preocupado.

Sotetsu se aventó contra Chika, por suerte el peliblanco logró esquivarlo transportándose al frente del salón. Nunca nadie se percataba de esa técnica, todos pensaban que corría demasiado rápido.

Michiru observaba como Chika huía de Sotetsu. Chika en realidad era muy fuerte, y por esa misma razón no quería enfrentarse a Sotetsu. De un sólo golpe lo mandaría al hospital, y lo echarían de la escuela, y no le convenía.

Sotetsu se quedó parado en medio del salón y observaba como Chika le hacía caras desde el escritorio del pelirrojo acercó su mano al parche, como si estuviera a punto de quitárselo, pero en eso la puerta se abrió y apareció el profesor detrás de ella. Todos los estudiantes regresaron mágicamente a sus asientos.

—Muy bien chicos, borraré la pizarra— la clase siguió tomando su curso normal.

De vez en cuando Sotetsu le lanzaba miradas asesinas a Chika, y este no hacía más que rodar sus ojos dorados.

Lo más extraño de todo, fue que, después de ese pequeño "descanso" que tuvieron, la persona de la telequinesis no volvió a molestar a Chika.

Saliendo de clases, Chika y Michiru se encaminaron a la cafetería para encontrarse con Shimotsuki. Iban caminando tan tranquilos, que casi les da un paro cuando se encuentran con Sotetsu. Al parecer buscaba la revancha.

—Deja de tratar de vengarte, te apuesto lo que quieras a que ni siquiera lograrás rozarme— dijo el chico de ojos dorados dejando caer su mochila al suelo.

—¿Quieres apostar? Apostemos entonces, pero esta vez...— acercó su mano izquierda al parche— que sea justo— se lo quitó dejando ver un ojo diferente al derecho, no sólo por el color, sino que incluso estaba más abierto, y tenía dibujado un pentagrama negro en el iris, que era de un color rojo sangre.

No tenían idea de lo que estaba pasando, ¿por qué su ojo era así? ¿acaso era... mitad demonio?